domingo, 29 de enero de 2012

Two More Lonely People Cap: 5


 Escrito por: Scarleth




Nick la miro durante unos segundos, rodó los ojos ¿Por qué tenia que ser tan caprichosa? Ya tenia mas de media hora intentándole convencer de que la dejara conducir a ella pero que quería… ¿matarles?

-       Por favor Nick, déjame conducir a mi. No pasara nada, te lo prometo- dijo ella enseñándole la palma de la mano
-      Miley pero si nunca has conducido ¡ hasta hace poco le tenias incluso miedo a la moto! - exclamo él
-      Pero ya no. Venga, por favor- Puso su carita de perro abandonado y Nick miro a otro lado, negándose a dejarse conmover y fue cuando ella en puntillas beso la comisura de sus labios. Suave y tierna. Nick suspiró.
-     Vale, esta bien. Pero tienes que ir con cuidado y hacer caso de lo que te diga ¿entendido?- le advierte él con señalándola con el dedo
-       Si, señor- asintió ella haciendo el saludo militar y se rió luego.

 
    Nick le dedico una sonrisa pero enseguida se puso serio mientras le explica algunas cosas, que se supone, tenia que saber para conducir su moto sin terminar los dos contra el suelo o chocando con alguien. En algún momento, le decía cosas para asustarla y que se arrepintiera de querer conducir su moto. Lo que le preocupaba no era que ella no supiera, ya que por cualquier cosa él estaría alerta, lo que le preocupaba, es lo que le pudiera pasar a su moto en manos de ella.

 
 
   Era estúpido, si. Pero amaba su moto, era una de sus pasiones después de ella, claro. Por eso se dedicaba a aprender mecánica. Porque estaría haciendo algo que sí le gusta.


Iba con suavidad, lenta. Muy lenta. Nick rodó los ojos y pensó que tenia que tener paciencia, que era su primera vez. ¡Pero como era tan lenta! A ese paso llegarían a casa de ella de madrugada. Miley daba pequeños frenazos repentinos cuando se sentía acorralada por otros coches o motos. Y en cierta forma sí, era divertido.

 
- Lo siento, cariño. Te prometo que no me burlo mas- murmuro él ocultando su risa ante su mirada fulminante- Pero es que… es muy gracioso como te pones, Miles te lo digo enserio, los otros coches no te harán nada. Ten confianza ¿si?
- Vale- dijo parando de forma brusca en un semáforo
- A esto me refería- dijo riendo- Tranquila, Miles- Nick entrelazo sus dedos con los de ellas dándole apoyo- Me encantaría no tener este casco puesto para poder comerte a besos aquí mismo- susurro él con voz ronca
- A mi también me gustaría.
- Atenta, ya va a cambiar- Se acomodo mejor detrás de ella tomándola de la cintura.

 
    Volvió a pasar lo mismo varias veces: Nick se burlaba, ella le miraba mal y él se “disculpaba” hasta que ella comenzo a tomar mejor el control de la moto. Pasaron por varias calles estrechas, por el camino mas largo para que ella fuera practicando, pero no evitaban algunas miraditas que los vecinos que conocían les daban. Ya era seguro que tanto a la abuela de Nick, como a la madre de Miley, irían corriendo a contarle lo que veían. Nick rió para sus adentros, ya se lo imaginaba. “Que si, que si Ángela. Tu nieto iba con la chiquilla de los Cyrus. ¡Es un sinvergüenza! Podría haber tenido un accidente”.


   Nick hizo que paraba ante un “Stop” y le advierto que se tenia que fijar en esas cosas. Miley asintió tranquila, aunque el podía sentir como ella se avergonzaba por ser tan despistada. Después le toco el hombro queriéndole decir que siguiera. Y ella con torpeza, arrancó.

 
 

Nick rió detrás de ella, después de al menos media hora conduciendo y riéndose de ella, ahora incluso veía divertido la forma en que ella conducía. Miley paro bruscamente en el semáforo, aunque esta vez Nick no le dijo nada, ya sabia que eso era un caso perdido- por el momento- así que solo acaricio su mano, queriéndole decir que fuera con tranquilidad. Se miraron y rieron. Nick se quito el casco y le dio un sonoro beso en el cuello. Le quito el casco a ella y atrapo sus labios. Dulce y divertida.

El semáforo cambio a verde. Miley y Nick se pusieron el casco con prisa, mientras los de atrás ya les metían prisa. Miley arranco nerviosa por los pitidos y con demasiada velocidad.

-      Tranquila, Miles. ¡No hagas caso, joder! ¡Vas muy rápido, para!- le grito Nick

Tarde.

  La moto chocó contra un coche que pasaba, cuando en realidad no lo tenia que haber echo. Dando de lado con ella, se deslizo por el suelo haciendo que cayeran Nick y Miley. Se escuchaban ruidos a su alrededor, alarmados.

  Nick miro a los lados buscando a Miley y la vio tirada en el suelo. Negó con las cabeza varias veces, se sentó rápidamente mareándose al instante y se llevo las manos a la cabeza. Volvió a mirarla y a ver como algunas personas se acercaban. Y solo un pensamiento paso por su cabeza: Otra vez no. Ella no.

   Se levanto con dificultad y apartando a la gente que se acercaban a él y le miraban preocupado. ¿Pero que le miraban? Él estaba bien. Era ella quien estaba tirada en el suelo inconciente.

- ¿Se encuentra bien? ¿Le duele mucho? - le pregunto una anciana mirándole la cabeza
- Si señora, estoy bien. Mi… mi novia, esta hay- dijo señalando la acera.
- Tranquilo, algunas personas están con ella. Hay que atenderle a usted.
- No, no, tengo que verla- Se aparto de ella y fue hasta Miley, quitando a la gente que la miraba - ¡Quítense! - les grito. La gente le miro de mala manera y fueron dispersándose.

miércoles, 25 de enero de 2012

Undress for me cap: 24


Busqué en el interior de mi bolso y saqué un cepillo. Miré de nuevo la cama y me incliné en el lavabo. Solo con mirarlo se me hacía la boca agua. Se dio la vuelta y me miró. Debía tener aspecto de estar muy hambrienta, porque me sonrió dulcemente, y se sentó.
Me pasé el cepillo por el pelo y vi cómo dejaba la cama,
—¿Estás utilizándome como juguete sexual, Miley?
—Seguramente. ¿Qué te parece?
Se acercó a mí, y sus ojos se movieron desde mis hombros a mis pechos.
—Están entrándome ganas,  Miley.
—¿De qué?
—De ser posesivo. Quizá un poco rudo —Pasó sus dedos suavemente por mi mandíbula. —¿Estás lista para ese tipo de juegos?
—Confío en ti —murmuré. —Nunca te confundiría con él.
—Me alegra oír eso. Date la vuelta.

Me giré y miré el espejo. Sin moverme, vi cómo sus manos se movían sobre mis hombros, bajando por mis brazos. Me apretó contra su pecho mientras sus dedos recorrían mi torso, y subían para poder coger mis pechos. Sus largos y suaves dedos pellizcaron mis pezones, y los retorcieron suavemente mientras yo arqueaba mi espalda.
Me moví contra su po.lla, que estaba endureciéndose rápidamente.
—Liam.
Me miró, en el espejo, y hundió sus dientes un momento en el hueco en el que se encontraban mi hombro y mi cuello.
—Déjame poseerte.
—Sí —jadeé, y dejé que mi cabeza cayera hacia atrás contra su hombro.
—Mírame —susurró, y me presionó contra él mientras una de sus manos se deslizaba hacia abajo para cubrir mi sexo.
Sus dedos se hundieron en mi monte de Venus, y acariciaron mi clítoris.
—Liam
—Mírame. Miley.
Abrí los ojos y lo observé en el espejo. Sus manos se movieron sobre mí, su cuerpo se movió contra el mío, y su ***** se presionó contra mi culo y se deslizó entre mis muslos.
Coloqué las manos en el lavabo frente a mí, y me incliné hacia delante. Liam murmuró su aprobación y siguió acariciando mi clítoris. Me estremecí y cerré los ojos un momento ante aquel agudo placer.
—No cierres los ojos.
—Esto es demasiado —Me mordí el labio inferior y gemí cuando sus dedos abandonaron mi clítoris. —Cariño...
—Te daré lo que necesitas —Besó mi cuello suavemente, y después me apartó un poco del lavabo para que pudiera inclinarme más.
—La cama...
Se rió.
—Más tarde.
Enrojecí y tragué saliva.
—Vale

Miré su rostro en el espejo, y vi su determinación y su necesidad. Era duro ignorar su excitación. Cada movimiento que hacía provocaba que su dura po.lla rozara mis muslos. Separé las piernas más y gemí cuando deslizó una mano entre ellas para jugar de nuevo con mi coño. Deslizó dos dedos en mi interior, y me moví hacia atrás contra la invasión hasta que él sacó sus dedos repentinamente.

Extendió una mano hasta el lavabo sobre el que estaba apoyada y sacó una caja de condones de una cesta que había en un mueblecito junto al lavabo. Vi cómo liberaba un condón y tiraba el envoltorio a un lado. Permanecer inmóvil mientras se ponía el látex me costó más trabajo de lo que nunca hubiera creído posible. Se presionó contra mi espalda hasta que estuve inclinada en la posición que quería. Mantuve la mirada en su rostro, embelesada con su visión.

Aquel hombre se había convertido en el centro de mi mundo, y cuando me penetró, no pude imaginar un momento en mi futuro sin él. Un cálido e intento placer me recorrió cuando empezó a embestirme con fuerza. Verlo introducirse en mi cuerpo una y otra vez era tan excitante como la actividad misma.

Alzó los ojos y miró el espejo. De repente, se apartó de mí y me dio la vuelta. Pasé los brazos alrededor de su cuello mientras me levantaba del suelo y me colocaba sobre el mueble junto al lavabo.

Liam agarró mis caderas y se introdujo de nuevo en mí. Levanté las piernas y rodeé su cintura con ellas. Nuestros ojos se encontraron cuando empezamos a movernos el uno contra el otro. El resbaladizo y dulce dolor de su pene llenándome e invadiéndome me quitaba la respiración en cada embestida. Me eché hacia atrás, en sus brazos, mientras él deslizaba una mano entre nosotros e introducía dos dedos entre mis labios para jugar con mi clítoris.
—Joder —Me moví contra sus dedos y su po.lla con ansiedad y deseo. Me corrí con una violenta ráfaga de sensaciones, y las lágrimas corrieron por mis mejillas.
—Sí —Enterró su rostro en mi cuello y me bajó del mueblecito. —Vamos.

Caminó hasta la cama y se sentó. Me subí sobre él mientras sus manos se deslizaban por mi espalda y cogían mi culo. Me moví arriba y abajo sobre él, como parecía desear. Liam gimió suavemente contra mi cuello, y me estremecí ante el poder de aquel momento. Hice que se tumbara y comencé a moverme más rápido.
—Miley—El placer y la frustración estaban enlazados a su voz mientras decía mi nombre. —¿Te gusta?
—Sí—Agarró mis caderas y me instó a que siguiera. —Esto es genial, cariño.
Quería hacer que se corriera. Liam continuó embistiéndome, elevándonos a ambos del colchón totalmente una y otra vez. Colocó dos dedos entre nosotros, entre los húmedos labios de mi vagina; y comenzó a presionar mi clítoris.
—Liam —Me estremecí contra sus dedos y me eché hacia atrás, sobre sus caderas. —Esto es demasiado.

En un movimiento que me dejó jadeando, nos giró y se introdujo más profundamente en mi interior.
—Sí—Arrastré mis uñas sobre su espalda y supliqué más, —Fóllame.
—Eres perfecta —jadeó contra mi cuello y me embistió profundamente mientras se corría.

________________________________________________________________________

ok hay voy hahaha por favor no digan que se decepcionaron de miley por que la que dice eso no es una Smiler una smiler siempre esta con miley y para miley apoyándola me molesta cuando dicen que son smiler y solo les gusta Party in the usa ok y si no estan de acuerdo con migo odien me no me importa ok 

Undress for me cap: 23


Bajé las escaleras envuelta en una toalla, con el cabello recogido con una horquilla, como me pidió cuando lo dejé en la ducha. Estaba al otro lado de la escultura, mirándola. Miraba cada centímetro tan distante y profesional como la primera vez que posé para él. Me miro y volvió a la escultura mientras yo tomaba asiento en la butaca y colocaba mis piernas en la postura adecuada. Estaba agradablemente dolorida. Los músculos que no había usado durante tanto tiempo latían bajo mi piel.
Lo miré y lo descubrí mirándome.
—¿Estoy mal colocada?
Negó con la cabeza, y suspiró.
—No. Creía que acostarme contigo haría que perdiera interés por esta pieza, pero no ha sido así.
Volvió al trabajo, dejándome con mis pensamientos. Había pensado que después de la ducha le contaría lo de Nueva York, y por qué me había marchado de allí. Mantener un secreto no me parecía justo a la luz del cambio que había sufrido nuestra relación.
Lo miré y lo encontré frunciendo el ceño.
—¿Qué pasa?
—No pareces contenta, Miley.
—Tengo algo difícil que contarte. No quiero hacerlo, pero no creo que pueda esconderlo y aun así sentirme bien —Tomé aire profundamente y me concentré en el suelo frente a mí. ¿Por qué era tan difícil?
—Sobre Nueva York —dijo, en voz baja.
Lo miré y suspiré.
—Sí, sobre Nueva York —Inhalé profundamente. —Eres el segundo hombre con el que he estado desde que me violaron.
—Te violaron —Las palabras salieron de su boca con dureza, y sonaron tan dolorosas que me estremecí.

Sabía que no había una palabra que fuera tan horrible como violación. Asentí y observé cómo una multitud de emociones cruzaban su rostro. La rabia y la tristeza fueron las únicas que perduraron.
Se aclaró la garganta y se concentró en el alabastro unos minutos, con las manos quietas.
—Gracias por confiar en mí.
—Confío en ti —Incapaz de evitarlo, comencé a hablar. —Se llamaba Jeff King. Trabajaba en el museo conmigo.

Éramos amigos. Bueno, yo pensaba que éramos amigos. No era la primera vez que nos quedábamos trabajando después de la hora de cierre del museo. Estábamos preparando una exposición juntos. Quería terminar pronto para poder irme de la ciudad durante el fin de semana.

No pude contarle más. Solo Demi había escuchado todos los detalles, y había tardado horas en sacarlo todo. Disgustada, lo miré.
—Martin me encontró, me salvó en varios sentidos, en realidad. Me sentía sola y destrozada. Me ayudó a reconstruir mis piezas.
—Y él se enamoró de ti.
Asentí.
—Sí, no me di cuenta de eso hasta más tarde. El sexo siempre había sido un placer para mí, al menos hasta que fui violada. Después de eso, tenía sentimientos encontrados respecto al sexo. Sabía que lo que me había ocurrido no tenía nada que ver con el sexo ni con el deseo, pero me sentía incómoda entre hombres que me deseaban. Martin no era sexualmente agresivo; para ser sincera, era yo quien iniciaba todos nuestros encuentros sexuales. Una noche me di cuenta de que había estado utilizándolo. Me sentí asqueada. Tomé la decisión de dejar Nueva York y a Martin. Yo no merecía su amistad.
Se quedó en silencio un momento, y entonces se aclaró la garganta.
—Tengo que pensar en todo esto con calma.
Asentí y me incorporé un poco para que pudiera seguir trabajando. Liam era bastante introspectivo, así que había esperado que retrocediera un poco mientras digería lo que acaba de contarle.

Me quedé donde estaba durante varias horas mientras él trabajaba. Me movía, estiraba, y me levantaba cuando él me lo sugería.  Cuando dejó las herramientas con las que trabajaba era casi media noche. Miró mis piernas y mis manos, frunció el ceño, y echó un vistazo al reloj de la pared.
—Deberías haberme avisado de que era tan tarde.
—Estabas muy concentrado —Extendí las piernas y me eché hacia atrás en la butaca.
Se acercó a mí, con las manos cubiertas de polvo del alabastro, y se arrodilló frente a la butaca. Moví las piernas mientras pasaba sus dedos por la parte de atrás de mis rodillas. El polvo de sus manos era áspero, y la sensación era deliciosa.

—Tu confianza en mí es sorprendente. Si hubiera sabido lo que escondías, no estoy seguro de que te hubiera manipulado para que posaras para mí —Se aclaró la garganta —Tu presencia y tu personalidad eran un desafío para mí. Quería desnudarte, quitarte todas las pretensiones sociales que nos colocamos para civilizarnos, hasta ver lo que eras en realidad.
—¿Y ahora?
—Ahora estoy sorprendido de que confíes en mí tanto como lo haces.
Suavemente, me atrajo hacia delante hasta que estuve sentada casi al borde de la butaca, y elevó una de mis piernas sobre su hombro. Entonces bajó la cabeza y deslizó su lengua entre mis labios menores.

Me dejé caer en la butaca, y me aferré a los brazos de la misma. Me había excitado tan rápidamente que apenas podía pensar. Sentí su lengua cálida y húmeda sobre mi clítoris, antes de que se deslizara en mi interior. El movimiento de su lengua y el roce de sus labios era perfecto. 

Levanté las caderas brevemente, y después me hundí de nuevo en la butaca cuando Liam introdujo dos dedos en mi coño.
—Joder —Cerré los ojos y me obligué a relajarme mientras sus labios se cerraban suavemente sobre mi clítoris. Usó la punta de su lengua para lamerme y acariciarme.
Gemí cuando levantó la cabeza y se incorporó.

Liam me levantó de la silla y me guió hacia las escaleras. Excitada y mentalmente débil por la lujuria, lo acompañé. Una vez más, me encontré a los pies de su cama, observándolo mientras se desvestía. Se colocó un condón mientras yo subía a la cama y me tumbaba sobre mi espalda. Pasándome las manos por los muslos casi podía imaginármelo en mi interior.
—Ven aquí —demandé en voz baja mientras levantaba las piernas y colocaba los pies contra el colchón. —No tengo ganas de juegos.
—Yo tampoco —Colocó una rodilla sobre la cama e inclinó la cabeza mientras me miraba. —Ponte sobre tus manos y rodillas.
Sonriendo, me incorporé y me puse de rodillas. Sus manos rozaron mi espalda mientras se unía a mí en la cama y besaba mi hombro suavemente. Cerré los ojos y me aferré a las sábanas mientras Liam se colocaba. 

Su po.lla rozó el interior de mis muslos, y me humedecí inmediatamente. Abrí más las piernas, y me arqueé un poco y gemí cuando su po.lla acarició la entrada de mi coño.
—No me provoques.
—Oh, no lo estoy haciendo —Su promesa fue suave y sedosa mientras se introducía en mi interior. Su po.lla me llenaba de un modo que era enloquecedor. Succioné mi labio inferior y cerré los ojos mientras me penetraba completamente.
—¿Te hago daño? —Sus manos recorrieron mi espalda y agarraron mis caderas.
—No —Empujé hacia atrás, contra él, balanceando mis caderas. —Dame más.
Su respiración se hizo más rápida, y comenzó a jadear.
—Hazlo otra vez.
Hice lo que me había pedido mientras comenzaba a moverse. Cada vez que lo acogía en mi interior, no podía evitar pensar que aquel era su lugar, la profundidad de mi cuerpo. Éramos dos partes de una hermosa unión, una como la que nunca antes había disfrutado. Me aferré a las sábanas, y gemí con los dientes apretados. Nunca había sentido aquello con un hombre, y sabía que haría todo lo que pudiera para mantener a aquel hombre en mi vida tanto como él lo permitiera.

Liam se apartó de mí de repente, y me acarició la espalda.
—Túmbate boca arriba, quiero verte la cara mientras te corres.
Me giré para mirarlo, y pasé una mano desde su pecho empapado en sudor hasta su estómago. Me incliné hacia delante y sonreí cuando él se acercó. Gemí suavemente contra su boca, y pasé los brazos alrededor de su cuello. Profundizamos el beso, y su lengua penetró mi boca.

Me levanté, colocó mis piernas alrededor de su cintura, y me tumbó sobre mi espalda. Rompió el beso y me penetró. Me arqueé bajo su cuerpo, y me estremecí cuando deslizó sus manos para cogerme el culo. Mis pezones se endurecieron contra su pecho, y lo único que pude hacer fue agarrarme a él.

Liam levantó la cabeza y miró mi rostro intensamente mientras aminoraba el ritmo. La gruesa y casi dolorosa intrusión de su po.lla en mi interior se hizo mayor repentinamente, y me estremecí sobrecogida por su poder. Deslizó una mano entre nosotros, y presionó sus dedos contra mi clítoris. La ruda estimulación, combinada con las constantes embestidas de su cuerpo contra el mío, forzó el orgasmo. Grité al sentirlo, y él enterró su rostro en mi cuello mientras se corría. Su cuerpo se tensó contra el mío.

Pasaron varios minutos, y después, lentamente, sacó la po.lla de mi interior. Mi sexo se quejó ante el repentino vacío, y tomé aire profundamente.
—Ha sido increíble.
Se rió suavemente.
—Sí, increíble.
Suspire
—Tenemos que hacerlo otra vez.
—Pronto —Volvió la cabeza, y me miró. —Eres una mujer preciosa.
—Gracias —Me di la vuelta y apoyé la cabeza en una de mis manos. —Cuando me viste la primera vez... ¿Qué pensaste?
—Que parecías una diosa. Una diosa tranquila y elegante. Además, me imaginé que tendría que ser muy creativo para conseguir tenerte en mi estudio.
—¿Y en tu cama?
—Soy bastante arrogante. Seducirte me parecía mucho más sencillo que conseguir que posaras para mí —Se rió cuando fruncí el ceño. —Realmente soy muy arrogante.
—Sí, lo eres —Y me gustaba. La arrogancia nunca había estado en la cima de mi lista de características atractivas, pero todo lo que había en Nicholas Jonas era atractivo. Me senté a regañadientes. —Debería irme a casa. Mañana tengo que madrugar.
Se sentó y pasó sus dedos por mi cabello húmedo.
—Quédate conmigo. Quiero despertarme contigo.
—Vale —¿Realmente había sido tan fácil?
Nos quedamos en silencio un momento, y entonces se levantó.
—¿Una ducha?
—Sí