sábado, 28 de abril de 2012

En su Cama Cap: 8


Arrancó la página con cuidado, la dobló y se la guardó en un bolsillo del pantalón decidida a iniciar la confrontación.
El estaba en la casa, pero ¿dónde? Su despacho sería el mejor sitio por donde empezar a buscarlo.
Se encontró con María, quien se dio cuenta de su mirada y del gesto de su mandíbula y de inmediato agarró de la mano a Destiny.
—Vamos, pequeña, vamos a la cocina a hacer unas galletas, ¿sí?
—Gracias —dijo Miley tras dedicarle una sonrisa tensa—. Sé buena con María. Vuelvo en un momento.
—Vale.

El despacho de Nick estaba situado en uno de los extremos de la primera planta. Daba al jardín y a la zona de la piscina. Dos habitaciones contiguas habían sido remodeladas y se había puesto en ellas una mesa de despacho con varios ordenadores, un portátil y todo el equipamiento necesario de una oficina. Todas las paredes estaban cubiertas por estanterías, menos una en la que había unos cómodos sillones de cuero y una mesa baja.
Un territorio muy masculino al que entró avisando apenas con un ligero toque en la puerta.
Nick alzó la mirada del monitor del ordenador, notó la mirada de ira en los ojos de ella y se arrellanó en la silla.

Vestida con unos vaqueros negros y una blusa color sandía, el pelo recogido y sin maquillaje, parecía casi una adolescente. Sus sinceras emociones siempre lo habían intrigado porque casi nunca las disimulaba… una cualidad poco frecuente en las mujeres que conocía. Seres sofisticados que jugaban a la seducción.

Miley había sido distinta. No había sabido quién era él y no había parecido impresionarle cuando se había enterado.
Cuatro años antes, no había sido capaz de evitar que se fuera. No había luchado por ella como debería haberlo hecho, suponiendo de modo erróneo que todo lo que tenía que hacer para aliviar algo del daño hecho por Alisson y su tía viuda era demostrarle por medio del sexo que la amaba.
Sintió que su cuerpo se ponía rígido al recordarlo.
—¿Hay algo de lo que quieras hablar?
Con estudiada parsimonia, sacó el recorte del bolsillo, lo desdobló y lo arrojó encima de la mesa.
—A lo mejor no te importa explicármelo.
Nick apenas lo miró.
—Estoy seguro que sabes el suficiente castellano como para poder entenderlo.
—Esa no es la cuestión.
—¿Cuál es la cuestión, Miley? —no dejaba de mirarla.
—La «reconciliación» no figura en el acuerdo —apretó los puños, los ojos le brillaban—. Eso no va a suceder de ninguna manera.
—¿Crees que no?
—Exijo que pidas una rectificación.
—No —su tono era peligrosamente suave—. ¿Te niegas a reconocer que para Nicki sería mejor tener padre y madre, una vida de familia estable y no una custodia compartida por dos personas que viven en extremos opuestos del mundo?
—¿Un padre y una madre en perpetua guerra? Por favor…
—¿Por qué tendría que haber problemas? —hizo un gesto en el aire con una mano—. Disfrutarías de todas las ventajas sociales de ser mi esposa, tendrías todo lo que quisieras —la miró y se inclinó hacia delante—. ¿Ni siquiera para agradar a un viejo moribundo?
Las emociones encontradas se arremolinaban en el corazón de Miley y ensombrecían su mirada.
—Ramón tiene un cáncer muy avanzado —dijo con tranquilidad—. Unas cuantas intervenciones han conseguido retrasar lo inevitable, pero el tumor cerebral es inoperable y los médicos dicen que es cuestión de semanas que entre en coma.
—Lo siento. ¿Por qué no me lo advertiste?
—Pensaba que lo había hecho.
—Me dijiste que estaba enfermo —señaló—, no que se estaba muriendo.
—Dadas las circunstancias, ¿es tanto pedir? —la miró.
—¿Qué pasa con Destiny? —le Sostuvo la mirada—. Ramón quiere conocerla, pero ¿has pensado cómo le afectará a ella el rápido deterioro de la salud de Ramón? Es demasiado pequeña como para enfrentarse a la enfermedad en ese grado.
—Le he estado dando vueltas a eso —dijo Nick con tranquilidad—. Ramón pasa un corto espacio de tiempo sentado en una butaca en la sala. Parece viejo, cansado y frágil, pero está muy lúcido —aseguró—. Podrás juzgar por ti misma.
En el interior de Miley se desató una lucha entre emociones encontradas, incluyendo la duda. Finalmente ganó la compasión.
—Tienes que darme tu palabra de que yo decidiré cuándo cesan las visitas de Destiny.
—Sin duda —se recostó en la silla y se puso las manos en la nuca—. ¿Y la aparente reconciliación? ¿Aceptarás por Ramón?
¿Por qué tenía la sensación de que cada día que pasaba la engañaba un poco más? No quería participar en eso. Aunque parecía tan poco para hacer feliz a un anciano moribundo. Hacerle creer… ¿qué? ¿Qué su adorado nieto se había reconciliado con su esposa? ¿Podía hacerse semejante regalo a Ramón?
—¿No te estás olvidando de algo? ¿De alguien? —preguntó  finalmente.
—Le habremos dicho a Destiny quién soy yo antes de que vaya a ver a Ramón.
—¿Qué será cuándo?
—A las once —dijo mirando su reloj.
—¿Perdón?
—Ya lo has oído.
Sin pensarlo agarró un pisapapeles y se lo arrojó, pero falló y él lo agarró en el aire.
El ambiente estaba cargado de electricidad, las chispas saltaban en el silencio y los ojos de Miley se oscurecieron incrédulos mientras Nick dejaba en la mesa el pisapapeles de cristal y después se ponía de pie.

Ella no se movió, parecía clavada al suelo mientras él se acercaba. No podía siquiera pronunciar una palabra porque su voz no era capaz de atravesar el nudo que tenía en la garganta. Siguió inmóvil mientras él le agarraba la barbilla. Su mirada era oscura, casi negra por la ira contenida. Su voz ronca.
—Juega con fuego, querida, y te quemarás —le acarició con un dedo el borde de la mandíbula—. Demasiadas emociones —dijo suavemente—. ¿Por qué crees tú que es?
—Porque te odio.
—Mejor el odio que la indiferencia —le pasó el pulgar por el labio inferior… y sintió cómo temblaba por la caricia—. ¿Quieres que haga una prueba? —recorrió el cuello con la yema de un dedo hasta llegar a la separación de los pechos, después acarició uno de ellos y rozó el pezón con el pulgar.
Ella notó como su pecho se hinchaba y el pezón se endurecía por el roce, y odió la traidora reacción.
—Déjame.
—Pero si aún no hemos terminado —dijo con tono indolente.
Rozó su boca con los labios de un modo que casi la hizo tambalearse y dejó escapar un gemido cuando tomó su labio inferior entre los dientes. No fue consciente de que le estaba desabrochando el cinturón hasta que notó una mano en la piel desnuda del vientre. Después ya era demasiado tarde. Su protesta quedó ahogada por su boca y notó cómo su cuerpo se sacudía de un modo espasmódico mientras él deslizaba los dedos entre los rizos que poblaban la unión de sus piernas buscando y encontrando la humedad del centro de su feminidad.

Con una precisión infalible le acarició el clítoris y vio la mirada de sus ojos mientras una oleada de sensaciones le recorría todo el cuerpo. Una ola que volvía una y otra vez con cada caricia mientras él absorbía con la boca los gritos que provocaba con sus dedos.
Nick quería más, mucho más, y la tentación de poseerla en ese momento era casi insoportable. En la mesa, en el suelo, a horcajadas en una silla, contra la pared.
La idea tuvo sobre él un efecto disuasorio, así que se limitó a sujetarla, aflojó la presión de la boca mientras los últimos estremecimientos recorrían el delgado cuerpo de Miley hasta desaparecer finalmente.
Con cuidado, sacó la mano del pantalón, cerró la cremallera y abrochó el cinturón. Eso trajo a Miley de vuelta a la realidad. Se apartó de él, incapaz de creer que hubiera permitido que ocurriera lo que acababa de suceder.
¿Cómo podía haber bajado la guardia hasta dejarse seducir por sus caricias? No quería mirarlo. No podría soportar ver en sus ojos la satisfacción, el placer por su caída.
Durante lo que pareció un siglo ninguno de los dos dijo nada, sólo se oía el irregular sonido de la respiración de Miley.
—Ha sido despreciable —consiguió decir ella con voz temblorosa por el odio antes de pasarse el dorso de la mano por los labios como para quitarse el sabor de él.
—Pero… instructivo, ¿no te parece? ¿Dónde está Destiny?
—En la cocina, haciendo galletas con María —suspiró.
—Vamos a verla.
—¿Ahora?
«Contrólate», pensó. Pero cómo, si estaba en medio de un torbellino de emociones y su cuerpo aún no se había recuperado. Sólo pensar en cómo la había acariciado era suficiente para provocar espasmos en la parte más sensible de su anatomía.
—Se lo diremos juntos.
—Creo que debería ser yo… —dijo ella haciendo un gran esfuerzo por recomponerse.
—Merece que su padre y su madre estén presentes.
Recogieron a Dest en la cocina y subieron juntos al piso de arriba. Nick sentó a la niña en su cama y se puso en cuclillas para estar a la altura de sus ojos.
Se lo dijo sencillamente. La reacción de Destiny le pareció eterna. Tras un momento de duda, rodeó el cuello de Nick con sus brazos. Los ojos de él brillaban por encima de la cabeza de la niña mientras la abrazaba con fuerza y Miley tuvo que parpadear para contener las lágrimas que le quemaban en los ojos.
Padre e hija juntos. La felicidad de Destiny y su aceptación de la situación quedó reflejada en sus palabras:
—Eres mi papá.
Era un comienzo, reconoció Miley. Destiny era una niña muy despierta para su edad y seguramente luego vendrían las preguntas, pero de momento, habían superado uno de los más importantes obstáculos.
Nick besó la frente de su hija.
—Ahora tenemos que prepararnos para ir a ver a tu bisabuelo Ramón —apoyó una mano en el hombro de Miley—. Un cuarto de hora. Os espero abajo.


En su Cama Cap: 7

Miley se despertó despacio, se estiró, buscó el reloj y dejó escapar un gemido de preocupación. Dest.


Saltó de la cama, se puso una bata y corrió a la habitación adyacente. Sintió que se le paraba el corazón al ver la cama de Destiny perfectamente hecha y ni rastro de su hija. ¿Dónde…?
En ese momento, vio la nota que había encima de la almohada y corrió a leerla: Dest está abajo con María.
Sintió que el pánico disminuía.


En diez minutos se duchó, se puso unos pantalones de vestir y una blusa informal, metió los pies en unas sandalias de tacón y bajó al comedor. Destiny alborotaba alrededor de la benevolente María.
—Nick dijo que no la despertáramos —dijo el ama de llaves mientras echaba café en una taza, le ofrecía un enorme abanico de posibilidades para desayunar y torcía levemente el gesto al ver que Miley sólo quería fruta y yogur.
—Es media mañana —dijo Miley con una sonrisa—. Mi reloj biológico necesita tiempo para ajustarse.
—Nick ha dicho que podemos ir a un parque después de comer —dijo Destiny mientras Miley se sentaba a la mesa.
—¡Qué bien! —¿qué otra cosa podía decir?


Cualquier posibilidad de que Nick desapareciera todos los días en su despacho de la ciudad parecía descartada. Así que no iban a tener ninguna libertad. Podían olvidarse de ir a un parque temático como turistas normales. Nada de salir de compras sin pensarlo antes.
Estaban en Madrid. Allí ella tenía relación con la familia Jonas, y eso suponía guardaespaldas en cuanto salieran de la seguridad de la casa.


Ya no le había gustado antes, y mucho menos en ese momento. Además, estaba Nicki, que no tenía ni idea de su auténtica identidad… aún. Una niña vulnerable que no había sido preparada para que siempre estuviera al tanto de posibles peligros, ni para que obedeciera ciegamente a las personas que se ocupaban de su seguridad, ni le habían enseñado las más básicas técnicas de supervivencia. Era una carga demasiado pesada para una niña tan pequeña, además de cosas que no se aprendían deprisa.
Odiaba admitir que Nick había acertado al llevarlas a su casa. Podría aprovechar esas tres semanas como un curso de adiestramiento.


No tenía sentido seguir lamentando que el destino hubiera hecho que Joe y Luisa(hahhaah Dany) hubieran sabido de la existencia de Destiny. La vida estaba llena de coincidencias, algunas casi improbables… y tenía que asumirlo.


Miley se terminó el desayuno y tendió una mano a su hija.
—¿Vamos a explorar?
Primero la casa, después la finca… con Carlos siempre a una distancia razonable cuando salieron fuera de la casa. El recinto estaba rodeado de muros, puertas electrónicas y sofisticados sistemas de seguridad.


Las dos recorrieron los senderos que atravesaban el inmaculado césped, los jardines de hermosas flores de brillantes colores.
—Es precioso —dijo Destiny, señalando emocionada—. Una piscina. ¿Puedo bañarme?
—Cuando yo esté contigo —dijo con firmeza Miley.
—¿O Nick?


Miley asintió con la cabeza y sufrió un ataque de preocupación maternal al pensar en la niña sin vigilancia cuando ella no estuviera. Después, se relajó un poco. Durante los siguientes dos años, los viajes de Destiny estarían bastante restringidos… ¿pero cómo conseguiría aprender a dejarla marchar? Estaría atacada de los nervios desde que su hija subiera al avión hasta que volviera a Australia.
—Es una casa muy grande —afirmó Destiny visiblemente sorprendida por el lujo de las salas que atravesaban.
Miley le enseñó todo el primer piso y después subieron corriendo por las escaleras al segundo.
—Me gusta más nuestra zona —dijo la niña agarrando la mano de su madre—. Sobre todo mi cuarto.


Nick se unió a ellas a la hora de comer y, por el atuendo informal que llevaba, era evidente que había estado trabajando en el despacho de la casa. Unos vaqueros negros, camisa blanca desabrochada en el cuello y remangada hasta los codos… Parecía un ángel negro con el pelo más descolocado de lo habitual, como si se lo hubiera peinado con los dedos, o se lo hubiera revuelto por la exasperación. Y si era así, ¿por qué?


En los primeros días de su matrimonio, se habría acercado a él, habría tomado su rostro entre las manos y lo habría besado. Habría sentido los brazos de él alrededor de su cintura y habría profundizado el beso y se habría regocijado con la excitación de él.
Un tiempo en que pensaba que nada podía amenazar su amor. ¡Qué ingenua había sido!
—¿Voy a tener que dormir la siesta?
—Ajá —dijo Miley con una sonrisa notando la decepción que había en la expresión de su hija—. Todo el mundo duerme la siesta después de la comida.
—¿Incluso los mayores? —abrió los ojos muy sorprendida y miró a Nick—. ¿Tú también?
—Algunas veces, si estoy en casa y no tengo mucho trabajo —su sonrisa le transformó las facciones y Miley experimentó una sensación familiar en su interior al recordar las siestas que habían compartido y en las que dormir no había sido el objetivo.
El comentario de Nick convenció a la niña. Destiny, obediente, agarró la mano de su madre y juntas subieron las escaleras.


Dest se quedó dormida en unos minutos y Miley se fue a su habitación para descansar hojeando una revista.
Era media tarde cuando Carlos acercó el todoterreno a la puerta principal. Con Dest en el asiento de atrás, entre Nick y Miley, se dirigieron a un parque.


El entusiasmo de la niña por cada cosa nueva parecía no tener límites. Miley la veía explorar y llamar con frecuencia a Nick para enseñarle una mariposa, una abeja, una hermosa flor.
Al final del día, cenada y bañada, Dest se metió en la cama. Nick le leyó un cuento y después le dio un beso en la frente, le deseó buenas noches y se marchó de la habitación.
Miley puso la luz tenue, probó el intercomunicador y, cuando se dio la vuelta, la niña ya estaba dormida. Si hubiera podido, se habría subido la cena en una bandeja a su cuarto, pero eso podría haberse interpretado como una huida y no quería que Nick se diera cuenta de la grieta que había en su armadura femenina.


En lugar de eso, se dio una ducha, se puso un elegante traje de chaqueta, se soltó el pelo, se puso un mínimo de maquillaje y bajó a cenar con Nick.
Una sensación familiar le provocó un nudo en el estómago al ver su alta e imponente figura. Había tanta arrogancia aparente en esos ojos oscuros. Cuando estaba completamente enamorada, lo había considerado tremendamente romántico, en ese momento le parecía horrible.


Una vez más rechazó el vino a favor del agua fría.
—No hace falta que prescindas de tu vida social por que Dest y yo estemos aquí.
—¿Una vez que nuestra hija está durmiendo no debo sentirme en la obligación de atender a su madre? —dijo con un tono en la voz que Miley no fue capaz de definir.
—Lo has entendido a la primera.
—¿Por qué crees que ignoraría a una persona invitada a mi casa?
—No creas que vas a engatusarme con tu amabilidad —avisó Miley—. No hace falta que insultes a mi inteligencia. No somos otra cosa que fuerzas opuestas en todas las áreas de nuestra vida.
—¿Dest es una excepción?
—La única excepción.
—Pero un factor muy importante, estarás de acuerdo…
Estaba volviendo a hacerlo y lo miró fijamente mientras se sentaba a la mesa.
—Reconozco que tenemos que mantener una relación amistosa en presencia de Dest, pero ten una cosa clara: cuanto menos te vea, mejor.
—¿Miedo, Miley?
—¿De ti? No.
—Quizá deberías tenerlo —advirtió Nick como la seda mientras le hacía un gesto para que se sirviera ella misma.
—Oh, por favor —se sirvió una pequeña cantidad de guiso, dejó el cucharón en donde estaba y lo miró—. ¿Por qué no me dejas en paz?
Nick se sirvió una generosa ración.
—Casi cuatro años —dijo arrastrando las vocales—. Y aún el pulso de tu cuello te traiciona.
—Tu ego me sorprende.
—¿No te has preguntado cómo habrían sido nuestras vidas si te hubieras quedado aquí?
—No —consiguió decir con frialdad.
Mentira. Recordaba las noches que había pasado despierta imaginando exactamente eso. Cómo había fracasado en su búsqueda de la felicidad. Quizá Dest fuera su única hija porque no podía siquiera pensar en compartir su cuerpo con otro hombre o gestar a su hijo.
—Interesante.
Miley dobló con cuidado la servilleta y la dejó encima de la mesa, después se puso en pie y le dedicó una mirada asesina.
—Siéntate, Miley.
—¿Para que te dediques a analizarme e interrogarme para divertirte? Olvídalo.
Se dio la vuelta y, cuando había dado unos pasos, sintió unas manos firmes sobre los hombros. En un movimiento puramente instintivo, se dio la vuelta, alzó la cabeza y lo miró a los ojos.
—¿Qué es lo siguiente? ¿Tácticas de fuerza?
—No, sólo esto.
Bajó la cabeza y atrapó su boca con los labios en un beso fuerte que la sorprendió.
Un leve grito de disgusto creció y murió en su garganta, y casi como si sentir su tacto la hubiese suavizado y se hubiese vuelto más sensual, dejó que sólo la punta de su lengua se enlazara en una danza con la de él mientras la pasión se disparaba y escapaba a su control.
Sintió una de las manos de él deslizarse hacia arriba hasta la parte de atrás de su cabeza mientras la otra bajaba por su espalda y la acercaba aún más a él. Cerró los ojos mientras luchaba para no rendirse. La tentación de devolverle el beso más profundamente era insoportable y gimió cuando él se separó y empezó a saborearla sensualmente, acariciando su labio inferior, mordiéndolo ligeramente con los bordes de los dientes, hasta que sucumbió al dulce hechizo.
Cielos. Era como volver a casa. Adaptó la forma de su boca a la de él y al reforzar su respuesta él la llevó a un mundo de evocadores sabores que prometían mucho.
Los pezones se endurecieron al contacto con su pecho, ansiosos de… la caricia de sus manos, su boca. Gimió sintiéndose totalmente perdida.


La dureza de su erección era una potente fuerza y el calor corrió por las venas de Miley activando sus centros del placer y haciendo que se sintiera tan viva que era casi imposible no suplicar.
Fue el deslizamiento de una mano por uno de sus pechos, la forma en que lo envolvió, el tiempo que se entretuvo en desabrochar los botones lo que le dio un instante para pensar. Hubiera sido muy fácil enlazar las manos tras su cuello e invitarlo en silencio a que reavivara la llama. Y casi lo hizo. Casi.


Pero el horror al ver hacia dónde se dirigía le dio la fuerza bastante para separarse de él.
¿Qué estaba haciendo? ¿Había perdido el juicio?
—Te odio —dijo en un torturado susurro mientras dejaba caer los brazos e intentaba dar un paso atrás.
Durante lo que le pareció un siglo, Nick la miró con pasión. Los labios le temblaban ansiosos de poseerla.
—A lo mejor te odias a ti misma —dijo con tranquilidad.
¿Por perder el control? ¿Por disfrutar de sus caricias? ¿Por… desearlo tanto?
La miró mientras se ponía derecha, cuadraba los hombros, alzaba la barbilla y lo miraba enfurecida.
—Se acabó. Y —dijo ella sin piedad— ha sido un experimento ridículo.
Nick la dejó ir. La siguió con la mirada mientras se alejaba y salía de la habitación.
¿Experimento? Ni mucho menos. Un intento. Y, desde luego, no había acabado.
La fotografía se había tomado con un teleobjetivo. Tenía que haber sido así porque Miley no recordaba haber visto a nadie con una cámara mientras bajaban del avión de Nick.
Nick Jonas con una mujer y una niña era una gran noticia. ¿Cuánto tardarían en atar cabos y descubrir que la niña era su hija? No mucho. El pie de foto, incluso en español, no dejaba duda. Hablaba de reconciliación. Lo mismo que el comentario de Nick al ser preguntado: «todo es posible».
Sintió cómo la rabia la inundaba y llevaba hasta el límite su capacidad de autocontrol.

miércoles, 18 de abril de 2012

Te necesito - Niley


En un remoto lugar en Las Vegas, de los Estados Unidos, yacía una pareja. Una pareja diferente a todas las demás parejas que se encontraban libres, en la codiciada ciudad del pecado. Otras solamente demasiado enamoradas, otras tranquilamente juntas. Esa era la diferencia de todas las parejas y esa. Esta pareja no tenía libertad y en este momento, estaban siendo atacados por un oleaje de paparazzi.

No tenían la libertad de expresarse fuera de la media, entonces abrumaba con todo tipo de sentidos, les estaban quitando un derecho.

Ya la tensión crecía entre ellos, dentro de esa pequeña limosina, todo empezaba a distanciarse, todo se apaciguaba. No era lo que quería, Nick no había pensado el sacrificio que requería ser famoso. Eso era lo que más le enojaba, si supiese lo que requería de dejar nunca hubiese dejado de ser alguien normal corriente.

Dio una última mirada a Miley, esta tenía sus labios arrugados por la incomodidad que sentía. Desde hace tiempo que había ganado eso, incomodidad al estar junto a él, por la simple razón de que ya no era lo mismo desde que agobiaron sus vidas, y más después de ese día que Nick sufrió de un ataque de rabia contra ellos.

Choco suave uno de sus pies contra los de su novio, para ver si tenía por lo menos una omisa reacción a ella. Solo vio su reacción la cual no se esperaba y era que no se molesto en mirarla, solo miro, a la ventana de la limosina. No sabía porque su reacción, pero el sí, no quería que lo viese así, como un monstruo, y Miley misma sabía que no lo era, pero cualquiera en esta situación sí.

Quería gritarle, quería decirle, que la mirase, que le agarrase la mano en esta situación, ¿porque siempre parecían extraños cuando se amaban tanto?

Bufo un poco irritada porque, sabía que él no podía leer su mente y hacerlo. Y para el colmo, la ola de los paparazzi de nuevo atacaba, no podían siquiera respirar sin que medio mundo se diera cuenta.

 Miro, antes de salir al infierno, como Nick aguantaba toda la paciencia, y todo lo que trataba para no meter la pata. Así lo hizo, no metió la pata, por lo menos no hasta cuando llegaron hasta la pequeña entrada del hotel, la cual tenía un pequeño escaparate en la entrada  con revistas y chismes de nosotros.

Los flashes volvían a uno loco, y por un momento, Miley llego hasta perder la noción de guie, por esa razón uno de los dos guardaespaldas le ayudo, pero aun así el gran atisbo nunca se había ido y de aquello era percatada.

Lo peor que habían hecho era entrar como atajo por el local, allí la oleada de paparazzi ocultos los esperaba, mas revistas con el encabezado con la noticia del último momento. “¿Sera una nueva oportunidad al amor?” “Nick y Miley ¿¡¿¡A la basura!?!?”

Y Nick también sabia eso, porque por culpa de eso había tenido tanto problemas con Miley, y todas las peleas volvieron a la cabeza, causando que su agobie se convirtiese en otro ataque de ira.

-          Vamos Nick, enfurécete. –Grito uno de ellos. Para eso fue un reto para Nick y casi vio lo que haría, recogió todos los periódicos del estante y los lanzo de un fuerte golpazo al paparazzi que le grito.-
-          ¡Púdrete! –Exclamo. Mientras le agarraba de un brazo fuerte, en ese momento los gritos de Miley no significaban nada, ni siquiera cuando desde sus pulmones salía ese gran, para, pero con ese bullicio nadie le escucharía. Los sonidos del flash, las preguntas, el murmullo. Perdió el control.
-          ¡ESO NICK, ENOJATE MAS! –Seguía tirándole las fotos mientras le agarraba del brazo. Pero la cámara no serviría más, más cuando el paparazzi choco fuerte contra el piso.
-          ¡Nick! ¡Detente! –Pero le hacía caso omiso, siempre.- ¡Por el amor de Dios Nick, para ya! –Gritaba y gritaba una vez más, ahora no podrán salir de casa por mes y medio, tal vez un año si no se detenía, el guardaespaldas tomo a Nick y a Miley y a contra de él fueron llevados por un atajo desde la lavandería.

A medida que iban avanzando Miley se enojaba más, y más pensaba, ¿Por qué los hombres recurrían a su fuerza bruta para resolver problemas de paciencia y test sicológicos?

-          Siempre tienes que hacer esto, -Empezó, pero Nick, en ese momento no estaba para sus típicos discursos de ética.
-          Escucha Miley, me tenían harto, no me importa un colmillo lo que digan, si es necesario lo haría otra vez.
-          ¿¡No pensaste en el problema nos dará!? –Giro más rápido a su lado para verle, mientras caminaban más rápido y con más odio.

Nick no soportaba sus palabras y en ese momento pateo una pila de cajas que había allí, gritándole al mismo tiempo que se callara, pero no quería quedarse esta vez así, Miley lo empujo y él le miro injusto.

-          No ¡tú cállate! –Grito.- siempre tienes que arruinarnos el día con tu maldito mal humor, mientras nosotros allí soportándolo como una misma mierda. –Grito, el guarda espaldas a su espalda la empujo levemente para que entrasen al ascensor.
-          ¡Siempre es así! –Le devolvió al abrir la puerta. Miley empujo al guardaespaldas y dijo…
-          ¿Sabes qué? Ya estoy cansada. –La llave bailoteaba en su única prenda que llevaba, un gran camisón de Nick, ese día decidieron pasarla bien, pero hubo un pequeño, gran, error. Y los lidio a esta pelea.

Al entrar a la suite todo, se torno gris y frio, y alguien tenía que hacer algo, porque, no podían seguir así toda la noche, sería una gran pesadumbre al otro día después…

-          Escucha, Miley, lo siento. –Dijo Nick, acercándose, para dar uno de sus famosos abrazos a _______, los que más amaba en esta situación.
Pero era así siempre, pensaba que él estaba allí siempre, pero solo cuando estaba mal, nunca para disfrutar los tiempos buenos, ni para recordarlos.
-          No…-Levanto sus manos alejándose, mientras el no reaccionaba bien.- Haz lo que te dé la gana.
-          ¿Qué? Vamos Miley no me hagas esto. Sabes que no puedes… -Al ver que seguía igual caminando, estrello la lámpara del hotel contra la pared, enserio se había salido todo de control.
-          ¡PARA! –Grito a todo pulmón.- ¡No sabes cómo reaccionar! ¡ES COMO SI NO PENSARAS MALDITA SEA! –Grito. Esta vez desahogándose por fin.- ¡Me tienes harta, todo esto me tiene harta! –Abrió sus brazos volteándose, como si de eso se tratara una imploración a Dios, para que la ayudase.
-          ¡Pues entonces porque no te largas de aquí! –Se dirigió a la puerta una vez más, y la abrió enojado, casi pudo ver como las venas de sus fornidos brazos salían al máximo.- ¡Mira que está bien abierta!
-          ¿A si? ¿Así lo quieres? –Se volteo amenazante.- ¡te odio! –Grito, sacio todas las ganas que tenia de decirlo en ese momento, y no era lo único.- ¡Eres un egoísta, solo piensas en ti mismo! –En ese momento las paredes anti-Nick, volvieron a ascender.- ¡Toda esta mierda me tiene hasta la coronilla! –Le lanzo un pequeño collar, tan diminuto que significaba su mundo, su preciado collar, que siquiera lo removía al darse una ducha. Siempre en su pecho, yacía la N de su él, de Nick. Quien miraba como el collar, chocaba mil veces al suelo.

Cerró la puerta del baño, mientras removía cada pieza que reposaba incómodamente en su cuerpo. Solo su ropa interior, frente al espejo.

Ahora que lo grababa todo, y lo reflexionaba, ¿Qué había hecho? Arriesgo toda su vida por una tesitura que podía irse en cualquier momento. Pero ¿Por qué fue esta su reacción?

Llevo sus manos detrás de su cabeza en busca de la realidad, en busca de por fin, salir de esa pesadilla. ¿Si lo era, no? Pero en sus sorpresa, vio algo que la aterrorizo, sangre. ¿Sangre? Debió ser un leve golpe, o todo lo contrario por la carga de sangre que salía de su cabeza.

Escucho un terrible golpe afuera de ese cuarto de baño, era obvio que Liam descargaba su fuerza. Removió insegura sus prendas, para por fin estar desnuda y meterse a ese placer que le hacía sentir, bien, que le hacía sentir relajada y por un momento, fuera de este planeta, se metió al agua de la bañera llena.

Pero no era suficiente, se sumergió de pies a cabeza y cerro sus ojos por un momento. Aguantando así su respiración por mucho tiempo, inclusive demasiado tiempo para cualquier ser humano, incondicionalmente perdiendo la conciencia.

De pronto, todo en segundos se había vuelto pálido. Blanco. El momento no se sentía igual, todo era diferente en todo los sentidos, pacífico y nada frívolo comparándolo con hace cinco minutos…

De pronto su mundo cambio, no se sentía ella misma, sentía que su cuerpo estaba entumecido por una ola de desconocimiento y surrealismo, pero era la vida real. ¿Por qué estaba así? Vio de rabillo su cuerpo, no estaba desnuda como hace quince minutos estaba, miro que tenia la misma camisa de Nick que llevaba antes de arrancarla con rabia de su cuerpo.

Se asusto, lo admite, mucho más tras llevarse la mano a la cabeza y no ver sangre. De hecho no tenía nada. Eso era demasiado raro. Abrió atemorizada la puerta del baño, para entrar hacia la habitación del hotel, y no se percato de los fuertes sollozos.

¿Sollozos? El único en la habitación era Nick, de hecho, de él provenían los sollozos. Miro a escondidas para que su corazón se destrozase más de lo que estaba. Si había algo que le dolía era ver a Nick llorando, le hacía sentir culpable, le hacía sentir mala…Era como un niño, un niño al que había que mimarle y que pronto tenía que estar allí.

Se apresuro en estar a su lado, y lo miro, se había hincado frente a él, para mirarlo, por alguna extraña razón no podía acercarse más…

          Soy un idiota –Murmuro entre lágrimas–
Estaba allí…
          No lo eres Nick… –Dijo, pero para Nick no fue nada, no lo escucho. Es como si su voz fuese transparente, se sintió pequeña…– ¿Nick? –Pidió que le escuchase– No te enojes Nick, escucha…
          La perdí… –Murmuro sin dejar que le mirase, sus manos cubrían sus ojos y podía ver la ternura de estos al estar rojos e hinchados, devastador era –
          No me has perdido Nick, sigo aquí –Ya había colmado su paciencia, era como si no la escuchase– Nick…por favor –Trato y trato de que la escuchase, pero no hacía caso– ¡Nick! ¡Escúchame! –Y grito. Grito, y grito tanto como pudo, pero era como la ley del hielo, pensaba que era apropósito. ¿Tan enojado estaba? –

Nick levanto la vista y miro a un lado, miro a la nada, miraba lejos, a través de todo, miraba a Miley. Pero si le miraba, ¿Por qué no le hacía caso? Así estuvo por un buen rato. Reflexionando sobre todo, ahora la sensación de entumecimiento reinaba en ella el doble de lo que antes era.

Y justo entonces, la calma los flechó. Y también, una respuesta…una devastadora y más que nada desgarradora respuesta. Miley miro delicadamente sus manos y luego, miro hacia el frente, lo mas petrificada posible. ‘Estaba muerta’

Ahora todo encajaba, no le escuchaba y tal vez ni le podía ver. Pero entonces, si estaba muerta, ¿Cómo diablos estaba en aquella habitación? Se suponía que los espíritus buscaban paz e iluminación tras acercarse a la luz y cruzar esta. Pero, a ella no le ocurrió aquello.

Se paro con en un acto de arranque mohíno. Todo era injusto, no merecía aquello, no en ese momento. ¿Vivir sin Nick? ¡¿Para siempre?! Algo tenía que hacer para no enfrentar aquella realidad.

Ambas manos llegaron a su cuero cabelludo desesperados, como si en cualquier momento desgarrarían los pelos de este. Las mejillas se sentían y llevaban ya, ese aspecto húmido con esa melancolía y dolor en ellas…derramando cada gota y cada dolor aumentando al límite.

¿Por qué a ella? ¿Por qué no podía ser normal, llevar una vida normal como las otras?

          ¿Por qué? –Pero de Miley no salió, sino de Nick… ¿Cómo era posible que ambos se conectasen así? Tal vez no eran extraños en si…tal vez si era de verdad…su amor…es decir no todo era lo que parecía–
Allí fue cuando ambos reaccionaron al mismo tiempo y pensaron…
          El baño…–Murmuraron ambos. Allí se colocaron de pie, pero el único que se había movido fue Nick…lento y por acto obvio, atemorizado. ¿Más atemorizado que Miley? No se movía, y no quería. ¿Para qué? ¿Para verse muerta…? ¿Para ver como Nick sufría aun más? Puede que suene un poco masoquista…pero tenía que hacerlo.

Sus pies tomaron acción robótica y se movían solo hacia delante, sin siquiera noción de lo que hacía solo sentía dolor…puro dolor y de pronto mucha soledad. Para luego mirar debajo del umbral de la puerta, una desgarradora escena. Sintió su corazón en la boca del la garganta. Tan difícil de respirar era en ese momento.

Su Nick, su querido Nick trataba de salvarle la vida. A presión la sacaba de la tina, contemplando su cuerpo sin vida, sin aire que respirar sin besos que probar día a día…esa era ella, desnuda sin vida. La resucitación cardio-pulmonar no ayudaba en nada, ni mucho menos después de tanto tiempo.

          Tiene que funcionar –Murmuraba en llanto Nick. Sus lágrimas no eran lo suficiente en ese momento. Nada lo era, nada la satisfacía, solo la vida podía llenarla por mas imposible que fuese su deseo– ¡Vamos! –Grito desesperado– ¡No te rindas Miley! –¿Pero de que servía intentar? Si era lo más obvio que no…no llegaría a nada– Te necesito –murmuro rindiéndose, sus lágrimas eran parte de su lamento haciendo aquella imagen aun más horrorosa y asesina para su corazón. – Te necesito maldita sea…te necesito –Murmuro cayendo en su cuerpo frio, y sin vida–

Así mismo hizo Miley. No soporto aquella escena, no pudo soportar el hecho de que tendría que vivir sin Nick, por mas paleto que podía actuar, de vez en cuando, era su paleto, era su osito, era su vida…necesitaba de el tanto como todo el mundo necesita su aire, y sin su aire, ella muere…

Cayo rendida al suelo, tiesa, dura, y tal vez, muerta en alma…lo peor en este momento no era el hecho de que cayó, sino el hecho de que Nick no se dará cuenta de que ella su alma se encontraba allí por última vez…

Pero resultaba lo contrario…
Abrió los ojos de un fuerte y dinámico parpadeo para darse cuenta de que aun tenía posibilidades, pero algo…o alguien se le adelanto para aquello, su Nick, seguía allí y justo a tiempo para salvarle de cualquier cataclismo a punto de ocurrir. Entro a la tina y la jalo…allí tomo una gran bocada de aire, de su dulce y vitalicio aire. Tocio todo el agua que una vez llenaban su cuerpo…envenenándolo por igual. Abrazo a Nick. Lo hizo, en poco tiempo ya lo extrañaba y se dio cuenta de algo muy importante…

          ¿En que estabas pensando? –Pregunto Nick asustado, recuperando el gran susto. Ambas respiraciones compartían el aire agitado, chocando cada uno en reciproco. Sintiendo el dulce aroma de la vida– Jamás lo vuelvas a hacer tonta…–Le amenazo Nick. Pero ella sabía muy bien, que no lo decía de mala forma, si no que, lo decía en forma de amor. No quería perderla y eso era más que suficiente–

Lo abrazó aun más fuerte, y ella también, el hecho de que estaba mojada no importaba, solo importaba que ambos estaban con vida y la importante lección que recibió…

          L-lo siento –Dijo apenas…con frio, con debilidad pero lo dijo…–
          Shh –Siseo este…no le importaba cualquier disculpa, cualquier excusa, lo que le importaba ahora era pedirle perdón él mismo, y jamás volver a ponerla en esa situación. Por que a final de cuentas, ella era su pequeña y la tenía que proteger–
          Te amo Nick –Pudo decir…–
          También te amo –Dijo casi llorando…derramando las lagrimas de hace un rato pero no podía, porque ya no había razón de hacerlo–
Puede que haya causado la lluvia, perdóname. My debilidad causo tu dolor, pero te pido perdón. Porque al final de cuentas Nick, yo…
          Te necesito



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