—Yish —no había nada que hacer, a pesar de sus esfuerzos en sentido contrario, sonrió.
— ¿Yish?
—Yo lo odio. Todo eso. Es por eso que me asustas, porque sé que no me dejarás esconderme en mis lugares de ensueño. Tu me…
Nicholas le puso la punta del dedo en la dulce boca.
—Te equivocas, Miley. Voy a ir contigo al lugar de tus ensueños.
Sus ojos se abrieron, y liberó la boca para decir:
—Es mi lugar, mi lugar privado. No quiero que vengas conmigo. No quiero allí a nadie.
—Ya veo.
—No, no ves —ella tiró de debajo su mano y puso varios pasos entre ellos— se trata de cómo voy a sobrevivir. ¿Puedes entender eso? Es la única forma en que se puede vivir con todo esto. Y tú lo arruinarías si te dejo.
Se volvió a mirarlo, con el corazón en sus ojos.
—Si me dejas, me vas a destruir también. ¿Por qué no te das cuenta?
—Tal vez deberías explicármelo.
Ella alzó las manos.
—¿Qué te lo explique? Tú enarbolas sueños delante de mí que son como los dulces delante de que un niño. Tú me haces desear cosas que nunca podré tener. ¿Tienes alguna idea de lo que duele? Yo estaba contenta con mi vida hasta que llegaste tú.
Ahora todo lo que hago es pensar en las cosas que podría tener si sólo ocurriese un milagro. El problema es que los milagros no existen para las mujeres como yo. Estamos de pie en la última fila, y cuando Dios tiene tiempo para hacer maravillas, Él pone su esfuerzo en las personas dignas y no en las prostitutas.
—¿Personas dignas? Cariño, no hay nadie más digno que tú.
—¿Cómo puedes decir eso? Las personas cambian de acera en la calle cuando me ven en el paseo marítimo. Estoy sucia ante sus ojos, y ante Dios también. ¿Cómo puedes incluso pensar en casarte conmigo? ¿El tener hijos conmigo? ¡Soy una paria! Y eso no cambiará nunca. Tú no puedes sacarme fuera de esto.
—Vamos a salir de aquí —le aseguró— yo trabajo en la madera, Miley. La tierra que compré para despejar, está cerca de Canyonville. No habrá nadie allí que lo sepa. En cuanto a la gente de aquí, me importa una mie/rda lo que sospechen. Si han vislumbrado el rostro, ha sido sólo eso, sólo un vistazo. Las únicas personas que lo sabrán con certeza son May Belle y Gus. Los otros pueden susurrar y especular y acusar, pero si sólo venimos aquí para visitas ocasionales, ¿a quién le importa? Vamos a tener una vida en otra parte, los demás nunca volverán a saber de ti.
—Estás soñando.
—La vida es sueño. Sin sueños, ¿qué tenemos? Sueña conmigo. Date una oportunidad conmigo. Si Canyonville no está lo suficientemente lejos, iremos a otro lugar.
—¿Qué pasa con mi familia? Ellos me necesitan.
—Ellos necesitan el dinero que tú les proporcionas. Yo voy a seguir apoyándoles.
—¿Y qué de tus sueños de ser un magnate maderero?
Nicholas suspiró y se pasó una mano por el pelo.
—Sólo me llevará más tiempo, eso es todo.
—¿Para siempre, tal vez? Oh, Nicholas esto no iba a funcionar. Vas a terminar odiándome. ¿No te das cuenta?
—No, estoy enamorado de ti, Miley.
Ella giró la cara como si la hubieran abofeteado.
—Oh, Dios.
—Es verdad. Creo que me enamoré la primera vez que te vi, y he ido cuesta abajo desde entonces. Quiero una vida contigo. ¿Es eso tan imposible?
—Me temo que lo es. No estás siendo realista.
—¿Y tú? ¿Estás siendo realista? Podemos hacer que funcione si tú acabas por darme una oportunidad. Yo te lo prometo. Por lo menos piensa en ello —él frotó la boca con el dorso de su mano— ¡Maldita sea! Eres la mujer más cabezota que he conocido, y eso es un hecho. No puedo quedarme aquí para siempre, ya lo sabes. Mis costillas hace mucho tiempo que sanaron. Tengo que volver a trabajar. ¿Por cuánto tiempo vas a titubear?
—¿Titubear? Estás dando un vuelco a toda mi vida.
—¿Qué vida? —le disparó a la espalda—. ¿Llamas a ese cuarto de encima del salón, una vida? ¿Momentos robados junto a mi hermana y sus hijos, es una vida? Diablos, no. ¿No es hora de que cojas un puñado de felicidad para ti misma? La excusa de tu familia se ha ido, Miley. Lo único que te une a Tierra de Jonas ahora es el miedo. ¿Eres tan cobarde que no quieres darme una oportunidad a mí?
Ella lo miró fijamente durante un momento interminable.
—Tal vez lo soy. Tal vez no me atrevo a creer que es posible porque no lo quiero tanto. No sé.
—Averígualo.
—Oh, Nicholas. Lo haces sonar tan simple.
—Así es. Todo lo que tienes que hacer es ir conmigo. Haz la apuesta. Te lo juro, Miley, nunca te arrepentirás. Por lo menos dime que lo vas a pensar.
Ella tuvo una respiración inestable y finalmente asintió.
—Está bien. Voy a pensar en ello. Pero yo quiero algo de tiempo, Nicholas.
—Un día.
—Una semana —replicó ella.
—¿Una semana? — Juró por lo bajo. —Muy bien, una semana.
—Y quiero que te mantengas alejado durante ese tiempo.
—¿Durante una semana? Diablos, no.
—Sí. Cuando estás cerca, no puedo pensar con claridad.
—Maldita sea.
—Una semana no es tanto tiempo.
—No vas a recibir clientes en ese tiempo –advirtió— te voy a dar dinero para cubrir lo que ganarías, pero de trabajar nada.
—No trabajaré —asintió ella.
En el instante en que estuvo de acuerdo con esta estipulación, Nicholas sabía que había ganado, incluso si ella no era consciente de ello todavía. Hace unas semanas, su preciosa clientela lo era todo para ella, y ahora estaba dispuesta a ponerla en peligro. Ya fuese que se diera cuenta o no, estaba empezando a confiar en él, aunque sólo fuese un poco. No fue exactamente lo que llamaría un paso de gigante, pero al menos era la dirección correcta. Hacia él.
Cuando Miley volvió al salón después, encontró a May Belle esperando en su habitación. Se reunió con su amiga sentándose en la mesa a su lado, Miley estudió su rostro. May Belle pocas veces invadía el santuario interior de Miley, así que verla allí la preocupó.
—¿Te pasa algo?
May Belle volvió a parpadear con esos ojos azules y sonrió con alegría.
—No, cariño. Por primera vez en mi ilegítima vida, creo que en realidad todo va bien.
Ella se retorció en su silla, claramente ansiosa por compartir la noticia, que apenas podía contenerse.
—Oh, Miley Sé que pensarás que estoy loca, pero voy a hacerlo. De hecho realmente, voy a hacerlo.
A pesar de que Miley tenía una idea clara de qué se trataba, decidió ser precavida. Sin embargo, la felicidad de May Belle era contagiosa y sonrió a pesar de todo.
—¿Que vas a hacer?
—Casarme con ese pesado.
—¿Shorty?
—¿Quién más? ¿Gus, tal vez? —May Belle se abrazó— no lo puedo creer. En realidad me cantó bajo mi ventana antes. ¡Oh, Miley fué tan romántico! Dijo que si yo no le decía que sí, me cantaría toda la noche. ¿Puedes imaginar eso?
Miley sólo pudo sacudir la cabeza con enorme asombro. Shorty tenía que llevar tirantes para sostener loss pantalones en su sitio. No podía imaginarlo dándole una serenata a nadie.
—Me dijo que soy hermosa —dijo May Belle con un suspiro—. ¿Vestida así, él piensa que soy hermosa? El viejo tonto, tonto.
Sobre este punto, Miley estuvo de acuerdo con Shorty. Incluso con el camisón raído de algodón blanco, con el pelo alborotado y la cara desprovista de maquillaje, May Belle estaba bastante bien para una mujer de su edad. Sin embargo, Miley pensó que era más que eso. Había bondad que traslucía de su interior. May Belle tenía una dulzura que nunca había sido destruida, ni siquiera después de años de trabajo en la profesión más antigua y más fea del mundo.
—Oh, May Belle, eres muy hermosa. Shorty tiene toda la razón en eso.
Un rubor de placer tocó las mejillas de May Belle, y una neblina apareció en sus ojos.
—Estoy tan feliz, Miley Después de todos estos años, finalmente me encontró un Príncipe Azul. No parece gran cosa, lo sé. No lo aparenta comparándose a las demás personas. Pero para mí, es el hombre más guapo que jamás haya caminado. Supongo que me va a recordar lo tonta que la idea es, yo, casarme con él. El hecho de que probablemente, me pueda dejar sin un céntimo y de nuevo abandonada.
—No —dijo Miley en voz baja—.Yo no creo que vaya a hacer eso. Índigo quiere a Shorty como si fuese de la familia. Eso es bastante bueno para mí —mientras hablaba, también se le ocurrió que Nicholas, era en realidad el hermano de Índigo— .Creo que deberías casarte y nunca más mirar hacia atrás.
May Belle meneó la cabeza.
—No me gustaría dejarte sola, eso es lo único que me frena.
—No te preocupes por mí —un temblor de nervios atacó el vientre de Miley y notó una repentina oleada de náusea. Desde que conoció a Nicholas, su constante estado de agitación la había hecho sentirse bastante mareada— .De hecho, estoy pensando en salir de aquí.
—¿Para ir a dónde?
—Para alguna parte alrededor de Canyonville. —Miley apenas podía creer que era su lengua la que hablaba, pero estaba diciendo las palabras, sabía cuán sinceramente brotaban de su interior— .He encontrado mi propio Príncipe Encantado, y me ha pedido que me case con él.
—¿Nicholas?
Luchando contra las lágrimas, Miley asintió con la cabeza.
—¡Alabado sea!
—¡Estoy muy asustada, May Belle! Nunca he estado tan aterrorizada. No sólo acerca de que me lleve a algún lugar y luego me deje. Pero sobre todo… bueno, ya sabes…Odio cuando me tocan. No sé cómo voy a aguantar. Y Nicholas no me deja pensar en mi pradera llena de margaritas, te puedo garantizar eso.
La mujer mayor se echó a reír.
—¡Gracias a Dios! —después de tranquilizarse un poco, se inclinó hacia delante para colocar una mano sobre la de Miley— .Cariño, tú nunca has estado con un hombre que te ame. Es harina de otro costal, créeme. Y con un apuesto demonio como Nicholas Jonas —Ella rodó sus ojos— .Al diablo con las margaritas.
—Mis margaritas me han mantenido cuerda.
—Lo sé, cariño, pero no las necesitarás a partir de ahora—. Los ojos de May Belle estaban llenos de comprensión.—Confía en mí sobre eso. Será diferente con Nicholas Él es un joven muy bueno. Aun cuando que, al igual que su padre, me da miedo a veces. Pero Cazador es un buen hombre, honorable. Si Nicholas es la mitad de hombre, te va a tratar como una reina.
—¿No me vas a advertir que estoy cometiendo un error?
May Belle sonrió.
—Si fuera cualquier otro hombre en la tierra, sí, estaría previniéndote. Pero no con él, no. Él tiene la forma de ser de su familia, y camina con honor. No te pediría matrimonio si realmente no se preocupase por ti.
—Le he pedido una semana para pensar en ello.
May Belle chilló de risa otra vez.
—¡Yo también! ¿No es curioso? Estaba jugando a hacerme la difícil. ¿Y tú?
—No quiero equivocarme. Estoy muerta de miedo —Miley miró por su ventana. El cristal estaba todo negro de la grasa y más allá de la oscuridad, y el suave resplandor de la lámpara sobre la mesa reflejaba contra el cristal. Ella se miró como en un espejo por un momento— .Sólo espero que no esté cometiendo el peor error de mi vida.
***
Sin Nicholas para llenar sus horas, Miley encontró tiempo para hacer todas las cosas que había estado descuidando las últimas semanas. Una tarde, después de terminar una camisa para el pequeño Hunter y un vestido de verano para Amelia Rose, fue a visitar a Índigo. Los cuatro se escaparon del sofocante calor de julio bajando a la cala. Índigo llevó una cesta de picnic. Miley echó una mirada a los sándwiches de carne de venado que Índigo sacó y se sintió como si estuviera enferma.
—No me apetece, gracias.
Índigo le dirigió una mirada interesada.
—¿Qué pasa? Siempre te han encantado mis sándwiches de carne de venado.
Miley se llevó una mano al centro de su abdomen.
—Los nervios, creo. Mi estómago ha estado muy revuelto últimamente.
Los ojos de Índigo se abrieron como platos. Después de un momento de asombrado silencio, dijo:
—¿Tú no estarás…? ¿Vamos…? ¿Quiero decir…? ¿No estarás esperando familia?, ¿verdad?
Miley se echó a reír.
—No, por supuesto que no. Tuve mi regla como siempre hace… —se interrumpió, tratando de recordar su último ciclo menstrual. Debido a que no había estado trabajando estos últimos días, no había mirado el calendario tan cuidadosamente como de costumbre— .Estoy segura de que no tengo ningún retraso, Índigo. Siempre tengo mi regla como un reloj. Me olvidé de mirar la fecha de este mes. Con Nicholas monopolizando gran parte de mi tiempo, no he estado al tanto de la mayor parte de nada. Mateo tiene un cumpleaños a últimos de agosto, y se supone que debo hacerle una camisa y unos pantalones. Ni siquiera he elegido la tela todavía.
El ceño de la frente de Índigo se desvaneció, y sus hermosos ojos azules se llenaron de curiosidad.
—De paso cuéntame, ¿Cómo te va con Nicholas?
Hunter, que estaba jugando en el arroyo, envió un chapoteo. Miley se rió y se limpió una gota de agua de la mejilla. Sintió vergüenza, tomándose un tiempo, observó a los niños por un momento. Amelia Rose se tambaleaba descalza por la orilla, recogiendo conchitas y piedras, la mayoría de los cuales remiraba antes de lanzarlas de nuevo al agua.
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