sábado, 8 de febrero de 2014

Tù eres mi Amor - Cap: 12



Miley le acusó de ser tan anticuado como su abuelo, el la acusó de loca.

-Una condenada loca-respondió 
Miley con una sonrisa divertida-Eso es lo que dicen por lo general los hombres como usted de las mujeres que son capaces de decir algo más que las tres frases habituales.

-¿Cuáles?-preguntó Nicholas.

-“Si señor”, “no señor” y “como usted quiera señor”. Es una pena que desde su más tierna infancia las mujeres sean educadas para actuar como criadas.

-Estoy de acuerdo con usted-admitió Nicholas.

Antes de que 
Miley pudiera recobrarse de la sorpresa añadió:

-De cualquier modo, más tarde o más temprano una mujer debe someterse a la autoridad de su señor.

-No estoy de acuerdo-dijo 
Miley sin hacer caso de la mirada molesta que tenía su padre-Yo personalmente no tendré jamás un amo.

-¡De verdad?

La joven iba a responder cuando su padre se lanzó a un monólogo sobre las ventajas de la irrigación, lo que sorprendió a 
Miley y molestó a Nicholas. Cuando llegó el postre, el duque dirigió de nuevo su atención a la joven.

-¿Le gustan los juegos de sociedad?-preguntó mirándola a los ojos-dejando aparte de los pequeños juegos a los que ya nos hemos dedicado juntos.

-Si-respondió ella sosteniendo su mirada-los dardos.

-Si tuviera dardos, que no tengo, no me gustaría estar en su línea de tiro.

-Para ser una simple mujer, tengo bastante buena puntería, señor Westland.

-A eso me refería-respondió el levantando su vaso.
Miley hizo un gesto con la cabeza seguido de una sonrisa irresistible marcando el final de ese duelo verbal.

Nicholas se moría de ganas de despedir a los otros invitados para tomarla en sus brazos y besarla hasta que ella se apretara contra el, ardiendo de deseo, esa noche el había conseguido romper la barrera de su indiferencia.

Al final de la cena, un criado condujo a Martín y a Anne hacia el salón. Nicholas retuvo a 
Miley quien quería ir con ellos.

-¡Los dardos!-dijo-Esta usted ansiosa por ver sangre.

-Su elección de palabras debe ser la admiración de todos los que le rodean-replicó ella-En el futuro hágame el favor de guardar sus observaciones para si mismo.

Quiso alejarse pero el la retuvo por el brazo.

-¿Qué quiere decir? Espero que no se esté tomando mis provocaciones en serio.

Ella apartó la cara sonrojada.

-¡Dios mio, es eso!

Le puso la mano en la mejilla y la obligó a mirarle.

-Le suplico que me perdone, me muevo en un ambiente en el que es de buen tono el hecho de hablar crudamente. Las mujeres son muchas veces tan francas como los hombres con los que coquetean.

-No se trata solo de las palabras que emplea-respondió 
Miley un poco avergonzada de no conocer esos ambientes de los que el hablaba-es la manera como me ha...-se interrumpió al recordar que había aceptado los besos de Nicholas.-Voy a proponerle algo. Usted olvida todo lo que le he hecho y yo olvidaré todo lo que me ha hecho usted. Por supuesto, debe prometerme por su honor no volverme a hacer lo que me hizo cerca del río.

-Si quiere hablar de la fusta-dijo Nicholas frunciendo la cejas-no crea que...

-No me refería a eso sino a lo otro.

-¿Se refiere al beso?
Miley bajó la cabeza, el puso una expresión tan sorprendida que a Miley se echó a reir.

-No me diga que soy la primera mujer que se niega a que usted la besa.

El se encogió de hombros.

-Admito las mujeres me han mimado bastante, parecían apreciar mis...atenciones. Pero usted ha estado rodeada durante mucho tiempo de ****as que se arrastraban, que le suplicaban que usted les dejara convertirse en sus dueños.

-Se lo he dicho ya hace un momento, no dejaré jamás que un hombre se convierta en mi dueño. Cuando me case seré una esposa abnegada pero también una compañera en todo, no una criada.

-¿Una esposa abnegada?-repitió el con una mirada cargada de humor y de certeza-Creo que no.

Invadida por una inexplicable inquietud, 
Miley apartó los ojos, se sobresaltó al volver a oir la voz de Nicholas.

-Pregunto si le gustaría jugar al whist o a alguna otra cosa.

-Podríamos jugar al whist-respondió ella con más educación que entusiasmo.

Detuvo su mirada en el ajedrez instalado delante de la chimenea y se acercó para verlo más de cerca. Las piezas, de la altura de una mano, eran de oro y de plata. Levantó el rey y lo llevó a la luz, se le cortó el aliento. Era un magnifico retrato del rey Enrique II.

-Es magnífico-dijo.

.¿Sabe jugar al ajedrez?-preguntó Nicholas sorprendido.

Su tono fue tan incrédulo que 
Miley  tuvo ganas de obligarle a jugar.

-No muy bien me temo-respondió ella bajando los ojos para disimular su mentira.

La verdad era que ganaba a un buen número de los amigos de su tío en Paris.

-¿Juega a menudo?

-No, no demasiado-respondió el poniendo dos sillones de cuero a ambos lados del ajedrez.

-Mejor-dijo 
Miley con una sonrisa-En ese caso no será una partida demasiado larga.

-¿Tiene intenciones de ganarme rápidamente?-preguntó el arrastrando la voz.

-¡En absoluto!

Ella jugó muy bien, al cabo de tres cuartos de hora la partida se hizo más lenta.

-Se diría que está intentando amenazarme-dijo Nicholas con una mirada de admiración mientras ella se comía su torre.

-No está siendo tan fácil como esperaba. He reconocido sus intenciones antes de que usted reconociera las mías. Eso hubiera debido costarle la derrota.

-Estoy apenado por haberla decepcionado.

-¡Está encantado por decepcionarme y lo sabe!-respondió 
Miley  riendo.

Su padre apareció repentinamente en la puerta y pidió al señor Westland que acompañara a su hija al terminar la partida. Cogió firmemente el brazo de su cuñada y la llevó hacia la puerta de entrada.

-Podemos terminar otro día-dijo 
Miley levantándose.

El tono de su voz traicionaba las pocas ganas que tenía de interrumpir la partida.

-No hace falta-exclamó su padre besándola en la frente.

La forzó a sentarse de nuevo.

-Continuad jugando los dos. Esta casa está llena de criados que te servirán de chaperones.

-Pero padre, te aseguro...-empezó 
Miley temiendo por su reputación en el vecindario.

-Estoy seguro de que el señor Westland se comportará como un perfecto caballero.

-
Miley será tratada con todo el respeto y toda la admiración que siento hacia ella-respondió Nicholas divertido.



Empezaron una segunda partida, la primera había terminado en tablas. 
Miley no tardó en relajarse y pronto estuvieron bromeando alegremente. Con los codos sobre la mesa, y la barbilla en la mano, Miley vió como Nicholas cogía su caballo.

-Es usted muy imprudente-dijo.

Nicholas le sonrió e ignoró su advertencia.

-Está usted en una mala posición para darme consejos de estrategia después de su último movimiento, querida mía.

-Entonces no se queje después, ya le he avisado-dijo 
Miley inclinándose para mover la torre.

En cada movimiento de la joven, los ojos de Nicholas se fijaban en su escote. Luego debía volver a concentrarse en su juego. Ella se había quitado los zapatos y se había instalado cómodamente en el sillón. El pelo le caía como una cascada sobre los hombros y sus ojos verdes brillaban de placer. El hubiera deseado ponerla en sus rodillas y tocar sus curvas voluptuosas. Era a la vez provocativa e inocente, en el espacio de una noche había cambiado su actitud hacia el. Además estaba demostrando ser excelente jugando al ajedrez. Ella levantó los ojos hacia él.

-¿Está pensando en su próximo movimiento o se arrepiente de lo que acaba de hacer señor?-le preguntó.

-Creo que había dicho que nunca tendría un dueño-se burló el.

-Solo quería distraer su atención, pero no ha respondido a mi pregunta.

-de hecho-dijo el moviendo su rey-me pregunto porque pierdo mi tiempo jugando al ajedrez con una mujer, cuando todo el mundo sabe que este juego requiere una lógica superior, completamente masculina.

-¡Es usted un monstruo!-lanzó 
Miley riendo mientras respondía moviendo su alfil-Yo me pregunto porque pierdo mi tiempo jugando con un adversario tan pobre.

Al cabo de una hora, 
Miley estaba a punto de ganar.

-Creo que piensa que me ha cazado-dijo Nicholas.

Mientras 
Miley pensaba en su estrategia, él hizo una señal al lacayo que estaba en la puerta desde que Martín y Anne se habían ido. Este llevó coñac y dos vasos en una bandeja de plata y después se retiró cerrando la puerta detrás de el. Cuando Nicholas le dio un vaso a Miley está permaneció callada.

-Durante la cena, parecía usted tan convencida de que las mujeres debían ser tratadas de la misma manera que los hombres que creí que querría beber lo mismo que yo-explicó el.

-Coñac-dijo ella sonriendo-Es excelente con un buen puro ¿no?

-Totalmente-dijo el entregándole una caja de metal.

La joven estuvo a punto de romper a reir al verle tan tranquilo. Miró los puros como si no supiera cual escoger.

-¿Puedo sugerirle el más largo de la izquierda?-murmuró cortésmente.
Miley se desplomó en el asiento muerta de risa.

-¿Un poco de rapé quizá?-continuó Nicholas-Lo reservo para mis invitados más exigentes, como usted.

-¡Es usted imposible!-dijo ella, probando una gota de coñac que le quemó la garganta.

Después se acostumbró a la fuerza del alcohol y se sintió enseguida invadida por un delicioso calor.

-Jaque-dijo Nicholas con una sonrisa sardónica moviendo su alfil.

-¿Jaque?-repitió 
Miley incrédula-¡Es verdad! Es usted un traidor.

-Sus cumplidos me llegan directamente al corazón.

-No tiene usted corazón-replicó ella con una sonrisa-Si lo tuviera no abusaria de una pobre inocente empujándola a jugar a un juego en el que evidentemente es un maestro.

-Es usted quien me ha engañado. Acabemos esta partida sino va a decir que no se había terminado para fastidiar mi victoria.

-No, me rindo.

-Eso esperaba-dijo el después de un momento de silencio.

Se desabrochó la chaqueta azul marino y se acomodó en su sillón. Visiblemente relajado miró como bailaba el fuego en la chimenea.

-Me pregunto que hora será-dijo 
Miley después de observarle unos minutos-Seguramente hace rato que debería haberme ido.

-No sin que antes os oiga reir de nuevo-dijo el mirándola.

-No me había reido tanto desde una audición organizada por mi profesor de música cuando tenía doce años. Decía que mi manera de tocar el piano le hacía llorar, fui la última en tocar, y al terminar mi parte reinaba un silencio de muerte. Courtney Ashton por su parte triunfó.

Nicholas se enterneció, sintió una oleada de ternura que le invadía y quiso proteger a 
Miley  levantó su vaso para esconder su emoción.

-Eso no es lo que me hace gracia-continuó ella-Courtney tenía que recibir un premio pero este desapareció como por encanto. Se corrió el rumor de que alguien lo había escondido en un árbol y todo el mundo creyó que había sido yo. Entonces, Courtney quiso trepar y se resbaló cayendo sobre la mesa encima de todos los canapés y los panecillos.

Se rieron los dos mirándose a los ojos. Nicholas dejó su vaso y se levantó, la risa de 
Miley se apagó y entonces se dio cuenta de que el lacayo ya no estaba con ellos.

-Es terriblemente tarde, me tengo que ir

Nicholas fue hacia ella.

-Gracias por esta maravillosa velada, la mejor de mi vida-dijo el con una voz grave y dulce.

Ella miró sus ojos grises y su corazón se puso a latir como un loco.

-No se ponga tan cerca, tengo la impresión de ser un ratón a punto de ser cazado.

-Si me quedo en la otra punta de la habitación me será difícil besarla querida-dijo con gracia.

-No me llame así y no me bese. Acabo de perdonarle por la última vez.

-Entonces me tendrá que perdonar una vez más.

-Le prevengo-murmuró ella mientras que el la atraía a sus brazos-de que no le perdonaré nunca.

-Es una posibilidad terrible pero voy a correr el riesgo-murmuró el con voz ronca.

Puso su boca golosa sobre la de ella y la inmovilizó entre sus brazos contra su cuerpo firme y musculoso, besándola largamente. Bajo la presión de su lengua, 
Miley abrió los labios temblando para responder a sus exigencias. El introdujo su lengua en la boca de ella con un delicioso vaivén que contrajo las entrañas de la joven.

Bajo sus audaces caricias y la presión de sus fuertes muslos, el cuerpo de 
Miley cobró vida, se abandonó a las manos y los labios ardientes de pasión de Nicholas. Ella no podía ya pensar en nada, había dos mujeres en ella, una inflamada de pasión y otra paralizada de miedo.

Cuando el por fin se retiró, ella dejó caer la cabeza contra su pecho, con las manos aferradas a su camisa blanca. Estaba a la vez furiosa con el y consigo misma.

-¿Debo implorar su perdón?-preguntó provocador.

El depositó un beso en la frente de ella, dejó la habitación y volvió unos instantes después con la capa de 
Miley poniéndosela sobre los hombros. Ella se estremeció con su contacto.

-¿Tiene frio?-le preguntó atrayéndola hacía el.
Miley era incapaz de pronunciar una sola palabra.

-¿No le habré hecho perder la voz verdad?-murmuró el en su pelo.

-Por favor déjeme-suplicó ella.

El no le dijo nada más antes de llegar al porche de la casa.
-Miley-dijo reteniéndola por el brazo mientras ella abría la puerta-me gustaría hablar con usted. Hay algunas cosas que deben quedar claras entre nosotros.

-Ahora no-dijo ella-En otro momento tal vez, pero no esta noche.
Miley no durmió en toda la noche presa de la incertidumbre, no debía volver a quedarse sola con Nicholas, sin embargo ella había creído esa noche que podían llegar a ser amigos.

¡Amigos!-pensó tumbándose de espaldas. Ese seductor estaba preparado para todo, debía darse prisa en anunciar su compromiso con Paul. Ni siquiera Nicholas tendría la audacia de continuar con sus atenciones hacía ella si estaba comprometida con otro hombre.

3 comentarios:

  1. Uhhhhhhhhiiiiiiiii!!!
    está cosa se pone cada ves mejor :3
    no entiendo porque Miley sigue insistiendo con lo de Paul si es obvio que está atraida por Nick...
    ese Nick es todo un loquillo 1313
    ya quiero que esos dos estén juntos *-*
    sube pronto, besis bye ♥

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  2. ADORE LOS CAPITULOS SIGUUELAA por favor no te demores tanto

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  3. aaaahhhh me encantooo!!!!
    ame el capitulo
    ya quiero leer el siguiente
    SIGUELA!!!!

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