sábado, 8 de febrero de 2014

Tù eres mi Amor - Cap: 10



El día del picnic hacía un tiempo maravilloso, una brisa ligera llenaba el aire de los aromas del otoño. Mientras se preparaba, Miley pensaba que Paul pasaría seguramente a buscarla en coche, mientras que ella soñaba con cabalgar a su lado como en el pasado. Decidió ponerse un traje de montar con un pañuelo en el pelo haciendo juego, cuando el coche de Paul se detuvo justo debajo de su ventana, esperó unos minutos resistiendo las ganas de correr hacia el para recibirle.

-¿Cómo puedes estar tan encantadora a esta hora de la mañana?-preguntó el con una mirada apreciativa.
Miley se contuvo para no lanzarse a sus brazos.

-Buenos días-dijo con una sonrisa-¿Podemos ir a caballo en vez de ir en coche? Tenemos muchos caballos, no tendrás problemas para escoger uno que te guste.

-Entonces me temo que tendrás que irte sin mi. Necesito el coche para acompañar a todas las jóvenes que temen caerse de un caballo. Nicholas te acompañará y te enseñará el lugar del picnic.
Miley no creía lo que estaba oyendo, después de todo era el quien la había invitado, luego tenía la obligación de acompañarla. Además, solo una mujer tenía miedo de los caballos por allí: Courtney Ashton. Sin duda Paul había rogado a Nicholas que le sustituyera para demostrar a Miley que no estaba celoso. Se forzó a encogerse de hombros.

-Peor para ti-dijo con ligereza-Hace demasiado buen tiempo para estar encerrado en un coche.

-Nicholas te indicará el lugar del picnic-repitió Paul mirándola detenidamente-creo que sois lo suficientemente íntimos para llamaros por el nombre ¿no?
Miley desvió los ojos hacia la esbelta figura que esperaba en la entrada.

-Estoy seguro de que tu padre no pondrá ninguna objeción a prestarle uno de sus caballos. Cuide bien de mi querida pequeña-dijo dirigiéndose a Nicholas.

Después desapareció dejando a 
Miley completamente mortificada.

-Buenos días-dijo la voz grave del hombre que despreciaba.

Tragándose su amargura, contempló su camisa blanca con el cuello abierto, su pantalón gris y sus botas negras brillantes.

-¿Sabe usted montar?-preguntó con tono helado.

-Buenos días- repitió el todavía sonriente.
Miley pasó por delante de el sin decir una sola palabra. El la siguió a lo largo del camino que llevaba a los establos y se puso de pronto delante de ella, bloqueándole el paso.

-¿Trata usted siempre así a los caballeros que le roban un beso?

-En primer lugar-respondió ella furiosa-usted no es un caballero. En segundo lugar no me gusta usted. Por favor déjeme pasar.

El estudió su rostro en silencio.

-Por favor, quítese de mi camino-repitió 
Miley.

-Si me permitiera un momento, me gustaría excusarme por lo de ayer por la noche. Hace tiempo que no pedía disculpas y no es fácil para mi hacerlo.

¡Que suficiencia! ¿Cómo se atrevía a comportarse como un patán y luego pedir perdón?

-No acepto sus disculpas, me importa poco si le resulta difícil o no. Ahora déjeme pasar.

El rostro de Nicholas se oscureció. Era evidente que dominaba a duras penas su ira. 
Miley vio a lo lejos a Thomas intentando calmar a Terror. Obtendría su venganza. Dirigió a Nicholas una sonrisa de arrepentimiento.

-Yo también he cometido errores. Acepto sus excusas, a menos que haya usted cambiado de idea-añadió al ver su escepticismo.

-No, no he cambiado de idea-respondió el cogiendola por la barbilla-estoy realmente arrepentido de haberla asustado ayer por la noche. Nunca tuve la intención de herirla y me gustaría que fuéramos amigos.
Miley resistió las ganas de apartarle la mano y aparentó reflexionar en su propuesta.

-Si tenemos que ser amigos, debemos tener algo en común ¿no? Me encanta la equitación ¿Es usted un buen jinete?

-Más bien-dijo el con una mirada insistente.

Con el fin de escapar a esa mirada, 
Miley se dirigió a los establos.

-Voy a buscarle un caballo-le dijo.

Nicholas Westland iba a tener que montar ese semental o bien tendría que admitir que tenía miedo. De una forma u otra su vanidad se vería puesta a prueba.

.Haz que ensillen a Terror, Thomas, el señor Westland insiste en montarlo.

-¿Cómo?-respondió Thomas-¿Está usted segura?

-¡Segurísima!

Mientras Thomas se dirigía hacia el establo, 
Miley se reunió con Nicholas cerca del picadero.

-He hecho que le ensillaran nuestro mejor caballo-anunció

Nicholas estudió su sonrisa radiante y luego dirigió su atención a un ruido de lucha que provenía del establo. Un mozo juró y luego gritó de dolor y Terror brincó en el cercado lanzando a otro mozo contra la barrera.

-¿No es maravilloso?-exclamó 
Miley dirigiendo una mirada maliciosa a su potencial victima.

De repente el caballo fue hacia ellos, luego se dio la vuelta y 
Miley retrocedió en el mismo instante en que el semental daba una coz rompiendo la barrera de madera que voló hecha pedazos.

-Es muy..impulsivo.

-En efecto-admitió Nicholas dejando vagar su mirada indiferente del caballo a 
Miley.

-Si tiene miedo de montarlo dígalo-sugirió ella-Estoy segura de que podremos encontrar una montura más dócil como por ejemplo Praline.

Reprimiendo una carcajada señaló con un gesto a una vieja yegua de cría que pastaba tranquilamente, su vientre casi rozaba el suelo y Nicholas la miró con disgusto. 
Miley estaba empezando a preferir ver a Nicholas llegando al picnic a lomos de Praline.

-¡Thomas!-gritó-El señor Westlan ha decidido montar a Praline...

-El semental me parece perfecto-cortó Nicholas dirigiendo una mirada helada a 
Miley.

-¿Por qué no me dice donde se celebra el picnic? Iré sola-propuso la joven.

-Nada de eso, y tampoco tengo la intención de dale la satisfacción de verme pisoteado por ese semental. Súbase a la silla y quédese a distancia. Ya tendré bastantes problemas así como para tener que preocuparme además de usted.

Su seguridad terminó con cualquier escrúpulo que 
Miley pudiera tener, se subió de un salto sobre Khan y se alejó al trote.

Los mozos de establo y tres jardineros se pegaron a la cerca impacientes por ver el espectáculo. Nicholas tocó el cuello del semental hablándole suavemente, al pensar que esa misma mano había acariciado su pecho, 
Miley enrojeció de cólera.

El puso un pie sobre el estribo, y luego se montó en Terror evitando cualquier movimiento brusco. A pesar de sus precauciones, el caballo se revolvía contra los hombres que le sujetaban.
Miley reía al verle debatirse así. Esperaba ver a Nicholas renunciar en cualquier momento, pero el cogió las riendas y los hombres se separaron despacio.

-Lentamente-decía Nicholas muy concentrado al animal que se debatía furiosamente-Lentamente.

La voz de Nicholas pareció calmarle, le estaba sujetando con firmeza pero sin hacerle daño.

Fastidiada, 
Miley vio que Terror se ponía al trote con las orejas hacia delante como si se estuviera divirtiendo, orgulloso de su jinete. Hasta que Nicholas le golpeó el flanco con la fusta para ponerle al galope. Entonces el caballo agitó súbitamente la cabeza.

-Es la fusta señor-dijo Thomas-Tirela, le pone nervioso.

En ese momento, 
Miley ya había olvidado su animosidad hacia Nicholas, era demasiado buena amazona como para no estar impresionada, estaba a punto de felicitarle cuando Nicholas le dio la fusta.

-Siento haberla decepcionado-dijo secamente- La próxima vez tendrá que encontrar a otro para sus juegos infantiles.

-¡Asqueroso monstruo!-gritó ella.

Levantó la mano para golpearle en el hombro, pero falló y la fusta cayó sobre el semental. Terror empezó a dar vueltas sobre si mismo como si estuviera rabioso y después se desbocó llevando con el a su jinete.

-¡Dios mio!-exclamó 
Miley viendo al caballo salir a todo galope.

Avergonzada, retiró la vista.

-¡Eso es lo que la han enseñado en Francia!-gritó Thomas rojo de ira atravesando el patio-¡Nadie más podrá montar ese caballo, pequeña idi/ota!

Ella veía a Terror alejarse pero no podía decir si había tirado al jinete o no. Alrededor de ella todos los criados la miraban con desaprobación.

No pudiendo soportar esa hostilidad, salió al galope con Kahn. Pero luego pensó que no sabía dónde ir, además tenía la obligación de estar allí al regreso de Nicholas. ¿Tendrían que llevarle los criados en una camilla? De todos modos no tenía ninguna gana de verle enfadado. “Eres una cobarde” se dijo dirigiéndose hacia la casa de Sevarin para preguntar dónde se desarrollaba el picnic.



Kahn se inquietaba pero ella prefería ahora ir despacio. Se reprochaba su conducta pueril que le recordaba la de años atrás. ¿Cómo podía arreglarlo? Su padre iba a odiarla. Le reprocharía haber maltratado uno de sus caballos y no podía decirle que apuntaba al jinete. No hacia falta que lo supiera, incluso de tenía que suplicar a Nicholas Westland que no dijera nada..

Oyó ruido de cascos detrás de ella y por encima del hombro vio a Terror y a Nicholas que se acercaban a toda velocidad. Por instinto, 
Miley levantó su fusta pero se corrigió de inmediato. Iba a enfrentar a ese hombre y a reconocer sus errores.

Nicholas tenía una expresión tan sombría y dura que la joven se estremeció. El se inclinó con agilidad y cogió las riendas de Kahn para detener a los dos caballos.

-Puede dejar mis riendas-dijo 
Miley-No tengo intenciones de huir.

-¡Cállese!-ordenó el

El silencio era opresivo mientras Nicholas hacia avanzar los caballos al paso para tranquilizar a Terror. 
Miley buscó cualquier cosa que decir para aligerar la atmósfera. Cerca de un antiguo muro de piedra, no lejos del lugar de su primer encuentro, Nicholas descabalgó, ató al semental y luego se dirigió hacia Miley.

-¡Baje!-ordenó.

Giró los talones y se dirigió hacia un viejo sicómoro cercano. 
Miley vio como apretaba las mandíbulas y noto que su estómago se contraía de miedo.

-Prefiero quedarme aquí-murmuró.

Como si no la hubiera oído, el se quitó los guantes de cuero y su chaqueta lanzándolos a la hierba, después se sentó apoyándose en el tronco del árbol.

-Le he dicho que se baje del caballo-repitió con una voz que restalló como un latigazo.
Miley obedeció a regañadientes, se quedó inmóvil cerca de Kahn bajo la mirada helada de Nicholas. Sus ojos recorrieron su cuerpo deteniéndose justo debajo de su mano derecha, ella se dio cuenta de que aún tenía la fusta y la dejó caer al suelo.

-Tengo la impresión de que hay varias cosas que le gustan además de la equitación-dijo con sarcasmo-Vamos, vamos, no sea tímida. Es usted una joven que ama los placeres, le gustó verme pedir perdón ¿verdad?
Miley asintió con la cabeza y luego dudó al ver la reacción de Nicholas y la movió de un lado a otro negando.

-No lo niegue. Le ha encantado. Creo que puedo decir que además de la equitación y las disculpas, le gusta manejar la fusta.¿Me equivoco?

Ella no sabía que responder, hubiera dado cualquier cosa por huir y miró hacia el sitio donde estaba Kahn.

-Ni se le ocurra intentarlo-dijo el amenazándola-Quería que tuviéramos algo en común para ser amigos ¿no es eso? ¿qué nos gustaran las mismas cosas?
Miley tragó con dificultad y asintió con la cabeza.

-¡Recoja la fusta!-ordenó Nicholas.

El corazón de ella latía enloquecido, nunca había tenido que enfrentarse a una ira controlada como aquella, recogió la fusta.

-Tráigamela.
Miley se estremeció adivinando sus intenciones. El añadió con dulzura:

-¿A quien prefiere enfrentarse, a su padre o a mi? ¿Lo arreglamos entre nosotros o debo decirselo a su padre?
Miley pensó que no tenia realmente elección. No queriendo mostrar ni un ápice de su miedo, adoptó una actitud orgullosa, como cuando era más joven y levantó la barbilla, avanzó hacia el y le entregó la fusta con desdén, sin quitar sus ojos de su mirada de gris acero.

-Ahora vamos a dedicarnos juntos a sus diversiones favoritas- La equitación el manejo de la fusta y las disculpas. Yo manejaré la fusta y usted se disculpará ¿Ha comprendido las reglas de este pequeño juego?

La mirada de 
Miley pasó de la fusta al rostro bronceado de Nicholas sin dignarse responder.

-Túmbese sobre mis rodillas-ordenó el ofreciéndole educadamente la mano para ayudarla.

Ella lo hizo y sintió sus muslos firmes contra su vientre. Un escarabajo corrió en la hierba a pocos centímetros de su nariz.

-Pararé cuando me pida perdón, ni un segundo antes.

Levantó el brazo y la joven se preguntó si la ropa amortiguaría el golpe. Pronto tuvo la respuesta al sentir la fusta golpear la carne. El esperó sus excusas. 
Miley apretó los dientes. El podía pegarla pero ella jamás le daría esa satisfacción. El brazo de Nicholas se levantó de nuevo y la fusta golpeó sus nalgas sin piedad.Miley contó los golpes que provocaban cada vez un dolor ardiente. Cuatro, cinco. Ahora ella lloraba, la sexta vez su cuerpo tembló y dejó escapar un grito.

-¡Pare!-gritó mientras el volvía a levantar el brazo.

Lo lamentó de inmediato pues el ya había tirado la fusta lejos. Nicholas la cogió de los hombros y le dio la vuelta para dejarla sentada en sus rodillas, ella intentó soltarse pero los brazos de el la mantenían prisionera, el le puso la mano en la cara y la apretó contra su pecho mientras ella seguía llorando con sacudida por los sollozos, las lagrimas se deslizaban por sus mejillas mojando la camisa de Nicholas. Como si estuviera consolando a un niño empezó a acariciarle el pelo, ella le apartó la mano de un golpe pero no dejó de hacerlo.

-Le odio-murmuró con los ojos brillantes de cólera.

-Lo sé-dijo el suavemente.
Miley se dio cuenta de que la expresión de su rostro no reflejaba ni triunfo ni satisfacción, desvió los ojos y se secó las lágrimas con la mano.

-Míreme-dijo el con suavidad.

-No. Si le miro soy capaz de arrancarle los ojos.

-Esta usted mas enfadada consigo misma que conmigo.

-¿Quiere apostar?

Pero 
Miley sintió que su ira desaparecía al mirar a Terror cuyo negro pelo relucía de sudor. Por un milagro no se había hecho daño, a Dios gracias su jinete había sido lo suficientemente hábil para dominarlo. El tenía razón, lamentaba su gesto pero sobre todo por el caballo.

-No quería pegar a Terror, sino a usted-confesó cuando se dio cuenta de que Nicholas esperaba sus disculpas-En fin, me imagino que me he comportado de un modo peligroso e irresponsable. Un comportamiento infantil mereces un castigo infantil.

-Gracias-dijo el casi con ternura.
Miley nunca había tenido una experiencia como esa en toda su infancia: ser culpable y ser castigada por ello, tener remordimientos y ser perdonada. Miró a Nicholas detenidamente extrañada, sus ojos grises irradiaban calor y le sonreía comprensivamente.

De súbito 
Miley tuvo la impresión de que eran amigos desde siempre, que existía un vínculo especial entre ellos.

-Estoy verdaderamente arrepentida.

-Se acabó-cortó el con dulzura-No hablemos más de ello.

Cuando le vio bajar la cabeza, 
Miley supo que la iba a besar, en lugar de apartarse, levantó tímidamente la cara para ir a su encuentro como si estuviera buscando una prueba de su perdón. Los labios de Nicholas acariciaron los suyos con un largo beso tierno y dulce. Incluso cuando empezó a pedir más, ella supo que podría liberarse fácilmente si lo deseaba. Sus manos se deslizaron por el torso de Nicholas y llegaron a su cuello y todo se tambaleó. Las manos de Nicholas desanudaron su pañuelo y empezaron a jugar con sus mechones lujuriosos.

-¡Dios, es usted adorable!-susurró el mirándola directamente a los ojos.

La sangre de 
Miley se paralizó, El aprisionó de nuevo sus labios con los suyos y la besó profundamente, con una suavidad que daba a la joven la impresión de estar flotando. El acarició sus labios con la lengua, primero tanteando y luego exigiendo. Cuando Miley abrió los labios, la lengua de Nicholas encontró un camino hacia su boca y tomo posesión de ella. Sus manos se deslizaron por la espalda de ella hasta llegar al lugar donde la había golpeado con la fusta. La levantó y la acercó más a el calmando el dolor de los golpes.

El cuerpo de 
Miley estaba experimentando mil sensaciones nuevas, temblando con todo su cuerpo se restregó contra el, el mundo se tambaleó cuando el la acostó suavemente en la hierba mientras la seguía abrazando. Se inclinó sobre ella.

-No, no podemos...-gimió 
Miley débilmente

La boca de Nicholas se abatió sobre la suya silenciándola, la provocó violentamente con su lengua, hasta que, loca de deseo, 
Miley se rindió al beso de el.

Con un gemido de satisfacción, apretó su abrazo, después exploro su oreja y pasó por su mejilla hasta volver a la boca. Su mano ardiente se deslizó por su garganta y por sus pechos, empezó a desabrocharle la blusa buscando los tesoros que se escondían debajo de ella.

El contacto de los dedos de Nicholas sobre su piel desnuda, la devolvió a la realidad. Intentó liberarse mientras que Nicholas le bajaba la camisola dejando sus senos desnudos.

-¡No!-murmuró el con firmeza, profundizando su apasionado beso mientras le acariciaba los pechos, tocándole los pezones con los dedos hasta hacerlos erguirse orgullosos contra la palma de su mano.

Repentinamente se detuvo en seco.

Borracha de besos y caricias, 
Miley vio como su mirada ardiente se apartaba de su pecho.

-Si no nos detenemos inmediatamente, pequeña-murmuró con voz ronca-será demasiado tarde y tendremos que llegar hasta el final.

Agachó la cabeza y depositó un beso sobre cada pecho antes de volver a colocar la camisola en su sitio a regañadientes.

Tumbado al lado de la joven, Nicholas se apoyó sobre un codo y le acarició la mejilla con un dedo dibujando la graciosa curva de su pómulo, el adoraba su alegría y su frescura. Ella era la pasión pidiendo que la tomaran, un tesoro de contrastes ¡su tesoro!

Emocionado, cogió la mano de 
Miley y la mantuvo apoyada en su camisa a la altura del corazón.

Ella se preguntaba como había podido no darse cuenta de lo seductor que era.

-Tenemos que irnos-dijo el-tendremos que dar explicaciones.

Se echó a reír al ver la expresión de decepción de ella y depositó un audaz beso en su pecho.

-¡Pequeña pícara descarada!

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