-Entonces no me mienta afirmando que concederá todos mis deseos. No quiero estar comprometida con usted, no quiero casarme con usted, pero usted tiene la intención de llevarme a la fuerza hasta el altar.
El la soltó con tanta fuerza que ella dio un paso hacia atrás.
-Si hubiera tenido la intención de llevarla a la fuerza hasta el altar, la hubiera hecho volver de Francia para probarse el traje de novia. De hecho no quiero una esposa fría y obligada en mi cama.
Miley se sintió tan aliviada que olvidó la alusión al lecho del duque.
-¿Por Dios pero porque no me lo dijo antes? Si eso es lo que quiere es inútil que siga perdiendo el tiempo conmigo.
-¿Qué quiere decir?
-Seré la esposa más distante y fría que se pueda imaginar.
-¿Me está amenazando?-preguntó el frunciendo el ceño.
-Por supuesto que no. Le estoy explicando que mis sentimientos hacia usted no cambiaran nunca.
-¿Está usted segura?
-Por completo-aseguró Miley radiante.
-En ese caso es inútil retrasar más nuestro matrimonio.
-¿Cómo? ¿No dijo que no se casaría conmigo si yo era una esposa fría y distante?
-He dicho que no lo deseaba, no que no lo hiciera.
Con esas palabras se dirigió hacia los caballos, dejando a Miley petrificada ante la idea de que el pudiera adelantar la fecha de la boda. Desesperada, intentó encontrar una solución.
-Tengo que pedirle un favor-dijo cogiéndole por la manga.
-Siempre que sea razonable y esté en mi poder.
-Concédame un poco de tiempo, tengo que acostumbrarme a la idea.
-Con la condición de que sea discreta.
-Se lo prometo-aseguró Miley más tranquila después de la mentira-Y a mi me gustaría que no le dijera a nadie su verdadera identidad y no hablara de nuestro compromiso durante algún tiempo.
-¿Por qué?
-Porque si todo el mundo empieza a hablar de ello, me sentiré muy presionada.
-Muy bien, guardaré el secreto, pero si me entero de que utiliza el tiempo que le doy en otra cosa, se arrepentirá.-dijo el con un tono implacable después de ayudarla a subir al caballo.
-¿Ha terminado?-preguntó Miley disimulando su miedo detrás de una actitud altiva.
-Por el momento si. Hablaremos mañana.
Durante el resto del día Miley se esforzó por simular alegría delante de los invitados. Por la noche, Anne fue a verla.
-Tía-se quejó Miley -ese bruto tiene la intención de obligarme a casarme con el. Me lo ha dicho.
-Querida-dijo Anne sentándose a su lado-no puede obligarte, Hay leyes contra eso. El problema es saber que le pasará a tu padre si no te casas con el duque.
-Mi padre no se preocupó demasiado por mi al firmar ese acuerdo. ¿Por qué debería yo preocuparme por el?
-Ya veo. Entonces será mejor que pienses en ello.
-¿Por qué?
-Porque tu padre ya se ha gastado todo el dinero que le dio el duque, si te niegas a casarte, no podrá devolvérselo y acabara su vida en prisión. Te será difícil ser feliz con Paul teniendo el destino de tu padre sobre la conciencia. En fin, como no tienes remordimientos, no tienes porque preocuparte ¿no es eso?.
Cuando su tía se fue, Miley imaginó a su padre en una celda llena de ratas. Tenia que haber una forma de arreglar las cosas. A lo mejor el tío Edward podría devolver el dinero al duque. No, nunca tendría dinero suficiente para hacerlo.
Al día siguiente por la mañana, Clarissa encontró a Miley sentada en su escritorio. Estaba escribiendo una nota al duque explicándole que se habia hecho daño en una rodilla y que tenia que quedarse en la cama. Concluyó la misiva con algunas banalidades y diciendo que esperaba verle al día siguiente si su salud se lo permitía. Muy orgullosa de su idea, la joven se dijo que podría alargar esa falsa herida hasta el regreso de Paul.
-No veré al duque hoy-anunció a Clarissa.
Luego le dio la nota.
-Espero sepa lo que hace-comentó la doncella alarmada-Debería preguntarle a su tía su opinión.
-No puedo esperar a que se levante, necesito de verdad tu ayuda ¿Puedes llevarle esta nota al duque?
-¿Yo? ¿Pero porque?
-Porque así sabré su reacción, solo puedo confiar en ti.
-Me pongo nerviosa solo de pensarlo-dijo Clarissa cogiendo la nota-¿Y si pide explicaciones sobre la herida?
-Solo tienes que improvisar.
Aliviada, Miley canturreó mientras se vestía.
-¿Qué ha dicho?-preguntó con impaciencia en cuanto volvió Clarissa veinte minutos después-Cuéntamelo todo.
-Bien, estaba desayunando...
-¿Parecía enfadado?
-No sabría decirlo, pero no parecía contento tampoco.
-Clarissa, por el amor de Dios ¿Qué ha dicho?
-Me ha dado las gracias y luego ha hecho que me acompañara uno de sus criados tan estirados.
Miley cenó sola en su habitación y por primera vez en todo el día pensó en Paul.
Al dia siguiente por la mañana Miley envió un segundo mensaje a su prometido: estaba muy disgustada pero no podía verle ese día ya que la rodilla todavía le dolía.
-¿Crees que es razonable hacer esto querida?-preguntó Anne frunciendo el ceño-Si le preocupas por nada, sabe Dios como reaccionará.
-Pero no puede hacer nada-respondió ella escondiendo la carta que dio a Clarissa.-Cuando tío Edward esté aquí, nos ayudará a encontrar una solución. Continuaré con esta comedia tanto tiempo como sea posible, después encontraré otra cosa, quizá consiga desanimar al duque.
Al volver, Clarissa declaró que Nicholas había leído la nota y luego le había dirigido una mirada extraña.
-Clarissa, por favor, sé más precisa-suplicó Miley -¿Qué quieres decir con “extraña”?
-Bien, el leyó el mensaje y luego tuve la impresión de que sonreía, pero no lo hacía realmente. Después me hizo acompañar por uno de sus criados.
Miley pensó un momento y luego dijo:
-No deberíamos preocuparnos de sus menores hechos y gestos. Después de todo incluso aunque no me creyera ¿qué podría hacer?
La respuesta llegó después del desayuno, a bordo de un vehículo con las armas de Claymore y tirado por cuatro soberbios caballos negros. Un hombre con un traje negro bajó de el y se dirigió con paso firme hacia la casa, llevando un maletín de cuero negro.
-Soy el doctor Whitticomb-dijo entregando una carta a Sewell-Me envían desde Londres, desearía ver a lady Anne Gilbert.
Cuando Anne se reunió con el en el salón, el la saludó y le explicó el motivo de su presencia.
-Su Gracia, el duque de Claymore, me ha encargado que examine la rodilla de la señorita Stone.
Al ver que Anne palidecía, el médico creyó que le pasaba algo, se tranquilizó rápidamente al verla huir precipitadamente y subir las escaleras de dos en dos.
-¿El ha hecho eso?-gritó Miley levantándose de un salto-¡Que ser abyecto!
-Nos lamentaremos luego si sobrevivimos a esta prueba-respondió Anne desabrochando el vestido de su sobrina con dedos temblorosos.
Clarissa se apresuró a buscar una bata.
-Deberías haberle dicho que estaba dormida y volverle a mandar a Londres-dijo Miley metiéndose bajo las sábanas.
-Ese médico no tiene nada de tonto créeme, está aquí para curar tu rodilla, y tiene intención de hacerlo. Voy a intentar retenerle abajo-dijo lady Anne.
Clarissa estaba inmóvil en su silla, con las manos aferradas al respaldo.
-¡Clarissa!-dijo Anne autoritaria-Te prohíbo que te desmayes.
-Quizá pudiera ver a la señorita Stone ahora-pidió el médico después de que su anfitriona intentara prolongar la conversación y le hubiera ofrecido por tercera vez un refresco.
Lady Gilbert le condujo hasta la habitación de Miley . El doctor Whitticomb descubrió a una joven con las mejillas sonrosadas y con una mirada cargada de una hostilidad mal disimulada.
-Su Gracia, el duque de Claymore, se preocupa mucho por usted-dijo dejando el maletín al lado de la cama.
-Es realmente la amabilidad y la solicitud personificadas.
-Desde luego-aprobó el médico negándose a creer en el sarcasmo que creyó detectar en su voz-Creo que se cayó usted, déjeme ver su rodilla.
El extendió las manos hacia las sábanas.
-¡No!-gritó Miley subiéndoselas hasta la barbilla.
El la miró un momento y luego comprendió lo que le pasaba. Acercó una silla a la cama y se sentó.
-Mi querida niña, ya no estamos en los tiempos en que una joven se negaba a cejare curar por un médico solo porque era del sexo opuesto. Su pudor es muy loable, sabe Dios que es muy raro encontrarle en las mujeres en estos tiempos, pero este no es el momento apropiado. Vamos déjeme ver.
Intentó bajar las sábanas pero la paciente no soltaba su presa. Renunció, molesto.
-Si eso puede tranquilizarla, le diré que soy un médico de renombre, tengo numerosos pacientes, entre ella a Su Majestad la Reina.
-¡Eso no me tranquiliza en absoluto!
-Señorita, he recibido la orden de examinarla incluso a la fuerza si es necesario.
-¡A la fuerza! ¿Pero por quien se toma?-gritó herida.
Buscaba desesperadamente un medio para escapar a la inspección y el pudor era la única solución.
-Lo siento mucho-continuó ella-pero preferiría morir antes que exponerme a la mirada de un perfecto desconocido aunque sea un médico famoso.
-¡Pero si solo se trata de una rodilla!
-Me da igual-protestó la joven-pero Su Gracia debería respetar mis sentimientos, estoy asombrada de que no tenga en cuenta mi...
-¿Pudor?-completó el médico pensando en la noche de bodas del duque de Claymore.
-¡Exactamente!. Sabía que lo comprendería usted.
-Muy bien señorita Stone, me rindo. Renuncio a examinarla con una condición: que deje que la vea el médico local.
-¡Por supuesto!-dijo Miley con una ancha sonrisa.
-¿Conoce a alguno con quien se sienta a gusto?
-Si-respondió Miley buscando un desesperadamente un nombre.
-¿Cómo se llama?
-Thomas-indicó Miley -confío plenamente en el. Tiene mucha fama en esta zona, hasta la vista doctor, gracias por haber venido, Clarissa le acompañará.
-Todavía no me he ido-dijo el médico-Volveré después de haber hablado con el doctor Thomas.
-¡Dios mío!-dijo Clarissa sujetándose en el borde de la cama para no desmayarse.
El doctor Whitticomb la ignoró y miró su reloj.
-¿Podría alguien tener la amabilidad de acompañarme hasta mi colega? Después volveremos juntos.
-¿Pero porque?-preguntó Miley -Le aseguro que está perfectamente cualificado, puede usted creerme.
-Lo siento pero el duque no me permitiría que os dejara en manos de cualquiera, de hecho estábamos pensando en consultar con un especialista alemán.
-¡No se atrevería!
-La idea fue mía, pero el duque prefirió que yo la viera antes, el tenia...dudas en cuanto a la gravedad de la herida. Lady Gilbert, por favor lléveme a ver al doctor Thomas por favor.
Dio algunos pasos, pero se detuvo al oir a la paciente proferir una sarta de insultos dirigidos al duque. El médico se dio la vuelta, sorprendido por ese arranque, sus labios dibujaron una sonrisa de admiración.
-Doctor Whitticomb, ya no puedo soportar más esta farsa, mire mi rodilla antes de que ese hombre me envíe a todas las sanguijuelas de Europa.
-Yo personalmente no utilizo sanguijuelas-respondió el médico quitando las sábanas. Descubrió dos piernas magníficas una de las cuales reposaba encima de una almohada.
-Es extraño-dijo con una sonrisa que rápidamente desapareció- Es verdad, me lo pregunté al ver el bulto que formaba la pierna levantada.
-No hay nada de extraño en el hecho de levantar una pierna herida-respondió la joven frunciendo el ceño.
-Tiene usted razón, pero el duque me habló de la rodilla izquierda y la rodilla que descansa en la almohada es la derecha.
-La tengo así a propósito para evitar que las dos piernas se toquen.
Miley cerró los ojos, era evidente que el médico no se dejaría engañar.
-Doctor, ¿me creería usted si le dijera que me duele?
-Ni por un segundo, me temo. Pero aprecio el hecho de que haya comprendido que era ya el momento de poner las cartas sobre la mesa.
Subió las sábanas y se apoyó en el respaldo de la silla.
-Deberiamos hablar de lo que va a suceder-propuso el.
-No merece la pena-dijo Miley sacudiendo la cabeza-Sé lo que tendrá que hacer.
-Para empezar-dijo el con una mirada divertida-le voy a recetar reposo absoluto para las próximas veinticuatro horas, no por usted sino por su pobre doncella. Por lo demás ¿cómo cree que va a reaccionar su prometido al enterarse de esta comedia?
-Se pondrá furioso-murmuró Miley imaginándose la rabia de Nicholas-Pero es un riesgo que debo correr.
-¿Entonces no tiene usted nada que ganar confesando el engaño?
-¿Confesar?-repitió ella-Creía que usted se encargaría de decirle la verdad.
-He aquí la verdad: Un problema en una articulación es difícil de detectar por no decir imposible, no he podido desechar la posibilidad de que haya daño. Luego le tocará a usted hablar, yo sólo soy un médico, no un informador.
Aliviada, Miley cogió su almohada y rompió a reir, dando las gracias efusivamente al médico el cual le cogió la mano.
-Querida-dijo el sonriendo-conozco a la familia Westmoreland desde hace años, pronto formará usted parte de ella y me atrevo a esperar que seamos amigos.
Miley nunca formaría parte de esa familia pero a pesar de todo asintió con la cabeza.
-Bien-dijo el-entonces, en calidad de amigo, me permito decirle que sería est/úpido, es decir arriesgado, negarle su compañía al duque por cualquier causa. Su Gracia siente mucho afecto por usted, esta dispuesto a darle cualquier cosa a cambio de una sonrisa, sería suficiente con pedírselo. Con la franqueza que creo ver en usted, ha obtenido lo que ninguna otra mujer había conseguido: una propuesta de matrimonio.
-Gracias doctor, lo pensaré-respondió ella hirviendo interiormente de ira.
Ya estaba harta de que todo el mundo le dijera que era un honor estar prometida al duque de Claymore.
-¿Lo tendrá usted en cuenta no?-concluyó el médico-Tiene usted razón, parece muy encaprichado con usted, esta mañana le he encontrado a medio camino entre la risa y las lágrimas, estaba muy enfadado pero no dejó de contarme anécdotas sobre usted, y se reía mientras lo hacia.
-Y ha querido darme una lección-concluyó tristemente Miley.
-Me ha dado esa impresión, pero debo decirle que no me arrepiento de haber venido.
Miley intentó mostrarse alegre en la cena con los invitados. Incluso se había vestido con uno de los trajes nuevos, de satén, y llevaba las joyas de zafiros.
“Soy una mantenida”-pensó bajo la mirada insistente de su primo Cuthbert.
Después de fumar un cigarro y tomar una copa de Oporto, los hombres se unieron a las mujeres en el salón donde ya estaban preparadas las mesas de juego. Cuando Cuthbert la vio, fue rápidamente hacia ella. Con su incipiente calvicie, ella le encontraba repulsivo, murmuró una excusa y se fue. Vagó por la biblioteca sin encontrar nada interesante para leer, como no quería volver al salón por miedo a encontrarse con Cuthbert, no le quedaba más remedio que refugiarse en el escritorio de su padre. Sewell le llevó un juego de cartas y añadió un leño a la chimenea. Después de que el se fue, ella empezó un solitario, de pronto, oyó que la puerta se abría.
-¿Qué hay Sewell?
-No es Sewell prima, soy yo-dijo Cuthbert.
Se deslizó detrás del sillón de la joven desde donde podía admirar de nuevo su escote.
-¿Qué estás haciendo?
-Esto se llama solitario-dijo friamente ella-Sólo lo puede jugar una persona.
-Enséñame-rogó el.
Miley continuó jugando mientras apretaba los dientes, luego, no pudiendo soportar por más tiempo sus miradas insistentes, se levantó de un salto.
-¿Por qué me miras así?
-No puedo evitarlo-respondió el cogiéndola por el brazo.
Intentó atraerla hacia si.
-Déjame o grito.
Cuthbert obedeció, puso una rodilla en el suelo y puso una mano sobre su corazón para pedirle matrimonio.
-Prima Miley -murmuró con voz ronca-Tengo que decirte algo que me atormenta...
-Ya lo sé-cortó ella-Ahora levántate.
-Pero te amo con toda mi alma-insistió el agarrando el bajo de su vestido.
-Espero sinceramente-dijo una voz divertida desde la puerta-no estar interrumpiendo a un enamorado en su declaración.
Nicholas se acercó mientras miraba a Cuthbert quien se levantó rápidamente.
-Mi prima me estaba enseñando un juego de cartas al cual solo puede jugar una persona-dijo.
-Bien, pues vaya usted a entrenarse-dijo friamente Nicholas señalando la puerta con la cabeza.
Cuthbert cerró los puños, dudó y después, al ver que se crispaba la mandíbula del duque, se retiró.
-Gracias-dijo Miley dirigiendo una mirada llena de gratitud a Nicholas.
-¡Debería retorcerte el cuello!
Miley se dio cuenta de que se estaba apoyando sobre la pierna supuestamente dañada.
-Permíteme que te felicite, lo has hecho muy bien, en menos de doce horas has puesto a Whitticomb de tu parte y a Cuthbert a tus pies.
Miley le miró fijamente, a pesar de su tono helado se adivinaba una sonrisa en sus labios.
-Es usted un demonio-murmuró ella dividida entre la risa y la cólera.
-Tu tampoco eres un ángel.
Todo el día ella se había sentido presa de emociones intensas, creyó que Nicholas estaría loco de rabia y sin embargo se reía, sintió que las fuerzas la abandonaban y unas lágrimas de cansancio llenaron sus ojos esmeralda.
-He tenido un día atroz.
-Eso sin duda es debido a que me echabas de menos-dijo el con una ironía que hizo temblar a Miley de rabia.
-¿Echarle de menos a usted? Le mataría con gusto.
-Entonces vendría para atormentarte-amenazó el con una sonrisa.
-Esa es la razón por lo que no lo intento.
Sin avisar, su risa se transformó en llanto y las lágrimas cayeron sobre sus mejillas. Nicholas la cogió suavemente en sus brazos. Aceptando el consuelo que el le ofrecía, ella escondió su rostro en la chaqueta gris perla de el y lloró en los brazos del causante de sus lágrimas. Después se quedó pegada a el, protegida por su robusto pecho.
-¿Te sientes mejor?
Miley asintió y cogió el pañuelo que el le ofrecía para secarse los ojos.
-No había llorado desde que tenía doce años y desde que volví no he dejado de hacerlo.
Ella levantó los ojos sorprendida por la mirada de pena del duque.
-¿Puedo hacerle una pregunta?
-Por supuesto.
-¿Qué le impulsó a hacer esto?-preguntó ella-¿Por qué fue a ver a mi padre sin hablar conmigo primero?
Al sentir que los músculos de el se tensaban, creyó prudente añadir:
-Intento simplemente comprender. No nos caímos bien en el baile de máscaras de los Armand. ¿Por qué me eligió a mi?
-¿Tu porque crees?
-Lo ignoro, ningún hombre pide la mano de una mujer con el fin de envenenarle la vida, debe usted tener otros motitu.
Nicholas sonrió, a pesar de la malicia involuntaria de la joven. Después de todo aceptaba quedarse entre sus brazos.
-No puedes reprocharme por desearte, además los matrimonios de conveniencia son normales en numerosas familias desde hace siglos.
-Puede que lo sean en la suya-dijo Miley con un suspiro-Y no me hará creer que incluso esas parejas acaban por experimentar aunque solo sea afecto el uno por el otro.
-¿Nunca has sentido simpatía por mi? ¿Incluso sin desearlo?-insistió Nicholas.
-A veces-admitió ella alzando los hombros.
-¿Pero siempre sin quererlo?
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HEY NO ME MATEN PROMETO SUBIR PRONTO ES QUE NO TENGO MUCHO TIEMPO
GJGJVJVCNJ FBGJBGVVF me encantaron los capitulos, pero sube másss segudo!!porfavor!!
ResponderEliminaraawwww que bueno que subiste!!!!
ResponderEliminarMORIA POR LEER ESTA NOVELAAA
YA QUIER SABER LO QUE PASA EN EL PROXIMO CAPITULO!!!
BESOS