miércoles, 26 de marzo de 2014

Tù eres mi Amor - Cap: 17



-Sin quererlo y a pesar de mi buen juicio-dijo Miley sonriendo a pesar de si misma.

Al ver el brillo en la mirada del duque, juzgó prudente cambiar de tema.

-Prometió que me iba a decir porque se quiere casar conmigo.

-¿Cómo podía yo saber que ibas a despreciarme desde el primer momento?

-¡Nicholas!-gritó 
Miley  que se quedó muy sorprendida al oirse a si misma llamándole por el nombre de pila-Quiero decir Vuestra Gracia.

-No, prefiero que me llames Nicholas.

-Vuestra Gracia-insistió ella-Responde a mis preguntas con otras preguntas. ¿Por qué quiso casarse conmigo?-Ella notó que los brazos de el la apretaban y se liberó del abrazo-Y no intente hacerme creer que es porque me amaba.

-Por supuesto que no. De hecho apenas te conocía.
Miley le miró incapaz de saber porque esta respuesta le dolia tanto.

-¡Maravilloso!-dijo amargamente, lista para pelear de nuevo.

Nicholas continuó imperturbable, negándose a seguirle el juego. Ella se hundió en el sofá y continuó con el solitario.

-Los solitarios están muy de moda en Francia pero son para una sola persona-dijo para poner fin a la conversación.

El se dirigió a la puerta, en vez de irse le dijo algo en voz baja a un criado y luego volvió hacia 
Miley y puso delante de ella un cofre de madera esculpida que pertenecía a Martín Stone. Contenía fichas de madrea parecidas a las que utilizaban Edward y sus amigos cuando jugaban. Miley se estremeció excitada cuando comprendió que le iba a enseñar a jugar. Nicholas se quitó la chaqueta con despreocupación, se sentó frente a ella y se desabrochó el chaleco.

-Reparte las cartas-ordenó.

Dudando ella prefirió pasar las cartas a su compañero con lo cual pudo comprobar su habilidad.

-Debe frecuentar las salas de juego de Londres-dijo con voz cargada de admiración.

-Absolutamente. Ahora corta.

-Espero que se dé cuenta de que si alguien nos ve mi reputación caerá en pedazos.

-Una duquesa es libre de hacer lo que le parece bien-respondió el.

-Yo no soy una duquesa.

-Pero vas a convertirte en una-afirmó Nicholas-Vamos corta-repitió sin darle tiempo a contestar.
Miley aprendió rápido y vio que Nicholas se alegraba de ello. ¿Por qué admiraba el los rasgos de su carácter que sus otros pretendientes encontraban extraños? Volvió a la tierra cuando Nicholas se inclinó para depositar un beso en su frente.

-Iremos a pasear mañana a las once si el tiempo lo permite.



Mas tarde Nicholas tuvo una conversación con el doctor Hugh Whitticomb, en la cual le expuso las circunstancias de su compromiso con 
Miley.

-¿Quién es Paul Sevarin?-preguntó el doctor.

-¿Por qué?-preguntó el duque frunciendo el ceño.

-Me detuve en el pueblo después de visitar a la señorita Stone. Hablé con el farmacéutico, que es terriblemente charlatán y tiene la habilidad de hacer hablar a la gente. En resumen me dijo cosas que no entendí demasiado.

-¿Qué cosas?

-Parece ser que todo el pueblo espera la noticia del compromiso de 
Miley Stone y ese tal Paul Sevarin y dicen que los dos son muy felices.

-Francamente eso no me preocupa en absoluto-afirmó Nicholas.

-¿Se refiere a los rumores o la joven?

El duque no respondió.

-¿Está usted enamorado de ella?

-Me voy a casar con ella-dijo el duque-¿Qué más se puede decir?

Con estas palabras, deseó buenas noches a su invitado y se retiró. El doctor se quedó unos instantes perplejo y luego empezó a reir. “Está enamorado y no se da cuenta, y aunque fuera consciente de ello, se negaría a admitirlo”

Solo en su habitación, Nicholas se desnudó, estaba furioso por lo que le había dicho el médico. 
Miley  no amaba a Paul contrariamente a lo que ella creía de forma infantil. Pero tampoco le amaba a el, de hecho el amor era solo una idea romántica y est/úpida. No dudaba ni por un instante de que ella se casaría con el, por voluntad propia o a la fuerza. En ese último caso iban a librar una batalla en la cama.



El aire fresco mezclado con olor a hojas quemadas, invadió la habitación de 
Miley  ella hizo una profunda inspiración y salió de la bañera, después se puso una bata y se acercó a la ventana para contemplar el paisaje, el otoño era realmente la más hermosa de las estaciones. Dudó sobre que ponerse y se decidió finalmente por un vestido de cintura alta de lanilla rosa pálido de manga larga. Clarissa la peinó y sujetó su pelo con cintas de terciopelo a juego con el vestido.

Ella pensaba en Paul y en su compromiso con Nicholas, pero rechazó esos pensamientos para poder aprovechar plenamente del día que se le ofrecía. A las once y cinco, un criado le anunció la llegada del lord Westmoreland.

-Buenos días-dijo ella alegremente bajando las escaleras-¡Que día tan magnífico!

Nicholas le cogió las manos y miró su cara radiante.

-Tu cara es tan luminosa que ilumina toda la habitación-declaró.
Miley se sintió intimidada por este elogio, era la primera vez que el le dirigía un cumplido por su belleza.

-Ha llegado tarde-le regañó ella sin saber que decir-Hace cinco minutos que me estoy paseando por mi habitación.

El no dijo nada, durante unos instantes, 
Miley quedó bajo el encanto de esa mirada de acero, el le apretó las manos y la atrajo hacia si, ella contuvo el aliento, nerviosa ante la idea de que el iba a besarla.

-Estoy haciendo progresos-declaró el.
Miley contuvo sus ganas de reir.

-De todas formas, ya que estas tan impaciente por verme, intentaré ser puntual de ahora en adelante.



En el momento en el que franqueaban la puerta, oyeron que el reloj daba las once. Nicholas lanzó una mirada elocuente a la joven. Ella se montó en el vehículo sentándose en el asiento de terciopelo, mientras Nicholas se acomodaba a su lado, ella observó sus botas brillantes, sus largas piernas musculosas, su chaqueta rojiza y su camisa de seda.

-Si no te gusta mi ropa-dijo el-podemos parar en mi modesta casa para que tu misma elijas algo que te agrade.
Miley primero tuvo ganas de responderle que le daba completamente igual la forma en que se vistiera, pero se contentó con decir:

-Me estaba diciendo que estaba usted muy elegante.

Ella notó un brillo de placer en su mirada y después el hizo andar a los caballos al trote. Los árboles parecían formar un arco por encima del camino, las hojas muertas caían lentamente de ellos, 
Miley se divertía intentando cogerlas en pleno vuelo. A pesar de todo se tensó cuando vio que Nicholas se dirigía al sur.

-¿Dónde vamos?

-Primero al pueblo.

-Pero no necesito nada del pueblo-protestó 
Miley.

-Yo si.
Miley cerró los ojos presa de la desesperación. La gente les vería juntos y eso sería suficiente para que empezaran los comentarios en ese agujero en el que nunca pasaba nada. Se sentía enferma solo con pensar que los cotilleos llegarían a oídos de Paul. El carruaje cruzó el puente de piedra y se introdujo en las calles pavimentadas, Miley creyó desfallecer cuando se detuvieron delante de la farmacia. Nicholas fue a ayudarla a bajar.

-Preferiría esperar aquí-dijo con un tono que pretendía que fuera despreocupado.

-Y a mi me gustaría que me acompañaras-respondió Nicholas con una voz que no admitía réplica.

Esta orden rompió el ambiente distendido que se había desarrollado entre ellos hasta ese momento.

-Lo siento-dijo ella-pero no entraré en ese lugar.

Nicholas la cogió por la cintura y la hizo bajar a la fuerza, ella se dejó hacer por temor a atraer la atención si se resistía.

-¿Está intentando dar un espectáculo?-preguntó ella.

-Si.
Miley vió el rostro jovial del señor Oldenberry que les miraba a través del escaparate. Ya no podía escapar. En la tienda flotaba un olor a amoníaco y a plantas. El farmacéutico les saludó efusivamente pero Miley notó que tenía los ojos fijos en la mano de Nicholas que le sujetaba el brazo.

-¿Cómo está el señor Paul?-preguntó el boticario maliciosamente.

-Creo que estará de vuelta dentro de cinco días-respondió ella preguntándose que diría cuando se fugara con el.

Nicholas pidió un frasco de agua de melisa que el farmacéutico entregó a 
Miley.

-Es para el señor Westland-dijo con un gesto de disgusto-Sufre de vértigo y le duele la cabeza.

-Es cierto-aprobó el aludido con una sonrisa devastadora apretándola con afecto contra el-Y tengo la intención de continuar sufriendo. Ese malestar hace que mi encantadora vecina me dedique todas su simpatía y su atención-continuó mientras le guiñaba un ojo a su interlocutor.

-¡Tonterías!-dijo 
Miley.

-¡Que temperamento! ¿No es cierto señor Oldenberry?

El farmacéutico asintió declarando que la señorita Stone siempre había tenido carácter y que a igual que el, también prefería las mujeres así. 
Miley notó que Nicholas había vuelto a dejar el frasco en su lugar antes de irse. De modo que había inventado esta comedia para dejarse ver con ella. Dejó precipitadamente la tienda.

-Va usted a lamentarlo-le fulminó cuando el se le unió.

-No lo creo.

Courtney Ashton y Margaret Merryton salian de una tienda con los brazos cargados de paquetes. La educación exigía que se detuvieran para intercambiar algunas palabras de cortesía. Por una vez Margaret no saludó a 
Miley con una observación desagradable, simplemente no la saludó, se limitó a saludar a Nicholas quien la liberó de algunos paquetes.

-Quería preguntarle si no me dejaría por casualidad mi sombrilla en su coche la otra tarde-susurró ella en voz lo suficientemente alta para todos la oyeran.

Miley se le cortó la respiración, aunque ella no se sentía especialmente obligada por ninguna relación, Nicholas por su parte era quien había querido casarse con ella. ¡Que ser despreciable! Había llegado a escoger a su peor enemiga.

-Margaret te detesta-murmuró Courtney mientras miraban a Nicholas dejar las compras de Margaret en su coche.

Se dirigieron luego charlando hacia el vehículo del duque, sin duda para buscar la sombrilla.

-Creo que te odia mas a causa del señor Westland que por culpa de ese caballero francés, el señor de la Ville.

Era la primera vez que Courtney hacia confidencias a 
Miley  si esta última hubiera estado de mejor humor, se hubiera mostrado más cordial.

-Le estaré muy agradecida a Margaret si viniera a librarme del señor Westland.

-Mejor-respondió Courtney-ya que eso es justo lo que tiene intención de hacer.

Cuando Courtney y Margaret se marcharon, Nicholas volvió a coger la mano de 
Miley y la deslizó bajo su brazo como si no hubiera sucedido nada. Ella iba a su lado con el rostro pálido de ira. Al principio de la calle se encontraba una pequeña posada que solo disponía de un reservado además de la sala y del patio. La hija del posadero saludó a Nicholas como si fueran viejos conocidos y se apresuró a prepararle una mesa en la terraza.
Miley miró con fastidio como Millie movía las pestañas delante del duque y se inclinaba para poner el mantel ofreciendo a Nicholas una amplia visión de su generoso escote.

-Si es así como se comporta Millie con los hombres-comentó 
Miley cuando la otra se fue-sus padres deben tener el pelo blanco.

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