Nicholas no volvió a Claymore durante varios dias, tampoco pasó los dias en brazos de Marie St Allermain como se imaginaba Miley. El se quedó en Londres oscilando entre la ira y la serenidad pensativa, cada noche se reunia con sus amigos en su club.
El tercer dia, mientras miraba distraídamente por la ventana, llegó a algunas conclusiones. Para empezar no tenia ninguna necesidad de mantener una amante, su mujer ciertamente era una ramera, pero tambien era una compañera apasionada, por otra parte tampoco tenia intenciones de llevar una vida de monje ni de quedarse exiliado en el ala este del castillo.
Iba pues a regresar a Claymore House e iba a volver igualmente a sus habitaciones, cuando tuviera ganas haria que Miley cumpliera con su deber conyugal. Ella haria las veces de criada y de pu/ta.
Volvió al dia siguiente por la mañana tan inmerso en sus pensamientos que apenas notó el esplendor del verano en el campo. En cuanto llegó fue a la habitación de su mujer y abrió la puerta con estrépito. Ella no estaba, sin dirigirle la palabra a Mary, que estaba asustada, se fue a inspeccionar su propia habitación pero tampoco estaba alli. Mary le explicó llorando que ella se habia ido el dia anterior.
-¿Dónde se ha ido?
-No me lo dijo Vuestra Gracia, pero ha dejado una carta en su secreter.
En el mueble Nicholas solo encontró una bola de papel, a pesar de su enfado, la desplegó por si ella hubiera escrito algo para el, pero el papel estaba en blanco. Habia dejado esta hoja arrugada queria hacerle comprender que sabia la razón de su ira.
-Vuelvo a mis antiguas habitaciones-le anunció a Mary desde la puerta-Quite todas sus cosas.
-¿Y donde debo ponerlas?-preguntó Mary.
-¡Tráigalas aquí por Dios!-gritó el ignorando la sonrisa ironica de la doncella.
No tenia humor para regañarla, tenia demasiadas ganas de matar.
En el pasillo se dijo a si mismo que la bola de papel tenia un aspecto extraño, estaba llena de multitud de gotas de agua o de lágrimas.
Durante varios dias, Nicholas esperó que su mujer regresara, dando vueltas como una fiera enjaulada. Estaba seguro de que ella volveria si se daba cuenta de que el no iba a lanzarse en su búsqueda. Tenia que volver, la ley se lo ordenaba.
El quinto dia todavía no habia vuelto. Nicholas nunca habia estado tan furioso. ¡Ella le habia abandonado! Evidentemente habia vuelto a la casa del imb/écil de su padre.
Se hizo traer el coche sin demora.
-Quiero estar en casa de Martín Stone dentro de seis horas ¿Me ha entendido?-le ordenó al cochero.
Este le habia dicho que Miley le habia hecho llevarla hasta el primer cambio de caballos y que luego habia tomado una diligencia. ¡Pequeña idi/ota! ¿Cómo podia comportarse asi cuando llevaba a su hijo?
Su suegro le recibió con los brazos abiertos.
-¡Bienvenido!-dijo abriendo el mismo la puerta del coche-¿Dónde esta mi hija? ¿Y como esta?
-Esta bien, me ha encargado que le diga que estamos esperando un hijo-respondió Nicholas quien no queria alarmar al pobre hombre ni confesar que no sabia donde estaba Miley.
En cuanto pudo irse sin despertar sospechas se dirigió a la casa que el habia habitado antes, pero Miley tampoco estaba alli. Entonces ordenó al cochero que le volviera a llevar a Claymore. Al dia siguiente se enteró de que su mujer tampoco estaba en casa de los Archibald. Habia desaparecido.
La ira del duque dio paso a la preocupación. Al comprobar que tampoco habia cogido un barco con destino a Francia, fue presa de la angustia.
A lo mejor se habia reunido con el que habia sido su amante antes de la boda. Este pensamiento le puso fuera de si pero solo lo creyó por espacio de un segundo. No podia imaginarse a Miley con otro hombre, por la forma en que ella se abandonaba en sus brazos tenia la impresión de que ella habia empezado a amarle.
Nicholas vagaba de una habitación a otra, la casa le parecia vacia sin Miley, la única mujer que se habia atrevido a enfrentarse a el.
En su habitación sacó la alianza de su estuche, como no podia esperar a que ella se la pusiera, se la puso el mismo. Sin duda era por su culpa por lo que Miley se habia entregado a otro hombre antes de casarse con el. Inclinó la cabeza hacia atrás y suspiró. No podia imaginar la vida sin ella.
Al dia siguiente, Nicholas hizo que ensillaran a Khan y fue hasta el árbol al que habia llevado a Miley. Recordó hasta que punto tenia ella miedo de que el le hiciera el amor. Todo eso le parecia ahora muy lejano.
Exactamente hacia ocho meses. Ocho meses...ese era el tiempo que ella deseaba para preparar su boda. Si hubiera estado embarazada, como el creia, nunca hubiera querido esperar tanto tiempo.
El se quiso morir, ahora lo entendia todo. Ella debia de haber intentado hacerle creer que estaba esperando un hijo para obligarle a volver con ella, después habia renunciado a esa estratagema para ir a Claymore House en persona.
Dos horas mas tarde, Emily Archibald recibió una nota muy insistente de parte de Nicholas, que queria verla lo mas deprisa posible en su casa de Londres. Ella fue a la vez curiosa e inquieta y encontró al duque en la biblioteca.
-¿Tenemos que intercambiar cortesías o puedo ir directamente al grano?-preguntó el de entrada.
Un estremecimiento de temor recorrió a la joven, nunca le habia visto tan decidido. El le indicó que se sentara.
-Bueno, vayamos a los hechos. Supongo que querrá saber porque queria hablar con usted.
-¿Por Miley?-preguntó Emily dudando.
-¿Dónde esta? No me he puesto antes en contacto con usted porque no queria obligarla a traicionar su confianza, pero no he conseguido encontrarla por mi mismo, asi que me veo obligado a recurrir a usted.
-Pero yo no lo se. Ni siquiera se me ocurrió preguntarle donde iba, no pensaba que se ausentaria tanto tiempo.
Los ojos grises de Nicholas la miraron fijamente intentando saber si ella decia la verdad.
-Tiene que creerme-suplicó ella-Se lo diria si lo supiera.
-Muchas gracias-dijo el suavizándose-Voy a decirle a mi cochero que la lleve.
Emily dudó un momento, todavía intimidada pero feliz al ver que el la creia.
-Miley me dijo que usted habia encontrado esa carta. ¿Sabe? Al escribirla ella no sabia si debia dirigirse a usted como “señor” o... -se interrumpió al ver el dolor reflejado en su rostro-Lo siento, no deberia haber dicho nada.
-Ya que no hay secretos entre nosotros ¿puede decirme porque escribió esa carta?
-Bueno, ella intentaba salvar su orgullo, no queria perderle. Por supuesto es terrible, nunca deberia haber pensado en algo asi.
-La unica cosa terrible que le pasó, fue que se casó conmigo-cortó el duque.
-Eso no es cierto-dijo Emily con lágrimas en los ojos-Miley le adoraba... le adora Vuestra Gracia.
-Gracias.
Cuando Emily se fue, el duque se quedó pensando unos minutos, sabiendo que Miley le odiaba mas cada segundo que pasaba.
Esa noche, Miley estaba cenando tranquilamente en compañía de su suegra quien se preguntaba porque su hijo mayor tardaba tanto tiempo en venir a recuperar a su mujer, Cuando la joven habia llegado a su casa, ocho dias antes, rogándole que la acogiera algun tiempo, habia estado a punto de echarla. Pero Alicia Westmoreland se volvió a ver a si misma a la misma edad, su marido tuvo que ir a buscarla a casa de sus padres para ordenarle que volviera.
Cuanto mas tiempo pasaba, menos comprendia la situación. Parecian tan enamorados el uno del otro...Al llegar el postre se le ocurrió una idea e hizo llamar a su hijo Stephen diciéndole que deseaba verle lo antes posible.
-Me parece que Nicholas no sabe que su mujer está aquí, suponiendo que quiera saberlo-explico a su hijo pequeño al dia siguiente por la mañana.
-Esto me recuerda las historias que se contaban sobre papá y tu-dijo Stephen que ignoraba por completo la disputa de Nicholas y Miley.
-Quiero que vayas a buscar a tu hermano, debe estar en Londres. Traele aquí esta misma noche si es posible, menciona la presencia de Miley como si pensaras que el lo sabe pero no le des la impresión de que queremos que venga. A Miley no le gustaria.
-¿Por qué no llevar a Miley a Londres? Podria hacer circular la noticia de que estoy loco de amor por ella, eso volveria Nicholas completamente loco.
-Stephen no estoy bromeando, esto es muy serio. Esto es lo que tienes que decirle...
Esa misma noche, Nicholas estaba jugando a las cartas en su club cuando, al levantar los ojos, vió a su hermano en la mesa de al lado. Sobre todo no queria que Stephen preguntara por Miley, el duque no queria hablarle de ella bajo ningun concepto.
-¿Tienes suerte esta noche?-preguntó Stephen para alivio de su hermano.
-Nos está desplumando-respondió Marcus Rutherford divertido.
-Tienes realmente muy mal aspecto-dijo Stephen.
-Gracias-respondió secamente el duque lanzando sus fichas sobre la mesa.
-Estoy encantado de verle Claymore-dijo William Baskerville mirándole inquieto.
Escarmentado por su última conversación en esa misma mesa, prefirió no preguntar por la duquesa.
-¿Puedo unirme a ustedes?
-Le da igual-respondió Stephen ya que el duque parecia no haber oido-Tambien quiere desplumarle a usted.
Nicholas empezaba a estar molesto con sus bromas continuas, sin embargo ya no soportaba estar solo en su casa, hubiera preferido invitar a su hermano a emborracharse con el.
-No esperaba encontrarte aquí-continuó Stephen-Creia que irias a la pequeña fiesta familiar de mamá.
Stephen simuló haber metido la pata y sacudió la cabeza.
-Lo siento-añadió-Hubiera debido saber que estando Miley alli tu no querrias...
Al oir estas palabras Baskerville perdió las reservas.
-Una mujer encantadora la joven duquesa-exclamo alegremente-Presentele mis respetos y...
Se interrumpió al ver la mirada helada del duque quien se levantó despacio.
-Esta vez no la he visto en ninguna parte-aseguró Baskerville.
El duque miraba a su hermano con una expresión en la que se mezclaban la incredulidad, el alivio y otro sentimiento que Baskerville no supo identificar. Luego sin dignarse recoger sus ganancias, ni despedirse de sus compañeros de mesa, se fue.
-La verdad-dijo Brakerville a Stephen-ha metido usted la pata. Estoy en posición de decirle que el duque siente pavor que ella vaya a las fiestas sin el.
-En efecto-confirmó Stephen.
Nicholas solo tardó tres horas y media en llegar a Grand Oak. De modo que Miley estaba en casa de su propia madre y esta se habia convertido en cómplice de esta historia.
Cuando el coche se detuvo delante de la entrada, Nicholas recordó que Stephen habia hablado de una fiesta familiar. No tenia ninguna gana de ver a su familia y ademas no estaba vestido de fiesta. Estuvo tentado e decirle cuatro verdades a su madre antes de ir a buscar a Miley pero lo pensó mejor.
-Buenas noches Vuestra Gracia-dijo el mayordomo-
-¿Qué es esto?-exclamó Nicholas delante de el sirviente.
Su familia al completo parecia haberse desplazado. Al verle, su madre fue hacia el pero el le dirigió una mirada tal que ella se detuvo en seco.
-¿Dónde esta mi mujer?-le pregunto a un lacayo del primer piso.
Al llegar delante de la puerta, Nicholas dudó, ignoraba cual iba a ser la reacción de Miley y lo que le iba a decir, por el momento lo unico que queria era verla. Entró sin hacer ruido y cerró la puerta, Miley le daba la espalda, estaba estirada en la bañera y hablaba con Clarissa.
Nicholas contuvo sus ganas de ir hacia ella y cogerla en sus brazos, desnuda y mojada. No se consideraba digno de hablarle y aun menos de tocarla. Por dos veces la habia tratado con una crueldad de la que ni el mismo se creia capaz, ahora ella llevaba a su hijo y el no se habia preocupado ni una sola vez por su salud. ¿Cómo podia ella no detestarle?
Clarissa levantó la cabeza y vio a Nicholas que se subia las mangas, abrió la boca pero el duque le hizo una seña para que se callara y se fuera. Con desgana le entregó la esponja y salió de puntillas.
Nicholas enjabono suavemente la espalda de Miley teniendo cuidado de quedarse donde ella no pudiera verle.
-Es muy agradable Clarissa-dijo ella inclinándose hacia delante.
Normalmente se bañaba sola pero en estos últimos dias, Clarissa le demostraba mas cuidado. Miley se levantó chorreando, y cogió sin mirar la toalla que le daba Nicholas. Este le secó el cuello, la espalda y los hombros.
-Gracias Clarissa, terminaré yo. Voy a cenar aquí, después me vestiré para bajar y...
Se dio la vuelta y vaciló al descubrir a ese hombre serio y atractivo que continuaba secándola. Paralizada, se dejo hacer sin decir una palabra. Ella notó que las manos de Nicholas se entretenian en su vientre y sus muslos pero sin acariciarla. Nicholas estaba alli, ya no estaba enfadado, no la tocaba como un marido sino como un criado. El estómago de ella dio un salto.
Las manos de el la obligaron a sentarse, sin una palabra ni una mirada, el empezó a secarle los pies.
-Nicholas.-murmuró ella con la voz rota-No es necesario...
-Si se te vuelve a pasar por la cabeza la idea de dejarme, cualquiera que sea la razón, hare que te encierren en tu habitación dijo el sin levantar la cabeza.
-¿Y tu te quedaras encerrado conmigo?-preguntó ella con voz temblorosa.
El levanto su pie, se lo puso en la mejilla y luego lo besó.
-Si-murmuró
Fue a buscar el vestido de seda azul y la ayudó a ponérselo. Ella dejo que la vistiera como si fuera una muñeca. Después la llevó sin decir nada hasta la mesa donde esperaba su cena. Se sentó y la puso en sus rodillas. Miley comprendió que el tenia la intención de darle de comer.
-¡Para!-gritó ella que ya no podia mas.
Escondió la cara en el hueco del hombro de Nicholas.
-Por favor no hagas eso. Hablame. Dime algo.
-No puedo-consiguió decir el-No encuentro las palabras.
La angustia de su marido le hizo sentir ganas de llorar.
-Yo si que las encuentro-dijo ella mirándole con adoración-Fuiste tu quien me las enseñó. Te amo. Te amo.
El le cogió con suavidad la cara entre las manos y la miró a los ojos.
-Yo tambien te amo-dijo con voz ronca.
Las agujas del reloj marcaban la una y media de la madrugada. A la luz de las velas, Nicholas contempló la belleza adormecida que tenia entre sus brazos. Ella dormia con la cabeza sobre su pecho desnudo, el apartó con cuidado un rizo de su mejilla y la apretó mas fuerte.
-Te amo-susurró.
No habia dejado de repetirlo en su mente esa noche. Cada vez que sus labios hambrientos acariciaban su piel, cada vez que ella se arqueaba bajo su cuerpo y llegaban juntos al extasis.
-Yo tambien te amo-dijo Miley con voz somnolienta.
-Shh querida, vuelve a dormirte.
El habia querido prolongar su placer el mayor tiempo posible y deseaba que descansara un poco.
-¿Por qué tardaste tanto?
-¿Te he entendido bien?-preguntó el inclinándose hacia ella con aspecto travieso.
Ella al principio pareció desconcertada y luego enrojeció y apartó la cara.
-¿A que te referias?
-A nada...no tiene importancia.
-No te creo-insistió el duque al ver la mirada triste de su mujer.
Miley se arrepintió de haber hecho esa pregunta.
-Marie-soltó sabiendo que Nicholas insistiria en saberlo.
-¿Qué pasa con ella?
-¿Es por ella por lo que tardaste tanto en venir a buscarme?
El la abrazó más fuerte como si eso pudiera amortiguar su tristeza.
-Querida, si tarde tanto es porque nadie supo decirme donde estabas. No podia imaginarme que mi propia madre podria ser tu cómplice.
-Pero yo creia que vendrías aquí en primer lugar.
-Pues no. Pero no he visto a Marie St Allermain si es eso lo que quieres saber.
-¿De verdad?
-Te lo prometo.
-Gracias-dijo ella con los ojos llenos de lagrimas.
-Por favor-respondió Nicholas sonriéndole con ternura-Ahora tienes que dormir mi amor.
Ella cerró los ojos y se pegó a el, con la punta de los dedos ella le acarició la sien y luego su mano bajo por su pecho.
Nicholas notó que su cuerpo reaccionaba e intentó contener la pasión que provocaban en el las caricias de Miley. Cuando la mano de ella alcanzó sus caderas, el la sujetó para imedirle ir más abajo. Creyó oir una risa ahogada mientras Miley se daba la vuelta. Sus labios tocaron la oreja de Nicholas.
El la miró mas detenidamente y vio que no estaba dormida y que le miraba con adoración
Con un solo movimiento la hizo ponerse de espaldas.
-Te habia avisado-murmuró con voz ronca.
FIN
El se quedó un rato con los puños apretados, intentando rehacerse, después se pasó la noche bebiendo, buscando un modo de vengarse. Iba a tomar una amante y se dejaria ver con ella, nadie le reprocharia nada en la alta sociedad ya que era muy común tener una. Y Miley no podria salir sola.
Pero esto no era suficiente. Iba a nacer un niño y el deberia darle su nombre. No lo miraria siquiera y le mandaria lejos de Claymore, pero no de inmediato.
Miley intentó poner en orden sus ideas. Nicholas la rechazaba porque ella llevaba en su seno al fruto de su amor pero ¿por qué la hacia responsable del embarazo? Empezó a enfadarse.
-Plancha mi vestido de seda azul-le ordenó a Clarissa-Y haz que me traigan el coche después de la cena. Voy a salir.
Cuatro horas después, Miley entró en el comedor, su peinado estaba sujeto con una diadema de zafiros y esmeraldas y algunos mechones de pelo le caian en la nuca. Si tenian que vivir como dos extraños mejor que fuera amistosamente. Pero si Nicholas se creia que podria volver a la cama de su esposa después del nacimiento del niño, la conocia muy poco.
Sin embargo, cuando el se levantó al verla entrar, a Miley se le hizo un nudo en la garganta. El era tan seductor...Si al menos hubiera sonreído, ella se hubiera arrojado a sus pies y le habria suplicado. ¿Pero suplicado que? ¿Qué la perdonara por amarle? ¿O por llevar a su hijo?
En el transcurso de la cena, notó varias veces su mirada gris posada en su escote. Parecia cada vez mas enfadado, se preguntó si estaria celoso. Después de todo era la primera vez que salian el uno sin el otro.
-¿Te gusta mi nuevo vestido?-preguntó ella cuando el la miró de nuevo.
-Es perfecto si tu intención es enseñar tus encantos a todo el mundo-dijo el con cinismo.
-¿Estas cómodo en tus nuevas habitaciones?
Nicholas apartó el plato como si la conversación le quitara el apetito y luego se levantó.
-Estoy mucho mejor que antes-dijo.
Sin decir nada más salió del comedor. Unos minutos después Miley oyó que su carruaje se iba. Ella se sentia enferma de tristeza pero de todos modos fue a la fiesta de los Wilson donde se quedó hasta medianoche esperando que eso incitaria a Nicholas a acompañarla la próxima vez.
Se quedó dormida en el coche al volver a casa y se despertó sobresaltada cuando se detuvo delante de Claymore House. Nicholas acababa de llegar y subieron las escaleras juntos, Miley se percató de que el tenia las mandibulas apretadas.
-Si sigues llegando tan tarde todo Londres va a empezar a murmurar.-dijo el con voz tensa.
-No podre salir cuando se empiece a notar el embarazo-dijo ella aparentando despreocupación-De todas formas me he divertido muchísimo y no me he dado cuenta de que pasaba el tiempo.
A ella le pareció oir un juramento.
A la mañana siguiente, Miley fue a los establos y se negaron a darle un caballo. El mozo de cuadras le dijo que eran ordenes del duque. A pesar de su enfado se dio la vuelta sin decir nada y se dirigió hacia la casa con paso decidido. Entro en el despacho de su marido sin llamar. Estaba reunido con un grupo de hombres que enseguida se levantaron, Nicholas lo hizo con desgana.
-Les pido que me perdonen señores-dijo con una sonrisa angelical-No sabia que mi marido tenia visita-Se dirigió hacia el duque-Acaba de haber un malentendido en los establos, nadie parece comprender que Khan es mi caballo ¿Tengo que recordárselo yo o prefieres hacerlo tu?
-No puedes montar ese caballo-respondió Nicholas con voz amenazadora.
-Siento haber interrumpido la reunión-dijo Miley roja de vergüenza por haber sido humillada de ese modo por su marido delante de extraños.
Nicholas evidentemente queria privarla de todos los placeres de su vida, se fue de nuevo hacia los establos y lanzó al mozo una mirada cargada de tanto desprecio que el se apartó para dejarla pasar mientras ella se dirigia a la cuadra de Khan. Ella misma ensilló al caballo, sintiéndose cada vez mas segura, sabiendo que nadie se atreveria a impedirle el paso.
Se paseó durante tres horas con Khan. Al cabo de una hora ya estaba cansada pero no se atrevió a volver. Nicholas se iba a poner furioso cuando supiera que habia desobedecido sus ordenes, sabia que su proximo encuentro iba a ser terrible pero no esperaba encontrarle en los establos, hablando con despreocupación con el mozo y apoyado en la barrera. Interiormente debia estar hirviendo de ira.
Cuando ella pasó a su lado, el estiró una mano y cogió las riendas de Khan.
-Baja-le ordenó con un tono que no admitia réplica.
Miley penso por un momento en darse la vuelta y salir galopando pero el se adelantó.
-Te lo advierto, no intentes escapar.
Miley notó que le ardian las mejillas y sus manos empezaron a temblar. Tragó con esfuerzo y extendió los brazos.
-¿Puedes ayudarme a bajar?
-¿Cómo te has atrevido a desobedecerme?-le preguntó el llevándola lejos de los criados.
En cuanto estuvieron lo bastante lejos como para que no les oyeran, ella se liberó.
-¿Desobedecerte?-dijo ella con rabia-¿Me estas recordando el juramento de la boda? Entonces dejame que yo te recuerde los tuyos.
-Es la última vez que te aviso. Digamos que es un consejo.
-Si tuviera necesidad de consejos, eres la última persona a la que se lo pediria-contestó ella con los ojos brillantes de cólera.
-Desafiame una vez mas y hago que te encierren en tu habitación hasta el parto.
-Estoy segura que solo esperas una excusa para hacerlo dijo Miley-Eres el hombre mas malvado, mas cruel...y un mentiros además. Me dijiste que me amabas y mira como me tratas. Y dejame que te diga algo: Los niños se hacen haciendo el amor.
Nicholas se sintió tan extrañado que no vió venir la bofetada. Instintivamente ella retrocedió como si fuera una diosa enfurecida.
-¡Vamos, devuélveme la bofetada! Quieres hacerme daño ¿Qué pasa ya no quieres torturarme? Entonces lo haré de nuevo.
Nicholas le retorcio el brazo detrás de la espalda y la atrajo hacia el.
-Solo eres una intrigante, hermosa y malvada-dijo-Por una vez en tu vida dime la verdad, te prometo que la respuesta no me afectara tanto si contestas “no lo se” como si dices “si”, me dará lo mismo.
-¿Lo prometes? ¿Igual que has prometido tantas cosas antes? ¿Cómo tu promesa de no hacerme sufrir por ejemplo? Tu palabra no vale...
-¿Este niño es mio?-cortó el duque apretando más fuerte.
Los ojos de Miley se entrecerraron, se quedó boquiabierta frete a una pregunta como esa y sus ojos se llenaron de lagrimas de furia.
-¿Tuyo?-repitió ella.
De pronto se dejó caer contra el sacudida por los sollozos. Nicholas le soltó la muñeca intentando apartarla. Pero tenia todavía mas ganas de consolarla, de aliviar el dolor de su corazón. Ella le cogia de las solapas con la cara contra su pecho mientras repetia:
-¿Tuyo?
Nicholas le puso las manos en los brazos y la apartó, sin ternura pero sin brutalidad. Entonces ella levantó la cabeza y el vió que ella ya no lloraba, al contrario, se estaba riendo. Seguia riendo cuando le dio una nueva bofeteda antes de huir corriendo hacia la casa.
Nicholas la siguió con la vista y luego fue a encerrarse en su despacho. Se sirvió algo de beber, ahora ya tenia dos cosas claras: Miley tenia una buena derecha y el niño era suyo.
Incluso si ella le habia mentido en las razones para casarse con el, su mirada no podia mentir. El niño era realmente de el, ella no habia visto a su amante cuando iba a Londres.
Miley por su parte, se decia que su marido habia perdido la razón, y que ella tambien se volveria loca si se quedaba con el. Sin embargo se habia sentido feliz al estar en sus brazos a pesar del dolor que el le habia provocado al retorcerle el brazo.
Sabia que tenia que abandonarle pero ¿dónde podia ir? Sus tios la ayudarian sin duda, ella se iria con ellos a Francia pero solo les daria explicaciones cuando llegara. Se sentó delante de su secreter, abrió el cajón y vió una bolita de papel. Al mirarla detenidamente, reconoció su letra y la alisó.
Descubrió entonces que era la carta que nunca le habia llegado a enviar a Nicholas. Alguien debia haberla leido, pero no sabia quien. Solo Mary y Clarissa entraban en su habitación, pero ellas nunca se habrian atrevido a revolver en su escritorio.
Se sintió molesta ante la idea de que alguien hubiera leido la carta, cuando dos dias antes ella habia dejado con mucho cariño sobre ese mueble el pequeño trajecito bordado. Nadie aparte de Nicholas habia...¡Dios mio!
Era ella quien habia enviado a Nicholas a buscar la carta de su tia, y el habia encontrado esta. Se imaginó su reacción, debia haber creido que ella se queria casar con el porque estaba embarazada. Debia creer que la carta estaba dirigida a otro hombre. Estaba herido y celoso.
-¡Que tonto!-exclamó Miley en voz alta.
Tenia ganas de bailar de alegria, Nicholas no rechazaba a su hijo. Sin embargo ella tenia ganas de matar a su marido. Una vez mas el no habia confiado en ella y se vengaba sin dejarla explicarse. Esa iba a ser la última vez que iba a actuar asi. ¿Quién se creia que era? El tenia que dar explicaciones y para eso ella tenia que empujarle hasta el limite.
Sonrió, tenia que actuar con habilidad, los Cliffton daban una fiesta, no sabia si Nicholas tenia intenciones de ir, en cuanto a ella la decisión ya estaba tomada.
Se vistió con un magnifico vestido de tafetán esmeralda que habia comprado en Paris durante el viaje de novios, era el vestido mas atrevido que habia llevado en su vida, sonriendo, escogió las joyas que se pondría.
-¿Qué tal estoy?-le preguntó a Clarissa.
-Tan desnuda como el dia que nació-decretó Clarissa con reprobación.
-Admito que es un poco escotado-confesó Miley guiñando un ojo-No creo que mi marido quiera que vaya a una fiesta sin el con este aspecto.
Miley hizo su entrada en el salón con un ruido de seda, Nicholas se estaba sirviendo una copa, magnífico con su tarje azul oscuro que realzaba sus anchos hombros. Al descubrir el vestido de su mujer, le lanzó una mirada llena de ira, que se detuvo en la blanca piel de su escote.
-¿Dónde vas a ir?-preguntó en voz baja.
-¿Cómo?-respondió su mujer-Prometimos ir a casa de los Cliffton esta noche. Me gustaria tomar un poco de vino por favor-añadió con una sonrisa lánguida.
-Es una pena-dijo el cogiendo una botella de vino-ya que no vamos a casa de los Cliffton.
-¿De verdad?-dijo Miley acercándose a el para coger su vaso-Es una pena, siempre he pensado que las fiestas en casa de los Cliffton eran la mas...
-Yo no voy a casa de los Cliffton-la cortó Nicholas sentándose en el borde de su escritorio-Y tu no vas a ninguna parte. ¿Esta claro?
-Tus palabras estan muy claras.
Miley se dirigió al comedor abatida. La cena se desarrolló en silencio opresivo. Miley miraba furtivamente a su marido, sus ojos se posaron en la mano de el y se dio cuenta de que ya no llevaba el anillo que simbolizaba su unión. Levantó los ojos y vió que el sonreia al leer la decepción en su rostro. Furiosa, decidió que iria a la fiesta con su permiso o sin el.
-Me voy a mi habitación-anunció antes del postre.
Era mas de la una de la madrugada, pero la hora no era demasiado importante en el club de Nicholas. Estaba jugando distraido sin darse realmente cuenta de lo que pasaba alrededor de el.
A pesar del alcohol que habia bebido, no conseguia quitarse a Miley de la cabeza, esa bruja le habia encantado y le habia vuelto loco de deseo esta noche con su vestido esmeralda. ¿Cómo podia desafiarle asi y montar a Khan? El habia dado la orden varios dias antes para no poner en peligro a su hijo.
-Es un placer verle-dijo William Baskerville sentándose en la mesa del duque-De hecho estoy bastante sorprendido.
-¿Por qué?-preguntó Nicholas.
-Acabo de ver a su mujer en casa de los Cliffton, pensaba que estaria usted alli. Esta encantadora esta noche-el duque le lanzó tal mirada que Baskerville se vió obligado a rectificar-Ella esta siempre encantadora.
Nicholas palideció y Baskerville se preguntó en que podia el haberle molestado.
-Todo el mundo la encontró muy hermosa-añadió mirando a los otros jugadores-llevaba un vestido del mismo color que sus ojos, tuve que esperar mi turno para saludarla porque estaba rodeada de un montón de jóvenes y de viejos fósiles como yo.
Nicholas hizo una señal con la cabeza a sus compañeros de juego y dejó la sala sin decir una palabra. Los cuatro jugadores casados intercambiaron sonrisas de complicidad, Baskerville, el único soltero, parecia inquieto.
-Es increíble ¿han visto la mirada que me ha dirigido? ¿Creen ustedes que llevan suficiente tiempo casados para haber empezado a pelear?
-Bajo mi punto de vista-dijo Marcus Rutherford-asi es desde hace unos minutos.
Era casi de dia cuando Miley subió la escalera de mármol. Habia echado terriblemente de menos a Nicholas esa noche, necesitaba desesperadamente su mano alrededor de su cintura, su mirada acariciadora y la alegria de saberle cerca de ella. Estuvo tentada de llevarle la carta y explicárselo todo pero si lo hacia ¿qué pasaria la próxima vez? Esta noche ella le habia desobedecido esperando que eso provocara un enfrentamiento.
Al abrir la puerta de su habitación se sobresaltó, el la estaba esperando sentado en un sillón con los guantes encima del muslo. Instintivamente hizo ver que no se habia dado cuenta de su presencia y empezó a desabrocharse el vestido.
-Sigue vestida-ordenó el-hasta que me vaya.
Miley se dio la vuelta, asustada por la rudeza de su voz. El se levantó y fue hacia ella con la agilidad de un felino, ella estuvo a punto de retroceder pero se contuvo.
-¿Te acuerdas de lo que te prometi que haria si me desobedecias?-dijo el con tono helado.
-Si-dijo ella con voz temblorosa-Me acuerdo de muchas cosas, como de las palabras que murmurabas cuando estabas en lo mas hondo de mi y...
-Silencio, si no voy a...
-Recuerdo exactamente el contacto de tus manos en mi piel...
El la cogió por los hombros y la sacudió tan violentamente que su cabeza cayó hacia atrás.
-¡Por Dios te he dicho que te callaras!
-No puedo, y no puedo porque te amo. Amo tus ojos, amo tu sonrisa y...
Nicholas la atrajo brutalmente hacia el y la beso salvajemente como para castigarla. Le lastimaba los labios y la apretaba tan fuerte que ella apenas podia respirar, Pero a Miley le daba igual, ella sentia la intensidad de su deseo contra su vientre, le pasó los brazos alrededor del cuello y se apretó contra el.
Después Nicholas la apartó con violencia. La miraba, jadeando y con tanto dolor que ella estuvo a punto de ir a buscar la carta y explicárselo todo.
-Estoy de acuerdo en quedarme encerrada aquí tanto tiempo como quieras-dijo ella levantando la barbilla con orgullo-con la condición de que tu te quedes encerrado conmigo. De lo contrario nada ni nadie podrá obligarme a quedarme aquí. Quemaré la casa si es necesario.
Nicholas tardó unos segundos en reaccionar. Ella era tan hermosa, tan joven y tan vulnerable, estuvo a punto de sonreir pero recordó que se enfrentaba con una intrigante.
-Si te atreves a dejar la propiedad sin mi permiso-dijo-recordarás con agrado la ternura que te demostré la primera vez que te traje aquí.
Ese beso brutal habia demostrado a Miley que el todavía la deseaba.
-Languidezco ya-dijo enrojeciendo-de todas formas te pedire permiso antes de dejar la propiedad.
-Miley oyó que se cerraba la puerta, este enfrentamiento la habia destrozado, sabia que estaba jugando con fuego, no podia correr el riesgo de que el la echara, tenia que quedarse cerca de el para atizar su deseo, quizá asi saldria de su silencio.
Nicholas no podia conciliar el sueño, habia comprendido que Miley solo habia querido reconquistarle para darle un nombre al niño que esperaba, la razón le decia que ya no podia haber anda entre Miley y el pero su cuerpo estaba atormentado por un deseo incontrolable. El alejamiento era una solución, pero en este caso se trataba tambien de su hijo y tenia que estar cerca por si habia complicaciones. Entonces decidió instalarse en su residencia de Londres donde podria satisfacer sus instintos. Era suficiente con que saliera con Miley unas semanas mas, después su embarazo la retendría en casa y el podria dejarse ve del brazo de quien quisiera. Los hombres de la alta sociedad se limitarían a reirse. Esta perspectiva le dio al duque un placer perverso.
A la mañana siguiente, Miley redactó con cuidado una nota para Nicholas en la cual le explicaba que los padres de lord Archibald celebraban su aniversario de boda y que ella le habia prometido a Emily que estaria en la fiesta. Añadió que le gustaria mucho que la acompañara. Le dio la nota a Clarissa y luego se paseó impaciente mientras esperaba la respuesta. Cuando llegó esta decia simplemente “Preguntale a mi ayuda de cámara si debo ponerme el smoking”. Ella estuvo a punto de gritar de alegria.
Esa noche se preparó con el mayor cuidado y eligió entre sus joyas un collar y unos pendientes que no habian pertenecido a la familia Westmoreland.
Nicholas esperaba en el salon blanco y dorado con un vaso de whisky en la mano, mirando distraídamente por la ventana. Miley hizo su aparición con un brillo malicioso en los ojos. No tenia ninguna intención de quitarse el chal que cubria prudentemente su pecho hasta que hubiera llegado a casa de los Archibald.
El trayecto se desarrolló en silencio, Miley imaginaba la reacción de su marido cuando descubriera el atrevido escote. Si no le gustaba el vestido esmeralda, desde luego que tampoco iba a apreciar este.
-Hacemos juego-hizo notar Miley cuando llegaban a su destino mientras Nicholas la ayudaba a bajar.
-¿Qué quieres decir?
-Nuestros trajes hacen juego-explicó ella inocentemente.
Con un gesto despreocupado, Miley se quitó el chal mientras entraban en la casa.
-No veo...-Nicholas se quedó inmóvil al ver la garganta desnuda de Miley-¿Intentas averiguar hasta donde puedes llegar con tu provocación?-preguntó apretando las mandibulas.
-No Vuestra Gracia-respondió ella consciente de las miradas interesadas de los demás invitados-¿Cómo podria provocarle mas de lo que ya he hecho dándole un hijo?
-Voy a darte un consejo-dijo con acidez-Esta noche mantente en tu lugar.
-Por supuesto-prometió Miley viendo que el no podia apartar los ojos de sus pechos hinchados bajo su ropa-Es lo que queria hacer pero no habia suficiente sitio para mis labores en mi bolso de mano.
Ella agitó un pequeño bolso adornado con perlas y gimió de dolor cuando la mano de Nicholas le apretó el brazo.
-Aprovecha bien esta noche dijo el-porque es la última a la que vas a asistir. Te quedaras en Claymore hasta el nacimiento del niño. En cuanto a mi, yo me instalaré en Londres.
Todo el optimismo de Miley desapareció, intentó soltar el brazo.
-Entonces ahorrate la vergüenza de dejar la marca de tu desprecio en mi brazo-dijo ella.
El la soltó como si no hubiera sido consciente de que la estaba sujetando.
-El dolor al igual que el amor es una cosa que se comparte-dijo pasando delante del mayordomo.
Al entrar en el salón, Miley se dio cuenta de que algo no iba bien, todo el mundo parecia demasiado normal, como si la gente estuviera haciendo esfuerzos por parecerlo. Cruzó su mirada con lord Easterbrook pero evitó su compañía.
Emily le explicó la razón de esa extraño ambiente.
-Mi suegro es realmente raro a veces. No podia creer a mis oidos cuando mi habló de los esfuerzos que tuvo que hacer para que viniera para dar una alegria a mi madre.
-¿De quien estas hablando?-preguntó Miley presintiendo una catástrofe.
-De Marie St Allermain la cantante. Esta aquí. Mi suegro hizo de todo para que viniera a cantar esta noche. Tiene que cantar mañana por la noche y...
Miley no oyó lo demás, todo su cuerpo empezó a temblar al recordar a la antigua amante de Nicholas. Ella estaba alli y Nicholas acababa de anunciarle su intención de instalarse en Londres.
El gran salón estaba lleno de gente, con el rabillo del ojo vio a Nicholas mientras el pianista se sentaba y los músicos afinaban sus instrumentos. La tensión estaba en su punto más alto.
Nicholas se dirigió hacia su mujer, los invitados se apartaron para dejar a la pareja que se situaran en la primera fila. Miley conservó un brazo bajo el de su marido ya que se sentia morir.
-Marie St Allermain tiene una voz única-murmuró un anciano a Nicholas.
La joven notó que los músculos del duque se tensaban bajo sus dedos y que luego se relajaban, comprendió que el ignoraba la presencia de la cantante. Esta tan atractivo esta noche-se dijo con lagrimas en los ojos.
Marie St Allermain entro a su vez y se colocó con gracia al lado del piano. Miley no podia apartar su mirada de esta mujer dotada de un magnifico cuerpo. Cuando empezó a cantar, Miley tuvo la sensación de que el salón empezaba a girar a su alrededor. Marie tenia una voz sensual y envolvente.
Miley se sintió a la vez inútil, pueril y enferma, ahora sabia ya lo que significaba ser la amante de Nicholas, estaba a punto de desmayarse, después de todo Nicholas habia roto con esa mujer para cortejarla a ella, pero eso habia sido antes, ahora el la odiaba, y además su vientre pronto estaria abultado.
Hubiera querido morirse y no se dio cuenta de inmediato de que la amo de Nicholas acababa de posarse en la suya palida y helada y que ella apretaba sus dedos buscando consuelo. Entonces, enlazó los dedos con los de su marido. Al fin pudo respirar pero por poco tiempo. Mientras la cantante respondia a los aplausos con una inclinación de la cabeza, su mirada se cruzó con la de Nicholas y una chispa paso entre ellos. Miley creyó que se le saldria el corazón del pecho.
Poco después empezó el baile, Nicholas se quedo unos minutos a su lado sin hablarla ni mirarla, pero estaba ahí, y Miley se dijo que quizá eso fuera una señal de reconciliación. Luego el la llevó hacia la pista de baile.
-¿Dónde está tu anillo de boda?-preguntó con tono helado mientras bailaban un vals.
-¿De que anillo estas hablando?
-Lo sabes muy bien.
-Dado que era una prueba de amor y que ya no me amas, seria hipócrita si la llevara-dijo ella esperando que el lo negara.
-Haz lo que quieras-dijo el-como haces siempre.
Luego se quedaron uno al lado del otro esforzándose por tomar parte en las conversaciones. De repente el grupo se puso incómodo, Miley volvió la cabeza y vió a Marie St Allermain que se acercaba a ellos del brazo de lord Easterbrook.
-¡Claymore!-dijo este con una alegria forzada-Creo que no hace falta que les presente.
Todas las miradas se posaron en el duque, mientras el se daba la vuelta. Miley oia alrededor de ella los murmullos y las risas ahogadas. Todos parecian estar esperando el enfrentamiento entre las dos rivales. Solo Nicholas y Marie parecian divertirse con la situación.
Nicholas se llevó la mano de Marie a los labios con una sonrisa desenvuelta.
-Veo señora, que le basta con entrar en un lugar para tener a todos los hombres a sus pies.
-No todos-respondió ella con un brillo malicioso en los ojos-Dicho esto, Vuestra Gracia, me sentiria muy extrañada si os viera un dia en una situación tan ridícula.
Miley les odiaba a todos. De repente Easterbrook se dirigió a ella para presentarle a la amante de su marido. Fortalecida por la ira, ella sostuvo la mirada de Marie y con un perfecto francés le dijo: -Gracias por habernos deleitado con su maravillosa voz. Me ha gustado mucho escucharla.
-La mayor parte de los cumplidos que se hacen sobre la belleza de las mujeres son exagerados-respondió la cantante con una sonrisa- En lo que a usted concierne veo que no exageraban-dirigió una mirada provocativa a Nicholas antes de añadir-Y lo siento.
Con estas palabras, volvio a coger el brazo de Easrerbrook y se alejó. Miley sabia que a su marido le habia gustado su actitud, pero unos minutos después vió a Nicholas y a Marie ir a la terraza por puertas diferentes. A Miley no le extrañó demasiado, ya que habia sorprendido su mirada de connivencia.
Marie extendió sus manos hacia el duque bajo la luz de la luna.
-Estoy muy feliz de volverte a ver Nicholas. Easterbrook debe odiarte para haber provocado este encuentro.
-Es una basura-dijo el sonriendo.
Contempló su belleza y el brillo de sus ojos azules.
-Se diria que el matrimonio no te sienta bien.
Nicholas se tensó, sabia que si retomaba su relación con Marie, las murmuraciones llegarian hasta Miley quien sufriria terriblemente. Marie era una amante apasionada pero el duque todavía podia notar la mano helada de Miley en la suya mientras la otra cantaba. Debatiéndose entre las dos con su conciencia, decidió que era mejor buscar otra amante.
-El matrimonio tampoco le sienta bien a tu mujer-continuó Marie-Es muy hermosa pero tambien muy desgraciada.
-El matrimonio nos sienta bien a los dos-rectificó Nicholas-Estas equivocada.
-Si tu lo dices...
-Es la verdad-insistió el irritado ante la idea de que todo el mundo fuera testigo de sus desavenencias.
-En ese caso-dijo Marie, de la cual el duque siempre habia apreciado su perspicacia-es mejor que vuelvas al salón. Creo que Easterbrook esta intentando acercarnos de nuevo con la esperanza de consolar después a tu mujer-Vió que los hombros de Nicholas se tensaban y que sus ojos lanzaban rayos-Nunca te habia visto tan atractivo. Eres irresistible cuando estas enfadado...y celoso.
-Simplemente estoy enfadado-dijo Nicholas inclinándose ante su antigua amante.
Al volver al salón, buscó a Easterbrook con los ojos y después a Miley. Easterbrook estaba alli pero no su mujer. Se sintió aliviado al comprobar que nadie parecia haberse dado cuenta de su encuentro con Marie. Miley podria seguir mirándoles a todos con la cabeza alta.
Pero el mayordomo le anunció que la duquesa se habia ido. ¡Pequeña tonta! No podia volver al baile sin ella sin despertar la curiosidad de los demás. A el le daba igual pero seria Miley quien sufriria las consecuencias, sin duda por eso se habia ido y el e estaba obligado a quedar se ya que ella se habia llevado el carruaje.
Emily y Michael hicieron venir al suyo y sin hacer preguntas, aceptaron acompañar al duque hasta se residencia de Londres donde pasó una noche difícil. La imagen de Miley y de su atrevido escote no se le iba de la cabeza, ella habia intentado provocarle y el se habia pasado la noche viendo como los demas hombres la devoraban con los ojos.
Si ella no se hubiera comportado asi, el jamás se habria reunido con Marie en la terraza.
-¡Que hermosa eres!-susurró el notando como temblaba el cuerpo de Miley bajo su contacto.
El besó sus labios y la metió entre las sábanas. Ella cerró los ojos y apartó la cabeza, Nicholas la vió enrojecer y apagó las velas para no herir su pudor. Para no dejarla sola se desnudó al lado de la cama, lego se acostó a su lado y la trajo suavemente a sus brazos. Miley se tensó cuando el acarició con ternura su espalda desnuda, el se detuvo y la sostuvo contra el con la cabeza en su hombro.
Pronto notó su respiración que se aceleraba mientras que el ni siquiera la tocaba. ¡Como se odiaba a si mismo! Si no conseguía relajarla le iba a provocar dolor independientemente de la suavidad con que la tratara.
-Charlemos un poco-dijo el.
Ella pareció tan aliviada que el emitió una pequeña risa.
-Me gustaria, si fuera posible, alejar de tu mente el recuerdo de lo que pasó. Tambien me gustaria que olvidaras todo lo que has oido decir sobre las relaciones sexuales y que me escuches a mi.
-De acuerdo.-murmuró ella.
-La expresiones como “someterse” o “ceder” no tienen nada que ver con el amor. No se trata de una obligación ni de un deber. No voy a tomarte a la fuerza y tu no vas a sentir dolor-le acarició la mejilla. Lo que va a pasar es un intercambio. Tengo tantas ganas de estar cerca de ti que me gustaria formar parte de tu ser. Querida cuando este dentro de ti, yo me entregare a ti igual que te he dado mi amor y mi nombre. Te daré mi simiente, el símbolo de mi amor.
Nicholas notó que ella dudaba pero volvió la cabeza hacia el y le ofreció sus labios. El la besó con una ternura infinita, ella se relajó un poco y le devolvió el beso con todo el amor del que era capaz.
Los labios de la joven se entreabrieron, anudó los brazos alrededor del cuello de su marido y se abandonó a la pasión de sus alientos mezclados. La lengua de Nicholas la atormentó hasta casi volverla loca de deseo.
El acarició su pelo, y luego su mano descendió hasta su cuello y sus pechos, notó sus pezones que se erguian orgullosos bajo su pulgar, Miley tembló de placer y se apretó contra el. Pero cuando notó el contacto con el sexo de el, se apartó rápidamente como si acabara de quemarse. A pesar de su resistencia, Nicholas la retuvo contra el.
-No-murmuró el cuando ella intentó alejarse de su virilidad-No te haré daño.
Ella abrió los ojos y le dirigió una mirada tan acusadora que el casi sonrió.
-Pon la mano en mi pecho-dijo el-Solo en mi pecho-dijo el viendo que dudaba.
En cuanto ella toco la piel caliente de su torso, los músculos de Nicholas se tensaron.
-Mira como recacciona mi cuerpo solo con tu contacto. La parte de mi cuerpo que te da miedo solo reacciona con tu cercania porque te desea.
La atrajo contra sus caderas y sus muslos pero ella seguia rigida.
-No me digas que tienes miedo de que te produzca dolor cuando te he prometido que no seria asi.
Miley tragó con esfuerzo y sacudió la cabeza. Tenia que confiar en el. Le acarició el pelo negro del pecho y sintió el corazón de Nicholas latiendo muy deprisa al igual que la tensión de sus músculos cuando se aventuró un poco mas lejos.
-Querida-gimió el-Mira lo que me haces. Es humillante para mi saber que basta con que me roces para hacerme reaccionar aunque me esfuerce por dominarme. Es todavía mas humillante decírtelo pero lo hago para que puedas estar orgullosa del poder que tienes sobre mi. Nuestro amor no puede ser disminuido por la vergüenza.
Miley apretó todo su cuerpo con el de su marido, temblando, le besó la frente, los párpados y los labios. Nicholas se apoderó de su boca y cuando la puso de espaldas para acariciarla con sus expertas manos, Miley fue invadida por sensaciones todavía desconocidas para ella.
-Te quiero-murmuró el contra sus labios entreabiertos-Te quiero tanto que me duele. No te haré daño te lo prometo.
-Lo se-dijo Miley-Incluso aunque me hicieras daño todas las noches no pasaria nada, ya que tu deseas formar parte de mi para siempre.
Nicholas la besó con una pasión devoradora, le acarició los pechos y jugó con sus pezones. Ella gimió cuando sus labios tomaron el mismo camino que sus dedos.
Cada movimiento de ella, cada sonido que hacia, le hacian a el el mismo efecto que un afrodisíaco. Nunca habria creido que la desearia tan violentamente.
Ella le acariciaba el pelo, la nuca y la espalda y arañaba su piel con las uñas. Cuando Nicholas puso la mano en la intimidad de ella, Miley intentó retroceder y cerró las piernas. Pero el le abrió con delicadeza los muslos y la acarició con sus expertos dedos hasta que estuvo preparada para recibirle.
Miley salió del mundo de placer en el que estaba en cuanto noto que Nicholas se ponia encima de ella. Aterrorizada le dejó abrirle los muslos, después el le levanto las caderas. Ella contuvo un grito de pánico, dispuesta a sufrir pero solo sintió su calor que entraba suavemente en ella. Se relajó y luego suspiró de placer cuando el estuvo dentro de la suavidad de ella.
Hubiera querido quedarse asi toda la vida, creyó que se iba a detener y tuvo ganas de llorar para que continuara. Después Nicholas empezó a moverse y Miley se olvidó de todo. Sintió como subia en ella una oleada de calor desde su vientre que se propagaba por todo su cuerpo. Se arqueó suplicándole pero no sabia en realidad que estaba pidiendo.
Nicholas si que lo sabia, y el queria tanto darle placer que el suyo propio no era importante.
-Pronto querida-prometió acelerando el ritmo.
Un volcan explotó en las entrañas de Miley con tanta intensidad que la hizo gritar. Nicholas la besó apasionadamente antes de derramarse en ella.
Con miedo de aplastarla, la abrazó y rodó de costado con ella, luego la acunó suavemente, hundido en un paz como nunca antes habia conocido. Creyó que ella iba a dormirse en sus brazos pero al cabo de unos minutos ella levantó hacia el sus ojos verdes que brillaban.
-¿Eres feliz querida?
-Si-respondió ella con la sonrisa de una mujer enamorada y que se sabe amada.
El le besó la frente y ella se apretó contra el, con su dedo empezó a dibujar pequeños circulos en el pecho de el.
-¿En que piensas?-preguntó el duque.
-En nada-respondió ella con un tono poco convincente.
Nicholas le levantó la barbilla obligándola a mirarle.
-¿Cómo?-insistió.
-Me decia que si esto hubiera sido asi la otra vez, me hubiera quedado y hubiera insistido en que te casaras conmigo de inmediato.
Nicholas la besó riendo. Tenia mas ganas de divertirse que de dormir. Miley miró los troncos que ardian en la chimenea.
-¿Tienes sueño?-preguntó el.
-Nada.
-Mejor, yo tampoco. ¿Quieres encender las velas que estan en la mesilla de noche?
-Tus deseos son ordenes-dijo ella enderezándose.
Sin embargo levantó las sábanas para que el no viera su desnudez.
Nicholas sonrió ante ese pudor y colocó las almohadas. Cuando ella vió que el la miraba, se pasó una mano por el pelo revuelto.
-Esta usted muy guapa señora.
Ella se dijo que el habia visto a numerosas mujeres desnudas en su vida y pensó que habria hecho las mismas cosas con ella. Además, muchos hombres casados mantenian amantes.
-Nicholas, creo que nunca conseguiré hacer como que no me doy cuenta...a aceptar...
-¿Aceptar que?
-¡Que tengas una amante!
Nicholas la miro con incredulidad y luego empezó a reir. Al ver que hablaba en serio se esforzó por controlarse.
-Nunca tendré una amante-prometió.
-Gracias-murmuró Miley-Eso me haria sufrir mucho.
-No lo dudo.
Algunos minutos después, Nicholas se acordó del estuche que habia guardado en su mesilla de noche.
-Tengo un regalo para ti.
Miley también tenia uno para el. Se levantó de la cama.
-Le pedi a Clarissa que lo guardara en mi habitación-dijo ella.
En cuanto vió la dirección de la mirada de el, Miley cogió su camisón de encaje.
El le dio un collar de esmeraldas, asi como la pulsera y los pendientes haciendo juego. Cada piedra estaba rodeada de diamantes.
-Joyas de duquesa-murmuró el besándola.
-Aquí tienes un regalo digno de un duque-dijo Miley sentándose a su lado.
El empezó a reir al descubrir el monóculo que ella le dio en recuerdo de su conversación en el baile de máscaras de los Armand.
-¡Cuánto te amo!-dijo el con voz roca mientras la abrazaba.
Al sentir el contacto de sus pechos desnudos contra el, Nicholas notó como su cuerpo cobraba vida. No deseaba asustarla mostrándose demasiado ansioso en su primera noche y se apartó de ella.
-¿Peso demasiado?-preguntó Miley.
-No pero creo que deberias dormir un poco-propuso el con una voz teñida de añoranza.
-Pero no tengo sueño.
-¿Estas segura?-preguntó el acariciándole la mejilla-¿Entonces que te gustaria hacer?
Por toda respuesta Miley se ruborizó y luego escondió la cara en el cuello de el.
Nicholas se rió mientras la apretaba contra el.
-Supongo que eso seria la mejor cosa que podriamos hacer, en efecto.
Una semana mas tarde, el duque y la duquesa salieron de viaje de negocios a Francia, donde se quedaron un mes. Contra todo pronóstico, la pareja, al volver a Inglaterra, no se instaló en su casa de Londres. Parecian preferir la calma y la serenidad de Claymore, lo cual no les impedia llevar una activa vida social.
En la alta sociedad no era normal ver a un matrimonio siempre juntos, sin embargo el duque y la duquesa de Claymore eran la excepción a la regla. Eran inseparables y todos envidiaban lo bien que se llevaban. Era una pareja perfecta. El viril y elegante con una desenvuelta sonrisa en los labios riendo de las bromas de su mujer como nunca antes lo habia hecho. Irradiaban un amor que causaba sensación en la alta sociedad de Londres.
Nicholas estaba locamente enamorado de Miley. Cada noche sentia una pasión que solo crecia con el tiempo. Ella se rebeló como una amante ardiente y preocupada por el placer de Nicholas. En pocas semanas toda timidez habia desaparecido. Se abandonaba voluntariamente dejándose llevar por el torbellino de sensaciones hasta gritar de placer. Después el la mantenia en sus brazos murmurándole palabras de amor hasta que se dormian, saciados y felices.
Durante el dia, a Miley le gustaba acurrucarse en un sillón para mirar a su marido mientras este trabajaba. De ves en cuando el levantaba la cabeza de sus papeles como para asegurarse de que estaba alli. A el parecia gustarle ese trabajo aunque no estuviera obligado a hacerlo. Según Stephen en cinco años el habia doblado la fortuna de los Westmoreland. A veces ella salia pero enseguida le echaba de menos.
Por la noche el podia mostrarse dulce como la noche de bodas o provocarla o incluso ser brutal y tomarla de forma salvaje, y Miley no sabia que le gustaba mas. Al principio se habia sentido aterrorizada por el poder sensual que ella tenia sobre el pero pronto se sintió orgullosa por desencadenar tal virilidad.
Cinco meses después estaba embarazada.
Cuando estaba en sus brazos estaba a la vez desesperada y nerviosa. No se atrevia a decirle a Nicholas su estado ya que su amiga Therese de la Ville le habia asegurado que el embarazo le permitiria tomarse un respiro en las atenciones de su marido. Miley no queria tomarse un respiro pero tampoco queria dañar a su hijo. Además Nicholas nunca habia expresado sus deseos de ser padre. Ella pensaba que todos los hombres deseaban tener hijos, sobretodo los que tenian un titulo que transmitir. Cuando empezó a sentir los primeros síntomas, guardó silencio.
Algún tiempo después, cuando Miley montaba para dar un paseo a caballo, Nicholas la detuvo.
-A Khan le duele un poco la pata derecha-dijo-¿Y si diéramos un paseo a pie?
Miley no se habia dado cuenta de la herida de su caballo y habia muchos otros en los establos pero no le contradijo, incluso se sintió aliviada porque tenia miedo de caerse. A partir de esa noche, el comportamiento de Nicholas cambió. La acariciaba hasta volverla loca de deseo y luego la tomaba con toda la delicadeza del mundo, retrasando lo mas posible la explosión final.
La semana siguiente ella se dijo que estaba siendo ridícula, se moria de ganas de dar la noticia a su marido. En Londres compró ropita de bebé y empezó a bordarla en secreto en su habitación. Le enseño el fruto de sus esfuerzos a Mary y a Clarissa que estallaron en carcajadas.
-¿Cuándo le va a decir a Su Gracia que esta esperando un hijo?-preguntó Clarissa emocionada.
-Se lo voy a decir por medio de esta ropa esta noche después de la cena.
Con una sonrisa conspiradora ella escondió el pequeño vestidito cerca de su papel de cartas y luego se fue al comedor. Después de la cena, mientras Nicholas acababa su copa, Miley fingió estar concentrada en la lectura.
-Me pregunto porque me siento tan cansada estos últimos dias-suspiró ella cerrando los ojos.
No vió la sonrisa llena de orgullo de su marido.
-¿De verdad querida?
Sospechaba algo pero no estaba seguro.
-Queria contestar la carta de mi tia esta noche y acabo de darme cuenta de que la he olvidado en mi secreter. ¿Me la puedes traer?
Nicholas se levantó le dio un beso en la frente y luego subió las escaleras de dos en dos. Entró en la habitación y sonrió al oler el aroma de su perfume.
Mientras se preguntaba porque ella todavía no le habia dicho nada sobre su embarazo, abrió el cajón del secreter, cogió algunas hojas de papel y se puso a buscar la carta de la tia Anne. Apartó lo que le pareció que era un pañuelo blanco y continuó buscando entre las hojas de papel de cartas. Entonces descubrió una hoja doblada, la abrió y leyó lo que Miley habia escrito meses antes en casa de Emily cuando intentaba que Nicholas volviera con ella, en ella decia que por desgracia estaba embarazada y que deseaba hablar con el.
¿Por desgracia? Nicholas no entendia nada ¿Por qué deseaba ella verle? Luego se dio cuenta de que la carta estaba fechada dos meses antes de su boda. De hecho ella la habia escrito el dia antes de su reconciliación, cuando Nicholas habia llevado a Vanesa a Claymore. El nombre del destinatario de la carta no se mencionaba pero desde luego la escritura era la de Miley. Luego ella se la habia escrito a un hombre del cual ella creia estar embarazada. La mente de Nicholas se negaba a creer que Miley se hubiera burlado de el. Ella habia hecho teatro en su reconciliación murmurándole “te amo”, y todo porque esperaba un hijo de un hombre que se negaba a asumir la responsabilidad.
Lo único que ella queria era un padre para su bastardo, luego debia de haber tenido un aborto. Recordó que ella parecia extenuada poco antes de la boda.
Luego Nicholas pensó en todas las veces que Miley se habia ido de compras a Londres o a visitar a los amigos. El niño que ella llevaba en este momento sin duda no era de el. Solo era una arrastrada, y el la habia amado tanto...
Su dolor se transformó paulatinamente en rabia, su mano se cerró en la misiva y la tiró al cajón antes de cerrar este con violencia, pero se quedó alli mirando el pequeño vestido blanco. Nicholas lo miró con asco, eso era lo que ella queria que encontrara, ¡Qué manera de darle la noticia! Tiro el trajecito al suelo y la pisoteó con rabia.
-Veo que lo has encontrado-dijo Miley desde la puerta.
-¿Para cuando lo esperas?-preguntó el friamente.
-Dentro de aproximadamente siete meses.
-No lo quiero-dijo Nicholas con una deliberada crueldad.
Clarissa y Mary, al ver la reacción del duque, retrocedieron asustadas mientras le veian bajar la escalera loco de ira. La puerta de entrada se cerró con estrépito detrás de el. Al entrar en la habitación de Miley, Clarissa la descubrió de rodillas cerca del secreter. La joven lloraba en silencio con el pequeño trajecito que habia bordado con tanto cariño.
-No llore asi querida-dijo Clarissa-Vas a dañar al niño.
Pero Miley no podia parar y lloró con todas la lágrimas que tenia mientras recordaba las crueles palabras de Nicholas.
Miley se despertó al amanecer, era la primera vez que dormia sola desde su boda, Nicholas rechazaba a su hijo, el hijo de los dos. ¿Iba a renegar de el? Era imposible, sin duda les separaria desde el momento del nacimiento y le haria crecer lejos de ella. ¿Tan egoísta era que no podia soportar la presencia de un bebe?
Notó que una extraña fuerza la invadia, jamas dejaria que la separaran de su hijo, jamas.
Se levantó tarde con violentas nauseas. En el comedor, el plato de Nicholas estaba intacto.
-Su Gracia ha dicho que no tenia hambre-dijo un lacayo.
Miley se esforzó en comer en interes del niño y luego se fue para dar un largo paseo. Atraveso la rosaleda y entró en el pabellón que estaba al borde del estanque y alli se sentó desesperada. Al volver a la casa encontro a los criados llevándose las cosas de Nicholas.
-¿Qué sucede?-le pregunto horrorizada a Mary.
-Su Gracia va a instalarse en el ala este, tenemos que llevar sus cosas a la habitación de el y la suya servira de cuarto de niños.
-¿Si?-dijo Miley sabiendo que no soportaria estar separada de Nicholas-¿Puedes enseñarme donde estan sus nuevas habitaciones? Tengo que preguntarle que va a hacer esta noche, teniamos que salir.
Mary la acompañó y la dejó sola en la lujosa suite. Comprobó que Nicholas habia estado alli. Su camisa estaba tirada en un sillón y habia tirado los guantes en la cama. Abrió los armarios y acarició su ropa con lágrimas en los ojos. Habia que tener unos hombros muy anchos para llenar esas chaquetas. A ella siempre le habian gustado sus anchos hombros. Y sus ojos.
Estaba a punto de marcharse cuando apareció Nicholas, pasó por delante de ella sin decir nada y se quitó la chaqueta.
-¿Por qué estas haciendo esto Nicholas?-preguntó ella incapaz de contener las lágrimas.
El no se dignó contestar y se quitó la camisa.
-¿Es por...por nuestro hijo?-insistió ella con una voz apenas audible.
-Por el niño-corrigió el duque.
-¿No te gustan los niños?
-No los de otros-dijo el con tono helado.
Tiró la camisa sobre una silla y cogió el brazo de Miley para sacarla fuera de la habitación.
-¿Pero no quieres tener nunca tus propios hijos?-dijo ella mientras el la empujaba sin contemplaciones hacia el pasillo bajo la mirada de un lacayo.
-¿Mios?-repitió Nicholas amenazador.
-¿Iremos a casa de los Wilson esta noche? Hace semanas que acepté su invitación.
-Yo voy a salir-dijo el-Tu haz lo que quieras.
-¿Pero vas a ir a casa de los Wilson?-insistió Miley-Si vas...
-No-cortó el duque-Y si te vuelvo a ver en esta habitación o incluso en este ala del castillo, te echaré yo personalmente, y te garantizo que no te gustará.
Con estas palabras le cerró la puerta en las narices.
Miley se levantó con las primeras luces del alba y se puso delante de la ventana para mirar como salia el sol el dia de su boda. La casa ya empezaba a despertar aunque la ceremonia estaba prevista para las tres de la tarde.
Hacia el medio dia, todo se aceleró. Clarissa cepillaba el pelo caoba de la joven mientras que las criadas entraban y salian de la habitación, Emily entró, vestida con un salto de cama con Courtney pisándole los talones.
-Buenos dias-dijo Miley divertida.
-¿Estas nerviosa?-preguntó Emily.
-Mas bien estoy feliz-respondió ella.
-No me digas que no estas por lo menos un poco inquieta-insistió Courtney lanzando una mirada cómplice a los demás-Espero que Su Gracia no haya cambiado de opinión.
-Se que no-aseguró Miley con serenidad.
-Bueno-dijo la madre de Nicholas entrando en la habitación-Veo que reina aquí el mismo ambiente que en nuestra casa. Stephen está volviendo completamente loco a su hermano.
-¿Nicholas está nervioso?-preguntó Miley.
-Más de lo que te puedo decir-respondió la duquesa sentándose al lado de lady Anne.
-¿Pero porque?-preguntó Miley repentinamente alarmada.
-¿Por qué? Hay una docena de razones para estar nervioso y todas ellas tienen algo que ver con Stephen. Esta mañana ese bribón intentó hacerle creer que habias pensado irte. Nicholas estuvo a punto de lanzarse en tu busca pero su hemano le confesó que solo era una broma.
-¡Pobre Nicholas!
-Pobre Stephen-corrigió la duquesa-He venido porque no queria asistir al asesinato de mi hijo pequeño a manos de su hermano mayor.
El tiempo paso volando y pronto Miley estuvo vestida y dispuesta a pasar la inspección de Anne y de la duquesa.
-Querida niña-dijo esta última-jamás he visto tanta belleza.
Retrocedió para admirar mejor el vestido color marfil bordado con perlas. El escote realzaba el magnifico pecho de Miley, un cinturón de oro y diamantes ceñia su cintura, no llevaba velo pero su pelo, estirado hacia atrás, se sujetaba con una diadema de perlas y diamantes. Sus rizos color caoba caian en cascada sobre sus hombros ya que a Nicholas le gustaba más así.
-Pareces una princesa medieval-dijo la madre de Nicholas.
Anne estaba callada, Al ver a su sobrina a punto de convertirse en duquesa, ella pensaba en la salvaje niña subida en el lomo de un caballo con los pies desnudos y vestida con pantalones..
-Deberiamos salir ya-sugirió con un nudo de emoción en la garganta-Tu padre me ha dicho que ya habia una cantidad increíble de gente. Todo Londres ha venido a ver tu boda.
En la Iglesia, Stephen se reunió con su hermano, quien estaba visiblemente nervioso.
-La muchedumbre es impresionante-dijo divertido
-Dile a mi cochero que esté preparado-dijo Nicholas-Si ella no está aquí dentro de cinco minutos, voy a ir a buscarla.
-Harias mejor echando una ojeada fuera y asi comprenderias porque se retrasa Miley.
Nicholas siguió a su hermano.
-¿Qué esta pasando?
-Es el matrimonio de un duque-dijo Stephen-Y con una joven que no es noble ni es una heredera. Es el cuento de hadas del siglo y nadie quiere perdérselo.
-¿Quién demonios les ha invitado?-preguntó Nicholas preocupado sobre todo por la ausencia de su prometida.
-Dado que no somos los propietarios de esta Iglesia, puede que hayan considerado que tenian derecho a estar aquí. En cualquier caso, ya no queda sitio.
-Vuestra Gracia-interrumpió el obispo-Ha llegado la novia.
El altar estaba iluminado con cirios blancos, el sonido del órgano llenó la Iglesia. Miley miró a sus damas de honor que avanzaban por el pasillo.
-Alexander te desea buena suerte-susurro Therese.
Miley se emocionó tanto que sus ojos se llenaron de lágrimas. Se encontró de pronto sola al lado de su padre con quien habia intercambiado algunas tonterías desde su llegada a Londres dos dias antes.
-¿Estas nervioso padre?-preguntó mirándole.
-¿Por qué deberia estarlo?-respondió el con voz ronca-Voy a llevar a la mujer más hermosa del mundo hasta el altar. Puede que no me creas porque siempre nos hemos llevado mal, pero debo decirte que nunca le hubiera concedido tu mano a un duque si un hubiera estado seguro de que estaba hecho para ti. Enseguida comprendí que estabais hechos del mismo material. Solo hablamos de dinero cuando accedí a su petición.
-Me alegar que me lo digas-dijo Miley besándole en la frente.
La música se detuvo y Miley puso una mano temblorosa en el brazo de su padre. Avanzaron lentamente hasta el altar bajo la mirada de miles de personas.
Nicholas contemplaba a la novia mas hermosa que habia visto en su vida con el corazón lleno de alegria y de orgullo. Ella se presentaba ante el ruborizada por la timidez pero con la cara descubierta, levantó los ojos hacia el y le sostuvo la mirada.
La muchedumbre vió al duque, vestido de púrpura, avanzar y coger la mano de Miley sonriéndole.
-Buenos dias mi amor-murmuró el.
La emoción llegó al límite y algunos tuvieron que sacar sus pañuelos.
Los novios intercambiaros sus votos y cuando ella prometió obedecerle, Nicholas levantó una ceja lo que estuvo a punto de provocar una carcajada a Miley. Al final fueron declarados marido y mujer. La música sonó de nuevo, Nicholas besó a la novia pero solo le dio un casto beso en los labios, muy diferente de los que tenia por costumbre darle. Miley pareció sorprendida.
-Voy a tener que entrenarme-murmuró el mientras los dos se daban la vuelta.
-Sera un placer para mi, hacerle repetir una y otra vez Vuestra Gracia.
El duque de Claymore dejó la Iglesia con la joven duquesa del brazo.
Su propia calesa habia quedado bloqueada cerca de la Iglesia por culpa de la circulación. Anne y Edward Gilbert tuvieron que acomodarse a desgana, en el coche que llevaba a la pareja hasta Claymore House. Esta situación no dejaba mucha intimidad al joven matrimonio.
Mientras oia la conversación de los demas, Miley miraba su alianza. Esta joya significaba para ella que pertenecia a su marido.
¿Su marido? Miley le miró de reojo. Dios mio...Este hombre de un metro ochenta, viril y elegante, lleno de fuerza contenida...Y ahora ella llevaba su nombre. Era a la vez aterrador y maravilloso.
Al bajar del coche, Miley se sorprendió al ver que el personal al completo estaba en fila delante de la entrada para dar la bienvenida a la joven duquesa.
Nicholas la llevó hacia ellos y Miley dedicó una timida sonrisa a los cincuenta rostros que la miraban.
-Valor-le susurro el.
Ellos le dieron la bienvenida con un atronador aplauso.
-Hay otra tradición-dijo el duque una vez que se hizo el silencio.
Miró a los criados con aspecto serio y repitió las palabras de su antepasado el primer duque de Claymore.
-Esta es vuestra señora, mi mujer. Cuando ella de una orden, soy yo quien la esta dando. Todo lo que hagais por ella, lo estais haciendo por mi, vuestra lealtad hacia ella será la misma que para mi.
Después despidió a los sirvientes y llevó a su esposa dentro de la casa. Cuando llegaron al salón blanco y dorado, Nicholas sirvió champán a lord y lady Gilbert asi como a Miley. Stephen y su madre se reunieron con ellos, las ciento veintiséis habitaciones del castillo y la setenta de los otros edificios estaban todas ocupadas por los invitados llegados en su mayor parte el dia anterior.
-¿Quieres descansar un poco mi amor?-pregunto Nicholas mientras le entregaba una copa.
La fiesta tenia que empezar a las ocho de la noche y además Clarissa tenia que planchar su vestido, de modo que apenas tenia tiempo de beber un poco de champan y dejó la copa a disgusto.
Nicholas notó su decepción y la acompañó hasta su habitación llevando la botella. Se detuvo delante de la puerta contigua a la suya y la abrió.
-¿Quieres que haga que suban un poco de champan querida?
Antes de que ella pudiera responder la boca de Nicholas descendió sobre la suya dándole un beso apasionado.
Habian puesto una alfombra roja en la entrada de la casa que estaba iluminada para recibir a los invitados. Poco a poco iban subiendo los escalones flanqueados por lacayos con librea roja y oro.
En la sala de baile, Miley se mantenía cerca de su marido y oia al mayordomo anunciando el nombre y el titulo de los invitados que iban entrando.
-Lady Amelia Eubank-oyó Miley dando un respingo al ver a la anciana dama con un turbante verde manzana y un vestido de satén púrpura.
-Me da la impresión señora-dijo Nicholas con una sonrisa-de que he estado a la altura en mi papel de rival de Sevarin.
Lady Eubank se echó a reir y se inclinó hacia el como si estuviera conspirando.
-De hecho queria preguntarle porque habia usted elegido instalarse alli
-Por la razón que usted se imagina-respondió el mirando a Miley.
-¡Lo sabia!-exclamó ella triunfante-Tarde varias semanas en estar segura. Pequeño bribón-añadió casi con afecto ajustando sus impertinentes para encontrar alguien sobre quien caer.
La cena fue un éxito
-¡Por la duquesa de Claymore!-brindó Stephen.
Miley sonrió a su suegra y levantó la copa hacia ella.
-Creo que Stephen se refiere a ti querida-dijo Nicholas ahogando una carcajada.
-¿A mi? ¡Ah si por supuesto!-dijo ella bajando rápidamente el brazo para intentar disimular su error.
Pero era demasiado tarde, todos los invitados se habian dado cuenta y se reian a carcajadas.
Después fue el turno del duque para proponer un brindis. Miley notó que su corazón se llenaba de orgullo cuando el se levantó.
-Hace algunos meses en Paris-dijo el muy serio-una encantadora joven me acusó de hacerme pasar por un duque, diciéndome que era un vulgar impostor y aconsejándome elegir otro titulo. Decidí entonces que elegiria algo mas que un titulo, elegiria convertirme en el marido de esa joven belleza.-sonrió-Puedo asegurar que mi primer titulo fue más facil de conseguir que el último y que posee menos valor a mis ojos.
Cuando los músico iniciaron el primer vals, el duque llevó a su esposa hasta la pista, la cogió y la llevó en un torbellino al cual pronto se unieron el resto de los invitados.
Todos los sentidos de Nicholas se despertaron al oler el perfume de Miley. Penso en la noche del dia siguiente o del otro cuando la haria suya, la sangre le hervia en las venas e intentó dirigir sus pensamientos hacia otra cosa, pero al cabo de unos segundos no pudo controlarse y se encontró desnudándola mentalmente, acariciandola con sus manos y su boca hasta volverla loca.
Martín Stone vino para pedir a Miley el siguiente baile, Nicholas bailó con su madre y la fiesta duró horas. Bastante después de medianoche la pareja dejó la pista cogidos del brazo riendo con los invitados.
Era evidente que ella se divertia mucho y el duque no tenia ninguna prisa por sacarla de alli. Después de todo, esa noche el iba a dormir solo en su cama, pero sin embargo tenia la sensación de que todos los invitados estaban esperando ver que se reiraban.
-En nombre de Dios-le susurró lord Rutherford-si te estas preguntando cuando puedes llevártela sin provocar murmuraciones, te diré que el momento ha pasado desde hace al menos dos horas.
-Siento tener que terminar con la fiesta-dijo el duque a Miley reuniéndose con ella-pero si no nos vamos pronto, los invitados van a empezar a hacerse preguntas. Vamos a despedirnos de tus tios.
El sonrió pensando en lo absurdo de la situación.
Después sin una palabra mas, Nicholas condujo a Miley al ala oeste sin darse cuenta que ella se tensaba e intentaba ir más despacio. Estaba preocupado por otro problema: ¿Tenia que llevar a su mujer a sus habitaciones o a las de el? Habia criados por todas partes y no queria que fueran testigos de esta ausencia de intimidad conyugal en su noche de bodas.
Acababa de decidirse por las habitaciones de ella cuando aparecieron dos lacayos. Sintiéndose culpable Nicholas dio media vuelta y abrió la puerta de su propia habitación. Miley se quedó inmóvil en la entrada, paralizada al ver el lugar donde el la habia violado.
-Ven querida-dijo con amabilidad mientras vigilaba el pasillo-No tienes nada que temer.
Ella hizo un esfuerzo para alejar sus malos recuerdos y obedeció. Con un suspiro de alivio, Nicholas cerró la puerta y la llevo hasta un sofá cerca de la chimenea. Quiso sentarse a su lado pero su rostro serio le convenció de que seria mas sensato sentarse enfrente de ella en un sillón.
Era imposible tener habitaciones separadas esta noche. Eso pareceria algo extraño a los criados. La miró, estaba mirando la chimenea evitando mirar la enorme cama, debia estar preguntándose porque la habia llevado alli si tenia intención de cumplir su promesa.
-Vas a dormir aquí querida, sino los criados se van a extrañar. Yo dormiré en el sofá.
Ella le sonrió vagamente como si estuviera a mil kilómetros de alli.
-¿Quieres hablar?-propuso el para romper el opresivo silencio.
-Si.
-¿De que?
-De cualquier cosa.
Nicholas buscó desesperadamente un tema de conversación.
-Ha hecho muy buen dia hoy-dijo al fin- No ha llovido.
Se sentia completamente ridículo.
Alguien llamó discretamente a su puerta y a la de Miley.
-¿Quién demonios?
-Debe ser Clarissa-dijo Miley levantándose y buscando la puerta de comunicación.
Nicholas abrió irritado a su ayuda de cámara.
-Buenas noches Vuestra Gracia-dijo este entrando.
Furioso contra los criados, acompañó a Miley a su habitación y se retiró a un pequeño despacho contiguo a la suya olvidando la presencia del ayuda de cámara.
¿Cómo podia Miley seguir teniendo miedo de el después de esas ocho semanas de ternura y complicidad? ¿Cómo podia haber sido lo bastante loco como para hacer esa promesa?
-¿Puedo ayudarle Vuestra Gracia?-preguntó el criado.
-Le llamaré si le necesito-respondió secamente el duque-Eso es todo Armstrong, buenas noches.
Despidió al criado y echó la llave.
Volvió al despacho, se quitó la chaqueta, se sirvió un coñac y cogió un libro. Después de intentar leer algunas paginas, todavía no habia conseguido relajarse y cerró el libro. Se detestaba a si mismo, al fin y al cabo solo seria una noche solitaria mas. Después de ocho semanas de abstinencia, eso no era nada. Sin embargo se trataba de su noche de bodas.
Le dio a Miley un poco más de tiempo antes de volver a su habitación, pero ella no estaba alli, fue corriendo hasta la habitación de ella pero tampoco estaba. Su corazón se detuvo, ella no podia haber huido.
Nicholas volvió a sus habitaciones y encontro a Miley de pie delante de su cama, aun a la luz de las velas el podia ver el miedo en su mirada. Ella levantó los ojos hacia el intentando disimular su miedo detrás de una sonrisa.
-¿Quién eres en realidad?-preguntó ella con el mismo tono conspirador que en el baile de mascaras de los Armand.
-Un duque-respondió el-Además de tu marido. ¿Y tu?
-¡Una duquesa!-exclamó ella a la vez feliz e incrédula.
-¿Y mi mujer?
Ella asintió mientras su sonrisa se desvanecia. El la miro unos segundos y de pronto ya no le dolio no poder hacerle el amor esa noche. Lo único que contaba era que ella fuera su esposa.
-¿Mi devota esposa?-preguntó bromeando.
Ella volvió a asentir y el notó la diversión en su mirada.
-Entonces acercate-ordenó con voz ronca.
Una oleada de aprensión se apoderó de ella pero se aproximó a el con lentitud. De pronto, Nicholas descubrió la ropa que ella llevaba y reprimió un gemido. Su camisón de encaje blanco dejaba ver la pálida piel de sus brazos, sus pechos e incluso sus largas piernas. Esta visión hizo nacer en el un deseo irresistible. Ella se detuvo a algunos pasos de el como si no pudiera ir mas lejos.
-¿Tu...no has olvidado tu promesa verdad?-dijo con voz temblorosa.
-Por supuesto que no-aseguró el torturado.
El fue hacia ella y la cogió con ternura en sus brazos esforzándose por ignorar la sensación que le producia el contacto de sus pechos casi desnudos contra su torso. Quiso besarla pero ella temblaba tanto que se contuvo y se contentó con acunarla suavemente mientras acariciaba su larga y sedosa cabellera.
-Cuando era pequeña-murmuró ella contra su pecho-por la noche en mi cama, me imaginaba muchas veces que habia algo en mi armario.
-Yo tenia soldados de plomo-dijo Nicholas- ¿Y tu?
-Monstruos-susurró ella-Grandes monstruos horribles con garras, con enormes pies y ojos saltones. Tambien estan en esta habitación. Hay recuerdos crueles escondidos en cada rincón.
-Lo se-dijo Nicholas torturado por los remordimientos-Pero no tienes nada que temer, no te pediré nada esta noche, tienes mi palabra.
Ella le dirigió una mirada tan embelesada que el se preguntó por milésima vez como habia sido capaz de hacerle algo asi, aquella famosa noche.
-Por la noche-continuó ella con los brazos alrededor de su cintura-cuando tenia miedo de los monstruos, acababa siempre por comprobar que no existian.
Nicholas sonrió, la verdad es que no le pegaba nada eso de quedarse escondida debajo de las sábanas.
-El armario no escondia monstruos nunca. Nicholas no quiero pasar mi noche de bodas sola en mi cama con miedo de mis recuerdos.
-¿Estas segura?-preguntó Nicholas con voz suave.
-Si-dijo Miley bajando la cabeza.
La llevó hasta la cama prometiéndose borrar para siempre esos horribles recuerdos de su memoria, con mano temblorosa le quitó el camisón. Sus hombros de nácar y sus rosados pezones parecieron a la luz de las llamas.