miércoles, 11 de junio de 2014

Tù eres mi Amor - Cap: 29



Miley se levantó con las primeras luces del alba y se puso delante de la ventana para mirar como salia el sol el dia de su boda. La casa ya empezaba a despertar aunque la ceremonia estaba prevista para las tres de la tarde.

Hacia el medio dia, todo se aceleró. Clarissa cepillaba el pelo caoba de la joven mientras que las criadas entraban y salian de la habitación, Emily entró, vestida con un salto de cama con Courtney pisándole los talones.

-Buenos dias-dijo 
Miley divertida.

-¿Estas nerviosa?-preguntó Emily.

-Mas bien estoy feliz-respondió ella.

-No me digas que no estas por lo menos un poco inquieta-insistió Courtney lanzando una mirada cómplice a los demás-Espero que Su Gracia no haya cambiado de opinión.

-Se que no-aseguró 
Miley con serenidad.

-Bueno-dijo la madre de Nicholas entrando en la habitación-Veo que reina aquí el mismo ambiente que en nuestra casa. Stephen está volviendo completamente loco a su hermano.

-¿Nicholas está nervioso?-preguntó 
Miley.

-Más de lo que te puedo decir-respondió la duquesa sentándose al lado de lady Anne.

-¿Pero porque?-preguntó 
Miley repentinamente alarmada.

-¿Por qué? Hay una docena de razones para estar nervioso y todas ellas tienen algo que ver con Stephen. Esta mañana ese bribón intentó hacerle creer que habias pensado irte. Nicholas estuvo a punto de lanzarse en tu busca pero su hemano le confesó que solo era una broma.

-¡Pobre Nicholas!

-Pobre Stephen-corrigió la duquesa-He venido porque no queria asistir al asesinato de mi hijo pequeño a manos de su hermano mayor.

El tiempo paso volando y pronto 
Miley estuvo vestida y dispuesta a pasar la inspección de Anne y de la duquesa.

-Querida niña-dijo esta última-jamás he visto tanta belleza.

Retrocedió para admirar mejor el vestido color marfil bordado con perlas. El escote realzaba el magnifico pecho de 
Miley, un cinturón de oro y diamantes ceñia su cintura, no llevaba velo pero su pelo, estirado hacia atrás, se sujetaba con una diadema de perlas y diamantes. Sus rizos color caoba caian en cascada sobre sus hombros ya que a Nicholas le gustaba más así.

-Pareces una princesa medieval-dijo la madre de Nicholas.

Anne estaba callada, Al ver a su sobrina a punto de convertirse en duquesa, ella pensaba en la salvaje niña subida en el lomo de un caballo con los pies desnudos y vestida con pantalones..

-Deberiamos salir ya-sugirió con un nudo de emoción en la garganta-Tu padre me ha dicho que ya habia una cantidad increíble de gente. Todo Londres ha venido a ver tu boda.

En la Iglesia, Stephen se reunió con su hermano, quien estaba visiblemente nervioso.

-La muchedumbre es impresionante-dijo divertido

-Dile a mi cochero que esté preparado-dijo Nicholas-Si ella no está aquí dentro de cinco minutos, voy a ir a buscarla.

-Harias mejor echando una ojeada fuera y asi comprenderias porque se retrasa 
Miley.

Nicholas siguió a su hermano.

-¿Qué esta pasando?

-Es el matrimonio de un duque-dijo Stephen-Y con una joven que no es noble ni es una heredera. Es el cuento de hadas del siglo y nadie quiere perdérselo.

-¿Quién demonios les ha invitado?-preguntó Nicholas preocupado sobre todo por la ausencia de su prometida.

-Dado que no somos los propietarios de esta Iglesia, puede que hayan considerado que tenian derecho a estar aquí. En cualquier caso, ya no queda sitio.

-Vuestra Gracia-interrumpió el obispo-Ha llegado la novia.

El altar estaba iluminado con cirios blancos, el sonido del órgano llenó la Iglesia. 
Miley miró a sus damas de honor que avanzaban por el pasillo.

-Alexander te desea buena suerte-susurro Therese.
Miley se emocionó tanto que sus ojos se llenaron de lágrimas. Se encontró de pronto sola al lado de su padre con quien habia intercambiado algunas tonterías desde su llegada a Londres dos dias antes.

-¿Estas nervioso padre?-preguntó mirándole.

-¿Por qué deberia estarlo?-respondió el con voz ronca-Voy a llevar a la mujer más hermosa del mundo hasta el altar. Puede que no me creas porque siempre nos hemos llevado mal, pero debo decirte que nunca le hubiera concedido tu mano a un duque si un hubiera estado seguro de que estaba hecho para ti. Enseguida comprendí que estabais hechos del mismo material. Solo hablamos de dinero cuando accedí a su petición.

-Me alegar que me lo digas-dijo 
Miley besándole en la frente.

La música se detuvo y 
Miley puso una mano temblorosa en el brazo de su padre. Avanzaron lentamente hasta el altar bajo la mirada de miles de personas.

Nicholas contemplaba a la novia mas hermosa que habia visto en su vida con el corazón lleno de alegria y de orgullo. Ella se presentaba ante el ruborizada por la timidez pero con la cara descubierta, levantó los ojos hacia el y le sostuvo la mirada.

La muchedumbre vió al duque, vestido de púrpura, avanzar y coger la mano de 
Miley sonriéndole.

-Buenos dias mi amor-murmuró el.

La emoción llegó al límite y algunos tuvieron que sacar sus pañuelos.

Los novios intercambiaros sus votos y cuando ella prometió obedecerle, Nicholas levantó una ceja lo que estuvo a punto de provocar una carcajada a 
Miley. Al final fueron declarados marido y mujer. La música sonó de nuevo, Nicholas besó a la novia pero solo le dio un casto beso en los labios, muy diferente de los que tenia por costumbre darle. Miley pareció sorprendida.

-Voy a tener que entrenarme-murmuró el mientras los dos se daban la vuelta.

-Sera un placer para mi, hacerle repetir una y otra vez Vuestra Gracia.

El duque de Claymore dejó la Iglesia con la joven duquesa del brazo.

Su propia calesa habia quedado bloqueada cerca de la Iglesia por culpa de la circulación. Anne y Edward Gilbert tuvieron que acomodarse a desgana, en el coche que llevaba a la pareja hasta Claymore House. Esta situación no dejaba mucha intimidad al joven matrimonio.

Mientras oia la conversación de los demas, 
Miley miraba su alianza. Esta joya significaba para ella que pertenecia a su marido.

¿Su marido? 
Miley le miró de reojo. Dios mio...Este hombre de un metro ochenta, viril y elegante, lleno de fuerza contenida...Y ahora ella llevaba su nombre. Era a la vez aterrador y maravilloso.

Al bajar del coche, 
Miley se sorprendió al ver que el personal al completo estaba en fila delante de la entrada para dar la bienvenida a la joven duquesa.

Nicholas la llevó hacia ellos y 
Miley dedicó una timida sonrisa a los cincuenta rostros que la miraban.

-Valor-le susurro el.

Ellos le dieron la bienvenida con un atronador aplauso.

-Hay otra tradición-dijo el duque una vez que se hizo el silencio.

Miró a los criados con aspecto serio y repitió las palabras de su antepasado el primer duque de Claymore.

-Esta es vuestra señora, mi mujer. Cuando ella de una orden, soy yo quien la esta dando. Todo lo que hagais por ella, lo estais haciendo por mi, vuestra lealtad hacia ella será la misma que para mi.

Después despidió a los sirvientes y llevó a su esposa dentro de la casa. Cuando llegaron al salón blanco y dorado, Nicholas sirvió champán a lord y lady Gilbert asi como a 
Miley. Stephen y su madre se reunieron con ellos, las ciento veintiséis habitaciones del castillo y la setenta de los otros edificios estaban todas ocupadas por los invitados llegados en su mayor parte el dia anterior.

-¿Quieres descansar un poco mi amor?-pregunto Nicholas mientras le entregaba una copa.

La fiesta tenia que empezar a las ocho de la noche y además Clarissa tenia que planchar su vestido, de modo que apenas tenia tiempo de beber un poco de champan y dejó la copa a disgusto.

Nicholas notó su decepción y la acompañó hasta su habitación llevando la botella. Se detuvo delante de la puerta contigua a la suya y la abrió.

-¿Quieres que haga que suban un poco de champan querida?

Antes de que ella pudiera responder la boca de Nicholas descendió sobre la suya dándole un beso apasionado.

Habian puesto una alfombra roja en la entrada de la casa que estaba iluminada para recibir a los invitados. Poco a poco iban subiendo los escalones flanqueados por lacayos con librea roja y oro.

En la sala de baile, 
Miley se mantenía cerca de su marido y oia al mayordomo anunciando el nombre y el titulo de los invitados que iban entrando.

-Lady Amelia Eubank-oyó 
Miley dando un respingo al ver a la anciana dama con un turbante verde manzana y un vestido de satén púrpura.

-Me da la impresión señora-dijo Nicholas con una sonrisa-de que he estado a la altura en mi papel de rival de Sevarin.

Lady Eubank se echó a reir y se inclinó hacia el como si estuviera conspirando.

-De hecho queria preguntarle porque habia usted elegido instalarse alli

-Por la razón que usted se imagina-respondió el mirando a 
Miley.

-¡Lo sabia!-exclamó ella triunfante-Tarde varias semanas en estar segura. Pequeño bribón-añadió casi con afecto ajustando sus impertinentes para encontrar alguien sobre quien caer.

La cena fue un éxito

-¡Por la duquesa de Claymore!-brindó Stephen.
Miley sonrió a su suegra y levantó la copa hacia ella.

-Creo que Stephen se refiere a ti querida-dijo Nicholas ahogando una carcajada.

-¿A mi? ¡Ah si por supuesto!-dijo ella bajando rápidamente el brazo para intentar disimular su error.

Pero era demasiado tarde, todos los invitados se habian dado cuenta y se reian a carcajadas.

Después fue el turno del duque para proponer un brindis. 
Miley notó que su corazón se llenaba de orgullo cuando el se levantó.

-Hace algunos meses en Paris-dijo el muy serio-una encantadora joven me acusó de hacerme pasar por un duque, diciéndome que era un vulgar impostor y aconsejándome elegir otro titulo. Decidí entonces que elegiria algo mas que un titulo, elegiria convertirme en el marido de esa joven belleza.-sonrió-Puedo asegurar que mi primer titulo fue más facil de conseguir que el último y que posee menos valor a mis ojos.

Cuando los músico iniciaron el primer vals, el duque llevó a su esposa hasta la pista, la cogió y la llevó en un torbellino al cual pronto se unieron el resto de los invitados.

Todos los sentidos de Nicholas se despertaron al oler el perfume de 
Miley. Penso en la noche del dia siguiente o del otro cuando la haria suya, la sangre le hervia en las venas e intentó dirigir sus pensamientos hacia otra cosa, pero al cabo de unos segundos no pudo controlarse y se encontró desnudándola mentalmente, acariciandola con sus manos y su boca hasta volverla loca.

Martín Stone vino para pedir a 
Miley el siguiente baile, Nicholas bailó con su madre y la fiesta duró horas. Bastante después de medianoche la pareja dejó la pista cogidos del brazo riendo con los invitados.

Era evidente que ella se divertia mucho y el duque no tenia ninguna prisa por sacarla de alli. Después de todo, esa noche el iba a dormir solo en su cama, pero sin embargo tenia la sensación de que todos los invitados estaban esperando ver que se reiraban.

-En nombre de Dios-le susurró lord Rutherford-si te estas preguntando cuando puedes llevártela sin provocar murmuraciones, te diré que el momento ha pasado desde hace al menos dos horas.

-Siento tener que terminar con la fiesta-dijo el duque a 
Miley reuniéndose con ella-pero si no nos vamos pronto, los invitados van a empezar a hacerse preguntas. Vamos a despedirnos de tus tios.

El sonrió pensando en lo absurdo de la situación.

Después sin una palabra mas, Nicholas condujo a 
Miley al ala oeste sin darse cuenta que ella se tensaba e intentaba ir más despacio. Estaba preocupado por otro problema: ¿Tenia que llevar a su mujer a sus habitaciones o a las de el? Habia criados por todas partes y no queria que fueran testigos de esta ausencia de intimidad conyugal en su noche de bodas.

Acababa de decidirse por las habitaciones de ella cuando aparecieron dos lacayos. Sintiéndose culpable Nicholas dio media vuelta y abrió la puerta de su propia habitación. 
Miley se quedó inmóvil en la entrada, paralizada al ver el lugar donde el la habia violado.

-Ven querida-dijo con amabilidad mientras vigilaba el pasillo-No tienes nada que temer.

Ella hizo un esfuerzo para alejar sus malos recuerdos y obedeció. Con un suspiro de alivio, Nicholas cerró la puerta y la llevo hasta un sofá cerca de la chimenea. Quiso sentarse a su lado pero su rostro serio le convenció de que seria mas sensato sentarse enfrente de ella en un sillón.

Era imposible tener habitaciones separadas esta noche. Eso pareceria algo extraño a los criados. La miró, estaba mirando la chimenea evitando mirar la enorme cama, debia estar preguntándose porque la habia llevado alli si tenia intención de cumplir su promesa.

-Vas a dormir aquí querida, sino los criados se van a extrañar. Yo dormiré en el sofá.

Ella le sonrió vagamente como si estuviera a mil kilómetros de alli.

-¿Quieres hablar?-propuso el para romper el opresivo silencio.

-Si.

-¿De que?

-De cualquier cosa.

Nicholas buscó desesperadamente un tema de conversación.

-Ha hecho muy buen dia hoy-dijo al fin- No ha llovido.

Se sentia completamente ridículo.

Alguien llamó discretamente a su puerta y a la de 
Miley.

-¿Quién demonios?

-Debe ser Clarissa-dijo 
Miley levantándose y buscando la puerta de comunicación.

Nicholas abrió irritado a su ayuda de cámara.

-Buenas noches Vuestra Gracia-dijo este entrando.

Furioso contra los criados, acompañó a 
Miley a su habitación y se retiró a un pequeño despacho contiguo a la suya olvidando la presencia del ayuda de cámara.

¿Cómo podia 
Miley seguir teniendo miedo de el después de esas ocho semanas de ternura y complicidad? ¿Cómo podia haber sido lo bastante loco como para hacer esa promesa?

-¿Puedo ayudarle Vuestra Gracia?-preguntó el criado.

-Le llamaré si le necesito-respondió secamente el duque-Eso es todo Armstrong, buenas noches.

Despidió al criado y echó la llave.

Volvió al despacho, se quitó la chaqueta, se sirvió un coñac y cogió un libro. Después de intentar leer algunas paginas, todavía no habia conseguido relajarse y cerró el libro. Se detestaba a si mismo, al fin y al cabo solo seria una noche solitaria mas. Después de ocho semanas de abstinencia, eso no era nada. Sin embargo se trataba de su noche de bodas.

Le dio a 
Miley un poco más de tiempo antes de volver a su habitación, pero ella no estaba alli, fue corriendo hasta la habitación de ella pero tampoco estaba. Su corazón se detuvo, ella no podia haber huido.

Nicholas volvió a sus habitaciones y encontro a 
Miley de pie delante de su cama, aun a la luz de las velas el podia ver el miedo en su mirada. Ella levantó los ojos hacia el intentando disimular su miedo detrás de una sonrisa.

-¿Quién eres en realidad?-preguntó ella con el mismo tono conspirador que en el baile de mascaras de los Armand.

-Un duque-respondió el-Además de tu marido. ¿Y tu?

-¡Una duquesa!-exclamó ella a la vez feliz e incrédula.

-¿Y mi mujer?

Ella asintió mientras su sonrisa se desvanecia. El la miro unos segundos y de pronto ya no le dolio no poder hacerle el amor esa noche. Lo único que contaba era que ella fuera su esposa.

-¿Mi devota esposa?-preguntó bromeando.

Ella volvió a asentir y el notó la diversión en su mirada.

-Entonces acercate-ordenó con voz ronca.

Una oleada de aprensión se apoderó de ella pero se aproximó a el con lentitud. De pronto, Nicholas descubrió la ropa que ella llevaba y reprimió un gemido. Su camisón de encaje blanco dejaba ver la pálida piel de sus brazos, sus pechos e incluso sus largas piernas. Esta visión hizo nacer en el un deseo irresistible. Ella se detuvo a algunos pasos de el como si no pudiera ir mas lejos.

-¿Tu...no has olvidado tu promesa verdad?-dijo con voz temblorosa.

-Por supuesto que no-aseguró el torturado.

El fue hacia ella y la cogió con ternura en sus brazos esforzándose por ignorar la sensación que le producia el contacto de sus pechos casi desnudos contra su torso. Quiso besarla pero ella temblaba tanto que se contuvo y se contentó con acunarla suavemente mientras acariciaba su larga y sedosa cabellera.

-Cuando era pequeña-murmuró ella contra su pecho-por la noche en mi cama, me imaginaba muchas veces que habia algo en mi armario.

-Yo tenia soldados de plomo-dijo Nicholas- ¿Y tu?

-Monstruos-susurró ella-Grandes monstruos horribles con garras, con enormes pies y ojos saltones. Tambien estan en esta habitación. Hay recuerdos crueles escondidos en cada rincón.

-Lo se-dijo Nicholas torturado por los remordimientos-Pero no tienes nada que temer, no te pediré nada esta noche, tienes mi palabra.

Ella le dirigió una mirada tan embelesada que el se preguntó por milésima vez como habia sido capaz de hacerle algo asi, aquella famosa noche.

-Por la noche-continuó ella con los brazos alrededor de su cintura-cuando tenia miedo de los monstruos, acababa siempre por comprobar que no existian.

Nicholas sonrió, la verdad es que no le pegaba nada eso de quedarse escondida debajo de las sábanas.

-El armario no escondia monstruos nunca. Nicholas no quiero pasar mi noche de bodas sola en mi cama con miedo de mis recuerdos.

-¿Estas segura?-preguntó Nicholas con voz suave.

-Si-dijo 
Miley bajando la cabeza.



La llevó hasta la cama prometiéndose borrar para siempre esos horribles recuerdos de su memoria, con mano temblorosa le quitó el camisón. Sus hombros de nácar y sus rosados pezones parecieron a la luz de las llamas.

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