miércoles, 11 de junio de 2014

Tù eres mi Amor - Cap: 30



-¡Que hermosa eres!-susurró el notando como temblaba el cuerpo de Miley bajo su contacto.

El besó sus labios y la metió entre las sábanas. Ella cerró los ojos y apartó la cabeza, Nicholas la vió enrojecer y apagó las velas para no herir su pudor. Para no dejarla sola se desnudó al lado de la cama, lego se acostó a su lado y la trajo suavemente a sus brazos. 
Miley se tensó cuando el acarició con ternura su espalda desnuda, el se detuvo y la sostuvo contra el con la cabeza en su hombro.

Pronto notó su respiración que se aceleraba mientras que el ni siquiera la tocaba. ¡Como se odiaba a si mismo! Si no conseguía relajarla le iba a provocar dolor independientemente de la suavidad con que la tratara.

-Charlemos un poco-dijo el.

Ella pareció tan aliviada que el emitió una pequeña risa.

-Me gustaria, si fuera posible, alejar de tu mente el recuerdo de lo que pasó. Tambien me gustaria que olvidaras todo lo que has oido decir sobre las relaciones sexuales y que me escuches a mi.

-De acuerdo.-murmuró ella.

-La expresiones como “someterse” o “ceder” no tienen nada que ver con el amor. No se trata de una obligación ni de un deber. No voy a tomarte a la fuerza y tu no vas a sentir dolor-le acarició la mejilla. Lo que va a pasar es un intercambio. Tengo tantas ganas de estar cerca de ti que me gustaria formar parte de tu ser. Querida cuando este dentro de ti, yo me entregare a ti igual que te he dado mi amor y mi nombre. Te daré mi simiente, el símbolo de mi amor.

Nicholas notó que ella dudaba pero volvió la cabeza hacia el y le ofreció sus labios. El la besó con una ternura infinita, ella se relajó un poco y le devolvió el beso con todo el amor del que era capaz.

Los labios de la joven se entreabrieron, anudó los brazos alrededor del cuello de su marido y se abandonó a la pasión de sus alientos mezclados. La lengua de Nicholas la atormentó hasta casi volverla loca de deseo.

El acarició su pelo, y luego su mano descendió hasta su cuello y sus pechos, notó sus pezones que se erguian orgullosos bajo su pulgar, 
Miley tembló de placer y se apretó contra el. Pero cuando notó el contacto con el sexo de el, se apartó rápidamente como si acabara de quemarse. A pesar de su resistencia, Nicholas la retuvo contra el.

-No-murmuró el cuando ella intentó alejarse de su virilidad-No te haré daño.

Ella abrió los ojos y le dirigió una mirada tan acusadora que el casi sonrió.

-Pon la mano en mi pecho-dijo el-Solo en mi pecho-dijo el viendo que dudaba.

En cuanto ella toco la piel caliente de su torso, los músculos de Nicholas se tensaron.

-Mira como recacciona mi cuerpo solo con tu contacto. La parte de mi cuerpo que te da miedo solo reacciona con tu cercania porque te desea.

La atrajo contra sus caderas y sus muslos pero ella seguia rigida.

-No me digas que tienes miedo de que te produzca dolor cuando te he prometido que no seria asi.
Miley tragó con esfuerzo y sacudió la cabeza. Tenia que confiar en el. Le acarició el pelo negro del pecho y sintió el corazón de Nicholas latiendo muy deprisa al igual que la tensión de sus músculos cuando se aventuró un poco mas lejos.

-Querida-gimió el-Mira lo que me haces. Es humillante para mi saber que basta con que me roces para hacerme reaccionar aunque me esfuerce por dominarme. Es todavía mas humillante decírtelo pero lo hago para que puedas estar orgullosa del poder que tienes sobre mi. Nuestro amor no puede ser disminuido por la vergüenza.
Miley apretó todo su cuerpo con el de su marido, temblando, le besó la frente, los párpados y los labios. Nicholas se apoderó de su boca y cuando la puso de espaldas para acariciarla con sus expertas manos, Miley fue invadida por sensaciones todavía desconocidas para ella.

-Te quiero-murmuró el contra sus labios entreabiertos-Te quiero tanto que me duele. No te haré daño te lo prometo.

-Lo se-dijo 
Miley-Incluso aunque me hicieras daño todas las noches no pasaria nada, ya que tu deseas formar parte de mi para siempre.

Nicholas la besó con una pasión devoradora, le acarició los pechos y jugó con sus pezones. Ella gimió cuando sus labios tomaron el mismo camino que sus dedos.

Cada movimiento de ella, cada sonido que hacia, le hacian a el el mismo efecto que un afrodisíaco. Nunca habria creido que la desearia tan violentamente.

Ella le acariciaba el pelo, la nuca y la espalda y arañaba su piel con las uñas. Cuando Nicholas puso la mano en la intimidad de ella, 
Miley intentó retroceder y cerró las piernas. Pero el le abrió con delicadeza los muslos y la acarició con sus expertos dedos hasta que estuvo preparada para recibirle.
Miley salió del mundo de placer en el que estaba en cuanto noto que Nicholas se ponia encima de ella. Aterrorizada le dejó abrirle los muslos, después el le levanto las caderas. Ella contuvo un grito de pánico, dispuesta a sufrir pero solo sintió su calor que entraba suavemente en ella. Se relajó y luego suspiró de placer cuando el estuvo dentro de la suavidad de ella.

Hubiera querido quedarse asi toda la vida, creyó que se iba a detener y tuvo ganas de llorar para que continuara. Después Nicholas empezó a moverse y 
Miley se olvidó de todo. Sintió como subia en ella una oleada de calor desde su vientre que se propagaba por todo su cuerpo. Se arqueó suplicándole pero no sabia en realidad que estaba pidiendo.

Nicholas si que lo sabia, y el queria tanto darle placer que el suyo propio no era importante.

-Pronto querida-prometió acelerando el ritmo.

Un volcan explotó en las entrañas de 
Miley con tanta intensidad que la hizo gritar. Nicholas la besó apasionadamente antes de derramarse en ella.

Con miedo de aplastarla, la abrazó y rodó de costado con ella, luego la acunó suavemente, hundido en un paz como nunca antes habia conocido. Creyó que ella iba a dormirse en sus brazos pero al cabo de unos minutos ella levantó hacia el sus ojos verdes que brillaban.

-¿Eres feliz querida?

-Si-respondió ella con la sonrisa de una mujer enamorada y que se sabe amada.

El le besó la frente y ella se apretó contra el, con su dedo empezó a dibujar pequeños circulos en el pecho de el.

-¿En que piensas?-preguntó el duque.

-En nada-respondió ella con un tono poco convincente.

Nicholas le levantó la barbilla obligándola a mirarle.

-¿Cómo?-insistió.

-Me decia que si esto hubiera sido asi la otra vez, me hubiera quedado y hubiera insistido en que te casaras conmigo de inmediato.

Nicholas la besó riendo. Tenia mas ganas de divertirse que de dormir. 
Miley miró los troncos que ardian en la chimenea.

-¿Tienes sueño?-preguntó el.

-Nada.

-Mejor, yo tampoco. ¿Quieres encender las velas que estan en la mesilla de noche?

-Tus deseos son ordenes-dijo ella enderezándose.

Sin embargo levantó las sábanas para que el no viera su desnudez.

Nicholas sonrió ante ese pudor y colocó las almohadas. Cuando ella vió que el la miraba, se pasó una mano por el pelo revuelto.

-Esta usted muy guapa señora.

Ella se dijo que el habia visto a numerosas mujeres desnudas en su vida y pensó que habria hecho las mismas cosas con ella. Además, muchos hombres casados mantenian amantes.

-Nicholas, creo que nunca conseguiré hacer como que no me doy cuenta...a aceptar...

-¿Aceptar que?

-¡Que tengas una amante!

Nicholas la miro con incredulidad y luego empezó a reir. Al ver que hablaba en serio se esforzó por controlarse.

-Nunca tendré una amante-prometió.

-Gracias-murmuró 
Miley-Eso me haria sufrir mucho.

-No lo dudo.

Algunos minutos después, Nicholas se acordó del estuche que habia guardado en su mesilla de noche.

-Tengo un regalo para ti.
Miley también tenia uno para el. Se levantó de la cama.

-Le pedi a Clarissa que lo guardara en mi habitación-dijo ella.

En cuanto vió la dirección de la mirada de el, 
Miley cogió su camisón de encaje.

El le dio un collar de esmeraldas, asi como la pulsera y los pendientes haciendo juego. Cada piedra estaba rodeada de diamantes.

-Joyas de duquesa-murmuró el besándola.

-Aquí tienes un regalo digno de un duque-dijo 
Miley sentándose a su lado.

El empezó a reir al descubrir el monóculo que ella le dio en recuerdo de su conversación en el baile de máscaras de los Armand.

-¡Cuánto te amo!-dijo el con voz roca mientras la abrazaba.

Al sentir el contacto de sus pechos desnudos contra el, Nicholas notó como su cuerpo cobraba vida. No deseaba asustarla mostrándose demasiado ansioso en su primera noche y se apartó de ella.

-¿Peso demasiado?-preguntó 
Miley.

-No pero creo que deberias dormir un poco-propuso el con una voz teñida de añoranza.

-Pero no tengo sueño.

-¿Estas segura?-preguntó el acariciándole la mejilla-¿Entonces que te gustaria hacer?

Por toda respuesta 
Miley se ruborizó y luego escondió la cara en el cuello de el.

Nicholas se rió mientras la apretaba contra el.

-Supongo que eso seria la mejor cosa que podriamos hacer, en efecto.

Una semana mas tarde, el duque y la duquesa salieron de viaje de negocios a Francia, donde se quedaron un mes. Contra todo pronóstico, la pareja, al volver a Inglaterra, no se instaló en su casa de Londres. Parecian preferir la calma y la serenidad de Claymore, lo cual no les impedia llevar una activa vida social.

En la alta sociedad no era normal ver a un matrimonio siempre juntos, sin embargo el duque y la duquesa de Claymore eran la excepción a la regla. Eran inseparables y todos envidiaban lo bien que se llevaban. Era una pareja perfecta. El viril y elegante con una desenvuelta sonrisa en los labios riendo de las bromas de su mujer como nunca antes lo habia hecho. Irradiaban un amor que causaba sensación en la alta sociedad de Londres.

Nicholas estaba locamente enamorado de 
Miley. Cada noche sentia una pasión que solo crecia con el tiempo. Ella se rebeló como una amante ardiente y preocupada por el placer de Nicholas. En pocas semanas toda timidez habia desaparecido. Se abandonaba voluntariamente dejándose llevar por el torbellino de sensaciones hasta gritar de placer. Después el la mantenia en sus brazos murmurándole palabras de amor hasta que se dormian, saciados y felices.

Durante el dia, a 
Miley le gustaba acurrucarse en un sillón para mirar a su marido mientras este trabajaba. De ves en cuando el levantaba la cabeza de sus papeles como para asegurarse de que estaba alli. A el parecia gustarle ese trabajo aunque no estuviera obligado a hacerlo. Según Stephen en cinco años el habia doblado la fortuna de los Westmoreland. A veces ella salia pero enseguida le echaba de menos.

Por la noche el podia mostrarse dulce como la noche de bodas o provocarla o incluso ser brutal y tomarla de forma salvaje, y 
Miley no sabia que le gustaba mas. Al principio se habia sentido aterrorizada por el poder sensual que ella tenia sobre el pero pronto se sintió orgullosa por desencadenar tal virilidad.

Cinco meses después estaba embarazada.

Cuando estaba en sus brazos estaba a la vez desesperada y nerviosa. No se atrevia a decirle a Nicholas su estado ya que su amiga Therese de la Ville le habia asegurado que el embarazo le permitiria tomarse un respiro en las atenciones de su marido. 
Miley no queria tomarse un respiro pero tampoco queria dañar a su hijo. Además Nicholas nunca habia expresado sus deseos de ser padre. Ella pensaba que todos los hombres deseaban tener hijos, sobretodo los que tenian un titulo que transmitir. Cuando empezó a sentir los primeros síntomas, guardó silencio.

Algún tiempo después, cuando 
Miley montaba para dar un paseo a caballo, Nicholas la detuvo.

-A Khan le duele un poco la pata derecha-dijo-¿Y si diéramos un paseo a pie?
Miley no se habia dado cuenta de la herida de su caballo y habia muchos otros en los establos pero no le contradijo, incluso se sintió aliviada porque tenia miedo de caerse. A partir de esa noche, el comportamiento de Nicholas cambió. La acariciaba hasta volverla loca de deseo y luego la tomaba con toda la delicadeza del mundo, retrasando lo mas posible la explosión final.

La semana siguiente ella se dijo que estaba siendo ridícula, se moria de ganas de dar la noticia a su marido. En Londres compró ropita de bebé y empezó a bordarla en secreto en su habitación. Le enseño el fruto de sus esfuerzos a Mary y a Clarissa que estallaron en carcajadas.

-¿Cuándo le va a decir a Su Gracia que esta esperando un hijo?-preguntó Clarissa emocionada.

-Se lo voy a decir por medio de esta ropa esta noche después de la cena.

Con una sonrisa conspiradora ella escondió el pequeño vestidito cerca de su papel de cartas y luego se fue al comedor. Después de la cena, mientras Nicholas acababa su copa, 
Miley fingió estar concentrada en la lectura.

-Me pregunto porque me siento tan cansada estos últimos dias-suspiró ella cerrando los ojos.

No vió la sonrisa llena de orgullo de su marido.

-¿De verdad querida?

Sospechaba algo pero no estaba seguro.

-Queria contestar la carta de mi tia esta noche y acabo de darme cuenta de que la he olvidado en mi secreter. ¿Me la puedes traer?

Nicholas se levantó le dio un beso en la frente y luego subió las escaleras de dos en dos. Entró en la habitación y sonrió al oler el aroma de su perfume.

Mientras se preguntaba porque ella todavía no le habia dicho nada sobre su embarazo, abrió el cajón del secreter, cogió algunas hojas de papel y se puso a buscar la carta de la tia Anne. Apartó lo que le pareció que era un pañuelo blanco y continuó buscando entre las hojas de papel de cartas. Entonces descubrió una hoja doblada, la abrió y leyó lo que 
Miley habia escrito meses antes en casa de Emily cuando intentaba que Nicholas volviera con ella, en ella decia que por desgracia estaba embarazada y que deseaba hablar con el.

¿Por desgracia? Nicholas no entendia nada ¿Por qué deseaba ella verle? Luego se dio cuenta de que la carta estaba fechada dos meses antes de su boda. De hecho ella la habia escrito el dia antes de su reconciliación, cuando Nicholas habia llevado a Vanesa a Claymore. El nombre del destinatario de la carta no se mencionaba pero desde luego la escritura era la de 
Miley. Luego ella se la habia escrito a un hombre del cual ella creia estar embarazada. La mente de Nicholas se negaba a creer que Miley se hubiera burlado de el. Ella habia hecho teatro en su reconciliación murmurándole “te amo”, y todo porque esperaba un hijo de un hombre que se negaba a asumir la responsabilidad.

Lo único que ella queria era un padre para su bastardo, luego debia de haber tenido un aborto. Recordó que ella parecia extenuada poco antes de la boda.

Luego Nicholas pensó en todas las veces que 
Miley se habia ido de compras a Londres o a visitar a los amigos. El niño que ella llevaba en este momento sin duda no era de el. Solo era una arrastrada, y el la habia amado tanto...

Su dolor se transformó paulatinamente en rabia, su mano se cerró en la misiva y la tiró al cajón antes de cerrar este con violencia, pero se quedó alli mirando el pequeño vestido blanco. Nicholas lo miró con asco, eso era lo que ella queria que encontrara, ¡Qué manera de darle la noticia! Tiro el trajecito al suelo y la pisoteó con rabia.

-Veo que lo has encontrado-dijo 
Miley desde la puerta.

-¿Para cuando lo esperas?-preguntó el friamente.

-Dentro de aproximadamente siete meses.

-No lo quiero-dijo Nicholas con una deliberada crueldad.

Clarissa y Mary, al ver la reacción del duque, retrocedieron asustadas mientras le veian bajar la escalera loco de ira. La puerta de entrada se cerró con estrépito detrás de el. Al entrar en la habitación de 
Miley, Clarissa la descubrió de rodillas cerca del secreter. La joven lloraba en silencio con el pequeño trajecito que habia bordado con tanto cariño.

-No llore asi querida-dijo Clarissa-Vas a dañar al niño.

Pero 
Miley no podia parar y lloró con todas la lágrimas que tenia mientras recordaba las crueles palabras de Nicholas.


Miley se despertó al amanecer, era la primera vez que dormia sola desde su boda, Nicholas rechazaba a su hijo, el hijo de los dos. ¿Iba a renegar de el? Era imposible, sin duda les separaria desde el momento del nacimiento y le haria crecer lejos de ella. ¿Tan egoísta era que no podia soportar la presencia de un bebe?

Notó que una extraña fuerza la invadia, jamas dejaria que la separaran de su hijo, jamas.

Se levantó tarde con violentas nauseas. En el comedor, el plato de Nicholas estaba intacto.

-Su Gracia ha dicho que no tenia hambre-dijo un lacayo.
Miley se esforzó en comer en interes del niño y luego se fue para dar un largo paseo. Atraveso la rosaleda y entró en el pabellón que estaba al borde del estanque y alli se sentó desesperada. Al volver a la casa encontro a los criados llevándose las cosas de Nicholas.

-¿Qué sucede?-le pregunto horrorizada a Mary.

-Su Gracia va a instalarse en el ala este, tenemos que llevar sus cosas a la habitación de el y la suya servira de cuarto de niños.

-¿Si?-dijo 
Miley sabiendo que no soportaria estar separada de Nicholas-¿Puedes enseñarme donde estan sus nuevas habitaciones? Tengo que preguntarle que va a hacer esta noche, teniamos que salir.

Mary la acompañó y la dejó sola en la lujosa suite. Comprobó que Nicholas habia estado alli. Su camisa estaba tirada en un sillón y habia tirado los guantes en la cama. Abrió los armarios y acarició su ropa con lágrimas en los ojos. Habia que tener unos hombros muy anchos para llenar esas chaquetas. A ella siempre le habian gustado sus anchos hombros. Y sus ojos.

Estaba a punto de marcharse cuando apareció Nicholas, pasó por delante de ella sin decir nada y se quitó la chaqueta.

-¿Por qué estas haciendo esto Nicholas?-preguntó ella incapaz de contener las lágrimas.

El no se dignó contestar y se quitó la camisa.

-¿Es por...por nuestro hijo?-insistió ella con una voz apenas audible.

-Por el niño-corrigió el duque.

-¿No te gustan los niños?

-No los de otros-dijo el con tono helado.

Tiró la camisa sobre una silla y cogió el brazo de 
Miley para sacarla fuera de la habitación.

-¿Pero no quieres tener nunca tus propios hijos?-dijo ella mientras el la empujaba sin contemplaciones hacia el pasillo bajo la mirada de un lacayo.

-¿Mios?-repitió Nicholas amenazador.

-¿Iremos a casa de los Wilson esta noche? Hace semanas que acepté su invitación.

-Yo voy a salir-dijo el-Tu haz lo que quieras.

-¿Pero vas a ir a casa de los Wilson?-insistió 
Miley-Si vas...

-No-cortó el duque-Y si te vuelvo a ver en esta habitación o incluso en este ala del castillo, te echaré yo personalmente, y te garantizo que no te gustará.

Con estas palabras le cerró la puerta en las narices.

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