jueves, 30 de junio de 2011

The έναν εξαπατώντας σύζυγο: cap 3

Cuando estaba absorbiendo todavía las dulces resonancias de su voz suavemente modulada, Liam le puso la mano bajo el top y ella se estremeció al sentir su tacto sobre la piel desnuda de la espalda,
 
Liam la atrajo hacia sí, pero no hizo ningún Intento de besarla, tampoco le dijo que saliera del local con ella y dejara a sus amigas. Tan sólo le pidió el número de teléfono y prometió llamarla muy pronto. Miley pasó la semana siguiente pegada al teléfono, esperando con impaciencia su llamada.
 
En su primera cita, la llevó en coche. Un Ford rojo. 
-Es el coche de la empresa -le dijo con una sonrisa que no llegó a comprender bien.
Amablemente, pero con una intensidad que le hacía contener el aliento, Liam le dio confianza para que le hablara de sí misma. De su familia, de sus amigos, de sus gustos. 
De su ambición de estudiar Arte para dedicarse a la publicidad. Al decirle aquello, Liam frunció el ceño y le preguntó su edad. Incapaz de mentir, Miley se sonrojó y le dijo la verdad. Liam frunció el ceño todavía más y ella se mordió el labio porque sabía que lo había echado todo a perder. 
Liam la llevó de vuelta a casa y se despidió con un escueto «Buenas noches».Miley se quedó destrozada. Durante muchos días, apenas comió y no pudo dormir. Estaba a punto de tener un problema serio de salud cuando Liam la llamó una semana más tarde.
 
La invitó al cine. Miley se sentó a su lado en la oscuridad y no dejó de mirar la pantalla, pero no vio nada, sólo podía concentrar su atención en la proximidad de Liam, en el sutil aroma de su colonia, en su rodilla a unos centímetros de la suya, en el tacto de sus hombros, que se rozaban. Con la boca reseca, tensa y con temor a hacer cualquier movimiento por no echarIo todo a perder una segunda vez, no pudo evitar un gritito cuando él le agarró la mano. Con expresión seria entrelazó sus dedos.
 
-Tranquila -murmuró-. No voy a morderte.
 
El problema era que ella estaba deseando que la mordiera. Incluso entonces, ingenua como era, sin saber cómo debía comportarse con un hombre, lo deseaba con una desesperación que debía ser patente en su rostro. Liam murmuró algo y apretó su mano entre la suya mientras volvía a concentrarse en la película. 
Aquella noche la besó con tal deseo que Miley sintió cierto temor antes de que la dejara marchar.
 
En su siguiente salida, la llevó a un restaurante muy tranquilo y no dejó de mirarla durante la cena, mientras le contaba cosas acerca de sí mismo. Acerca de su trabajo como vendedor en una gran empresa de ordenadores que le obligaba a viajar por todo el país. Acerca de su ambición de tener su propia empresa, de cómo ahorraba todas sus comisiones para poder hacerlo algún día. 
Hablaba con tal calma y suavidad que Miley tenía que inclinarse hacia delante para no perderse palabra de lo que decía. No dejaba de mirarla, no para observarla, sino para absorberla. Cuando la llevó a casa, Miley estaba en peligro de explotar por la tensión sexual acumulada. Sin embargo, se limitaron a darse un beso. Lo mismo sucedió otra media docena de veces, hasta que un día, inevitablemente, en vez de llevarla al cine la llevó a su apartamento.
Después de aquel día, apenas iban a otros lugares.
 
Estar solos y hacer el amor se convirtió en lo más importante de sus vidas. Liam se convirtió en lo más importante, por encima de sus notas, de sus ambiciones, de la opinión de sus padres, que no paraban de manifestarle su desaprobación sin menoscabar lo que sentía hacia Liam.

Tres meses más tarde, y después de que Liam estuviera fuera dos semanas, ella le estaba esperando en el apartamento.
-¿Qué haces aquí? -le preguntó Liam.
 
Sólo en el momento de recordarlo, siete años más tarde, se daba cuenta de que no le había gustado encontrarla allí. Tenía el rostro serio y cansado, igual, pensaba Miley sentada en el cuarto de estar de su casa, que en los últimos meses.
 
- Tenía que verte -le dijo, agarrándolo de la mano y arrastrándolo al interior del apartamento. Inevitablemente, hicieron el amor, luego ella hizo café y lo bebieron en silencio. Liam, que sólo llevaba un albornoz, se sentó en su viejo sillón de orejas y ella se hizo un ovillo a sus pies, y se abrazó a sus rodillas.
 
Entonces, le dijo que estaba embarazada. Liam no se movió ni dijo nada y ella no lo miró. Liam le acarició el pelo y ella apoyó la cabeza en la pierna.
 
Al cabo de unos momentos, Liam dio un largo y profundo suspiro. Agarró a Miley y la sentó en su regazo. Ella encogió las piernas, como una niña, como Marie cuando se sentaba en brazos de su padre para buscar consuelo.
 
-¿Estás segura?
 
-Completamente -dijo MIley, asiéndose a él, asiéndose al eje sobre el que giraba su vida- Me retrasé en el período y compré una de esas pruebas que venden en la farmacia. Ha dado positiva. ¿Crees que puede ser incorrecta? ¿Voy al médico antes de que decidamos algo?
 
-No -dijo Liam-. Así que estás embarazada. Me pregunto cómo ha ocurrido añadió pensativamente.

Miley se rió nerviosamente.
-Es culpa tuya -le dijo- Eres tú el que tiene que tomar precauciones.
 
-Y eso he hecho -replicó él- Bueno, al menos tenemos tiempo de casamos antes de que toda la ciudad se entere de por qué lo hacemos.
 
Y aquello fue todo. La decisión estaba tomada. Liam se ocupó de todo, evitando que ella sufriera cualquier pregunta indiscreta, cualquier inconveniente, ayudándola a soportar la decepción que suponía para sus padres.
 
Una vez más, fue siete años más tarde, cuando se dio cuenta del verdadero significado de sus palabras: «Al menos tenemos tiempo de casamos antes de que toda la ciudad se entere de por qué lo hacemos». Y, por primera vez, pensó que, tal vez, en otras circunstancias, Liam no se habría casado.
 
Ella lo había atrapado. Con su juventud, su inocencia, con su confianza infantil y su ciega adoración. Liam se había casado con ella porque creía que era lo que tenía que hacer. El amor no tenía nada que ver con el asunto.
 
El sonido de una llave en la puerta principal la devolvió al presente. Se dio la vuelta. Sentía una extraña calma, un extraño alivio. Miró al reloj de pared. Eran las ocho y media. Liam no iba a volver a casa hasta varias horas después. Tenía una cena de negocios, le había dicho. Qué burda le pareció aquella excusa, se dijo sonriendo amargamente y acercándose a la puerta del cuarto de estar.

Liam le daba la espalda. Miley se dio cuenta de la tensión de los músculos del cuello y de la rigidez de su espalda bajo la tela de su abrigo negro.
Se dio la vuelta lentamente y sonrió. Miley observó su rostro cansado, pálido. Liam miró al teléfono descolgado. Se acercó, dejó la cartera de cuero en el suelo, y levantó el auricular. La mano le temblaba ligeramente al dejarlo en su lugar.
Tay debía haberlo llamado. Debía haber sentido pánico al ver que ella se negaba a contestar al teléfono y lo había llamado para decirle lo que había hecho. Le habría gustado oír aquella conversación, pensaba Miley.
La acusación, la defensa, la confesión y el veredicto.
Liam la miró, y ella dejó que la observara durante unos instantes. Luego, sin decir nada, se dio la vuelta y volvio al cuarto de estar.
Era culpable. Lo llevaba escrito en su aspecto. Culpable sin atenuantes.
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 capitulo dedicado a ♥♫★Aracely★♫♥ y MRC' Love grasias por sus comentarios
mañana subo de protejeme y les comento que es una saga son tres novelas Protegeme, Recuerdos Y Destiny

miércoles, 29 de junio de 2011

Protegeme: Cap 3

Nick se levantó de la cama. Aun no entendía como las patas no se habían roto después de la cabalgata que Delta (zorra) le había dado. Por lo menos él se había podido desahogar. Y ella se había corrido como mínimo seis veces.  Fue a buscar algo para beber, una cerveza, champagne frio… cuando vio el portátil.

-          Mier.da – se quejó. – me olvidé de vigilar a Miley.

Ya eran las cinco de la tarde y el centro de masajes debería estar abierto. En cambio, había policías por todos lados. La rubia secretaria de la mañana lloraba desconsolada, hablando con un inspector.

-          ¡Joder! – no veía a Miley por ningún sitio. Ella era la involucrada, le había pasado algo. Y por una puta distracción, la había perdido. No podía dejar que la policía se encargara de ese caso. Echó la cámara un par de horas atrás. Vio que
Alexander estaba allí de nuevo. – Te tengo. – murmuró sonriendo y dando un trago a su bebida. – Se dónde vives Alexander, te vas a cag.ar. – dijo para sí mismo.

Delta lo rodeó por atrás.

-          Vuelve a la cama conmigo… - dijo dejándole un rastro de besos por el hombro. – Venga…

-          No, tengo trabajo. – Nick se puso los pantalones y el jersey. Volvió a coger las botas y una ak 47 que guardaba en su almacén privado.

-          Nick…

-          Te dije que no. Metete los dedos o busca a otro de la oficina. – ladró Nick. – tengo faena. – Y si Miley muere, será por mi culpa… por distraerme. – Así que me voy.

Salió dando un portazo y dejó a la excitante rubia en medio de su salón, desnuda.

-          ¡Mier.da! – murmuró. Cogió su teléfono y marcó rápidamente a alguien –
Estate al loro, va para allí, no lo he podido detener. – cerró el móvil, sonriendo. – Hay… Nicky… que pena que no hayamos podido disfrutar más… eres un amante demasiado bueno para terminar muriendo de esta manera tan ordinaria. – fue hacia la habitación de Nick y empezó a vestirse, dispuesta a marcharse, habiendo terminado su faena.

-          ¿Dónde te escondes pedazo de hijo de pu.ta? – dijo tirando la puerta al suelo –
Alexander, sal si no quieres que te despelleje vivo, animal.  

Se escucharon unos tiros casi rozando su sien. Nick se agachó, rodando hasta que estuvo cubierto por un sofá. Sus ojos se adaptaron a la poca oscuridad.

-          Sabes de lo que soy capaz, idio.ta. Dame a la chica y nadie saldrá herido. – Aun que eso no se lo creía ni Nicholas.

-          Deja que me lo piense. – dijo irónico Alex, aun que era lo único que Nick quería: que hablara. Ya lo había localizado, y Miley no estaba con él – No.

-          Demasiado tarde. – rac, rac… preciosa Ak 47 se preparó y empezó a disparar sin cesar justo en el sitio en el que Alexander se escondía.

Después, silencio. Nick se levantó lentamente y fue donde estaba el cuerpo tendido de
Alex. Lo movió con el pie. Pero pronto sintió una punzada.

-          Muere como un buen hombre cabrón. – Nick le disparó a carne viva. – No se vale hacerse el muerto. – rió, asegurándose de que Alex ahora si estaba completamente muerto.

Se agachó para quitarse el cuchillo que le había clavado en el muslo.

-          Ah… - lo lanzó junto a Alex. – hijo de per.ra, otra cicatriz más por tu culpa.

Encendió una luz y observó la casa. Vio una escalera. Subió con cuidado de que no hubiera más agentes de aquella mafia rusa, como Alexander. Tiró la primera puerta al suelo. Nadie, nada.

-          Mmmh… - un gemido.

Se dirigió hacia la habitación donde provenía. Abrió la puerta y se encontró con
Miley semidesnuda, atada en una silla y amordazada.

-          Oh, no. – Nick sonrió, negando con la cabeza – Que chico más malo, no sabe que esto no se le hace a una mujer.

Desabrochó la mordaza de Miley.

-          ¡Desátame, joder! – es lo primero que dijo. - ¿Quién eres? Espera… yo te conozco. – Nick alzó una ceja, divertido – Esta mañana te he atenido… ¡Oh dios mío, estoy rodeada de locos!

-          Muñeca, cállate si no quieres que te amordace de nuevo. Yo soy de los buenos.

-          Ya claro, ¿y cómo lo sé yo, eso? Pensaba que Alex… - no tuvo tiempo de terminar, pues Nick la amordazó de nuevo. La desató de la silla pero no le desató las manos ni los pies.

-          Mejor prevenir que curar. Estás más guapa quietecita y calladita. – la cargó en su fuerte hombro hasta su Lamborgini negro.

Miley intentaba dar patadas, pero Nick la tenia cogida por los muslos, encima de su hombro.

-          Estate quieta muñeca, no me gustaría tener que abusar de mi fuerza. – pero ella no izo caso. Nick le dio un cachete en una de las nalgas, cubiertas solo por aquellas excitantes braguitas negras. Ella abrió los ojos y paró de patalear en el pecho de Nick – Veo que me entendiste. – Sonrió y la dejó con cuidado en el copiloto.

Miley lo miraba con lágrimas en los ojos, de los nervios, de la rabia, de todo.
Nick se puso las gafas de sol y metió las llaves por el cerrojo del coche. Le echó un último vistazo a Miley.

-          No me llores ¿eh? – dijo negando con la cabeza - ¿confío de que te puedo desenmordazar?

Ella asintió rápidamente. Nick le quitó la mordaza. Miley  respiró hondo y profundamente. Nick arrancó el coche, sin una simple sonrisa, ni siquiera una tierna mirada. Frio como él sabía ser. Miley lo observó. La chupa de cuero le daba un aire supere rotico, arrapado a sus musculosos brazos, igual que ese jersey negro en sus abdominales. Los pantalones, ni estrechos ni anchos daban mucho a la imaginación, aun que ella ya sabía el par de piernas que escondían. Y las botas a lo militar, terminaban de rematar la virilidad de aquel personaje. Se sonrojó sin saber por qué. Vio el pantalón rasgado, y como de él salía sangre sin cesar.

-          Te sangra la pierna. – dijo moviéndose en su asiento, como señal de que la desatara.

-          Ya estoy acostumbrado. Esto es solo un rasguño.

-          ¿Un rasguño? Quizás hacen falta puntos y todo… - Miley consiguió desatarse las manos y se inclinó, ante la pierna de Nick.

-          Eh, ¿Qué coño haces? Quieres que tengamos un accidente…

-          Cállate. – le ordenó ella. Nick por primera vez se sintió dominado. ¿Por qué?
Él era el que dominaba a las mujeres, nunca al revés. Y aquella mujer lo había hecho callar. – Estudié algo de primeros auxilios.

Le subió el pantalón a Nick, mientras apoyaba la frente a la rodilla derecha de él. Se mojó un par de dedos con saliva y mojó la herida. A Nick le escoció esa herida. Se tensó y en su cara se expresaba dolor. Aun que no para todos pareció ser dolor… Un policía le mandó que parase.


-          Bueno, pero que tenemos aquí. – dijo cuando Nick bajó la ventanilla y
Miley se volvió a incorporar en su asiento, habiendo cubierto la herida de Nick con un pañuelo – mamada en plena carretera.

-          No, agente, no es lo que parece. – se intentó disculpar Miley.

-          Claro, nunca es lo que parece. – la miró, comiéndosela con los ojos, ya que la chica solo iba cubierta por ropa interior. Nick se percató y le lanzó su chupa de cuero a
Miley. Ella se tapó rápidamente.

-          Agente…

-          Nada de peros ni quejas. – sonrió – espero que haya disfrutado de la mamada, señor…

-          Nicholas. Nicholas Jonas. – dijo Nick pasándose la mano por el pelo – aun que se equivoca.

-          Ya claro… - sonrió de nuevo – por esta vez solo serán doscientos dólares, porque la señorita también iba desabrochada.

Nick sacó su cartera y haciendo de la multa que le dio el policía, una bola tirada en el maletero del Lamborgini, pagó de mala gana. Asegurándose de que esta vez
Miley se abrochaba, arrancó de nuevo.  

-          Lo siento… - murmuró Miley, apenada por el gasto. – No debí moverme.

-          No, no debiste. – dijo Nick gruñendo. – podríamos haber tenido un accidente.

Miley se sorprendió.

-          Pero no me refiero a eso… a la multa…

-          Por eso no te preocupes. No es nada.

-          Si lo es...

-          ¿Tienes que tener siempre la última palabra? – dijo Nick mirándola por encima de las gafas de sol. Ella no dijo nada más, volvió la mirada hacia la ventanilla. Nick se fijó en la deliciosa comisura de sus rosados labios.

Y como desearía que el policía hubiera tenido la razón.

Protegeme: Cap 2

Miley era buenísima. Al menos con su faena, había conseguido que se empalmara con tan solo un masaje de espalda. Nunca le había pasado algo así. Nick salió del centro de masajes después de colocar alguna que otra cámara en lugares claves. 

Fue hacia el café en el que había quedado con Delta. Entró y se pidió una cerveza, bien fría. Dejó su chaqueta al lado de la butaca del bar mientras esperaba a la camarera o a que llegara Delta, así como él y muchos otros la llamaban en la faena.

-          Hola, cielo. – alzó la vista del periódico. Aquella Rubia despampanante era el centro de miradas ahora. Se sentó frente a él. - ¿Hace mucho que me esperas?

-          No, diez minutos. – Nick no expresó nada facialmente. Una fría sonrisa.

-          Vale… aquí tienes lo que me dio Snade para ti. – le pasó un maletín – está todo dentro.

Nick cogió el maletín dando un trago de su caña y lo dejó al lado de su chaqueta.

-          ¿Haces algo esta noche? – Él volvió a dirigir la mirada hacia los penetrantes ojos de Delta. Aquellos ojos verdísimos –llenos de lujuria-  Creo que me debes
más de un favor. ¿Por qué no te pasas por mi casa?

-          Bueno… - dijo Nick indiferente – Quizás.

-          ¿Quizás? – sonrió ella, inclinándose más hacia él y dejando ver mucho más que solo la entrada de sus pechos. Nick se aclaró la garganta. – Pasa alrededor de las once. Estaré lista… - se inclinó más para darle un beso en la mejilla. Y le susurró algo en el oído – para ti…

Se levantó y se fue andando con ese juego de caderas que solo una ex stripper sabría hacer.

Nick dejó el maletín al recibidor de su casa.  Abrió su portátil y conectó el programa para las cámaras. Localizó a Miley en una de ellas. Estaba en su despacho, tomando un café. Nick miró a ver qué hora era. Las once de la mañana. Se quitó el jersey sin apartar la vista del portátil. Miley estaba sentada, pero la cámara que había colocado la enfocaba de perfil. Puso el zoom. Los ojos gachos, hacia unos papeles. Una nariz algo respingona pero ni grande ni pequeña. No había maquillaje en exceso. Los labios rozaban el borde de la taza de café. Nick observó los gestos de su boca. 

En ese momento, como si quisiera seducir a Nicholas, Miley se relame el labio superior. Nick se acomoda a la butaca delante de la mesita. Va bajando la cámara, que maneja des del control del portátil. Preciosas tetas. Nick se fija en su protuberante escote una vez más, deja mucho a la imaginación pero le gusta. 

La falda que lleva es la de antes, igual que la blusa. Ajustada, negra. Como le hubiera gustado arrancársela allí mismo, cuando le estaba masajeando la espalda. Con la blusa y todo. Nick se quitó de sus pensamientos, esa mujer había hecho que se empalmara otra vez en tan solo un día. Y sin hacer nada. Era impresionante, pero perfectamente excitante, al menos para Nick. Tan inocente y preciosa como… Selena.

-          No, joder… otra vez no. – dejó el portátil abierto y se dirigió hacia el baño. Se quitó los pantalones y los bóxers, junto con las botas y se metió en la ducha fría a intentar bajar aquella erección de caballo y a quitar de nuevo a la maldita Selena de su mente. – Es agua pasada. Ella ya no está. Ella fue un error. – se decía a sí mismo. Y no sabía la razón que tenían sus palabras.

Quince minutos. Quince minutos y ya estaba. Se enroscó una toalla alrededor de la cintura y salió al salón a buscar ropa limpia. Cuando pisó el suelo del salón escuchó un ruido en la cocina. Se ató la toalla como pudo y cogió su calibre 32 de debajo de uno de los cuadros, donde guardaba alguna que otra arma – de las que no abultaban tanto, claro -.

-          Las manos donde las vea. – dijo encendiendo la luz de la cocina de su casa. –
Delta… ¿Qué haces? – dijo arqueando una ceja.

Ella lo miró de arriba abajo.

-          Mmh… no podía esperar hasta las once. – cogió una cerveza de la nevera de
Nick – con tu permiso…

-          Claro… - gruñó Nick, dejando la pistola en la encimera de su casa. - ¿Cómo has entrado?

-          Te recuerdo que trabajo contigo y soy experta en meterme en casas ajenas. – se sacó un imperdible de la nuca. – Ha sido fácil.

-          Maldición… tendré que poner más mesuras de seguridad. – en ese momento se le cayó la toalla.

-          Oh dios mío. – Delta dejó la cerveza en la encimera – Nick, cada vez me sorprendes más.

Él no se inmutó. Tampoco se avergonzó. Sabía lo que tenia, y sabía lo que el zorrón de la empresa quería. Hacía meses que Delta le iba detrás. Era una mujer que desearía cualquiera, y con lo caliente que lo había puesto Miley, nadie terminaba perdiendo nada. Sonrió. Cogió la toalla lentamente y se la volvió a colocar.

-          ¿Y que querías?

-          Mi recompensa. – dijo acercándose – y para dármela no necesitas esto… - volvió a dejar caer la toalla y empezó a tocar a Nick.

Él no apartó la mirada de sus ojos verdes. Estaba duro y necesitaba follar.

~

-         Miley... – Mónica la llamó por enésima vez por el telefonillo de la oficina.
– Alex vuelve a estar aquí… trae bombones.

-          Ahora no lo puedo atender, estoy con otra clienta.

-          Ha entrado… ya está por el pasillo.

-          ¡Joder! – fue hacia la sala de masajes – un minuto, Claire, vuelvo enseguida. – la señora asintió desde la camilla, tumbada boca a bajo

Miley salió, muy enfadada.

-          Alex, no vuelvas más, te lo digo enserio. Si quieres algo, ve a mi casa, ya sabes, pero esto es la faena, no quiero nada íntimo por aquí. – se tapó la boca. Se había alterado demasiado.

-          De acuerdo. – Alex tiró la caja de bombones, a lo bestia. – Entonces, tendré que convencerte… no por las buenas. – Le tapó la boca y la nariz con un trapo, y
Miley enseguida cayó rendida, anestesiada, en brazos de Alexander. – Lo harás por las malas.

La cargó en su hombro y se la llevó hacia a fuera. Apuntó a Mónica con una pistola.

-          Como diga algo, despídase de su vida, rubia. – ella asintió, temerosa, dejando a Alex marchar, llevándose a Miley hacia quien sabe dónde.

Protegeme: Sipnosis y Cap 1


Nick dio un par de toques a la puerta.
-          Pase.
Giró el pomo y entró a la oficina de su jefe, Snade. Se sentó en frente de él.
-          ¿Y bien? – dijo Nick con una expresión fría en su rostro. La que tenía.
-          Te llamé para que nos vuelvas a dar tus servicios.
-          Snade, te dejé claro que no volvería a trabajar para la CIA después de lo que
paso con Selena.
-          Vamos, hace más de tres años que pasó esto. – sacó una foto de una pequeña carpeta. La puso boca abajo. La curiosidad invadió a Nick. – Esta vez tenemos a una experta masajista. Miley Cyrus. Ha tratado con personajes importantes, incluido a Alexander Donovan.

-          ¿El criminal?

-          Eso creemos. Últimamente han muerto muchas chicas, y tememos que haya sido él. 
Además, pensamos que Miley ha tenido relaciones con Alexander. Y puede ser la próxima en morir. Tendrás que interrogarla para averiguar si sabe algo y… - la penetrante mirada de Snade se clavó en la de Nick – protegerla de cualquier peligro. Tú eres el más adecuado para ello, has sido uno de los mejores entrenados.
Nicholas negó con la cabeza. 

En ese momento Snade giró la foto. Nick se quedó mirando a la seductora mujer que había en ella.
-          Piénsatelo.
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El Lamborgini de color negro aparcó delante de la clínica. Nick se quitó las gafas y miró por la ventanilla. Jugueteó con la foto en sus dedos. Volvió a mirar a la mujer que había en ella. Preciosa. Nick se acomodó en el asiento de su coche. Un top negro, unas gafas Ray Ban y unos shorts tejanos que dejaban a la vista unos buenos muslos. Sandalias de tacón alto y el castaño pelo suelto. Sonrió, era lo suficiente explosiva para que los hombres se tuvieran que girar para volver a verla. Algo distrajo su atención. Eran las siete y media de la mañana, y alguien abría la clínica. 

La vio, de espaldas metiendo la llave en el cerrojo del portal. Llevaba un jersey de media manga y una minifalda que llegaba por media cintura. De nuevo las provocativas sandalias negras de tacón. Entró y dejó la puerta abierta, aguantada por una especie de chisme pequeño, en su pie.

-          Bueno, vamos a ver qué aplicada es en su faena. – Nick intentó asomarse, vio a Miley terminando unos arreglos en la oficina principal.

Se relamió al verla agachada. Hermoso culo. Alguien entró por la puerta.

-          Buenos días, preciosa.

Ella se giró y se levantó, analizando quien era. Sonrió.

-          Hola, Alex. – observó que llevaba algo en las manos - ¿Y eso? – alzó una ceja.

-          Es para ti. – le alcanzó un ramo de flores enorme.

-          No hace falta que me regales nada… - dijo ella fingiendo una sonrisa.

Nick no dejó de observarlos. Sacó un par de fotos con la cámara que le había prestado Snade.

-          Así que es cierto que estas con ese criminal, muñeca… - sonrió – la sorpresa que te vas a llevar cuando te diga que es un coleccionador de mujeres muertas.

Se volvió a acomodar en el asiento y siguió observándolos.

-          Espero que hoy aceptes la cena… - dijo Alexander acercándose a ella. La intentó besar, pero Miley lo rechazó.

-          Alex, solo eres un cliente más. Entiende que no me gustas.

Nicholas soltó una leve carcajada.

-          Buena chica. Sigue rechazándolo. – sonrió. Una sonrisa limpia y blanca, que haría estremecer a cualquier mujer en solo verla. Cogió su calibre del 38 y lo colocó en su cinturón, camuflado.

Alexander la miró apenado.

-          ¿Qué es lo que no te gusta de mí? – dijo abriendo los brazos.

-          A ver… - Miley puso los enormes ojos azules, en blanco. – que sí, que eres muy atractivo y que tendrás a muchas mujeres detrás. Pero a mí, no-me-gustas.

Alex se le abalanzo. Las alarmas de Nick se despertaron y se dispuso a salir. Pero lo único que hizo Alex fue besarla. Miley lo forzó a dejarla.

-          Piénsalo ¿vale? – se giró, dejándola perpleja.

Miley negó con la cabeza y se metió en la clínica masajista de nuevo.

-          Bien… - Nick miró el reloj. Las ocho.

Sintió que alguien entraba en la clínica. Se fijó en quien era. Una mujer, más o menos de la edad de Miley. Rubia, pelo recogido. Iba con una falda ceñida negra, dejando ver las piernas. Una blusa blanca, escotada que daba bastante a la imaginación. Nick volvió a sonreír.

-          Vaya con la secretaria, tampoco se queda atrás. – abrió la puerta del coche y salió, cerrando con el mando inalámbrico el precioso Lamborgini.

La mujer que acababa de sentarse en la silla del escritorio principal alzó la mirada. Los ojos azules recorrieron descarados a Nicholas. Perfecto dios griego, podría hacer mojar el tanga de cualquier mujer con solo mirarlo. Una camisa de tirantes negra, ceñida, que dejaba ver los músculos del brazo y daba a imaginar que abdomen tendría… unos pantalones del mismo color, no eran estrechos. Y unas botas militares.
La secretaria se movió en su asiento, era un hombre excitante. Lo miró a los ojos, intentando recuperar la compostura.

-          Ho-hola… ¿Lo puedo ayudar en algo?

-          Ajá. – dijo con un tono ronco, vacilante. – Quiero hora con la señorita
Miley. Necesito urgentemente que me trate la espalda.

La secretaria miró en la agenda.

-          Bueno… ¿para cuándo lo quiere?

-          Para ahora mismo. – la mujer abrió algo los ojos.

-          Oh… creo que esta hora… - recorrió con el dedo la agenda. – Si, está libre.

-          Entonces ¿puedo pasar ya? – dijo con una esplendida sonrisa que terminó de aturdir a la secretaria.

-          Sí, claro, claro… - dijo hundiendo los ojos en los labios de Nicholas.

-          Gracias.

Disimuladamente, colocó una micro cámara en la parte posterior de la mesa de la secretaria. Luego se dirigió a la puerta donde ponía ‘espere su turno’. Entró sin avisar, sabiendo que aun era observado por la rubia secretaria.

-          Madre mía. – susurró observando la espalda y trasero de Nick.

Miley no se dio cuenta de que alguien había entrado en la clínica. Y  A esa hora no venia prácticamente nadie. Así que se había dispuesto a cambiarse.

Nick se encontró en un pasillo, no muy largo. Dedujo que era la primera puerta a la derecha. ‘Dra Cyrus’. Nick entró sin picar a la puerta. 

Se encontró con la mujer de antes, Ahora solo en ropa interior. Miley se giró, sobresaltada. Nick no pudo evitar quedarse mirándola. Unas curvas perfectamente hechas para que él pasara la lengua. Pechos firmes enfundados en un sujetador gris, del mismo color que el tanga, que dejaba a la vista unas buenas nalgas. Miley se tapó con su bata de masajista.

-          ¿Se pensaba quedar mirándome todo el día como un baboso? – le espetó
Miley, cabreada y sonrojadísima.

Nick se rió. Además con buen carácter. Eso le ponía.

lunes, 27 de junio de 2011

έναν εξαπατώντας σύζυγο: cap 2

Miley había dejado de escuchar. No dejaba de recordar ciertas cosas, indicios que convertían lo que Tay decía en algo demasiado probable para que pudiera tomárselo como si fuera una simple habladuría. Detalles en los que debía haber reparado hacía semanas. Pero había estado demasiado ocupada, demasiado absorta en sus propios asuntos para darse cuenta. Nunca había desconfiado del hombre cuyo amor por ella y por sus hijos no había puesto en duda jamás.
 
En aquellos momentos, se daba cuenta de muchas cosas. El frecuente mal humor de Liam, su irritación con ella y con los niños, las numerosas veces que se había quedado en su estudio en lugar de subir a acostarse n ella.
 
Se estremeció de la cabeza a los pies. Cerró los ojos y recordó que, otras veces anteriores, Liam había querido hacer el amor y ella le había respondido que estaba demasiado cansada.
Pero ella creía que habían solucionado aquel problema. 

Pensaba que, desde hacía un par de semanas, desde que William dormía sin despertarse en toda la noche y ella estaba más descansada, todo había vuelto a la normalidad.
Sólo habían pasado unas noches desde que hicieran el amor con tanta ternura que Liam se había estremecido entre sus brazos al despertar.
¡Dios ... !
 
-Miley...
 
¡No! ¡Ya no podía seguir escuchando a su amiga! -Tengo que colgar -dijo con voz grave-, tengo que dar de comer a William.
 
En aquel momento, recordó algo mucho más doloso que el mal humor de Liam. Recordó el delicado aroma de un caro perfume de mujer que una mañana descubrió en una de las camisas de su marido al recogerla para echarla a la lavadora. Estaba impregnado en el algodón de la camisa. En el cuello, en los hombros, en la pechera. El mismo delicado aroma que Miley había detectado sin reconocerlo desde hacía algunas noches, cada vez que su marido volvía a casa tarde y la saludaba con un beso. En su mejilla, en el cuello, en el pelo ...
¡Qué estúpida había sido!
 
-No, Miley, por favor, espera ...
 
Colgó bruscamente y el auricular se le cayó de las manos, golpeó sonoramente sobre sus piernas y sobre el suelo y quedó a los pies de la' escalera. Imaginaba a Liam. Lo imaginaba con otra mujer, teniendo una aventura, haciendo el amor, ahogándose en suspiros ...
 
Le dieron náuseas y se cubrió la boca con una mano, apretando el puño contra sus fríos y temblorosos labios.
 
El teléfono sonó otra vez. Un llanto cansado que provenía de la cocina se mezcló con el sonido del teléfono. Se puso de pie. Poseída de una extraña calma, levantó el auricular y lo volvió a colgar. Luego, con la misma calma, que no era más que una manifestación del profundo choque que acababa de sufrir, lo agarró, lo dejó descolgado y se dirigió a la cocina.
 
Nada más terminar su cena, William se durmió. Se tumbó boca abajo, hecho un ovillo, abrazado a un osito de peluche. Miley se quedó mirándolo un buen rato, aunque sin verlo realmente, sin ver nada en absoluto.
Se le había quedado la mente en blanco.
Echó un vistazo a las habitaciones de los mellizos.

Lucas estaba dormido, con las sábanas arrugadas a los pies de la cama, como siempre, y los brazos cruzados sobre la almohada. Se acercó, le dio un beso y lo tapó. De sus hijos, Lucas era el que más se parecía a su padre, Rubio y con una barbilla prominente, señal de su carácter decidido, como el de su padre. Era alto y fuerte, igual que Liam a la misma edad, tal y como había visto fotos del álbum de su suegra.
 
Luego, fue a ver a su hija. Marie era muy diferente a su hermano mellizo. Al entrar por la mañana en su habitación, se la encontraba siempre en la misma posición en que se había dormido. Marie tenía el pelo sedoso y rubio, esparcido sobre la almohada. 

Era el ojito derecho de Liam, que no ocultaba su adoración por su princesa de ojos azules. Y la pequeña lo sabía y explotaba la situación al máximo.
 
¿Cómo podía Liam hacer algo que le pudiera doler a su hija? ¿Cómo podía hacer algo que pudiera rebajarlo a ojos de su hijo mayor? ¿Podía ponerlo todo en peligro sólo por el sexo?
¿Sexo? Le dieron escalofríos. Tal vez era algo más que sexo, tal vez era amor, un amor verdadero. La clase de amor por la que un hombre lo traiciona todo.
 
Pero, tal vez, fuera todo mentira. Una mentira sucia y estúpida, y ella estaba cometiendo con él la mayor de las indignidades con tan sólo suponerlo capaz de algo así.
Pero recordó el perfume, y las muchas noches que había pasado fuera, echándoe las culpas al contrato de Harvey's.
¡Maldito contrato!
 
 Se tambaleó y salió de la habitación de Marie para dirigirse a su cuarto, donde, la semana anterior, se habían encontrado de nuevo y habían hecho el amor de una manera muy tierna por primera vez en muchos meses.
La semana anterior. ¿Qué había pasado la semana anterior para que él volviera a ella de nuevo? Que ella había hecho un esfuerzo, eso es lo que había ocurrido. Ella había estado muy preocupada por cómo iba su matrimonio y había hecho un esfuerzo. Había dejado a los niños con su madre y había cocinado el plato favorito de Liam. Se había puesto un vestido de seda negro y habían cenado con velas,
Sin embargo, recordó la tensión del rostro de Liam al estar desnudos en la cama, una tensión que él achacaba a menudo al estrés, y sintió un escalofrío.
 
Cerró la puerta y se dirigió al cuarto de estar. Se daba cuenta de muchas cosas, cosas que en su estúpida ceguera no había visto hasta entonces.
La fuerza con que la había agarrado por los hombros, en un intento desesperado, pero evidente de guardar distancias. La triste mirada de sus ojos avellana mientras observaba su boca. El suspiro con que había recibido su confesión: «Te quiero, Liam», le había dicho, «siento mucho que haya sido muy difícil vivir conmigo».
 
Liam había cerrado los ojos y. tragado saliva, frunciendo los labios y apretando los puños sobre sus hombros hasta que ella sintió dolor. Luego, la había estrechado entre sus brazos y había hundido el rostro en su cuello, pero no había dicho una palabra, ni una sola palabra; Ni una disculpa, ni una declaración de amor, nada.

Pero habían hecho el amor con mucha ternura, recordaba con un dolor que recorría todo su ser. Fuera cual fuese su relación con la otra mujer, todavía lo deseaba con pasión, con una pasión que no podría sentir por ningún otro hombre.
¿O tal vez sí? ¿Qué sabía ella de los hombres? Había conocido a Liam con dieciseis años. Había sido su primer amante, su único amante. Ella no sabía nada de los hombres.
Y, por lo visto, nada de su marido.
 
Vio su rostro reflejado en el espejo que había sobre la chimenea de mármol y lo miró fijamente. Estaba pálida y tenía un rictus de tensión en los labios, pero, por lo demás, su aspecto era el normal. Ni sangre ni cicatrices. La misma Milei Hemsworth de siempre. Veintitres años, madre y esposa, por ese orden. Sonrió amargamente. Aquella era una verdad a la que nunca se había atrevido a enfrentarse.
«Lo querías», se dijo, «y lo conseguiste, en el corto espacio de seis meses. No está mal para una ingenua muchacha de dieciseis años». Pero Liam tenía veinticuatro años, pensó con cinismo, y la suficiente experiencia como para dejarse atrapar por el truco más viejo del mundo.
Pero, entonces, el cinismo la abandonó. No había sido ningún truco, no tenía derecho a denigrarse a sí misma llamando truco a algo que en absoluto lo fue. Tenía dieciseis años cuando conoció a Liam, y era muy inocente. Era la primera vez que iba a una discoteca, acompañada de un grupo de amigas que se rieron de su miedo a que les preguntaran la edad y no les dejaran pasar.
 
-¡Oh, vamos! -le dijeron- Si te preguntan cuántos años tienes, miénteles, como hacemos nosotras.
 
Fue consciente de la presencia de Liam desde el momento de entrar. Era fuerte, delgado y Rubio, y muy atractivo, tanto como una estrella de cine. Sus amigas también advirtieron su presencia, y se rieron tontamente al comprobar que no ocultaba su interés por ellas. Pero, en realidad, era a Miley a quien estaba mirando. 

Miley, con su pelo largo, rubio y ondulado, que le caía hasta los hombros y enmarcaba su preciosa cara.
Su amiga Julie la había maquillado y le había prestado una de sus minifaldas ajustadas y un pequeño top que dejaba al descubierto su ombligo cada vez que giraba al ritmo de la música. Si sus padres la hubieran visto así vestida, se habrían muerto del susto. Pero estaba pasando el fin de semana en casa de Julie, mientras sus padres se habían ido a visitar a unos parientes, así que no podían ver cómo su única hija pasaba el tiempo mientras ellos estaban fuera.
 
Y fue a Miley a quien Liam se acercó cuando pusieron una canción lenta. Le dio un toquecito en el hombro para que se volviera y sonrió, con gracia y confianza en sí mismo. Consciente de la envidia de las otras chicas, dejó que la tomara entre sus brazos sin una palabra de protesta. Miley todavía podía recordar aquel hormigueo al sentir su tacto, su proximidad, su suave pero firme masculinidad.
Bailaron durante mucho rato antes de que él hablara. 

-¿Cómo te llamas?
 
-Miley-le respondió ella con timidez- Miley Cyrus.
-Hola, Miley Cyrus -dijo Liam con un murmullo-.Liam Hemsworth

έναν εξαπατώντας σύζυγο : sipnosis y cap 1

Miley y Liam tenían tres hijos y formaban un sólido matrimonio, o al menos eso era lo que Miley pensaba, Pero su feliz existencia se hizo añicos cuando supo que Liam tenía una aventura, Entonces se dio cuenta de que, a lo largo de los años, sus vidas se habían separado cada vez más, Quería salvar su matrimonio, pero tal vez fuera ya demasiado tarde, Si Liam había llevado su infidelidad hasta sus últimas consecuencias, ¿podría perdonarlo alguna vez?

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El teléfono empezó a sonar cuando Miley, después de dejar a los mellizos acostados, bajaba las escaleras. Maldijo entre dientes, se colocó sobre la cadera al pequeño William y bajó apresuradamente los últimos escalones para descolgar el teléfono del recibidor. 

Se detuvo paralizada al verse reflejada en el espejo que había sobre la mesita del teléfono.
«¡Dios mío, estás hecha un desastre!», se dijo con desconsuelo. El pelo, de un rubio pálido y recogido en un moño medio despeinado, estaba húmedo y le caía sobre la frente. Tenía las mejillas coloradas y la camisa azul claro mojada en varios sitios, allí donde sus tres hijos, a los que acababa de bañar, la habían salpicado. William empeoraba el aspecto de su madre todavía más tirando de los botones de su camisa, esforzándose por descubrir uno de sus pechos. Si ya normalmente era un niño inquieto, en aquellos momentos estaba, además, cansado e impaciente.
-No -le dijo Miley con dulzura pero con firmeza, quitándole la mano de la camisa- Espera.
Besó su cabecita y descolgó el teléfono, sin dejar de fruncir el ceño ante lo que veía en el espejo;
 

-¿Diga? -dijo distraídamente, sin darse cuenta de la pequeña pausa que hizo la otra persona antes de responder.
-¿Miley? Soy Taylor.
-¡Hola, Tay!


Miley hizo un gesto de sorpresa y se relajó al escuchar a su amiga, y, al hacerla, se dio cuenta de que, hasta ese momento, había estado muy tensa, lo que hizo que volviera a ponerse tensa de nuevo. Estaba perpleja, últimamente, se había sorprendido muy tensa demasiadas veces.
-¡William, por favor! ¡Espera!
 

El niño gruñó y ella, en broma, le devolvió otro gruñido. En sus ojos azules se reflejaba todo el amor y la alegría que sentía por su hijo. Era el más exigente de sus hijos y el de peor carácter, pero lo quería tanto como a los gemelos. ¿Cómo no iba a quererlo si tenía los mismos ojos Azules de su padre?
 

-¿Todavía no has acostado a esos mocosos? -dijo Taylor con un suspiro.
 

No se molestaba en ocultar que, para ella, los niños eran un incordio. Aunque era el modelo de mujer triunfadora, no tenía tiempo para los niños. Era alta y rubia, y su vida transcurría en un nivel muy diferente al de Miley. Taylor era la sofisticada mujer de mundo, mientras que Miley era la abnegada ama de casa y madre de familia.
Pero era la mejor amiga de Miley. 


En realidad, era la única amiga que Miley había conservado desde los tiempos del instituto. La única que vivía en Londres, como Liam y ella. Las demás, por lo que ella sabía, seguían viviendo en Cheshire.
 

-Dos ya están en la cama y uno está a punto -dijo Miley-. William tiene hambre y está impaciente.
-¿Y Liam? ¿Todavía no ha llegado?


Miley detectó el tono de desaprobación de su amiga y sonrió. A Taylor no le gustaba Liam. Saltaban chispas entre ellos cada vez que se veían.


-No -respondió Miley, y añadió con cierta tristeza-: así que puedes meterte con él cuanto quieras, que no te va a oír.
En realidad, era una vieja broma entre las dos amigas.


Miley nunca se había molestado porque Taylor le manifestara su opinión acerca de Liam. Siempre había permitido que le dijera a ella lo que no se atrevía a decirle a Liam a la cara. Pero, aquella vez, un extraño silencio siguió su comentario.
 

-¿Ocurre algo? --'le preguntó a Taylor.
 

-Maldita sea -dijo Tay entre dientes- Sí, la verdad es que sí. Escúchame, Miley. No me siento muy mal por hacer esto, pero tienes derecho a ...
 


Justo en aquel momento, un diablillo en pijama apareció en lo alto de la escalera y la bajó a toda velocidad, convertido en piloto de caza y disparando la ametralladora de su avión.
 


-Necesitamos agua -informó el piloto a su madre, desapareciendo por el pasillo en dirección a la cocina. 

-Mira ... -dijo Tay con impaciencia-, ya veo que estás ocupada. Te llamo después ... o mañana. Yo ... 

-¡No! -intervino Miley de repente- ¡No cuelgues! Estaba distraída, pero no tanto como para no darse cuenta de que lo que quería decirle era importante.
-Espera un momento que voy a ocuparme de estos mocitos.
 


Dejó el auricular sobre la mesa y fue a buscar a su hijo mayor.

Miley no era alta, pero era esbelta y tenía una bonita figura. Sorprendentemente bonita, teniendo en cuenta que había dado a luz a tres niños. Sin embargo, no era del todo extraño porque, siempre que encontraba tiempo, acudía al gimnasio local, donde nadaba, hacía aerobic y jugaba al badmington,
 


-¡Te pillé con las manos en la masa! dijo sorprendiendo a su hijo con la mano en la lata de las galletas. Lo miró con severidad y el niño se puso colorado- Está bien, pero llévale una a Marie. Y no quiero ver ni una miga en la cama -dijo viéndolo salir corriendo, con una sonrisa triunfal, por si su madre cambiaba de opinión.
 


-¡A que estás casada con un sinvergüenza! -exclamó Tay-. ¡Maldita sea, Miley, te está tomando el pelo! ¡No está trabajando, está saliendo con otra mujer!
Aquellas palabras golpearon a Miley como un látigo. -¿Qué? ¿Esta noche? -se oyó decir, sintiéndose como una estúpida.
 

-No, no esta noche en particular -respondió Tay con pesar- Algunas noches, no sé si muchas o pocas. Lo único que sé es que tiene una aventura. ¡Y todo Londres lo sabe menos tú!
 

Se hizo el silencio. A Miley se le heló el aire en los pulmones, fue como si le clavaran alfileres en el pecho.
 

-Perdóname, Miley*... -dijo Tay con voz grave, tratando de hablar con suavidad- No creas que me gusta esto, no importa que ...
 

Tay iba a decir qué poco le gustaba Liam y cuánto le gustaría vedo caer, pero se contuvo. No era ningún secreto que no se gustaban mutuamente, y que sólo se soportaban por Miley.
 

- Y no creas que te digo esto sin estar segura -añadió-. Los han visto en varios lugares. En algún restaurante ... ya sabes, demasiado intimidad para que se tratara de una reunión de negocios. Pero lo peor es que los he visto con mis propios ojos. Mi último novio vive en el mismo bloque que Selena gomez, los he visto salir y entrar muchas veces ..

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 hola chicas grasias por sus comentarios y espero que les guste 
ya  subo la nove Niley 
Respecto a lo de selena gomez como la mala selena si me cae bien solo que nose a quien poner digan me quien plis o si dejo a selena
 y a mi sis sari me encantan todas tus novelas pero me gustaria un maraton de perfect lover
y le queria desir q boy a subir esta miam porq miley esta con liam pero si la llega a lastimar misteriosamente morira wajajajajaja
no esbroma besoss

sábado, 25 de junio de 2011

!!!!!!!!The time of our Lives Final!!!!!!!!!

-¿Qué quieren?-dijo fríamente-

-hija...-dijo su madre acercándose para abrazarla, pero ella se corrió de lugar-

-¿Qué quieren?-volvió a repetir-

-¿Por qué nos tratas así? ¿Qué te hicimos?-dijo su padre, ella los miro a ambos con odio-

-quieren saber que me hicieron? No me respetaron, me hicieron casar con un maldito lunático que lo único que hacia era pegarme, día y noche, nunca aceptaron a su nieta, y cuando supieron que Nicholas no era de liam, ¿Qué hicieron? ME ECHARON! ME DIJERON QUE NO QUERÍAN VERME NUNCA MÁS EN LA VIDA, QUE LES DABA ASCO, QUE NO ME CONSIDERABAN UNA HIJA Y QUE MI NIÑO NO LO CONSIDERABAN NI COMO CONOCIDO, AUN ASÍ TIENEN EL DESCARO DE VENIR Y PREGUNTARME QUE ME HICIERON?-les grito, Nick apareció-ME SEPARARON DEL AMOR DE MI VIDA, DE LA PERSONA QUE REALMENTE AME Y AMO, NO ME DEJARON SER FELIZ, ME OBLIGARON A FINGIR FELICIDAD POR UNA MALDITA BODA, CUANDO HACÍA SOLO UN DÍA HABÍA PERDIDO A MI HIJA!-ya llorando-Y NO ME DEJABAN DIVORCIARME AUN SABIENDO QUE EL MALDITO ANIMAL DE LIAM ME MALTRATABA, ME VIOLABA Y ME INSULTABA TODAS LAS MALDITAS NOCHES!-

Nick la agarro por la cintura mientras le susurraba al oído que se calmará, ella se dio vuelta, apoyándose en el pecho de Nick llorando, él miro amenazadoramente a los padres de Miley, haciendo que ellos se fueran, el llanto de ella era incontrolable, hacía años que no hablaba de la perdida de su pequeña Destiny

- Nick, la quiero conmigo, quiero a mi niña, quiero a mi niña Nick-le decía mientras lloraba desconsoladamente en sus brazos-¿Por qué se fue Nick, por que? Yo la amaba, ella estaba bien, estaba perfecta... ¿Por qué?- él trataba de ser fuerte, pero a él también le dolía no tener a su pequeña-

-hol...-comenzó a decir Adam, pero se quedo callado al ver como lloraba su madre-¿Qué paso?-ella se calmo apenas, y seco sus lágrimas-

-¿mamá?-dijo Justin acercándose a ella-

-¿Qué pasa?-pregunto Nicholas entrando y cerrando la puerta, vio a sus hermanos abrazados a su madre, él hizo lo mismo, ella se tranquilizo- ¿estas bien ma?-le pregunto él aun abrazándola-

-si, si estoy bien-limpiándose las últimas lágrimas-¿Cómo les fue?-sonriéndoles-

Adam y Nicholas comenzaron a contarle a su madre a quienes habían conocido en la fiesta mientras la ayudaban a ordenar las últimas cosas en la nueva casa. Justin, subió a su habitación a controlarse el nivel de azúcar, Nick lo noto más rarito de lo normal y lo siguió. Cuando su hijo entro a su habitación, se tiro a la cama, suspirando y con una mano en el corazón.

-¿estas bien?-le pregunto él entrando a la habitación-

-eh? Si, si...-

-entiendo-dijo su padre riéndose-estas enamorado-

-¿eh?-pregunto-

-lo sabía!-dijo sentándose a su lado-cuéntame-le dijo-

Justin le dijo a su padre quien era la chica, como era y como hacer para conquistarla, cosa que su padre le dijo que solo debía ser el mismo.

“¿Quién es Destiny?” se preguntaba Lucas que había escuchado como su madre discutía con sus padres.

-mamá-le dijo el niño agarrándola de una mano-

-¿Qué pasa Lu?-poniéndose a su altura-

-¿Quién es Destiny?-ella se quedo como piedra-

-precioso...esa es una pregunta que no puedo responderte...-le dijo mirándolo-

-mmmm, esta bien, sabías que a Justin le gusta la hija de Demi?-empezó a decir, Miley sonrió, amaba las conversaciones de niño que tenía con Lucas-

AÑOS DESPUÉS

Los hijos de Miley y Nick recorrían el mundo con su música, su banda había tenido una gran aceptación el publico, infantil y adolescente. 

Los Jonas Brothers eran la banda más famosa y joven en el mundo. Tenían millones de fans, el rompecorazones de la banda, era, ni mas ni menos Nicholas, con sus hipnotizantes ojos, Justin era feliz con Selena, que llevaban como 4 años saliendo, y Adam, rompía corazones, pero jamás tuvo novia estable, y Lucas, el próximo integrante de la banda, era hermoso también, amaba la música como sus hermanos y ya había tenido varias novias también. Sus padres estaban orgullosos, en ese momento, sus hijos estaban dando un concierto, ellos los miraban sonriendo, Nick tenía sujeta a Miley por la cintura y por detrás. 

Miley tenía 38 y Nick cumplía los 39 el mes próximo, aun así, ellos no sentían la edad. A pesar de todos los golpes de la vida, Miley había podido salir de ese pozo al infierno, escapando de Los Angeles, yéndose a vivir con su esposo, y su en ese entonces, pequeño Nicholas, Dios la había bendecido con tres niños más luego. Y ahora los bendecía a sus hijos, con una carrera que amaban, fans y salud. Después de todo... todo era perfecto ahora... ¿o no?

FIN...
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Dedicado a todas mis lectoras grasias por su apollo las quiero muchoooooooooooooooo
y en espesial a mi sis sarii jiji
el lunes enpiezo la proxima novela o mejor dicho las dos novelas jajajaja 
una niley y una Miam 
un beso a todas