martes, 22 de enero de 2013

Catch Me Cap: 13

Besarle, eso hizo. Furiosa, hambrienta, desesperada, sus bocas se unieron, las lenguas se emparejaron, dando y recibiendo hasta que Miley pensó que explotaría por el placer de eso sólo. Él la enfurecía. La volvía loca. Pero debajo de eso estaba la necesidad. Esta terrible hambre física y emocional que ella no podía calmar.
Miley era lo suficientemente inteligente como para saber que estaba más allá de los efectos del calor copulativo. Había una necesidad que se retorcía en lo más profundo de su alma, desplegándose y rugiendo demandante. Ella lloriqueó ante la acometida del acalorado anhelo y de la emoción que se despertaba; su cuerpo se apretaba, se endurecía mientras clavaba las uñas en los duros hombros de Nicholas y su lengua se presionaba apasionadamente en el interior de la boca de él.
Los labios de él se cerraron sobre su lengua, su boca aprisionando la inflamada carne mientras empujaba para que apartara los muslos, posicionando su erección, deslizándose entre los regordetes labios de su co/ño mientras gemía rudamente.
Miley podía sentir la humedad allí, humedad que mojaba la ancha cabeza de la po/lla de él, preparándola para la invasión que sabía que cambiaría todas sus preconcebidas nociones de placer. No había nada como ser tocada por Nicholas. Ser sujeta y amada por él.
—Estás tan caliente—murmuró él cuando apartó sus labios de los de ella.—Tan caliente y dulce, nena, que es como ser rodeado por el fuego más dulce de la Tierra. Quémame de nuevo, Miley.
Los labios de él se enterraron en su garganta mientras empezaba a empujar su po/lla dentro de ella. Empujes cortos y fieros que la abrieron, la estiraron, la hicieron gritar pidiendo más del dolor erótico que crecía dentro de su co/ño.
—Ahí, gatita. Tan dulce y caliente. Te ajustas a mí perfectamente—gruñó él ásperamente mientras los últimos centímetros se deslizaban dentro, colocándole completamente en el interior de ella, enviando impulsos de exquisito placer a lo largo del cuerpo de ella. Ella podía sentirle, tan grueso y duro, insertado en ella, estirándola hasta que ya no pudo distinguir la frontera entre placer y dolor.
—Mírame, Miley—susurró él, esforzando su voz mientras levantaba la cabeza, conteniendo su peso en sus antebrazos mientras la miraba fija e intensamente.—Mírame, nena. Mira lo salvaje que me vuelves. Mírame, Miley. Sólo esta vez.

Ella contuvo la respiración ante la súplica ronca. Sus ojos la hipnotizaron. Tan profundos, oscuros y llenos de emoción, capturados con dolor y placer mientras él se movía despacio dentro del convulsivo agarre de su co/ño. Su vientre se flexionó mientras él la miraba fijamente; el erotismo de mirar su cara enrojecer, sus ojos brillar con hambre sexual, la llenaba como una oleada de energía eléctrica. Sus caderas se sacudieron con fuerza, llevándole más dentro de ella mientras ella arqueaba su cuello, las manos de él tirando de su cabello donde estaban enredadas cómodamente trenzando las hebras.
—Dime que se siente bien, Miley—una lenta y sexy sonrisa moldeó sus hinchados labios mientras sus mejillas se llenaban de un rojo profundo.—Háblame, cariño. Déjame oír tu voz, dulce y baja y áspera por necesitarme.
—Estás loco—jadeó ella mientras él rotaba sus caderas, su po/lla entrando más profundamente cuando ella pensaba que era imposible que lograra entrar más aún en su interior.—¿Quieres que te hable?
—Mmmm—murmuró él, bajando su cabeza lo suficiente como para dejar un beso en la comisura de sus labios antes de levantarla de nuevo, mirándola detenidamente.—Cuéntame cómo de bueno se siente mi po/lla dentro de ti, Miley. ¿Te gusta esto…?
Ella arqueó la espalda, emitiendo un bajo y fiero gruñido por entre sus labios mientras él se retiraba algunos centímetros y volvía a empujar de nuevo profundamente. Las terminaciones nerviosas atrapaban fuego, su vientre se convulsionaba y un estremecimiento de inminente liberación recorrió el cuerpo de ella. Podía sentirlo, fuera de su alcance, a pesar de que él hacía poco más que llenar su sensible co/ño, su po/lla latiendo como si tuviera otro corazón latiendo dentro de ella.
—Sí. Sí. Me gusta eso—ella se contorsionó bajo él, el placer corriendo por ella como una inminente tormenta de fuego.—Más.
—¿Más?—las manos de él tiraron fuertemente de su pelo mientras rotaba de nuevo las caderas, la cabeza de su erección acariciando su sensible carne, enviando olas crecientes de sensaciones desgarrándose a través de ella.
¿Qué le estaba haciendo él? ¿Por qué estaba retrasando la liberación que ella sabía también le estaba atormentando a él? Miley podía sentir las crecientes sensaciones que rozaban el dolor dentro de su propio cuerpo. Cada empuje la enviaba más alto, más cerca, pero eran demasiado pocos para enviarla a través del precipicio.
—Más—jadeó, clavando los dedos en los hombros de él.—¿Qué es lo que quieres, Nicholas? ¿Quieres que suplique?
Él la estaba volviendo loca. Luchó por empalar su co/ño más duramente en su po/lla, pero él usó su peso para mantenerla echada en la cama, para controlar los movimientos de las caderas de ella mientras ella alzaba las piernas para abrazar la parte inferior de su espalda.
—Quiero lo que me diste la primera vez, Miley—le dijo.—Sé que no lo has olvidado. No puedes haberlo olvidado.—Por un momento su voz fue torturada, su expresión reflejando dolor mientras el sudor amortiguaba sus características.
Sí. Ella recordaba. Cada momento de aquella noche, cada toque, cada…
Ella murmuró una protesta, su mirada desviándose hacia el pecho rudo y cicatrizado y la marca que ella le había dejado tiempo atrás.
Ella había murmurado algo a su oído antes de dejarle la herida. Palabras que resonaban en su mente, llenándola de lujuria y dejándola anhelante por la misma cautivadora necesidad que ella leía en los ojos de él.
—Nicholas—protestó contra la creciente hambre regresar, de permitir a los sueños dejarse llevar una vez más,
—Nunca volveré a dejarte, Miley—él se calmó dentro de ella mientras ella lo miraba atónita.
Su alma gimió miserablemente ante las palabras de él.
—Para—ella sacudió la cabeza desesperada.—No ahora. No todavía.
Ella no podía manejar la sobrecarga de emociones mientras su po/lla todavía estiraba las paredes de su co/ño, con la necesidad del orgasmo golpeando en su cerebro.
—Ahora—él le negó la necesidad de volver a esconderse. Y esconderse, ella lo sabía, era exactamente lo que ella había estado haciendo.—Aquí, ahora, Miley.
Él apretó las caderas mientras empezaba, lentamente—jod/idamente demasiado lentamente para las necesidades que golpeaban en ella—a empujar dentro de ella, lo justo como para mantener el dolor que daba zarpazos en su vientre, pero no lo suficiente como para llevarla al orgasmo.
—¿Te gusta esto, nena? ¿Te gusta sentir mi po/lla foll/ando tu apretado co/ño, volviéndonos locos a los dos cada segundo que pasa?—le preguntó él suavemente, un eco del pasado.—Cuéntame que quieres, Miley. Te daré cualquier cosa que quieras.
—No—su cabeza golpeaba contra el colchón mientras ella luchaba contra la potente, irresistible llamada de su propia alma y contra las necesidades que martilleaban en su cerebro.—Para esto, Nicholas. Por favor. Sólo déjame correrme.
—No—gruñó él, apretando sus dientes mientras su propio cuerpo temblaba con necesidad.—No aún. Siéntelo, nena. Siente lo bueno que es.
Empujó dentro de ella más duro, parando, su po/lla latiendo con fuerza en el interior del sensible abrazo de su co/ño.
—Nicholas…—ella sollozó su nombre.
—Ahora…—él empujó de nuevo en ella. Y paró. Sus ojos la miraban, brillando salvajemente, hambrientos y con la demanda apretando cada línea expresiva de su cara.—Ahora.
—Oh, Dios—las caderas de ella se retorcieron ante el siguiente empuje, su cabeza giró, su lengua lamió la marca de su pecho cuando él repentinamente paró.—Fóll/ame, Nicholas. Fóll/ame duro y caliente, hasta que no importe nada más que nosotros. Nada más que nosotros…—su boca cubrió la zona, sus dientes raspándola, luego su lengua, sólo un segundo antes de que ella le mordiera.
Un grito de masculina satisfacción llenó la habitación mientras él empezaba a moverse. Una de sus manos bajó a las caderas de ella mientras las suyas propias empezaron a agitarse, a empujar, a llevar su po/lla más profundo y más duramente dentro de ella mientras ella probaba su sangre. Su lengua, áspera y llena de esa única y emparejadora hormona, empezó a lamer la herida, su boca succionando su carne como si el sabor de él fuera el toque final para llevarla más allá de la razón. Su orgasmo hizo erupción, su co/ño se apretó alrededor de su po/lla mientras ella apartaba su boca del pecho de él para gritar su culminación.
—Sí, jo/der. Córrete para mí, nena—él enterró la cabeza en su cuello mientras empujaba más poderosamente dentro de ella, alargando y llevando su orgasmo aún más lejos hasta que la realidad, el pasado y el presente, se extinguió. Sólo estaban ella y Nicholas. Juntos, derritiéndose, el orgasmo y la unión chocando, y en los fuegos de sus liberaciones, finalmente se fundieron en uno.
—¿Cómo te atreviste a esconderme esto?
La voz de Roni le llegó a Nicholas a la mañana siguiente cuando bajó por las escaleras. La tensión en el recinto les estaba afectando a todos ellos. El confinamiento impuesto estaba volviendo locas a Merinus y a Roni, y a su vez ellas enloquecían a los demás. Cruzó los brazos sobre el pecho y observó curiosamente cómo Roni peleaba con su compañero.
La bella mujer de cabello oscuro miró a Taber, sus puños cerrados a cada lado de su cuerpo, lágrimas cayéndole por la cara mientras le gritaba. Taber estaba pálido, sus ojos desesperados mientras miraba a su esposa.
—Roni, no me entiendes—irritado, él se pasó las manos por la cara.—Iba a decirte. En cuanto considerara que estabas lo suficientemente fuerte…
—¡Me haces el amor hasta que no puedo respirar pero piensas que no estoy lo suficientemente fuerte como para hablar!
Nicholas se sobresaltó. Caramba, ella tenía un buen punto con eso.
—La situación es demasiado peligrosa…
—¡Y tú estás demasiado lleno de excusas!—el dedo de ella le golpeó el pecho.—Son mi familia. Todo lo que tengo. Después del infierno que mi padrastro me hizo pasar, no puedo creer que tú me hayas escondido esto.
—Es por eso que lo hice, maldición—maldijo Taber.—Tienes que entender…
—No tengo por qué hacerlo—ella le contestó mordazmente.—Tú, por otra parte, mejor te encuentras otro lugar donde vivir.
¿Taber sin su esposa ayudándolo a descargar el exceso de energía que alimentaba a su volátil temperamento? Nicholas no lo creía posible.
—Un divorcio felino—Dijo Nicholas sarcásticamente cuando llegó abajo.—¿Puedo observar? Podría necesitar tomar notas.
Taber bufó cuando giró para enfrentarlo. Los ojos de Roni brillaban de furia.
—¿Acaso pedí tu ayuda?—le preguntó coléricamente a Nicholas.
Nicholas se encogió de hombros.
—No tienes que pedirla, Roni. Les dije a ti y a Merinus que las aconsejaré gratis. Eso es lo menos que puedo hacer, viendo cómo están encadenadas a estos seres tan rudos y engañosos como son los Felinos—él sonrió con toda la inocencia masculina que podía reunir. No era mucho, pero más que suficiente como para calentar una situación ya de por sí caliente.
—Voy a morderte la maldita yugular, Tyler—Le prometió Taber.
Nicholas levantó una ceja burlonamente.
—Oye, no es mi culpa si pensaste que la podrías manipular. Ella es una mujer adulta. Caramba, déjala vivir tranquila para variar.
El gruñido de Taber fue violento.
—Éste no es tu problema—Roni le informó sarcástica.—Fuera, Nicholas.
Él miró a Taber y se encogió de hombros.
—¿Ves? Ella es perfectamente capaz de manejar la traición. Te has preocupado mucho.
—Él no me traicionó—Roni se quedó sin aliento, volviéndose contra él ahora.—¿Cuál es tu maldito problema?
Nicholas se encogió de hombros.
—Él es un saco malhumorado de genética inadaptada que te mintió. Te mereces algo mejor que eso.
—Él no mintió—contestó ella rápidamente.
Taber gruñía como la pantera rabiosa que era. A Nicholas le encantaba la situación y la disfrutaba. Las manos del otro hombre estaban eficazmente atadas mientras complacer a su compañera importara más que su furia.
—¿Él no te mintió?—Nicholas frunció el ceño.—Entonces... ¿por qué estás tan enojada?
—Porque él no me lo dijo a mí, imb/écil—su gruñido rivalizó con los de Taber.
Nicholas le echó a Taber una mirada desaprobadora.
—¡Deberías avergonzarte!—él se volvió hacía Roni.—Estás hilando muy fino. El engaño es engaño. Conozco a un buen abogado de divorcio. Podría obtener su número para ti.
La boca de ella se abrió y se cerró con un chasquido luego gruñó mientras dejaba al descubierto sus dientes, cosa que lo puso un tanto nervioso. Taber debería tomar lecciones de ella.
—¿Crees que no me doy cuenta de lo que estás haciendo, patán?—le preguntó furiosamente.—Si lo que quieres es pelear con Taber, si estás tan ansioso, aquí lo tienes. Pelea tú solo con él. Estoy segura que él me traerá tu piel antes de que el día termine, y lo sé porque eres un completo est/úpido. No quiero divorciarme de él, todo lo que quise hacer fue gritarle por ser tan condenadamente arrogante, y justamente tú tuviste la maldita idea de arruinarlo todo.
Ella salió del cuarto, manifestando su enojo ruidosamente, mientras su esposo le clavaba los ojos sin poder creerlo, para luego volverse hacia Nicholas.
—No puedo creer que ella me esté dando permiso para patear tu cu/lo arrogante—él negó con la cabeza, cansado.—Tengo la sensación de que tengo que darte las gracias, pero todavía no me figuro muy bien porqué.
Nicholas se rió ahogadamente.
—Caramba, si ella hubiera estado realmente disgustada, entonces te habría disparado. Ve con ella, llévala a ver a su papá, luego acaríciala cuando llore por eso y estará bien. Las hormonas del embarazo son una porquería—él sonrió abiertamente.—Merinus está volviendo loco a Callan con ellas.
Nicholas se dirigió hacia la puerta del frente cuando una mano en su hombro lo detuvo. Él se giró hacia atrás, mirando mientras Taber cambiaba de posición, inquieto.
—No me gusta ver a Miley sufriendo—dijo Taber finalmente un poco frustrado.—Y sin duda alguna no me gustan para nada los pequeños insultos que tiras tan fácilmente, pero te doy las gracias. Tuve miedo de que ella estuviera lista para irse de mi lado para siempre.
—No hay problema, gatito. Simplemente no empieces a ronronear de amor por mí o voy a tener que dispararme—él se encogió sus hombros, para nada cómodo con el repentino cambio de humor de Taber.
Taber se rió burlonamente mientras sacudía la cabeza al oír la respuesta de Nicholas.
—Callan tiene razón—él dijo,—realmente no puedes contenerte. Sabes que eventualmente alguien te matará por esos insultos, ¿no?
—Sí, sí—bufó Nicholas.—Y espero que lo celebres en lo profundo del infierno. Ahora, si tú no tienes nada que hacer, yo sí. Hasta más tarde, máquina de ronronear. 
* * * * *
—Tienes problemas ahora, hermanita—Miley se sobresaltó al oír cómo la voz de Taber subía, haciendo eco en las escaleras después de la partida de Nicholas.—Tengo que admitir, le gustas a él.
Ella misma había visto la confrontación, asombrada por la manera en que, fácilmente, Nicholas había logrado difuminar la cólera de Roni. Pero también había visto otras cosas, había percibido cómo se le habían tensado los hombros, el destello de preocupación en su expresión cuando su perfil se volvió hacia donde estaba ella. A él le importaba lo que estaba pasando.
Ella sacudió la cabeza, percatándose cuánto Nicholas se interesaba por todos ellos. No era la primera vez que él se hacía cargo de la cólera de alguien en vez de dejar que la situación explotara entre los otros. Sus hombros eran anchos y firmes, pero ella se preguntaba cuánto tiempo más él podría cargar con los problemas de los otros, esos de los que tan a menudo cargaba.
—Sí, me doy cuenta de eso—Miley siguió bajando las escaleras, tirando fuertemente de su chaqueta negra y ajustando el enlace del comunicador en su oreja, al tiempo que se dirigía hacia la puerta del frente.—Lo he sabido durante mucho tiempo ya, Taber.
Ella había tenido problemas desde el primer día en que él había aparecido en los malditos laboratorios y entrado, irremediablemente, en su vida.
Taber sacudió la cabeza mientras ella se acercaba, sus ojos más oscuros que los de ella y demasiado perceptivos. Él inspiró profundamente, el ceño fruncido.
—¿No has ido a ver a Doc todavía?—le preguntó.
Miley negó con la cabeza.
—Todavía no. Llamé esta mañana y le dije que iría mas tarde, ¿hay algún problema?
Taber negó con la cabeza, su frente arrugada en un ceño fruncido.
—No estoy seguro, pero por favor no pierdas el turno. De alguna manera tu aroma se ha alterado, aunque sencillamente no puedo percibir cómo.
Miley se encogió de hombros. Ella había hecho eso antes y nunca había pasado nada, sin embargo normalmente era Dawn la que advertía las pequeñas diferencias en su aroma y no uno de sus hermanos.
—Lo haré esta tarde. Mejor alcanzas a Roni y ves cual es su estado de ánimo, si te va dejar volver con ella o no. Les diré a Tanner y Dawn que los esperen a los dos, más tarde, en la cabaña de Lawrence. No podrás mantenerla lejos de allí por mucho más tiempo.
—Sí, ya me imaginé eso—él gruñó irritado.—Voy a cortar cabezas por permitir que se filtrara la información también hacia fuera. Tan pronto como ella me deje saber cómo diablos se enteró.
Miley le sonrió, mostrándole abiertamente su diversión. Era gracioso. Hasta el año pasado, Taber siempre había sido uno de los más calmados de la familia. Al igual que lo que le había pasado a Callan, la responsabilidad de cuidar a las mujeres que habían reclamado y a los futuros bebes que nacieran de ellas estaba probando la resistencia de sus nervios al máximo.
—Entonces, te deseo buena suerte.
Ella hizo una pausa para palmear su hombro antes de abrir la puerta del frente y salir a la límpida y fresca brisa matutina de aquel día de otoño. Las hojas esparcidas mostraban innumerables tonalidades de marrones, rojos y verdes, como si se prepararan para el letargo venidero. Los colores eran deslumbrantes para los ojos y, no por primera vez, llenaron de asombro a Miley.
Hoy se sentía más viva de lo que había estado alguna vez. Podía sentir una nueva forma de energía invadiéndola, llenándole el cuerpo, a pesar de haber pasado la noche y el alba gimiendo bajo el empuje del cuerpo de Nicholas, dándose cuenta de cuánto lo deseaba todavía. Cuánto lo necesitaba aún.
No era el dolor apasionado que le despertaba el celo, tampoco la necesidad hambrienta de la noche anterior, más bien era un sutil vestigio, un eco, una pulsación que vibraba a través de su cuerpo y que la hizo recordar la noche pasada con un pequeño temblor de anhelo.
Un bip pequeño en su oreja le advirtió de que alguien demandaba la vía de entrada para su canal personal. Ella alcanzó y levantó el interruptor que bloquearía a todo el mundo, menos a la persona que le estaba demandando una conversación aparte.
—Hola, hermosa—la voz suave de Nicholas le llenó la cabeza, deleitada, podía oír su voz sensual, cargada de las memorias de la noche que habían compartido.

Miley sonrió, sacudiendo la cabeza al escuchar el tono de sus palabras.
—Se supone que debes estar trabajando, semental—le recordó, casi riéndose al saber que esa simple palabra podría encenderle el deseo.
—Oh, eres mala—se rió ahogadamente.—Podría tener que castigarte.
—Mmm—sonrió mientras se movía por el recinto, sus pasos ligeros invadidos con una energía que no sabía podía tener.
—Suena bien. Sin embargo, quizá yo deba castigarte la próxima vez. Pienso que te gustaría eso, Nicholas.
—Probablemente me encantaría—ella podía oír la resignación pesarosa en su voz.—Cariño, si es tu mano la que administra el castigo, entonces estoy seguro de que no podría evitar el disfrutarlo. ¿Qué tienes que hacer hoy?
—Patrullar—le dijo mientras llegaba al pequeño aparcamiento y al Jeep todo terreno estacionado allí.—Estaré en el sector del oeste, ayudando con el registro de las cuevas y en la búsqueda de los túneles a través de la montaña. No necesitamos más visitas de cortesía de asesinos—carga—misiles.
Nicholas bufó con eso.
—Te encontraré en unas horas y nos escabulliremos a alguna parte para el almuerzo—él sugirió.—Yo te proveeré del plato fuerte y tú puedes llevar el postre—su voz se hizo grave y seductora al llenarse de una clara promesa sexual.

Miley hizo una pausa al lado del Jeep, quedándose con la mirada fija en el límpido cielo matutino, una sonrisa afloraba en sus labios como si Nicholas llenara una parte suya que no sabía que existía. Podía sentir una cálida ternura floreciendo en su corazón y un calor intenso en su vag/ina. Ella lo deseaba ahora, no más tarde.
Rechazó con su cabeza ese pensamiento y se subió al Jeep.
—Debes encontrarme primero—le dijo mientras encendía el motor y conducía hacia atrás por el aparcamiento.—Quizá tengamos que saltarnos la comida y dedicarnos al postre si es que hay mucho trabajo hoy.
—Será bueno igual—ella podría oír la anticipación, la sonrisa que invadía su voz.—Ten cuidado, mi gatita. Hasta luego.
—Pronto—murmuró en respuesta mientras la conexión se interrumpía y el aparato receptor regresaba, automáticamente, al canal primario.
Dirigió el Jeep hacia la parte trasera de la propiedad y hacia el portón que franqueaba la entrada en esa zona. El día se veía más claro y brillante que nunca.

2 comentarios:

  1. aaaaaaaaaaa amo esta nove es mmuy linda ....
    Plis sigue la nove Two More Lonely People es muy linda y me enganche con esa plis plis plis ...

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  2. hahhhaha bitch me encanto, siegeeela, y estoy de acuerdo con Tami Florencia, tienes que seguir con esa novela

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