sábado, 3 de mayo de 2014

Tù eres mi Amor - Cap: 22



Al llegar a la casa de los Archibald, Miley encontró a Emily con un pañuelo en la cabeza y llena de polvo.

-Pareces un deshollinador-dijo.

-Tu llegada es una bendición-respondió su amiga abrazándola-Necesito tus ideas para disponer los lugares en la mesa. Esta noche doy una recepción. La madre de Michael cree que ya es hora de que empiece a recibir gente. Eso es lo que se hacen las personas de su rango. Me ha prestado manuales de etiqueta, pero confieso que no consigo hacerlo bien.

-Gracias a las lecciones de mi tia, la etiqueta no tiene ningun secreto para mi, sea cual sea el pais en el que me encuentre-declaró 
Miley sentándose en el secreter para estudiar la disposición de la mesa.

-Es mi primera recepción y mi suegra mira mucho las formalidades. Quiero estar a su altura.

En los labios de 
Miley se dibujó una sonrisa, estaba buscando un pretexto y por fin lo tenia, anotó el nombre del duque en la lista de los invitados.

-Esto te convertirá en la anfitriona del año y pondrá a tu suegra verde de envidia.

-¡El duque de Claymore! No aceptará nunca.

-Vendrá-le aseguró 
Miley-Dame una invitación.

El lacayo al que le habia dado el mensaje volvió poco después diciendo que el duque estaba en casa de su hermano en el campo y que volveria el sábado por la mañana.

-Estara demasiado cansado para venir-dijo Emily con un suspiro.

-Vendrá-repitió 
Miley segura de si misma.

Después de la cena, Emily intentó llevar la conversación hacia Paul y Nicholas, pero 
Miley dijo que no deseaba hablar de eso.

-Courtney y Peter, asi como sus padres, Margaret y su madre estan en Londres para preparar el ajuar de novia-dijo 
Miley a su amiga después de contarle como habia les habia manipulado-Se casaran aquí.



Hasta el sábado por la tarde 
Miley no tuvo tiempo para pensar que iba a ver a Nicholas por la noche. Al volver de una mañana agotadora recorriendo tiendas, pidio al cochero que la dejara en un parque y se paseó entre los crisantemos. Se sentó en un banco y enrojeció al pensar en los labios del duque sobre los suyos. Revivió sus primeros encuentros, su complicidad. Incluso aunque no la amara, Nicholas la deseaba y estaba muy orgulloso de ella.

A pesar de sus defectos, debia admitir que experimentaba una cierta ternura por el, si no hubiera estado ciega por la idea de casarse con Paul, se habría dado cuenta antes. Iban a casarse, era inevitable. Este hombre tan seductor se iba a poner furioso esta noche al saber los rumores que circulaban sobre su compromiso con Paul.

Con un suspiro, pensó en la manera en que le iba a decir que estaba dispuesta a convertirse en su mujer. Al diablo con su orgullo. Decidió confesárselo después de hablarle de los rumores diciéndole que seria una buena forma de ponerles fin. Después el la besaria apasionadamente. Tembló solo de pensarlo.

Al volver a casa de Emily, 
Miley supo que su amiga estaba en el salon con unos invitados. No queriendo imponer su presencia, se fue a su habitación.

-Courtney, Peter, Margaret y sus madres acaban de irse-dijo Emily entrando en la habitación-Acaban de invitarme a la boda. Les he invitado a la cena, no he podido hacer otra cosa.
Miley se quitó los guantes y estudió la expresión turbada de Emily.

-No te preocupes. No va a pasar nada.

-No estoy tan segura. Mientras hacian las compras se encontraron con Alexander de la Ville, tu amigo. Cuando supo que estabas aquí, se unió a ellos.
Miley tuvo la impresión de que el cielo le caia sobre la cabeza.

-Me vi obligada a invitarle a el también-añadió Emily-Sabia que eso crearía problemas de cara al duque pero esperaba que rechazaría la invitación.

-Y la aceptó-completó 
Miley derrumbándose en la cama.

-Hubiera querido estrangular a Margaret, es evidente que es en ti en quien esta interesado, pero ella se colgaba de su brazo como una sanguijuela rogándole que aceptara. Sus padres deberían casarla para que pudiéramos respirar tranquilas.

-No te preocupes por Margaret y Alexander-dijo 
Miley deseando no fastidiar la cena de Emily-No va a pasar nada.

Nicholas puso los informes que su hermano le habia pedido que estudiara y se acomodó en el asiento de su carruaje, se reprochaba por llegar al pueblo un dia antes de lo que habia dicho. Los cascos de los caballos resonaban en las calles pavimentadas, Nicholas miró por la ventana, espesas nubes ensombrecían el fin del dia. Se moria de ganas de ver a 
Miley, habia dejado el domicilio de su hermano al amanecer y habia viajado todo el dia, deteniéndose solo para cambiar de caballos. Se arrepentia de haberla dejado sola toda la semana.

Se le hizo un nudo en el estómago al pensar en sus besos después del baile de los Rutherford. El champán habia liberado sus inhibiciones y ella habia expresado su deseo. El solo deseaba una cosa, llenarla de felicidad hasta que ella le amara tanto como el la amaba. Porque estaba enamorado de ella, eso debia admitirlo. A los treinta y cuatro años, después de numerosas aventuras sin futuro, por fin habia encontrado a la mujer de su vida.

El cochero tuvo que detenerse delante de la farmacia por culpa de una carreta volcada que impedia el paso. No pudiendo soportar estar encerrado, Nicholas bajó y se unió al grupo de mirones.

-Por fin un poco de animación-comentó el señor Oldenberry-Pero se ha perdido usted el acontecimiento más importante. El compromiso.

-En efecto-dijo Nicholas con indiferencia mientras soltaban por fin la carreta accidentada.

-Desde luego-añadió el farmacéutico-Pero no podrá felicitar a las novias. Las dos están en Londres-bajó la voz-Personalmente yo pensaba que seria a usted a quien la señorita Stone elegiria, pero hace mucho tiempo que queria al señor Sevarin, y ahora ya están comprometidos. Además la señorita Ashton va a casarse con el señor Redfern. Es extraño ver como pasan cosas que uno no espera.

Nicholas miró a u interlocutor.

-¿Qué esta usted diciendo?-preguntó con voz inexpresiva.

-He dicho que las señoritas Stone y Ashton se habian comprometido den su ausencia.

-O se equivoca o miente.

El señor Oldenberry dio un paso atrás al ver la violencia que habia en la mirada de acero del duque.

-No, se lo aseguro. Pregunte a la gente del pueblo si quiere. Se fueron ayer por la mañana con una hora de diferencia para comprar el ajuar, me lo dijo la señorita Ashton. La señorita Stone está alojada en casa de lady Archibald y la señorita Ashton en casa de sus abuelos-añadió para probar su buena fe.

Sin decir una palabra, Nicholas giró los talones y se montó en su carruaje.

-A casa de los Stone-ordenó al cochero.

-¿Dónde esta la señorita Stone?-preguntó friamente el duque al lacayo que iba a su encuentro.

-En Londres señor.

Apenas llegó a su casa, Nicholas saltó fuera del coche y ordenó que cambiaran los caballos de inmediato.

-Este preparado para salir hacia Londres dentro de diez minutos-le dijo al cochero.

Hervía de rabia al pensar que ella estaba comprando su ajuar y además con su dinero.

-¡La zorra!-gruñó mientras se vestía.

En cuanto la viera la llevaría hasta el altar de los pelos si hacia falta. Se lamentó por no haberse aprovechado de su cuerpo antes de casarse, quiza ella hubiera terminado por amarle. En cualquier caso era el quien decidiría.

Durante el viaje, Nicholas osciló entre el abatimiento y la ira. A media noche, el carruaje se detuvo delante de la residencia iluminada de los Archibald. Evidentemente estaban dando una gran fiesta.

-Espereme, vuelvo enseguida-le dijo al cochero.

Subió los escalones con paso decidido.



El aire frio azotó la cara de 
Miley, acababa de salir a la terraza y dirigió una sonrisa artificial al joven que la habia seguido cuando ella hubiera querido estar sola unos instantes. Sus ojos habian buscado a Nicholas en vano. De todas formas sabia que era demasiado tarde para que llegara. Ahora se arrepentia de haberle dicho a su tia que podia salir de viaje según lo planeado. Tendría que haber esperado la respuesta del duque.

Sin duda habia ignorado su invitación, la joven se sentia profundamente herida. Sin embargo habia dejado que su larga cabellera cayera como una cascada sobre sus hombros ya que Nicholas le habia dicho que la preferia asi. Tambien habia optado por un vestido de saten color marfil muy sugerente, bordado de perlas.

Al borde de las lágrimas, 
Miley tuvo que admitir que le echaba de menos. Ardia de ganas de ver su sonrisa, por decirle que se rendia en la batalla que les enfrentaba. Después el la hubiera cogido en sus brazos y la habria besado.

Nicholas saludó brevemente a los pocos invitados que conocia mientras buscaba a su presa. Vió a Alexander de la Ville dirigiéndose a la terraza llevando dos copas de champán, con la mandíbula crispada por la rabia, le siguió con la mirada y descubrió a 
Miley rodeada por varios hombres. La mirada de Nicholas se llenó de desprecio cuando la vió bromear con ellos, estaba a punto de acercarse cuando una mano se posó en su brazo.

-¡Que maravillosa sorpresa!-dijo Margaret Merryton.

El quiso soltarse pero Margaret le sujetó más fuerte.

-Se comporta como una arrastrada. Es vergonzoso ¿verdad?

Nicholas miró a la mujer que se dirigia a el, cegado por la ira, no la reconoció de inmediato y ni siquiera intento ocultarlo. Vio los ojos de avellana de Margaret que pasaban de la adoración al odio. Después una carcajada resonó en la terraza y la mirada de Nicholas fue de nuevo en esa dirección.

Al ver a 
Miley, Margaret apretó la mano.

-Si tanto la desea vaya a buscarla. No se preocupe por Sevarin o por de la Ville, ninguno se casara con ella.

-¿Por qué?-preguntó Nicholas soltando su brazo.

-Porque el Paul acaba de descubrir lo que el señor de la Ville sabe desde hace años, ninguno de los dos será su primer amante-ella vio que el duque palidecía-Por si le interesa fue un mozo de establo quien la desfloró. Por eso la enviaron a Francia.

Nicholas perdió todo el control de sus emociones. En otras circunstancias hubiera podido distinguir que lo que motivaba a margaret eran los celos, pero acababa de enterarse de que 
Miley le habia traicionado. Esperó a que Alexander de la Ville se hubiera ido y luego se reunió con Miley en el momento en que un admirador borracho caia de rodillas a sus pies.

-Señorita Stone-empezó este, callándose al ver al duque.
Miley se dio la vuelta riendo, invadida por una súbita felicidad, sonrió pero la atención de Nicholas estaba dirigida al pobre Carlisle.



-¡Levántese! Si esta pensando en pedir la mano de la señorita Stone, deberia esperar a que se la deje otro.

Cogió a 
Miley por la muñeca y la metió a la fuerza en su carruaje.

-¡Pare! Me está haciendo daño-protestó ella jadeando.

Sus pies tropezaron con el borde del vestido y se tambaleó. El duque la levantó tan brutalmente que tuvo que reprimir un grito de dolor, después el la lanzó sin miramientos dentro del vehículo.

-¿Cómo se atreve?-exclamó la joven furiosa-¿Quién se cree que es?

-¿Quién me creo que soy?-gritó el-Tu propietario por supuesto. Son tus propias palabras.
Miley le miró fijamente, aturdida. Ella habia imaginado un encuentro mas cariñoso.

De todos modos, se alegraba de que el hubiera respondido a su invitación y no podia reprocharle que estuviera celoso.

-El señor Carlisle habia bebido un poco, el...

-¡Callate!

Ella vió la rabia brillando en sus ojos grises, sus mandíbulas estaban apretadas de ira. El volvió enseguida la cabeza como si no soportara seguir viéndola.

-¿Dónde me lleva?-preguntó ella con voz temblorosa.

El no respondió.

-Nicholas ¿dónde vamos?

El la miró de nuevo como si quisiera estrangularla, se la imaginaba en los brazos de otros hombres.¿Cómo podia llamarle por su nombre en ese preciso momento? Se concentró en el paisaje. Cada vez más inquieta, 
Miley se dio cuenta de que se dirigían hacia el norte.

-Iba a decirle que aceptaba casarme con usted, no es necesario llevarme a Escocia, yo...

-¿No es necesario?-cortó Nicholas con una risa sardónica-Eso es en efecto lo que acabo de saber, no tengo ninguna intención de ir alli, ya he recorrido bastantes kilómetros por hoy.

Mientras el coche giraba hacia el oeste, ella comprendió el sentido de sus palabras. El debia haber vuelto al pueblo y habia oido los rumores. Le puso una mano en el brazo.

-A propósito de Paul, puedo explicárselo. Verá...

Los dedos de Nicholas apretaron su mano hasta hacerle daño.

-Me encanta que quieras tocarme ya que dentro de poco vas ha poder hacerlo hasta la saciedad-aparto con disgusto la mano de 
Miley-Este no es el lugar para demostrar tu afecto, vas a tener que controlar tus impulsos.

-¿Controlar mis..?-repitió 
Miley-¿Ha bebido?

-No estoy borracho, no te preocupes, estoy en plena posesión de mis facultades. La noche sera larga y agotadora.
Miley meditó unos instantes, después comprendió lo que el queria decir. Solo podia saltar del coche con el riesgo de herirse y buscó desesperadamente una casa o un pueblo donde poder refugiarse. Sentia que algo se moria dentro de ella y cerró los ojos para contener las lágrimas. La velocidad del coche disminuyó delante de la verja de una taberna. Los dedos de Miley se cerraron en un puño.

-No seas tan impaciente querida, una vulgar taberna no es el sitio indicado para nuestra primera relacion carnal. A menos que tu prefieras las tabernas parar tus citas-la lanzó al asiento enfrente del suyo-¿Me equivoco?

Con el corazón latiendo con fuerza, 
Miley vió que la taberna se alejaba, habia perdido toda esperanza de poder escapar.

-Personalmente-continuó Nicholas-yo siempre he preferido la comodidad de mi modesta casa a la dudosa ropa de cama de estos lugares sórdidos.

-Usted...no es más que una basura.

-Si tu lo dices-admitió el-eso esta bien ya que voy a pasar la noche en los brazos de una ramera.
Miley cerró los ojos e intentó poner sus ideas en orden. Tenia que explicárselo bien.

-La que empezó con las mentiras que usted ha oido sobre Paul y yo, fue la señora Sevarin-dijo ella inquieta-Sin embargo le dije en cuanto llegó que no me casaria con el. Entonces me fui a Londres...

-Las mentiras te siguieron querida. Ahórrame las explicaciones.

-Pero...

-Cállate o no esperaré a que lleguemos y te poseeré de inmediato, aquí mismo.

Viajaron unas dos horas más hasta que el carruaje franqueó una verja, 
Miley salió de su sopor y descubrió a lo lejos una gran casa iluminada. Cuando llegaron a la entrada, el corazón de la joven latia enloquecido. Nicholas la hizo bajar sin contemplaciones.

-¡No entraré!-gritó 
Miley debatiéndose.

-Es un poco tarde para intentar preservar tu virtud-contestó el levantándola en brazos.

La llevó al primer piso. Una criada pelirroja apareció en el descansillo.

-¡Vaya a acostarse!-ordenó Nicholas mientras ella les miraba asombrada.

-Por favor detengase-suplicó 
Miley cuando el abrió de una patada la puerta de su habitación.

Apenas se fijó en el magnifico mobiliario y en el fuego que ardía en la chimenea, solo vio la enorme cama con dosel hacia el que Nicholas la llevaba. La soltó bruscamente encima del lecho y luego se dio la vuelta. 
Miley creyó que se iba, pero en vez de eso, el cerró la puerta y giró la llave.

Paralizada, la joven le vió dirigirse hacia la chimenea. El se instaló en un diván y la miró durante unos largos minutos como si fuera una criatura a la ves extraña y cautiva.

-Ven aquí-le ordenó por fin rompiendo el silencio.

Temblando de la cabeza a los pies, ella sacudió la cabeza y retrocedió. Sus ojos fueron desde las ventanas hasta la puerta pensando en como podria escapar.

-Intentalo-dijo Nicholas-pero te garantizo que no la conseguiras.

Ella se enderezó luchando con las ganas de gritar.

-Acerca de Paúl...

-Si vuelves a pronunciar ese nombre una vez más-cortó Nicholas con voz helada-te mato. Además no estoy seguro de que Sevarin siga interesado en ti, pero hablaremos de eso más tarde. Ahora mi amor, ven aquí ¿O quieres que vaya a buscarte?

La miró un momento con las cejas levantadas.

-¿Y?-continuó el haciendo ver que se levantaba.
Miley obedeció negándose a seguir suplicando. De esforzó por aparentar dignidad pero las piernas le temblaban. El atrapó su vestido y dio un tirón, Miley oyó como la tela se rompía, los botones se dispersaron por la alfombra, brillando a la luz de las llamas.

-Este vestido también me pertenece-dijo el con una sonrisa sardónica.

Se volvió a sentar y extendió sus largas piernas mientras observaba los esfuerzos de ella para retener el corpiño sobre su pecho.

-¡Dejalo caer!

Ella soltó el corpiño de saten. Impasible, el miró como caia el tejido sobre las caderas de ella.

-¡El reto también!

Tragándose su humillación, 
Miley dudó y luego se quitó la falda y las enaguas. Solo le quedaba una ligera camisola y sabia que el esperaba que se la quitara también. Era su manera de castigarla por las mentiras que circulaban sobre ella y Paul. Considerando que ya habia sido suficientemente castigada, dio un paso hacia atrás.

Nicholas se levantó de un salto, cogió el fino tejido por el escote, ella miro jadeante como la mano del duque se posaba en su pecho, esa mano que la habia acariciado antes con tanta suavidad. El le arrancó la prenda con fuerza.

-¡Metete en la cama!-le ordenó.
Miley obedeció de inmediato y levantó la sabana hasta la barbilla para esconder su desnudez. Vió a Nicholas quitarse la chaqueta y luego la camisa, descubriendo sus anchos y poderosos hombros. Cuando empezó a desartarse el cinturón, ella volvió la cabeza y cerró los ojos. Cuando los volvió a abrir, Nicholas estaba inclinado encima de ella con una mirada amenazadora.

-No te escondas-dijo cogiendo la sábana-quiero ver lo que he pagado tan caro.

Ella leyó el dolor en sus mirada cuando descubrió su cuerpo desnudo, después sus mandíbulas se crisparon. Temblando de terror, 
Miley observo unos instantes ese rostro implacable que ella habia visto anteriormente tan cariñoso. La tia Anne tenia razón, Nicholas la amaba. Era ese amor lo que le impulsaba a hacerle algo tan horrible. Ella le habia provocado al negar sus propios sentimientos durante tanto tiempo. El miedo dejo su lugar a los remordimientos. Con los ojos llenos de lágrimas extendió una mano temblorosa hasta su mejilla y le acarició.

-Lo...lo siento-murmuró.

El la miró apoyándose en un brazo y acarició el hombro de ella, después su mano se deslizó hasta uno de sus pechos.

-Demuéstralo-dijo el tocando el pezón-Enséñame hasta que punto lo sientes.



Sobreponiéndose al pudor, ella lo hizo, dejando que los dedos de Nicholas despertaran en ella mil sensaciones.

La boca de Nicholas se apoderó de la suya en un largo beso que 
Miley le devolvió con todo el amor que sentia.

-Eres maravillosa querida-susurró el mientras exploraba su cuerpo con manos expertas-pero supongo que ya te lo habran dicho antes.

Su boca dibujó un sendero ardiente desde su cuello hasta la punta de sus pechos de los cuales se apoderó. 
Miley gimió de placer con el contacto de su lengua, después el paseó sus manos a lo largo de sus piernas y mas tarde entre ellas, Miley hizo un movimiento instintivo de rechazo, el la ignoró y la exploró con sus dedos, haciendo brotar multitud de sensaciones en todo su cuerpo.

El prosiguió con sus caricias con tanta habilidad que hizo que ella se retorciera de deseo. 
Miley intentó resistir y luego se sintió invadida por una extraña sensación. De pronto notaba algo diferente en la forma en que el la tocaba y la besaba, ya no notaba ese ardor en sus caricias... Gimió a pesar suyo.

-Te gusta esto ¿verdad?-murmuró el con voz ronca dejando de acariciarla-No me gustaria tuvieras demasiado placer querida-dijo tumbándose sobre ella y metiendo una rodilla entre sus piernas.

La cogió por las caderas y el tono cínico de su voz saco a 
Miley de su ensueño. Ella abrió los ojos para ver la expresión implacable de Nicholas que la penetró brutalmente quitándole su virginidad. Ella gritó de dolor y escondio la cara entre las manos. Nicholas soltó un juramento y se retiro de inmediato.
Miley se tensó, pensando que iba a poseerla de nuevo, pero el no se movió.

A través de sus lágrimas, ella le vio encima de ella, con el rostro deformado por la angustia y no pudo retener el llanto por mas tiempo. Hubiera querido que la abrazara y que la consolara y buscó consuelo en los brazos de su agresor. Rodeando los hombros de Nicholas con su brazo, ella le atrajo nuevamente hacia si.

El la apretó con suavidad y se tumbó a su lado. Sin decir nada, 
Miley escondió la cara en el torso de Nicholas y lloró. El la acunaba mientras le acariciaba el pelo, el sonido de su llanto era su castigo.

-Le..le dije a Paul...que no...me casaria con el-balbuceó ella-yo...no soy...la culpable de los rumores.

-No es eso cariño-murmuró el duque con la voz rota por la emoción-Nunca te habria hecho algo así por esa razón.

-¿Entonces porque?

-Creia que te habias acostado con el y con otros hombres-confesó el
Miley dejó de llorar, tapándose el pecho con las manos se apartó de el y le fusiló con la mirada.

-¿Creiste eso?

Su miedo habia desaparecido, al igual que la impresión de que el la amaba. Comprendió que habia querido humillarla y ella habia cedido sin tan siquiera protestar. Le habia entregado su virginidad. Intentó esconderse debajo de las sábanas.

Con un gesto cariñoso, Nicholas la tapó y luego le puso una mano en los hombros.

-Por favor, dejame explicártelo-rogó el.

-Puedes intentarlo. Pero por carta porque si vuelves a acercarte a mi te mataré.

Se vió sacudida de nuevo por los sollozos y acabó por sumirse en un sueño reparador.

Nicholas Robert Westmoreland, duque de Claymore, descendiente de cinco siglos de nobleza, estaba tumbado al lado de la única mujer que habia amado en su vida y era incapaz de consolarla.

¿Cómo habia podido hacerle eso cuando solo queria mimarla y protegerla? Ahora ella le despreciaba.

Al amanecer, ella se dio la vuelta, con ternura, el aparto con un dedo un mechón de pelo color caoba de su cara y luego continuó mirándola mientras dormía. Sabia que era la última vez que ella dormía a su lado.



A la mañana siguiente 
Miley se despertó con un dolor entre las piernas, miró a su alrededor con la mente llena de confusión. Se encontraba en una inmensa cama con dosel y esta habitación lujosamente amueblada era mucho mas grande que la suya. Cerró los ojos diciéndose que reinaba en ella un ambiente masculino. Entonces lo recordó todo. Era la habitación de el, su cama.

La puerta se abrió y entró la pequeña doncella pelirroja llevando la ropa de 
Miley arreglada.

-Buenos dias señorita-dijo.

Miley le apenó constatar que no parecia en absoluto extrañada de encontrar una mujer desnuda en la cama de su señor.

-Me llamo Mary-dijo con un fuerte acento irlandes-¿Puedo ayudarla?

Roja de vergüenza, 
Miley cogió su mano y salió de la cama con paso titubeante.

-¡Dios mio!-gritó Mary al ver la sábana manchada de sangre-¿Qué le ha hecho a usted?

-Me ha aniquilado-explicó la joven con una risa nerviosa ante una pregunta tan tonta.

-Lo pagará el dia del Juicio Final. El Señor no se lo perdonara.

Condujo a 
Miley hasta una bañera de mármol situada en una pequeña habitación contigua.

-Espero que Dios no se lo perdone nunca-dijo 
Miley sumergiéndose en el agua caliente-¡Ojala se queme en el infierno!

Mary empezo a enjabonarle la espalda, pero 
Miley cogió la manopla y se froto ella misma enérgicamente. De pronto se detuvo. ¿Qué estaba haciendo en esa bañera cuando deberia estar ya lejos de alli?

-Debo irme cueste lo que cueste antes de que el vuelva-dijo implorando a Mary con la mirada-Ayudeme a salir de aquí por favor. No se puede imaginar el daño que me ha hecho. Si me quedo aquí me...me obligara a hacerlo otra vez.

-Su Gracia no tiene ninguna intención de dejarla prisionera-respondió la doncella llena de compasión-Me pidió que me ocupara de usted. Un coche la está esperando delante de la casa. Cuando esté lista debo acompañarla yo misma.

En el segundo piso de la casa, Nicholas estaba delante de la ventana, esperando para verla por última vez. Los árboles se doblaban con el viento como si quisieran saludarla cuando salió. El dia estaba tan triste como el duque.
Miley se detuvo en el último escalon y al duque le pareció que iba a levantar la vista hasta el. Sin ninguna esperanza, alargo la mano hacia ella, como si quisiera acariciarle la mejilla pero solo encontró un cristal helado. Como si ella hubiera notado su mirada sobre ella, Miley levantó con orgullo la cabeza y se montó en el carruaje sin volverse.

La copa de coñac de Nicholas se rompió entre sus dedos y el vió unas gotas de sangre en su piel.

Miley se acurrucó en el fondo del vehículo, sus sentimientos oscilaban entre la vergüenza y la tristeza. Eso solo era el principio de la pesadilla. Michael Archibald sin duda la echaria de su casa, no aceptaria que su esposa se relacionara con una mujer que habia perdido su virtud.

Invadida por las nauseas, intentó pensar en algo que explicara su ausencia. Cuando encontro una historia creible para contar a sus anfitriones, se sintió algo mejor, pero muy sola y vulnerable. Hubiera podido escribir a tia Anne pero esta se limitaria a exigir que Nicholas se casar con ella. Pero 
Miley no queria acabar su vida con un marido que la detestaba. Pero si ella se negaba a casarse con el, el escándalo saldria a la luz.

Intentó recobrarse, la proxima vez que viera a Nicholas, estaria preparada para enfrentarse a el. Preferia morir antes que dejar que se acercara a ella.

Cuando llegó a casa de los Archibald, 
Miley notó la mirada de reprobación de los criados. Cerró la puerta de su habitación y se apoyó en ella temblando. Clarissa la regañó mucho, hablando de la vergüenza para su familia y de su conducta intolerable.
Miley permaneció inmóvil y se quitó el vestido que ahora odiaba. Los ojos de Clarissa estudiaron su cuerpo.

-Su pobre madre debe estar revolviéndose en la tumba-declaró.

-No digas cosas tan tétricas-respondió 
Miley-Mi madre descansa en paz porque sabe que no tiene nada que reprocharme.

-Bueno, eso no es lo que parecen pensar los criados de esta casa. Solo hablan de usted.

La conversación de 
Miley con Emily todavía fue mas humillante. Esta escuchó sin decir nada cuando le contó que el duque la habia llevado a otra fiesta. Como era demasiado tarde para volver, la anfitriona habia insistido en que se quedaran. Emily asintió pero su mirada decia mucho mas.

Fue a repetir la historia a su marido.

-Como ves, no hay nada de escandaloso en todo esto ¿La crees verdad Michael?

-No-dijo Michael con calma sentándose en su sillón.

Estiró los brazos y cogió a su mujer por las rodillas.

-Pero te creo a ti-añadió-si me dices que ella es inocente, entonces lo creo.

-Te amo-dijo ella simplemente-
Miley nunca haria nada malo, lo sé.

La cena se dearrolló con normalidad a pesar del miedo de 
Miley. Michael incluso insistió para que se quedara hasta el matrimonio de Courtney el mes siguiente. Parecian tan sinceros que ella aceptó la invitación con alegria.

Por la noche en su cama, se hundió en una oleada de desesperación y se dijo que acabaria sus dias sola. Sin embargo no queria un marido. No podria soportar el contacto con otro hombre. Paul la habia decepcionado y Nicholas la habia destruido.

Los siguientes dias, 
Miley vivió con el miedo de que Nicholas hiciera una visita a los Archibald. Rara vez acompañaba a Emily cuando esta salia por miedo a encontrárselo, y la tensión subia cada dia más.



Sin embargo consiguió no llorar.

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