viernes, 23 de noviembre de 2012

Catch Me Cap: 2

  — Ése está bastante bien, Nicholas —inhaló por la nariz con tanta dignidad como pudo reunir en medio del hambre abrumadora que ondeaba dentro de ella.— Puedes simplemente disfrutar de tus pequeñas perversiones solo. Dios le dio una mano al hombre y cinco dedos por una razón, sabes.
      — Hmm. Yo sé. Y sé justamente lo bien que puedo hacer esos dedos encajar en mi favorito y pequeño coñ/ito, también. Ven aquí, nena ronroneante, déjame mostrarte.
      

 Peligroso. Una advertencia. Su voz era como un narcótico adictivo inundando su sistema a pesar del borde de furia que ella podía ver en su mirada fija.
      La crema inundó su co/ño. Ella podía sentirla rezumando de su vag/ina y suavizando sus pliegues  con su espesa esencia. Mantener el control no fue fácil de lograr. No cuando su lengua literalmente latía por compartir su dolor con él y su vag/ina se apretaba en asentimiento. Maldito fuera. No necesitaba esto ahora mismo.


     Le serviría bien a él si ella le diese eso con lo que él seguía tentándola. La rica potencia de la hormona sería un castigo apropiado para los meses de excitación en los que él la había colocado.
      — Nicholas. Miley. No peleen hoy —Callan la salvó de tener que arrastrar una mordaz réplica de su mente repentinamente vacía cuando él entró en la cocina, seguido por su esposa y el resto de los principales de la Manada.—Pongámonos a trabajar en serio y veamos si podemos lograr terminar cualquier cosa esta vez.


     Las últimas reuniones habían sido tan improductivas como para hacer una burla de su determinación de asegurar a los Especies un lugar en la sociedad. No como unas especies separadas, sino como seres humanos dignos de vivir. Ese parecía ser el debate actual emprendido entre los círculos internos de más de un cuerpo de gobierno.
      — ¿De acuerdo, qué tenemos? —Preguntó Callan cuando todos ellos se sentaron.— Miley, ¿obtuviste esas estimaciones?
      — Todo —ella empujó uno de los archivos a su hermano de Manada.— Farside hace un trabajo de construcción excelente, Callan. He indagado cada ángulo y ellos lucen como nuestra mejor opción.
      — Disiento —Nicholas hizo solamente lo que ella esperaba mientras tomaba su lugar igualmente. Estaba en desacuerdo con todo lo que decía.— Precisaría demasiados desconocidos en la propiedad de inmediato y crearía un riesgo que no necesitamos. Eso los hace más que poco fiables; les hace peligrosos.

      Miley rechinó sus dientes por largos segundos antes de volverse hacia él con un gruñido.
      — Construcciones Farside es una de las más respetadas firmas de construcción en la nación. Sus edificios tienen valoraciones muy altas por sus acabados, no contratan a subcontratistas y se aseguran de que el trabajo es de excelente calidad de principio a fin. Decir que ellos son poco fiables podría ser considerado difamatorio, Nicholas—Miley terminó furiosamente.
      Él estaba otra vez siendo difícil. Por alguna razón pensaba que su trabajo en la vida era hacerle vivir un infierno aún mayor del que ya había vivido. A este paso, ella iba a perder toda semblanza de control y terminar por sacarle los ojos minutos antes de tratar de fo/llar al tonto.

      La adrenalina bombeaba a través de sus venas, haciendo sus entrañas temblar, a su vientre doblarse de necesidad. La cólera siempre lo empeoraba. Hacía que el calor se propagara a través de su cuerpo como un incendio que ella no tenía la esperanza de controlar.
      — Cálmate, Miley. Él dijo que no confiaba ellos —Callan le recordó mientras la mirada de ella se cerraba sobre Nicholas.— Tenemos que estar seguros de con quién estamos negociando antes de permitirles entrar en la propiedad. Especialmente con Cassie aquí.
      Como si ella no supiera eso. Sentía como si siseara de pura frustración.
      — Es una reunión —argumentó ella, volviéndose a Callan.— He reventado mi trasero para reunir estos archivos y venir con la mejor opción para el trabajo que tiene que ser acabado. Si él continúa derribándolos a disparos, construiremos las malditas casas nosotros mismos.
      — Lo que tendría más sentido, nena ronroneante—Nicholas disparó, con su siempre presente sonrisa de sabiduría inclinando sus labios.
      — No tenemos suficientes manos aquí y no es que ellos estén adiestrados en una maldita cosa parecida a eso.
      — ¿Con qué fin desaprovechar dinero, así como también mano de obra, cuando de fuera no necesitamos más que los materiales para hacerlo nosotros mismos? —la irritación comenzaba a espesar la voz de Nicholas, como si él estuviera cansándose de la continua batalla entre ellos. Lo cual era una lástima. Él la comenzó, sus disparos y comentarios burlones continuamente la golpeaban y estaba enfermándose con eso.
      — Porque eso nos alejaría de la defensa del mismo complejo—ella se recobró rápidamente.
      — Estu/pideces —él fruncía el ceño ahora, sus ojos azul oscuro resplandeciendo.— Olvidas que quien lidera la seguridad está aquí, gatita. Yo. Sé exactamente lo que cuesta defender este complejo en cualquier tiempo dado. Deja a la gente hacer el trabajo. Eso fortalecerá un sentido de responsabilidad así como también enorgullecerá en la casa que ellos hayan tomado parte en esto.
      — Pareces olvidar el hecho de que la mayor parte de esos hombres y esas mujeres de quienes hablas necesitan una oportunidad para descansar y recuperarse, no trabajar fuera como burros todo el día —ella plantó sus manos sobre la mesa, gruñendo hacia él mientras pensaba en los hombres de ojos embotados y las mujeres que habían sido rescatadas de diversos laboratorios en los meses pasados.
      — No puedes consentirlos así, Miley —él estaba casi en su cara ahora mientras los demás observaban con interés.— Tú no vas a ayudarlos mimándolos como si todo fuera a estar de ahora en adelante muy bien. Eso no es así. Lo que ellos enfrentan no va a ser un infierno mucho más seguro que esos malditos laboratorios en los que estaban si no son cuidadosos. Tú no les puede dejar pensar que eso será así.
  

    Miley podía sentir la sangre repentinamente bombeando a través de sus venas, calentando sus ijares, sus pechos hormigueando en respuesta al enfrentamiento entre ellos ahora. Una punzante embestida de excitación apretó su vientre, casi quitando su respiración mientras la adrenalina corría a través de su corriente sanguínea.

      Nada había tan excitante como una pelea con este hombre. Normalmente lo evitaba a cualquier coste, pero hoy… la frustración era como un animal rabioso amenazando su autocontrol. Estaba enferma por sus ataques velados. Enferma de morder su lengua y mantener su boca cerrada en vez de empujarlos a ambos en algo que ella temía que lamentaría.
      — Estaré condenada si los usara como mano de obra esclava, como tú sugieres —Miley sonrió con desprecio hacia él.— Ésta no es la Edad Media y no eres algún pequeño tirano teniendo permiso de asumir el control.
      Nicholas se sentó en su silla, sus ojos estrechándose con rabia mientras la vigilaba. Ella podía sentir su intencionada mirada fija, casi como una caricia sobre su cara, evaluando su respuesta. Viendo demasiado. Él hacía eso bastante últimamente, vigilándola como un condenado bic/ho bajo el microscopio siempre que estaban en el mismo cuarto juntos.
      — De modo que les pagaremos un salario —finalmente él habló lentamente y de manera burlona.— Nadie ha sugerido que lo hagan gratis. De todas formas así nos evitaremos el peligro añadido que los otros traerán dentro del complejo.
      — Basta, Miley —Callan contuvo las palabras furiosas que estaban listas para salir de sus labios. Ella quiso embestir a Nicholas con una desesperación que hacía que sus dedos se curvaran en garras contra la mesa.— Ambos tienen un buen argumento, pero tenemos que llegar a una decisión esta noche.
      — Buena suerte —gruñó Nicholas sarcásticamente mientras la miraba.— Aquí la gatita parece más determinada a vernos a todos muertos por el momento que a tener casas construidas.
       

Miley sintió una gota de sudor formándose en su frente mientras él sonreía burlonamente hacia ella. Sus ojos estaban oscuros, atentos, vigilándola estrechamente. Podía sentirlo presionándola, sabía él que lo estaba haciendo y estaba indefensa contra el deseo de contraatacar. Tenía que contraatacar. Tenía que mostrarle que no era débil, ni tímida.
      En la base de ese pensamiento le llegó el conocimiento de que su calor era lo que realmente estaba presionándola. El instinto. Probarle que era lo bastante fuerte para someterlo, lo bastante fuerte como para luchar y desafiar su fuerza, y la necesidad de hacer eso se estaba volviendo más fuerte. Diariamente, ella podía sentir su propia agresión despertándose en su cuerpo y eso la aterrorizaba.
      — Él es irracional, Callan —ella peleó para recostarse y relajarse mientras recorría con la mirada la cabeza de la mesa donde Callan les vigilaba ceñudo a ambos.—El hombre es tan malditamente paranoico que tú estarás allí golpeando las uñas en lugar de tomar decisiones para la Manada pronto.
      — Déjalo en paz, Miley —la voz de Nicholas estaba llena de impaciencia.—Necesito que Callan cuide a Merinus. Tú no pareces mantenerla apartada de los problemas.
      Miley se volvió hacia él, incrédula ante la acusación. ¿Repentinamente ella había pasado de mimar a las exhaustas Especies a ser incapaz de proteger a Merinus?
      — ¿Yo? —ella gruñó, agarrando la mesa con furia.—No fui la que la sacó en la motocicleta el otro día. Ese fuiste tú. Todo lo que hice fue ayudarle a limpiar el *beep* armario.
      —Ella casi cayó de cabeza, maldición. Te dije que mantuvieras a esa mujer fuera de los espacios cerrados. Ella está en peligro en ellos, ¿no prestaste atención?
      — ¡No soy el guardián de tu hermana! —gritó.— ¿Cómo debo adivinar el sentido de las cosas locas que ella quiera hacer? Ella es tu maldita hermana.
      Ella estaba de pie ahora, sus dedos señalando a través de la mesa en acusación mientras lo confrontaba. Estaba aburrida de hacer de niñera para alguien de ocho años que sabía más de lo que debería, así como también de una mujer que no parecía saber como mover sus pies en un armario.
      — Infiernos, discúlpame, pensé que ustedes dos deberían tener bastante en común para al menos poder caminar y hablar al mismo maldito tiempo juntas —él arrastró las palabras burlonamente.— Deberías tomar lecciones de ella, Miley. Estando en calor de la forma en que tú lo estás, deberías tener el sentido común para al menos prestar atención cuando ella se vuelve del revés. Tú podrías querer aprender de eso.
      Ella sintió que la sangre se iba de su rostro. La realidad se vio invadida por la oscuridad, conociendo las profundidades de sus ojos y el desafío chispeando allí.
      — Estás loco —ella trató de encontrar la furia de momentos antes, pero en lugar de eso apenas podía lograr respirar después del sobresalto.
      Él se rió entre dientes ligeramente, aunque el sonido era burlón, lleno de cólera mientras él se ponía de pie y la confrontaba con una sonrisa apretada.
      — ¿Lo estoy? —le dijo.— ¿O piensas que puedes esconder alguna otra cosa de mí? Lo siento, nena, no soy tan *beep* como pareces pensar. ¿Y quieres saber de qué más soy consciente? —él se inclinó acercándose más, sus manos aplastadas sobre la mesa mientras se pegaba casi nariz con nariz con ella.
      Sus sentidos se llenaron del perfume de él. El olor de varón ardiente, furioso envolviéndose alrededor de ella, casi asfixiándola con hambre.
      — ¿Qué piensas que sabes? —ella trató de gruñir, pero su voz fue débil, cautelosa.
      Ahora ella entendió el brillo de advertencia de la cólera que ardía en sus ojos cuando ella entró en la cocina. Nicholas estaba completamente furioso. Y ésa no era una cosa buena.
         — Lo que sé —dijo con claridad brutal— es que estás en celo, Miley. Y sé quién es tu consorte. Lo sé, porque soy yo —él se enderezó entonces, quedándose con la mirada fija en ella, pareciendo más enojado por ese conocimiento que por cualquier otra cosa.— Así como sé lo del bebé, la esterilización y tu obstinación en los últimos pocos meses. Lo sé todo, y que me condenen si tú te escaparas con todo eso ni siquiera por un solo día más. 


Podía parecer muy trillado decir que se podía haber oído caer un alfiler, pero fue lo primero que se le ocurrió a Miley después de escuchar el furioso anuncio de Nicholas. Estaba de pie frente a él, observó como se contraía un músculo en su mandíbula, las llamas que ardían en sus ojos, y escuchó el absoluto silencio de la habitación. Había otras seis personas además de ellos. Conmocionados, silenciosos, observando su completa humillación con autentica sorpresa.

Respirando con dificultad, se enfrentó al hombre que había desgarrado su corazón tantos años antes, el hombre que había jurado sería su presa, para terminar enterándose de que su hermano casi había hecho eso por ella. Atrajo hacia sí toda la fuerza, el orgullo, el dolor y la determinación que la habían ayudado a sobrevivir todos esos años. Levantó la cabeza hasta que pudo mirarle a los ojos regiamente, asegurándose de que su expresión fuera únicamente de arrogante indiferencia.
— Evidentemente, no pensé que esto fuera asunto tuyo, Nicholas —dijo inmediatamente, empujando las palabras fuera de sus labios, mientras veía como aumentaba su cólera.— Si hubiera creído que necesitabas saber algo, te habría informado yo. —Dirigió una mirada significativa a Merinus antes de que su mirada regresara a Nicholas.— Sencillamente no pensé que necesitaras saberlo.

Era muy consciente de quién, con toda probabilidad, había vertido todos los secretos que había luchado por mantener. Merinus quería más a su familia que a cualquiera, a excepción de Callan y su hijo por nacer.
Los labios de Nicholas se elevaron por encima de sus dientes con un notorio gruñido que habría hecho sentirse orgulloso a cualquier miembro de la raza felina.
— Adivina de nuevo, gatita —dijo, mordiendo las palabras.— Me importa un bledo lo que pienses que debería o no saber. Te he dado la oportunidad de venir a mí, todo un año de oportunidades, y en vez de eso te has escondido. Ahora puedes hacer frente a las consecuencias.
Su risa fue breve y burlona.
— ¿Que haga frente a las consecuencias? Lo siento, Nicholas, ya hice ese viaje. Fue de lo peor. No pagaré otra vez. Ahora si me perdonas, tengo mejores cosas que hacer. Callan puede informarme sobre lo que decidas acerca de Construcciones Farside. En realidad me importa un bledo como lo manejes.
—Aléjate de mí y lo lamentarás—su advertencia, pronunciada en voz baja, detuvo el giro que le habría permitido hacer justamente eso.
Le recorrió con la mirada, observando la determinación en su dura expresión, la furia que rugía en sus oscuros ojos azules. Ella le dio permiso a sus labios para que se alzaran en una amarga sonrisa, dejando que su mirada le recorriese fríamente.
— ¿Lo lamentaré, Nicholas? Simplemente hubiera deseado haber hecho esto la primera vez. Habría sido mi mejor apuesta.
Después dejó que su mirada abarcara a todos los miembros de su familia. Esos con los que ella se había criado, y los que habían entrado como consecuencia de sus emparejamientos con sus hermanos. Fue consciente de su incredulidad, su simpatía y su shock.
— Buenas noches, socios. Mi cuota de entretenimiento para la noche ha terminado. Tal vez pueda hacerlo mejor mañana.
La cólera ardió en ella, calentando sus mejillas, y haciéndola temblar, harta de que la observaran.
— ¿Crees que será tan fácil, Miley? —dijo Nicholas ásperamente, latiendo en su voz la lucha por mantener el control.— ¿Crees que, aunque sea durante un maldito minuto, te dejaré escapar de esto?
— La verdad, no creo que tengas otra opción —anduvo con paso majestuoso por el cuarto, manteniendo la cabeza en alto.
No le importaba nada lo que pensara que podía o no podía hacer. Había aguantado ocho años de infierno físico, de dolor emocional, de luchar por tratar de entender por qué su cuerpo la traicionaba exigiéndola desesperadamente su toque y rebelándose ante el contacto de cualquier otro hombre.

Entendió la razón de por qué no había ayudado su fortaleza emocional. Pero saber que fue un apareamiento en vez de un antojo, una necesidad que, hasta ahora, no había disminuido, no la había servido de nada. Callan estaba furioso con ella por lo que le había contado sobre los problemas físicos que había sufrido, y que se había atrevido a intentar la esterilización para aliviar el dolor. La decepción que le había provocado la avergonzaba más de lo que esperaba.
Cuando dejó la cocina, escuchó la voz de su hermano riñendo con Nicholas, mientras Merinus le defendía. Los demás, claro está, lo comentaban. No le importaba. No habían vivido los últimos ocho años en su piel. No habían tenido hambre sin saber de qué, ni habían ansiado un toque que no estaba nunca allí.

Agarró la barandilla y comenzó a correr escaleras arriba. La necesidad de escapar latía en sus venas, golpeando en su corazón.
Miley —su voz la alcanzó cuando llegó al descansillo.
Se detuvo, las ventanas de su nariz le ardieron cuando apenas tomó aire, y apretó los dientes luchando por no ponerse a gritar. Girándose lentamente, miró hacia abajo, a Nicholas.
Su cuerpo tembló hambriento. Su boca se hizo agua cuando su lengua palpitó, con las glándulas doloridas por soltar la odiada hormona. Bastante malo era que la volviese loca, pero sabía malditamente bien y estaba segura de lo que pasaría si Nicholas la ingería.

La reacción química no había sido tan fuerte en Callan y Taber como lo había sido en sus compañeras. Si se cumpliera la norma, el sistema de Nicholas se encontraría peor que si hubiera tomado la súper Viagra. Ese pensamiento hizo que su co/ño llorase de necesidad. Como si fuese otro ser con mente propia, pareció como si gritase en protesta a su negativa de permitirle alivio.
Nicholas era malditamente atractivo, alto y fuerte, un macho perfecto, con fuertes músculos bien trabajados. Delgado y exudando sexualidad. Con el cabello oscuro muy corto, y unas pestañas que oscurecieron sus mejillas cuando la observó.
No le contestó, simplemente se quedó observándole fríamente, con los labios hambrientos.
— Estaré levantado hasta tarde. No me hagas venir a buscarte.

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