— Ése está bastante bien,
Nicholas —inhaló por la nariz con tanta dignidad como pudo reunir en
medio del hambre abrumadora que ondeaba dentro de ella.— Puedes
simplemente disfrutar de tus pequeñas perversiones solo. Dios le dio una
mano al hombre y cinco dedos por una razón, sabes.
— Hmm. Yo sé. Y sé justamente lo bien que puedo hacer esos dedos
encajar en mi favorito y pequeño coñ/ito, también. Ven aquí, nena
ronroneante, déjame mostrarte.
Peligroso. Una advertencia. Su voz era como un narcótico adictivo
inundando su sistema a pesar del borde de furia que ella podía ver en su
mirada fija.
La
crema inundó su co/ño. Ella podía sentirla rezumando de su vag/ina y
suavizando sus pliegues con su espesa esencia. Mantener el
control no fue fácil de lograr. No cuando su lengua literalmente latía
por compartir su dolor con él y su vag/ina se apretaba en asentimiento.
Maldito fuera. No necesitaba esto ahora mismo.
Le serviría bien a él si ella le diese eso con lo que él seguía
tentándola. La rica potencia de la hormona sería un castigo apropiado
para los meses de excitación en los que él la había colocado.
— Nicholas. Miley. No peleen hoy —Callan la salvó de tener que
arrastrar una mordaz réplica de su mente repentinamente vacía cuando él
entró en la cocina, seguido por su esposa y el resto de los principales
de la Manada.—Pongámonos a trabajar en serio y veamos si podemos lograr
terminar cualquier cosa esta vez.
Las últimas reuniones habían sido tan improductivas como para hacer una
burla de su determinación de asegurar a los Especies un lugar en la
sociedad. No como unas especies separadas, sino como seres humanos
dignos de vivir. Ese parecía ser el debate actual emprendido entre los
círculos internos de más de un cuerpo de gobierno.
— ¿De acuerdo, qué tenemos? —Preguntó Callan cuando todos ellos se sentaron.— Miley, ¿obtuviste esas estimaciones?
— Todo —ella empujó uno de los archivos a su hermano de Manada.—
Farside hace un trabajo de construcción excelente, Callan. He indagado
cada ángulo y ellos lucen como nuestra mejor opción.
— Disiento —Nicholas hizo solamente lo que ella esperaba mientras
tomaba su lugar igualmente. Estaba en desacuerdo con todo lo que decía.—
Precisaría demasiados desconocidos en la propiedad de inmediato y
crearía un riesgo que no necesitamos. Eso los hace más que poco fiables;
les hace peligrosos.
Miley rechinó sus dientes por largos segundos antes de volverse hacia él con un gruñido.
— Construcciones Farside es una de las más respetadas firmas de
construcción en la nación. Sus edificios tienen valoraciones muy altas
por sus acabados, no contratan a subcontratistas y se aseguran de que el
trabajo es de excelente calidad de principio a fin. Decir que ellos son
poco fiables podría ser considerado difamatorio, Nicholas—Miley
terminó furiosamente.
Él estaba otra vez siendo difícil. Por alguna razón pensaba que su
trabajo en la vida era hacerle vivir un infierno aún mayor del que ya
había vivido. A este paso, ella iba a perder toda semblanza de control y
terminar por sacarle los ojos minutos antes de tratar de fo/llar al
tonto.
La
adrenalina bombeaba a través de sus venas, haciendo sus entrañas
temblar, a su vientre doblarse de necesidad. La cólera siempre lo
empeoraba. Hacía que el calor se propagara a través de su cuerpo como un
incendio que ella no tenía la esperanza de controlar.
— Cálmate, Miley. Él dijo que no confiaba ellos —Callan le recordó
mientras la mirada de ella se cerraba sobre Nicholas.— Tenemos que estar
seguros de con quién estamos negociando antes de permitirles entrar en
la propiedad. Especialmente con Cassie aquí.
Como si ella no supiera eso. Sentía como si siseara de pura frustración.
— Es una reunión —argumentó ella, volviéndose a Callan.— He reventado
mi trasero para reunir estos archivos y venir con la mejor opción para
el trabajo que tiene que ser acabado. Si él continúa derribándolos a
disparos, construiremos las malditas casas nosotros mismos.
— Lo que tendría más sentido, nena ronroneante—Nicholas disparó, con su
siempre presente sonrisa de sabiduría inclinando sus labios.
— No tenemos suficientes manos aquí y no es que ellos estén adiestrados en una maldita cosa parecida a eso.
— ¿Con qué fin desaprovechar dinero, así como también mano de obra,
cuando de fuera no necesitamos más que los materiales para hacerlo
nosotros mismos? —la irritación comenzaba a espesar la voz de Nicholas,
como si él estuviera cansándose de la continua batalla entre ellos. Lo
cual era una lástima. Él la comenzó, sus disparos y comentarios burlones
continuamente la golpeaban y estaba enfermándose con eso.
— Porque eso nos alejaría de la defensa del mismo complejo—ella se recobró rápidamente.
— Estu/pideces —él fruncía el ceño ahora, sus ojos azul oscuro
resplandeciendo.— Olvidas que quien lidera la seguridad está aquí,
gatita. Yo. Sé exactamente lo que cuesta defender este complejo en
cualquier tiempo dado. Deja a la gente hacer el trabajo. Eso fortalecerá
un sentido de responsabilidad así como también enorgullecerá en la casa
que ellos hayan tomado parte en esto.
— Pareces olvidar el hecho de que la mayor parte de esos hombres y esas
mujeres de quienes hablas necesitan una oportunidad para descansar y
recuperarse, no trabajar fuera como burros todo el día —ella plantó sus
manos sobre la mesa, gruñendo hacia él mientras pensaba en los hombres
de ojos embotados y las mujeres que habían sido rescatadas de diversos
laboratorios en los meses pasados.
— No puedes consentirlos así, Miley —él estaba casi en su cara ahora
mientras los demás observaban con interés.— Tú no vas a ayudarlos
mimándolos como si todo fuera a estar de ahora en adelante muy bien. Eso
no es así. Lo que ellos enfrentan no va a ser un infierno mucho más
seguro que esos malditos laboratorios en los que estaban si no son
cuidadosos. Tú no les puede dejar pensar que eso será así.
Miley podía sentir la sangre repentinamente bombeando a través de
sus venas, calentando sus ijares, sus pechos hormigueando en respuesta
al enfrentamiento entre ellos ahora. Una punzante embestida de
excitación apretó su vientre, casi quitando su respiración mientras la
adrenalina corría a través de su corriente sanguínea.
Nada había tan excitante como una pelea con este hombre. Normalmente lo
evitaba a cualquier coste, pero hoy… la frustración era como un animal
rabioso amenazando su autocontrol. Estaba enferma por sus ataques
velados. Enferma de morder su lengua y mantener su boca cerrada en vez
de empujarlos a ambos en algo que ella temía que lamentaría.
— Estaré condenada si los usara como mano de obra esclava, como tú
sugieres —Miley sonrió con desprecio hacia él.— Ésta no es la Edad
Media y no eres algún pequeño tirano teniendo permiso de asumir el
control.
Nicholas se sentó en su silla, sus ojos estrechándose con rabia mientras
la vigilaba. Ella podía sentir su intencionada mirada fija, casi como
una caricia sobre su cara, evaluando su respuesta. Viendo demasiado. Él
hacía eso bastante últimamente, vigilándola como un condenado bic/ho
bajo el microscopio siempre que estaban en el mismo cuarto juntos.
— De modo que les pagaremos un salario —finalmente él habló lentamente y
de manera burlona.— Nadie ha sugerido que lo hagan gratis. De todas
formas así nos evitaremos el peligro añadido que los otros traerán
dentro del complejo.
— Basta, Miley —Callan contuvo las palabras furiosas que estaban
listas para salir de sus labios. Ella quiso embestir a Nicholas con una
desesperación que hacía que sus dedos se curvaran en garras contra la
mesa.— Ambos tienen un buen argumento, pero tenemos que llegar a una
decisión esta noche.
— Buena suerte —gruñó Nicholas sarcásticamente mientras la miraba.—
Aquí la gatita parece más determinada a vernos a todos muertos por el
momento que a tener casas construidas.
Miley sintió una gota de sudor formándose en su frente mientras él
sonreía burlonamente hacia ella. Sus ojos estaban oscuros, atentos,
vigilándola estrechamente. Podía sentirlo presionándola, sabía él que lo
estaba haciendo y estaba indefensa contra el deseo de contraatacar.
Tenía que contraatacar. Tenía que mostrarle que no era débil, ni tímida.
En la base de ese pensamiento le llegó el conocimiento de que su calor
era lo que realmente estaba presionándola. El instinto. Probarle que era
lo bastante fuerte para someterlo, lo bastante fuerte como para luchar y
desafiar su fuerza, y la necesidad de hacer eso se estaba volviendo más
fuerte. Diariamente, ella podía sentir su propia agresión despertándose
en su cuerpo y eso la aterrorizaba.
— Él es irracional, Callan —ella peleó para recostarse y relajarse
mientras recorría con la mirada la cabeza de la mesa donde Callan les
vigilaba ceñudo a ambos.—El hombre es tan malditamente paranoico que tú
estarás allí golpeando las uñas en lugar de tomar decisiones para la
Manada pronto.
—
Déjalo en paz, Miley —la voz de Nicholas estaba llena de
impaciencia.—Necesito que Callan cuide a Merinus. Tú no pareces
mantenerla apartada de los problemas.
Miley se volvió hacia él, incrédula ante la acusación.
¿Repentinamente ella había pasado de mimar a las exhaustas Especies a
ser incapaz de proteger a Merinus?
— ¿Yo? —ella gruñó, agarrando la mesa con furia.—No fui la que la sacó
en la motocicleta el otro día. Ese fuiste tú. Todo lo que hice fue
ayudarle a limpiar el *beep* armario.
—Ella casi cayó de cabeza, maldición. Te dije que mantuvieras a esa
mujer fuera de los espacios cerrados. Ella está en peligro en ellos, ¿no
prestaste atención?
— ¡No soy el guardián de tu hermana! —gritó.— ¿Cómo debo adivinar el
sentido de las cosas locas que ella quiera hacer? Ella es tu maldita
hermana.
Ella
estaba de pie ahora, sus dedos señalando a través de la mesa en
acusación mientras lo confrontaba. Estaba aburrida de hacer de niñera
para alguien de ocho años que sabía más de lo que debería, así como
también de una mujer que no parecía saber como mover sus pies en un
armario.
—
Infiernos, discúlpame, pensé que ustedes dos deberían tener bastante en
común para al menos poder caminar y hablar al mismo maldito tiempo
juntas —él arrastró las palabras burlonamente.— Deberías tomar lecciones
de ella, Miley. Estando en calor de la forma en que tú lo estás,
deberías tener el sentido común para al menos prestar atención cuando
ella se vuelve del revés. Tú podrías querer aprender de eso.
Ella sintió que la sangre se iba de su rostro. La realidad se vio
invadida por la oscuridad, conociendo las profundidades de sus ojos y el
desafío chispeando allí.
— Estás loco —ella trató de encontrar la furia de momentos antes, pero
en lugar de eso apenas podía lograr respirar después del sobresalto.
Él se rió entre dientes ligeramente, aunque el sonido era burlón, lleno
de cólera mientras él se ponía de pie y la confrontaba con una sonrisa
apretada.
— ¿Lo
estoy? —le dijo.— ¿O piensas que puedes esconder alguna otra cosa de mí?
Lo siento, nena, no soy tan *beep* como pareces pensar. ¿Y quieres
saber de qué más soy consciente? —él se inclinó acercándose más, sus
manos aplastadas sobre la mesa mientras se pegaba casi nariz con nariz
con ella.
Sus
sentidos se llenaron del perfume de él. El olor de varón ardiente,
furioso envolviéndose alrededor de ella, casi asfixiándola con hambre.
— ¿Qué piensas que sabes? —ella trató de gruñir, pero su voz fue débil, cautelosa.
Ahora ella entendió el brillo de advertencia de la cólera que ardía en
sus ojos cuando ella entró en la cocina. Nicholas estaba completamente
furioso. Y ésa no era una cosa buena.
— Lo que sé —dijo con claridad brutal— es que estás en celo, Miley. Y
sé quién es tu consorte. Lo sé, porque soy yo —él se enderezó entonces,
quedándose con la mirada fija en ella, pareciendo más enojado por ese
conocimiento que por cualquier otra cosa.— Así como sé lo del bebé, la
esterilización y tu obstinación en los últimos pocos meses. Lo sé todo, y
que me condenen si tú te escaparas con todo eso ni siquiera por un solo
día más.
Podía parecer muy trillado decir
que se podía haber oído caer un alfiler, pero fue lo primero que se le
ocurrió a Miley después de escuchar el furioso anuncio de Nicholas.
Estaba de pie frente a él, observó como se contraía un músculo en su
mandíbula, las llamas que ardían en sus ojos, y escuchó el absoluto
silencio de la habitación. Había otras seis personas además de ellos.
Conmocionados, silenciosos, observando su completa humillación con
autentica sorpresa.
Respirando
con dificultad, se enfrentó al hombre que había desgarrado su corazón
tantos años antes, el hombre que había jurado sería su presa, para
terminar enterándose de que su hermano casi había hecho eso por ella.
Atrajo hacia sí toda la fuerza, el orgullo, el dolor y la determinación
que la habían ayudado a sobrevivir todos esos años. Levantó la cabeza
hasta que pudo mirarle a los ojos regiamente, asegurándose de que su
expresión fuera únicamente de arrogante indiferencia.
—
Evidentemente, no pensé que esto fuera asunto tuyo, Nicholas —dijo
inmediatamente, empujando las palabras fuera de sus labios, mientras
veía como aumentaba su cólera.— Si hubiera creído que necesitabas saber
algo, te habría informado yo. —Dirigió una mirada significativa a
Merinus antes de que su mirada regresara a Nicholas.— Sencillamente no
pensé que necesitaras saberlo.
Era
muy consciente de quién, con toda probabilidad, había vertido todos los
secretos que había luchado por mantener. Merinus quería más a su
familia que a cualquiera, a excepción de Callan y su hijo por nacer.
Los
labios de Nicholas se elevaron por encima de sus dientes con un notorio
gruñido que habría hecho sentirse orgulloso a cualquier miembro de la
raza felina.
— Adivina
de nuevo, gatita —dijo, mordiendo las palabras.— Me importa un bledo lo
que pienses que debería o no saber. Te he dado la oportunidad de venir a
mí, todo un año de oportunidades, y en vez de eso te has escondido.
Ahora puedes hacer frente a las consecuencias.
Su risa fue breve y burlona.
—
¿Que haga frente a las consecuencias? Lo siento, Nicholas, ya hice ese
viaje. Fue de lo peor. No pagaré otra vez. Ahora si me perdonas, tengo
mejores cosas que hacer. Callan puede informarme sobre lo que decidas
acerca de Construcciones Farside. En realidad me importa un bledo como
lo manejes.
—Aléjate
de mí y lo lamentarás—su advertencia, pronunciada en voz baja, detuvo el
giro que le habría permitido hacer justamente eso.
Le
recorrió con la mirada, observando la determinación en su dura
expresión, la furia que rugía en sus oscuros ojos azules. Ella le dio
permiso a sus labios para que se alzaran en una amarga sonrisa, dejando
que su mirada le recorriese fríamente.
— ¿Lo lamentaré, Nicholas? Simplemente hubiera deseado haber hecho esto la primera vez. Habría sido mi mejor apuesta.
Después
dejó que su mirada abarcara a todos los miembros de su familia. Esos
con los que ella se había criado, y los que habían entrado como
consecuencia de sus emparejamientos con sus hermanos. Fue consciente de
su incredulidad, su simpatía y su shock.
— Buenas noches, socios. Mi cuota de entretenimiento para la noche ha terminado. Tal vez pueda hacerlo mejor mañana.
La cólera ardió en ella, calentando sus mejillas, y haciéndola temblar, harta de que la observaran.
—
¿Crees que será tan fácil, Miley? —dijo Nicholas ásperamente,
latiendo en su voz la lucha por mantener el control.— ¿Crees que, aunque
sea durante un maldito minuto, te dejaré escapar de esto?
— La verdad, no creo que tengas otra opción —anduvo con paso majestuoso por el cuarto, manteniendo la cabeza en alto.
No
le importaba nada lo que pensara que podía o no podía hacer. Había
aguantado ocho años de infierno físico, de dolor emocional, de luchar
por tratar de entender por qué su cuerpo la traicionaba exigiéndola
desesperadamente su toque y rebelándose ante el contacto de cualquier
otro hombre.
Entendió
la razón de por qué no había ayudado su fortaleza emocional. Pero saber
que fue un apareamiento en vez de un antojo, una necesidad que, hasta
ahora, no había disminuido, no la había servido de nada. Callan estaba
furioso con ella por lo que le había contado sobre los problemas físicos
que había sufrido, y que se había atrevido a intentar la esterilización
para aliviar el dolor. La decepción que le había provocado la
avergonzaba más de lo que esperaba.
Cuando
dejó la cocina, escuchó la voz de su hermano riñendo con Nicholas,
mientras Merinus le defendía. Los demás, claro está, lo comentaban. No
le importaba. No habían vivido los últimos ocho años en su piel. No
habían tenido hambre sin saber de qué, ni habían ansiado un toque que no
estaba nunca allí.
Agarró la barandilla y comenzó a correr escaleras arriba. La necesidad de escapar latía en sus venas, golpeando en su corazón.
— Miley —su voz la alcanzó cuando llegó al descansillo.
Se
detuvo, las ventanas de su nariz le ardieron cuando apenas tomó aire, y
apretó los dientes luchando por no ponerse a gritar. Girándose
lentamente, miró hacia abajo, a Nicholas.
Su
cuerpo tembló hambriento. Su boca se hizo agua cuando su lengua
palpitó, con las glándulas doloridas por soltar la odiada hormona.
Bastante malo era que la volviese loca, pero sabía malditamente bien y
estaba segura de lo que pasaría si Nicholas la ingería.
La
reacción química no había sido tan fuerte en Callan y Taber como lo
había sido en sus compañeras. Si se cumpliera la norma, el sistema de
Nicholas se encontraría peor que si hubiera tomado la súper Viagra. Ese
pensamiento hizo que su co/ño llorase de necesidad. Como si fuese otro
ser con mente propia, pareció como si gritase en protesta a su negativa
de permitirle alivio.
Nicholas
era malditamente atractivo, alto y fuerte, un macho perfecto, con
fuertes músculos bien trabajados. Delgado y exudando sexualidad. Con el
cabello oscuro muy corto, y unas pestañas que oscurecieron sus mejillas
cuando la observó.
No le contestó, simplemente se quedó observándole fríamente, con los labios hambrientos.
— Estaré levantado hasta tarde. No me hagas venir a buscarte.
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