HACE CASI 1 AÑO QUE NO TENIA 4 COMENTARIOS EN ESTE BLOG
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El elegante carruaje cabeceaba por el camino en medio del campo.
-El trayecto es interminable-dijo lady Anne Gilbert con un suspiro de impaciencia, apoyando la mejilla en el hombro de su marido-Me pregunto como será Miley ahora.
Se calló y dejó vagar su mirada sobre la campiña inglesa verde y salpicada de digitales y dientes de león. Se esforzaba en imaginar a su sobrina a la cual no había visto desde que tenia once años.
-Debe ser bonita, igual que su madre. Tendrá sin duda su sonrisa, su amabilidad y su dulzura natural.
-¿Su dulzura natural?-repitió su marido lanzándole una mirada escéptica-Eso no es lo que parece decir su padre en su carta.
Diplomático adscrito al consulado británico en Paris, lord Gilbert se había convertido en un maestro en el arte del eufemismo y los sobreentendidos. En su vida privada, sin embargo, prefería la franqueza.
-Déjame refrescarte la memoria-dijo sacando de su bolsillo la carta del padre de Miley.
-“Miley tiene un comportamiento escandaloso. Es un verdadero marimacho que desespera a los que la rodean y me mete continuamente en dificultades. Os suplico que la llevéis con tuotros a Paris. Espero que tengáis más éxito que yo con esta niña cabezota.”
-Dime donde habla de dulzura natural-dijo Edward.
-Martin Stone es un insensible-replicó su mujer con una mirada sombría. Acuérdate del modo en que riñó a la pequeña y como la castigó en su habitación justo después de los funerales de mi hermana.
Edward pasó un brazo alrededor de los hombros de su mujer para calmarla.
-No me gusta ese hombre más que a ti, pero debes admitir que cuando uno acaba de perder a su esposa, es muy desagradable oír a tu hija acusarte delante de cincuenta personas de meter a su madre en una caja para que no pueda escapar.
-Pero Miley solo tenía cinco años-protestó Anne.
-De acuerdo, pero ese no fue el único motivo para mandarla a su habitación. Acuérdate que amenazó con acusarnos a todos ante Dios si no liberábamos a su madre inmediatamente.
-¡Que carácter!-sonrió Anne-Estaba tan furiosa que creí que sus pecas huirían de su cara. Pero era adorable, reconócelo. ¿No estas de acuerdo?
-Si-admitió Edward con expresión contrita mientras el carruaje llegaba por fin a los dominios de los Stone.
Sobre el césped un grupo de jóvenes miraban atentamente en dirección a los establos. Una jovencita rubia y delicada alisó su vestido y dijo suspirando:
-Me pregunto que es lo que Miley nos tiene preparado-dijo al seductor joven rubio que estaba a su lado.
Paul Sevarin dirigió su mirada hacia los grandes ojos azules de Courtney Ashton y le obsequió una sonrisa por la que Miley habría dado su vida.
-Un poco de paciencia Courtney
-Todo el mundo se pregunta que es lo que Miley nos reserva-dijo Margaret Merryton con tono agrio-pero una cosa es segura, será algo escandaloso.
-Margaret, somos los invitados de Miley-gruño Paul.
-No veo porque la defiendes Paul-protestó Margaret-Miley se pone en ridículo corriendo detrás de ti como lo hace y tú lo sabes.
-Margaret-cortó Paul-es suficiente.
Irritado, bajó los ojos oscuros hacia sus botas impecablemente enceradas. Miley en efecto, se había hecho notar persiguiéndole, lo cual había provocado cotilleos en kilómetros a la redonda.
Ser el objeto del interés de una niña de quince años le había divertido al principio. Pero últimamente Miley se mostraba más insistente. Dondequiera que él fuese, estaba seguro de encontrársela en su camino. Espiaba el menor de sus movimientos, y en aquel momento ese encaprichamiento ya no le parecía ni divertido ni inofensivo.
Tres semanas antes, le había seguido hasta una taberna del pueblo. Estaba a punto de ceder a las proposiciones que le susurraba al oído la hija del tabernero, cuando tropezó con un par de ojos verdes que le observaban por la ventana. Entonces dejó su jarra de cerveza con gesto brusco y salió para poner a la chica sobre su caballo, recordándole que su padre iba a preocuparse si no volvía a casa antes de que se hiciera de noche. Después volvió a la taberna y, sirviéndole una nueva jarra de cerveza, la hija del tabernero le había rozado con sus pechos. Se imaginaba ya acostado junto a ese cuerpo voluptuoso, cuando los ojos verdes volvieron a aparecer en la ventana. Deprimido, prefirió batirse en retirada.
Empezaba a sentirse acosado. El menor de sus gestos era espiado y tenia los nervios a flor de piel. ¿Qué necesidad tenía entonces de intentar proteger a Miley de las reprimendas que de todos modos se merecía?
Emily Williams, la más joven del grupo, se decidió de repente:
-Creo que voy a ir a ver que es lo que retrasa a Miley.
Atravesó el césped, quitó la barrera banqueada con cal y entró en el establo.
-¿Dónde esta miss Miley? -preguntó al joven mozo que cepillaba vigorosamente a un precioso alazán.
-Está ahí señorita.
A pesar de la semioscuridad, vio su cara enrojecer mientras le señalaba con la barbilla una puerta adyacente.
Emily miró al joven mozo con desconcierto y golpeó suavemente la puerta. Como no obtuvo respuesta, entró y se quedó paralizada de estupor ante el espectáculo que veía ante ella: las largas piernas de Miley Allison Stone estaban aprisionadas en un pantalón de montar que moldeaba sus delgadas caderas y se sostenía en su cintura con un cordel. Sobre los pantalones solo llevaba una ligera camisola.
-¡No iras a salir así!-se escandalizó Emily.
Miley le lanzó una mirada divertida.
-Por supuesto-respondió-voy a ponerme una camisa.
-Pero...¿Por qué?-insistió Emily desesperada.
-Porque cero que no sería apropiado salir solo con la camisola, imb/écil-contestó Miley cogiendo la camisa del mozo de cuadra que colgaba de un clavo.
-¿Apropiado?-barbotó Emily-¡Es totalmente indecente llevar un pantalón de hombre y lo sabes!.
-Es verdad. Pero no puedo montar el caballo sin silla de todos modos. Correría el riesgo de que las faldas me taparan la cara.
Todavía hablando, Miley enrolló sus largos cabellos rebeldes y los anudó en la nuca.
-¿Montar sin silla? No me digas que vas a volver a montar a horcajadas. Tu padre renegará de ti si lo vuelves a hacer.
-No voy a montar a horcajadas-explicó Miley riendo-De todas formas no veo la razón por la cual los hombres pueden hacerlo mientras nosotras, que según ellos somos del sexo débil, debemos montar de lado con peligro de nuestra vida.
-Entonces ¿qué es lo que vas a hacer?
-Nunca me había dado cuenta de lo curiosa que eras señorita Williams. Para responder a tu pregunta, te diré que voy a montar de pie. Lo he visto hacer en la fiesta del pueblo y luego he estado entrenando sin descanso. Cuando Paul vea lo bien que lo hago...
-Dirá que has perdido la razón. Pensará que has sobrepasado los límites y que es otra maniobra para atraer su atención.
Viendo la mueca desdeñosa de su amiga, la joven cambió de táctica.
-Miley, te lo suplico, piensa en tu padre ¿Qué dirá si llega a saberlo?
Miley dudó
-Dirá que le decepciono, como siempre-dijo por fin con tono cansado-que soy una vergüenza para él y para la memoria de mi madre, que está contento de que ella no haya vivido para ver en lo que me he convertido. Después estará media hora explicándome que lady Courtney Ashton es una joven perfecta y que yo debería seguir su ejemplo.
-Bueno, si de verdad quieres impresionar a Paul podrías...
Miley cerró los puños enfadada.
-He intentado parecerme a Courtney. He llevado esas horribles ropas que os hacen parecer un caramelo en un papel pastel. Me he entrenado para estar horas y horas sonriendo estúpidamente, he movido las pestañas hasta el agotamiento.
Emily reprimió una sonrisa ante esa descripción poco halagüeña de Courtney Ashton.
-Voy a decir a los otros que ya sales-suspiró abandonando la discusión.
Cuando Miley hizo su aparición en el césped, a horcajadas sobre su caballo, fue acogida por exclamaciones y risitas escandalizadas.
-¡Se va a caer!-gritó una chica-si Dios no la fulmina antes por llevar pantalones.
Reprimiendo una respuesta contundente que le quemaba en los labios, Miley levantó la cabeza con indiferencia y buscó a Paul con los ojos. El bello rostro de este último estaba crispado y su mirada reprobadora vago por las piernas de la joven. Exasperada por su evidente desaprobación, trepó con decisión sobre la grupa del caballo.
La montura se lanzó al trote. Miley se agachó primero, buscando el equilibrio y luego se puso de pie. Estaba aterrorizada ante la idea de caer y hacer el ridículo pero consiguió dar la impresión de seguridad y agilidad.
Al final de la cuarta vuelta, se volvió hacia los espectadores, situados a su izquierda, buscando al único que le importaba. Paul se encontraba a la sombra de un árbol. Courtney Ashton estaba cogida de su brazo. Al pasar, Miley percibió una ligera sonrisa en los labios de Paul y se vio asaltada por un sentimiento de triunfo.
Detrás de una ventana del salón del primer piso, Martín Stone observaba el número de su hija, cuando el mayordomo anunció la llegada de lord y lady Gilbert. Saludó a su cuñada y a su marido con un breve gesto de la cabeza, con la mandíbula crispada.
-¡Que placer después de tantos años!-mintió lady Anne-¿Dónde está Miley? Estamos impacientes por verla.
-¿Verla?-repitió Martín Stone cortante-Basta con que miréis por la ventana.
Anne obedeció perpleja. Sobre el césped, un grupo de jóvenes miraban a un muchacho que se sostenía ágilmente en equilibrio de pie sobre la grupa de un caballo.
-Ese chico es muy hábil-exclamó admirada.
Esta observación desató la ira de Martín Stone.
-Si queréis ver a vuestra sobrina seguidme-resopló dirigiéndose hacia la puerta.
Anne tomó el brazo de su marido y siguió los pasos de Martín con una mueca de exasperación.
Acercándose al grupo de jóvenes, Anne oyó las risas sofocadas y los murmullos burlones ¿Dónde estaría Miley? Sus ojos divisaron perplejos a una morena de ojos azules y luego vieron al joven que la acompañaba.
-Perdóneme, soy lady Gilbert, la tía de Miley ¿Podría decirme donde está?
Paul Sevarin le dirigió una mirada divertida
-Es su sobrina quien está sobre el caballo.
Desde su atalaya, Miley vio a su padre ir hacia ella con grandes zancadas.
-Te lo ruego, no hagas un escándalo padre-suplicó
-¿Yo? ¿Hacer un escándalo?-rugió
Asió tan bruscamente las riendas del caballo que este se asustó y Miley perdió el equilibrio. Se levantó de un salto y su padre la empujó sin miramientos hacia los recién llegados.
-Siento deciros que esta...criatura es vuestra sobrina-vociferó al borde de la apoplejía.
Miley vio como los espectadores se dispersaban y sintió como su rostro se teñía de escarlata.
-¿Cómo estáis?
Viendo de reojo la alta figura de Paul, ligeramente retirado, Miley buscó una falda imaginaria y al recordar que no llevaba, hizo de todos modos una reverencia de lo más cómico.
-Os puedo asegurar que durante la semana que estéis aquí, haré lo posible para no volver a dar un espectáculo, tía.
-¿Durante la semana que estemos aquí?-repitió Anne sin aliento.
Pero la joven estaba muy ocupada vigilando a Paul, quien ayudaba a Courtney a montar al coche, como para darse cuenta de la extrañeza de su tía.
-¡Adiós Paul!-gritó.
El se volvió y agitó la mano sin decir una solo palabra. Los coches descendieron por el paseo entre las risas alegres de sus ocupantes, que iban de merienda al campo.
Anne siguió a Miley hasta la casa. Se sentía molesta por la joven y furiosa contra Martín Stone por haber humillado a su hija delante de sus amigos. Pero la verdad es que hacer el payaso así, sobre la grupa de un caballo y vestida con pantalones de hombre...
En fin, Miley era encantadora, si su madre había sido bonita, la hija prometía convertirse en una verdadera belleza.
Ciertamente era todavía muy delgada, pero las proporciones de su cuerpo eran perfectas. Andaba con una gracia que rozaba la provocación. Anne sonrió al mirar sus caderas escandalosamente resaltadas por el pantalón marrón. Miley no necesitaría ningún corsé para parecer más delgada. Tenia unos ojos magníficos que pasaban de un tono esmeralda a un jade profundo, enmarcados por unas pestañas oscuras y sedosas. ¡Y esos espesos cabellos color caoba! Anne estaba deseando peinarlos. Intentó imaginar los rodetes que resaltarían los pómulos de Miley. Con el rostro despejado, soñó, algunos bucles sobre las sienes, o bien con el pelo recogido en la coronilla.
Entrando en la casa, Miley murmuró una excusa y se fue rápidamente a su habitación. ¡Que horror! Se había comportado como una idi/ota. Todo el mundo debía odiarla por la forma en que se había puesto en ridículo.
-¿Miley?-murmuró Emily deslizándose la habitación-he entrado por detrás, tu padre debe estar furioso supongo.
-Esta rabioso-respondió Miley mirando fijamente su pantalón-Hoy lo he estropeado todo. Todo el mundo se ha reído de mí delante de Paul. Ahora que Courtney tiene diecisiete años, sin duda va a pedir su mano antes incluso de haber comprendido que es a mí a quien ama.
-¿A ti?-repitió Emily-¡Pero si Paul huye de ti como de la peste y lo sabes! Y se entiende después de lo que le has hecho soportar en estos últimos meses.
-No le he hecho tantas faenas-protestó Miley agitándose en su asiento.
-¿Tu crees? Acuérdate de la broma que le gastaste el día de todos los santos, dando gritos de ultratumba delante de su carruaje haciéndote pasar por un fantasma. Los caballos se desbocaron.
-No estaba tan furioso-dijo Miley enrojeciendo-Por otra parte el coche no sufrió mucho. El accidente solo rompió un eje.
-Y la pierna de Paul-añadió Emily.
-No fue nada, se restableció rápidamente.
Miley se levantó y se puso a pasear por la estancia.
-Debe haber un medio de seducirle, pero aparte del secuestro no veo...
Una sonrisa maliciosa alegró su cara.
-Una cosa está clara Emily. Paul no sabe todavía que me ama ¿no es así?
-Yo incluso te diría que le eres totalmente indiferente-replicó Emily con tono cansado.
-En ese caso, se puede decir que es poco probable que pida mi mano sin una mayor motivación.
-No lo conseguirás ni con la amenaza de un fusil y lo sabes bien. Además eres muy joven para prometerte incluso si...
-¿Cuándo un hombre se siente obligado a casarse?-cortó Miley triunfante.
-No lo sé. Salvo, por supuesto, cuando su honor esta comprometido. Miley sea lo que sea que estés pensando, no cuentes conmigo.
Miley rompió a reir.
-¡Si hubiera podido serrar la rueda del coche, para que se rompiera un poco más adelante, se hubiera visto obligado a pedirme que le acompañara! Para cuando hubiéramos podido volver ya sería noche cerrada y me habría pedido que me casara con el.¡Imagínate: una chica secuestra a un hombre y ensucia su reputación de forma que está obligada a casarse con él para repararla! Seria muy romántico-añadió bastante orgullosa de su idea.
-Me voy-dijo Emily dirigiéndose hacia la puerta.
Después se volvió
-¿Qué van a decir tus tíos a propósito de tusa pantalones y tu numerito a caballo?
-¿Qué quieres que haga ahora?-respondió Miley enfurruñándose-Excusarme no serviría de nada. Durante el resto de su estancia aquí intentaré ser la joven más buena, más refinada y más delicada que hayas visto jamás. También tengo la intención de no mostrarme más que a la hora de las comidas-añadió ante la actitud escéptica de su amiga-Pienso que podré comportarme como Courtney tres horas diarias.
Miley mantuvo su palabra. Esa noche, en la cena, escuchó a su tío relatar su vida en Beirut donde había estado en el consulado británico.
-Es muy interesante-se contentó con murmurar, a pesar de las ganas que tenia de hacerle mil preguntas.
Cuando su tía terminó de describirle el encanto y la alegría de la vida parisina, murmuró de nuevo:
-Muy interesante.
Al final de la cena se excusó y desapareció.
Al cabo de tres días, Miley lo había hecho tan bien, que Anne empezó a preguntarse si no habría soñado la extraña escena que vio el día de su llegada. Sospechaba también que su sobrina experimentaba una cierta aversión hacia ella y su marido.
El cuarto día, Anne decidió descubrir la verdad. Miley había desaparecido inmediatamente después del desayuno. ¿Dónde podía una niña de quince años pasar todo el día?
Después de haber recorrido toda la casa y el jardín, Anne reparó en una mancha amarilla en lo alto de la colina.
-¡Aquí estas por fin!-exclamó abriendo la sombrilla.
Atravesó el césped rápidamente.
Cuando Miley divisó a su tía ya era demasiado tarde para escapar. Lamentando no haber encontrado un escondite mejor, se esforzó por encontrar una conversación anodina. ¿La moda? No sabia nada de eso y no le importaba. Cualquier cosa que se pusiera le quedaba mal. Y además la ropa no podía esconder sus ojos de gato, el pelo de color lodo y las pecas de la nariz. Además era demasiado alta, demasiado delgada y demasiado plana. ¿De que servía ser elegante en esas condiciones?
Sin aliento después de haber subido la colina, Anne se dejó caer al suelo, al lado de su sobrina.
-Me dije que debía dar un pequeño paseo.
Recuperando el aliento, se fijó en un libro forrado de cuero posado en la hierba.
-¿Es una novela de amor?-preguntó para empezar la conversación.
-No-respondió Miley cuidando de poner la mano sobre el título.
-Pensaba que la mayor parte de las muchachas apreciaban las novelas de amor-insistió Anne.
-Si-dijo educadamente Miley.
-Leí una en una ocasión pero no me gustó-continuó Anne buscando desesperadamente la manera de hacer hablar a su sobrina-No me gustan las heroínas demasiado empalagosas.
Miley se extrañó tanto al descubrir que no era la única inglesa que no devoraba ese género de literatura que olvidó por un instante su resolución de emitir solamente monosílabos.
-Yo tampoco. Es ridículo, esas mujeres que se pasan el tiempo tumbadas, desesperándose por culpa de unos hombres sin corazón que son incluso incapaces de pedirlas en matrimonio, o que están ya comprometidos. Yo no podría quedarme ahí esperando, sabiendo que el hombre que amo, ama a otra mujer.
Miley lanzó una mirada a su tía para ver si estaba extrañada, pero esta la miraba con una sonrisa, totalmente encantada.
-Tía Anne, ¿podrías amar a un hombre que cayera de rodillas diciendo: “¡OH Clarabel! Vuestros labios son pétalos de rosa y vuestros ojos dos estrellas del paraíso?” A mí sería en ese momento cuando me harían falta las sales.
-A mi también-respondió su tía riendo-¿Qué lees entonces?
Cogió el libro y lo abrió.
-¿La Iliada?
El viento hizo volver las hojas y la mirada de Anne se volvió aún más sorprendida.
-¡Pero está en griego! ¿Lees el griego?
Miley asintió ruborizada. Ahora su tía creería que era una pedante.
-Y también el latín, el italiano, el francés y un poco el alemán-confesó
-¡Dios mío! ¿Cómo aprendiste todo eso?
-Puedo estar un poco loca, pero no soy est/úpida a pesar de lo que crea mi padre. Tuve que insistir para que me pusiera un profesor de idiomas y de historia.
Miley se calló. Durante años creyó poder ganar el cariño de su padre siendo brillante en sus estudios, convirtiéndose en el hijo que no tenía.
-Pareces avergonzarte de tu éxito cuando deberías estar orgullosa.
Miley contempló la casa, en el valle a sus pies.
-La mayor parte de la gente piensa que las niñas pierden el tiempo estudiando. Además no hago nada femenino, no sé coser un botón y canto fatal. El señor Twittsworthy, el profesor de música le dijo a mi padre que mi forma de tocar el piano le ponía enfermo.
Miley estaba segura de haber perdido todo el afecto de su tía en este momento. Posó sus grandes ojos verdes sobre lady Anne.
-estoy segura de que mi padre te ha hablado de mí. Le decepciono terriblemente. Querría que fuera modosa y tranquila como Courtney Ashton. He intentado imitarla, pero no lo consigo.
Anne sintió que su corazón se fundía ante la hija tan adorable de su hermana. Posó una mano en la mejilla de Miley y le dijo tiernamente:
-Tu padre querría una hija que pareciera un camafeo, delicada, pálida y fría. En vez de eso, tiene un diamante y no sabe que hacer con él. En lugar de apreciar el valor y la rareza de esa joya, en lugar de dejarla brillar, intenta transformarla en un simple camafeo.
Miley se veía más bien como un trozo de carbón, pero se calló para no romper las ilusiones de su tía.
Esa noche la atmósfera del comedor estaba más bien cargada. Nadie la vio cuando se sentó a la mesa.
-¿Cuándo piensas anunciarle que nos acompañará a Francia, Martín?-preguntó Edward irritado-¿O piensas esperar al momento de la partida para empujarla dentro del coche?
Por un momento Miley creyó que iba a desmayarse. Se paralizó, con la garganta cerrada.
-¿Voy a algún sitio padre?-preguntó, esforzándose por parecer calmada e indiferente.
Todos se volvieron hacia ella, El rostro de su padre se crispó. Parecía molesto.
-A Francia-dijo secamente-Vas a ir a vivir con tus tíos que van a intentar hacer de ti una jovencita conveniente.
Evitando mirarle, Miley desplegó su servilleta.
-¿Les has advertido del riesgo que corren? Siempre te quejas de mi carácter y de mis malos modales. Podrían sufrirlos también ellos.
Su tía la contempló con una piedad no disimulada, mientras su padre parecía de mármol.
-¡OH papá! ¿Tanto me odias? ¿Tanto me detestas que quieres mandarme fuera de tu vista?
Con los ojos llenos de lágrimas se levantó
-Si queréis excusarme, no tengo demasiada hambre esta noche-balbuceó.
-¿Cómo has podido?-lanzó Anne dirigiéndose a Martín Stone con los ojos llameantes- Será un placer alejar a esta niña de aquí. No puede haber nada mejor para ella.
-Le haces demasiado caso Anne-respondió fríamente Martín-Te aseguro que lo que la desespera no es el hecho de alejarse de mi. Solamente acabo de impedirle que siga poniéndose en ridículo delante de Paul Sevarin.
El elegante carruaje cabeceaba por el camino en medio del campo.
-El trayecto es interminable-dijo lady Anne Gilbert con un suspiro de impaciencia, apoyando la mejilla en el hombro de su marido-Me pregunto como será Miley ahora.
Se calló y dejó vagar su mirada sobre la campiña inglesa verde y salpicada de digitales y dientes de león. Se esforzaba en imaginar a su sobrina a la cual no había visto desde que tenia once años.
-Debe ser bonita, igual que su madre. Tendrá sin duda su sonrisa, su amabilidad y su dulzura natural.
-¿Su dulzura natural?-repitió su marido lanzándole una mirada escéptica-Eso no es lo que parece decir su padre en su carta.
Diplomático adscrito al consulado británico en Paris, lord Gilbert se había convertido en un maestro en el arte del eufemismo y los sobreentendidos. En su vida privada, sin embargo, prefería la franqueza.
-Déjame refrescarte la memoria-dijo sacando de su bolsillo la carta del padre de Miley.
-“Miley tiene un comportamiento escandaloso. Es un verdadero marimacho que desespera a los que la rodean y me mete continuamente en dificultades. Os suplico que la llevéis con tuotros a Paris. Espero que tengáis más éxito que yo con esta niña cabezota.”
-Dime donde habla de dulzura natural-dijo Edward.
-Martin Stone es un insensible-replicó su mujer con una mirada sombría. Acuérdate del modo en que riñó a la pequeña y como la castigó en su habitación justo después de los funerales de mi hermana.
Edward pasó un brazo alrededor de los hombros de su mujer para calmarla.
-No me gusta ese hombre más que a ti, pero debes admitir que cuando uno acaba de perder a su esposa, es muy desagradable oír a tu hija acusarte delante de cincuenta personas de meter a su madre en una caja para que no pueda escapar.
-Pero Miley solo tenía cinco años-protestó Anne.
-De acuerdo, pero ese no fue el único motivo para mandarla a su habitación. Acuérdate que amenazó con acusarnos a todos ante Dios si no liberábamos a su madre inmediatamente.
-¡Que carácter!-sonrió Anne-Estaba tan furiosa que creí que sus pecas huirían de su cara. Pero era adorable, reconócelo. ¿No estas de acuerdo?
-Si-admitió Edward con expresión contrita mientras el carruaje llegaba por fin a los dominios de los Stone.
Sobre el césped un grupo de jóvenes miraban atentamente en dirección a los establos. Una jovencita rubia y delicada alisó su vestido y dijo suspirando:
-Me pregunto que es lo que Miley nos tiene preparado-dijo al seductor joven rubio que estaba a su lado.
Paul Sevarin dirigió su mirada hacia los grandes ojos azules de Courtney Ashton y le obsequió una sonrisa por la que Miley habría dado su vida.
-Un poco de paciencia Courtney
-Todo el mundo se pregunta que es lo que Miley nos reserva-dijo Margaret Merryton con tono agrio-pero una cosa es segura, será algo escandaloso.
-Margaret, somos los invitados de Miley-gruño Paul.
-No veo porque la defiendes Paul-protestó Margaret-Miley se pone en ridículo corriendo detrás de ti como lo hace y tú lo sabes.
-Margaret-cortó Paul-es suficiente.
Irritado, bajó los ojos oscuros hacia sus botas impecablemente enceradas. Miley en efecto, se había hecho notar persiguiéndole, lo cual había provocado cotilleos en kilómetros a la redonda.
Ser el objeto del interés de una niña de quince años le había divertido al principio. Pero últimamente Miley se mostraba más insistente. Dondequiera que él fuese, estaba seguro de encontrársela en su camino. Espiaba el menor de sus movimientos, y en aquel momento ese encaprichamiento ya no le parecía ni divertido ni inofensivo.
Tres semanas antes, le había seguido hasta una taberna del pueblo. Estaba a punto de ceder a las proposiciones que le susurraba al oído la hija del tabernero, cuando tropezó con un par de ojos verdes que le observaban por la ventana. Entonces dejó su jarra de cerveza con gesto brusco y salió para poner a la chica sobre su caballo, recordándole que su padre iba a preocuparse si no volvía a casa antes de que se hiciera de noche. Después volvió a la taberna y, sirviéndole una nueva jarra de cerveza, la hija del tabernero le había rozado con sus pechos. Se imaginaba ya acostado junto a ese cuerpo voluptuoso, cuando los ojos verdes volvieron a aparecer en la ventana. Deprimido, prefirió batirse en retirada.
Empezaba a sentirse acosado. El menor de sus gestos era espiado y tenia los nervios a flor de piel. ¿Qué necesidad tenía entonces de intentar proteger a Miley de las reprimendas que de todos modos se merecía?
Emily Williams, la más joven del grupo, se decidió de repente:
-Creo que voy a ir a ver que es lo que retrasa a Miley.
Atravesó el césped, quitó la barrera banqueada con cal y entró en el establo.
-¿Dónde esta miss Miley? -preguntó al joven mozo que cepillaba vigorosamente a un precioso alazán.
-Está ahí señorita.
A pesar de la semioscuridad, vio su cara enrojecer mientras le señalaba con la barbilla una puerta adyacente.
Emily miró al joven mozo con desconcierto y golpeó suavemente la puerta. Como no obtuvo respuesta, entró y se quedó paralizada de estupor ante el espectáculo que veía ante ella: las largas piernas de Miley Allison Stone estaban aprisionadas en un pantalón de montar que moldeaba sus delgadas caderas y se sostenía en su cintura con un cordel. Sobre los pantalones solo llevaba una ligera camisola.
-¡No iras a salir así!-se escandalizó Emily.
Miley le lanzó una mirada divertida.
-Por supuesto-respondió-voy a ponerme una camisa.
-Pero...¿Por qué?-insistió Emily desesperada.
-Porque cero que no sería apropiado salir solo con la camisola, imb/écil-contestó Miley cogiendo la camisa del mozo de cuadra que colgaba de un clavo.
-¿Apropiado?-barbotó Emily-¡Es totalmente indecente llevar un pantalón de hombre y lo sabes!.
-Es verdad. Pero no puedo montar el caballo sin silla de todos modos. Correría el riesgo de que las faldas me taparan la cara.
Todavía hablando, Miley enrolló sus largos cabellos rebeldes y los anudó en la nuca.
-¿Montar sin silla? No me digas que vas a volver a montar a horcajadas. Tu padre renegará de ti si lo vuelves a hacer.
-No voy a montar a horcajadas-explicó Miley riendo-De todas formas no veo la razón por la cual los hombres pueden hacerlo mientras nosotras, que según ellos somos del sexo débil, debemos montar de lado con peligro de nuestra vida.
-Entonces ¿qué es lo que vas a hacer?
-Nunca me había dado cuenta de lo curiosa que eras señorita Williams. Para responder a tu pregunta, te diré que voy a montar de pie. Lo he visto hacer en la fiesta del pueblo y luego he estado entrenando sin descanso. Cuando Paul vea lo bien que lo hago...
-Dirá que has perdido la razón. Pensará que has sobrepasado los límites y que es otra maniobra para atraer su atención.
Viendo la mueca desdeñosa de su amiga, la joven cambió de táctica.
-Miley, te lo suplico, piensa en tu padre ¿Qué dirá si llega a saberlo?
Miley dudó
-Dirá que le decepciono, como siempre-dijo por fin con tono cansado-que soy una vergüenza para él y para la memoria de mi madre, que está contento de que ella no haya vivido para ver en lo que me he convertido. Después estará media hora explicándome que lady Courtney Ashton es una joven perfecta y que yo debería seguir su ejemplo.
-Bueno, si de verdad quieres impresionar a Paul podrías...
Miley cerró los puños enfadada.
-He intentado parecerme a Courtney. He llevado esas horribles ropas que os hacen parecer un caramelo en un papel pastel. Me he entrenado para estar horas y horas sonriendo estúpidamente, he movido las pestañas hasta el agotamiento.
Emily reprimió una sonrisa ante esa descripción poco halagüeña de Courtney Ashton.
-Voy a decir a los otros que ya sales-suspiró abandonando la discusión.
Cuando Miley hizo su aparición en el césped, a horcajadas sobre su caballo, fue acogida por exclamaciones y risitas escandalizadas.
-¡Se va a caer!-gritó una chica-si Dios no la fulmina antes por llevar pantalones.
Reprimiendo una respuesta contundente que le quemaba en los labios, Miley levantó la cabeza con indiferencia y buscó a Paul con los ojos. El bello rostro de este último estaba crispado y su mirada reprobadora vago por las piernas de la joven. Exasperada por su evidente desaprobación, trepó con decisión sobre la grupa del caballo.
La montura se lanzó al trote. Miley se agachó primero, buscando el equilibrio y luego se puso de pie. Estaba aterrorizada ante la idea de caer y hacer el ridículo pero consiguió dar la impresión de seguridad y agilidad.
Al final de la cuarta vuelta, se volvió hacia los espectadores, situados a su izquierda, buscando al único que le importaba. Paul se encontraba a la sombra de un árbol. Courtney Ashton estaba cogida de su brazo. Al pasar, Miley percibió una ligera sonrisa en los labios de Paul y se vio asaltada por un sentimiento de triunfo.
Detrás de una ventana del salón del primer piso, Martín Stone observaba el número de su hija, cuando el mayordomo anunció la llegada de lord y lady Gilbert. Saludó a su cuñada y a su marido con un breve gesto de la cabeza, con la mandíbula crispada.
-¡Que placer después de tantos años!-mintió lady Anne-¿Dónde está Miley? Estamos impacientes por verla.
-¿Verla?-repitió Martín Stone cortante-Basta con que miréis por la ventana.
Anne obedeció perpleja. Sobre el césped, un grupo de jóvenes miraban a un muchacho que se sostenía ágilmente en equilibrio de pie sobre la grupa de un caballo.
-Ese chico es muy hábil-exclamó admirada.
Esta observación desató la ira de Martín Stone.
-Si queréis ver a vuestra sobrina seguidme-resopló dirigiéndose hacia la puerta.
Anne tomó el brazo de su marido y siguió los pasos de Martín con una mueca de exasperación.
Acercándose al grupo de jóvenes, Anne oyó las risas sofocadas y los murmullos burlones ¿Dónde estaría Miley? Sus ojos divisaron perplejos a una morena de ojos azules y luego vieron al joven que la acompañaba.
-Perdóneme, soy lady Gilbert, la tía de Miley ¿Podría decirme donde está?
Paul Sevarin le dirigió una mirada divertida
-Es su sobrina quien está sobre el caballo.
Desde su atalaya, Miley vio a su padre ir hacia ella con grandes zancadas.
-Te lo ruego, no hagas un escándalo padre-suplicó
-¿Yo? ¿Hacer un escándalo?-rugió
Asió tan bruscamente las riendas del caballo que este se asustó y Miley perdió el equilibrio. Se levantó de un salto y su padre la empujó sin miramientos hacia los recién llegados.
-Siento deciros que esta...criatura es vuestra sobrina-vociferó al borde de la apoplejía.
Miley vio como los espectadores se dispersaban y sintió como su rostro se teñía de escarlata.
-¿Cómo estáis?
Viendo de reojo la alta figura de Paul, ligeramente retirado, Miley buscó una falda imaginaria y al recordar que no llevaba, hizo de todos modos una reverencia de lo más cómico.
-Os puedo asegurar que durante la semana que estéis aquí, haré lo posible para no volver a dar un espectáculo, tía.
-¿Durante la semana que estemos aquí?-repitió Anne sin aliento.
Pero la joven estaba muy ocupada vigilando a Paul, quien ayudaba a Courtney a montar al coche, como para darse cuenta de la extrañeza de su tía.
-¡Adiós Paul!-gritó.
El se volvió y agitó la mano sin decir una solo palabra. Los coches descendieron por el paseo entre las risas alegres de sus ocupantes, que iban de merienda al campo.
Anne siguió a Miley hasta la casa. Se sentía molesta por la joven y furiosa contra Martín Stone por haber humillado a su hija delante de sus amigos. Pero la verdad es que hacer el payaso así, sobre la grupa de un caballo y vestida con pantalones de hombre...
En fin, Miley era encantadora, si su madre había sido bonita, la hija prometía convertirse en una verdadera belleza.
Ciertamente era todavía muy delgada, pero las proporciones de su cuerpo eran perfectas. Andaba con una gracia que rozaba la provocación. Anne sonrió al mirar sus caderas escandalosamente resaltadas por el pantalón marrón. Miley no necesitaría ningún corsé para parecer más delgada. Tenia unos ojos magníficos que pasaban de un tono esmeralda a un jade profundo, enmarcados por unas pestañas oscuras y sedosas. ¡Y esos espesos cabellos color caoba! Anne estaba deseando peinarlos. Intentó imaginar los rodetes que resaltarían los pómulos de Miley. Con el rostro despejado, soñó, algunos bucles sobre las sienes, o bien con el pelo recogido en la coronilla.
Entrando en la casa, Miley murmuró una excusa y se fue rápidamente a su habitación. ¡Que horror! Se había comportado como una idi/ota. Todo el mundo debía odiarla por la forma en que se había puesto en ridículo.
-¿Miley?-murmuró Emily deslizándose la habitación-he entrado por detrás, tu padre debe estar furioso supongo.
-Esta rabioso-respondió Miley mirando fijamente su pantalón-Hoy lo he estropeado todo. Todo el mundo se ha reído de mí delante de Paul. Ahora que Courtney tiene diecisiete años, sin duda va a pedir su mano antes incluso de haber comprendido que es a mí a quien ama.
-¿A ti?-repitió Emily-¡Pero si Paul huye de ti como de la peste y lo sabes! Y se entiende después de lo que le has hecho soportar en estos últimos meses.
-No le he hecho tantas faenas-protestó Miley agitándose en su asiento.
-¿Tu crees? Acuérdate de la broma que le gastaste el día de todos los santos, dando gritos de ultratumba delante de su carruaje haciéndote pasar por un fantasma. Los caballos se desbocaron.
-No estaba tan furioso-dijo Miley enrojeciendo-Por otra parte el coche no sufrió mucho. El accidente solo rompió un eje.
-Y la pierna de Paul-añadió Emily.
-No fue nada, se restableció rápidamente.
Miley se levantó y se puso a pasear por la estancia.
-Debe haber un medio de seducirle, pero aparte del secuestro no veo...
Una sonrisa maliciosa alegró su cara.
-Una cosa está clara Emily. Paul no sabe todavía que me ama ¿no es así?
-Yo incluso te diría que le eres totalmente indiferente-replicó Emily con tono cansado.
-En ese caso, se puede decir que es poco probable que pida mi mano sin una mayor motivación.
-No lo conseguirás ni con la amenaza de un fusil y lo sabes bien. Además eres muy joven para prometerte incluso si...
-¿Cuándo un hombre se siente obligado a casarse?-cortó Miley triunfante.
-No lo sé. Salvo, por supuesto, cuando su honor esta comprometido. Miley sea lo que sea que estés pensando, no cuentes conmigo.
Miley rompió a reir.
-¡Si hubiera podido serrar la rueda del coche, para que se rompiera un poco más adelante, se hubiera visto obligado a pedirme que le acompañara! Para cuando hubiéramos podido volver ya sería noche cerrada y me habría pedido que me casara con el.¡Imagínate: una chica secuestra a un hombre y ensucia su reputación de forma que está obligada a casarse con él para repararla! Seria muy romántico-añadió bastante orgullosa de su idea.
-Me voy-dijo Emily dirigiéndose hacia la puerta.
Después se volvió
-¿Qué van a decir tus tíos a propósito de tusa pantalones y tu numerito a caballo?
-¿Qué quieres que haga ahora?-respondió Miley enfurruñándose-Excusarme no serviría de nada. Durante el resto de su estancia aquí intentaré ser la joven más buena, más refinada y más delicada que hayas visto jamás. También tengo la intención de no mostrarme más que a la hora de las comidas-añadió ante la actitud escéptica de su amiga-Pienso que podré comportarme como Courtney tres horas diarias.
Miley mantuvo su palabra. Esa noche, en la cena, escuchó a su tío relatar su vida en Beirut donde había estado en el consulado británico.
-Es muy interesante-se contentó con murmurar, a pesar de las ganas que tenia de hacerle mil preguntas.
Cuando su tía terminó de describirle el encanto y la alegría de la vida parisina, murmuró de nuevo:
-Muy interesante.
Al final de la cena se excusó y desapareció.
Al cabo de tres días, Miley lo había hecho tan bien, que Anne empezó a preguntarse si no habría soñado la extraña escena que vio el día de su llegada. Sospechaba también que su sobrina experimentaba una cierta aversión hacia ella y su marido.
El cuarto día, Anne decidió descubrir la verdad. Miley había desaparecido inmediatamente después del desayuno. ¿Dónde podía una niña de quince años pasar todo el día?
Después de haber recorrido toda la casa y el jardín, Anne reparó en una mancha amarilla en lo alto de la colina.
-¡Aquí estas por fin!-exclamó abriendo la sombrilla.
Atravesó el césped rápidamente.
Cuando Miley divisó a su tía ya era demasiado tarde para escapar. Lamentando no haber encontrado un escondite mejor, se esforzó por encontrar una conversación anodina. ¿La moda? No sabia nada de eso y no le importaba. Cualquier cosa que se pusiera le quedaba mal. Y además la ropa no podía esconder sus ojos de gato, el pelo de color lodo y las pecas de la nariz. Además era demasiado alta, demasiado delgada y demasiado plana. ¿De que servía ser elegante en esas condiciones?
Sin aliento después de haber subido la colina, Anne se dejó caer al suelo, al lado de su sobrina.
-Me dije que debía dar un pequeño paseo.
Recuperando el aliento, se fijó en un libro forrado de cuero posado en la hierba.
-¿Es una novela de amor?-preguntó para empezar la conversación.
-No-respondió Miley cuidando de poner la mano sobre el título.
-Pensaba que la mayor parte de las muchachas apreciaban las novelas de amor-insistió Anne.
-Si-dijo educadamente Miley.
-Leí una en una ocasión pero no me gustó-continuó Anne buscando desesperadamente la manera de hacer hablar a su sobrina-No me gustan las heroínas demasiado empalagosas.
Miley se extrañó tanto al descubrir que no era la única inglesa que no devoraba ese género de literatura que olvidó por un instante su resolución de emitir solamente monosílabos.
-Yo tampoco. Es ridículo, esas mujeres que se pasan el tiempo tumbadas, desesperándose por culpa de unos hombres sin corazón que son incluso incapaces de pedirlas en matrimonio, o que están ya comprometidos. Yo no podría quedarme ahí esperando, sabiendo que el hombre que amo, ama a otra mujer.
Miley lanzó una mirada a su tía para ver si estaba extrañada, pero esta la miraba con una sonrisa, totalmente encantada.
-Tía Anne, ¿podrías amar a un hombre que cayera de rodillas diciendo: “¡OH Clarabel! Vuestros labios son pétalos de rosa y vuestros ojos dos estrellas del paraíso?” A mí sería en ese momento cuando me harían falta las sales.
-A mi también-respondió su tía riendo-¿Qué lees entonces?
Cogió el libro y lo abrió.
-¿La Iliada?
El viento hizo volver las hojas y la mirada de Anne se volvió aún más sorprendida.
-¡Pero está en griego! ¿Lees el griego?
Miley asintió ruborizada. Ahora su tía creería que era una pedante.
-Y también el latín, el italiano, el francés y un poco el alemán-confesó
-¡Dios mío! ¿Cómo aprendiste todo eso?
-Puedo estar un poco loca, pero no soy est/úpida a pesar de lo que crea mi padre. Tuve que insistir para que me pusiera un profesor de idiomas y de historia.
Miley se calló. Durante años creyó poder ganar el cariño de su padre siendo brillante en sus estudios, convirtiéndose en el hijo que no tenía.
-Pareces avergonzarte de tu éxito cuando deberías estar orgullosa.
Miley contempló la casa, en el valle a sus pies.
-La mayor parte de la gente piensa que las niñas pierden el tiempo estudiando. Además no hago nada femenino, no sé coser un botón y canto fatal. El señor Twittsworthy, el profesor de música le dijo a mi padre que mi forma de tocar el piano le ponía enfermo.
Miley estaba segura de haber perdido todo el afecto de su tía en este momento. Posó sus grandes ojos verdes sobre lady Anne.
-estoy segura de que mi padre te ha hablado de mí. Le decepciono terriblemente. Querría que fuera modosa y tranquila como Courtney Ashton. He intentado imitarla, pero no lo consigo.
Anne sintió que su corazón se fundía ante la hija tan adorable de su hermana. Posó una mano en la mejilla de Miley y le dijo tiernamente:
-Tu padre querría una hija que pareciera un camafeo, delicada, pálida y fría. En vez de eso, tiene un diamante y no sabe que hacer con él. En lugar de apreciar el valor y la rareza de esa joya, en lugar de dejarla brillar, intenta transformarla en un simple camafeo.
Miley se veía más bien como un trozo de carbón, pero se calló para no romper las ilusiones de su tía.
Esa noche la atmósfera del comedor estaba más bien cargada. Nadie la vio cuando se sentó a la mesa.
-¿Cuándo piensas anunciarle que nos acompañará a Francia, Martín?-preguntó Edward irritado-¿O piensas esperar al momento de la partida para empujarla dentro del coche?
Por un momento Miley creyó que iba a desmayarse. Se paralizó, con la garganta cerrada.
-¿Voy a algún sitio padre?-preguntó, esforzándose por parecer calmada e indiferente.
Todos se volvieron hacia ella, El rostro de su padre se crispó. Parecía molesto.
-A Francia-dijo secamente-Vas a ir a vivir con tus tíos que van a intentar hacer de ti una jovencita conveniente.
Evitando mirarle, Miley desplegó su servilleta.
-¿Les has advertido del riesgo que corren? Siempre te quejas de mi carácter y de mis malos modales. Podrían sufrirlos también ellos.
Su tía la contempló con una piedad no disimulada, mientras su padre parecía de mármol.
-¡OH papá! ¿Tanto me odias? ¿Tanto me detestas que quieres mandarme fuera de tu vista?
Con los ojos llenos de lágrimas se levantó
-Si queréis excusarme, no tengo demasiada hambre esta noche-balbuceó.
-¿Cómo has podido?-lanzó Anne dirigiéndose a Martín Stone con los ojos llameantes- Será un placer alejar a esta niña de aquí. No puede haber nada mejor para ella.
-Le haces demasiado caso Anne-respondió fríamente Martín-Te aseguro que lo que la desespera no es el hecho de alejarse de mi. Solamente acabo de impedirle que siga poniéndose en ridículo delante de Paul Sevarin.
AAWWW ME ENCANTO LA NOVELA!
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