martes, 21 de enero de 2014

Tù eres mi Amor - Cap: 7



Una vez en sus habitaciones, lady Anne intentó sobreponerse. Pensaba una y otra vez en la reputación de seductor del duque, que no dudaba en fijarse en otras mujeres aparte de su cantante cuando esta estaba de gira. Miley le había preguntado el nombre, pero debía ser una coincidencia, el duque no podía haber seguido a su sobrina hasta aquí. Martín había mencionado su presencia antes de su llegada.

Ciertamente, 
Miley le gustaría ¿y si intentaba seducirla? En ese caso Anne se vería obligada a revelar a su sobrina no solo su verdadera identidad sino también su comportamiento con las mujeres. Lady Anne se acostó pero la presencia del duque de Claymore en los alrededores la preocupaba.
Miley tampoco podía dormir pensando en la fiesta del día siguiente y en Paul.

A algunos kilómetros de allí, en la residencia de Nicholas, los dos hombres en cuestión saboreaban un coñac. Paul extendió perezosamente las piernas hacia el fuego de la chimenea.

-¿Tenéis intención de llevar a cabo vuestro plan mañana por la noche en la casa Stone?-preguntó haciendo girar el líquido ambarino en su vaso.

-Si.

-Yo en vuestro lugar no fallaría la oportunidad-dijo Paul riendo-A menos que 
Miley haya cambiado por completo, es un acontecimiento que promete ser animado.

-
Miley es un nombre raro-observó Nicholas intentando hacer hablar a su acompañante.

-Es normal en la familia. Su padre esperaba tener un varón y le puso ese nombre aunque fue una niña. De todos modos su deseo casi se hizo realidad. De niña nadaba como un pez, trepaba a los árboles y montaba a caballo como ninguna otra niña. Un día apareció vestida con un pantalón de chico. Otra vez se subió a una balsa diciendo que se iba a América.

-¿Qué pasó?

-Llegó hasta el otro extremo del estanque-respondió Paul un poco nostálgico. De hecho esa criatura tenía los ojos más verdes que he visto nunca. Cuando se fue a Francia hace cuatro años me pidió que la esperaba. Era la primera vez que alguien me pedía algo así.

-¿Aceptó?-preguntó Nicholas con las oscuras cejas arqueadas enmarcando sus ojos grises implacables.

-¿Y después que más?

Paul se echó a reír y bebió un sorbo de coñac.

-Aún era solo una niña y pretendía rivalizar con Courtney Ashton. Si Courtney tenia varicela, 
Miley tenía que tener otra enfermedad más grave. ¡Dios mio! Era una diablilla, espero, por el bien de su padre que haya cambiado.

Nicholas miró a Sevarin divertido, pero no dijo nada. Cuando su invitado se fue, se quedó pensando. Toda esta comedia era muy arriesgada, cuanta más gente veía, más posibilidades tenía de que alguien le reconociera.

El día anterior, tuvo un sobresalto al saber que Emily Archibald se había casado con un viejo conocido suyo. Resolvió el problema con una pequeña entrevista con Michael Archibald, el barón no creyó ni por un momento que Nicholas tuviera necesidad de reposo, pero era demasiado educado para hacer preguntas y demasiado leal para traicionar su secreto.

Lady Anne Gilbert le inquietaba un poco pero si tenia que creer en lo que decía la nota que le había enviado Martín Stone, esta había admitido la explicación.

Nicholas alejó las preocupaciones, si no conseguía cortejar a 
Miley en su papel de caballero provinciano, siempre le quedaba el acuerdo que había firmado con Stone. Su objetivo final estaba de todos modos en su poder.


Miley abrió por completo las ventanas de su habitación y respiró el aire puro del campo, mientras Clarissa la ayudaba a ponerse un elegante traje de montar color turquesa, ella pensó por un instante en ir a visitar a Paul, pero abandonó la idea y decidió ir a ver a Emily.

Los establos se encontraban al final de un camino disimulado por un alto seto. Los veinte recintos que contenía estaban vacíos en su mayoría y estaban alineados a lo largo del edificio. Mientras se dirigía hacia allí, 
Miley  se detuvo para mirar ese paisaje que le era tan familiar. Se dio cuenta de que la barrera del terreno de entrenamiento donde su padre hacia trabajar a sus caballos de carreras había sido blanqueada con cal, más allá se extendían las colinas, verdes y salpicadas de robles y sicomoros, después el bosque se extendía por el noreste dominando a la propiedad.

Para sorpresa de 
Miley  todos los recintos estaban ocupados, cada uno tenía una placa de bronce. Leyó el nombre que estaba en la última.

-Tu debes ser Lubie-dijo a la magnifica yegua baya acariciándole el cuello-Es un nombre muy bonito.

-Veo que sigue hablando con los caballos-dijo una voz detrás de ella.
Miley se giró y sonrió a Thomas, el primer mozo de cuadras de su padre. Había sido su confidente cuando era niña y había sido testigo de un buen número de sus travesuras.

-No puedo creer que mi padre posea tantos caballos-dijo después de saludarle-¿Qué diablos hacemos nosotros con tantos animales?

-Los entrenamos. Pero venga, quiero enseñarle algo.

Al entrar en el establo, 
Miley fue acogida con maravilloso olor a aceite y a cuero, entrecerró los ojos, al fondo dos hombres intentaban dominar un maravilloso semental negro mientras un tercero le ajustaba las herraduras. El semental no dejaba de moverse tirando de las cuerdas que le sujetaban.

-Este es Terror-anunció orgullosamente Thomas-Es un nombre que le va de maravilla, todavía no está totalmente adiestrado y la mayor parte de las veces se libra de su jinete. Tiene mucho carácter y es impredecible, con muy poco se pone nervioso y entonces embiste como un toro.

Thomas señaló un una de las cuadras con su fusta y el caballo redobló sus esfuerzos por liberarse.

-Tranquilo, tranquilo-dijo uno de los mozos de cuadra-Señor Thomas ¿podría esconder su fusta?

-Este animal no soporta la vista de una fusta-explicó Thomas disculpándose-La semana pasada George intentó hacerle andar hacia atrás con un y casi lo manda al otro mundo. En fin dejémoslo, tengo que enseñarle otra cosa.

En otra cuadra, 
Miley descubrió un magnifico caballo castaño con las patas blancas al cual un mozo intentaba dominar.

-¿Khan?-murmuró 
Miley.

Antes incluso de que Thomas pudiera responder, el caballo buscó en los bolsillos de la joven, donde ella escondía los terrones de azúcar que le daba cuando solo era un potrillo.

-¡Pedigüeño!-exclamó riendo-¿Cómo estas? Era muy joven cuando me fui.

-¿Por qué no lo juzga usted misma?
Miley no se hizo de rogar; cogiendo su fusta entre los dientes se apretó la cinta turquesa que le sujetaba el pelo. Terror empezó inmediatamente a removerse relinchando.

-¡Esconda la fusta!-indicó Thomas a 
Miley quien rápidamente le obedeció.

Una vez fuera, 
Miley montó en la silla y dirigió a Khan hacia la barrera abierta.

-Me falta practica-gritó a los palafreneros-si vuelve sin mí, me encontraran en alguna parte entre aquí y la casa del padre de lady Archibald.



Miley!-exclamó Emily encantada al ver llegar a su amiga-déjame verte ¡estas magnifica!

-Eres tu la que lo esta-respondió 
Miley admirando el moderno peinado de Emily.

-Eso es porque soy feliz.

Cogidas del brazo, las dos amigas entraron al salón, un hombre rubio se levantó al verlas entrar.

-Te presento a mi marido...

-Michael Archibald-completó el antes de que su mujer incomodara a su invitada diciendo su título.

Fue un gesto muy amable que tanto 
Miley como su joven esposa agradecieron. Se disculpó y las dejó hablando durante dos hora.

-Paul ha venido esta mañana-le confió Emily molesta cuando 
Miley se levantaba para irse-Vino ha hablar con mi padre. Me dije...me dije que no haría ningún daño si...en fin con mucha naturalidad...en fin le he repetido algunas de las cosas que me había contado el señor de la Ville sobre tu popularidad en Francia. Sin embargo no creo que el te hiciera un favor hablando de ti en esos términos delante de Margaret Merryton. La puso fuera de si describiendo tus conquistas de modo que de detesta más ahora que antes.

-¿Por qué?-preguntó 
Miley mientras atravesaban el vestíbulo.

-¿Por qué siempre te ha odiado? Sin duda porque tu eras la mas rica de todas nosotras. Ahora que se interesa en tu nuevo vecino quizá se muestre más amable.
Miley la miró desconcertada.

-El señor Westland, tu nuevo vecino. Según lo que me contó Courtney ayer, Margaret lo considera de su exclusiva propiedad.

-¿Y como está Courtney?-preguntó 
Miley que olvidó a Margaret con la simple mención de su rival.

-Tan dulce y bonita como siempre. Debes saber que Paul la acompaña prácticamente a todos partes.

Decididamente Courtney siempre había tenido lo que 
Miley deseaba. Seguía pensando en eso mientras cabalgaba a través de los campos, el viento le azotaba el pelo, liberándolo de la cinta turquesa que mantenía sujeto, Khan galopaba a una velocidad increíble, lo volvió a poner al trote y luego al paso hasta que llegaron al camino que atravesaba el bosque. Unos conejos brincaban entre los matorrales y unas ardillas trepaban por los troncos de los árboles. Algunos minutos mas tarde, Miley llegó a la cima de la colina y guió prudentemente a su montura hasta un pequeño riachuelo donde bajó del caballo y ató a Khan a un roble. La atmósfera estaba perfumada por el aroma de las últimas flores del verano y Miley contempló el paisaje a su alrededor con nuevos ojos, sin percibir la figura del caballero solitario, montado sobre un gran semental, que observaba el menor de sus gestos.

Nicholas sonrió al verla quitarse su chaqueta turquesa y ponerla descuidadamente sobre su hombro derecho. Lejos de los salones parisinos, tenía un andar ligero y vivo que hacía volar su pelo alrededor de la cara. Después de sentarse bajo un viejo sicómoro, se quitó los zapatos y luego las medias.

Nicholas se preguntó si debería acercarse a su presa, su caballo se impacientaba, cuando la vio levantarse las faldas y entrar en el agua, el duque sonrió. Golpeando con los talones al caballo, se lanzó hacia la pradera.

Mojarse los pies en ese riachuelo no era tan agradable como 
Miley recordaba, el agua estaba helada y las piedras deslizantes y a la vez puntiagudas. Volvió con precaución hacia la orilla y se tumbó sobre el estomago en la hierba. Apoyada en los codos miraba los peces imaginándose la reacción de Paul cuando la viera. De repente un movimiento cerca del sicómoro, a su izquierda, atrajo su atención.

Con el rabillo del ojo, 
Miley percibió un par de botas de calidad que brillaban como una moneda nueva, se sentó rápidamente y, encogiendo las rodillas contra su pecho intentó escondes sus tobillos desnudos bajo las faldas mojadas.

El hombre estaba apoyado contra el sicómoro con los brazos cruzados sobre el pecho.

-¿Esta usted pescando?-preguntó el dejando que su mirada vagara por las curvas del cuerpo de 
Miley.



Sus ojos se detuvieron en los dedos de los pies desnudos que sobresalían de la falda y luego subieron hasta su pecho.

-¿Me espiaba?-preguntó ella molesta por el modo en que la estaba denudando con la mirada.

El no se molestó en responder, pero pareció divertido por la pregunta. Era muy alto, delgado y atlético, su mandíbula era firme y cuadrada y su nariz recta. El viento movía el espeso cabello negro y bajo las cejas oscuras, los ojos de color gris la observaban con evidente interés.

-¿Se va a bañar?

El tono que empleó le pareció a 
Miley casi agresivo.

-No, intentaba estar sola un rato señor...

-Westland-respondió el mientras su mirada volvía a posarse en la curva del pecho de ella.

Ella cruzó los brazos sobre el pecho y el hombre sonrió.

-Señor Westland-dijo ella encolerizada-tiene usted tan poco sentido de la orientación como educación.

-¿De verdad?-preguntó el reprimiendo con dificultad una carcajada-¿por qué lo dice?

-Porque esta usted en una propiedad privada.

Viendo que no tenía intenciones de irse disculpándose, 
Miley comprendió que tendría que ser ella quien se fuera y se inclinó para coger sus botas y sus medias.

El se acercó y le tendió la mano.

-¿Puedo ayudarla?

-Por supuesto-replicó 
Miley-monte en la silla y váyase.

Un relámpago de ira atravesó los ojos grises del hombre pero se contuvo.

-Aquí está mi mano. Tómela.

Desdeñando el ofrecimiento, 
Miley se levantó sin su ayuda, como le era imposible volver a ponerse las medias sin enseñar las piernas, se las metió en el bolsillo y se puso las botas con rabia, después se subió a la silla de montar apoyándose en el tocón de un árbol, hizo girar a Khan y se fue al galope.

-Hasta la vista señorita Stone-gritó Nicholas.

Una vez fuera de su vista, 
Miley aminoró el paso. Le costaba creer que su padre tuviera en tan alta consideración a un vecino tan desagradable como el señor Westland.



-No adivinarías nunca con quien me acabo de encontrar-le estaba diciendo 
Miley a Anne cuando Sewell, el viejo mayordomo se aclaró la garganta y anunció

-Lady Amelia Eubank solicita ver a la señorita.

-¿A mí? ¿Pero porque?-dijo la joven palideciendo.

-Haga pasar a lady Eubank al salón rosa-dijo Anne mientras su sobrina buscaba desesperadamente un lugar para ocultarse-¿Por qué estas tan agitada querida?

-Tu no la conoces, cuando era pequeña me regañaba porque me mordía las uñas.

-Bueno, eso quiere decir que le importabas, no se puede decir lo mismo de todo el mundo por aquí.

-Pero estábamos en la iglesia-añadió 
Miley.

-De acuerdo-dijo Anne con una sonrisa compasiva-Esta un poco sorda y no es demasiado discreta, pero hace cuatro años fue la única que me dijo cosas agradables de ti. Cree que tienes coraje y tiene mucha influencia en la región.

-Eso es porque todos tienen pánico de ella-suspiró 
Miley resignada.

Cuando entraron al salón rosa, la vieja dama estaba examinando una porcelana, hizo un gesto de disgusto y la depositó sobre la chimenea.

-Esta cosa horrorosa debe ser del gusto de tu padre-le dijo a 
Miley-Tu madre no hubiera admitido algo así en su casa.
Miley abrió la boca pero no encontró nada que decir. Lady Eubank cogió el monóculo que colgaba de una cinta negra en su generoso pecho y examinó a la joven de la cabeza a los pies.

-Bien joven señorita ¿Qué me tienes que decir?

-Estoy encantada de verla después de todos estos años señora-consiguió articular 
Miley retorciéndose las manos.

-¡Tonterías! ¿Te sigues comiendo las uñas?

-No señora.

-Mejor. Tienes una bonita figura y una bonita cara. Vamos a la razón de mi visita ¿sigues teniendo intención de cazar a Sevarin?

-¿Perdón?

-Joven, soy yo la que tiene la fama de estar sorda. ¿Sigues queriendo casarte con Sevarin si o no?

Miley reflexionó rápidamente, dirigió una mirada de socorro a su tía a quien la conversación le parecía divertida.

-Si, si puedo hacerlo-acabó por decir, con las manos crispadas detrás de su espalda.

-¡Lo sabía! No serás de las que se ruborizan y andan con remilgos espero. Porque si es así puedes volverte a Francia enseguida. Hace años que Courtney intenta esa táctica y no a conseguido atrapar a Sevarin. Créeme, hace falta desafiarle. Eso es lo que busca. Está demasiado seguro de si mismo y de sus conquistas femeninas. Hace quince años que oigo a mis vecinos predecir un difícil futuro a su sobrina, señora-prosiguió dirigiéndose a Anne- Sin embargo yo siempre he creído lo contrario, espero con impaciencia verla poner los grilletes a Sevarin. No me decepciones señorita-añadió despidiéndose.

-Creo que está un poco loca-comentó 
Miley cuando la dama se fue.

-Y yo creo que es astuta como un zorro. Harías bien en seguir sus consejos.



Sentada delante de su peinador, 
Miley miraba a Clarissa retirarle el pelo y colocar sobre su frente la diadema de diamantes, el viento de la tarde hacia estremecer las cortinas y la joven tuvo un escalofrío. La noche amenazaba con ser fresca, lo cual no le desagradaba ya que había decidido llevar un traje de terciopelo. Mientras la vestían oyó los coches que llegaban por el paseo así como el ruido de las risas sofocadas. ¿Estarían recordando sus invitados sus fiascos de antes?

Cuando Clarissa terminó, 
Miley se acercó a la ventana preguntándose como iría vestida Courtney. En tonos pastel sin duda. Una multitud de carruajes con luces encendidas estaban llegando ya. Su padre debía haber invitado a toda la región.

Entrando en la habitación, Anne se detuvo encantada de lo que veía. 
Miley estaba magnífica, con una ropa de terciopelo verde esmeralda de cintura alta y con un atrevido escote, las mangas eran largas y estrechas y realzaban la línea graciosa de los brazos.

Abajo, se detuvo un vehículo del cual salió un hombre joven alto y rubio que ayudaba a una hermosa rubia a bajar. Paul acababa de llegar acompañado de Courtney. 
Miley dio un paso hacia atrás y se sobresaltó al ver a su tía.

-¡Estas tan hermosa que quitas el aliento!-exclamó lady Anne.

-¿Te gusta mi vestido?

-¿Tu vestido? Yo hablaba de ti querida. Estas a la vez audaz y elegante, esta mañana tu padre me preguntó de que color irías vestida y me acaba de rogar que te diera esto. Pertenecía a tu madre.

Le entregó un magnífico colgante con una esmeralda. La piedra era enorme y estaba rodeada de diamantes y 
Miley sabía que no había pertenecido jamás a su madre, pero estaba demasiado nerviosa para discutir. Se quedó inmóvil mientras Anne le ponía la joya alrededor del cuello.

-Perfecto-terminó Anne cogiendo a su sobrina por el brazo-Vamos querida, vas a hacer tu segunda presentación en sociedad.

6 comentarios:

  1. kodfkjckd ME ENCANTARON LOS CAPÍTULOS SIGUEELA

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  2. Fabuloso que emocionante ya estoy impaciente por el siguiente

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  3. Haaaaa siguela esta interesante!

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  4. Está novela esta tan buena que juro comentar todos los días, espero tu tambien subas todos los días pleaseeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  5. Me encanto bitch, siguela, me ilusione con que no aparecia Nick ahhaha

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  6. Ahhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!
    Esto se pone cada ves mejor xDD
    PERO DESEARÍA QUE PAUL DESAPARECIERA DE UNA VES POR TODAS!!!!
    Y Nick me pareció un poco arrogante, espero que miley le de una lección :B
    sube pronto porfass!!! cuidate, besis, bye ♥

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