domingo, 19 de enero de 2014

Tù eres mi Amor - Cap: 3



-Será la mía la que seguramente se vea comprometida. No tengo por costumbre aparecer en un baile de debutantes mademoiselle y aún menos de bailar el vals con una niña impertinente.

Miley aparto la vista de Alexander de la Ville y examinó a los dandis que le rodeaban mirándole con una irritación no disimulada.

-¿Nos siguen mirando?-preguntó Alexander.

-Si-respondió ella con los ojos brillantes-Pero no es extraño, parece usted un águila en medio de una reunión de canarios.

-Es verdad. Tiene usted una sonrisa encantadora querida.
Miley se dijo a sí misma que podría devolverle el cumplido cuando le vio fruncir el entrecejo.

-¿Algo va mal?

-Si-respondió secamente-No deje jamás que un hombre aparte de su prometido la llame querida.

-¡Pondré en su sitio a quien se atreva a hacerlo!-prometió 
Miley.

-Bravo...querida.

Cuando el vals terminó, la acompañó hacia su tía inclinado hacia ella como si bebiese sus palabras, después ella bailó con cada uno de sus amigos, mientras el dejaba de mirarla.
Miley se sentía un poco torpe, pero relajada. Ahora los jóvenes venían a pedirle que les concediera un baile y apenas podía dejar la pista, era consciente de que eso se debía a Alexander y sus amigos pero ahora sus admiradores no le dejaban tiempo ni siquiera para darles las gracias.

Claude Delacroix, un caballero rubio y seductor, amigo de Alexander descubrió que a 
Miley le encantaban los caballos y entablaron una discusión sobre las cualidades de las diferentes razas y el acabó preguntándole si le gustaría dar un paseo en su compañía próximamente, algo que ciertamente no había sido previsto por Alexander. Miley se sintió halagada y feliz. Cuando se reunió con su tía estaba radiante.

Alexander, por su parte, estaba bastante menos satisfecho, le pidió que le concediera el próximo baile.

-Claude Delacroix-dijo secamente-proviene de una antigua familia, es un excelente jinete, un buen jugador y un amigo magnifico, pero no es conveniente que le frecuente. Claude es un seductor pero enseguida se cansa y entonces...

-¿Rompe el corazón de la chica?-completó 
Miley con tono travieso.

-Exactamente.
Miley sabía que su corazón pertenecía a Paul y que por lo tanto no arriesgaba nada.

-Vigilaré mi corazón con mucha atención-dijo sonriendo.

-La mirada de Alexander se poso en sus labios dulces y carnosos y luego se elevó hasta sus ojos de color jade.

-Posiblemente deba aconsejar a Claude que vigile su propio corazón-dijo-Si tuviera usted algunos años más yo lo haría.

La música se interrumpió y Alexander llevó a 
Miley con su tía. Una decena de jóvenes se peleaban entre si para bailar con ella. Alexander conservó una mano sobre el brazo de Miley e hizo una señal al último de ellos.

-André Riousseau sería un excelente esposo-dijo.

-No debería decir esas cosas-dijo 
Miley con exasperación

-Lo sé, ¿me perdona mi grosería de ayer?

-Creo que si. Pero tuve la impresión de haberme embarcado en una historia muy divertida.

-Buen viaje querida-dijo Alexander llevando la mano de 
Miley a sus labios. Después desapareció.



Al día siguiente por la mañana, 
Miley soñaba todavía con la noche anterior y sonreía tontamente mientras bajada la escalera. Le llegaron voces de hombre desde el salón y Anne apareció en la entrada.

-Precisamente iba a buscarte-dijo sonriendo-Tienes visita.

-¿Visita?-repitió 
Miley estupefacta.

-No te pongas nerviosa querida-dijo Anne cogiendo suavemente su mano-Se tu misma y todo irá bien.
Miley entró en el salón con nerviosismo y descubrió a tres jóvenes con los cuales había bailado el día anterior.

-Estaba apunto de ir a dar un paseo a caballo por el parque-les explicó

Dieron un paso hacia delante, cada uno con un ramo de flores en la mano y se pusieron a discutir para saber quien de ellos la acompañaría en su paseo. Por espíritu de equidad, 
Miley les dio permiso a los tres para seguirla.



Ese año miss Stone se hizo con una reputación de original, en una época en la cual estaba de moda que las jóvenes damas parecieran etéreas, 
Miley se mostraba impulsiva y alegre, mientras que las demás eran reservadas, ella era inteligente y directa.

En el transcurso del año siguiente, Anne observo los cambios que se iban operando en 
Miley con el paso del tiempo. Su rostro cumplía su antigua promesa de belleza, largas pestañas negras bordeaban unos ojos increíblemente expresitu que pasaban por todos los tonos de verde bajo unas cejas perfectamente arqueadas. Unas trenzas color caoba enmarcaban un rostro finamente esculpido, con una boca generosa y una piel suave como la seda. Su cintura seguía siendo delgada a pesar de la plenitud de sus formas. Se la empezaba a encontrar incomparable.

Multitud de jóvenes alababan su belleza y le juraban que ella llenaba sus sueños. 
Miley escuchaba los cumplidos con una sonrisa medio escéptica y medio agradecida por tanta amabilidad. A Anne le parecía un pájaro tropical, sorprendido y emocionado por su apariencia, que se posaba y echaba a volar en cuanto alguien intentaba capturarlo.

Los hombres la buscaban para demostrar que podían triunfar donde otros habían fracasado y se encontraban de repente enamorados sin ser correspondidos. Pero el juego podía resultar peligroso porque 
Miley tenía ya diecinueve años. Incluso lord Gilbert empezaba a preocuparse. Cuando hizo notar a su esposa que pronto habría que casar a Miley, Anne sonrió sin responder.

Parecía que 
Miley se sentía atraída por Alexander de la Ville.



Por tercera vez en diez minutos, 
Miley se dio cuenta de que había perdido el hilo de la conversión. Echó una mirada culpable a las chicas que habían ido a visitarla esa mañana, felizmente estaban cautivadas por el relato que hacia Therese de su recién estrenada vida de mujer casada y no se dieron cuenta de la distracción de Miley.  Esta jugueteaba nerviosamente con la carta que acababa de recibir de Emily preguntándose como de costumbre si en ella se anunciaría el matrimonio de Paul. No pudiendo esperar más tiempo, la abrió y leyó:

“Querida 
Miley  desde ahora debes llamarme lady Emily, baronesa Archibald, la mujer más feliz del mundo. La próxima vez que nos veamos espero que ya habré asimilado todo lo que me está ocurriendo.” Las dos páginas siguientes cantaban las alabanzas del marido y daban los detalles de la boda que había tenido lugar gracias a una licencia especial. “Lo que cuentas sobre Francia también es válido aquí. Es grotesco pero en cuanto un hombre tiene un título se convierte en un buen partido. Te prometo que cuando lo conozcas comprobaras que mi marido seria maravilloso incluso sin título”
Miley sonrió sabiendo que Emily jamás se habría casado con su barón sin amarle. “ya basta de hablar de mi-seguía la carta-olvidé decirte una cosa en mi última carta, el otro día cuando fui con unas amigas a una fiesta en Londres, nuestra anfitriona nos presentó a un caballero que conquistó a todas la mujeres, lo cual no es extraño ya que era muy seductor y provenía de una excelente familia francesa. Se trataba de Alexander de la Ville. Estaba segura de que era el mismo del que me hablas en tus cartas y le pregunté si te conocía. Cuando dijo que si, Margaret Merriton y las otras se lanzaron a su cuello. ¡Cómo te hubieras reído! Después de lanzarles una mirada glacial, les describió detalladamente a todos tos admiradores parisinos. Incluso dejo entender que el mismo se sentía bastante atraído por ti, lo cual las puso verdes de envidia ¿Es verdad?”

Alexander en efecto, había mencionado a 
Miley que se había encontrado con Emily en Londres pero no a su enemiga jurada, Margaret Merrriton ni a las otras. ¿Sentía él por ella algo más que amistad?. Después de tres años, el se contentaba con invitarla de vez en cuando a bailar bromeando con ella acerca de sus pretendientes, después desaparecía cogido del brazo de alguna deslumbrante belleza.

Algunos meses antes todo había cambiado, Alexander la llevó a la ópera y después la empezó a acompañar a y todas partes. De todos los hombres que ella conocía, el era con el que se sentía más a gusto y cuya compañía apreciaba más. De todos modos, ella no quería creer que el pudiera sentir por ella otro sentimiento que el de amistad.
Miley miró fijamente la carta. Si Alexander pedía su mano ella lo rechazaría, lo cual estropearía sus relaciones con Therese, y las los padres de esta con sus tíos, sin hablar de su amistad con Alexander que tenía una enorme importancia para ella.

Se concentró de nuevo en la carta de Emily: “Courtney está en Londres para la temporada. Todo el mundo espera que Paul pida su mano cuando vuelva, ya que sus padres piensan que ya es hora de que se case”.
Miley hubiera llorado, ya estaba preparada para ganar el amor de Paul, pero su padre la obligaba todavía a quedarse en Francia en contra de su voluntad.

Cuando hubo prácticamente echado a sus amigas, 
Miley subió a su habitación para escribir a su padre. Necesitaba volver lo más rápidamente posible; apeló pues a los sentimientos de su padre, diciéndole que ahora estaría orgulloso de ella y que le echaba de menos. Después escribió a Emily.

Cuando volvió de echar las cartas el mayordomo le informó que el señor de la Ville acababa de llegar y quería verla enseguida. Extrañada de tal urgencia, se dirigió al estudio de su tío.

-Buenos días Alexander. Bonito día ¿verdad?

-¿De verdad?-preguntó el visiblemente enfadado.

-Pues sí. Hace bueno.

-¿Qué es exactamente lo que te impulsó a participar en una carrera de caballos?-lanzó él

-No era una carrera de caballos-respondió ella extrañada por su vehemencia.

-¿Ah no? Entonces explícame como es que lo comentan todos los periódicos de hoy.

-Lo ignoro, los periódicos cuentan lo que quieren. Gane ¿sabes? Incluso al barón von Ault.

-¡Te prohíbo volverlo a hacer!-dijo Alexander autoritario, y la vio ponerse rígida de rabia-Perdóname querida. Te veré en el baile de máscaras de los Armand esta noche, a menos que cambies de idea y me permitas acompañarte.
Miley aceptó sus excusas con una sonrisa, pero rechazó su proposición.

-Prefiero ir con mis tíos. Las otras damas me reprochan continuamente el acaparar tu tiempo.

Alexander se reprochó por un instante de sentirse tan atraído por ella. Hacia tres años que intentaba mantenerse a distancia. Cuatro meses antes, después de una mala noche en compañía de una mujer demasiado envolvente, había encontrado a 
Miley en el teatro. Al final de la noche estaba subyugado por la mezcla de humor y belleza, de inteligencia y de sentido práctico que caracterizaba a la joven.

Miró su boca sensual que le dirigía una sonrisa afectuosa de esas que uno dirigía a un hermano. Antes de que 
Miley pudiera reaccionar, Alexander la atajo hacia él mientras su boca buscaba febrilmente la de ella.

-¡Alexander, para!

La hizo callar con un beso exigente. Solo algunos pretendientes un poco lanzados habían intentado alguna vez besarla y ella no había tenido problemas para rechazarlos. Pero el beso de Alexander despertó en ella una sensación que la asombró. Consiguió permanecer impasible y cuando los brazos de el la soltaron, ella se separó rápidamente.

-Supongo-dijo con un tono falsamente calmado-que debería darte una bofetada.

Ella parecía tan indiferente que Alexander, aún conmovido por el contacto de su pecho y de sus labios contra los suyos, palideció.

-¿Abofetearme?-dijo irónicamente-¿Por qué? No querrás hacerme creer que soy el único que te ha robado un beso.

-¿Realmente? Bueno, evidentemente tengo el honor de ser la primera mujer a la que tu besas.
Miley no habia terminado aún la frase cuando se dio cuenta de que se había equivocado atacando su virilidad.

-Cálmate-murmuró retrocediendo prudentemente lejos de su alcance.

Alexander avanzó hacia ella, obligándola a refugiarse detrás del escritorio de su tío. El lo rodeó, jugaron asi al gato y al ratón durante unos segundos. Dando se cuenta de lo pueril de la situación, 
Miley rompió de repente a reir.

-¿Alexander, tienes la menor idea por lo menos de lo que vas a hacer cuando me atrapes?

Alexander sabía muy bien lo que hubiera querido hacerle pero también el era consciente de lo ridículo de la situación. Su enfado se esfumó.

-Sal de detrás del escritorio-dijo-Te doy mi palabra de que me comportaré como un verdadero caballero.

Estudiando su expresión, 
Miley se aseguró que no mentía y obedeció. Le cogió del brazo y le acompañó a la puerta.

-Te veré esta noche en el baile de máscaras-le prometió.



De pie delante del espejo de su salón, lord Edward Gilbert se sintió horrorizado, al verse con el disfraz de cocodrilo escogido por su mujer para el baile de los Armad. Lady Anne y 
Miley entraron en el momento en que Edward intentaba moverse dentro de su prisión.

-¡Por el amor de Dios!-dijo escandalizado, arrancándose la máscara y agitándola debajo de los ojos de su esposa-¿Cómo diablos voy a poder fumar con esto, me lo puedes decir?

-No encontré tu disfraz favorito de Enrique VIII-repuso ella sin inmutarse-y me dije que no te gustaría ir disfrazado de elefante.

-¡De elefante!-repitió Edward con los ojos brillantes de cólera-Me extraña que no lo hayas comprado. Hubiera tenido un aire refinado a cuatro patas. Querida, tengo una reputación que cuidar, una dignidad...

-Vamos, vamos-gruñó ella afectuosamente-¿Qué va a pensar 
Miley?

-Te lo diré. Va a pensar que estoy ridículo. A ver mi niña-dijo volviéndose hacia su sobrina-no seas tímida y dile a tu tía lo ridículo que estoy.

-Tu disfraz es estupendo y muy original-dijo ella con una risa llena de ternura-creo que Herbert Granville estará disfrazado de caballo.

-¿De verdad? Bueno, déjame adivinar quien eres tu.

-
Miley dio una vuelta para que la viera, llevaba una túnica griega de seda blanca sujetada en el hombro derecho por un broche de amatistas, el otro hombro estaba audazmente desnudo. El drapeado realzaba su generoso pecho y su delgada cintura. Su sedoso pelo estaba salpicado de flores, botones de oro y violetas.

-Venus-dijo el.

-Casi-dijo 
Miley sacudiendo la cabeza.

Se puso una capa de satén púrpura sobre los hombros y esperó.

-Venus-repitió su tío.

-No-dijo ella besándole en la mejilla-Según la modista soy Proserpina.

-¿Quién?

-Proserpina, la diosa de la primavera-explicó 
Miley- Acuérdate, se la describe siempre con violetas y botones de oro en el pelo y vestida con una capa de color púrpura. Fue secuestrada por Plutón quien se la llevó a vivir con el a su reino bajo la tierra.

-Eso no se hace-respondió Edward distraído-pero tu disfraz me gusta. Todo el mundo estará tan ocupado intentando adivinar quien eres que nadie pensará siquiera en este horrible cocodrilo.

Ofreció un brazo a 
Miley y el otro a su mujer, disfrazada de reina medieval con un sobrero puntiagudo y un velo, y salieron hacia el baile.

Las risas llenaban la sala de baile de los Armad anulando los esfuerzos de los músicos y las conversaciones. En la pista, los invitados, con disfraces que rivalizaban entre si por la originalidad, buscaban sitio para bailar.

Rodeada por todos sus admiradores habituales, 
Miley sonreía. Vio llegar a Alexander y le vio saludar a su madre con una breve seña con la cabeza y vio como intentaba llegar hasta ella. Venía de otra fiesta y no estaba disfrazado como pudo comprobar ella encantada. Lo admiraba todo en el, su belleza, su elegancia y su encanto refinado. Por un instante se acordó de su boca en la de ella y se estremeció.

Al llegar hasta ella, echó una ojeada a los jóvenes que rodeaban a 
Miley y ellos se apartaron al instante. Alexander miró maliciosamente la túnica griega, la capa púrpura y las flores, después se llevó la mano de Miley a los labios.

-Estas maravillosa esta noche venus-dijo lo bastante fuerte para que le oyera.

-Es verdad-confirmó un gigantesco plátano que se acercaba al grupo.

-Maravillosa-declaro un caballero con armadura levantando la visera.

Alexander puso una expresión exasperada y 
Miley agitó su abanico, disimulando con el una sonrisa. Ahora este era su mundo y se sentía segura en el. En Francia podía expresarse como quería sin ser objeto de burlas, lejos de ello, se la consideraba espiritual o vivaz e incluso se la ponía de ejemplo. Estaba segura que en Inglaterra, ahora, pasaría lo mismo ya que aunque en el pasado había cometido muchos errores, ahora sabía comportarse y no volvería a sentirse llena de vergüenza.

Notaba la mirada apreciativa de Alexander sobre su vestido de seda y no se molestó en decirle que no estaba disfrazada de Venus. Nadie en la reunión parecía conocer otro personaje mitológico femenino y 
Miley había renunciado hacía ya tiempo a dar explicaciones. Se preguntaba a quien iba a conceder el honor de un baile cuando apareció André Rousseau, uno de sus más fervientes admiradores, este se dio cuenta que el vaso de la joven estaba vacío.

-Esto es inadmisible-dijo teatralmente-¿Puedo serviros algo de beber?
Miley le entregó el vaso y el se inclinó.

-Es un honor.

Miró a los demás hombres con expresión de triunfo y se alejó hacia la inmensa ponchera.

¿Se imaginaría Paul que ahora era un honor ir a buscar un vaso de ponche para ella? ¿Qué diría si la viera rodeada de admiradores? 
Miley volvió bruscamente a la realidad dándose cuenta de que estaba mirando fijamente a un hombre completamente vestido de negro que se encontraba en la otra punta de la sala. Vio como se dibujaba en su cara una sonrisa y como le hacia una reverencia burlona.

5 comentarios:

  1. Sé que sólo son los primeros capítulos, pero...
    ME E-N-C-A-N-T-R-O-N!!!!!!!!!!
    Te juro que ya adore está nove *-*
    sube pronto porfas!!!
    te juro que ya quiero saber que va a pasar y cuando saldrá Nick y que pasará con el otro tipo que no recuerdo como se llamaba, quiero saber!!!!!
    Cuidate, besis bye ♥

    ResponderEliminar
  2. Bitch comentan mas porque teniamos que elegir, aunque yo se que muchas leen pero no comentan, como yo, que leo, pero como estoy desde la tablet me cuesta mucho comentar, siguela pronto, y espero que sean 25 capitulos de solo Miley, se lo merece, ok no, no quiero sufrir

    ResponderEliminar
  3. AMO ESTA NOVELA
    LOS CAPITULOS ME ENCANTARON!
    YA QUIERO LEER EL CAPIS DONDE SALGA MI SEXI NICKI
    SIGUELA YAAA!!!!
    BESOS

    ResponderEliminar
  4. LOVE IT
    por favor sigue paraiso perdido!!

    ResponderEliminar