martes, 21 de enero de 2014

Tù eres mi Amor - Cap: 5



Un mes después del baile de máscaras de los Armand, Matthew bennet dejó su despacho y subió a un espléndido carruaje que llevaba el sello del ducado de Westmoreland, dejó su cartera de cuero que contenía el informe sobre la señorita Miley Stone sobre el asiento y estiró las piernas para disfrutar mejor de la comodidad del vehículo.

Hacia casi un siglo que sus antepasados se ocupaban de los asuntos de la familia Westmoreland, las propiedades de Nicholas Westmoreland se encontraban principalmente en Inglaterra y era el padre de Matthew quien se ocupaba de los asuntos del duque en su despacho de Londres. Hasta ese momento Matthew nunca lo había visto en persona y estaba preocupado por causarle una buena impresión.

Aproximadamente una hora después de su partida, la residencia francesa del duque apareció en medio de las colinas llenas de flores. Matthew se inclinó maravillado, era un inmenso edificio de arquitectura clásica, una sucesión de terrazas a la italiana descendían hacia el río. El coche se detuvo ante la entrada y Matthew subió lentamente los escalones de piedra. Entregó su tarjeta al mayordomo y este le hizo entrar en una amplia biblioteca con las paredes tapizadas de libros maravillosamente encuadernados.

Una vez solo, Matthew examinó la colección de jarrones chinos y los adornos que decoraban la habitación, identificó un Rembrandt colgado en una de las paredes rodeado de maravillosos grabados alemanes. Los grandes ventanales se abrían sobre un paisaje magnífico. El lado opuesto de la habitación estaba presidido por un magnifico escritorio labrado que Matthew pensó que debia ser de finales del siglo XVI. Por su aspecto debía haber pertenecido a un rey. Se sentó en un sillón de cuero y dejó el maletín en el suelo a su lado.

Cuando se abrió la puerta se levantó de un salto y miro furtivamente al hombre moreno del cual dependía su futuro. Nicholas Westmoreland tenía aproximadamente treinta años, era muy alto y atractivo, su atlética forma de andar denotaba una energía y una actividad que no tenía nada que ver con la existencia ociosa que Matthew creía propia de un hombre de su rango. De el se desprendía una impresión de poder y magnetismo extraordinario.

Dos penetrantes ojos grises se posaron en Matthew poniéndole nervioso. El duque se sentó detrás del escritorio y le indicó que se sentara.

-Muy bien señor Bennett ¿empezamos?-dijo con calma y autoridad.

-Por supuesto. Según vuestro deseo, Vuestra Gracia, hemos investigado la familia y el pasado de la joven en cuestión. La señorita Stone es la hija de Susan Stone, fallecida cuando su hija solo tenía cinco años, y de Martín Albert Stone, el cual sigue vivo. Nació el treinta de junio de 1800 en la mansión familiar, situada cerca del pueblo de Morsham a una distancia aproximada de siete horas de Londres. Las tierras de los Stone son pequeñas pero productivas. Martín Stone lleva una vida de caballero rural, hace cuatro años su situación financiera empeoró, fue la época de las grandes inundaciones en Inglaterra, la propiedad de los Stone se vio afectada gravemente y por desgracia dependía de las cosechas. El informe indica que Stone se metió entonces en negocios financieramente desastrosos. Hace dos años hipotecó la propiedad y lo invirtió todo en una sociedad de transporte de mercancías en las colonias. Desgraciadamente también ese negocio fracasó. Actualmente esta lleno de deudas, la mansión esta casi en ruinas y quedan solo algunos sirvientes.

Mattew sacó un informe de su maletín.

-He aquí una lista detallada de sus acreedores fechada hace un mes, en este momento habrá algunos más.

Nicholas Westmoreland estudió el documento con el rostro inexpresivo.

-¿A cuanto ascienden las deudas?-preguntó por fin.

-Yo diría que a casi cien mil libras.

Esta cantidad no pareció tener ningún efecto en el duque.

-¿Qué ha averiguado sobre la hija?-preguntó cambiando de tema.

Matthew sacó un informe con el titulo “W. Stone”. Probablemente el duque tenía la intención de convertirse en el amante de la joven y, en ese caso, se haría cargo de las necesidades financieras de su familia.

-No ha sido fácil obtener información personal sin levantar sospechas-dijo- Hemos averiguado que fue una niña bastante difícil, un poco...imprevisible. Parece ser muy culta y tuvo numerosos preceptores. Habla sin dificultad no solo el francés, sino también el griego, lo bastante para hacer de interprete de su tío en sus conversaciones con los diplomáticos helenos. Lee el italiano, el latín y el alemán, puede que incluso hable esos idiomas pero no estamos seguros.

Matthew dudaba si seguir o no, molesto por tener que decir al duque lo que ya sabía.

-Continúe-dijo este con una sonrisa.

-Numerosos contactos nos hablaron de una cierta tirantez entre padre e hija, algunos dijeron que el padre tenía la culpa pero la mayoría le compadecían por tener una hija tan rebelde. Cuando tenía catorce años se encaprichó de un tal Paul Sevarin, diez años mayor que ella y que no llevaba demasiado bien esa persecución, por estas razones, Stone envió as u hija a Francia para vivir con sus tíos cuando cumplió los dieciséis años, aquí parece ser que fue bien acogida por la alta sociedad. Naturalmente si se supiera la verdadera situación financiera de su padre, las cosas cambiarían.



Matthew expresó esa idea en voz alta ya se reprendió a si mismo por ello. Continuo:

-La señorita Stone ha sido objeto de numerosas peticiones de mano pero ha desanimado a todos sus pretendientes. Los pocos que se han atrevido a hablar de sus intenciones con su tío han sido rechazados, aparentemente por orden de Martín Stone. Se dice que es una joven de excelente educación aunque a veces sea un poco extravagante ¿me equivoco?-preguntó Matthew al ver que el duque se echaba a reír.

-No, no se equivoca, es exactamente así. ¿Hay algo mas?

-Algunos detalles, Vuestra Gracia. Su tío, lord Gilbert, es agregado al consulado británico y goza de una reputación intachable. Su sobrina está muy unida a el y a su esposa, lady Anne Gilbert. En este momento, todo el mundo está de acuerdo en pensar que Alexander de la Ville no tardará en pedir su mano, lo que no disgustaría a lord Gilbert. Los de la Ville son, como tu sabéis, una de las primeras familias de Francia y Alexander es su único hijo varón. Eso es todo lo que he podido saber en tan poco tiempo Vuestra Gracia-concluyó Matthew cerrando el informe.

Nicholas se levantó y se acercó a la ventana, contempló distraídamente el paisaje pensando en una idea que solo tenia que decir en voz alta para que se hiciera realidad.

Se sentía atraido por 
Miley desde que la vio por primera vez. La otra noche en casa de los Armad, reprimió a duras penas las ganas de besar sus dulces y carnosos labios y de llevarla a un sitio oscuro para hacerle el amor. Ella era la tentación misma, a la vez provocadora y angelical, con un cuerpo de diosa y un ingenuo encanto que le hacia sonreír cada vez que pensaba en ella. Además parecían compartir el mismo sentido del humor, lo que le hacia presagiar momentos muy agradables. Nicholas abandonó el intento de darse a si mismo una razón válida, la quería y eso era suficiente. Con ella no corría el riesgo de aburrirse como le sucedía con las otras mujeres que había conocido y su larga experiencia con el sexo débil le decía que no se equivocaba al juzgarla. Volvió al escritorio con paso decidido.

-Quiero que me prepare una orden de pago. Tendrá que transferir una elevada suma cuando Stone haya aceptado mi oferta.

-Si la acepta-dijo Matthew sin pensar.

-La aceptará-replicó el duque con la sonrisa sardónica característica de los Westmoreland.

El abogado había aprendido a no traicionar nunca sus sentimientos, sin embargo, cuando el duque le dictó las condiciones por las cuales iba a enviar una gran cantidad de dinero a Martín Stone, no pudo reprimir su sorpresa. Afortunadamente el duque pareció no darse cuenta.

Nicholas vio como se alejaba el coche que llevaba a Matthew Bennet a Paris, estaba impaciente porque todo estuviera en orden. Quería a 
Miley, pero nunca la cortejaría en Francia, donde tendría que hacer cola esperando su turno detrás de los otros aspirantes, haciendo reverencias. Ninguna mujer valía el esfuerzo, ni siquiera ella. Además hacia mucho tiempo que había dejado Inglaterra, debía volver a Londres para llevas mejor sus asuntos.

Los Stone solo vivían a siete horas de la capital, si se instalaba en el vecindario, podría llevar sus negocios de dinero y de corazón más de cerca. Decidió dar un empujón a Stone para que llamar a su hija de vuelta a casa en cuanto los documentos estuvieran firmados y el dinero le hubiera sido entregado. La idea de que Maetin Stone pudiera rechazar su ofrecimiento, o que 
Miley se resistiera, ni siquiera le pasó por la mente.

El enfrentamiento entre padre e hija le preocupaba un poco, ya que cuando supiera el acuerdo al que habían llegado, 
Miley podía rebelarse solo por llevar la contraria a su padre. Pero el no quería pelearse con ella, el quería hacerle el amor.

Su título era otro problema, en cuanto se supiera que se había instalado en el campo, todas las miradas se volverían hacia el y eso no era lo que quería. Por lo tanto decidió esconder a 
Miley no solo el acuerdo con su padre sino también su identidad y su rango.

Una semana más tarde, Matthew visitó de nuevo al duque.

-¿Quiere tomar un coñac conmigo?-propuso Nicholas sin levantar la vista de los papeles que estaba estudiando-

-Con mucho gusto, Vuestra Gracia-aceptó el abogado sorprendido por esta súbita familiaridad.

El duque ordenó con un gesto al lacayo que le sirviera y unos minutos más tarde dejó el informe y miró a Matthew que estaba sentado frente a el.

-Como pedisteis-dijo este-he adjuntado un párrafo especificando que asumís la responsabilidad financiera de la señorita Stone. ¿Queréis poner un límite?

-No, asumo todos sus gastos-dijo Nicholas mirando distraídamente el documento que le habia dado el abogado-¿Qué opina usted?

-¿Qué opina la señorita Stone?-replicó Matthew con una sonrisa.

-No lo sabremos hasta dentro de un tiempo, todavía no sabe nada de mi.

-En ese caso-dijo el abogado bebiendo un trago de brandy para disimular su sorpresa-os deseo buena suerte con el padre y con la hija.

-Saldré para Inglaterra esta semana, quiero discutirlo con Martín Stone. Si acepta necesitaré una residencia en las cercanías, pida a su padre que me encuentre una por favor, algo modesto, situado a menos de media hora de la casa de los Stone. No quisiera perder demasiado tiempo en ir y venir, ni siquiera para seducir a la señorita Stone.

Atónito, Matthew tomó buena nota y resumió los términos del acuerdo. Los ojos de Nicholas brillaban divertidos.

-Negociará usted el alquiler a nombre de Westland en lugar de Westmorwland. Una vez que me haya instalado allí con el servicio, intentaremos ser discretos. Me haré pasar por un nuevo vecino llamado Nicholas Westland.

-¿Incluso con la señorita Stone?

-Sobre todo con ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario