La casa de los Graham estaba iluminada como un árbol de Navidad cuando Nicholas detuvo la calesa cerca del porche. Le dolían los brazos por conducir con uno, intentando ocuparse de Miley con el otro. Puso las riendas alrededor del freno y se quedó sentado por un momento, flexionando los miembros acalambrados. Miley estaba sentada tranquilamente contra él, su mirada se mantenía aún fija, en algo que él no podía ver. Durante las largas horas de viaje, ella no había hablado ni se había movido por su propia voluntad.
Saltó de la calesa, cogió a Miley por detrás de las rodillas y por los hombros para levantarla del asiento. Cuando se giró con ella hacia la casa, pensó que el deseo que pidió, la primera vez que la vió, estaba a punto de ser concedido. Iba a luchar como un león de montaña por ella. ¡Y por Dios, que iba a ganar! Recorrió en unas pocas y vigorosas zancadas la distancia hasta la puerta y, no se molestó en llamar, de una fuerte patada la abrió, tan fuerte que golpeó la pared interior. Todos los de dentro de la casa miraron. Las niñas estaban en la cocina fregando los platos de la cena. Mary Graham se sentaba en la mesa desgranando guisantes en un cuenco grande. Frankie y Matthew se sentaban encorvados sobre un tablero de ajedrez en la zona del salón. Nicholas no podía recordar ver tantas expresiones de condena reunidas en una habitación. Claramente Frankie no había perdido el tiempo, corrió hasta su casa para compartir sus noticias.
¿Cómo se atrevían? Nicholas los miró a la cara uno por uno, muy conscientes de la ligera carga que sostenía en sus brazos, el sufrimiento que ella había experimentado. ¿Cómo podía cualquiera de su entorno familiar mirarla a ella con desprecio?
Les dio la vida, pensó Nicholas. Ellos tenían que comer. Comían lo que Miley había ganado para ellos, nada nuevo. Ella se había alimentado con su ingratitud durante nueve años. Pues bien estaban a punto de aprender, cómo de caro había pagado ella, el mantener su despensa abastecida.
Nicholas enganchó el borde de la puerta con un pie y, la cerró con un golpe. El sonido de la madera al chocar contra la madera les hizo saltar a todos.
-¿Frankie?- Dijo Mary Graham.- ¿Qué pasa?
-“Está todo bien, mamá”.- Frankie, se levantó de su silla.- “Usted y esa mujer no son bienvenidos aquí, dijo duramente. Salgan de esta casa”.
-¿Miley? ¿Eres tú? -Dijo Mary. -“Calla, Frankie”. “Tu hermana siempre será bienvenida en mi casa”.
-¿Como el hijo pródigo?- dijo Nicholas fríamente.-
¿Debido a su deber cristiano para perdonar y amar al pecador entre vosotros?
Nicholas ignoró la postura amenazante de Frankie y caminó directamente hacia la mesa dónde se sentaba Mary Graham. Los olores del asado y las patatas se mezclaban con el olor dulce de las verduras recién recogidas. Descansando parcialmente el peso de Miley, sobre la mesa, dio un golpe con su brazo que hizo que el cuenco con los guisantes salieran volando. Alaina gruñó, cuando la porcelana cayó al suelo y se hizo añicos. Los guisantes volaron en todas direcciones. Sin preocuparse, Nicholas colocó cuidadosamente a su esposa sobre la mesa, delante de su madre.
-“Le he traído la hija que le faltaba”,- dijo desgarradamente.
Los ojos ciegos de Mary Graham, siguieron su voz. -¿Nicholas Wolf?
Frankie entró en la cocina. -“Le pedí amablemente que se fuera”.
Nicholas le dispensó una mirada helada. -“¿A eso le llamas amablemente? Trataré contigo en un minuto, joven. Mientras tanto ten la amabilidad de mantener la boca cerrada y los oídos abiertos”.
Cuando se volvió, vio que Mary recorría con sus manos el cuerpo de Miley.- “¡Oh, querido Dios! ¿Qué le pasa? ¿Está enferma?”
Nicholas apoyó sus manos sobre la mesa y, se inclinó hacia delante. -“¿Enferma? Dios lo quisiera. Entonces un médico podría ayudarla. Simple y llanamente, el corazón de la chica se ha roto. La he traído porque ni aún amándola tanto como la amo, puedo arreglarlo”.- Bajando un poco la voz añadió,- “Es la única persona que puede y sabe por qué”.
“No voy a permitirte que disgustes a mi madre con esto”,- dijo Frankie acercándose a la mesa.- “Coge ese pedazo de basura y llévatela adonde la encontraste. Fuera de nuestra casa”
Eso le dolió. Nicholas se volvió y golpeó al muchacho en la boca con el dorso de la mano. Frankie trastabilló con el golpe, pero pudo mantenerse erguido sin caer, se cubrió los labios con la muñeca.
-“¡No vuelvas a hablar de tu hermana de esa manera!”,- dijo Nicholas con una voz peligrosamente suave,- “¡O con la ayuda de Dios, voy a golpearte hasta acabar con tu asquerosa vida! “¿Me has entendido Frankie?”
Con ojos brillantes por la ira y el odio, Frankie murmuró,- “no puede venir y arrasar con todo. Voy a buscar al sheriff”
-“¡Hazlo!”, -dijo Nicholas suavemente. Volviéndose hacia Mary,- “cuando regreses, tu madre verá que tus cosas están embaladas en bolsas en el porche”. -Después le dijo a Mary,- ¿No es así, Sra. Graham? ¿Sabe usted quién pone la mantequilla en el pan, no?”
Mary cerró los ojos.
Cerrar los ojos no la ayudará, Nicholas susurró con saña.- “Usted ya está ciega”.- Él se inclinó más cerca. -“Sólo que no lo bastante ciega como ha pretendido. ¡Lo sabía! ¡Lo vi en su rostro el día que la conocí! ¡Lo sabía! Todos estos años, lo ha sabido.
-“Pare”,- susurró Mary. Ella recorrió con manos temblorosas el cabello de su hija. -“¿Qué le pasa? No…, ¿No es algo contagioso, no?”
Por primera vez en su vida, Nicholas quería abofetear a una mujer. Cerró las manos en puños y los puso sobre la mesa. -“¿Y si lo fuera?”,- dijo él. -“Podría hacerla sentir culpable por diez años más y cosechar los beneficios”.
La cara de Mary Graham palideció. -¿De qué me acusa Sr. Wolf?
-“Creo que será mejor dejarlo”,- intervino Frankie.
-¡Creo que será mejor que te calles!, -dijo Nicholas mirando hacia atrás. Regresando a su mirada fija sobre Mary, dijo,- “Vamos a llegar al fondo de esto antes de irme. De forma fácil o de forma difícil. Es su elección. Pero de una u otra forma, mi esposa va a oírlo de sus labios. ¡Admítalo, Sra. Graham! Siempre ha sabido, durante todo este tiempo, lo que hacía Miley para apoyar a esta familia. ¿No es así?”
Ella puso un codo sobre la mesa y presionó su temblorosa mano sobre su cara.
-“Si la ama”,- insistió Nicholas,-“y sé que usted la quiere mucho, entonces, por su bien y por el amor de Dios, ¡Admítalo!”
Con un sollozo, dijo,- ¡Dios me perdone! ¡Sí, yo lo sospechaba!
Con un tono burlón, dijo Nicholas, -¿usted lo sospechaba?
-¿Mamá?- Dijo Alaina con voz estridente. -¿Qué estás diciendo?
Nicholas se enderezó. -La horrible verdad, Alaina, dijo con más calma.- Tu padre fue asesinado. Tu madre es ciega. Tenía ocho hijos que alimentar, uno de ellos enfermo y que necesitaba medicación para mantenerse vivo y no tenía ninguna manera de ganar dinero para sacarles adelante a todos ustedes.- Nicholas miró por detrás de Mary.- Para mantener el hambre fuera de la puerta, tuvo que tomar una decisión que ninguna madre debería tener que tomar. ¿Estoy en lo cierto, Sra. Graham?
-“No”,- susurró Mary. -“Dígame lo que quiera a mí, pero no delante de los niños. Concédame eso al menos”.
Nicholas pasó una mano a través de su pelo y pasó su mirada de niño a niño. Todos excepto Jason estaban presentes. Viendo sus expresiones asustadas, vió cumplido su propósito. Pero luego miró a Miley. Nadie la había protegido de la horrible realidad. En contraste, sus hermanos y hermanas habían estado demasiado abrigados. Ya era hora que soportan al menos algunas de las cargas. Miley no podía llevarlas sola ya. Era tan sencillo y tan desgarrador. Nicholas determinó que, todos los niños excepto Jason, eran lo suficientemente mayores para escuchar la verdad, y lo harían por el bien de Miley.
-“Lo siento”,- dijo Nicholas suavemente.- “Pero a mi modo de ver, tengo que elegir entre mi esposa y todos ustedes. No hay elección. Puede que enfrentarse a esto duela, aún así nunca sabrán el dolor por el que ha pasado Miley. ¿Y todo para qué?”.- Miró a Frankie.- “¿Para que su hermano pueda escupir a sus pies y repudiarla? ¿Para que él pueda despreciarla por ser una pros/tituta y ofrecerse a venderla a dos extraños?”. - Miró a cada una de las chicas, -“¿Para que sus hermanas puedan fruncir sus labios y sentirse santurronas?”
El silencio cayó sobre la sala. Un silencio consternado.
-“Es tiempo de que sepan la verdad, Sra. Graham”. Todos a la vez. “Todo empezó con la epidemia de sarampión que Miley trajo. ¿Cómo pudo permitir, en su corazón, que Miley se sintiera culpable de su ceguera y de la ****ez de Jason? En cierto sentido, era incluso responsable de la muerte de su marido, ¿no? Si no hubiera tenido que trabajar tanto para pagar al médico y comprar medicinas. No habría cogido ese trabajo de arreglar el techo del campanario de la iglesia, y obtener un dinero extra. ¿No es así?”
-Deténgase,- lloró.
-“No puedo”,- dijo Nicholas ásperamente. Y era verdad. No por el daño que había hecho con sus palabras, sino por las lágrimas que habían provocado. De Miley. Ella todavía yacía inmóvil sobre la mesa. Su expresión no se había alterado. Pero había lágrimas en sus ojos. Lágrimas silenciosas.
-“Usted me hace aparecer como un monstruo”,- acusó Mary.
-“No”,- rebatió Nicholas.- “Usted es una madre que ama a sus hijos. Una madre que sacrifica a uno para salvar a los otros siete. No voy a juzgarla por ello. Sé que a Miley no le parecería bien. Pero sí la juzgo por la forma en que se comportó con ella”
Hizo una pausa para enfatizar. Nicholas, desvió su mirada hasta el pálido rostro de Miley. -“Los quiere a todos tanto, que lo habría hecho, sin necesidad de sobrecargarla de culpa. Pero eso fue exactamente lo que hicieron. Ella desobedeció a sus padres. Nada grave. Sólo una infracción típica, común entre los niños de esa edad y al hacerlo, contrajo el sarampión. Ha estado pagando por ello, durante nueve años interminables”.
-¡No sabe nada!- Lloró Mary- ¿Cómo se atreve a entrar aquí y lanzar acusaciones? ¡No sabe nada acerca de esta familia ni acerca de mí!
-Sé que durante nueve años, fingió que no sabía cómo obtenía el dinero para alimentarles a todos ustedes. La verdad es que no sólo sabía, sino que probablemente lo organizó.
Mary Graham retrocedió como si él le hubiera golpeado. Nicholas vio a Miley apretar sus ojos cerrados. Se sintió enfermo. Enfermo hasta el alma. Pero no podía parar. Ella tenía que escucharlo, y tenía que escucharlo de su madre.
-“Contactó con ella en la lavandería, para que ganara un dinero extra- la señora del burdel buscó a Miley fuera en la calle. Usted la envió al establecimiento para recoger la ropa sucia. Suena bastante inocente, pero recapacité sobre el hecho de que la señora buscara a Miley en la calle. Las pu/tas no se atreven a hacer eso. Si intentan hablar con las inocentes niñas locales logran un billete para salir de la ciudad en el primer tren”.
Nicholas se inclinó más cerca. -“¿Entonces por qué la señora se acercó a Miley, directa al grano, no? Y una vez que Miley empezó a hacer la colada del prostíbulo, la señora sugirió otras maneras con las que podía ganar dinero. Mucho más dinero. ¿Cómo se atrevió la mujer a asumir ese riesgo? Si la niña hubiera ido a casa y lo hubiera contado, habrían cerrado el burdel. Aún así intentó reclutar a Miley, no una vez, sino varias veces, aparentemente sin ningún temor a las consecuencias”.
-“Pare”, -susurró Mary.
-“No, creo que usted había hablado con esa señora, Sra. Graham. Por eso ella no temía hablar con Miley, porque su madre le había dado su bendición. ¿No? Porque estaba desesperada. El bebé se estaba muriendo. Sus otros niños estaban hambrientos. Y Miley era su única salida”.
Los gemidos de Mary Graham sonaban más desgarrados. -“No tiene derecho. Y ninguna prueba. Mentira. Todo mentira”.
-“No lo creo”, -rebatió Nicholas. - “Lo reconozco, me tomó un tiempo encajar todas las piezas juntas. La lástima fue que Miley nunca lo hizo ¿Usted sabía exactamente cómo jugar con ella, no Sra. Graham? Cómo presionarla con la culpa. La utilizó en su contra como un cuchillo afilado, justificándose a sí misma sus acciones todo el tiempo porque si no hubiera sido por ella, no habría ocurrido este lío. ¿No fue así como lo racionalizó? El sacrificio de un niño para salvar a los otros. ¿Qué mejor opción que el niño que inadvertidamente causó todos sus males?”.
-¡No!
-¡Oh, sí! No resulta fácilmente evidente. Una gentil mujer ciega que parecía amar a todos sus hijos, que asistía a la iglesia los domingos, que en su ingenuidad no sospecharía dónde conseguía, su hermosa hija mayor, las exorbitantes sumas de dinero necesarias para mantener esta familia. Todo parecía estar bien. Sonaba plausible. Pero algo parecía siempre ponerme en alerta. Seguí dando palos de ciego, recordando lo que Miley me había contado. Y tengo que decirle que tardé mucho tiempo en empezar a sospechar, siempre rechazaba esas ideas porque no quería creerlo”.
Sin mostrar ninguna misericordia, Nicholas entró a matar.
-“¿Sabe cuál fue mi primera pista? El día que la conocí, escuchó mis pasos. Apenas nadie puede presumir de eso. Ando como un indio, de dedos a talón y sin hacer apenas ruido, incluso con botas. Pero usted me localizó exactamente, por el sonido. Los ciegos desarrollan un oído muy agudo. ¿No es así, Sra. Graham? Para compensar su defecto”.
-¿Eso? ¿Cómo que…?
-“Por que, -la calló, - tendría que haber escuchado a Miley cuando se levantó esa primera noche y se puso su vestido especial. Tenía que haberla escuchado salir a escondidas de la casa para ir a ese prostíbulo”.
-No. No. Si la hubiera escuchado, debería haberla detenido.
-“Exactamente”,- dijo Nicholas suavemente.- “Sólo que usted no lo hizo. No quería oírla, porque era lo que quería que hiciera, por lo que usted había estado rezando. ¿Por qué, en nombre de Dios, no puede reconocerlo? Entiendo que es muy doloroso para usted, que le pidió a Dios que algo tan aborrecible no fuera necesario y que le rompe el corazón admitir incluso para sí misma que lo hizo. Pero eso es mejor que hacer que esta chica pase la vergüenza sola”
-“¡Me está acusando de empujar a mi hija a pros/tituirse!”
Nicholas la ignoró. -Puedo creer que no la escuchara su primera noche. Pero ¿qué pasó con todas las otras noches, Sra. Graham? ¿Estaba convenientemente sorda en aquellos tiempos? ¿Y cuando volvía por la mañana? Tenía que haber preguntado a Miley donde había estado y cómo arrojaba a sus manos tanto dinero. Pero usted no preguntaba, ¿No? No sobre sus ausencias o los billetes. No era necesario. Usted lo sabía”.
-“Oh, Dios... Perdóname, Miley. Perdóname”.
Nicholas cerró los ojos, aliviado, pero lleno de pesar. Con la voz ronca por la emoción, dijo,- ella la perdona, Sra. Graham. El problema es que ella no puede perdonarse a sí misma”.
-“¿Mamá?”
Al oír la voz de Frankie, Nicholas abrió los ojos para ver la cara del joven, absolutamente incolora.
-“¿Mamá?- repitió.- Di que no es cierto. Que tú nunca”.
La suplica fue sincera. Pero quedó sin respuesta. Mary Graham simplemente sollozó y sacudió la cabeza. Los otros niños parecían sembrados, sus ojos estaban llenos de incredulidad e impacto. A Nicholas no le dio satisfacción destruir una familia de esa manera.
Frankie retrocedió lentamente hacia la puerta. Viéndole, Nicholas casi podía sentir la angustia del chico.- “No, Frankie, dijo suavemente. No eres un chico ya. No puedes largarte a lamer tus propias heridas cuando tu familia te necesita”.
-“¿Mi madre empujó a mi hermana a…,- los tendones a lo largo de la garganta de Frankie, estaban tan tirantes que parecía que estrangulaban sus palabras,- ser una pros/tituta? ¿Para sostenernos a todos nosotros? ¿Mi propia madre?”.
Nicholas respiró hondo y dirigió su mirada a Miley. Ella estaba ahora con los brazos abrazando su cintura. Sus ojos permanecían cerrados, y las lágrimas aún caían por sus mejillas.
-“Tu madre hizo lo que tenía que hacer”,- dijo suavemente Nicholas. -“¿Qué otra cosa podría hacer, Frankie? ¿Ir a buscar un trabajo? Está ciega. ¿La otra opción para las viudas con hijos es volver a casarse, y que hombre quiere casarse con una mujer ciega con ocho hijos? Jason estaba enfermo. Si él no hubiera dispuesto de su elixir, probablemente habría muerto. Y además de eso, todos los niños se iban a morir de hambre”. Nicholas miró al muchacho a los ojos. -“Si hubiera podido, estoy seguro de que ella hubiera ido en lugar de Nicholas. Las ciegas no ganan mucho en un lugar como ese, mientras que Miley, una chica con cabellos dorados sí”.
Mary sollozo de nuevo. -“Oh, Dios... Oh, Dios...” Ella pasó sus brazos sobre Miley. “Mi niña. Dios me perdone. Mi niña”.
Frankie reclinó sus hombros contra la puerta, su mirada fija en Miley. -“Era tan pequeño, entonces, ella parecía una adulta para mí”, -dijo con amargura.
-“Bueno, ella no lo era”,- dijo bruscamente Nicholas.- Fue sólo su desgracia que fuera la mayor. Excepto por orden de nacimiento, podría haber sido Alaina o Ellen. Hay algunas personas en esta casa que debían mirar su nariz, antes de condenar a nadie. Ella sacrificó más cosas de las imaginables para alimentaros”.
Frankie tragó. -“Nunca lo pensé. ¿Ella era apenas una niña, no? Sólo tenía la edad de Teresa ahora”.
-Teresa estaba de pie cerca de la pila, sus pequeñas manos agarraban una toalla, el azul de sus ojos los hacía parecer más grandes.- Estaban desarrollándose sus pechos, pero apenas.- Mirándola fijamente, Nicholas sintió pararse su corazón. Miley se había convertido en una pros/tituta a su edad.
-“De la forma en que yo lo veo, Frankie, has estado equivocado en tus ideas sobre muchas cosas”,- comentó Nicholas. Inclinando la cabeza para mirar la chaqueta nueva del chico, dijo, -“Veo que tu hermana te dio dinero para comprar una chaqueta nueva, con chaleco y todo, eso sin mencionar el fino tabaco que fumas o el dinero que planeabas gastar en Wolf Landing. No podemos mencionar para qué. ¿Qué pensabas hijo? ¿Qué el dinero crecía en los árboles? ¿Nunca, ni una sola vez consideraste que tal vez deberías conseguir un trabajo?
Frankie retorció el gesto y agachó la cabeza. Plenamente consciente de los gemidos suaves de Mary Graham, Nicholas miró a Alaina.-
“Y usted, joven señorita. Tienes dieciséis años de edad. Cuando Miley tenía tu edad, soportaba el peso de toda esta familia. ¿Qué has hecho para ayudar? ¿Has trabajado en la lavandería? ¿Buscado un puesto de limpiadora entre los vecinos? ¿Has incluso cosido alguna ropa para tus hermanos y hermanas menores?”.
-“Miley siempre lo hizo”, dijo la chica sin convicción.
“Miley siempre ha hecho todo para vosotros”,- dijo Nicholas. -“Eso es lo que estoy tratando de haceros ver. -Miró a cada niño. -“Todos tenéis la edad suficiente para apreciarlo. El dinero no le cae en las manos a la gente. Tiene que sacrificarse para obtenerlo. Su hermana sacrificó su vida”.- Miró a Teresa. -“Nadie le compró peinetas con piedras brillantes cuando tenía tu edad”. -Cambió a su mirada hacia Alaina. -“Nunca consiguió llevar zapatillas de baile. Ningún muchacho la invitó nunca a un baile”. - Miró sobre su hombro para encontrar la mirada de Matthew. -“Quieres un rifle de caza, no para alimentar a tu familia, porque de eso se ocupa Miley, sino por deporte, Miley no tuvo tiempo de jugar a tu edad”.
Nicholas hizo una pausa para permitir que todos dirigieran su mirada al pálido rostro, surcado por las lágrimas de Miley. Rezó para que ella escuchara cada palabra. Con voz tranquila le habló de su lugar de sueño, de cómo ella había sobrevivido a la fealdad de su vida, como había perseguido su anonimato para proteger a su familia, como su embarazo la había afectado. Terminó hablándoles de Toodles, que había conocido todas sus cosas malas y aún así la amaba de todos modos.
Alaina se acercó a la mesa. Frankie se alejó de la puerta. -¿Ella está así, por lo que le he dicho hoy?, preguntó tembloroso. “Es culpa mía. Todo culpa mía”. -Un sollozo se escapó de su pecho. -“¿Miley? No quise decir eso. Perdóname por lo que he dicho. No quise decirlo”.
Mary Graham tomó aliento, gimió bajo y susurró, -“Sólo hay una responsable de esto, Frankie. Soy yo quien debe pedirle perdón”.
Nicholas puso una mano sobre el cabello de Miley y se inclinó para besar su frente. -"Ella no quiere que ninguno de vosotros le pida perdón”,- dijo suavemente. -“Todo lo que ha deseado alguna vez de vosotros es una cosa sencilla”.
-¿Qué?- Gritó Alaina.
Nicholas respiró hondo. -“Que la améis de todos modos. Eso es todo. Solo amor sin condiciones. Desde mi punto de vista, no creo que sea demasiado pedir ¿No?”
Mary Graham hizo un sonido estrangulado y apretó sus brazos alrededor de su hija. Alaina las abrazó a ambas. Nicholas miró por un momento, pero sólo por un momento.
Luego caminó. Esos fueron los diez pasos más difíciles que jamás había dado.
Una vez en el porche, Nicholas se apoyó contra un poste, su cuerpo le dolía agotado, su corazón le dolía aún más. ¡Quería tanto a la chica que estaba ahí! Que dejarla allí, a pesar de que sabía que tenía que ser de esa manera, era la cosa más difícil que nunca había hecho en su vida.
La puerta de la casa se abrió detrás de él, y una cuña de luz dorada iluminó a Nicholas. Un instante después, las bisagras crujieron al cerrarse y la luz artificial se apagó. Unos pasos atravesaron el porche. Frankie apareció ante él. Después de un momento se sentó en el escalón, apoyó los brazos sobre las rodillas y dejó las manos colgando.
Durante un tiempo, ninguno habló. Los caballos del tiro de la calesa de Nicholas relincharon y agitaron sus colas para alejar a las moscas. La melodía aguda de los grillos llenó el aire caliente de la noche. Nicholas buscó las estrellas y la luna, deseando con todo su corazón llevarse a Miley a casa con él ahora.