-“Supongo que piensas que soy una persona horrible”,- dijo Frankie finalmente.- “Que estoy muy mimado, que soy egoísta y que no quiero a mi hermana tanto como debería”.
Nicholas hizo un gesto de dolor. -“El hecho de que te des cuenta de que podría pensar todas esas cosas, me dice que no es cierto”,- dijo finalmente.-La gente que es horrible, mimada y egoísta, rara vez se da cuenta de cómo son realmente de horribles, mimados y egoístas”.
-“Pero debes pensarlo por como actué”.
Nicholas suspiró y se le unió en el escalón, -“Frankie, creo que has madurado un poco lento, eso es todo. Estoy seguro que no se te puede culpar por eso, por lo menos no totalmente. Crecemos cuando tenemos que hacerlo. Y nadie te pidió que lo hicieras. Miley hizo la vida fácil para ti. Tal vez un poco demasiado fácil. Creo que haciéndolo, podía sentir que su sacrificio valía la pena. Os permitió a ti y a los otros niños alcanzar vuestros sueños. Lo hizo posible para ti. ¿Tiene esto algún sentido para ti?”
-“Creo que sí”.- Se quedó silencioso durante varios segundos.- “Siento la forma en que me comporté”.
Nicholas se giró para mirarlo. -“¿Sí? Bueno, yo también lo siento. No debí haberte golpeado”.
El chico sonrío torcidamente.- “Me rompiste el labio”
-“Te pido disculpas”.
-“Aceptadas”.
El muchacho le ofreció su mano. Nicholas se la apretó. Una vez que se soltaron. Frankie soltó un suspiro cansado. -“¿Miley se va aponer bien, verdad?”
Nicholas miró hacia la oscuridad, los robles bordeaban la propiedad, como gigantescas setas recortadas por la luz de la luna, con sus gruesos troncos y sus copas robustas. -“No lo sé”.- Admitió finalmente, sintiendo una gran agonía. -“Realmente no lo sé”.
¿Qué puedo hacer para ayudarla? Preguntó el muchacho.
-“La quiero, Nicholas" -, dijo suavemente.-”La quiero pase lo que pase”.- Suspiró.- “Eso es lo que se supone hacen los hermanos”.
-“Yo la quise siempre. Incluso hoy cuando le decía esas cosas crueles, la amaba. Estaba sólo... enfermo por dentro y sufriendo. Quería que ella se sintiera así de mal”.
Nicholas apretó los dientes. Mirándole objetivamente, no era tarea fácil, saber cómo se había sentido hoy Frankie.- “Lo qué hiciste hoy… tienes que deshacerlo de alguna manera, Frankie. Tienes que dejar a un lado tu propia herida y concentrarte en la suya. ¿Crees que puedes hacer eso?
-“Ya lo hago”.
Nicholas asintió. -“Pienso que lo haces o no estarías aquí fuera”.- Se volvió para estudiar el perfil del chico -¿Nunca has mirado la superficie del agua y visto tu reflejo?”
-“Unas cuantas veces”.
-“Cuando el viento sopla fuerte, o si el agua tiene corriente, las ondas distorsionan tu imagen”,- murmuró Nicholas Podía mirar hasta que le ardieran los ojos, pero no distinguía bien la cara del chico. Puso una mano sobre su hombro.- “Tu eres la superficie de agua de Miley, Frankie. Hoy los terribles secretos que ella os ocultaba, se han convertido en el viento o en la corriente en el agua, y ella se perdió al desenfocarse la imagen. Sin importar cuánto se mirara, sólo podía ver la fealdad”.
-“Lo que debes lograr es que el agua vuelva estar tranquila para que la suave superficie, tu amor por ella será el sol que haga que se proyecte su reflejo en el agua”.
-“No lo entiendo”.
Nicholas sonrió ligeramente.- “Sí, bueno, me dijo un hombre sabio que debemos reflexionar sobre lo que no entendemos. Espero que pienses acerca de todo esto y encuentres tu propio camino. Cuando eras pequeño, tenías grandes necesidades y Miley estaba allí para ti. Ahora el viento ha cambiado de dirección. Ella te necesita. Desesperadamente. Tienes que ser su espejo.
Las lágrimas llenaron los ojos del chico y la brillante la luz de la luna, iluminó sus mejillas. -“En otras palabras, soy su espejo y deseas que me asegure de que ve un reflejo bonito”.
-“Exactamente. Si piensas en ello, Frankie, todos tenemos nuestros reflejos en la gente que nos ama. Son sus opiniones las que dan forma a nuestra opinión sobre nosotros mismos. Miley no está segura de que deba ser amada. Tú debes convencerla de que ella lo es”.
-“Lo intentaré”.
-“Si llegas a conocer a tu hermana”,- dijo Nicholas suavemente,- “si realmente llegas a conocerla, los reflejos que verá en tus ojos serán hermosos porque ella es hermosa”.
-“¿La amas mucho, no?”
-“Sí, mucho”.
-“¿Su bebé es tuyo?”
-“Sí, mío”.
-“Entonces ¿por qué vas a dejarla aquí? Eso es lo que parece que vas a hacer, por la forma en la que actúas”.
Nicholas respiró hondo y soltó un suspiro. Extendió las manos y estudió sus palmas. En términos simples, explicó a Frankie, la creencia comanche de que el ayer no existe y que una persona debe siempre mirar hacia delante, con la mirada fijada en el horizonte. -“En el caso de Miley, no es aplicable la creencia”, -concluyó.- “Ella no puede dejar el ayer porque pasaron demasiadas cosas que aún no se han resuelto. Debe retroceder sobre sus pasos y hacer las paces con quien ella fue antes, para poder ocuparse de quien quiere ser hoy”.
-“Podrías quedarte y ayudarla. Sé que lo deseas, podemos preparar una habitación”.
Para resistir la tentación, Nicholas se levantó. -“Yo no formo parte de su ayer, Frankie. Yo soy su hoy. Si me quedo aquí se lo pondré más difícil a ella. Os necesita a vosotros. No a mí. Necesita tu amor antes de que pueda creerme ¿Lo entiendes? Sufrió mucho en manos de tu madre. No la culpo, no me malinterpretes. Siento lástima por ella, por haber sido colocada en esta situación. Pero la realidad es que hizo mucho daño y que ella es la única persona que puede sanarla completamente. Ella y todos vosotros”.
El joven abrazó sus rodillas.- “Si te necesito y te envío un mensaje, ¿vendrás?”
-“Más rápido que el pensamiento”.- Nicholas subió a la calesa, retiró la lona, y le dio una bolsa con piezas de oro. -“Aquí hay suficiente para los gastos del primer mes, antes de que se acabe, haré arreglos en el banco para abrir una cuenta”.- Nicholas puso el dinero en manos de Frankie. Mirando a los ojos de los chicos, dijo, -”Eres casi un hombre, hijo. Es el momento de que asumas responsabilidades como tal. Cuento contigo para que cuides a tu familia y a mi esposa”.
-“Lo haré”.
Nicholas subió al asiento del conductor, soltó las riendas y luego miró sombríamente a la oscuridad por delante de él. No quería irse. Aunque sabía que estaba haciendo lo correcto para Miley, le pesaba la promesa que le había hecho, había prometido que nunca la dejaría.
-“Frankie, si vuelve y pregunta por mí, ¿querrás darle un mensaje?”
-“Por supuesto”.
-“Es importante que se lo digas exactamente”,- dijo Nicholas suavemente.- “Dile que cuando esté preparada para volver conmigo, la estaré esperando en nuestro lugar de ensueño”.
******
Esperando...a Nicholas le parecía que agosto tuviera un millón de días. Una vez por semana, recibía una carta de Frankie, contándole como estaba Miley. Ella lo estaba haciendo bien, decía el muchacho. Sus rachas de estupor cada vez eran menos frecuentes. Iba recuperando su apetito. Sonreía con frecuencia y parecía encontrar la paz dentro de sí misma. Hacia el final del mes, Nicholas hizo arreglos en el Banco para girar dinero a Grants Pass. Entretanto comenzó a trabajar en la mina con su padre y Jake para compensar la merma de sus ahorros que el apoyo a la familia Graham constituía. Aunque particularmente no le interesaba la minería, era mejor que abandonar Wolf´s Landing y poner más distancia entre él y la chica que amaba.
Septiembre llegó finalmente y, los días transcurridos, les llevaban inexorablemente hacia el otoño. Las cartas de Frankie comenzaron a llegar con menos regularidad, y nunca mencionaba si Miley tenía intenciones de regresar con su marido. Nicholas se decía a sí mismo, que era comprensible que el chico escribiera menos. Había conseguido un trabajo, y al acabar el verano, la escuela había comenzado de nuevo. Pero muy dentro de él, Nicholas temía que se estuviera mintiendo a sí mismo.
Había perdido a Miley. Esa había sido una posibilidad desde el principio, y había escogido asumir ese riesgo para darle tiempo para sanar. ¿Pero podía hacer frente a la realidad de que ella no iba nunca a volver con él? Nicholas recordó el vacío en sus ojos y se dijo a sí mismo que había hecho lo correcto. Pero sabiendo que era escaso consuelo por su pérdida. Con cada día que pasaba, se enfrentaba al hecho de que Miley se alejaba cada vez más, y era menos probable que volviera.
No la culpaba. En Grants Pass, nadie conocía su terrible secreto. Aquí en Wolf´s Landing todos lo sabían. Conociéndola como lo hacía, no podía culparla por no querer regresar y enfrentar la fealdad. No podía culparla por algo que ella nunca fue capaz de hacer.
A finales de septiembre, Frankie escribió para agradecer a Nicholas el nuevo giro de dinero por segunda vez, pero luego le informó, educadamente, que la familia había hecho otros arreglos financieros. Su madre trabajaba planchando, algo que podía hacer. Alaina estaba haciendo trabajos ocasionales. Teresa trabajaba en limpiando para mujeres de la localidad. Mateo tenía un empleo como chico de los recados en el almacén general. Ellen tenía un trabajo administrativo en una oficina de Abogados. Miley estaba haciendo manualidades, que se vendían muy bien en las tiendas locales. Frankie todavía tenía su trabajo de portero y recientemente había comenzado a ganar más dinero por cortar y apilar leña para algunas personas de la ciudad.
Nicholas había leído y releído la carta hasta resquebrajarla, tratando de encontrar sentido entre las líneas. No se mencionaba si Miley volvía a casa. Nunca.
Esa tarde, Nicholas aceptó que había perdido la chica que amaba para siempre. Su único consuelo era que ella no se había perdido a sí misma.
Belle y Shorty decidieron una fecha de octubre para su boda. Los Wolf recibieron una invitación, y Loretta respondió ofreciendo organizar una recepción informal para la pareja en su casa. Nicholas hubiera preferido ignorar el jolgorio por completo, pero no pudo dada la proximidad. La sencilla ceremonia tuvo lugar en el Salón de la comunidad. El predicador local había acordado hacer los honores. La mañana de la boda, los Wolf montaron mesas improvisadas en su patio para la recepción de esa tarde, luego fueron al Salón para decorar y organizar los asientos de los invitados.
Al final, Nicholas fue al Salón con su familia a presenciar la ceremonia. Índigo lucía encantadora, con un traje de ante blanco, con su reluciente pelo leonado recogido encima de la cabeza con peinetas de nácar, que Jake le había regalado en su último cumpleaños. Los chicos lucían engominados con sus trajes de domingo. Hunter llevaba un traje de ante, probablemente el más elaborado que él le había visto nunca. Loretta se situaba a su lado con un vestido de alpaca azul.
--Te lo juro, Nicholas Kelly, por tu aspecto parecería que vas a un funeral. ¿Tienes que vestirte de negro?-- Preguntó su madre.
Nicholas inclinó la visera del sombrero sobre sus ojos. --Tío Swift siempre viste de negro, y nunca te quejas de él.
--Tu tío Swift vestía de negro mucho antes de que llegara a Wolf´s Landing. Por otro lado, tú sabías diferenciar el tipo adecuado de ropa para las diferentes ocasiones.
La verdad era que Nicholas se sentía como si fuera a un funeral. No importaba si lo intentaba o no. May Belle le recordaba a Miley y pensar en Miley le hacía sentir como si estuvieran retorciéndole un cuchillo en sus entrañas. Hizo una respiración profunda. --Lo siento, mamá. ¿Quieres que vaya a casa y me cambie?
Loretta le lanzó una mirada exasperada.-- ¡Cielos, no! ¡Luego llegarías tarde!
--No habrá mucha gente allí, opinó Nicholas.
--La mayoría de la ciudad. El predicador Thompson ha trabajado muy duro para conseguir que la gente asista como gesto de aceptación. Por el bien de Belle, se entiende.
Nicholas se figuró que su madre había orquestado el movimiento y sonrió ligeramente. --Bueno, tal vez nadie me verá.
Una vez dentro de la sala, Nicholas se unió a su familia en una fila central y se sentó. Mirando hacia adelante sin fijarse, fue consciente de que los bancos estaban llenos pero apenas les dirigió una mirada a los ocupantes. Distanciado de su entorno como estaba, sufrió una sacudida cuando se encontró mirando unos ojos verdes.
Pensando que estaba soñando, Nicholas parpadeó y enfocó. Ojos verdes. Hermosos ojos verdes y el dulce rostro que tenía memorizado. Miley. Ella y su familia habían ocupado la fila delante de los Wolf. Antes de sentarse, ella se había girado para encontrar su mirada.
Nicholas se sentía como si el banco hubiera desaparecido debajo de él. Miley. Ella sonrió ligeramente, saludó a su madre, luego se sentó en el banquillo. Él miró la parte trasera de su vestido azul. La mayor parte de su ropa todavía estaba colgada en su habitación. No reconocía esa prenda y se preguntaba si ella se lo habría hecho. Su Wheeler-Wilson aún estaba en casa de sus padres, pero a juzgar por la última carta de Frankie, Nicholas había adivinado que Mary Graham tenía una máquina de coser.
La ceremonia de la boda comenzó, pero Nicholas escuchó poco de ella. Un centenar de preguntas corrían en círculo por su mente. Un pensamiento que le llegaba claramente era que Miley, su esposa y madre de su hijo, no había tomado asiento con su familia, sino con la suya propia. Aunque sí había saludado a su madre con un guiño leve, a él no. Una sonrisa incierta, sí. ¡Pero eso contaba como una mie/rda! Era una bofetada pública en la cara. Claramente, aunque no a viva voz, estaba anunciando una ruptura de los lazos entre ellos.
Su primera intención fue alejarse de allí como del infierno, pero su orgullo le retuvo allí... Si él escapaba, su hermana y todo el mundo sabrían cuánto le habían herido, incluyendo a Miley. Dios sabía que amaba a la chica, pero no quería que ella volviera con él porque se viera obligada. Sintiéndose desgarrado, Nicholas logró mantenerse sentado toda la ceremonia y felicitó a los novios al terminar.
Aunque era lo más difícil que nunca había hecho, una vez que acabaron las formalidades, Nicholas esperó fuera del Salón a los Graham. Jurándose a sí mismo que no revelaría su dolor, aunque tenía un tic en el mentón, se colgó una sonrisa cuando Miley salió por la puerta del brazo de Frankie. Nicholas notó que le precedía su abultado vientre, que no podía disimularse con el vestido. Su mano ardía con el anhelo de tocarla, de sentir la vida. Su hijo, porque así lo había reclamado. Pero era su problema no el de ella.
--Miley,- logró decir como una cálida bienvenida.- Tienes buen aspecto.
Sus grandes ojos verdes se aferraron a los suyos. Nicholas miró a lo lejos, sabía que haría algo est/úpido si no lo hacía. Como cogerla y llevársela lejos. Había mucho de su padre en él, adivinó.
--Tienes buen aspecto, también,- respondió ella con voz trémula.- Me alegro de verte, Nicholas Me alegro mucho.- Parecía ahogarse con las palabras. --Yo... um... comencé a escribirte pero mis lágrimas borraban las letras. Algunas cosas simplemente no pueden decirse en un papel.
En otras palabras, prefería romper su corazón en persona. Nicholas se puso una coraza y despegó sus ojos de los suyos. --Frankie escribió regularmente.
Dos puntos brillantes de color aparecieron en sus mejillas. --Sí, bueno, fue imperdonable que no lo hiciera yo. Reconozco que ha sido mucho tiempo. Su voz tembló y ella apretó los labios un momento. A continuación, matándole latido a latido con esos ojos implorantes, le dijo, por favor dime que no estás enfadado.
--Por supuesto que no. Entiendo que has pasado por un momento difícil, Miley.
--Entonces por qué…- ella tragó y desvió su mirada por un instante. Mirando por detrás de él, dijo; --entonces ¿por qué estás tan frío conmigo?
¿Frío con ella? No sentía nada pero dijo: --Lo siento. Supongo que me cogiste por sorpresa. Él se obligó a sonreír. --Digo... mientras que todos estaban en la ciudad, debiste enviar a Frankie a recoger tus cosas. Apuesto que echaste ferozmente de menos tu Wheeler-Wilson.
Le miró fijamente un largo rato. --Sí ferozmente. Eso, entre otras cosas.
--Bien estaremos allí todo el día. Mamá organizó una fiesta para celebrarlo.
--Lo sé. Nos ha enviado una invitación.
Eso era nuevo para Nicholas. Apretó sus manos en puños, deseando poder ponerlas alrededor del pequeño cuello de su madre.-- ¿Oh, lo hizo? Bueno, genial. Esperamos verles a todos allí.- Esa era la mayor mentira que nunca había dicho. No sólo no deseaba esa tortura, si no que estaba decidido a no pasar por ella. Pasaría el día junto al arroyo en algún lugar y se libraría de tan dudoso placer. Extendió su mano hacia ella.- ¿Hasta entonces?
Ella apenas tocó su mano. --Sí, hasta entonces.
Ciego, Nicholas se marchó. No se molestó en esperar a su familia y no se fue de cabeza hacia la casa. En su lugar, pasó página al libro de Miley y huyó a un lugar especial donde el mundo no podía seguirlo.
--¿Qué significa, que no asistirás a la recepción? exigió saber Frankie. --¿Por qué diablos no, Miley? ¿Qué va a pensar Nicholas?
Obstinadamente aferrada a su asiento en el carro, Miley miró hacia abajo, negándose a mirar a su hermano. --Simplemente no iré, eso es todo.
--¡Pero Mamá y los chicos ya se fueron! ¿Qué vas a hacer, sentarte aquí y dibujar en el pol/vo hasta que regresen?
--Sí.
Frankie gimió y subió hasta sentarse junto a ella. --Miley, has perdido el buen sentido. Has estado nerviosa como un gato esperando este día. Hasta te hiciste un vestido nuevo. ¿Y ahora estás planeando volver a casa con nosotros? Se inclinó para ver su rostro. --Perdóname, pero hay un pequeño detalle que pareces olvidar. ¿Qué tiene tu marido que decir sobre esto?
Miley se mordió el interior del labio. --Nada. De hecho, sugirió que fuera a su casa para recoger mis cosas.
--¿Que él hizo qué?
--Me has oído.
Frankie suspiró. --Entonces hay un malentendido.
--Seguro y por mi parte.- Miley parpadeó para mantener sus ojos secos-. Él no me quiere ya, Frankie.
--Ah, ¡Por piedad! Su hermano había empujada el talón de su bota contra el reposapiés. Esa es la cosa más est/úpida que nunca he escuchado. Está locamente enamorado.
--Ciertamente no lo demuestra.
--Entonces ve a hablar con él y aclara el problema.
--Pensará que me aferro a él. Volvió sus afligidos ojos a su hermano. --Frankie, míralo desde su lado. En este pueblo se sabe acerca de mí. Puedo lidiar con eso ahora. Verdaderamente, puedo. Pero un hombre… bueno, ¿tener a la gente susurrando acerca de su esposa? Nicholas es una buena persona y siempre le estaré agradecida por todo lo que ha hecho por mí, pero no voy a presionarle. Fue amable cuando me saludó.
--¿Eso es importante?
--Nicholas no es un tipo amable.
Frankie frotó sus manos sobre su pantalón. Miley, él te ama. Sé que lo hace. Y si no vas hablar con él, siempre te vas a arrepentir. Pero supongo que esa es una decisión que debes tomar tú.
Bajó del carro.
--¿A dónde vas? preguntó.
--Te dejo con tu estupidez, gruñó Frankie. Si deseas tirar algo tan maravilloso como lo que podríais tener tú y Nicholas simplemente porque te da miedo ir a hablar con él, hazlo. Pero no esperes que me quede aquí sentado mientras arruinas tu vida.
--¿Miedo? No tengo miedo. Estoy tratando de ser justa con él.
--Seguro, se burló Frankie. La verdad es que te da un miedo de muerte, que se confirme tu peor temor y que él realmente no te ame.
Miley cerró los ojos. --No podría soportarlo si lo hiciera.
Frankie suspiró. --Sí, podrías. Eso no quiere decir que vaya a suceder, pero si ocurriera, podrías soportarlo. Tienes un montón de gente que te queremos y estaremos ahí si las cosas salen mal.
Con eso, su hermano se alejó.
Le llevó a Miley todo su coraje entrar en el patio de los Wolf. Loretta le saludó calurosamente. Hunter le dio un abrazo. Índigo parecía eufórica de verla. Miley miró nerviosamente alrededor, rechazando ofertas de comida y refrescos. Miró a Frankie, que le hizo un guiño alentador.
Volviéndose a Loretta, Miley dijo: -- no veo a Nicholas ¿Tiene usted alguna idea de donde está?
Su suegra la miró. --No, querida. Desapareció después de la ceremonia y no tengo la menor idea de donde está.
Dolorida, Miley simuló una sonrisa. Felicitó a May Belle y a Shorty por su boda. Cuando Índigo le trajo un plato colmado con alimentos, intentó comer. Parecía que su estómago se iba retorciendo y que cada pierna le pesaba cien libras. Sintiéndose horriblemente en evidencia, se movió a través de la multitud hacia su familia. Casi lo había logrado, cuando una mano grande y pesada la agarró por el hombro. Miró y vió la cara oscura de Hunter Wolf.
--“Sigue a tu corazón”,- dijo suavemente,- “y podrás encontrarle”.
Sin decir nada más, se marchó.
Lugares de ensueño. Recuerdos. Fresco sol de otoño en dónde una vez él había bailado un verano dorado con un ángel en sus brazos.
Nicholas se sentó a la orilla de Arroyo, sus brazos descansando vagamente en las rodillas levantadas, su mirada fija en la corriente de agua. Deseaba que la corriente se llevara su dolor. En el aire limpio flotaba el olor del carbón, una señal de que el invierno estaba llegando. Se preguntó cuántos inviernos irían y vendrían antes de que comenzara a olvidar.
Miley... El dolor en el pecho era tan agudo que casi no podía respirar.
En un remolino de viento, las hojas del otoño fueron arrancadas de sus ramas y lanzadas en una vertiginosa espiral alrededor de él, un caleidoscopio de colores tierra, borgoña, naranja, marrón y oro. El frío que acariciaba sus mejillas también tocaba su corazón.
Miley, su ángel de ojos verdes. Aunque las había buscado, no había visto sombras en su mirada cuando hablaron. El tiempo que había pasado con su familia la había curado, justo como esperaba. Pero le había dejado a él sangrando.
--¿Nicholas?
Por un instante creyó que imaginaba su voz. Luego se volvió y la vió de pie a unos pocos pasos de él, frágil y delicada, sus ojos verdes eran una promesa de primavera en el esplendor rojizo del otoño. Asustado, se levantó.
--Miley, dijo absurdamente. --No esperaba verte aquí.
Ella miró lentamente a su alrededor, su mirada se detuvo en aquellos lugares donde habían hecho el amor el verano anterior. Una leve sonrisa apareció en su boca. --¿Dónde hubieras esperado verme, Nicholas, si no aquí en nuestro lugar especial?
No permitiéndose ninguna esperanza, Nicholas evitó su mirada. --Si me buscas para pedirme el divorcio, tendrás que hacerlo tú. No creo en eso. Pero no quisiera oponerme.
Ella se abrazó su cintura y tembló. --Ya veo.
--No firmaré ningún papel, añadió. Así que no preguntes. Va en contra de mis creencias, ambas comanche y católica. No quiero ponerme difícil, entiéndelo.
Nicholas se sentó a la orilla de Arroyo, sus brazos descansando vagamente en las rodillas levantadas, su mirada fija en la corriente de agua. Deseaba que la corriente se llevara su dolor. En el aire limpio flotaba el olor del carbón, una señal de que el invierno estaba llegando. Se preguntó cuántos inviernos irían y vendrían antes de que comenzara a olvidar.
Miley... El dolor en el pecho era tan agudo que casi no podía respirar.
En un remolino de viento, las hojas del otoño fueron arrancadas de sus ramas y lanzadas en una vertiginosa espiral alrededor de él, un caleidoscopio de colores tierra, borgoña, naranja, marrón y oro. El frío que acariciaba sus mejillas también tocaba su corazón.
Miley, su ángel de ojos verdes. Aunque las había buscado, no había visto sombras en su mirada cuando hablaron. El tiempo que había pasado con su familia la había curado, justo como esperaba. Pero le había dejado a él sangrando.
--¿Nicholas?
Por un instante creyó que imaginaba su voz. Luego se volvió y la vió de pie a unos pocos pasos de él, frágil y delicada, sus ojos verdes eran una promesa de primavera en el esplendor rojizo del otoño. Asustado, se levantó.
--Miley, dijo absurdamente. --No esperaba verte aquí.
Ella miró lentamente a su alrededor, su mirada se detuvo en aquellos lugares donde habían hecho el amor el verano anterior. Una leve sonrisa apareció en su boca. --¿Dónde hubieras esperado verme, Nicholas, si no aquí en nuestro lugar especial?
No permitiéndose ninguna esperanza, Nicholas evitó su mirada. --Si me buscas para pedirme el divorcio, tendrás que hacerlo tú. No creo en eso. Pero no quisiera oponerme.
Ella se abrazó su cintura y tembló. --Ya veo.
--No firmaré ningún papel, añadió. Así que no preguntes. Va en contra de mis creencias, ambas comanche y católica. No quiero ponerme difícil, entiéndelo.
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