jueves, 26 de diciembre de 2013

Magia en Ti -EPÍLOGO



Vestida toda de blanco, símbolo de pureza, Miley se situó en la parte trasera de la iglesia, su mano temblorosa descansaba en el codo de Frankie. La música de órgano comenzó, primero suavemente, después aumentó de volumen haciendo que el aire vibrara. Frankie se adelantó para comenzar su marcha hacia el altar. Se colocó junto a él, sintiendo como si estuviera flotando.

Además de una multitud de personas cuyo número superaba sus fantasías más salvajes, Miley vió las caras sonrientes de su familia a un lado de la iglesia. En el otro vió las caras de las personas que había llegado a amar sólo recientemente. Los recién casados, Shorty y May Belle, Índigo con su alto y apuesto esposo, Jake, y sus dos hijos.

En la siguiente fila estaba Swift López, un delgado moreno, de peligroso aspecto con un brillo travieso en sus ojos que lanzaban extraños reflejos cada vez que miraba a su adorable esposa Amy. En contraste con su delicado pelo rubio, dos niños de pelo y ojos negros, estaban junto a ella, uno agarrado a sus faldas, la otra de su mano.

Las lágrimas llenaron los ojos de Miley cuando vió a su suegra, Loretta. Parpadeó para alejar la humedad, pero sólo lo logró por un momento. Cuando su mirada pasó a Hunter Wolf, que estaba detrás de su esposa, Miley no pudo controlar la ola de emoción que creció dentro de ella. Vestido con pantalones de ante, como siempre, parecía un puro comanche, ferozmente orgulloso de su nieto, el bebé que sostenía en sus fuertes brazos. Aún buscándolo, Miley no pudo encontrar en su expresión nada que sugiriese que el bebé no era de su sangre.

Su bebé, hijo de Nicholas, 
Nicholas Wolf Junior.

Apenas era capaz de ver a través de sus lágrimas, Miley caminó más allá de sus suegros con la mirada fija, en el hombre alto, de pelo oscuro que le espera en el altar con una mano tendida. Temblando, acortó la distancia y tomó su lugar junto a él. Juntos giraron para quedar enfrente del sacerdote, el padre O´Grady, quien sonrió cálidamente y les bendijo haciendo una señal de la Cruz sobre sus cabezas.

Luz del sol entró a través de las vidrieras de una ventana. Un silencio cayó sobre la Iglesia. Miley sintió el calor fluir sobre ella y a través de sus lágrimas vió un halo de luz dorada y rosa que la rodeaba.

Sabía que era una tontería. Absolutamente fantasioso. Pero no podía evitar preguntarse si esa mística luz no era una señal desde arriba, una bendición especial de Dios. Cerró los ojos y dejó que el calor la llenara con la paz que una vez tuvo y que ahora volvía a tener.

A veces, pensó, Dios todavía hacía milagros, incluso para el menor de sus hijos. Su milagro se encontraba a su lado, un hombre testarudo, exasperante, insistente, absolutamente maravilloso llamado 
Nicholas Kelly Wolf, quien le había dado el regalo más dulce que un hombre podría dar a una mujer, amarse a sí misma.


___________________________________________________
Fin kjfskdljfksdahfksd ame esta novela fue tan kgjflsjdlkdsl espero a ustedes también les haya gustado como a mi 

Magia en Ti - FIN



--Por favor, Nicholas, se difícil.

--¿Qué?

Ella se acercó un paso más. --Se difícil. Grítame si así lo deseas. Dime que he sido irresponsable y egoísta, que nunca vas a perdonarme por permanecer lejos por más de dos meses sin escribirte para explicarme. Puedes incluso odiarme un poco. Pero cuando esté todo hablado, se difícil. No intentes enviarme lejos.

--¿Enviarte lejos?

Ella levantó su mentón un poco. Sus ojos brillaban con lágrimas cuando encontró su mirada. --Te amo, dijo simplemente.

--Me amas. -
Nicholas cerró su boca abierta.- Hace dos meses que tu hermano me escribió y nunca mencionó que vendrías. ¿Qué diablos supones que podía pensar?

--Lo siento si te hice daño.

--¿Por eso estás aquí? ¿Porque te has dado cuenta de que me has hecho daño?

Estudió su rostro por un largo momento. No, estoy aquí porque Frankie me dijo que lo sentiría si no me arriesgaba.

--¿Arriesgarte a qué?

--Arriesgarme a que me dijeras que ya no me amas.

--Te he esperado aquí dos meses interminables ¿y pensabas que ya no te amaba? ¡Jesucristo! ¿Sabes que nunca lograré entenderte?

--¿Realmente lo necesitas?

--Estoy completamente ofuscado.

--No estoy segura de que… Se calló y apretó sus labios. --¿Me amas o no?

--No me hagas malditas tontas preguntas.

-¿Podrías darme una maldita tonta respuesta?

--Sí.

--¿Sí? ¿Es que todo me puedes decir?

--Te amo,- gruñó.

Utilizando la punta sucia de su zapato, hizo una raya en el suelo. Sus ojos brillaban traviesos. Tendió su mano hacia él. --Ven hacia aquí, 
Nicholas Wolf. Deja de estar enfadado conmigo por cosas que ocurrieron ayer.

Él guiñó un ojo. --Estás tentando tu suerte, ¿lo sabes?

--Son tus creencias comanches. Yo como obediente esposa lo apruebo.

--Convenientemente, debo decir.

--Ah, pero es un concepto tan hermoso. ¡Lo pasado, pasado queda! ¿No es así? Siempre será así para nosotros. No perderemos un segundo en preocuparnos hoy por lo que ya está detrás de nosotros. Vamos, agitó su mano delante de él. Déjame crear este lugar especial, 
Nicholas  un lugar de ensueño sólo para nosotros y nuestro bebé. Quiero recordar cada segundo de hoy. Es todo lo que tenemos, ¿sabes? Sólo este momento y esperanza para el futuro.

Era una invitación que 
Nicholas nunca hubiera esperado y, a pesar de que todavía estaba tentado en retorcerle el cuello, sabía que no podía rechazarla. --Estás diciendo las palabras adecuadas, susurró, pero ¿lo sientes así de verdad? ¿Están todos tus ayeres detrás de ti, Miley?

--Completamente. Fue tu regalo para mí, 
Nicholas. Todo envuelto en magia. Hoy y todo mi futuro. Es un nuevo comienzo. ¿Querrás compartirlo conmigo?

En lugar de tomar su mano, se lanzó hacia ella, la levantó en sus brazos y giró vertiginosamente rápido con ella junto a su pecho. Ella rió asustada y el sonido le calentó por dentro.

Miley, su ángel de ojos verdes. Aunque los dos meses previos habían sido agónicos, ella valía la espera. Sentía como si sostuviera el cielo entre sus brazos.

--Te amo, susurró ferozmente. Te quiero muchísimo.

--Yo también te amo.



Aunque 
Nicholas sabía que era su imaginación, sintió que el sol invernal brillaba momentáneamente, y se preguntó si no habría sido una sonrisa para ellos. Toda la vida había escuchado la canción a sus padres. Las palabras sonaban en su mente ahora, y se dio cuenta de que la última parte de la canción, la parte más bella, finalmente se había hecho realidad.

En un remolino de hojas de otoño, un hombre, una mujer y un niño nonato giraban en un círculo interminable, su unión era el cumplimiento final de una profecía más antigua que el tiempo, el comanche y su doncella de cabello dorado encontrarían un lugar especial donde podrían vivir en armonía y crear una nueva nación donde las canciones de su pueblo serían cantadas para siempre.

Magia en Ti - Cap: 40



-“Supongo que piensas que soy una persona horrible”,- dijo Frankie finalmente.- “Que estoy muy mimado, que soy egoísta y que no quiero a mi hermana tanto como debería”.

Nicholas hizo un gesto de dolor. -“El hecho de que te des cuenta de que podría pensar todas esas cosas, me dice que no es cierto”,- dijo finalmente.-La gente que es horrible, mimada y egoísta, rara vez se da cuenta de cómo son realmente de horribles, mimados y egoístas”.

-“Pero debes pensarlo por como actué”.
Nicholas suspiró y se le unió en el escalón, -“Frankie, creo que has madurado un poco lento, eso es todo. Estoy seguro que no se te puede culpar por eso, por lo menos no totalmente. Crecemos cuando tenemos que hacerlo. Y nadie te pidió que lo hicieras. Miley hizo la vida fácil para ti. Tal vez un poco demasiado fácil. Creo que haciéndolo, podía sentir que su sacrificio valía la pena. Os permitió a ti y a los otros niños alcanzar vuestros sueños. Lo hizo posible para ti. ¿Tiene esto algún sentido para ti?”

-“Creo que sí”.- Se quedó silencioso durante varios segundos.- “Siento la forma en que me comporté”.
Nicholas se giró para mirarlo. -“¿Sí? Bueno, yo también lo siento. No debí haberte golpeado”.

El chico sonrío torcidamente.- “Me rompiste el labio”

-“Te pido disculpas”.

-“Aceptadas”.

El muchacho le ofreció su mano. 
Nicholas se la apretó. Una vez que se soltaron. Frankie soltó un suspiro cansado. -“¿Miley se va aponer bien, verdad?”
Nicholas miró hacia la oscuridad, los robles bordeaban la propiedad, como gigantescas setas recortadas por la luz de la luna, con sus gruesos troncos y sus copas robustas. -“No lo sé”.- Admitió finalmente, sintiendo una gran agonía. -“Realmente no lo sé”.

¿Qué puedo hacer para ayudarla? Preguntó el muchacho.

-“La quiero, 
Nicholas" -, dijo suavemente.-”La quiero pase lo que pase”.- Suspiró.- “Eso es lo que se supone hacen los hermanos”.

-“Yo la quise siempre. Incluso hoy cuando le decía esas cosas crueles, la amaba. Estaba sólo... enfermo por dentro y sufriendo. Quería que ella se sintiera así de mal”.
Nicholas apretó los dientes. Mirándole objetivamente, no era tarea fácil, saber cómo se había sentido hoy Frankie.- “Lo qué hiciste hoy… tienes que deshacerlo de alguna manera, Frankie. Tienes que dejar a un lado tu propia herida y concentrarte en la suya. ¿Crees que puedes hacer eso?

-“Ya lo hago”.
Nicholas asintió. -“Pienso que lo haces o no estarías aquí fuera”.- Se volvió para estudiar el perfil del chico -¿Nunca has mirado la superficie del agua y visto tu reflejo?”

-“Unas cuantas veces”.

-“Cuando el viento sopla fuerte, o si el agua tiene corriente, las ondas distorsionan tu imagen”,- murmuró 
Nicholas  Podía mirar hasta que le ardieran los ojos, pero no distinguía bien la cara del chico. Puso una mano sobre su hombro.- “Tu eres la superficie de agua de Miley, Frankie. Hoy los terribles secretos que ella os ocultaba, se han convertido en el viento o en la corriente en el agua, y ella se perdió al desenfocarse la imagen. Sin importar cuánto se mirara, sólo podía ver la fealdad”.

-“Lo que debes lograr es que el agua vuelva estar tranquila para que la suave superficie, tu amor por ella será el sol que haga que se proyecte su reflejo en el agua”.

-“No lo entiendo”.
Nicholas sonrió ligeramente.- “Sí, bueno, me dijo un hombre sabio que debemos reflexionar sobre lo que no entendemos. Espero que pienses acerca de todo esto y encuentres tu propio camino. Cuando eras pequeño, tenías grandes necesidades y Miley estaba allí para ti. Ahora el viento ha cambiado de dirección. Ella te necesita. Desesperadamente. Tienes que ser su espejo.

Las lágrimas llenaron los ojos del chico y la brillante la luz de la luna, iluminó sus mejillas. -“En otras palabras, soy su espejo y deseas que me asegure de que ve un reflejo bonito”.

-“Exactamente. Si piensas en ello, Frankie, todos tenemos nuestros reflejos en la gente que nos ama. Son sus opiniones las que dan forma a nuestra opinión sobre nosotros mismos. Miley no está segura de que deba ser amada. Tú debes convencerla de que ella lo es”.

-“Lo intentaré”.

-“Si llegas a conocer a tu hermana”,- dijo 
Nicholas suavemente,- “si realmente llegas a conocerla, los reflejos que verá en tus ojos serán hermosos porque ella es hermosa”.

-“¿La amas mucho, no?”

-“Sí, mucho”.

-“¿Su bebé es tuyo?”

-“Sí, mío”.

-“Entonces ¿por qué vas a dejarla aquí? Eso es lo que parece que vas a hacer, por la forma en la que actúas”.
Nicholas respiró hondo y soltó un suspiro. Extendió las manos y estudió sus palmas. En términos simples, explicó a Frankie, la creencia comanche de que el ayer no existe y que una persona debe siempre mirar hacia delante, con la mirada fijada en el horizonte. -“En el caso de Miley, no es aplicable la creencia”, -concluyó.- “Ella no puede dejar el ayer porque pasaron demasiadas cosas que aún no se han resuelto. Debe retroceder sobre sus pasos y hacer las paces con quien ella fue antes, para poder ocuparse de quien quiere ser hoy”.

-“Podrías quedarte y ayudarla. Sé que lo deseas, podemos preparar una habitación”.

Para resistir la tentación, 
Nicholas se levantó. -“Yo no formo parte de su ayer, Frankie. Yo soy su hoy. Si me quedo aquí se lo pondré más difícil a ella. Os necesita a vosotros. No a mí. Necesita tu amor antes de que pueda creerme ¿Lo entiendes? Sufrió mucho en manos de tu madre. No la culpo, no me malinterpretes. Siento lástima por ella, por haber sido colocada en esta situación. Pero la realidad es que hizo mucho daño y que ella es la única persona que puede sanarla completamente. Ella y todos vosotros”.

El joven abrazó sus rodillas.- “Si te necesito y te envío un mensaje, ¿vendrás?”

-“Más rápido que el pensamiento”.- 
Nicholas subió a la calesa, retiró la lona, y le dio una bolsa con piezas de oro. -“Aquí hay suficiente para los gastos del primer mes, antes de que se acabe, haré arreglos en el banco para abrir una cuenta”.- Nicholas puso el dinero en manos de Frankie. Mirando a los ojos de los chicos, dijo, -”Eres casi un hombre, hijo. Es el momento de que asumas responsabilidades como tal. Cuento contigo para que cuides a tu familia y a mi esposa”.

-“Lo haré”.
Nicholas subió al asiento del conductor, soltó las riendas y luego miró sombríamente a la oscuridad por delante de él. No quería irse. Aunque sabía que estaba haciendo lo correcto para Miley, le pesaba la promesa que le había hecho, había prometido que nunca la dejaría.

-“Frankie, si vuelve y pregunta por mí, ¿querrás darle un mensaje?”

-“Por supuesto”.

-“Es importante que se lo digas exactamente”,- dijo 
Nicholas suavemente.-  “Dile que cuando esté preparada para volver conmigo, la estaré esperando en nuestro lugar de ensueño”.


******

Esperando...a 
Nicholas le parecía que agosto tuviera un millón de días. Una vez por semana, recibía una carta de Frankie, contándole como estaba Miley. Ella lo estaba haciendo bien, decía el muchacho. Sus rachas de estupor cada vez eran menos frecuentes. Iba recuperando su apetito. Sonreía con frecuencia y parecía encontrar la paz dentro de sí misma. Hacia el final del mes, Nicholas hizo arreglos en el Banco para girar dinero a Grants Pass. Entretanto comenzó a trabajar en la mina con su padre y Jake para compensar la merma de sus ahorros que el apoyo a la familia Graham constituía. Aunque particularmente no le interesaba la minería, era mejor que abandonar Wolf´s Landing y poner más distancia entre él y la chica que amaba.

Septiembre llegó finalmente y, los días transcurridos, les llevaban inexorablemente hacia el otoño. Las cartas de Frankie comenzaron a llegar con menos regularidad, y nunca mencionaba si Miley tenía intenciones de regresar con su marido. 
Nicholas se decía a sí mismo, que era comprensible que el chico escribiera menos. Había conseguido un trabajo, y al acabar el verano, la escuela había comenzado de nuevo. Pero muy dentro de él, Nicholas  temía que se estuviera mintiendo a sí mismo.

Había perdido a Miley. Esa había sido una posibilidad desde el principio, y había escogido asumir ese riesgo para darle tiempo para sanar. ¿Pero podía hacer frente a la realidad de que ella no iba nunca a volver con él? 
Nicholas recordó el vacío en sus ojos y se dijo a sí mismo que había hecho lo correcto. Pero sabiendo que era escaso consuelo por su pérdida. Con cada día que pasaba, se enfrentaba al hecho de que Miley se alejaba cada vez más, y era menos probable que volviera.

No la culpaba. En Grants Pass, nadie conocía su terrible secreto. Aquí en Wolf´s Landing todos lo sabían. Conociéndola como lo hacía, no podía culparla por no querer regresar y enfrentar la fealdad. No podía culparla por algo que ella nunca fue capaz de hacer.

A finales de septiembre, Frankie escribió para agradecer a 
Nicholas el nuevo giro de dinero por segunda vez, pero luego le informó, educadamente, que la familia había hecho otros arreglos financieros. Su madre trabajaba planchando, algo que podía hacer. Alaina estaba haciendo trabajos ocasionales. Teresa trabajaba en limpiando para mujeres de la localidad. Mateo tenía un empleo como chico de los recados en el almacén general. Ellen tenía un trabajo administrativo en una oficina de Abogados. Miley estaba haciendo manualidades, que se vendían muy bien en las tiendas locales. Frankie todavía tenía su trabajo de portero y recientemente había comenzado a ganar más dinero por cortar y apilar leña para algunas personas de la ciudad.
Nicholas había leído y releído la carta hasta resquebrajarla, tratando de encontrar sentido entre las líneas. No se mencionaba si Miley volvía a casa. Nunca.

Esa tarde, 
Nicholas aceptó que había perdido la chica que amaba para siempre. Su único consuelo era que ella no se había perdido a sí misma.

Belle y Shorty decidieron una fecha de octubre para su boda. Los Wolf recibieron una invitación, y Loretta respondió ofreciendo organizar una recepción informal para la pareja en su casa. 
Nicholas hubiera preferido ignorar el jolgorio por completo, pero no pudo dada la proximidad. La sencilla ceremonia tuvo lugar en el Salón de la comunidad. El predicador local había acordado hacer los honores. La mañana de la boda, los Wolf montaron mesas improvisadas en su patio para la recepción de esa tarde, luego fueron al Salón para decorar y organizar los asientos de los invitados.

Al final, 
Nicholas fue al Salón con su familia a presenciar la ceremonia. Índigo lucía encantadora, con un traje de ante blanco, con su reluciente pelo leonado recogido encima de la cabeza con peinetas de nácar, que Jake le había regalado en su último cumpleaños. Los chicos lucían engominados con sus trajes de domingo. Hunter llevaba un traje de ante, probablemente el más elaborado que él le había visto nunca. Loretta se situaba a su lado con un vestido de alpaca azul.

--Te lo juro, 
Nicholas Kelly, por tu aspecto parecería que vas a un funeral. ¿Tienes que vestirte de negro?-- Preguntó su madre.
Nicholas inclinó la visera del sombrero sobre sus ojos. --Tío Swift siempre viste de negro, y nunca te quejas de él.

--Tu tío Swift vestía de negro mucho antes de que llegara a Wolf´s Landing. Por otro lado, tú sabías diferenciar el tipo adecuado de ropa para las diferentes ocasiones.

La verdad era que 
Nicholas se sentía como si fuera a un funeral. No importaba si lo intentaba o no. May Belle le recordaba a Miley y pensar en Miley le hacía sentir como si estuvieran retorciéndole un cuchillo en sus entrañas. Hizo una respiración profunda. --Lo siento, mamá. ¿Quieres que vaya a casa y me cambie?

Loretta le lanzó una mirada exasperada.-- ¡Cielos, no! ¡Luego llegarías tarde!

--No habrá mucha gente allí, opinó 
Nicholas.

--La mayoría de la ciudad. El predicador Thompson ha trabajado muy duro para conseguir que la gente asista como gesto de aceptación. Por el bien de Belle, se entiende.
Nicholas se figuró que su madre había orquestado el movimiento y sonrió ligeramente. --Bueno, tal vez nadie me verá.

Una vez dentro de la sala, 
Nicholas se unió a su familia en una fila central y se sentó. Mirando hacia adelante sin fijarse, fue consciente de que los bancos estaban llenos pero apenas les dirigió una mirada a los ocupantes. Distanciado de su entorno como estaba, sufrió una sacudida cuando se encontró mirando unos ojos verdes.

Pensando que estaba soñando, 
Nicholas parpadeó y enfocó. Ojos verdes. Hermosos ojos verdes y el dulce rostro que tenía memorizado. Miley. Ella y su familia habían ocupado la fila delante de los Wolf. Antes de sentarse, ella se había girado para encontrar su mirada.
Nicholas se sentía como si el banco hubiera desaparecido debajo de él. Miley. Ella sonrió ligeramente, saludó a su madre, luego se sentó en el banquillo. Él miró la parte trasera de su vestido azul. La mayor parte de su ropa todavía estaba colgada en su habitación. No reconocía esa prenda y se preguntaba si ella se lo habría hecho. Su Wheeler-Wilson aún estaba en casa de sus padres, pero a juzgar por la última carta de Frankie, Nicholas había adivinado que Mary Graham tenía una máquina de coser.

La ceremonia de la boda comenzó, pero 
Nicholas escuchó poco de ella. Un centenar de preguntas corrían en círculo por su mente. Un pensamiento que le llegaba claramente era que Miley, su esposa y madre de su hijo, no había tomado asiento con su familia, sino con la suya propia. Aunque sí había saludado a su madre con un guiño leve, a él no. Una sonrisa incierta, sí. ¡Pero eso contaba como una mie/rda! Era una bofetada pública en la cara. Claramente, aunque no a viva voz, estaba anunciando una ruptura de los lazos entre ellos.

Su primera intención fue alejarse de allí como del infierno, pero su orgullo le retuvo allí... Si él escapaba, su hermana y todo el mundo sabrían cuánto le habían herido, incluyendo a Miley. Dios sabía que amaba a la chica, pero no quería que ella volviera con él porque se viera obligada. Sintiéndose desgarrado, 
Nicholas logró mantenerse sentado toda la ceremonia y felicitó a los novios al terminar.

Aunque era lo más difícil que nunca había hecho, una vez que acabaron las formalidades, 
Nicholas esperó fuera del Salón a los Graham. Jurándose a sí mismo que no revelaría su dolor, aunque tenía un tic en el mentón, se colgó una sonrisa cuando Miley salió por la puerta del brazo de Frankie. Nicholas notó que le precedía su abultado vientre, que no podía disimularse con el vestido. Su mano ardía con el anhelo de tocarla, de sentir la vida. Su hijo, porque así lo había reclamado. Pero era su problema no el de ella.

--Miley,- logró decir como una cálida bienvenida.- Tienes buen aspecto.

Sus grandes ojos verdes se aferraron a los suyos. 
Nicholas miró a lo lejos, sabía que haría algo est/úpido si no lo hacía. Como cogerla y llevársela lejos. Había mucho de su padre en él, adivinó.

--Tienes buen aspecto, también,- respondió ella con voz trémula.- Me alegro de verte, 
Nicholas  Me alegro mucho.- Parecía ahogarse con las palabras. --Yo... um... comencé a escribirte pero mis lágrimas borraban las letras. Algunas cosas simplemente no pueden decirse en un papel.

En otras palabras, prefería romper su corazón en persona. 
Nicholas se puso una coraza y despegó sus ojos de los suyos. --Frankie escribió regularmente.

Dos puntos brillantes de color aparecieron en sus mejillas. --Sí, bueno, fue imperdonable que no lo hiciera yo. Reconozco que ha sido mucho tiempo. Su voz tembló y ella apretó los labios un momento. A continuación, matándole latido a latido con esos ojos implorantes, le dijo, por favor dime que no estás enfadado.

--Por supuesto que no. Entiendo que has pasado por un momento difícil, Miley.

--Entonces por qué…- ella tragó y desvió su mirada por un instante. Mirando por detrás de él, dijo; --entonces ¿por qué estás tan frío conmigo?

¿Frío con ella? No sentía nada pero dijo: --Lo siento. Supongo que me cogiste por sorpresa. Él se obligó a sonreír. --Digo... mientras que todos estaban en la ciudad, debiste enviar a Frankie a recoger tus cosas. Apuesto que echaste ferozmente de menos tu Wheeler-Wilson.

Le miró fijamente un largo rato. --Sí ferozmente. Eso, entre otras cosas.

--Bien estaremos allí todo el día. Mamá organizó una fiesta para celebrarlo.

--Lo sé. Nos ha enviado una invitación.

Eso era nuevo para 
Nicholas. Apretó sus manos en puños, deseando poder ponerlas alrededor del pequeño cuello de su madre.-- ¿Oh, lo hizo? Bueno, genial. Esperamos verles a todos allí.- Esa era la mayor mentira que nunca había dicho. No sólo no deseaba esa tortura, si no que estaba decidido a no pasar por ella. Pasaría el día junto al arroyo en algún lugar y se libraría de tan dudoso placer. Extendió su mano hacia ella.- ¿Hasta entonces?

Ella apenas tocó su mano. --Sí, hasta entonces.

Ciego, 
Nicholas se marchó. No se molestó en esperar a su familia y no se fue de cabeza hacia la casa. En su lugar, pasó página al libro de Miley y huyó a un lugar especial donde el mundo no podía seguirlo.

--¿Qué significa, que no asistirás a la recepción? exigió saber Frankie. --¿Por qué diablos no, Miley? ¿Qué va a pensar 
Nicholas?

Obstinadamente aferrada a su asiento en el carro, Miley miró hacia abajo, negándose a mirar a su hermano. --Simplemente no iré, eso es todo.

--¡Pero Mamá y los chicos ya se fueron! ¿Qué vas a hacer, sentarte aquí y dibujar en el pol/vo hasta que regresen?

--Sí.

Frankie gimió y subió hasta sentarse junto a ella. --Miley, has perdido el buen sentido. Has estado nerviosa como un gato esperando este día. Hasta te hiciste un vestido nuevo. ¿Y ahora estás planeando volver a casa con nosotros? Se inclinó para ver su rostro. --Perdóname, pero hay un pequeño detalle que pareces olvidar. ¿Qué tiene tu marido que decir sobre esto?

Miley se mordió el interior del labio. --Nada. De hecho, sugirió que fuera a su casa para recoger mis cosas.

--¿Que él hizo qué?

--Me has oído.

Frankie suspiró. --Entonces hay un malentendido.

--Seguro y por mi parte.- Miley parpadeó para mantener sus ojos secos-. Él no me quiere ya, Frankie.

--Ah, ¡Por piedad! Su hermano había empujada el talón de su bota contra el reposapiés. Esa es la cosa más est/úpida que nunca he escuchado. Está locamente enamorado.

--Ciertamente no lo demuestra.

--Entonces ve a hablar con él y aclara el problema.

--Pensará que me aferro a él. Volvió sus afligidos ojos a su hermano. --Frankie, míralo desde su lado. En este pueblo se sabe acerca de mí. Puedo lidiar con eso ahora. Verdaderamente, puedo. Pero un hombre… bueno, ¿tener a la gente susurrando acerca de su esposa? 
Nicholas es una buena persona y siempre le estaré agradecida por todo lo que ha hecho por mí, pero no voy a presionarle. Fue amable cuando me saludó.

--¿Eso es importante?

--
Nicholas no es un tipo amable.

Frankie frotó sus manos sobre su pantalón. Miley, él te ama. Sé que lo hace. Y si no vas hablar con él, siempre te vas a arrepentir. Pero supongo que esa es una decisión que debes tomar tú.

Bajó del carro.

--¿A dónde vas? preguntó.

--Te dejo con tu estupidez, gruñó Frankie. Si deseas tirar algo tan maravilloso como lo que podríais tener tú y 
Nicholas simplemente porque te da miedo ir a hablar con él, hazlo. Pero no esperes que me quede aquí sentado mientras arruinas tu vida.

--¿Miedo? No tengo miedo. Estoy tratando de ser justa con él.

--Seguro, se burló Frankie. La verdad es que te da un miedo de muerte, que se confirme tu peor temor y que él realmente no te ame.

Miley cerró los ojos. --No podría soportarlo si lo hiciera.

Frankie suspiró. --Sí, podrías. Eso no quiere decir que vaya a suceder, pero si ocurriera, podrías soportarlo. Tienes un montón de gente que te queremos y estaremos ahí si las cosas salen mal.

Con eso, su hermano se alejó.

Le llevó a Miley todo su coraje entrar en el patio de los Wolf. Loretta le saludó calurosamente. Hunter le dio un abrazo. Índigo parecía eufórica de verla. Miley miró nerviosamente alrededor, rechazando ofertas de comida y refrescos. Miró a Frankie, que le hizo un guiño alentador.

Volviéndose a Loretta, Miley dijo: -- no veo a 
Nicholas  ¿Tiene usted alguna idea de donde está?

Su suegra la miró. --No, querida. Desapareció después de la ceremonia y no tengo la menor idea de donde está.

Dolorida, Miley simuló una sonrisa. Felicitó a May Belle y a Shorty por su boda. Cuando Índigo le trajo un plato colmado con alimentos, intentó comer. Parecía que su estómago se iba retorciendo y que cada pierna le pesaba cien libras. Sintiéndose horriblemente en evidencia, se movió a través de la multitud hacia su familia. Casi lo había logrado, cuando una mano grande y pesada la agarró por el hombro. Miró y vió la cara oscura de Hunter Wolf.

--“Sigue a tu corazón”,- dijo suavemente,- “y podrás encontrarle”.

Sin decir nada más, se marchó.

Lugares de ensueño. Recuerdos. Fresco sol de otoño en dónde una vez él había bailado un verano dorado con un ángel en sus brazos.
Nicholas se sentó a la orilla de Arroyo, sus brazos descansando vagamente en las rodillas levantadas, su mirada fija en la corriente de agua. Deseaba que la corriente se llevara su dolor. En el aire limpio flotaba el olor del carbón, una señal de que el invierno estaba llegando. Se preguntó cuántos inviernos irían y vendrían antes de que comenzara a olvidar.

Miley... El dolor en el pecho era tan agudo que casi no podía respirar.

En un remolino de viento, las hojas del otoño fueron arrancadas de sus ramas y lanzadas en una vertiginosa espiral alrededor de él, un caleidoscopio de colores tierra, borgoña, naranja, marrón y oro. El frío que acariciaba sus mejillas también tocaba su corazón.



Miley, su ángel de ojos verdes. Aunque las había buscado, no había visto sombras en su mirada cuando hablaron. El tiempo que había pasado con su familia la había curado, justo como esperaba. Pero le había dejado a él sangrando.

--¿
Nicholas?

Por un instante creyó que imaginaba su voz. Luego se volvió y la vió de pie a unos pocos pasos de él, frágil y delicada, sus ojos verdes eran una promesa de primavera en el esplendor rojizo del otoño. Asustado, se levantó.

--Miley, dijo absurdamente. --No esperaba verte aquí.

Ella miró lentamente a su alrededor, su mirada se detuvo en aquellos lugares donde habían hecho el amor el verano anterior. Una leve sonrisa apareció en su boca. --¿Dónde hubieras esperado verme, 
Nicholas, si no aquí en nuestro lugar especial?

No permitiéndose ninguna esperanza, 
Nicholas evitó su mirada. --Si me buscas para pedirme el divorcio, tendrás que hacerlo tú. No creo en eso. Pero no quisiera oponerme.

Ella se abrazó su cintura y tembló. --Ya veo.



--No firmaré ningún papel, añadió. Así que no preguntes. Va en contra de mis creencias, ambas comanche y católica. No quiero ponerme difícil, entiéndelo.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Magia en Ti - Cap: 39


La casa de los Graham estaba iluminada como un árbol de Navidad cuando Nicholas detuvo la calesa cerca del porche. Le dolían los brazos por conducir con uno, intentando ocuparse de Miley con el otro. Puso las riendas alrededor del freno y se quedó sentado por un momento, flexionando los miembros acalambrados. Miley estaba sentada tranquilamente contra él, su mirada se mantenía aún fija, en algo que él no podía ver. Durante las largas horas de viaje, ella no había hablado ni se había movido por su propia voluntad.

Saltó de la calesa, cogió a Miley por detrás de las rodillas y por los hombros para levantarla del asiento. Cuando se giró con ella hacia la casa, pensó que el deseo que pidió, la primera vez que la vió, estaba a punto de ser concedido. Iba a luchar como un león de montaña por ella. ¡Y por Dios, que iba a ganar! Recorrió en unas pocas y vigorosas zancadas la distancia hasta la puerta y, no se molestó en llamar, de una fuerte patada la abrió, tan fuerte que golpeó la pared interior. Todos los de dentro de la casa miraron. Las niñas estaban en la cocina fregando los platos de la cena. Mary Graham se sentaba en la mesa desgranando guisantes en un cuenco grande. Frankie y Matthew se sentaban encorvados sobre un tablero de ajedrez en la zona del salón.  Nicholas no podía recordar ver tantas expresiones de condena reunidas en una habitación. Claramente Frankie no había perdido el tiempo, corrió hasta su casa para compartir sus noticias.
¿Cómo se atrevían? Nicholas los miró a la cara uno por uno, muy conscientes de la ligera carga que sostenía en sus brazos, el sufrimiento que ella había experimentado. ¿Cómo podía cualquiera de su entorno familiar mirarla a ella con desprecio?

Les dio la vida,  pensó Nicholas.  Ellos tenían que comer. Comían lo que Miley había ganado para ellos, nada nuevo. Ella se había alimentado con su ingratitud durante nueve años. Pues bien estaban a punto de aprender, cómo de caro había pagado ella, el mantener su despensa abastecida.
Nicholas enganchó el borde de la puerta con un pie y, la cerró con  un golpe. El sonido de la madera al chocar contra la madera les hizo saltar a todos.
-¿Frankie?- Dijo Mary Graham.- ¿Qué pasa?
-“Está todo bien, mamá”.- Frankie, se levantó de su silla.- “Usted y esa mujer no son bienvenidos aquí, dijo duramente. Salgan de esta casa”.
-¿Miley? ¿Eres tú? -Dijo Mary. -“Calla, Frankie”. “Tu hermana siempre será bienvenida en mi casa”.

-¿Como el hijo pródigo?- dijo Nicholas fríamente.-
¿Debido a su deber cristiano para perdonar y amar al pecador entre vosotros?
Nicholas ignoró la postura amenazante de Frankie y caminó directamente hacia la mesa dónde se sentaba Mary Graham. Los olores del asado y las patatas se mezclaban con el olor dulce de las verduras recién recogidas. Descansando parcialmente el peso de Miley, sobre la mesa, dio un golpe con su brazo que hizo que el cuenco con los guisantes salieran volando. Alaina gruñó, cuando la porcelana cayó al suelo y se hizo añicos. Los guisantes volaron en todas direcciones. Sin preocuparse, Nicholas colocó cuidadosamente a su esposa sobre la mesa, delante de su madre.
-“Le he traído la hija que le faltaba”,- dijo desgarradamente.

Los ojos ciegos de Mary Graham, siguieron su voz. -¿Nicholas Wolf?
Frankie entró en la cocina. -“Le pedí amablemente que se fuera”.
Nicholas le dispensó una mirada helada. -“¿A eso le llamas amablemente? Trataré contigo en un minuto, joven. Mientras tanto ten la amabilidad de mantener la boca cerrada y los oídos abiertos”.
Cuando se volvió, vio que Mary recorría con sus manos el cuerpo de Miley.- “¡Oh, querido Dios! ¿Qué le pasa? ¿Está enferma?”

Nicholas apoyó sus manos sobre la mesa y, se inclinó hacia delante. -“¿Enferma? Dios lo quisiera. Entonces un médico podría ayudarla. Simple y llanamente, el corazón de la chica se ha roto. La he traído porque ni aún amándola tanto como la amo, puedo arreglarlo”.- Bajando un poco la voz añadió,- “Es la única persona que puede y sabe por qué”.
“No voy a permitirte que disgustes a mi madre con esto”,- dijo Frankie acercándose a la mesa.- “Coge ese pedazo de basura y llévatela adonde la encontraste. Fuera de nuestra casa”

Eso le dolió. Nicholas se volvió y golpeó al muchacho en la boca con el dorso de la mano. Frankie trastabilló con el golpe, pero pudo mantenerse erguido sin caer, se cubrió los labios con la muñeca.
-“¡No vuelvas  a hablar de tu hermana de esa manera!”,- dijo Nicholas con una voz peligrosamente suave,- “¡O con la ayuda de Dios, voy a golpearte hasta acabar con tu asquerosa vida! “¿Me has entendido Frankie?”

Con ojos brillantes por la ira y el odio, Frankie murmuró,- “no puede venir y arrasar con todo. Voy a buscar al sheriff”
-“¡Hazlo!”, -dijo Nicholas suavemente.  Volviéndose hacia Mary,- “cuando regreses, tu madre verá que tus cosas están embaladas en bolsas en el porche”. -Después le dijo a Mary,- ¿No es así, Sra. Graham? ¿Sabe usted quién pone la mantequilla en el pan, no?”

Mary cerró los ojos.
Cerrar los ojos no la ayudará, Nicholas susurró con saña.- “Usted ya está ciega”.- Él se inclinó más cerca. -“Sólo que no lo bastante ciega como ha pretendido. ¡Lo sabía! ¡Lo vi en su rostro el día que la conocí! ¡Lo sabía! Todos estos años, lo ha sabido.
-“Pare”,- susurró Mary. Ella recorrió con manos temblorosas el cabello de su hija. -“¿Qué le pasa? No…, ¿No es  algo contagioso, no?”

Por primera vez en su vida, Nicholas quería abofetear a una mujer. Cerró las manos en puños y los puso sobre la mesa. -“¿Y si lo fuera?”,- dijo él. -“Podría hacerla sentir culpable por diez años más y cosechar los beneficios”.
La cara de Mary Graham palideció. -¿De qué me acusa Sr. Wolf?
-“Creo que será  mejor dejarlo”,- intervino Frankie.
-¡Creo que será mejor que te calles!, -dijo Nicholas mirando hacia atrás. Regresando a su mirada fija sobre Mary, dijo,- “Vamos a llegar al fondo de esto antes de irme. De forma fácil o de forma difícil. Es su elección. Pero de una u otra forma, mi esposa va a oírlo de sus labios. ¡Admítalo, Sra. Graham! Siempre ha sabido, durante todo este tiempo, lo que hacía Miley para apoyar a esta familia. ¿No es así?”

Ella puso un codo sobre la mesa y presionó su temblorosa mano sobre su cara.
-“Si la ama”,- insistió Nicholas,-“y sé que usted la quiere mucho, entonces, por su bien y por el amor de Dios, ¡Admítalo!”
Con un sollozo, dijo,- ¡Dios me perdone! ¡Sí, yo lo sospechaba!
Con un tono burlón, dijo Nicholas, -¿usted lo sospechaba?
-¿Mamá?- Dijo Alaina con voz estridente. -¿Qué estás diciendo?

Nicholas se enderezó. -La horrible verdad, Alaina, dijo con más calma.- Tu padre fue asesinado. Tu madre es ciega. Tenía ocho hijos que alimentar, uno de ellos enfermo y que necesitaba medicación para mantenerse vivo y no tenía ninguna manera de ganar dinero para sacarles adelante a todos ustedes.- Nicholas miró por detrás de Mary.- Para mantener el hambre fuera de la puerta, tuvo que tomar una decisión que ninguna madre debería tener que tomar. ¿Estoy en lo cierto, Sra. Graham?
-“No”,- susurró Mary. -“Dígame lo que quiera a mí, pero no delante de los niños. Concédame eso al menos”.

Nicholas pasó una mano a través de su pelo y pasó su mirada de niño a niño. Todos excepto Jason estaban presentes. Viendo sus expresiones asustadas, vió cumplido su propósito. Pero luego miró a Miley. Nadie la había protegido de la horrible realidad. En contraste, sus hermanos y hermanas habían estado demasiado abrigados. Ya era hora que soportan al menos algunas de las cargas. Miley no podía llevarlas sola ya.  Era tan sencillo y tan desgarrador. Nicholas determinó que, todos los niños excepto Jason, eran lo suficientemente mayores para escuchar la verdad, y lo harían por el bien de Miley.
-“Lo siento”,- dijo Nicholas suavemente.- “Pero a mi modo de ver, tengo que elegir entre mi esposa y todos ustedes. No hay elección. Puede que enfrentarse a esto duela, aún así nunca sabrán el dolor por el que ha pasado Miley. ¿Y todo para qué?”.- Miró a Frankie.- “¿Para que su hermano pueda escupir a sus pies y repudiarla? ¿Para que él pueda despreciarla por ser una pros/tituta y ofrecerse a venderla a dos extraños?”. - Miró a cada una de las chicas, -“¿Para que sus hermanas puedan fruncir sus labios y sentirse santurronas?”

El silencio cayó sobre la sala. Un silencio consternado.
-“Es tiempo de que sepan la verdad, Sra. Graham”. Todos a la vez.  “Todo empezó con la epidemia de sarampión que Miley trajo. ¿Cómo pudo permitir, en su corazón, que Miley se sintiera culpable de su ceguera y de la ****ez de Jason? En cierto sentido, era incluso responsable de la muerte de su marido, ¿no? Si no hubiera tenido que trabajar tanto para pagar al médico y comprar medicinas. No habría cogido ese trabajo de arreglar el techo del campanario de la iglesia, y obtener un dinero  extra. ¿No es así?”
-Deténgase,- lloró.
-“No puedo”,- dijo Nicholas ásperamente. Y era verdad. No por el daño que había hecho con sus palabras, sino por las lágrimas que habían provocado. De Miley. Ella todavía yacía inmóvil sobre la mesa. Su expresión no se había alterado. Pero había lágrimas en sus ojos. Lágrimas silenciosas.
-“Usted me hace aparecer como un monstruo”,- acusó Mary.
-“No”,- rebatió Nicholas.- “Usted es una madre que ama a sus hijos. Una madre que sacrifica a uno para salvar a los otros siete. No voy a juzgarla por ello. Sé que a Miley no le parecería bien. Pero sí la juzgo por la forma en que se comportó con ella”

Hizo  una pausa para enfatizar. Nicholas, desvió su mirada hasta el pálido rostro de Miley. -“Los quiere a todos tanto, que lo habría hecho, sin necesidad de sobrecargarla de culpa. Pero eso fue exactamente lo que hicieron. Ella desobedeció a sus padres. Nada grave. Sólo una infracción típica, común entre los niños de esa edad y al hacerlo, contrajo el sarampión. Ha estado pagando por ello, durante nueve años interminables”.

-¡No sabe nada!- Lloró Mary- ¿Cómo se atreve a entrar aquí y lanzar acusaciones?  ¡No sabe nada acerca de esta familia ni acerca de mí!
-Sé que durante nueve años, fingió que no sabía cómo obtenía el dinero para alimentarles a todos ustedes. La verdad es que no sólo sabía, sino que probablemente lo organizó.

Mary Graham retrocedió como si él le hubiera golpeado. Nicholas vio a Miley apretar sus ojos cerrados. Se sintió enfermo. Enfermo hasta el alma. Pero no podía parar. Ella tenía que escucharlo, y tenía que escucharlo de su madre.
-“Contactó con ella en la lavandería, para que ganara un dinero extra- la señora del burdel buscó a Miley fuera en la calle. Usted la envió al establecimiento para recoger la ropa sucia. Suena bastante inocente, pero recapacité sobre el hecho de que la señora buscara a Miley en la calle. Las pu/tas no se atreven a hacer eso. Si intentan hablar con las inocentes niñas locales logran un billete para salir de la ciudad en el primer tren”.
Nicholas se inclinó más cerca. -“¿Entonces por qué la señora se acercó a Miley, directa al grano, no? Y una vez que Miley empezó a hacer la colada del prostíbulo, la señora sugirió otras maneras con las que podía ganar dinero. Mucho más dinero. ¿Cómo se atrevió la mujer a asumir ese riesgo? Si la niña hubiera ido a casa y lo hubiera contado, habrían cerrado el burdel. Aún así intentó reclutar a Miley, no una vez, sino varias veces, aparentemente sin ningún temor a las consecuencias”.
-“Pare”, -susurró Mary.
-“No,  creo que usted había hablado con esa señora, Sra. Graham. Por eso ella no temía hablar con Miley, porque su madre le había dado su bendición. ¿No? Porque estaba desesperada. El bebé se estaba muriendo. Sus otros niños estaban hambrientos. Y Miley era su única salida”.

Los gemidos de Mary Graham sonaban más desgarrados. -“No tiene derecho. Y ninguna prueba. Mentira. Todo mentira”.
-“No lo creo”, -rebatió Nicholas. - “Lo reconozco, me tomó un tiempo encajar todas las piezas juntas. La lástima fue que Miley nunca lo hizo ¿Usted sabía exactamente cómo jugar con ella, no Sra. Graham? Cómo presionarla con la culpa. La utilizó en su contra como un cuchillo afilado, justificándose a sí misma sus acciones todo el tiempo porque si no hubiera sido por ella, no habría ocurrido este lío. ¿No fue así como lo racionalizó? El sacrificio de un niño para salvar a los otros. ¿Qué mejor opción que el niño que inadvertidamente causó todos sus males?”.
-¡No!
-¡Oh, sí! No resulta fácilmente evidente. Una  gentil mujer ciega que parecía amar a todos sus hijos, que asistía a la iglesia los domingos, que en su ingenuidad no sospecharía dónde conseguía, su hermosa hija mayor, las exorbitantes sumas de dinero necesarias para mantener esta familia. Todo parecía estar bien. Sonaba plausible. Pero algo parecía siempre ponerme en alerta. Seguí dando palos de ciego, recordando lo que Miley me había contado. Y tengo que decirle que tardé mucho tiempo en empezar a sospechar, siempre rechazaba  esas ideas porque no quería creerlo”.

Sin mostrar ninguna misericordia, Nicholas entró a matar.
-“¿Sabe cuál fue mi primera pista? El día que la conocí, escuchó mis pasos. Apenas nadie puede presumir de eso. Ando como un indio, de dedos a talón y sin hacer apenas ruido, incluso con botas. Pero usted me localizó exactamente, por el sonido. Los ciegos desarrollan un oído muy agudo. ¿No es así, Sra. Graham? Para compensar su defecto”.
-¿Eso? ¿Cómo que…?
-“Por que, -la calló, -  tendría que haber escuchado a Miley cuando se levantó esa primera noche y se puso su vestido especial. Tenía que haberla escuchado salir a escondidas de la casa para ir a ese prostíbulo”.
-No. No. Si la hubiera escuchado, debería haberla detenido.
-“Exactamente”,- dijo Nicholas suavemente.- “Sólo que usted no lo hizo. No quería oírla, porque era lo que quería que hiciera, por lo que usted había estado rezando. ¿Por qué, en nombre de Dios, no puede reconocerlo? Entiendo que es muy doloroso para usted, que le pidió a Dios que algo tan aborrecible no fuera necesario y que le rompe el corazón admitir incluso para sí misma que lo hizo. Pero eso es mejor que hacer que esta chica pase la vergüenza sola”
 -“¡Me está acusando de empujar a mi hija a pros/tituirse!”

Nicholas la  ignoró.  -Puedo creer que no la escuchara su primera noche. Pero ¿qué pasó con todas las otras noches, Sra. Graham? ¿Estaba convenientemente sorda en aquellos tiempos? ¿Y cuando volvía por la mañana? Tenía que haber preguntado a Miley donde había estado y cómo arrojaba a sus manos tanto dinero. Pero usted no preguntaba, ¿No? No sobre sus ausencias o los billetes. No era necesario. Usted lo sabía”.
-“Oh, Dios... Perdóname, Miley. Perdóname”.

Nicholas cerró los ojos, aliviado, pero lleno de pesar. Con la voz ronca por la emoción, dijo,- ella la perdona, Sra. Graham. El problema es que ella no puede perdonarse a sí misma”.
-“¿Mamá?”

Al oír la voz de Frankie, Nicholas abrió los ojos para ver la cara del joven, absolutamente incolora.
-“¿Mamá?- repitió.- Di que no es cierto. Que tú nunca”.

La suplica fue sincera. Pero quedó sin respuesta. Mary Graham simplemente sollozó y sacudió la cabeza. Los otros niños parecían sembrados, sus ojos estaban llenos de incredulidad e impacto. A Nicholas no le dio satisfacción destruir una familia de esa manera.
Frankie retrocedió lentamente hacia la puerta. Viéndole, Nicholas  casi podía sentir la angustia del chico.- “No, Frankie, dijo suavemente. No eres un chico ya. No puedes largarte a lamer tus propias heridas cuando tu familia te necesita”.
-“¿Mi madre empujó a mi hermana a…,- los tendones a lo largo de la garganta de Frankie, estaban tan tirantes que parecía que estrangulaban sus palabras,- ser una pros/tituta? ¿Para sostenernos a todos nosotros? ¿Mi propia madre?”.

Nicholas respiró hondo y dirigió su mirada a Miley. Ella estaba ahora con los brazos abrazando su cintura. Sus ojos permanecían cerrados, y las lágrimas aún caían por sus mejillas.
-“Tu madre hizo lo que tenía que hacer”,- dijo suavemente Nicholas.  -“¿Qué otra cosa podría hacer, Frankie? ¿Ir a buscar un trabajo? Está ciega. ¿La otra opción para las viudas con hijos es volver a casarse, y que hombre quiere casarse con una mujer ciega con ocho hijos? Jason estaba enfermo. Si él no hubiera dispuesto de su elixir, probablemente habría muerto. Y además de eso, todos los niños se iban a morir de hambre”. Nicholas miró al muchacho a los ojos. -“Si hubiera podido, estoy seguro de que ella hubiera ido en lugar de Nicholas. Las ciegas no ganan mucho en un lugar como ese, mientras que Miley, una chica con cabellos dorados sí”.
Mary sollozo de nuevo. -“Oh, Dios... Oh, Dios...” Ella pasó sus brazos sobre Miley. “Mi niña. Dios me perdone. Mi niña”.

Frankie reclinó sus hombros contra la puerta, su mirada fija en Miley. -“Era tan pequeño, entonces, ella parecía una adulta para mí”, -dijo con amargura.
-“Bueno, ella no lo era”,- dijo bruscamente Nicholas.-  Fue sólo su desgracia que fuera la mayor. Excepto por orden de nacimiento, podría haber sido Alaina o Ellen. Hay algunas personas en esta casa que debían mirar su nariz, antes de condenar a nadie. Ella sacrificó más cosas de las imaginables para alimentaros”.

Frankie tragó. -“Nunca lo pensé. ¿Ella era apenas una niña, no? Sólo tenía la edad de Teresa ahora”.
-Teresa estaba de pie cerca de la pila, sus pequeñas manos agarraban  una toalla, el azul de sus ojos los hacía parecer más grandes.- Estaban desarrollándose sus pechos, pero apenas.- Mirándola fijamente, Nicholas sintió pararse su corazón. Miley se había convertido en una pros/tituta a su edad.
-“De la forma en que yo lo veo, Frankie, has estado equivocado en tus ideas sobre muchas cosas”,- comentó Nicholas.  Inclinando la cabeza para mirar la chaqueta nueva del chico, dijo, -“Veo que tu hermana te dio dinero para comprar una chaqueta nueva, con chaleco y todo, eso sin mencionar el fino tabaco que fumas o el dinero que planeabas gastar en Wolf Landing. No podemos mencionar para qué. ¿Qué pensabas hijo? ¿Qué el dinero crecía en los árboles? ¿Nunca, ni una sola vez consideraste que tal vez deberías conseguir un trabajo?

Frankie retorció el gesto y agachó la cabeza. Plenamente consciente de los gemidos suaves de Mary Graham, Nicholas miró a Alaina.-
“Y usted, joven señorita. Tienes dieciséis años de edad. Cuando Miley tenía tu edad, soportaba el peso de toda esta familia. ¿Qué has hecho para ayudar? ¿Has trabajado en la lavandería? ¿Buscado un puesto de limpiadora entre los  vecinos? ¿Has incluso cosido alguna ropa para tus hermanos y hermanas menores?”.
-“Miley siempre lo hizo”, dijo la chica sin convicción.

“Miley siempre ha hecho todo para vosotros”,- dijo Nicholas.  -“Eso es lo que estoy tratando de haceros ver. -Miró  a cada niño. -“Todos tenéis la edad suficiente para apreciarlo. El dinero no le cae en las manos a la gente. Tiene que sacrificarse para obtenerlo. Su hermana sacrificó su vida”.- Miró a Teresa. -“Nadie le compró peinetas con piedras brillantes cuando tenía tu edad”. -Cambió a su mirada hacia Alaina. -“Nunca consiguió llevar zapatillas de baile. Ningún muchacho la invitó nunca a un baile”. - Miró sobre su hombro para encontrar la mirada de Matthew. -“Quieres un rifle de caza, no para alimentar a tu familia, porque de eso se ocupa Miley, sino por deporte, Miley no tuvo tiempo de jugar a tu edad”.

Nicholas hizo una pausa para permitir que todos dirigieran su mirada al pálido rostro, surcado por las lágrimas de Miley. Rezó para que ella escuchara cada palabra. Con voz tranquila le habló de su lugar de sueño, de cómo ella había sobrevivido a la fealdad de su vida, como había perseguido su anonimato para proteger a su familia, como su embarazo la había afectado. Terminó hablándoles de Toodles, que había conocido todas sus cosas malas y aún así la amaba de todos modos.
Alaina se acercó a la mesa. Frankie se alejó de la puerta. -¿Ella está así, por lo que le he dicho hoy?, preguntó tembloroso. “Es culpa mía. Todo culpa mía”. -Un sollozo se escapó de su pecho. -“¿Miley? No quise decir eso. Perdóname por lo que he dicho. No quise decirlo”.

Mary Graham tomó aliento, gimió bajo y susurró, -“Sólo hay una responsable de esto, Frankie. Soy yo quien debe pedirle perdón”.
Nicholas puso una mano sobre el cabello de Miley y se inclinó para besar su frente. -"Ella no quiere que ninguno de vosotros le pida perdón”,- dijo suavemente. -“Todo lo que ha deseado alguna vez de vosotros es una cosa sencilla”.
-¿Qué?- Gritó Alaina.
Nicholas respiró hondo. -“Que la améis de todos modos. Eso es todo. Solo amor sin condiciones. Desde mi punto de vista, no creo que sea demasiado pedir ¿No?”

 Mary Graham hizo un sonido estrangulado y apretó sus brazos alrededor de su hija. Alaina las abrazó a ambas. Nicholas miró por un momento, pero sólo por un momento.
Luego caminó. Esos fueron los diez pasos más difíciles que jamás había dado.
Una vez en el porche, Nicholas se apoyó contra un poste, su cuerpo le dolía agotado, su corazón le dolía aún más. ¡Quería tanto a la chica que estaba ahí! Que dejarla allí, a pesar de que sabía que tenía que ser de esa manera, era la cosa más difícil que nunca había hecho en su vida.

La puerta de la casa se abrió detrás de él, y una cuña de luz dorada iluminó a Nicholas.  Un instante después, las bisagras crujieron al cerrarse y la luz artificial se apagó. Unos pasos atravesaron el porche. Frankie apareció ante él. Después de un momento se sentó en el escalón, apoyó los brazos sobre las rodillas y dejó las manos colgando.
Durante un tiempo, ninguno habló. Los caballos del tiro de la calesa de Nicholas  relincharon y agitaron sus colas para alejar a las moscas. La melodía aguda de los grillos llenó el aire caliente de la noche. Nicholas buscó las estrellas y la luna, deseando con todo su corazón llevarse a Miley a casa con él ahora.