sábado, 18 de febrero de 2012

Undress for me Cap: 28


—¿Qué?
Era Liam
—Miley, no me gusta estar al otro lado de una puerta cerrada.
Me acerqué a la puerta, y quité el pestillo.
Liam abrió la puerta y me miró.
—¿Estás bien?
Me encogí de hombros y dejé el bate contra el lavabo.
—¿Le has hecho daño?
—Lo he metido en un taxi.
—Eso no es lo que te pedí.
—Lo sé.
—¡Joder, Liam!
No te enfades conmigo, Miley —Me señaló con el dedo. —¿Qué demonios estabas pensando, abriendo la puerta sin mirar quién había al otro lado?
—¡No me grites! ¡Soy una mujer adulta, y no necesito un sermón! —Y di un taconazo para enfatizar mi postura.

Me miró de arriba abajo y se acercó a mí. Estaba enfadada, pero lo deseaba. Me apretó con fuerza contra él, y me pasó una mano por el pelo.
—Le has dado una buena paliza.
—Sí —susurré, aforrándome a la tela de su camisa.
—¿Te hizo daño?
—No. Solo me gritó.

Liam me sacó del baño y me llevó por el pasillo hasta el salón. Me sentó en el sofá y volvió con la copa de vino que había abandonado en la entrada. La acepté y di un largo trago. Se sentó en la mesita de café frente a mí. Dejé de beber, y lo miré.
—Quita el culo de mi mesa de café. Acaban de barnizármela.
—Cállate, Miley, y termínale el vino.
Me terminé el vino de un solo trago, y le tendí la copa.
—No tienes que mimarme. Estoy bien.
—¿Acabas de darle una paliza a un tipo en tu dormitorio con un bate de béisbol, y estás bien?
Me encogí de hombros.
—Ojalá le hubiera roto un par de huesos.
—Joder, Miley, me matas —Se levantó de la mesa y se alejó. —Sería agradable que actuaras como una mujer normal al menos durante veinte minutos. Ya sabes, llora y asústate para que yo pueda ser el hombre.
Me dejé caer en el sofá.
—¿No te sentiste como un hombre mientras ayudabas a Jeff a entrar en el taxi?
Miró el suelo y se encogió de hombros.
—Eso no es lo mismo.
—¿Lo has dañado permanentemente?
Liam se encogió de hombros y me miró.
—Es posible que no pueda ser padre en el futuro.
Me froté la cara y negué con la cabeza.
—¿Todos los hombres sois iguales?
—Ese tipo te violó —Sus palabras salieron a través de sus dientes apretados.
Me estremecí ante su tono de voz.
—Sí, lo hizo.
—Y lo ha hecho otra vez esta noche —Miró alrededor, y suspiró. —Has pasado dos años construyendo una vida en la que te sentías segura, y entonces él aparece.
—Y la rompe en pedazos —admití en voz baja. —Él no importa, Liam. No importa cuánto haya influido en el pasado, ahora ya no. Lo que me hizo estuvo mal, y esa traición se quedará conmigo toda la vida, pero forma parte del pasado. Estuvo mal no presentar cargos contra él cuando ocurrió. Hay una parte de mí que me dice que soy laculpable. Me preocupa la próxima mujer con la que se cruce y que le haga sentirse inferior. Me gustaría tatuarle la palabra violador en la frente para que ninguna mujer volviera nunca a confiar en él.
Todavía podrías llevarlo a juicio por lo que te hizo.
—Sí.
—Pero no lo harás.
—No.
—¿Por qué? —me preguntó Liam con voz tan baja que durante un minuto no me di cuenta de que había hablado.
—Porque eso no me proporcionaría justicia. Podría regodearme en lo que me hizo, o puedo seguir adelante. Esto puede sonar cobarde. Joder, incluso puede ser moralmente censurable.
—¿Qué te haría justicia, Miley?
—No losé.

Entonces, ¿por qué no lo denuncias a la policía, y das ese paso?
—Ya he dejado Nueva York atrás —Me levanté del sofá y caminé hasta el extremo opuesto de la habitación. —Si lo etiquetara como violador, estaría diciéndole al mundo entero que yo fui su víctima.
—¿Y no puedes hacer eso?
—No, a menos que mi vida dependa de ello.
Las palabras cayeron con dureza entre nosotros. Lo miré a los ojos y vi que estaba furioso. Sabía que no estaba enfadado conmigo, sino con una situación que nunca sería capaz de controlar. Yo llevaba un equipaje que él no había esperado.
—Esto es lo que soy, Liam.
—Ya lo veo —Se frotó la cabeza. —Sabía que eras una tarea complicada incluso antes de llevarte a la cama.
Me reí.
—No creo que ningún hombre me haya llamado así antes.
—Quizá no en tu cara —murmuró.
Cogí mi copa vacía y caminé hasta la cocina.
—¿Te gustaría beber algo?
—Joder, no.
Rellené mi copa y volví a apoyarme en la encimera.
Podía verlo desde la cocina; caminó de un lado a otro de la habitación un par de veces antes de  detenerse en la entrada de la cocina. Yo esperé.
—Ven aquí,_______.
Dejé la copa sobre la encimera y caminé hacia él. Tomé la mano que me ofrecía, y me estremecí un poco mientras me atraía hasta él. La adrenalina, el miedo y la rabia aún hervían bajo mi piel. Podía sentir la misma energía impaciente en Nick. Sus manos se movieron por mi espalda y se deslizaron sobre mi trasero. Contuve el aliento mientras me levantaba del suelo y sujetaba mis piernas alrededor de su cintura.
Me colocó sobre la encimera y acarició mi rostro con dulzura.
—La primera vez que te vi, sentí que se me tensaba el estómago como si me hubieran golpeado. No lo entendí, y sigo sin hacerlo. Te deseo, y si esto forma parte de ti, estoy dispuesto a aceptarlo.
—De acuerdo.
—No soy perfecto —Apartó el cabello de mi frente, y me miró la cara. —Nunca te veré como una víctima. Sobreviviste a un acto de violencia atroz. Eso es lo que eres, una superviviente.
Suspiré cuando besó mis labios suavemente, y después susurró mi nombre mientras movía su boca a lo largo de mi mandíbula.
—No puedo pedir ayuda —dije.
—¿Por qué no?
Temblando, lo abracé con más fuerza, y enterré mi rostro en su cuello.
—Porque la única vez que lo hice, no vino nadie.

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