domingo, 1 de enero de 2012

My Angel cap: 22


23 de Diciembre de 2008

Abrí mis ojos lentamente, rápido visualicé el reloj. Aún era temprano. Intenté levantarme de la cama  pero los brazos de Nicholas me detenían fuertemente.


-Buenos Días Miley. Te diré algo, ¿por qué mejor no te quedas aquí? –Me volví hacia sí y lo miré detenidamente-.


-¿Quedarme? ¿Para qué? –No tenía caso quedarme allí. Él se iría en un par de horas a más tardar y yo me quedaría sola como habitualmente lo estaba-No tiene caso.


-Claro que lo tiene, y no te dejaré sola de nuevo.


-Solo intentarás hacer que yo no vaya a mi cita con Liam, y cuando cumplas lo que tramabas… volverás a lo de siempre –La verdad no sabía si creerle o no-.


-Tienes que creerme.


-Lo siento Nicholas… -Susurré. Traté de levantarme de nuevo pero fue en vano. Él no dejó de soltarme- Tengo que arreglarme Nicholas, suéltame, por favor.


-Tú no necesitas arreglarte para verte linda Miley. Eres perfecta, y no, no te dejaré ir –Lo menos que quería era discutir en ese momento, no estaba muy de humor para tonterías como ésta-.


-Deja de actuar como niño Nicholas, y suéltame ya –Él aflojó las manos de poco a poco y sí pude quitármelo de encima- Gracias –Solté esto último entre dientes-.


-Si me amas, quédate aquí. Si no, vete con él –Antes de ponerme en pie, me detuve en seco en el borde de la cama. No sé porque, pero sentía que algo tramaba- No es así Miley. Te estoy dando a escoger la opción correcta de la incorrecta.


-¿Y si yo te lo preguntara? ¿Qué harías? –Esto era el colmo. Quería dejar de ser la culpable cuando él era el que me orillaba a hacer lo que hago-.


-Hasta el momento no me lo habías preguntado, pero estamos hablando de ti. Tú eres la que se irá de paseo con ése doctorcito de pacotilla.


-De paseo, tú mismo lo has dicho. No me iré todo el día y regresaré a casa a altas horas de la madrugada como lo haces tú con no sé quién, Nicholas –Él estaba por decir algo, pero se lo pensó dos veces- ¿Ahora que tienes que decir al respecto?


-Entonces, vete, si es lo que quieres –Claro que lo haré. Gracias por entender. Me puse de pié y me dirigí al armario, tomé algunas prendas y me introduje en el baño. Me di mi tiempo para arreglarme bien, ni mucho ni poco-.


Ayer, antes de que anocheciera, mientras platicaba con Liam, salió una pequeña cita. Nunca había tenido una, pero si lo de la cena de aquel día fue una cita… entonces solo había una de la que me acordaba. Era agradable tener a alguien con quien charlar y pasar el tiempo a gusto. Meses atrás, eso y más hacia con Nicholas. Estaban por dar las 10 y yo estaba completamente lista. Mientras echaba una última mirada al espejo, sonó el chirriante timbre de la casa. Nicholas… aún seguía allí en la cama, mirándome. Aunque no lo crean.


-¿Te quedarás allí todo el día? –Pregunté. Mirándolo a través del espejo-.


-Te esperan, vete ya –Esbozó una media sonrisa, como no queriendo- Te ves hermosa Miley.


-Eso no responde a mi pregunta pero tienes razón, me esperan –Por segunda vez sonó el timbre y me volví hacia la puerta- Haz cambiado mucho Nicholas… mucho –Salí de allí sin escuchar alguna palabra salir de su boca. Llegué casi a zancadas a la puerta principal, pasé mi mano por la perilla amarillenta, tomé un poco de aire y la abrí-.


Estaba de espaldas a la puerta y se volvió hacia mí. Liam estaba por decir algo cuando sus ojos se le pusieron como platos al verme y abrió un poco la boca. Pocos segundos después sacudió levemente la cabeza y me miró fijamente- Estás divina Miley.


-Gracias Liam, ¿nos vamos? No quiero seguir aquí –Él asintió rápidamente y estiró su mano hacia mí, para que yo la pudiera tomar. Lo hice y caminamos dificultosamente por el pequeño caminito del jardín delantero, que estaba cubriéndose de nieve de nuevo. Entramos en el auto, el cual, ya estaba cubierto por una fina capa de nieve-.


 -¿A dónde quieres ir Miley? – Liam parecía muy feliz- Podemos ir a donde quieras.


-Sabes, te daré el privilegio de llevarme al lugar que quieras Adam. ¿Qué dices?


-Perfecto.


No se dijo más. No tardó mucho tiempo en cuando me di cuenta, estábamos en un pequeño restaurant. “Buon Gusto”. Me imaginaba que era muy temprano como para comer algo. Y se suponía que iríamos a desayunar por ahí. Se bajó rápidamente del auto y lo rodeó hasta llegar a mi puerta. La abrió y tomé su mano de nuevo. Nos dirigimos al pequeño restaurant y al entrar… para mi sorpresa…,  Chris estaba allí.

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