Bajé las escaleras envuelta en una toalla, con el cabello recogido con una horquilla, como me pidió cuando lo dejé en la ducha. Estaba al otro lado de la escultura, mirándola. Miraba cada centímetro tan distante y profesional como la primera vez que posé para él. Me miro y volvió a la escultura mientras yo tomaba asiento en la butaca y colocaba mis piernas en la postura adecuada. Estaba agradablemente dolorida. Los músculos que no había usado durante tanto tiempo latían bajo mi piel.
Lo miré y lo descubrí mirándome.
—¿Estoy mal colocada?
Negó con la cabeza, y suspiró.
—No. Creía que acostarme contigo haría que perdiera interés por esta pieza, pero no ha sido así.
Volvió al trabajo, dejándome con mis pensamientos. Había pensado que después de la ducha le contaría lo de Nueva York, y por qué me había marchado de allí. Mantener un secreto no me parecía justo a la luz del cambio que había sufrido nuestra relación.
Lo miré y lo encontré frunciendo el ceño.
—¿Qué pasa?
—No pareces contenta, Miley.
—Tengo algo difícil que contarte. No quiero hacerlo, pero no creo que pueda esconderlo y aun así sentirme bien —Tomé aire profundamente y me concentré en el suelo frente a mí. ¿Por qué era tan difícil?
—Sobre Nueva York —dijo, en voz baja.
Lo miré y suspiré.
—Sí, sobre Nueva York —Inhalé profundamente. —Eres el segundo hombre con el que he estado desde que me violaron.
—Te violaron —Las palabras salieron de su boca con dureza, y sonaron tan dolorosas que me estremecí.
Sabía que no había una palabra que fuera tan horrible como violación. Asentí y observé cómo una multitud de emociones cruzaban su rostro. La rabia y la tristeza fueron las únicas que perduraron.
Se aclaró la garganta y se concentró en el alabastro unos minutos, con las manos quietas.
—Gracias por confiar en mí.
—Confío en ti —Incapaz de evitarlo, comencé a hablar. —Se llamaba Jeff King. Trabajaba en el museo conmigo.
Éramos amigos. Bueno, yo pensaba que éramos amigos. No era la primera vez que nos quedábamos trabajando después de la hora de cierre del museo. Estábamos preparando una exposición juntos. Quería terminar pronto para poder irme de la ciudad durante el fin de semana.
No pude contarle más. Solo Demi había escuchado todos los detalles, y había tardado horas en sacarlo todo. Disgustada, lo miré.
—Martin me encontró, me salvó en varios sentidos, en realidad. Me sentía sola y destrozada. Me ayudó a reconstruir mis piezas.
—Y él se enamoró de ti.
Asentí.
—Sí, no me di cuenta de eso hasta más tarde. El sexo siempre había sido un placer para mí, al menos hasta que fui violada. Después de eso, tenía sentimientos encontrados respecto al sexo. Sabía que lo que me había ocurrido no tenía nada que ver con el sexo ni con el deseo, pero me sentía incómoda entre hombres que me deseaban. Martin no era sexualmente agresivo; para ser sincera, era yo quien iniciaba todos nuestros encuentros sexuales. Una noche me di cuenta de que había estado utilizándolo. Me sentí asqueada. Tomé la decisión de dejar Nueva York y a Martin. Yo no merecía su amistad.
Se quedó en silencio un momento, y entonces se aclaró la garganta.
—Tengo que pensar en todo esto con calma.
Asentí y me incorporé un poco para que pudiera seguir trabajando. Liam era bastante introspectivo, así que había esperado que retrocediera un poco mientras digería lo que acaba de contarle.
Me quedé donde estaba durante varias horas mientras él trabajaba. Me movía, estiraba, y me levantaba cuando él me lo sugería. Cuando dejó las herramientas con las que trabajaba era casi media noche. Miró mis piernas y mis manos, frunció el ceño, y echó un vistazo al reloj de la pared.
—Deberías haberme avisado de que era tan tarde.
—Estabas muy concentrado —Extendí las piernas y me eché hacia atrás en la butaca.
Se acercó a mí, con las manos cubiertas de polvo del alabastro, y se arrodilló frente a la butaca. Moví las piernas mientras pasaba sus dedos por la parte de atrás de mis rodillas. El polvo de sus manos era áspero, y la sensación era deliciosa.
—Tu confianza en mí es sorprendente. Si hubiera sabido lo que escondías, no estoy seguro de que te hubiera manipulado para que posaras para mí —Se aclaró la garganta —Tu presencia y tu personalidad eran un desafío para mí. Quería desnudarte, quitarte todas las pretensiones sociales que nos colocamos para civilizarnos, hasta ver lo que eras en realidad.
—¿Y ahora?
—Ahora estoy sorprendido de que confíes en mí tanto como lo haces.
Suavemente, me atrajo hacia delante hasta que estuve sentada casi al borde de la butaca, y elevó una de mis piernas sobre su hombro. Entonces bajó la cabeza y deslizó su lengua entre mis labios menores.
Me dejé caer en la butaca, y me aferré a los brazos de la misma. Me había excitado tan rápidamente que apenas podía pensar. Sentí su lengua cálida y húmeda sobre mi clítoris, antes de que se deslizara en mi interior. El movimiento de su lengua y el roce de sus labios era perfecto.
Levanté las caderas brevemente, y después me hundí de nuevo en la butaca cuando Liam introdujo dos dedos en mi coño.
—Joder —Cerré los ojos y me obligué a relajarme mientras sus labios se cerraban suavemente sobre mi clítoris. Usó la punta de su lengua para lamerme y acariciarme.
Gemí cuando levantó la cabeza y se incorporó.
Liam me levantó de la silla y me guió hacia las escaleras. Excitada y mentalmente débil por la lujuria, lo acompañé. Una vez más, me encontré a los pies de su cama, observándolo mientras se desvestía. Se colocó un condón mientras yo subía a la cama y me tumbaba sobre mi espalda. Pasándome las manos por los muslos casi podía imaginármelo en mi interior.
—Ven aquí —demandé en voz baja mientras levantaba las piernas y colocaba los pies contra el colchón. —No tengo ganas de juegos.
—Yo tampoco —Colocó una rodilla sobre la cama e inclinó la cabeza mientras me miraba. —Ponte sobre tus manos y rodillas.
Sonriendo, me incorporé y me puse de rodillas. Sus manos rozaron mi espalda mientras se unía a mí en la cama y besaba mi hombro suavemente. Cerré los ojos y me aferré a las sábanas mientras Liam se colocaba.
Su po.lla rozó el interior de mis muslos, y me humedecí inmediatamente. Abrí más las piernas, y me arqueé un poco y gemí cuando su po.lla acarició la entrada de mi coño.
—No me provoques.
—Oh, no lo estoy haciendo —Su promesa fue suave y sedosa mientras se introducía en mi interior. Su po.lla me llenaba de un modo que era enloquecedor. Succioné mi labio inferior y cerré los ojos mientras me penetraba completamente.
—¿Te hago daño? —Sus manos recorrieron mi espalda y agarraron mis caderas.
—No —Empujé hacia atrás, contra él, balanceando mis caderas. —Dame más.
Su respiración se hizo más rápida, y comenzó a jadear.
—Hazlo otra vez.
Hice lo que me había pedido mientras comenzaba a moverse. Cada vez que lo acogía en mi interior, no podía evitar pensar que aquel era su lugar, la profundidad de mi cuerpo. Éramos dos partes de una hermosa unión, una como la que nunca antes había disfrutado. Me aferré a las sábanas, y gemí con los dientes apretados. Nunca había sentido aquello con un hombre, y sabía que haría todo lo que pudiera para mantener a aquel hombre en mi vida tanto como él lo permitiera.
Liam se apartó de mí de repente, y me acarició la espalda.
—Túmbate boca arriba, quiero verte la cara mientras te corres.
Me giré para mirarlo, y pasé una mano desde su pecho empapado en sudor hasta su estómago. Me incliné hacia delante y sonreí cuando él se acercó. Gemí suavemente contra su boca, y pasé los brazos alrededor de su cuello. Profundizamos el beso, y su lengua penetró mi boca.
Me levanté, colocó mis piernas alrededor de su cintura, y me tumbó sobre mi espalda. Rompió el beso y me penetró. Me arqueé bajo su cuerpo, y me estremecí cuando deslizó sus manos para cogerme el culo. Mis pezones se endurecieron contra su pecho, y lo único que pude hacer fue agarrarme a él.
Liam levantó la cabeza y miró mi rostro intensamente mientras aminoraba el ritmo. La gruesa y casi dolorosa intrusión de su po.lla en mi interior se hizo mayor repentinamente, y me estremecí sobrecogida por su poder. Deslizó una mano entre nosotros, y presionó sus dedos contra mi clítoris. La ruda estimulación, combinada con las constantes embestidas de su cuerpo contra el mío, forzó el orgasmo. Grité al sentirlo, y él enterró su rostro en mi cuello mientras se corría. Su cuerpo se tensó contra el mío.
Pasaron varios minutos, y después, lentamente, sacó la po.lla de mi interior. Mi sexo se quejó ante el repentino vacío, y tomé aire profundamente.
—Ha sido increíble.
Se rió suavemente.
—Sí, increíble.
Suspire
—Tenemos que hacerlo otra vez.
—Pronto —Volvió la cabeza, y me miró. —Eres una mujer preciosa.
—Gracias —Me di la vuelta y apoyé la cabeza en una de mis manos. —Cuando me viste la primera vez... ¿Qué pensaste?
—Que parecías una diosa. Una diosa tranquila y elegante. Además, me imaginé que tendría que ser muy creativo para conseguir tenerte en mi estudio.
—¿Y en tu cama?
—Soy bastante arrogante. Seducirte me parecía mucho más sencillo que conseguir que posaras para mí —Se rió cuando fruncí el ceño. —Realmente soy muy arrogante.
—Sí, lo eres —Y me gustaba. La arrogancia nunca había estado en la cima de mi lista de características atractivas, pero todo lo que había en Nicholas Jonas era atractivo. Me senté a regañadientes. —Debería irme a casa. Mañana tengo que madrugar.
Se sentó y pasó sus dedos por mi cabello húmedo.
—Quédate conmigo. Quiero despertarme contigo.
—Vale —¿Realmente había sido tan fácil?
Nos quedamos en silencio un momento, y entonces se levantó.
—¿Una ducha?
—Sí
ohh que mala por que la dejas asii yo quiero 1313 asi mucho mucho hahah uno exclusivo para mi hahaha no enceiro sii hahahah me encanto jens PERO QUIEOR DE ILOVE YOU NO ME HAGAS SUFRIR SII TE QUIEOR NENA MUCHOO MUCHO CUIDATE CUIDATE
ResponderEliminarme encantooo el capis jeny seguila pliss!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarhola me llamo melody y pues tus noves se pasan de buenas sii que me encanto y mas la de niley espero que subas pronto.Cuidate :D
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