Escrito por: Rosser
Adaptado por: Jeny
Miley se
giró totalmente ruborizada. Su primera reacción fue subirle los bóxers y
los pantalones a Nick, de un tirón. Luego se levantó de un salto de la
mesa, bajando su bata, lo máximo que pudo. Nick se frotó el pelo.
- ¡La madre que me parió!
- Es… es…
- Un sueño…
- No me importaría que me secuestrara a mí también.
Miley empujó a ambos chicas hacia a fuera.
- ¿Qué hacéis aquí?
- Sentimos interrumpir. – se rió Demi.
- No interrumpíais nada…
- ¿A no? – dijo Claire. – Entonces dime porque tu chico está tan caliente.
Sus
ojos recorrieron a Nicholas, completa y descaradamente. Él deambulaba
por el despacho de Miley, intentando que se le bajara la erección, y
haciéndose el desentendido.
-
Serás guarra. – dijo Miley, cerrando la puerta. – No vuelvas a
mirarlo así. – dijo ella, con un rubor en las mejillas. Quién sabe, si
sería de vergüenza o de rabia y celos.
- Hay… que la gata maula se nos pone celosilla. – dijo Demi pellizcándole la mejilla.
Las dos amigas rieron.
- Venimos a hacerte una visita. ¿Esta tarde al final, como quedamos? – sonrió Claire.
- No lo sé. - Miley aun estaba enfadada. ¿Y como no? Nick era suyo.
-
¿Cómo que no lo sabes? – masculló Demi. – Tienes que divertirte un
poco, ese nuevo centro comercial tiene una pinta…
- Digamos que ya me divertí bastante. Os recuerdo que llevaba unos meses de vacaciones con Nick.
- Y no me extraña que te divirtieras tanto… con un hombre semejante. – Dijo Claire.
Demi codeó a Claire, esbozando una sonrisa falsa en su boca.
- Me estás hartando, Clar. –dijo Miley, entrecerrando los ojos.
- Lo dice en broma, mujer. – dijo Demir frotando el brazo de Miley.
- ¿En broma? Pero si Nick está buenísimo. Apuesto a que debe ser una maquina en la cama.
Miley abrió la puerta del despacho y se metió adentro, de nuevo, enfadada. Demi miró mal a Claire.
- ¿Qué? No dije nada malo…
- Sabes lo celosa que es Miley.
Demi abrió la puerta del despacho. Para entonces Nick ya le había preguntado
si pasaba algo. Él analizó a la morena. Pero rápidamente
volvió a mirar a Miley, desinteresado en aquella otra mujer.
- Miley, vamos, no te enfades.
Nick
volvió a girarse. Esta vez, analizó a Claire. Le llamó algo más la
atención. Un corte de pelo por los hombros, escalado, que, sinceramente,
le quedaba de maravilla.
Flequillo
desfilado, y le a favorecía, ya que tenía la frente ancha. Ojos grandes
y almendrados, y un cuerpo generoso. Y a no ser que Nicholas estuviera
enamorado, hubiera agradecido las vistas que le ofrecía Claire. Porque
para nada, era discreta. Y para nada, iba vestida como para pasar
desapercibida. Sabía que tenía buen tipo y lo usaba de manera que
cualquier hombre se la quedaría mirando.
- Eso, ahora tú, cómetela con los ojos. - Miley cogió alguna otra cosa y se marchó del despacho.
Nick miró interrogativo a ambas chicas. Demi se encogió de hombros, mientras
que Claire, le sonrió coquetamente, frunciendo el ceño.
Nick izo caso omiso a ese gesto y se dirigió hacia recepción.
- ¿Dónde ha ido Miley?
Mónica miró el reloj. Luego puso la cabeza encima de las dos manos, entrelazadas.
-
¿Dónde crees tú que habrá ido? Son las dos. El turno de Miley
termina ahora. Y por lo que a mí me parece, está algo enfadada, novio. –
La rubia siguió organizando algunos papeles, mientras que Nick, bufando, se dirigió a paso ligero hasta su precioso Lamborghini.
Nada. Ni rastro de Miley. ¿Dónde se habrá metido? Nick
adoraba que se pusiera celosa, eso lo ponía sobradamente… pero cuando
pillaba estos cabreos, lo irritaba. Y lo irritaba más no encontrarla. La
preocupación no disminuía, el estado de California era suficientemente
peligroso como para que una mujer como Miley andara sola por ahí. Ya
eran las cuatro. En casa no estaría, y seguramente ya hubiera terminado
de comer. Volvió hasta el centro de fisioterapia para ver si había
vuelto allí. Cuando atravesó la puerta, quitándose las ray-bans, produjo
algún que otro suspiro de alguna de las chicas que estaban allí. Pero
Nick no tenía tiempo– no quería – de mirar a ninguna de ellas. Abrió la
puerta del despacho de Miley. Nada. Bueno, si, algo…
- ¡Nick! – dijo ella cuando Nick se acercó.
Él negó con la cabeza. Se sintió mareado.
- Pero qué coño… - dijo mirándola.
- Mi vida… - Selena le acarició la mejilla.
-
No. – le apartó la mano, de golpe. – Ni mi vida ni mierdas. – la miró,
más enfadado que nunca. – ¿Por qué has vuelto?
- Pensé que te haría ilusión saber que no estoy muerta.
- ¿Sabes? Me da lo mismo, si estas viva o muerta.
-
¿Con que esas tenemos? – ella sonrió, tan maliciosamente como solo ella
sabía hacerlo – No me mientas… estuvimos tanto tiempo juntos… - se
acercó a él, casi rozando su boca. Ese contacto, ese perfume, ese color
tan rojo de los labios… y tantos… – Que no me creo que me hayas
olvidado. Me amas… te amo… – …tantos… recuerdos.
Pero Nick tuvo el valor de rechazar el beso de Selena.
-
¿Qué te crees que estás haciendo? – masculló, levantando una ceja. – Te
repito que ahora mismo estoy de puta madre sin ti. He conocido a una
mujer a la que tu no le llegas ni a la suela del zapato.
Una risa aguda salió de la garganta de ella.
- ¿Eso piensas? Después de pasar tantas noches junto a mí, repitiéndome que me amabas más que a nadie…
- Eso creía, pero acabo de descubrir que es el amor de verdad y… y es lo que siento por Miley.
-
Cuando te canses de ella, vendrás a buscarme, como siempre. Tú no has
cambiado, ni cambiaras, siempre has sido mujeriego.
Nick sonrió.
- Que te den, zorra. Y ni se te ocurra juzgar a Miley.
- Cuidado. – dijo Selena haciendo una mueca – Mira como tiemblo…
sábado, 30 de julio de 2011
Recuerdos: cap 4
Escrito Por: Rosser
Adaptado por: Jeny
Miley terminó de ordenar algunos papeles. Alguien llamó a la puerta.
- ¿Sí?
- ¿Se puede?
La piel se le puso de gallina al escuchar tal voz.
- S…si.
Él atravesó la estancia. Ella lo miró, tan mal como pudo.
- Hola mi amor…
- ¿Qué haces aquí?
- Me enteré de que tienes novio... ¿Tan pronto te olvidaste de mi?
- Fuiste tú el que no quisiste saber nada más de mí.
- Es que, entiéndeme, mi vida… eras tan inocente… tuve miedo.
- ¿y por eso huiste? Tu lo que eres es un sinvergüenza, Justin (Gaston). – suspiró
Miley. – Ahora si me permites, tengo faena.
- ¿Qué te pasa muñeca? ¿No quieres ver a tu viejo Justin? – él se acercó. Apartó algunos folios y se sentó en frente de ella, encima de la mesa. – Serás guarra… los
rumores son ciertos. Te has conseguido a un buen agente para que te folle como querías ¿no?
- No me hables así, Justin…
- Ya sabía que en el fondo eras una fulana.
Miley se levantó y sin pensárselo le dio un bofetón.
- Vete a la mier.da.
- No antes sin ver lo que te ha enseñado ese idio.ta a hacer. – la agarró de las manos, por encima de la cabeza y la empotró contra la pared, con brusquedad.
- ¡Suéltame! – ella no fue capaz de gritar mucho más.
Justin la calló con un beso, bruto. El peso del cuerpo de ese hombre no dejaba que
Miley se pudiera mover. Sus muñecas estaban fuertemente sujetadas. Y con la otra mano, sentía como Justin empezaba a desabrochar su bata.
De repente, un fuerte golpe dejó semi aturdido al hombre.
- Serás gilipo.llas. – dijo Nick. – Como le pongas otra vez un dedo encima te mato. Te juro que te mato. – dijo cogiéndolo del cuello.
Miley se abrochó la bata, a toda prisa. Asombrada por él… asombrada por que, siempre estaba allí, cuando lo necesitaba.
- ¿Estás bien, nena?
Miley asintió, masajeándose las muñecas. Nick soltó de un empujón a Justin.
- Vete. Como vuelva a verte, te reviento.
Miró a Miley. Apoyó ambos brazos a los lados de la cabeza de Miley y besó dulcemente sus labios.
- ¿Quién era ese?
- Mi… mi ex…
- ¿El que desapareció… en cuanto?
- Supo que era virgen. Si.
- Alucina. – dijo mirando hacia el suelo. - ¿Por qué se presenta ahora?
- A saber… siempre ha buscado chicas que se regalan…
- Tu no eres una regalada.
- Pero alguien le habrá dicho algo, por lo que sé…
- La gente habla de más.
Miley asintió, sonriéndole.
- Gracias. – besó sus labios. Ambas caras quedaron a centímetros.
- Nadie toca a mi princesa. – apoyó más su cuerpo con el de ella. – Nadie. Eres mía.
Nick empezó a estimular el punto débil de Miley. Empezó a besarle el cuello y se lo mordió. Ella soltó una carcajada.
- Aquí no… aquí no… - musitó ella, juguetona.
- ¿Por qué? Me da morbo esto… quiero hacértelo encima del escritorio… - la agarró del culo y la apretó contra su erección – me pones tanto… dios mío, es verte… con esta bata… - Nick bajó la vista – este escote… me pone durísimo.
- ¿No te cansas de mí? – dijo ella inclinando la cabeza.
- Nunca.
Ella sonrió y lo besó en los labios. Pequeños, seguidos besos que dejaban a Nick con las ganas de más.
- ¿Por qué has venido? – dijo ella sin dejar de lamerle el labio inferior.
- Mmh… no hay faena. Pensé que sería de más provecho aquí.
- Veo que mi agente tiene la porra apunto… - dijo ella riendo y sobándole la erección por fuera.
- Así es… ¿No quieres jugar a policías? Te la dejo un rato…
Miley le empezó a desabrochar el pantalón. Mientras Nick le subía la bata, desesperadamente por corta que esta ya fuera.
- Eres mía… - repitió Nick escondiéndose entre algunos mechones de pelo de
Miley, mientras la cargaba hasta encima de la mesa. Algunos folios se arrugaron.
- Sí, soy tuya… toda tuya… - Sintió como su pene se clavaba en el muslo, ya a punto de penetrarla. – Dios Nick, cuanto te anhelo… fóllame… -le pidió.
Tus palabras son órdenes para mí. Nick estaba a punto de entrar en el caliente cuerpo de Miley cuando se oyeron risas y pasos. Se sintió observado. Y si no fuera porque Miley estaba en frente de él, y no se podía ver nada. La situación era embarazosa. Muy embarazosa.
Adaptado por: Jeny
Miley terminó de ordenar algunos papeles. Alguien llamó a la puerta.
- ¿Sí?
- ¿Se puede?
La piel se le puso de gallina al escuchar tal voz.
- S…si.
Él atravesó la estancia. Ella lo miró, tan mal como pudo.
- Hola mi amor…
- ¿Qué haces aquí?
- Me enteré de que tienes novio... ¿Tan pronto te olvidaste de mi?
- Fuiste tú el que no quisiste saber nada más de mí.
- Es que, entiéndeme, mi vida… eras tan inocente… tuve miedo.
- ¿y por eso huiste? Tu lo que eres es un sinvergüenza, Justin (Gaston). – suspiró
Miley. – Ahora si me permites, tengo faena.
- ¿Qué te pasa muñeca? ¿No quieres ver a tu viejo Justin? – él se acercó. Apartó algunos folios y se sentó en frente de ella, encima de la mesa. – Serás guarra… los
rumores son ciertos. Te has conseguido a un buen agente para que te folle como querías ¿no?
- No me hables así, Justin…
- Ya sabía que en el fondo eras una fulana.
Miley se levantó y sin pensárselo le dio un bofetón.
- Vete a la mier.da.
- No antes sin ver lo que te ha enseñado ese idio.ta a hacer. – la agarró de las manos, por encima de la cabeza y la empotró contra la pared, con brusquedad.
- ¡Suéltame! – ella no fue capaz de gritar mucho más.
Justin la calló con un beso, bruto. El peso del cuerpo de ese hombre no dejaba que
Miley se pudiera mover. Sus muñecas estaban fuertemente sujetadas. Y con la otra mano, sentía como Justin empezaba a desabrochar su bata.
De repente, un fuerte golpe dejó semi aturdido al hombre.
- Serás gilipo.llas. – dijo Nick. – Como le pongas otra vez un dedo encima te mato. Te juro que te mato. – dijo cogiéndolo del cuello.
Miley se abrochó la bata, a toda prisa. Asombrada por él… asombrada por que, siempre estaba allí, cuando lo necesitaba.
- ¿Estás bien, nena?
Miley asintió, masajeándose las muñecas. Nick soltó de un empujón a Justin.
- Vete. Como vuelva a verte, te reviento.
Miró a Miley. Apoyó ambos brazos a los lados de la cabeza de Miley y besó dulcemente sus labios.
- ¿Quién era ese?
- Mi… mi ex…
- ¿El que desapareció… en cuanto?
- Supo que era virgen. Si.
- Alucina. – dijo mirando hacia el suelo. - ¿Por qué se presenta ahora?
- A saber… siempre ha buscado chicas que se regalan…
- Tu no eres una regalada.
- Pero alguien le habrá dicho algo, por lo que sé…
- La gente habla de más.
Miley asintió, sonriéndole.
- Gracias. – besó sus labios. Ambas caras quedaron a centímetros.
- Nadie toca a mi princesa. – apoyó más su cuerpo con el de ella. – Nadie. Eres mía.
Nick empezó a estimular el punto débil de Miley. Empezó a besarle el cuello y se lo mordió. Ella soltó una carcajada.
- Aquí no… aquí no… - musitó ella, juguetona.
- ¿Por qué? Me da morbo esto… quiero hacértelo encima del escritorio… - la agarró del culo y la apretó contra su erección – me pones tanto… dios mío, es verte… con esta bata… - Nick bajó la vista – este escote… me pone durísimo.
- ¿No te cansas de mí? – dijo ella inclinando la cabeza.
- Nunca.
Ella sonrió y lo besó en los labios. Pequeños, seguidos besos que dejaban a Nick con las ganas de más.
- ¿Por qué has venido? – dijo ella sin dejar de lamerle el labio inferior.
- Mmh… no hay faena. Pensé que sería de más provecho aquí.
- Veo que mi agente tiene la porra apunto… - dijo ella riendo y sobándole la erección por fuera.
- Así es… ¿No quieres jugar a policías? Te la dejo un rato…
Miley le empezó a desabrochar el pantalón. Mientras Nick le subía la bata, desesperadamente por corta que esta ya fuera.
- Eres mía… - repitió Nick escondiéndose entre algunos mechones de pelo de
Miley, mientras la cargaba hasta encima de la mesa. Algunos folios se arrugaron.
- Sí, soy tuya… toda tuya… - Sintió como su pene se clavaba en el muslo, ya a punto de penetrarla. – Dios Nick, cuanto te anhelo… fóllame… -le pidió.
Tus palabras son órdenes para mí. Nick estaba a punto de entrar en el caliente cuerpo de Miley cuando se oyeron risas y pasos. Se sintió observado. Y si no fuera porque Miley estaba en frente de él, y no se podía ver nada. La situación era embarazosa. Muy embarazosa.
Recuerdos: cap 3
Escrito por: Rosse
Adaptado por: Jeny
- Mmh… - gimió Miley tragando – es el mejor arroz a la paella que he provado nunca. Está riquísimo. – miró tierna a Nick – Bueno, cualquier cosa después de hacer el amor contigo me sabría a delicia.
- Qué bonito… - Nick sonrió, al otro lado de la mesita. Le acarició la mejilla, en un suave pellizco con los nudillos del dedo índice y corazón. – Adoro verte cariñosa después de una buena cardada.
- ¿Sí? Aun que no me pueda sentar… - se rió Miley.
- Vaya, ahí dentro de la ducha, no te quejabas para nada. – Nick se limpió con una servilleta – Oh, Nick, si, no pares… - dijo poniendo distinto tono de voz.
Miley se sonrojó y le tiró un trozo de pan.
- Eh, si empiezas así… - dijo Nick balanceándose sobre su silla i abriendo la nevera, detrás de él. Cogió un bote de nata – Supongo que yo tendré que continuar.
- No… Nick, nos acabamos de duchar y ya quieres…
- ¿Quién dijo que era para ti? – dijo Nick irónico, y se llenó la boca de nata.
Miley frunció el ceño.
- Que, ¿está buena la nata con la paella?
Nick asintió. Trago y le enseñó la lengua, burlándose más de ella.
- Serás… - un estruendo se oyó. Y Miley terminó de decir la frase entre carcajadas. – T…ton…¡tonto!
Se levantó, observando a Nick que se había caído de la silla. Más bien, la silla se había tirado hacia atrás… haciendo que él cayera también.
- ¿Estás bien? – dijo con lagrimas en los ojos, poniéndose en cuclillas a su lado.
- Eso… ríete de mí y de mis desgracias.
- Ohh… - Miley se levantó de nuevo. – que hombre…
- Ohh… qué mujer. – dijo, imitándola para pincharla. Nick se levantó.
- ¿Qué no te dijeron en la escuela que no se balancea encima de una silla?
Apuesto a que cuando ibas a primaria te castigaron muchas veces.
- A primaria… a secundaria… hasta en bachillerato. – Nick se rió.
- Porque sería… - dijo Miley girándose, sonriendo, imaginándose a Nick en la escuela. Sintió como sus brazos la abrazaron, como su cuerpo se juntó a su espalda. Y como siempre, un último comentario, de él.
- Algunas veces me riñeron por empalmarme en plena clase. – La apretó más contra él – por qué no lo haces tú ahora… - le apartó el pelo del cuello y se lo besó des de atrás. – venga… castígame… enséñame la diferencia entre lo correcto y lo que no. Y lo quiero con ejemplos, señorita… demostraciones en vivo.
El despertador sonó. Como cada día. Pura rutina. Aun que ahora, teniendo a Nick en su vida, era más diferente.
Miley se levantó de la cama. Tenía varias partes del cuerpo, doloridas. El sexo con Nick era fantástico, pero... madre mía, terminaba hecha polvo. Aun no se creía que anoche hubiera perdido la cuenta de las veces que había hecho que se corriera.
- Buenos días… - dijo besando el hombro desnudo de Nick, susurrándole al oído.
Él sonrió. Se giró hacia a ella y la abrazó, dándole un ligero beso en los labios.
- Y si me despiertas así, cada día… sí que serán buenos.
Ella le devolvió la sonrisa. Se dirigió hacia la persiana y la levantó un poco, para que no molestara en los sensibles… - pequeños y adorables – ojos de Nick, recién despertados.
Miley buscó unas braguitas limpias, sujetador y alguno de sus conjuntos para ir a trabajar. Sintió un apretón en la nalga, al agacharse para subirse las bragas.
Seguido sintió algunos besos, subiendo, des de su trasero, por su espalda. Tuvo algún escalofrío.
- ¿Por qué no te quedas un rato más aquí conmigo? Estás muy bien, sin vestir.
- A ti aun te queda más de una hora, pero yo entro a las ocho. – le recalcó
Miley. – Además, ¿no tuviste suficiente con todo lo de ayer? - Miley rió
- Cuando se trata de ti, nunca tengo suficiente.
Miley se giró. Lo miró, tierna. ¿Cuándo el frio de Nick había decidido cambiar y empezar a decir esas cosas? Como desearía quedarse allí, entre sus brazos.
Se tumbó de nuevo, dejándose caer encima de Nick. Sintió la cálida piel de su amante, empegada con la suya. Un enrevesado juego de piernas. Nick la abrazó, y a ella le gustaba esa sensación de… protección.
- ¿Uno rápido?
- ¡Nick! - Miley lo miró mal. Se levantó de nuevo.
- ¿Qué? – dijo Nick, riendo, siguiéndola por la casa.
- Que eres peor que los felinos… ¿Es que no puedes estar seis minutos sin meter tu…en mi...? – miró hacia abajo. Y a estas alturas, al ver… al ver todo lo potente que era Nick, aun se sonrojaba. – Tápate...
- Será posible… - masculló Nick, cogiendo unos bóxers de un cajón. – Que aun te atrevas a pedirme que me cubra cuando la conoces hasta mejor que yo, después de todo lo que le has hecho últimamente… ¿me equivoco? Creo que habéis hecho hasta buenas migas.
- ¡Nick! - Miley estaba como un tomate.
- Adoro que te sonrojes. – tiró de su brazo – Ven aquí, niña pequeña. – le dio un sonoro beso en la frente – mi niña pequeña.
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Hola chicas solo queria desirles que no podre subir tan seguido la proxima semana porque tengo examenes y que no voy a cerrar el blog porque no podria dejarlas
mini maraton dedicado a mis sis saris, luisa_smiler y YazminLove grasias por sus comentarios y vale si lees esto porfavorrr sube de take my along me encanta esa mini novela
Adaptado por: Jeny
- Mmh… - gimió Miley tragando – es el mejor arroz a la paella que he provado nunca. Está riquísimo. – miró tierna a Nick – Bueno, cualquier cosa después de hacer el amor contigo me sabría a delicia.
- Qué bonito… - Nick sonrió, al otro lado de la mesita. Le acarició la mejilla, en un suave pellizco con los nudillos del dedo índice y corazón. – Adoro verte cariñosa después de una buena cardada.
- ¿Sí? Aun que no me pueda sentar… - se rió Miley.
- Vaya, ahí dentro de la ducha, no te quejabas para nada. – Nick se limpió con una servilleta – Oh, Nick, si, no pares… - dijo poniendo distinto tono de voz.
Miley se sonrojó y le tiró un trozo de pan.
- Eh, si empiezas así… - dijo Nick balanceándose sobre su silla i abriendo la nevera, detrás de él. Cogió un bote de nata – Supongo que yo tendré que continuar.
- No… Nick, nos acabamos de duchar y ya quieres…
- ¿Quién dijo que era para ti? – dijo Nick irónico, y se llenó la boca de nata.
Miley frunció el ceño.
- Que, ¿está buena la nata con la paella?
Nick asintió. Trago y le enseñó la lengua, burlándose más de ella.
- Serás… - un estruendo se oyó. Y Miley terminó de decir la frase entre carcajadas. – T…ton…¡tonto!
Se levantó, observando a Nick que se había caído de la silla. Más bien, la silla se había tirado hacia atrás… haciendo que él cayera también.
- ¿Estás bien? – dijo con lagrimas en los ojos, poniéndose en cuclillas a su lado.
- Eso… ríete de mí y de mis desgracias.
- Ohh… - Miley se levantó de nuevo. – que hombre…
- Ohh… qué mujer. – dijo, imitándola para pincharla. Nick se levantó.
- ¿Qué no te dijeron en la escuela que no se balancea encima de una silla?
Apuesto a que cuando ibas a primaria te castigaron muchas veces.
- A primaria… a secundaria… hasta en bachillerato. – Nick se rió.
- Porque sería… - dijo Miley girándose, sonriendo, imaginándose a Nick en la escuela. Sintió como sus brazos la abrazaron, como su cuerpo se juntó a su espalda. Y como siempre, un último comentario, de él.
- Algunas veces me riñeron por empalmarme en plena clase. – La apretó más contra él – por qué no lo haces tú ahora… - le apartó el pelo del cuello y se lo besó des de atrás. – venga… castígame… enséñame la diferencia entre lo correcto y lo que no. Y lo quiero con ejemplos, señorita… demostraciones en vivo.
El despertador sonó. Como cada día. Pura rutina. Aun que ahora, teniendo a Nick en su vida, era más diferente.
Miley se levantó de la cama. Tenía varias partes del cuerpo, doloridas. El sexo con Nick era fantástico, pero... madre mía, terminaba hecha polvo. Aun no se creía que anoche hubiera perdido la cuenta de las veces que había hecho que se corriera.
- Buenos días… - dijo besando el hombro desnudo de Nick, susurrándole al oído.
Él sonrió. Se giró hacia a ella y la abrazó, dándole un ligero beso en los labios.
- Y si me despiertas así, cada día… sí que serán buenos.
Ella le devolvió la sonrisa. Se dirigió hacia la persiana y la levantó un poco, para que no molestara en los sensibles… - pequeños y adorables – ojos de Nick, recién despertados.
Miley buscó unas braguitas limpias, sujetador y alguno de sus conjuntos para ir a trabajar. Sintió un apretón en la nalga, al agacharse para subirse las bragas.
Seguido sintió algunos besos, subiendo, des de su trasero, por su espalda. Tuvo algún escalofrío.
- ¿Por qué no te quedas un rato más aquí conmigo? Estás muy bien, sin vestir.
- A ti aun te queda más de una hora, pero yo entro a las ocho. – le recalcó
Miley. – Además, ¿no tuviste suficiente con todo lo de ayer? - Miley rió
- Cuando se trata de ti, nunca tengo suficiente.
Miley se giró. Lo miró, tierna. ¿Cuándo el frio de Nick había decidido cambiar y empezar a decir esas cosas? Como desearía quedarse allí, entre sus brazos.
Se tumbó de nuevo, dejándose caer encima de Nick. Sintió la cálida piel de su amante, empegada con la suya. Un enrevesado juego de piernas. Nick la abrazó, y a ella le gustaba esa sensación de… protección.
- ¿Uno rápido?
- ¡Nick! - Miley lo miró mal. Se levantó de nuevo.
- ¿Qué? – dijo Nick, riendo, siguiéndola por la casa.
- Que eres peor que los felinos… ¿Es que no puedes estar seis minutos sin meter tu…en mi...? – miró hacia abajo. Y a estas alturas, al ver… al ver todo lo potente que era Nick, aun se sonrojaba. – Tápate...
- Será posible… - masculló Nick, cogiendo unos bóxers de un cajón. – Que aun te atrevas a pedirme que me cubra cuando la conoces hasta mejor que yo, después de todo lo que le has hecho últimamente… ¿me equivoco? Creo que habéis hecho hasta buenas migas.
- ¡Nick! - Miley estaba como un tomate.
- Adoro que te sonrojes. – tiró de su brazo – Ven aquí, niña pequeña. – le dio un sonoro beso en la frente – mi niña pequeña.
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Hola chicas solo queria desirles que no podre subir tan seguido la proxima semana porque tengo examenes y que no voy a cerrar el blog porque no podria dejarlas
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viernes, 29 de julio de 2011
The έναν εξαπατώντας σύζυγο: cap 13
Si alguna vez Miley... qué? Se
preguntaba Miley metida en el pequeño cuarto de baño de William, mientras
esperaba a que Liam saliera de su dormitorio para no tener que
encontrarse con él.
¿Si alguna vez Miley descubría que había habido otra mujer? Bueno, Miley ya lo había descubierto.
¿Si alguna vez Miley decidía crecer?, se dijo cínicamente, y se miró al espejo con cierto sobresalto, porque era casi como mirar a otra persona.
«Mírate, se dijo. «Escondiéndote aquí cuando ni siquiera tienes que usar el baño. No te atreverías a bañarte por miedo a que el agua te estropeara el peinado, ni a lavarte por si no puedes rehacer el maquillaje.
¿Si alguna vez Miley descubría que había habido otra mujer? Bueno, Miley ya lo había descubierto.
¿Si alguna vez Miley decidía crecer?, se dijo cínicamente, y se miró al espejo con cierto sobresalto, porque era casi como mirar a otra persona.
«Mírate, se dijo. «Escondiéndote aquí cuando ni siquiera tienes que usar el baño. No te atreverías a bañarte por miedo a que el agua te estropeara el peinado, ni a lavarte por si no puedes rehacer el maquillaje.
Liam te va a invitar a cenar, pero sólo porque se siente
culpable. y, además, espera salir con la persona que acaba de conocer,
la misma que te mira desde el espejo, pero esa persona no es más que una
ilusión. Un disfraz bajo el que la verdadera Miley está tratando de
ocultarse.)
Oyó que se cerraba una puerta y luego el andar
característico de Liam, que bajaba las escaleras. Miley dio un
profundo suspiro, miró de reojo a la mujer del espejo y salió de su
escondite. En el brazo llevaba uno de los vestidos que se había
comprado, y lo colgó en la puerta del guardarropa, luego, se alejó unos
pasos, preguntándose si se atrevería a ponérselo o no.
Era muy sexy.
De encaje color rubí y seda negra, dejaba al descubierto los hombros y
buena parte de la espalda. La dependienta se había dado cuenta de su
desconcierto al ver cuánto exponía su cuerpo y había ido a buscar una
chaquetilla de terciopelo negra con mangas y cuello alto, que sólo
dejaba expuesto el tentador escote.
¿Iba a ponérselo o no?, se preguntó reflexivamente. ¿O se ponía el vestido negro que llevaba normalmente cuando salía con Liam?
¿Iba a ponérselo o no?, se preguntó reflexivamente. ¿O se ponía el vestido negro que llevaba normalmente cuando salía con Liam?
Marie entró
apresuradamente en la habitación, colorada y oliendo a polvos de talco.
Se acercó a Miley y abrió mucho los ojos al ver el vestido nuevo.
-¿Te lo vas a poner, mamá? -preguntó con dulzura. -No lo sé -respondió Miley con incertidumbre- Puede que ... lo mejor sea ponerme mi vestido negro ... -dijo extendiendo el brazo para sacarlo del armario. La niña la detuvo.
-¡Pero no puedes ponerte eso! -exclamó con horror- Papá se ha puesto su esmoquin con pajarita esta guapísimo
-¿Te lo vas a poner, mamá? -preguntó con dulzura. -No lo sé -respondió Miley con incertidumbre- Puede que ... lo mejor sea ponerme mi vestido negro ... -dijo extendiendo el brazo para sacarlo del armario. La niña la detuvo.
-¡Pero no puedes ponerte eso! -exclamó con horror- Papá se ha puesto su esmoquin con pajarita esta guapísimo
Miley frunció los labios. Sin duda, el maravilloso papá de Marie merecía algo mejor que su viejo vestido negro.
-Además, ese vestido negro es muy aburrido -dijo la niña.
«Aburrido», se repitió Miley. Era una palabra con la que estaba muy familiarizada las últimas semanas.
-Bueno, entonces, me pondré el rojo -dijo. Si la vieja Miley era aburrida, la nueva estaba decidida a no serlo-. Ve a ayudar a la abuela mientras yo me visto.
-Además, ese vestido negro es muy aburrido -dijo la niña.
«Aburrido», se repitió Miley. Era una palabra con la que estaba muy familiarizada las últimas semanas.
-Bueno, entonces, me pondré el rojo -dijo. Si la vieja Miley era aburrida, la nueva estaba decidida a no serlo-. Ve a ayudar a la abuela mientras yo me visto.
Se agachó y le dio un beso en la mejilla. Marie salió
corriendo de la habitación. A Miley le dio la impresión de que estaba
impaciente por ayudar a su abuela, orgullosa de colaborar a que sus
padres pudieran salir.
Se vistió y bajó. Sus hijos y su suegra, que estaban cenando en la cocina, se quedaron boquiabiertos. Había llegado el momento de saber la opinión del verdadero experto, pensó deteniéndose antes de entrar en el salón. Marie tenía razón, se dijo observándolo al entrar, Liam estaba guapísimo con el esmoquin. Pero se trataba de algo más que del elegante corte del traje, era el hombre que lo llevaba el que marcaba la diferencia. Tenía un aire de madurez y sofisticación que parecía aumentar el innato atractivo que siempre había tenido.
Se vistió y bajó. Sus hijos y su suegra, que estaban cenando en la cocina, se quedaron boquiabiertos. Había llegado el momento de saber la opinión del verdadero experto, pensó deteniéndose antes de entrar en el salón. Marie tenía razón, se dijo observándolo al entrar, Liam estaba guapísimo con el esmoquin. Pero se trataba de algo más que del elegante corte del traje, era el hombre que lo llevaba el que marcaba la diferencia. Tenía un aire de madurez y sofisticación que parecía aumentar el innato atractivo que siempre había tenido.
Estaba
junto al mueble bar, sirviéndose una tónica, y no se había dado cuenta
de su presencia. Miley se alegró porque así tenía tiempo de calmar el
efecto que tenía sobre sus sentidos. Llevaba el pelo tan informal como
siempre, ni muy corto ni muy largo, con un peinado ni moderno ni
anticuado. Y eso decía mucho de su carácter. Liam siempre dejaba huella
en la gente porque no era ni muy convencional ni demasiado extravagante.
Era un hombre con una gran confianza en sí mismo, pero que mantenía en
el misterio una parte de su personalidad, lo que le hacía aún más
atractivo.
Liam se dio la vuelta y la vio en el umbral de la puerta. A Miley le dio un vuelco el corazón al ver que fruncía el ceño y la observaba de arriba abajo, pero no podía ver bien la expresión de sus ojos.
«Se esconde, huye de mi», se dijo Miley, «lo hace todo el tiempo». Incluso en aquellos instantes en que veía cómo observaba su nuevo peinado y su rostro maquillado, no podía saber lo que estaba pensando. El vestido era mucho más fino que cualquier cosa que se hubiera puesto en su vida, realzaba su esbelta figura, sus piernas largas y bonitas, pero ¿Liam la observó sin dar la menor muestra de aprobación o disgusto.
Luego, sin previo aviso, un brillo de emoción cruzó por sus ojos antes de desaparecer de nuevo.
Miley se sobresaltó, porque estaba segura de que sus ojos no revelaban otra cosa que tristeza. Pero, ¿por qué debía Liam sentir tristeza al ver a su mujer vestida para salir con él?
O, tal vez, no fuera tristeza, tal vez fuera su conciencia culpable. ¿Qué había dicho su madre? «La tienes guardada entre algodones». Aquella frase debía haberle calado muy hondo, y, en aquellos instantes, allí estaba ella, distinta, convertida en otra mujer. Y Liam debía saber que ella nunca habría llegado tan lejos si él no la hubiera hecho sentirse tan insegura.
-¿Quieres algo de beber antes de que nos vayamos? -preguntó Liam.
Miley se dio cuenta de que no iba a hacer ningún comentario sobre el vestido y sintió una gran decepción. -No ... gracias -replicó con voz grave- ¿Has .. has reservado mesa?
Liam sonrió.
-Sí -dijo-. ¿Nos vamos?
Miley se sentó en el BMW. Se' sentía intranquila y no dejaba de mirarse las manos mientras Liam aceleraba en dirección al centro de Londres. Miley montaba pocas veces en aquel coche, porque cuando salían solían hacerla con sus hijos y era su Ford Escort blanco el elegido. Así que se sentía algo extraña en aquel coche.
En realidad, se sentía extraña con todo, incluso consigo misma.
-¿Adónde vamos? -preguntó sin mucho entusiasmo. Se dio cuenta de que Liam la miró, y volvió la cabeza para mirarlo. El volvió a mirar a la carretera. Tenía la mandíbula apretada.
Mencionó un club con restaurante y sala de baile y Miley sintió un hormigueo en la piel.
Era uno de los sitios más frecuentados por los ricos y famosos, Miley pensaba que había que tener cierto estatus para ser admitido en uno de aquellos lugares y la naturalidad con que Liam mencionó aquel club le hizo sentirse aún más incómoda.
-La comida es buena -decía sin darle importancia- Lo bastante buena como para tentar incluso los apetitos más frágiles.
¿Se refería a ella? Podría ser, desde hacía algún tiempo, no tenía mucha hambre. La comida se convertía en un problema cuando tenía que vivir con un nudo permanente en la garganta.
-Entonces, lo conoces -dijo.
-He estado una o dos veces.
¿Con Selena? Miley no pudo evitar aquel pensamiento, que provocó que permaneciera en silencio el resto del camino.
Liam no estaba más alegre que ella. La guió a través del vestíbulo del club, iluminado con luz indirecta para realzar el lujo del lugar.
-Buenas noches, señor Masterson -le saludó un hombre bajo, calvo y gordito, con acento francés. Luego se inclinó educadamente para saludar a Miley.
-Buenas noches, Claude -respondió Liam con una familiaridad que provocó la mueca de miley -. Me alegro de que hayáis podido encontrar una mesa para nosotros habiéndoos llamado con tan poca antelación.
Claude se encogió de hombros de un modo típicamente europeo.
-Ya sabe, señor, para personas como usted siempre tenemos sitio. Por aquí, por favor.
Liam agarró a Miley por la cintura. Miley miró a su alrededor, mientras seguían a Claude, tratando de no demostrar lo impresionada que estaba por el lujo del lugar.
Siempre que había salido con Liam habían ido a alguno de los restaurantes del barrio, indio, chino o italiano. Él no llevaba más que unos vaqueros y una camiseta, tal vez una chaqueta de esport, y ella llevaba una ropa igualmente informal. Solían sentarse relajadamente y compartir una botella de vino con la relajada intimidad de dos personas que se encuentran a gusto en compañía del otro. Pero Miley dudaba de que pudiera relajarse en aquel lugar.
No podía imaginar, por ejemplo, a Liam robándole del plato una gamba, su comida favorita, como solía hacer, o a ella misma inclinándose sobre la mesa para darle una, sosteniéndola entre los dedos.
miércoles, 27 de julio de 2011
Recuerdos: cap 2
Escrito por: Rosser
Adaptado por: Jeny
Una última risita se escapó de la dulce boca de Miley antes de que Nick empezara a deslizarse por su cuerpo.
- No, no, por favor… - siguió riendo, mientras se revolcaba por la cama.
Nick también rió. Como dos críos, jugando… jugando al amor.
- Estate quieta.
La sujetó por la cintura y besó su barriga. Miley se escabulló de él. Nick la siguió.
- Nena, ¿vas a dejarme que te haga el amor tranquilamente?
Nicholas siguió las risas, hasta el amplio cuarto de baño. Un chorro de agua fue directo a parar en su pecho, salpicándolo en la cara.
- Ven aquí… - dijo Nick riéndose. – eres mala, muy mala.
- Oh… castígame, agente, soy tuya. – se rió Miley, colocándose contra la pared de la ducha, de cara a la pared, con las manos por encima de la cabeza. Y con el trasero apuntando… vacilando a Nick, provocándolo.
- Verás si te voy a castigar.
Nicholas dio un suave bofetón en una de las nalgas de Miley. La erección de Nick rozó su trasero. El firme tacto hizo que a Miley se le pasaran las ganas de jugar, de escaparse. Se giró y besó a Nick, sintiendo ahora como su total masculinidad se clavaba en su bajo vientre.
Nicholas la cogió de las piernas, colocándolas alrededor de sus fuertes caderas. Su pene pulsaba contra la entrada del sexo de Miley. Sin dejar de besarla, buscó el encaje de la alcachofa de la ducha. Ahora el agua, seguía cayendo, pero encima de los dos.
Miley lo acarició, adoró el tacto, sentirlo tan mojado, dejar que sus manos resbalaran por la espalda, por el pecho, por los bíceps y por los abdominales de él.
- Te deseo… - murmuró contra su boca, y la volvió a besar, comiéndoselo.
Nick apretó fuertemente su culo, contra su pene, para sentirla más.
- Y yo a ti… mucho… muchísimo. – le mordió uno de los hombros – dime lo que quieres.
Miley murmuró algo en voz baja.
- No te oigo… - le susurró Nick en la oreja.
- Fóllame. – dijo ahora arqueando la espalda, aplastando sus pechos contra el torso de Nick – por favor, házmelo, hazme tuya.
Nick sonrió.
- ¿No crees que me toca a mí jugar, ahora? – dijo apretándose más contra ella.
Miley ansiaba tenerlo dentro. Estaban totalmente empapados por el agua de la ducha, pero Nick, sabía perfectamente que el calor que sentía allí abajo, aquella humedad que él adoraba tanto provocar en Miley, no era del agua.
- No… por favor… - Miley lo cogió de las mejillas, le dio otro beso, ansiosa, con ganas… con ganas de él. Se elevó un poco, incorporándose mejor. Aun que sus pies no tocaban en el suelo, adoraba que Nick la tuviera así… cogida. Parecía que estuviera aún más cerca de tocar el cielo, cuando Nicholas la hacía llegar tan y tan alto.
Él besó su cuello. Aun que pareciera mentira, Nick también estaba ansioso… ansioso por meterse en ese apretado cuerpo, ansioso por hacer que Miley se corriera con él dentro, en sus entrañas, ansioso por que ella hiciera que él se corriera, que se desahogara… a borbotones, como solía pasar siempre que tenía tanta tensión en los huevos, de tanto que lo excitaba su querida novia.
Nick la embistió, de una sola vez, sin dejar de besarla. Sintió el gemido, salido de la garganta de Miley, contra su boca. Él tampoco pudo evitar gemir al sentir como las paredes del coño de Miley se adaptaban tan y tan bien en torno a él. Adoraba esa sensación, adoraba hacer el amor con ella. Adoraba quererla, adoraba… amarla.
Adoraba a la misma Miley. Hasta sus defectos.
- Por favor… - gimió Miley, apoyando su frente contra la de Nick.
- Dime… - susurró él, en contra de su boca, agarrando mejor a Miley del culo para penetrarla profundamente.
- Más…
- ¿Más qué?. – dijo Nick sonriendo y acariciándole el labio inferior, mientras que
con el otro brazo, la aguantaba a ella, contra la pared.
- Rápido…
Nick volvió a sonreír. A ella le encantaba verlo sonreír. Volvió a colocar la otra mano en ambas nalgas de Miley y la elevó, clavándose en ella. Se retiró, casi totalmente y volvió a entrar. Lentamente, al contrario de lo que Miley quería. Pero así también le gustaba. Lento e intenso.
- ¿Te gusta así? – dijo Nick apartándole un pelo, posándolo en el hombro contrario del que él se había apoyado. A este, lo besó.
- Si… si…
- Entonces… quiero oírte.
- ¿MMh? – dijo Miley sonriendo, contra su cuello. Lo mordió. Nick no pudo evitar gemir al contacto de sus dientes.
- ¡Grita! – la embistió con más fuerza. Eso provocó un escalofrío a Miley.
Todo su cuerpo dio un respingo, y Nick tubo que atenerse a las consecuencias. Obtuvo un fuerte apretón de po.lla que casi hace que se corra. – Ahh… Miley... – jadeó él contra su oído, haciendo que las palpitaciones de Miley se aceleraran más.
Nick empezó a moverse con más rapidez, sin poder contenerse las ganas. Al borde del colapso, del orgasmo. Miley empezó a sentir como sus dos cuerpos se unían, como las caderas chocaban. Dios, sensaciones… nuevas. O no tan nuevas des de que conoció a Nick. Sintió como el pene de Nick latía dentro de ella, de la presion, de la fricción... del placer.
- Si… si… ah… dios, ¡Nick!
- Sigue, no pares… grita… ¿Qué sientes? – gimió él en su oído, embistiéndola cada vez con más fuerza, a lo que el sexo de Miley respondía contrayéndose entorno el miembro de Nick
– Oh… esto… ah… está riquísimo…
Nick sintió como Miley empezó a correrse. Con fuerza. Brutal. Él tampoco pudo contenerse. Gimió, al mismo instante que lo hizo Miley. Y ella lo sintió, caliente, como se desataba, hasta la última gota, adentro, muy adentro… en su cuerpo.
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Hola chicas
Solo queria decirles que solo voy a terminar de subir la novela de Rosser y cierro el blog es que la verdad me siento muy mal por lo que paso yo no queria molestar a nadie y espero que me disculpes Ross yo no queria molestarte.
Y no e comentado en sus blogs porque deverdad me siento muy mal, me siento como una mala persona como una mentirosa que se roba las novelas de otras personas, y mi amiga melissa me a dicho que no me sienta mal pero la verdad ya me da pena solo entrar en el blog , espero que me entiendan
Las quiero y una disculpa a todas espero que no me odien
Recuerdos: cap 1
Escrito por: Rosser
Adptado por: Jeny
Un veintitrés de octubre. Otoño, hacía frio. Miley llega a casa y deja caer el maletín al suelo. Cuelga su chupa de cuero marrón, la que se le ceñía al cuerpo, estilizando sus magnificas curvas, haciendo que… cualquier hombre que la viera, tuviera que girarse un par de veces.
Cerró los ojos, un olor riquísimo le invadió las fosas nasales. Alguno de sus platos favoritos mezclado con un perfume de chocolate y lirios blancos.
Para terminar de culminarlo, ve a Nick pasando con solo una toalla en la parte de abajo que le queda… pequeña. ¿Y cómo no? Con semejante cuerpo. Sonríe al verla. Se acerca a ella y le da un tierno beso en la boca. No puede dejar de mirar… al perfecto hombre que tiene delante. Cuando Nick retira la mano de su mejilla, ella la echa en falta. ¿Y el hombre frio que conocí hace unos meses? Ha desaparecido…
- ¿Cómo ha ido la faena?
- Bien… cansada. Hay varios nuevos clientes.
- Hombre… después de tomarte unos meses de vacaciones, normal que te echen de menos.
- Joder, solo fue un respiro… - se acercó a él, y le dio otro beso, sin dejar de sonreírle. – Un respiro que necesitaba del todo. – pellizcó la nalga izquierda de Nick y le arrancó la toalla de golpe. – Mmmh… ¿Qué hay para cenar? – dijo alzando de nuevo la vista hasta los ojos de él.
- Devuélveme eso… - dijo Nick entrando en su juego.
Miley, ágil apartó la mano, y se escabulló por un lado de Nick. Él la siguió, recorriendo, desnudo, por toda la casa. Al final la atrapó. La vio, tan… tan ella, sentada de rodillas en la cama. Y con su toalla entre los dientes.
- ¿La quieres? – murmuró retirándola un poco, y jugueteando con la toalla… tan sensualmente que eso lo puso a mil-y era más que evidente, pues iba desnudo y el tamaño de Nick no era fácil de esconder-entre sus dedos. – Ven a buscarla. – volvió a encajarla entre sus dientes, metiendo una de sus manos por debajo del suéter.
Nick no tardó en subirse en la cama, en cubrirla con todo su cuerpo. Miley tuvo el placer de sentir toda la carne desnuda de su amado, aplastándola. Y no le molestaba, al contrario… adoraba estar así, adoraba… sentir que Nick estaba allí, para ella… y solo para ella.
Nick le subió el suéter de rombos.
- Adoro como te queda este jodido suéter… - le susurró al oído, provocándole un escalofrío. encajó sus grandes manos en la fina cintura de Miley, sin dejar de besarla.
- Nicholas. – murmuró contra su boca. Nick aspiró su aliento de mentol. –
Hazme tuya… - arqueó las caderas, frotándose contra el miembro - ya durísimo- de él.
- Tiempo al tiempo… - dijo, aun que no quería esperar por entrar al cuerpo de su chica.
- No… ahora.
Nick rió. Se levantó deprisa.
- ¿Dónde vas? – le suplicó Miley.
- A apagar el fuego. Se quemará el arroz a la paella.
- Mmh… paella.
- ¿Prefieres eso… o yo? – le dijo apoyando los brazos, abiertos contra el marco de la habitación.
- ¿No es obvio? - Miley rió, tapándose la boca. Nick pensó que parecía una niña… su niña – La paella.
- Oh, vale… entonces, cariño, vamos a cenar, y a dormir, que es muy tarde. – replicó Nick, como si fuera su padre.
- Oh, papi… - dijo Miley con cara de niña buena – Era broma, sabes lo que quiero… - se tumbó boca abajo – Ahora ven aquí y hazme una mujer. – dijo con tono divertido. Otra carcajada se escapó de la boca de Miley.
- Ya vale ¿no? Con el cachondeo… - Nick se cruzó de brazos. Miley se volvió a mirarlo de nuevo.
- No sabes lo caliente que te ves así… desnudo y con cara de enfadado. – ella se quitó la camisa de un tirón. – Sabes que no es broma, sabes que quiero que ahora mismo vengas y te metas entre mis piernas…
Nick sonrió.
- Voy a apagar el fuego.
- Date prisa. Antes de que se apague el fuego que hay aquí también.
- Cariño, sabes que si se apaga… - dijo Nick des de la cocina. – Lo volvería a
encender en menos de dos segundos.
Miley se rió. Y entré esas sonrisas que a Nick tanto le gustaban se terminó de desnudar, escondiéndose de su amado… afuera, en la pequeña terracita.
- Coño, que frio hace aquí. – murmuró para ella misma.
- Ya estoy a… ¿Dónde te has metido? – miró hacia ambas partes - ¿Miley?
Tiró la bayeta de la cocina hacia a un lado y sonrió.
- Quieres jugar… ¿eh?...
Empezó a buscar a Miley por el baño, por la habitación de invitados, hasta por los armarios, y debajo de las camas. Pero nada.
- Venga Nick, que tengo frio. – se dijo Miley a sí misma, sentada en el suelo de la terraza, con las vistas de Los Ángeles en sus pies, y… quizás algún vecino
que podría ver algo no debido.
Nick se sentó en la cama de matrimonio, donde minutos antes había estado tumbada
Miley. La erección se le había bajado. Rendido.
- Bueno, ya vale. ¿Donde se habrá metido esta mujer?
Un corriente de aire le puso la piel de gallina. Miró hacia a fuera, la puerta del balcón estaba corrida, con un par de palmos.
- Estás loca. – Sonrió y se acercó hacia la terraza – pero así me gustas.
Corrió más la puerta para pasar y vió a Miley sentada en el suelo. Lo miró.
- Al fin… - acarició la pierna de Nick, él estaba de pie. Eso fue suficiente para
que su pene empezara a cobrar vida de nuevo.
- Estás medio loca ¿lo sabías?
- Eso me dicen… - rió. Nick se puso en cuclillas, a su lado. – pero a menos… estoy loca por ti.
Beso la boca de Nick deseándolo. Le mordió el labio inferior. Eso lo excitó aun más. La cargó entre sus brazos.
- Estás helada. – Nick la entró y la tumbó en la cama, tapándolos a los dos. – Aquí se está mejor…
- Nick, hacerlo en el exterior es una de mis fantasías. – dijo besándole el cuello.
- Te prometo que cumpliré cada una de tus fantasías, mi vida… pero esta déjala mejor para primavera, o verano… además, algún pervertido podría haberte visto… a saber lo que estará haciendo ahora. – Nick se rió, para sí mismo. – Seguro que cagán.dose en todo… por verme metiéndote aquí… para mi solito…
Adptado por: Jeny
Un veintitrés de octubre. Otoño, hacía frio. Miley llega a casa y deja caer el maletín al suelo. Cuelga su chupa de cuero marrón, la que se le ceñía al cuerpo, estilizando sus magnificas curvas, haciendo que… cualquier hombre que la viera, tuviera que girarse un par de veces.
Cerró los ojos, un olor riquísimo le invadió las fosas nasales. Alguno de sus platos favoritos mezclado con un perfume de chocolate y lirios blancos.
Para terminar de culminarlo, ve a Nick pasando con solo una toalla en la parte de abajo que le queda… pequeña. ¿Y cómo no? Con semejante cuerpo. Sonríe al verla. Se acerca a ella y le da un tierno beso en la boca. No puede dejar de mirar… al perfecto hombre que tiene delante. Cuando Nick retira la mano de su mejilla, ella la echa en falta. ¿Y el hombre frio que conocí hace unos meses? Ha desaparecido…
- ¿Cómo ha ido la faena?
- Bien… cansada. Hay varios nuevos clientes.
- Hombre… después de tomarte unos meses de vacaciones, normal que te echen de menos.
- Joder, solo fue un respiro… - se acercó a él, y le dio otro beso, sin dejar de sonreírle. – Un respiro que necesitaba del todo. – pellizcó la nalga izquierda de Nick y le arrancó la toalla de golpe. – Mmmh… ¿Qué hay para cenar? – dijo alzando de nuevo la vista hasta los ojos de él.
- Devuélveme eso… - dijo Nick entrando en su juego.
Miley, ágil apartó la mano, y se escabulló por un lado de Nick. Él la siguió, recorriendo, desnudo, por toda la casa. Al final la atrapó. La vio, tan… tan ella, sentada de rodillas en la cama. Y con su toalla entre los dientes.
- ¿La quieres? – murmuró retirándola un poco, y jugueteando con la toalla… tan sensualmente que eso lo puso a mil-y era más que evidente, pues iba desnudo y el tamaño de Nick no era fácil de esconder-entre sus dedos. – Ven a buscarla. – volvió a encajarla entre sus dientes, metiendo una de sus manos por debajo del suéter.
Nick no tardó en subirse en la cama, en cubrirla con todo su cuerpo. Miley tuvo el placer de sentir toda la carne desnuda de su amado, aplastándola. Y no le molestaba, al contrario… adoraba estar así, adoraba… sentir que Nick estaba allí, para ella… y solo para ella.
Nick le subió el suéter de rombos.
- Adoro como te queda este jodido suéter… - le susurró al oído, provocándole un escalofrío. encajó sus grandes manos en la fina cintura de Miley, sin dejar de besarla.
- Nicholas. – murmuró contra su boca. Nick aspiró su aliento de mentol. –
Hazme tuya… - arqueó las caderas, frotándose contra el miembro - ya durísimo- de él.
- Tiempo al tiempo… - dijo, aun que no quería esperar por entrar al cuerpo de su chica.
- No… ahora.
Nick rió. Se levantó deprisa.
- ¿Dónde vas? – le suplicó Miley.
- A apagar el fuego. Se quemará el arroz a la paella.
- Mmh… paella.
- ¿Prefieres eso… o yo? – le dijo apoyando los brazos, abiertos contra el marco de la habitación.
- ¿No es obvio? - Miley rió, tapándose la boca. Nick pensó que parecía una niña… su niña – La paella.
- Oh, vale… entonces, cariño, vamos a cenar, y a dormir, que es muy tarde. – replicó Nick, como si fuera su padre.
- Oh, papi… - dijo Miley con cara de niña buena – Era broma, sabes lo que quiero… - se tumbó boca abajo – Ahora ven aquí y hazme una mujer. – dijo con tono divertido. Otra carcajada se escapó de la boca de Miley.
- Ya vale ¿no? Con el cachondeo… - Nick se cruzó de brazos. Miley se volvió a mirarlo de nuevo.
- No sabes lo caliente que te ves así… desnudo y con cara de enfadado. – ella se quitó la camisa de un tirón. – Sabes que no es broma, sabes que quiero que ahora mismo vengas y te metas entre mis piernas…
Nick sonrió.
- Voy a apagar el fuego.
- Date prisa. Antes de que se apague el fuego que hay aquí también.
- Cariño, sabes que si se apaga… - dijo Nick des de la cocina. – Lo volvería a
encender en menos de dos segundos.
Miley se rió. Y entré esas sonrisas que a Nick tanto le gustaban se terminó de desnudar, escondiéndose de su amado… afuera, en la pequeña terracita.
- Coño, que frio hace aquí. – murmuró para ella misma.
- Ya estoy a… ¿Dónde te has metido? – miró hacia ambas partes - ¿Miley?
Tiró la bayeta de la cocina hacia a un lado y sonrió.
- Quieres jugar… ¿eh?...
Empezó a buscar a Miley por el baño, por la habitación de invitados, hasta por los armarios, y debajo de las camas. Pero nada.
- Venga Nick, que tengo frio. – se dijo Miley a sí misma, sentada en el suelo de la terraza, con las vistas de Los Ángeles en sus pies, y… quizás algún vecino
que podría ver algo no debido.
Nick se sentó en la cama de matrimonio, donde minutos antes había estado tumbada
Miley. La erección se le había bajado. Rendido.
- Bueno, ya vale. ¿Donde se habrá metido esta mujer?
Un corriente de aire le puso la piel de gallina. Miró hacia a fuera, la puerta del balcón estaba corrida, con un par de palmos.
- Estás loca. – Sonrió y se acercó hacia la terraza – pero así me gustas.
Corrió más la puerta para pasar y vió a Miley sentada en el suelo. Lo miró.
- Al fin… - acarició la pierna de Nick, él estaba de pie. Eso fue suficiente para
que su pene empezara a cobrar vida de nuevo.
- Estás medio loca ¿lo sabías?
- Eso me dicen… - rió. Nick se puso en cuclillas, a su lado. – pero a menos… estoy loca por ti.
Beso la boca de Nick deseándolo. Le mordió el labio inferior. Eso lo excitó aun más. La cargó entre sus brazos.
- Estás helada. – Nick la entró y la tumbó en la cama, tapándolos a los dos. – Aquí se está mejor…
- Nick, hacerlo en el exterior es una de mis fantasías. – dijo besándole el cuello.
- Te prometo que cumpliré cada una de tus fantasías, mi vida… pero esta déjala mejor para primavera, o verano… además, algún pervertido podría haberte visto… a saber lo que estará haciendo ahora. – Nick se rió, para sí mismo. – Seguro que cagán.dose en todo… por verme metiéndote aquí… para mi solito…
martes, 26 de julio de 2011
Sorry
De verdad lo siento Ross no era mi intesion que te molestaras es que me encantaron tus novelas y quise subirlas a mi blog, pero si te molesta que suba tus novelas las dejo de subir entiendo que te molestes pero de verdad no era mi intesion molestarte sorry
Espero me perdones no queria molestar, de verdad me siento muy mal por lo que paso
Espero me perdones no queria molestar, de verdad me siento muy mal por lo que paso
Sorry
lunes, 25 de julio de 2011
Recuerdos: Prologo
Después de un
par de meses, una rehabilitación y algunos centenares de explicaciones a
sus amigas y familiares, Miley había vuelto a su vida normal. Pero
con algo más… con Nick. Después de que Liam y ella se hicieran a la
idea de que él había muerto, por milagro, había vuelto. Y ahora ya,
recuperado… convivían, el día a día juntos, aun que no llevaran mucho
tiempo, en la casa de Nick situada al centro de Los Ángeles. Para Miley era una ventaja, pues caía cerca de su clínica de masajes.
- Me voy… - le dio un ligero beso en los labios a Nick. Él le dedicó una sonrisa – ten cuidado.
- Eso te lo tendría que decir yo a ti. – Una mirada fue suficiente para que el cuerpo de Miley reaccionara – debería estar prohibido que una mujer como tu se paseara con tacones altos por la calle.
Miley dejó escapar una risita floja y cerró la puerta, prometiendo a Nick que por la noche seguirían discutiendo eso. Como ellos dos lo solían hacer… entre las sabanas.
- Buenos días Mónica. – saludo Miley a su secretaria.
- Buenos días Miley. – La rubia le devolvió una tierna sonrisa, mientras seguía arreglando unos papeles. – Tienes hora, hay una nueva clienta.
- ¿Sí? – Mónica asintió - ¿Cómo se llama?
- Melany Richards
- ¿A qué hora? – dijo Miley entrando a los vestuarios y cambiándose la ropa de calle por la bata de la clínica.
- A... esta. – Mónica se giró hacia Miley – es esta chica.
Miley se giró. No creía lo que sus ojos estaban viendo. La nueva clienta era jodidamente parecida a Selena.
Miley se frotó los ojos. Céntrate, Miley, céntrate… es imposible. Sonrió. Nick dijo que Selena está… muerta.
- Me voy… - le dio un ligero beso en los labios a Nick. Él le dedicó una sonrisa – ten cuidado.
- Eso te lo tendría que decir yo a ti. – Una mirada fue suficiente para que el cuerpo de Miley reaccionara – debería estar prohibido que una mujer como tu se paseara con tacones altos por la calle.
Miley dejó escapar una risita floja y cerró la puerta, prometiendo a Nick que por la noche seguirían discutiendo eso. Como ellos dos lo solían hacer… entre las sabanas.
- Buenos días Mónica. – saludo Miley a su secretaria.
- Buenos días Miley. – La rubia le devolvió una tierna sonrisa, mientras seguía arreglando unos papeles. – Tienes hora, hay una nueva clienta.
- ¿Sí? – Mónica asintió - ¿Cómo se llama?
- Melany Richards
- ¿A qué hora? – dijo Miley entrando a los vestuarios y cambiándose la ropa de calle por la bata de la clínica.
- A... esta. – Mónica se giró hacia Miley – es esta chica.
Miley se giró. No creía lo que sus ojos estaban viendo. La nueva clienta era jodidamente parecida a Selena.
Miley se frotó los ojos. Céntrate, Miley, céntrate… es imposible. Sonrió. Nick dijo que Selena está… muerta.
domingo, 24 de julio de 2011
The έναν εξαπατώντας σύζυγο: cap 12
-Creo -dijo Anne Hemsworth- que lo mejor será que preparemos una bebida fuerte para cuando mi hijo vuelva a casa.
Anne no
podía saberlo, pero había dado la respuesta que más podía satisfacer a Miley, que había ido adquiriendo una actitud más desafiante a medida
que pasaba el día.
Se abrió la puerta y entró Lucas.
-¡Uauh! -exclamó, y Miley sonrió de oreja a oreja como una beep. El tiempo que había empleado preocupándose por la reacción de sus hijos ante el nuevo aspecto de su madre, había sido tiempo perdido.
Se abrió la puerta y entró Lucas.
-¡Uauh! -exclamó, y Miley sonrió de oreja a oreja como una beep. El tiempo que había empleado preocupándose por la reacción de sus hijos ante el nuevo aspecto de su madre, había sido tiempo perdido.
-¿Qué hay en los paquetes? -preguntó Lucas, despreocupándose de Miley como si fuera la misma de Siempre.
Al
cabo de diez minutos, el suelo del cuarto de estar estaba cubierto de
paquetes medio abiertos y Marie no paraba de corretear luciendo un
collar de cuentas rojas que su madre le había comprado. A William le había
traído un juego de piezas de construcción, pero lo que más le gustaba
era la caja de cartón, que estaba destrozando poco a poco. Para Lucas había comprado un nuevo juego de ordenador, y ya estaba jugando
con él en su habitación cuando llegó Liam.
Liam se detuvo en el umbral
de la puerta y se quedó mirando. La actividad en el cuarto de estar se
detuvo. Marie dejó de corretear para observar su reacción y su madre
dejó de recoger los envoltorios, mientras Miley se ponía en pie
incómodamente y lo miraba con una mezcla de desafío y súplica.
Fue Anne quien rompió la tensión del momento.
Recogió a William de la moqueta y agarró a Marie de la mano.
Pero Miley no prestaba atención a sus hijos, estaba pendiente de Liam, que la observaba con una inescrutable expresión.
Fue Anne quien rompió la tensión del momento.
Recogió a William de la moqueta y agarró a Marie de la mano.
Pero Miley no prestaba atención a sus hijos, estaba pendiente de Liam, que la observaba con una inescrutable expresión.
Una
tenue sonrisa se dibujó por fin en el rostro de Liam. Miley se quedó
muy sorprendida, porque era la misma sonrisa con que se había acercado a
ella la noche que se conocieron, una sonrisa ambigua.
Miley se
irguió con una expresión definitivamente desafiante.
-Vaya, vaya -dijo Liam-, ya veo que ha comenzado la segunda etapa.
¿La segunda etapa? ¿De qué diablos estaba hablando?
Se preguntó Miley.
-¿Vas a salir? -preguntó Liam-. Vas a tener que perdonarme, Miley, pero, si me has dicho que tenías planes para salir esta noche, creo que me he olvidado por completo.
-Vaya, vaya -dijo Liam-, ya veo que ha comenzado la segunda etapa.
¿La segunda etapa? ¿De qué diablos estaba hablando?
Se preguntó Miley.
-¿Vas a salir? -preguntó Liam-. Vas a tener que perdonarme, Miley, pero, si me has dicho que tenías planes para salir esta noche, creo que me he olvidado por completo.
Miley frunció el ceño. Sabía que Liam no
decía nada al azar, y se preguntaba qué quería decir con aquel «¿vas a
salir?» y el «segunda etapa», cuando sabía muy bien que no iba a ninguna
parte.
Le quedó claro que no iba a hacer ningún comentario sobre su
nuevo aspecto. Tal vez no le gustaba, tal vez prefería su versión
aburrida, la que no le causaba ningún problema, la que sabía el lugar
exacto que ocupaba en el ordenado mundo de Liam y no pensaba salir de él.
Miley pensó
que lo que tal vez le ocurría a Liam era que no las tenía todas consigo,
y experimentó una sensación de triunfo. Tal vez su pregunta fuera
sincera. -y si estuviera pensando en salir, ¿qué harías? -le preguntó
La pregunta provocó de nuevo la sonrisa irónica de Liam. Al verla, Miley se estremeció llena de frustración.
-Supongo que preguntarte con quién sales -respondió Liam, que sabía jugar mejor que ella al juego de las ambigüedades.
-¿Para ver si tu mujercita sale con buenas compañías?
-Pero, entonces, ¿vas a salir? -preguntó Liam, apretando los puños- ¿Con quién? ¿Con un hombre?
-Supongo que preguntarte con quién sales -respondió Liam, que sabía jugar mejor que ella al juego de las ambigüedades.
-¿Para ver si tu mujercita sale con buenas compañías?
-Pero, entonces, ¿vas a salir? -preguntó Liam, apretando los puños- ¿Con quién? ¿Con un hombre?
Miley no cabía en sí de satisfacción.
-Cuando tú sales, no me dices con quién, no sé por qué tengo que hacerlo yo -dijo con frialdad.Liam frunció el ceño y miró a Miley como diciéndole «Ten cuidado».
-No te burles de mí -le dijo-. Dame un nombre, sólo quiero un nombre.
-Cuando tú sales, no me dices con quién, no sé por qué tengo que hacerlo yo -dijo con frialdad.Liam frunció el ceño y miró a Miley como diciéndole «Ten cuidado».
-No te burles de mí -le dijo-. Dame un nombre, sólo quiero un nombre.
Era una conversación completamente estúpida -pensaba Miley-, ya que ella no iba a ninguna parte.
-No hay ningún nombre -murmuró, furiosa por la facilidad con que Liam había estropeado aquel día tan feliz para ella. Paseó la mirada por los paquetes esparcidos por el suelo, sin encontrar en ellos ninguna satisfacción- Acabo de llegar, no iba a ninguna parte.
-No hay ningún nombre -murmuró, furiosa por la facilidad con que Liam había estropeado aquel día tan feliz para ella. Paseó la mirada por los paquetes esparcidos por el suelo, sin encontrar en ellos ninguna satisfacción- Acabo de llegar, no iba a ninguna parte.
A Liam le había
bastado con ver los paquetes y las bolsas para darse cuenta. ¿A quién
quería engañar, fingiendo con una pequeña mueca de sorpresa que no los
había visto hasta aquel momento?
Liam se acercó al paquete que tenía
más próximo, una caja larga y plana que todavía estaba sin abrir.
Aprovechando que Liam le dejaba libre el paso, Miley tomó su bolso
nuevo y se dirigió hacia la puerta tristemente decepcionada.
-¿Qué es esto? -preguntó Liam.
-¿Qué es esto? -preguntó Liam.
Miley se encogió de hombros, tan arrogante como su hija cuando no obtenía la respuesta que quería.
-Un traje -respondió de mala gana.
-¿Y esto? -preguntó Liam, señalando otra caja
con el pie.
-Ropa interior -respondió Miley ruborizándose, porque la caja rebosaba con la ropa interior más cara que Miley había visto en su vida.
-¿Y esto?
-Dos vestidos -replicó y lo miró con resentimiento-. ¿Por qué? No irás a echarme la bronca por haber gastado demasiado, ¿verdad? ¡Fuiste tú quien me dio todas esas tarjetas de crédito! Una para cada gran almacén de Londres, creo.
-Un traje -respondió de mala gana.
-¿Y esto? -preguntó Liam, señalando otra caja
con el pie.
-Ropa interior -respondió Miley ruborizándose, porque la caja rebosaba con la ropa interior más cara que Miley había visto en su vida.
-¿Y esto?
-Dos vestidos -replicó y lo miró con resentimiento-. ¿Por qué? No irás a echarme la bronca por haber gastado demasiado, ¿verdad? ¡Fuiste tú quien me dio todas esas tarjetas de crédito! Una para cada gran almacén de Londres, creo.
Miley no las había utilizado nunca. Hasta aquel día, no se había dado cuenta de las delicias que podían ofrecerle.Liam ignoró el comentario.
-Es un vestido que merece una cena en uno de los restaurantes más caros de Londres, tal vez con un poco de baile después, ¿no te parece?
-Es un vestido que merece una cena en uno de los restaurantes más caros de Londres, tal vez con un poco de baile después, ¿no te parece?
Miley se estremeció y miró a Liam a los ojos, sin acabar de comprender.
-¿Me estás invitando a cenar? -preguntó con tanta inocencia que Liam no pudo evitar una sonrisa irónica. -Sí -asintió con cierta burla.
-¿Me estás invitando a cenar? -preguntó con tanta inocencia que Liam no pudo evitar una sonrisa irónica. -Sí -asintió con cierta burla.
-Sí, Miley -repitió Liam con mayor amabilidad, como si se hubiera dado cuenta de la inquietud de Miley y lamentara haberla causado- Te estoy preguntando si te gustaría que saliésemos a cenar esta noche.
-Ah -exclamó Miley desconcertada y sin saber qué responder.
Se alegró de oír a Lucas bajar corriendo por las escaleras, como un alud. Pasó a su lado como una exhalación y saltó a los brazos de su padre.
-¡Hola! -exclamó- Mamá me ha comprado un juego nuevo -prosiguió con excitación- ¿Puedo bajado y ponerlo en la televisión? Es un simulador de vuelo y hay que aterrizar y despegar en un tornado.
-¿Por qué no? -dijo Liam sonriendo sin dejar de mirar a Mley-. Si a tu abuela no le importa, puedes bajarlo. Tú madre y yo nos vamos a cenar.
-¿Os vais a cenar los dos juntos? -exclamó Lucas, tan sorprendido como Miley-. ¡Qué bien!' -agregó mirando a su madre- Papá te lleva a cenar en vez de ir tú sola como el otro ...
-Lucas -dijo su padre. El niño se calló.
Miley se sintió muy incómoda.
-A lo mejor tu madre no puede quedarse -dijo.
Sabía que Liam sólo la había invitado a cenar al ver todas las molestias que se había tomado para cambiar de aspecto- Ha estado aquí todo el día y no me parece bien que ...
-No importa -dijo Anne, viniendo por el pasillo. Miley se dio la vuelta. Anne y Marie estaban allí.
Tuvo la sensación de que en aquella casa no había la menor intimidad.
-Por supuesto que importa -dijo- Has estado aquí todo el día y yo ...
-Llévala a un sitio bonito -dijo Anne, ignorando las protestas de Miley.
Miley suspiró con impaciencia, sabiendo que su opinión importaba poco.
-Creo recordar que no he dicho que quiera salir -dijo.
-Claro que quieres salir -intervino Anne-. Así que recoge todas esas cosas y súbetelas. ¡Marie y Lucas, ayudad a vuestra madre!
Miley exhaló un suspiro de resignación. A no ser que quisiera contarles a todos sus razones para no salir con Liam, no tenía más remedio que hacerlo.
Los niños obedecieron inmediatamente. Recogieron varios paquetes y salieron, dejando que Miley recogiera el resto. Cuando estaba al pie de la escalera, oyó la voz de Anne.
-Si quieres saber mi opinión, Liam, ya era hora de que salieseis juntos. Y no estaría de más que empezaras a llevarla a esas cenas donde conoces a tanta gente del mundo de los negocios.
Miley se había detenido en las escaleras y esperaba con curiosidad la respuesta de Liam, pero cuando habló no pudo distinguir sus palabras.
Sin embargo, a Anne se le entendía perfectamente. -¡Tonterias! -replicó-. ¿Cómo sabes que no le va a gustar cuando no le has dado la oportunidad de averiguado? Tu problema, Liam, es que la tienes tan envuelta entre algodones que no le dejas descubrir lo que realmente quiere de la vida.
¿Era eso lo que Anne pensaba?, se dijo Miley. En realidad, ella creía que siempre había sabido lo que quería de la vida, ser una buena madre y una buena esposa. Eso era todo. No era algo ni muy excitante ni muy ambicioso. Sólo quería ser una buena esposa para el hombre al que amaba y una buena madre para unos hijos a los que adoraba. ¿Qué tenia eso de malo?
The έναν εξαπατώντας σύζυγο: cap 11
La madre de Liam empezó a pasar más tiempo
con Miley. No mencionaba el domingo que su nuera había pasado en
Londres, pero el hecho estaba allí, aguardando tras sus cuidadosos
gestos, tras la cautela con que abordaba ciertas conversaciones.
Anne Hemsworth estaba orgullosa de su hijo. Era un hombre, que se había hecho a
sí mismo, que había triunfado a pesar de las dificultades. Pero no
estaba ciega ante lo que la tentación podía suponer para un hombre del
calibre de Liam.
Era un hombre perspicaz, inteligente y lleno de vida.
Con treinta y dos años, ya era respetado en la comunidad de ejecutivos.
La profunda mirada de sus ojos azules y su habilidad para hacer dinero donde no lo había, lo hacían muy interesante para las mujeres. Y, aunque nadie le había dicho nada de por qué el matrimonio de su hijo atravesaba por tiempos difíciles, Anne no era tonta y tenía una idea bastante acertada de la verdad. Así que decidió pasar más tiempo con Miley, para ofrecerle su apoyo moral.
La profunda mirada de sus ojos azules y su habilidad para hacer dinero donde no lo había, lo hacían muy interesante para las mujeres. Y, aunque nadie le había dicho nada de por qué el matrimonio de su hijo atravesaba por tiempos difíciles, Anne no era tonta y tenía una idea bastante acertada de la verdad. Así que decidió pasar más tiempo con Miley, para ofrecerle su apoyo moral.
Miley, se lo agradecía, porque
había llegado a la dolorosa conclusión de que, en el mundo extraño en
el que había empezado a vivir, ella era su única amiga.
Se sentía
decepcionada consigo misma por haberse dejado llevar hasta convertirse
en una persona vacía. Su hogar, que antaño era su orgullo y su gozo, se
había convertido en continuo objeto de sus críticas. Podía ser un buen
lugar para ella, pero no para Liam. Su avance en la vida merecía una casa
mayor, una que reflejara sus éxitos. Miley no dejaba de atormentarse
recordando las muchas veces que Liam le había comentado que quería
mudarse a una casa más grande, mejor. Tal como había empezado a
considerarlo últimamente, lo comprendía perfectamente. No había duda de
por qué no había llevado a aquella casa a ninguno de sus amigos: debía
avergonzarse de su hogar.
Pero Miley también se sentía furiosa con
su marido por no abrirle las puertas de su mundo. Tal vez fuera
culpable por permanecer ciega a lo mucho que él había cambiado, pero él
tenía parte de culpa por esconderla, como si fuera un incómodo secreto
que no convenía a su imagen de triunfador.
La ira se convirtió en resentimiento y el
resentimiento en una inquietud que la hacía irritable e impaciente,
hasta el punto de que hasta sus hijos estaban alerta para evitar sus
reacciones intempestivas.
«¿Quién eres, Miley?», se preguntó una noche que Liam volvía tarde del trabajo, después de muchas semanas en que había vuelto a las seis y media en punto. La tardanza de su marido aumentaba su inquietud. Necesitaba que Liam estuviera allí para experimentar cierta paz.
«¿Quién eres, Miley?», se preguntó una noche que Liam volvía tarde del trabajo, después de muchas semanas en que había vuelto a las seis y media en punto. La tardanza de su marido aumentaba su inquietud. Necesitaba que Liam estuviera allí para experimentar cierta paz.
«No puedes echarle a Liam la culpa de todo»,
se decía. «Has vivido en una nube, tan encerrada en tu pequeño mundo que
ni siquiera te has preguntado cómo era el de tu marido. Sabías que
acudía a muchas comidas de negocios, que tenia que moverse en ciertos
círculos si quería estar al día, pero no te preguntaste si debías
preocuparte por entrar con él en ese mundo, ni siquiera te preocupaste
de escucharlo y apoyarlo.»
Se dio cuenta de que ni siquiera sabía que la compra de Harveys se había consumado hasta que Tay se lo dijo. Aún más, sólo se enteró de que quería comprar Harveys cuando la madre de Liam salió en su defensa una noche que ella se quejaba de que volvía demasiado tarde a casa.
Se dio cuenta de que ni siquiera sabía que la compra de Harveys se había consumado hasta que Tay se lo dijo. Aún más, sólo se enteró de que quería comprar Harveys cuando la madre de Liam salió en su defensa una noche que ella se quejaba de que volvía demasiado tarde a casa.
-¡Está ocupado con la compra de Harvey's!
-había exclamado molesta- ¿No te das cuenta de que es muy importante que
consiga ese negocio?
La verdad era que no podía darse cuenta, porque no sabía de su existencia, pero lo más triste era que todavía no se había preocupado de averiguarlo. ¿Qué futuro tenía un matrimonio que no compartía más que una casa, una cama y tres hijos?
La verdad era que no podía darse cuenta, porque no sabía de su existencia, pero lo más triste era que todavía no se había preocupado de averiguarlo. ¿Qué futuro tenía un matrimonio que no compartía más que una casa, una cama y tres hijos?
-Ni siquiera soy guapa -dijo con un suspiro, mirándose al espejo una mañana.
«Al menos, no en el sentido clásico, supongo», se dijo sin dejar de mirarse al espejo. «Mi figura no está mal, sobre todo, teniendo en cuenta que he tenido tres hijos. Tengo unas piernas bonitas, pero no tengo una cara que llame la atención. No es la cara que se espera de la mujer de Liam Hemsworth. Tengo los ojos demasiado grandes y la nariz demasiado pequeña, la boca no está mal, pero mi mirada es demasiado vulnerable.»
«Al menos, no en el sentido clásico, supongo», se dijo sin dejar de mirarse al espejo. «Mi figura no está mal, sobre todo, teniendo en cuenta que he tenido tres hijos. Tengo unas piernas bonitas, pero no tengo una cara que llame la atención. No es la cara que se espera de la mujer de Liam Hemsworth. Tengo los ojos demasiado grandes y la nariz demasiado pequeña, la boca no está mal, pero mi mirada es demasiado vulnerable.»
Hizo una mueca de disgusto.
«¡Y mira qué pelo!», se dijo acariciando su larga melena dorada. «¡No he cambiado de peinado desde que tenía la edad de Marie! ¡Incluso la ropa que me pongo es demasiado juvenil!»
«Pues haz algo para cambiar», le dijo con impaciencia una voz interior.
«¡Y mira qué pelo!», se dijo acariciando su larga melena dorada. «¡No he cambiado de peinado desde que tenía la edad de Marie! ¡Incluso la ropa que me pongo es demasiado juvenil!»
«Pues haz algo para cambiar», le dijo con impaciencia una voz interior.
-¿Por
qué no? -susurró con un impulso desafiante- Vaya decirte tina
cosa, William -dijo dándose la vuelta y hablando a su hijo pequeño, que
jugaba en la moqueta-. ¡Me voy de compras! Vamos a ver si la abuela
puede cuidar de ti, y si no puede, pues ... pues llamaremos a papá y que
se ocupe él, por un día no le va a pasar nada -dijo y se mordió el
labio, exactamente igual que hacía su hija Marie cuando tomaba una
decisión.
Pero la madre de Liam aceptó cuidar a su nieto con alegría,
lo que en cierto modo contrarió a Miley. De alguna manera, le atraía
la idea de entrar en el ultramoderno edificio de oficinas donde Liam
tenía el despacho y dejarle a William en brazos. «Aunque, sin embargo»,
pensaba mientras se dirigía en taxi al centro de Londres, «una cosa es
imaginarlo y otra muy distinta hacerla».
Se sentía feliz y esperaba que aquella sensación le durara algún tiempo.
Se sentía feliz y esperaba que aquella sensación le durara algún tiempo.
Y de Liam. Liam podía ser un león en la jungla de los negocios, pero Miley sabía que la tensión desaparecía de su cuerpo en cuanto llegaba a su casa y encontraba a su pequeña familia con sus pequeños problemas, esperando que él los solucionara.
Muchas noches llegaba agotado y con el semblante serio, con el rostro de un cazador implacable, pensó Miley en aquellos momentos-, pero en menos de media hora, estaba tumbado en el suelo jugando con los gemelos. Jugando o viendo la televisión. Se compenetraba absolutamente con ellos y podía llegar a pelearse con Lucas por un juego de ordenador, y no tenía la menor señal de tensión ni de pesadumbre, tan sólo aquella sonrisa infantil igual a la de su hijo, que decía que había abandonado el mundo de los negocios para sumergirse en el feliz alivio que le ofrecía su familia.
Miley se preguntaba si el mismo proceso funcionaba a la inversa, ¿le era tan fácil desprenderse de su papel de padre y esposo cada vez que salía para irse a trabajar? ¿Era un alivio para él volver a aquel otro mundo mucho más excitante, ser el gran hombre con poder sobre otros y verse tratado de forma especial? ¿Se convertían su pequeña mujer y sus tres hijos en poco más que nada una vez que volvía a aquel escenario sofisticado lleno de gente inteligente y sofisticada, con ropa sofisticada y sofisticadas conversaciones?
Sofisticado, se repitió por enésima vez, en eso se había convertido Liam, en un hombre maduro y sofisticado. Mientras, ella se había estancado.
Se odió a sí misma por haber dejado que ocurriera y odió a Liam por obligarla a ver sus propios defectos, porque eso significaba que ella tenía que asumir parte de culpa por lo que les estaba ocurriendo.Miley sintió un inexplicable alivio al no ver el BMW negro de Liam cuando el taxi la dejó en casa a las seis en punto de la tarde.
Iba tan cargada con bolsas y paquetes que tuvo que llamar al timbre con el codo.
-¡Cielo Santo! -exclamó la madre de Liam, abriendo la puerta y mirando a su nuera con asombro.Miley siguió hacia el interior sin detenerse.
-Cielo Santo! -volvió a exclamar cuando, una vez en el interior de la casa, Miley dejó caer los paquetes a sus pies.
-¿Qué te parece? --preguntó Miley con incertidumbre.
La Miley que había abandonado su hogar una hora después que su marido no era la misma que estaba ante su suegra.
Se había cortado el pelo en un óvalo alrededor de la cara, hasta la altura de la barbilla. La habían maquillado de modo que quedaran realzados los hermosos rasgos que ella no creía tener. Tenia un aspecto tan natural que era imposible decir cómo le habían arreglado los ojos y la boca para que, de repente, llamaran tanto la atención.
Pero aquello no era todo. Ya no llevaba el abrigo de lana azul pálido y los vaqueros con que había salido aquella mañana. En su lugar, llevaba el traje de chaqueta de lana más exquisitamente cortado que Miley había visto. Era de color marrón pálido y se ajustaba perfectamente a su figura. Se abrochaba con dos filas de botones de un marrón más oscuro en la pechera y estaba adornado con tres botones en cada puño. También llevaba unas botas de ante por debajo del tobillo y un bolso a juego.
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