Miley se desmelenaba en la
pista. Sus pechos tenían un ligero movimiento al mover su cuerpo,
dejándolo llevar al son de la música.
Nanana come on, come on... Sonaba
un remix que la enloquecía. Una chica sola en medio de la pista con
tremendo cuerpo, era diana de muchos. Algún chico se le acercó,
acechando a la presa.
Ella sonrío, meciendo más el culo, provocativa
como ella sola.
Sus
ojos cafes observaban des de la otra punta de la discoteca. Apoyado en
la pared, sin mucho que decir, y con la sangre que le hervía. Pensaba,
que si ese canijo se le acercaba un poco mas, la tocaba, incluso, si
respiraba cerca de su mismo perfume, le iba a arrancar el cuello.
¿Por
qué tenía estos celos? Él nunca había sido celoso con ninguna de las
chicas con las que había estado antes. ¿Por qué Miley lo volvía
completamente loco? Su imagen, su olor, su carácter. Sencillamente, se
la ponían dura en menos de dos minutos. Sin siquiera tocarlo. Y a él…
joder, que le picaban los dedos de la mano, por poder sobarla enterita.
Despejando
sus pensamientos, vio como Miley se había dado la vuelta y ahora
rodeaba el cuello del chico con los brazos, y él… oh dios, casi tocaba
el culo de Miley, se su Miley con esas manazas torpes.
Nick se movió atravesando la pista. Ahora muchas miradas femeninas se
posaron en ese robusto cuerpo de hombre mil. Una pareja prácticamente
perfecta y guapísima, obvio. Nick apartó de un empujón al chico con el
que bailaba Miley.
- Perdona, como vuelvas a intentar ligártela, te parto la cara.
- ¡Nick! - Miley se interpuso.
-
A juzgar por cómo te mira, no creo que seas nada suyo, ni mucho menos
su novio. – dijo el chico al que había apartado, mirándolo de arriba
abajo con un desprecio rebosante.
- Cállate Liam, claro que es mi novia.
Miley intentó hablar, pero una sola mirada de él bastó para que cerrara la
boca. Había una razón desconocida por la cual sentía dominación desde Nick. Él tenía poder sobre ella. Mucho.
-
¿Es tu novio? - Miley se encogió de hombros. – Tendrías que
habérmelo dicho antes. – el chico se fue moviendo la cabeza.
- ¿Y vosotros qué ******* miráis? – alzó Nick la voz, a los cuatro que se habían quedado chafardeando la escena.
Cada quien siguió con lo suyo, moviendo cuerpos, juntándose con otras pieles, sudando, excitándose.
- ¿Por qué has hecho eso? – dijo Miley cabreada.
Es realmente hermosa, despeinada, con el maquillaje semi corrido.
- Porque me pone enfermo verte con otro tío que no sea yo.
- No tienes derecho sobre mí. – dijo ella. – no somos nada. – pero sabía, que en el fondo, muy en el fondo, mentía.
El
DJ empezó a pinchar otra canción. Me not working hard? Yeah right… Miley le dio la espalda, aun que la discoteca estaba abarrotada,
así que solo se apartó un poco. Tonight, I will love, love you tonight…
Nick se acercó a ella. Posó sus manos en ambas caderas de Miley. Le
sacaba una cabeza, y a su lado, la sentía pequeña, un cuerpecito de
porcelana. Su muñeca. La acercó a su propio torso. Miley miró hacia
arriba, no pudo evitar sonreír. Ya ni recordaba por que estaba
enfadada.
- Déjame. – dijo riendo, y empujando un poco con la mano la barbilla de Nick. Él le mordió un dedo.
-
No quieres eso. – Nick bajó una de sus manos, pasándola por la
entrepierna de Miley. La empujó más contra él. Ella entreabrió la
boca. Ambos juntos, eran totalmente sexuales. Nick se tambaleó un
poco. Give me everything tonight… - Muévete para mí.
Miley sacudió las caderas, puso sus manos encima de las de él, y frotó su
culo contra el paquete de Nick. Sonrió, dejándose llevar de nuevo.
Entre que tenía de nuevo al chico de sus fantasías detrás de ella, la
canción oportuna y sexy que salía de los grandes amplificadores, el
vapor y humo que subía en la discoteca, el calor entre ambos también
estaba acelerando los pulsos y la adrenalina. Nick bajó de nuevo la
mano, frotándole uno de los muslos a Miley. Ella estaba muy
empegada a él y el movimiento de su cuerpo casi que lo hipnotizaba, y lo
ayudaba a seguirle el ritmo.
Si no fuera por la ropa, estarían
follando. Nick colocó su erección entre las nalgas de Miley, que a
pesar de la falda, seguía teniendo un culo turgente. Iba a decirle que
no podía aguantar más, que se la llevaba al coche, pero Miley se le
adelantó. Se giró, sin dejar de juntar su cuerpo. Ahora Nick
enloqueció por el par de tetas que se aplastaban contra su torso.
-
Estoy mojada. – susurró Miley en el oído de él. Esas palabras fueron
gloria.- Te necesito, Nick. – casi dijo su nombre en un gemido. Nick intentó controlarse.
- Vamos. – dijo cogiéndola de la mano y sacándola del local a toda prisa.
Miley metió el cerrojo en
la cerradura de la puerta. Esta se abrió. Nick observó la casa, una
vez se hubieron encendido las luces.- Bonito alojamiento.
- Gracias.
- ¿Lo has amoblado tú?
- Todo. Todo lo que ves es a mi elección.
- Necesitaría una estilista como tú para mi casa.
- Cuando quieras… - sonrió ella. – aun que esta vez será mejor que me des tu, tu jodido número de teléfono.
Nick sonrió.
- ¿Tienes algo de beber? – le preguntó a Miley.
- Si, la puerta de la izquierda es la cocina, coge tu mismo una cerveza de la nevera.
-
Gracias. – se giró, dirigiéndose a la puerta señalada. Pero se
arrepintió, antes, dio media vuelta y le dio un beso despistado, en la
boca, lentamente, abriendo sus labios. Miley lo abrazó. Nick la
dejó con las ganas y se separó. – ahora vuelvo, espérame.
- Tonto, claro que te espero. – ella se puso a reír.
Él
se metió en la cocina, encendió la luz, abrió la nevera… Salió de nuevo
con la cerveza en la mano, dando un par de tragos sedientos y largos.
- ¿Miley? – miró a su alrededor. – Joder, ¿Dónde te has metido?
Vio
una de las luces del corredero encendida, y se decidió a meterse en el
pasillo. Tres puertas. La primera, nada. Una habitación vacía, quizás
la de invitados. La segunda, el baño. Un enorme y llamativo baño.
- A la tercera va la vencida, ¿no? – se dijo a él mismo.
Abrió la puerta. El ruido de la lavadora y la secadora salió hacia el salón.
- Joder, Miley.
Suspiró.
Giró sobre sus talones, y alzó la vista. Se la quedó mirando. Ella
apoyada en la entrada del pasillo, un brazo en cada lado de la pared,
exhibiéndose, a él, sin pudor alguno. La cerveza cayó al suelo.
- ¡Nick! - Miley se arqueó, disfrutando de la boca de Nick. – Oh, sí, si
¡sí!... – decía entre susurros.
Nick la mordió un poco. Succionó su clítoris con fuerza, haciendo que Miley perdiera el control. Se incorporó, él se separo. Se quedaron
mirando, sin más. Ella se incorporó, inclinándose hacia adelante.
Acarició la mejilla de Nick, paseando sus dedos por la barbilla, aún
húmeda por ella misma.
- Hazme el amor. – le pidió, arqueándose en un envite que no paso desapercibido por él. – te necesito.
A
él se le encogió el corazón. Le dedicó una sonrisa, tierna, sin saber
por qué. Y ella se la devolvió. Miley se tumbó de nuevo en la cama,
esperando por Kellan, que pronto se colocó encima, sin hacerla daño, sin
poner su peso en su… si, su pequeño cuerpo. La po.lla le latía con
fuerza, se decía a si mismo que nunca había estado tan caliente.
Y
prácticamente con Miley no había hecho nada. Nada comparado con
otras chicas con las que se había acostado. Pero ella… ella era
diferente a todas esas zorronas de calle. Él se estiró para coger un
preservativo de la caja, pero Miley apartó su mano.
- No, sin nada. Como la última vez. Te quiero sentir… quiero sentir tu carne atravesando la mía sin una sola barrera.
Nick bufó y la besó, tan desesperadamente, que sus labios, rápidamente se irritaron.
- Me pones demasiado…
- Demasiado está bien. – sonrió ella.
Pero
es que todo, todo en Miley era perfecto. Perfecto para él. Ella
abrió aún más dulcemente sus piernas. Nick gimió al palpar su humedad.
Y se decidió a embestirla. Las primeras contracciones del estrechito
co.ño de Miley hicieron que los dos sobrevolaran el séptimo cielo.
- Dios. – jadeó Miley, con el corazón a mil. – muévete, no pares.
El
sudor hacia que ambos cuerpos se pegaran, se rozaban, intensificando
los movimientos, se rozaban, con una deliciosa fricción, que estimulaba
ese tan perfecto… y divino placer. Él la embistió, aún más rudamente.
Como un salvaje primitivo, se la folló de buen gusto. Sintió las
sacudidas que daba su falo en l interior de Miley, anunciando una
soberana explosión de semen acompañado de un fabuloso orgasmo. Miley vio la mueca de Nick. Él era un hombre potente, tanto, que
apostaba que podría aguantar horas tirándose a un cuerpo femenino sin
correrse. ¿Por qué con ella menos de cinco minutos? Y a sí misma,
también se estaba a punto de correr.
-
Ya llego. – jadeó Miley. – dame duro. – le pidió a Nick, el
cual enloqueció entre susurro y susurro… y cumplió órdenes, agarrándola
de las caderas, y clavándose en lo mas hondo de su cuerpo. Los dos
gritaron de gusto.
Nick reaccionó. Vale, un hombre cuando está teniendo un orgasmo, no es
consciente. Pero tenía a Miley, a su Miley entre sus brazos.
Y no la pensaba dejar escapar.
-
Quiero estar contigo, siempre. – le pidió, mientras los últimos
borbotones de su semilla se escurrían por los muslos de ella – ninguna
mujer antes me ha hecho vivir tales sensaciones. – le besó el hombro
cariñosamente. – sé que soy el hombre de tus fantasías, y no hay duda
que tu eres la mujer de mis sueños.
- Nick… - suspiró Miley, agotada. – dios… yo no sé…
-
Shht… entiendo que es deprisa. Pero no quiero volver a alejarme de ti.
Dejame al menos intentar ganarme… - se inclinó, lambiendo uno de los
senos. – este pequeño corazoncito… ¿Podría?
Sus
ojos Cafes se desviaron hasta encontrar los azulisimos de ella. Buscando
una brizna de esperanza, una sincera respuesta. Al fin, sonrío,
pasando sus manos por su pelo y besándole la cabeza a Nick.
Cariñosa, a su punto… como él quería.
-
Podrías. – terminó en un susurro. – pero tendrás que trabajarlo. No
todo es sexo en una relación. Lo sabes… aun que forma un papel
importante… y en nosotros está visto que ese nivel está más que
superado.
Nick rió.
-
Entonces me lo trabajaré.- empujó con los antebrazos para llegar a los
delicados labios de Miley. Siguió sin perder esa sonrisa. No
podía. Estaba… estaba feliz. Sentía tanto… tanto que parecía extraño. Y
esas sensaciones no las podía perder. Y por ese mismo motivo, tenía que
conservarla, a ella. – Pequeña, ¿sabes qué? Un te quiero se me hace
diminuto. Debes saber que por ti… haré lo que sea.
Quizás era demasiado pronto, o quizás no, pero entonces, de los labios de ella, se escapó un ligero te amo.
Muy lindo el one shot... me re gusto un beshito!!!
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