viernes, 22 de julio de 2011

The έναν εξαπατώντας σύζυγο: cap 10

-Como un toro loco -repitió la niña- Eso es lo que nos dice mi profesora cuando corremos por la clase, ”Los toros al campo” dice -dijo Marie y esbozó una de sus encantadoras sonrisas, de ésas con las que se le caía la baba a su padre- Pero mamá volvió sana y salva, como dije yo.
 
Así que, al menos, había un miembro de su familia que la creía capaz de cuidar de sí misma. «Gracias, Marie», pensó Miley.
-Acábate el desayuno -dijo-. Como podéis ver, estoy sana y salva, así que vamos a olvidarlo, ¿vale?
En cuanto los niños se marcharon a recoger sus cosas del colegio, le dijo a Miley:
-Puedes irte a Birmingham, si quieres.

Liam estaba guardando el periódico en su cartera.
Al oír a miley se detuvo por un instante y luego, cerró la cartera.
 

Tenía todo el aspecto de un hombre de negocios.
Con la camisa de seda blanca y el chaleco. Parecía fuera de lugar en aquella cocina de atmósfera tan familiar, su atuendo era apropiado para una mansión de estilo georgiano, con muebles de caoba. Miley sintió una gran tristeza al pensar en lo mucho que Liam había evolucionado con los años mientras ella permanecía estancada.
 
-Ya no tengo que ir -dijo Miley-. Jack Brice puede ocuparse de todo tan bien como yo.
Entonces, ¿por qué no iba él desde un principio?, se preguntó Miley.
-¿Tenías miedo de que te abandonara mientras tú no estabas en casa? -le preguntó con un sincero interés por saber su respuesta. 

A Liam le importaban mucho ella y los niños, pero no sabía en qué medida sería para él una tragedia que dejaran de formar parte de su vida.

Liam se dio la vuelta para marcharse, pero se detuvo junto a la ventana que daba al jardín trasero de la casa, lleno de juguetes.
-Sí -admitió sobriamente.

Miley experimentó un gran alivio al oír su respuesta, lo que, por otro lado, la puso furiosa, porque no era más que una muestra de su propia debilidad.
 
-Yo no tengo por qué irme -replicó- Eres tú quien tiene que hacerlo.
-Sí -dijo Liam, y agachó la cabeza antes de darse la vuelta. No la miró, pero hizo como si examinara su cartera de nuevo- Sé que, si me quedara un átomo de orgullo, debería recoger mis cosas y marcharme. Pero no quiero marcharme, no quiero echar a perder lo que hemos ... tenido. Sé que tengo que probarte que puedo y volver a ser el mismo. Sé que me va a costar algún tiempo, pero no voy rendirme, Miley -dijo y se atrevió a mirarla con determinación 

-Puedes hacer lo que quieras, pero no voy a ser yo quien me vaya.
-Podría pedirte la separación -le espetó Miley de repente- Para hacer que te marches.Liam frunció el ceño.
-¿ y cómo sabes que si pides la separación puedes obligarme a irme? -dijo Liam, preguntándose si Miley habría hablado con algún abogado. No la creía capaz, pero no estaba seguro.
 
 A Miley le encantaba verlo tan desconcertado. Le hacía recuperar algo de orgullo, así que se encogió de hombros y dijo con sarcasmo:
-Veo mucha televisión.

Entonces, ¿vas a ... acabar con nuestro matrimonio? Miley tenía que admitir que era muy listo. Con una simple pregunta le había dejado a ella toda la responsabilidad.
-Has sido tú el que has empezado a estropear nuestro matrimonio, Liam -respondió con tranquilidad- Pero no, no voy a hacer nada por cambiar esta situación ... todavía.
-¿Todavía? ¿Si quieres pedir el divorcio por qué no lo haces cuanto antes? -dijo Liam, dando un suspiro, recogiendo la chaqueta del respaldo de la silla.
 

Miley observó cómo se la ponía. Se fijó en su anillo de oro. No significaba nada, sólo era un trozo de oro que le habían puesto allí hacía un millón de años. Era un anillo sencillo y barato. Cuando se casaron, no habían podido pagar nada mejor. Al cabo de algunos años, Liam le había regalado una sortija de oro con un diamante engastado.
 

Recordaba el día que lo habían comprado; «Te quiero, Miley », había dicho poniéndoselo en el dedo, «sin ti y los mellizos, mi trabajo no tendría sentido».
Pero Liam se equivocaba. Sin ella ni los mellizos, habría llegado mucho más lejos, de eso estaba segura.


Liam la observaba con aquella mirada sombría, mientras esperaba la respuesta de Miley . Por un instante, se cruzaron una mirada, luego, Miley  agachó la cabeza.
 

-No lo sé. Pero creo que quiero verte sufrir -respondió Miley con sinceridad.
Para su sorpresa, Liam sonrió y se llevó la mano al cuello, donde era visible el arañazo de la noche anterior.
-Yo creía que ya me habías hecho sufrir bastante-dijo.
-No lo suficiente -dijo Miley, sonrojándose ligeramente. -Ya veo.
-Me alegro.
-Así que ahora vamos a iniciar un periodo en el que me toca recibir a mí -dijo Liam, sonriendo de nuevo y agachándose para besar a William-. Pues que así sea -añadió y salió orgullosamente de la habitación, dejando a  Miley desconcertada.
 

Durante las dos semanas siguientes, vivieron en una especie de tiempo muerto, como si su matrimonio hubiera entrado en coma. En realidad, se estaban tomando una tregua para recobrarse antes de afrontar su futuro.

Miley  no volvió a dormir en la habitación de William. Dormía con Liam, sin saber muy bien por qué. Tampoco le rechazaba cuando la buscaba, en el prolongado silencio en que sus noches se habían convertido. Y llegaron a compartir cierto afecto, aunque aquellos encuentros no fueron demasiado satisfactorios para ninguno de los dos. Miley se dejaba llevar y recorría con Liam el largo y sensual camino del placer. 

Pero, en los instantes de mayor intensidad, palpitando de deseo entre sus brazos y sintiendo cómo él se estremecía y profería pequeños gemidos, no podía dejar de imaginar a Selena en su lugar, de pensar que Selena le había llevado al mismo estado de pasión desenfrenada. Y, en aquellos momentos, se apartaba de él con angustia, y el placer se extinguía tan rápidamente como había surgido.

Entonces daba la espalda a Liam y se hacía un ovillo para soportar su desesperación en soledad mientras Liam estaba tendido a su lado cubriéndose el rostro con una mano, sabiendo, aunque nunca hablaban de ello, que Selena se interponía una vez más entre ellos. En aquellos momentos, el dolor de la infidelidad y la angustia de los celos azotaban a Miley con toda su crueldad y no podía soportar que Liam la tocara. Y él se quedaba quieto y ni siquiera lo intentaba.
Miley pasaba los días preocupada, pensando en aquellos momentos con temor, porque sabía que, si había algo que pudiera hacer volver a Liam a brazos de Selena era su estúpido comportamiento en la cama.
 
Que Liam viera aquellos momentos como el modo en que Miley quería devolverle su infidelidad, sólo hacía que se sintiera peor, porque era lo último en que pensaba cuando Liam la buscaba.
Y se sentía más tensa y sufría cada vez más cuando Liam trataba de hacer el amor, porque sabía que no podrían alcanzar una satisfacción plena. Y aun así, lo necesitaba, a pesar de que no podía darle lo que pedía. Necesitaba experimentar el pequeño placer de los primeros escarceos y necesitaba saber que Liam la necesitaba.

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