-Hasta
la próxima vez -dijo Miley y fue a salir de la habitación antes de
que los sentimientos sombríos que se agolpaban en su interior estallaran
con amargura.
-¡No!-exclamó Liam, agarrándola del brazo y atrayéndola
hacia sí-.¡Tenemos que arreglado! Por favor, sé que te he hecho daño
pero necesitamos ...
-¿Cuántas veces? -le espetó Miley, perdiendo
el control- ¿Cuántas veces has venido oliendo a su perfume? ¿Cuántas
veces me has hecho el amor por obligación después de haberte acostado
con ella?
-¡No, no, no! -dijo agarrándola por ambos brazos mientras
ella trataba de liberarse- ¡No, Miley! ¡Nunca! ¡No he dejado que
llegara tan lejos!
Se puso pálido ante la mueca de incredulidad de Miley.
-¡Te quiero, Miley! -dijo con voz grave- ¡Te quiero!
Por alguna razón, aquella declaración desesperada la enervó y, llevada por la violencia, le dio una bofetada.Liam se quedó de piedra. Miley se se apartó de él.
Nadie
que la conociera la habría creído capaz de sentir tanto odio como
revelaban sus ojos. Liam estaba atónito, tratando de digerir el horror
que contenía aquella mirada.
Sin decir nada más, Miley dio media
vuelta y salió de la habitación. Se detuvo en la puerta de la habitación
que compartía con Liam y luego, se dirigió a la habitación de William.
El
niño ni se movió cuando entró. Miley se acercó se inclinó sobre la
cuna y se quedó mirando a su hijo preguntándose si el intolerable dolor
que sentía en s interior la haría enfermar.
Luego, el dique que
contenía sus emociones se rompió y con un sollozo cayó sobre la cama que
sería William cuando creciera. Se arropó con la manta y ahogó su llanto en
la almohada, para que nadie la oyera.
La mañana comenzó con el
gorjeo de William, que, completamente despierto, pataleaba alegremente en
su cuna. Miley tardó unos instantes en darse cuenta de por qué
estaba durmiendo en aquella habitación.
Sintió que algo se rompía en
su interior al recordar la noche anterior, pero, a los pocos instantes,
experimentó una gran calma, se sentía vacía, hueca.
Se levantó y
frunció el ceño al darse cuenta de que llevaba la misma ropa del día
anterior. Se llevó la mano a la cabeza. Tenía aún el pelo recogido con
una goma. Se la quitó y sacudió la melena. Tenía un aspecto desastroso y
se sentía muy mal. Ni siquiera se había molestado en quitarse las
zapatillas de deporte para dormir. Se sentó en la cama y se las quitó.
En aquel momento, el niño se dio cuenta de su presencia y dio un gritito
de alegría.
Miley se inclinó sobre la cuna. La sonrisa de su hijo
fue como un bálsamo para su triste corazón. Por unos instantes, se
sumergió en la alegría que suponía disfrutar de su hijo. Le dio unos
golpecitos en el vientre y murmuró las cosas que las madres suelen
decirles a sus hijos, y que sólo ellas y sus hijos entienden.
Aquello
le pertenecía, se dijo. No importaba qué cosas querría arrebatarle o
concederle la vida, jamás podría quitarle el amor de sus hijos. «Esto»,
se dijo, «es sólo mío».
William estaba empapado. Miley le quitó
el pañal antes de sacarlo de la cuna. William siempre estaba alegre por las
mañanas. No dejó de gorjear y moverse cuando lo llevó al baño, para
limpiarlo y refrescarlo.
Lo sacó, lo envolvió en una toalla y volvió a
su habitación para vestirlo. Normalmente, lo habría llevado a la cocina
para darle el desayuno sin siquiera vestirlo y sin vestirse ella.
Normalmente, lo hacía cuando los niños se habían ido al colegio y su
marido a trabajar, pero no podía despertar a los mellizos con aquel
aspecto. Le preguntarían por qué tenía una pinta tan desastrosa sin el
menor rubor .
Hizo acopio de valor y abrió la puerta de su
habitación. Sabía que Liam sólo estaría medio dormido. Entró sin hacer
ruido y miró hacia la cama, sumida en la penumbra del amanecer.
No
estaba allí. Oyó ruido en el baño y Liam apareció al cabo de un instante.
Llevaba una camisa blanca y pantalones grises. En cuanto la vio, se
detuvo bruscamente.
Desde que lo conocía, Miley nunca se había
sentido tan vulnerable en su presencia. Era consciente de su desamparado
aspecto: de sus ojos enrojecidos por el llanto, de la palidez de su
semblante y de sus cabellos enredados.
También estaba alerta ante él.
Observaba lo alto que era, la fortaleza de su cuerpo. y sus músculos
esbeltos . El ancho pecho, las caderas estrechas y las piernas largas y
poderosas ...
Tragó saliva y levantó la vista. Cruzaron una mirada.
Tampoco él tenía buen aspecto. Parecía cansado, como si no hubiera
dormido mucho. Debía haber estado pensando, tratando de encontrar una
solución, la salida a una situación imposible. Era una de sus virtudes
convertir los fracasos en éxitos. Era la causa principal de su
prosperidad.
Acababa de afeitarse, su barbilla parecía limpia y suave
.. Miley absorbió el familiar aroma de su loción de afeitar y se dio
cuenta de que sus sentidos respondían. La atracción sexual no conocía
límites, reconoció amargamente. Incluso en aquellos instantes, sin dejar
de odiarlo y despreciarlo, sabía que era el hombre al que había amado
ciegamente durante muchos años.
Se acercó a la cama, apoyó la rodilla
en el colchón y dejó a William sobre la colcha. Entonces, se dio cuenta de
que Liam no había dormido en aquella cama, la única evidencia de que la
había utilizado era la huella de su cuerpo sobre el edredón de color
melocotón.
William se puso a patalear, tratando de captar la atención de
su padre, que, sin embargo, no apartaba los ojos de Miley.
El niño
gritó con frustración y se puso colorado del esfuerzo de tratar de
sentarse sobre la cama.
Miley sonrió al ver sus dificultades y le
tendió una mano, que el niño usó para equilibrarse.Liam se acercó al
otro lado de la cama e, inconscientemente, estiró el brazo para ayudar a William.
-¡Pa! -dijo el bebé triunfalmente, librándose de ambas manos para
prestar toda su atención a la colcha.
Miley mantuvo la vista fija en su hijo, dándose cuenta de que Liam no apartaba los ojos de ella.
-Miley, por favor, mírame -dijo Liam con una súplica que conmovió las entrañas de Miley.
-No -dijo ella con un susurro, tratando de mantener la calma.
Liam profirió un suspiro. Levantó a su hijo, le dio un beso en la mejilla y lo volvió a dejar sobre la cama.
Miley fue a levantarse, pero Liam
fue más rápido que ella. La agarró por la cintura y tiró de ella hasta
que pudo estrechada entre sus brazos.
A Miley le dieron ganas de sumergirse en el calor que Liam le ofrecía. Se puso tensa y tuvo que hacer esfuerzos por no llorar.
-No llores -le dijo Liam.
Era
lo peor que podía haber dicho, porque, al ver el gesto de ternura de Liam, Miley comenzó a sollozar sobre su hombro. Liam la estrechó con
fuerza y enterró la cabeza entre sus cabellos.
-Lo siento -dijo una y
otra vez- Lo siento, lo siento, lo siento ... Pero no era bastante.
No
podía ser bastante.
Liam había acabado con todo. El amor, la fe, la
confianza, el respeto, todo se había desvanecido, y las disculpas no
iban a devolvérselo.
-Estoy bien -murmuró Miley, haciendo un esfuerzo monumental por recobrar la calma y apartarse de él.
Pero Liam la estrechó con fuerza.
-Sé
que te he hecho mucho daño -dijo, tratando de contener sus propias
lágrimas. Miley podía sentir la tensión de su pecho, el ritmo
errático de su corazón- Pero no tomes ninguna decisión precipitada
mientras ...
Lo tenemos todo para ser felices si nos das otra
oportunidad. No lo tires todo por la borda sólo porque he cometido un
error estúpido. ¡No puedes tirarlo todo por la borda!
-No he sido yo
quien lo he hecho -replicó Miley. Aquella vez, Liam dejó que se
separara de él. Tenía una mirada triste y desolada. Miley, buscando
algo que ponerse, fue del armario a la cómoda y vuelta al armario, sin
saber realmente lo que estaba eligiendo.
Había pasado muchos años
comprendiendo sus ambiciones, teniendo una fe ciega en él. Muchos años
aguardándole en casa, esperando sus caricias como un perro o un gato,
como una mascota, mientras él alimentaba en casa sus necesidades
básicas: comida, bebida y un paseo de vez en cuando, y ella lo había
aceptado con alegría.
«¡Qué criatura más patética eres!». se dijo.
William dejó escapar un chillido. Los dos dieron un respingo. El niño, aburrido de jugar solo, reclamaba su desayuno.
Miley se
quedó inmóvil en el centro de la habitación, con la ropa en las manos,
preguntándose qué hacer a continuación. Vestirse o atender a William. Era
una elección muy sencilla, pero no parecía en condiciones de tomarla.
Fue Liam
quien finalmente levantó al niño.
-Yo me ocupo de él. Vístete
tranquilamente, todavía es temprano -dijo y se marchó por la
puerta. Miley suspiró, sintiendo que la tensión de la habitación se
relajaba.
El desayuno fue horrible. Miley veía una provocación en
cada gesto.
En Marie porque comía demasiado, en Lucas porque se comió
los cereales con muy poca :leche, ella llenó demasiado la cafetera y su
café estaba demasiado amargo. Al final, se enfadó consigo misma por
reaccionar contra todo, frustrada por no saber lidiar :con su propia
desgracia.
La emprendió con Lucas porque Se había dejado el ordenador
encendido la noche anterior, con todos los juegos esparcidos sobre la
alfombra. Cuando terminó de reñirlo, el pobre niño estaba pálido :
rígido, Marie sorprendida, William callado y Liam... Liam simplemente estaba
sombrío. El resto del desayuno transcurrió en silencio. Los niños se
mostraron visiblemente aliviados cuando su padre los mandó a recoger sus
cosas para irse al colegio
-¡No tenías por qué tratar así a Lucas! -le espetó Liam en cuanto Lucas y Marie no podían oído- ¡Sabes muy
bien que normalmente es muy ordenado! Vas a convertirlos en un manojo
de nervios si no pones más cuidado. Son unos chicos estupendos y se
comportan muy bien la mayor parte del tiempo. ¡No vaya dejar que la
tomes con ellos porque estés enfadada conmigo!
Miley se dio la vuelta hecha una furia.
-¿Y
desde cuándo estás aquí el tiempo suficiente para saber cómo se
comportan? -le dijo, viendo con-gran satisfacción que se ponía tieso
como un clavo- :Los ves durante el desayuno, ¡pero sólo cuando dejas de
leer tu precioso Financial Times! ¡La mayoría del tiempo ni siquiera te
acuerdas de que tienes tres hijos! Los ... los quieres como quieres ... a
esa pintura de Lowry que compraste, eso cuando piensas en ellos. ¡Así
que no me digas cómo tengo que educar a mis hijos cuando como padre eres
un completo inútil!
¿Qué le ocurría? Se preguntó dando un paso atrás
mientras Liam se ponía en pie y se acercaba a ella.
Me puedes acusar de
muchas cosas, Miley -dijo Liam entre dientes- Y, probablemente, la
mayoría de ellas me las merezco, ¡pero no me puedes acusar de no querer a
nuestros hijos!
-¿De verdad? -le preguntó Miley con sarcasmo- ¡En
primer lugar, te diré que sólo te casaste conmigo porque estaba
embarazada de los mellizos! ¡Incluso William fue un error al que te costó
acostumbrarte!
Liam dio un puñetazo sobre la mesa. Miley parpadeó
al verlo levantar la mesa, apartarla para levantarse y acercarse a ella.
La violencia casi se podía palpar. A Miley se le secó la garganta al
ver cómo Liam se aproximaba a ella con la intención, creía ella, de
estrangularla.
En el último momento, cambió de opinión y la agarró por los hombros. Miley se dio cuenta de que estaba temblando.
-Es
demasiado pequeño para comprender' lo que estás diciendo -dijo con una
voz ronca y señalando a William con la cabeza-, pero si los mellizos te
oyen, si les das alguna razón para que piensen que no los quiero, te ...
No
terminó la frase. No hacía falta, Miley sabía exactamente .cómo
continuaba. Liam siguió mirándola por unos instantes, luego la soltó y
salió de la cocina.
Tragó saliva y dio un profundo suspiro, y sólo
entonces, se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración.
Sólo por pura necesidad de consuelo, levantó a William y lo meció en sus
brazos.
Se avergonzaba de sí misma. Y también estaba furiosa, porque,
al haberle gritado de aquella manera, le había dado el derecho a
meterse con ella, cuando, hasta ese momento, era ella la que tenía todo
el derecho a meterse con él.
Muy buen capi!
ResponderEliminarme encantooo!
espero el siguiente!
y girl!
estoy desesperada por leer protegeme!! xD
jeje solo decia jajaja bueno... escribia jaja!
ps kuidathe
te kiiero :)
me encanto este capitulo, aunque un poco triste
ResponderEliminarmeee encaanthoo sis hermosshaa ahh supeer espero prontho el siguienthee
ResponderEliminarme encanto. sube rponto.
ResponderEliminarPerfecta, bueno no tan perfecta que digamoos, pero bueno la nove esta buenisima ;)
ResponderEliminarPD: Una pregunta que edad tienen los mellizos?