martes, 19 de julio de 2011

The έναν εξαπατώντας σύζυγο: cap 9

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creen q son miley y liam? repondan
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Gimió de nuevo y le dio una patada con su pie desnudo. Pero dio igual. Liam no estaba dispuesto a soltarla. El cuerpo de Miley no era más que un junco que se doblaba ante la voluntad de Liam. Con una mano la agarró por la cintura y con la otra la melena, tirando de ella para obligarla a abrir la boca y a recibir su beso.Miley estaba ardiendo, su cuerpo se sacudió con una oleada de calor al sentir el cuerpo de Liam apretándose contra ella. 

Pero no era sólo la temperatura de su cuerpo la que había sobrepasado los límites, sino también sus sentidos. Estaba fuera de control, ansiosa, como una abeja precipitándose hacia la miel más dulce de la Tierra.
«¡No es justo!», pensó con desconsuelo. «¡No es justo que me siga haciendo esto!» Se odiaba a sí misma y odiaba a Liam por obligarla a darse cuenta de su debilidad.
-iMaldito seas! -exclamó cuandoLiam se separó de ella para respirar.

Liam tenía las mejillas sonrosadas y sus ojos eran como oscuros estanques llenos de frustración.
-Sí -dijo con un susurro- Maldíceme cuanto quieras, Miley, pero me deseas. Me deseas tanto que casi no puedes pensar en otra cosa.
 
Era la amarga verdad. Se encogió un poco, pero se dispuso a hacer algo en lo que había pensado muchas Veces en los últimos días. Con un gruñido animal, y sin importarle el dolor. que le hacía Liam al tirarle del pelo, levantó los brazos para arañarlo.
 
Sólo sus buenos reflejos salvaron a Liam. Echó la cabeza hacia atrás y Miley sólo alcanzó su cuello. -¡Vaya, qué gatita! -dijo soltándola el pelo para tocarse el cuello.
-¡Te odio!
-Mejor -dijo Liam, atrayéndola hacia sí- Así será más fácil hacerte el amor de cualquier manera, sin importarme lo que sientas por mí.
-¡Estupendo! ¿Por qué no añadir la violación al adulterio?
-¿Violación? ¿Desde cuándo he tenido que recurrir a la violación al acostarme contigo? ¡En toda mi vida no he conocido a una mujer más caliente que tú!
-¿Ni siquiera Selena?

Liam la apartó de un empujón y cruzó las manos detrás de la nuca, como si se estuviera conteniendo para no tener que pegarle. En sus ojos se divisaba algo muy parecido al tormento.
-Ya basta, Miley -dijo entre dientes- Deja ya de provocarme antes de hacer algo que podamos lamentar.

Miley se preguntó a qué se refería. ¿Acaso lo estaba provocando, lo estaba poniendo furioso para que le hiciera el amor?
Se dio cuenta de que era eso lo que estaba haciendo exactamente. Tentándole con cada mirada cuando debía irse de allí mientras podía. Pero quería alimentar el odio que le tenía, llevar al límite su angustia, su decepción y, sobre todo, el profundo dolor que no había abandonado su pecho desde la llamada de Tay.
Se oyó a sí misma decir, como desde el otro lado de un largo túnel:
-Entonces, vete! ¿Por qué no haces lo que debes hacer y te vas de aquí? ¡No hay nada que te impida marcharte con tu preciosa Selena!
- ¡Deja ya de mencionar su maldito nombre!
-Selena -repitió ella al instante-Selena, Selena, Selena

Un brillo, tal vez de angustia, cruzó la mirada de Liam. Se mordió el labio y agarró a Miley por los brazos.
-¡No! -dijo entre dientes- ¡Tú, tú, tú!
Con un rápido movimiento, la obligó a girar y a echarse sobre la cama.
 
Lo que sucedió estuvo muy lejos de tener algo que ver con el amor. Fue una batalla. Una batalla para ver quién de los dos lograba excitar más al otro. Una batalla de los sentidos donde cada caricia era deliberada y respondida por otra, donde cada mirada recibía como respuesta otra mirada de burla. En cuanto uno de los dos se excitaba, más lo excitaba el otro, lanzados frenéticamente a un torbellino de sensaciones dolorosas, rotas.
 
Por un instante, Liam pareció a punto de recuperar el sentido común y trató de apartarse de Miley. Pero ella se dio cuenta. Tuvo miedo, pánico a perderlo, y se aferró a él y lo besó con frenesí. Liam suspiró y pronunció su nombre en una ardiente súplica. Pero ella no atendió aquella súplica. En aquellos instantes, era ella la que jugaba el papel de seductora, la que dominaba la situación. Y mantuvo aquel papel desde el desesperado principio hasta el tumultuoso final. Dominó a Liam, y al terminar, se apartó y se hizo un ovillo, presa de la frustración. Su cuerpo había exigido algo que se le negaba hacia días, pero sólo se sentía abatida y asqueada con sigo misma.
 
Así que, ¿quién ganó la batalla? Se preguntó. Nadie.
Su comportamiento le daba náuseas. Había hecho el amor con él, no porque lo quisiera, sino por su miedo a perderlo. Era esencial para su integridad mental saber que, a pesar de todas las Selena que pudiera haber habido o que hubiera en el futuro, ella, la pequeña y aburrida Miley, todavía podía volverlo loco en la cama.
Y además, tenía que reconocer que lo había deseado, el deseo que había sentido por él no dejaba espacio para el orgullo ni el respeto por sí misma. Pero, sin embargo, hacer el amor no había supuesto ningún alivio para la tristeza y el dolor que sentía desde hacia una semana. Era como si su alma herida se negara a concederle a Liam un respiro.
 
Una solitaria lágrima se derramó por sus mejillas.

Miley, en su desesperado deseo de probarse que todavía podía excitar a su marido, había perdido más de lo que había ganado. Se había dado cuenta de que ya no sentía lo mismo por él. Había perdido la confianza ciega y, con ella, su forma de amarlo libremente.
Le dolía y le daba miedo. Se sentía más sola que si Liam se hubiera marchado y la hubiera dejado. Porque no sabía si algún día volvería a sentir por él lo que antaño sintiera.
 
-¿Miley?

Miley se dio la vuelta. Liam la contemplaba con una mirada sombría.
-Lo siento -dijo tranquilamente.
¿Qué lamentaba, hacer el amor o toda aquella horrible situación? Qué importaba, se dijo. Al fin y al cabo, ya nada importaba. Se sentía como una cáscara vacía, perdida y sola y ningún lamento lograría que se sintiera mejor.
 
Se le llenaron los ojos de lágrimas.
-Me avergüenzo de mí misma -le dijo con voz grave y temblorosa.
A Liam se le humedecieron los ojos.
-Ven aquí -dijo estrechándola entre sus brazos- Te juro que no volveré a hacer nada que pueda hacerte tanto daño, Miley. Palabra de un hombre que en su vida se ha sentido peor.

¿Podía Miley arriesgarse a creerlo? Sería fácil. Y sería fácil perdonarlo y olvidarlo todo, con la esperanza de que el perdón y el olvido se llevaran el dolor para Siempre.
-Te quiero -le dijo Liam con voz grave- Te quiero mucho, Miley.
-¡No! -exclamó Miley violentamente, abandonando la idea de perdonado al escuchar aquellas tres palabras falsas. Ya le había creído una vez, y sólo le había servido para hundirse en el lodo.
-No me hables de amor -le replicó amargamente- El amor no tiene nada que ver con lo que acaba de suceder, ¿o es que te casaste conmigo por amor?
 



El desayuno transcurrió en medio de una atmósfera enrarecida. Los mellizos no dejaban de mirados con extrañeza y curiosidad. Miley sabía que se habían hecho muchas preguntas acerca de su ausencia del día anterior, pero era obvio que Liam les había ordenado que no hicieran preguntas. No pudo evitar una media sonrisa cuando Marie abrió la boca para decir algo y Liam la silenció con una mirada. Lucas se comportaba de forma distinta. No dejaba de mirada, pero no decía nada, en realidad, no había dicho nada desde que había bajado a desayunar.
 

-Come, Lucas -le dijo Miley amablemente, después de que el niño estuviera jugando con la cuchara un buen rato-. A media mañana vas a tener hambre si ahora no comes nada.

Lucas frunció el ceño y la miró. Tenía los mismos ojos que su padre.
-¿Adónde fuiste ayer? -le preguntó de repente, y miró a su padre.
-Pues ... salí a pasar el día por ahí -respondió Miley con una sonrisa, para demostrarle a su hijo que no sucedía nada anormal- No te importa; ¿verdad?
 

Lucas se removió en la silla. Miley se inquietó. Lucas no era como su hermana, extrovertida y comunicativa con todo el mundo, siempre se callaba sus problemas.
Si le hacía aquella pregunta era porque estaba realmente preocupado.
-Pero, ¿adónde fuiste? -insistió el niño.

Miley suspiró y le acarició el pelo. Lucas no protestó, como solía hacer.
-Estaba muy cansada -respondió, tratando de encontrar una explicación que un niño de seis años pudiera comprender-. Además, como me paso el tiempo en casa, me apetecía dar un paseo. Eso es todo.
-¡Pero normalmente vas con uno de nosotros, para que te cuide! -dijo mirando a su padre, pero esta vez para decide que se mantuviera al margen de aquella conversación.
-¿Quién ha dicho eso? -dijo Miley en broma, tratando de tomarse aquella afirmación con buen humor, cuando, en realidad, estaba horrorizada de que su hijo también pensara que era incapaz de cuidar de sí misma- Ya sabes que soy mayor y que puedo cuidar de mí misma.
-Papá dijo que no -intervino Marie-. Llamó a la abuela, y estaba muy nervioso. Y habló por teléfono con la tía Tay, y se puso furioso.
-Ya basta, Marie -dijo Liam con calma, pero en un tono tajante.
-¡Pero sí lo dijiste! ¡Y te portaste como un toro loco!
-¿Como un qué? -preguntó Liam.


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