lunes, 4 de julio de 2011

Protegeme: Cap 6

Nick se encogió de hombros, ayudando a recoger los platos y meterlos en el lavavajillas. Un hombre duro, pero no le quitaba el ama de casa que llevaba dentro. 

Cuando terminó se dirigió al cuarto donde estaba Miley. Dormida. Estaba tumbada con una pierna arqueada. Su propia camisa subida, dejando ver el plano vientre con el ombligo.

Se acercó, con silencio – por algo era agente de la CIA porque sabía tener cuidado – . La tenue luz de la lámpara resaltaba sus rasgos. Su pelo caía despeinado y natural por la almohada. Su piel ligeramente bronceada, los parpados cerrados, la respiración pausada y tranquila. La excitación volvió al ver toda la imagen, acompañada de el aroma a mujer que desprendía, que había impregnado una de las habitaciones de su propio chalet el que solo olía a testosterona de Liam y él. 

Se inclinó para olerla. Melocotones, fresas, todas las flores del mundo juntas. Se subió con cuidado en el pie de cama y se quitó el jersey. Demasiado calor. Siguió avanzando y se inclinó, subiendo con sumo cuidado el jersey de ella hasta por encima del pecho. Los observó con cautela, embobado, y nunca mejor dicho. 

Y Miley seguía plácidamente dormida. La pausada respiración hacia que los pechos subieran y bajaran rítmicamente. Nick se tuvo que desabrochar los pantalones, no podía más. Si seguía así le quedaría la cremallera de los pantalones marcada de por vida. Sintió un gran alivio. Se inclinó, quería probar esos estupendos pezones. 

Quería que la suave piel de Miley se erizara por su culpa, quería que sus deseables pezones se erectaran a causa de su lengua. Tenía ganas, pero si hacia algo así, la despertaría. Se contuvo y la siguió observando. Bajó la mirada hacia el bóxer. 

Se colocó entre las piernas separadas de Miley. Quería acariciarlas, quería tocarla, toda. Rozó sus labios contra ese bóxer tan jodidamente conocido. Ahora impregnado de la feminidad, de la flor de Miley. 

Estaba duro, estaba más que eso. 

Miley sentía la respiración de Nick. Hacía rato que sentía su presencia, no estaba del todo dormida, y eso la había acabado de despertar. ¿Qué haría? Ella se había dejado desnudar casi completamente. Nick le había echado un vistazo a sus pechos, y ella no se lo había impuesto. 

Estaba tan sumamente excitada que aceptaría cualquier cosa que Nick le ofreciera. A él le vino ese dulce y fuerte olor de nuevo. Sonrió. Excitada, caliente. Eso fue la gota que colmó el vaso, Nick iba a correrse antes de mojar. Sonrió de nuevo y miró la supuestamente cara dormida de Miley. Volvió a inclinarse, deseaba con todo su ser saborear a Miley, hasta la última gota de ese manjar delicioso que emanaba de su pura feminidad. Le arrancó los bóxers, bajándolos con los dientes. 

Todo pasó tan rápido, que cuando Miley se dio cuenta, ya tenía la lengua de Nick paseándose, disfrutando, de arriba abajo por toda esa mojada hendidura.

Sintió como los espasmos recorrían su cuerpo, sintió a Nick entre sus piernas. Se inclinó, respirando agitadamente.

-          Nick… - gimió. Y él lo deseaba, deseaba que gritara su nombre. La cogió de los muslos apretándola más contra su boca. Ella jadeo de placer. Pero a pesar de todo, aun le quedaba algo de cordura, antes de que pasara lo peor, antes de que el placer la dominara. – No… Nick…

Él se asomó entre sus piernas, relamiéndose los labios. Ella aprovechó ese momento para apartar las piernas y cruzarlas. Nick se sentó a su lado, saboreando hasta el último hilo de flujos de Miley que aún yacían en su boca.

-          ¿Qué pasa? – le dijo apartándole el pelo, acariciándole el cuello con los hinchados labios, llenos de la propia lujuria.

Miley no pudo evitar mirar el esbelto torso sin el jersey. Musculado, trabajado… perfecto. Entraban ganas de sobarlo hasta cansarse.

-          No… no tengo ganas. – mintió.

Nick arqueó una ceja. Luego se hechó a reir.

-          ¿Qué no tienes ganas? – dijo poniéndose en frente de ella - ¿Qué no tienes ganas de echar un buen polvo conmigo?

Miley negó con la cabeza.

-          Es imposible.

-          No, eres creído.

-          Si casi, casi te tenía… estabas súper excitada… no puedes decirme que no tienes ganas. – dijo inclinándose para besarla, pero Miley lo rechazó. – Ah… ¿con que esas tenemos?

-          ¿No que separabas la faena de las relaciones? Pues olvídate de mi ¿vale? – dijo ella con arrogancia – te odio, no quiero nada de ti, ni tus besos, y menos tu cuerpo.

-          Mentirosa. – dijo Nick sonriendo – me deseas más que a nada.

-          No, eso es lo que tú te crees. Te crees que eres el centro de atención, que cualquier mujer se acostaría contigo. Y no es así. Yo no me acostaré contigo, no me gustas. Si quieres echar un polvo te buscas una muñeca hinchable.

-          Oh, muñeca… - dijo Nick ahora serio. ¿Por qué las palabras de esa mujer lo afectaban? Nunca había sido así – No tengo por qué comprarme una de esas estu.pideces cuando tengo a un tercio de la población femenina de Los Ángeles
queriendo follar conmigo.

-          Entonces cógete a una de esas putas. Pero a mí, déjame.

Nick enfadado por el rechazo, se dirigió a la puerta y se fue de la habitación donde se encontraba Miley

Miley se encogió de piernas rápidamente. Dios mío… no creía lo que Nick acababa de hacer…

Pero le había gustado, mucho. Nunca se había sentido tan excitada. Sentía como la humedad se esparcía más y más. Debía hacer algo… antes de acostarse.

Nick se tumbó en la cama. Se relamió los labios una vez más. Dios mío, sabe tan bien.
Pero Miley no lo había saciado. Al contrario, lo había rechazado. Y a Nick le daba rabia ¿Por qué no quería…? Escuchó algún quejido.

Apoyó la oreja contra la pared que daba a la otra habitación, a la de Miley.  

Gemidos… se está masturbando. Nick aún se excitó más. 

Imaginar el esbelto cuerpo de Miley contrayéndose y arqueándose, dándose placer ella misma, era demasiado. ¡Pero no!

Era él quien quería darle placer. ¿Por qué le había dicho que no tenía ganas? Cuando ahora se satisfacía sola… mientras él podría ser el que produjera esos gemidos. Bufó cabreado y orgulloso a la vez.

Además que él también necesitaba que le echaran ‘una mano’. Tenía la erección más grande de su vida. Ni Delta consiguió empalmarlo de esa manera. Hablando de
Delta… Joe le estaba llamando al teléfono. Descolgó.

-          Que.

-          Uy… que borde. – se rió su hermano - ¿Qué pasa? Necesitas follar más, eh.

-          Ni que lo digas. – dijo Nick pasándose una mano por el pelo. - ¿Qué quieres?

-          Surgió un problema.

-          ¿Cuál? – Eso le sonaba mal. Cada vez que Joe le decía ‘hay un problema’ equivalía a ‘el mundo está patas arriba o estamos a punto morir por un asesino en serie’. O algo por el estilo.

-          Esta mañana te acostaste con Delta. – dijo su hermano en tono burlón.

-          Si… ¿y?

-          Ella es una de las que están entrometidas en la mafia rusa de Donovan.

-          ¿Qué?

-          Era una infiltrada, joder. – Joe parecía más alterado – todo fue para distraerte, así se llevaban a la chica. Sabes que Donovan es el violador que coleccionaba a las mujeres que se había tirado. Un pirado total.

-          Si, si…

-          Pues si no llega a ser por ti, ella ya estaría muerta y en un armario junto con los otros cadáveres que hemos encontrado. – Joe suspiró – ese no es el punto. Delta estaba compinchada con él porque… - hizo una pausa – Ostia, parece que decirte esto me jode más a mí que a ti.

-          Suéltalo de una vez.

-          Delta es la hermana de Selena.

-          No puede ser… - la voz de Nick se ahogó.

-          Busca la venganza de su hermana. Por eso se infiltró en la CIA para dar contigo… te quiere muerto, Nick.

2 comentarios:

  1. waoo jenny te lusisthes encerio me encaantho el capii waopoo super geneal ahora leo el otro capii

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  2. Me encanta ♥ esta novela es increíble :)

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