Nick
se encogió de hombros, ayudando a recoger los platos y meterlos en el
lavavajillas. Un hombre duro, pero no le quitaba el ama de casa que
llevaba dentro.
Cuando terminó se dirigió al cuarto donde estaba Miley. Dormida. Estaba tumbada con una pierna arqueada. Su propia
camisa subida, dejando ver el plano vientre con el ombligo.
Se acercó,
con silencio – por algo era agente de la CIA porque sabía tener cuidado –
. La tenue luz de la lámpara resaltaba sus rasgos. Su pelo caía
despeinado y natural por la almohada. Su piel ligeramente bronceada, los
parpados cerrados, la respiración pausada y tranquila. La excitación
volvió al ver toda la imagen, acompañada de el aroma a mujer que
desprendía, que había impregnado una de las habitaciones de su propio
chalet el que solo olía a testosterona de Liam y él.
Se inclinó para
olerla. Melocotones, fresas, todas las flores del mundo juntas. Se subió
con cuidado en el pie de cama y se quitó el jersey. Demasiado calor.
Siguió avanzando y se inclinó, subiendo con sumo cuidado el jersey de
ella hasta por encima del pecho. Los observó con cautela, embobado, y
nunca mejor dicho.
Y Miley seguía plácidamente dormida. La pausada
respiración hacia que los pechos subieran y bajaran rítmicamente. Nick
se tuvo que desabrochar los pantalones, no podía más. Si seguía así le
quedaría la cremallera de los pantalones marcada de por vida. Sintió un
gran alivio. Se inclinó, quería probar esos estupendos pezones.
Quería
que la suave piel de Miley se erizara por su culpa, quería que sus
deseables pezones se erectaran a causa de su lengua. Tenía ganas, pero
si hacia algo así, la despertaría. Se contuvo y la siguió observando.
Bajó la mirada hacia el bóxer.
Se colocó entre las piernas separadas de Miley. Quería acariciarlas, quería tocarla, toda. Rozó sus labios
contra ese bóxer tan jodidamente conocido. Ahora impregnado de la
feminidad, de la flor de Miley.
Estaba duro, estaba más que eso.
Miley sentía la respiración de Nick. Hacía rato que sentía su
presencia, no estaba del todo dormida, y eso la había acabado de
despertar. ¿Qué haría? Ella se había dejado desnudar casi completamente.
Nick le había echado un vistazo a sus pechos, y ella no se lo había
impuesto.
Estaba tan sumamente excitada que aceptaría cualquier cosa que
Nick le ofreciera. A él le vino ese dulce y fuerte olor de nuevo.
Sonrió. Excitada, caliente. Eso fue la gota que colmó el vaso,
Nick iba a correrse antes de mojar. Sonrió de nuevo y miró la
supuestamente cara dormida de Miley. Volvió a inclinarse, deseaba
con todo su ser saborear a Miley, hasta la última gota de ese
manjar delicioso que emanaba de su pura feminidad. Le arrancó los
bóxers, bajándolos con los dientes.
Todo pasó tan rápido, que cuando
Miley se dio cuenta, ya tenía la lengua de Nick paseándose,
disfrutando, de arriba abajo por toda esa mojada hendidura.
Sintió como los espasmos recorrían su cuerpo, sintió a Nick entre sus piernas. Se inclinó, respirando agitadamente.
-
Nick… - gimió. Y él lo deseaba, deseaba que gritara su nombre. La cogió
de los muslos apretándola más contra su boca. Ella jadeo de placer.
Pero a pesar de todo, aun le quedaba algo de cordura, antes de que
pasara lo peor, antes de que el placer la dominara. – No… Nick…
Él
se asomó entre sus piernas, relamiéndose los labios. Ella aprovechó ese
momento para apartar las piernas y cruzarlas. Nick se sentó a su lado,
saboreando hasta el último hilo de flujos de Miley que aún yacían en
su boca.
-
¿Qué pasa? – le dijo apartándole el pelo, acariciándole el cuello con
los hinchados labios, llenos de la propia lujuria.
Miley no pudo evitar mirar el esbelto torso sin el jersey. Musculado,
trabajado… perfecto. Entraban ganas de sobarlo hasta cansarse.
- No… no tengo ganas. – mintió.
Nick arqueó una ceja. Luego se hechó a reir.
- ¿Qué no tienes ganas? – dijo poniéndose en frente de ella - ¿Qué no tienes ganas de echar un buen polvo conmigo?
Miley negó con la cabeza.
- Es imposible.
- No, eres creído.
-
Si casi, casi te tenía… estabas súper excitada… no puedes decirme que
no tienes ganas. – dijo inclinándose para besarla, pero Miley lo
rechazó. – Ah… ¿con que esas tenemos?
-
¿No que separabas la faena de las relaciones? Pues olvídate de mi
¿vale? – dijo ella con arrogancia – te odio, no quiero nada de ti, ni
tus besos, y menos tu cuerpo.
- Mentirosa. – dijo Nick sonriendo – me deseas más que a nada.
-
No, eso es lo que tú te crees. Te crees que eres el centro de atención,
que cualquier mujer se acostaría contigo. Y no es así. Yo no me
acostaré contigo, no me gustas. Si quieres echar un polvo te buscas una
muñeca hinchable.
-
Oh, muñeca… - dijo Nick ahora serio. ¿Por qué las palabras de esa mujer
lo afectaban? Nunca había sido así – No tengo por qué comprarme una de
esas estu.pideces cuando tengo a un tercio de la población femenina de
Los Ángeles
queriendo follar conmigo.
- Entonces cógete a una de esas putas. Pero a mí, déjame.
Nick enfadado por el rechazo, se dirigió a la puerta y se fue de la habitación donde se encontraba Miley
Miley se encogió de piernas rápidamente. Dios mío… no creía lo que Nick acababa de hacer…
Pero
le había gustado, mucho. Nunca se había sentido tan excitada. Sentía
como la humedad se esparcía más y más. Debía hacer algo… antes de
acostarse.
Nick se tumbó en la cama. Se relamió los labios una vez más. Dios mío, sabe tan bien.
Pero Miley no lo había saciado. Al contrario, lo había rechazado. Y a
Nick le daba rabia ¿Por qué no quería…? Escuchó algún quejido.
Apoyó la
oreja contra la pared que daba a la otra habitación, a la de Miley.
Gemidos… se está masturbando.
Nick aún se excitó más.
Imaginar el esbelto cuerpo de Miley
contrayéndose y arqueándose, dándose placer ella misma, era demasiado.
¡Pero no!
Era
él quien quería darle placer. ¿Por qué le había dicho que no tenía
ganas? Cuando ahora se satisfacía sola… mientras él podría ser el que
produjera esos gemidos. Bufó cabreado y orgulloso a la vez.
Además
que él también necesitaba que le echaran ‘una mano’. Tenía la erección
más grande de su vida. Ni Delta consiguió empalmarlo de esa manera.
Hablando de
Delta… Joe le estaba llamando al teléfono. Descolgó.
- Que.
- Uy… que borde. – se rió su hermano - ¿Qué pasa? Necesitas follar más, eh.
- Ni que lo digas. – dijo Nick pasándose una mano por el pelo. - ¿Qué quieres?
- Surgió un problema.
-
¿Cuál? – Eso le sonaba mal. Cada vez que Joe le decía ‘hay un problema’
equivalía a ‘el mundo está patas arriba o estamos a punto morir por un
asesino en serie’. O algo por el estilo.
- Esta mañana te acostaste con Delta. – dijo su hermano en tono burlón.
- Si… ¿y?
- Ella es una de las que están entrometidas en la mafia rusa de Donovan.
- ¿Qué?
-
Era una infiltrada, joder. – Joe parecía más alterado – todo fue para
distraerte, así se llevaban a la chica. Sabes que Donovan es el violador
que coleccionaba a las mujeres que se había tirado. Un pirado total.
- Si, si…
-
Pues si no llega a ser por ti, ella ya estaría muerta y en un armario
junto con los otros cadáveres que hemos encontrado. – Joe suspiró – ese
no es el punto. Delta estaba compinchada con él porque… - hizo una pausa
– Ostia, parece que decirte esto me jode más a mí que a ti.
- Suéltalo de una vez.
- Delta es la hermana de Selena.
- No puede ser… - la voz de Nick se ahogó.
- Busca la venganza de su hermana. Por eso se infiltró en la CIA para dar contigo… te quiere muerto, Nick.
waoo jenny te lusisthes encerio me encaantho el capii waopoo super geneal ahora leo el otro capii
ResponderEliminarMe encanta ♥ esta novela es increíble :)
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