Al llegar el fin de semana, los
mellizos se dieron cuenta de que algo extraño sucedía. Y, como siempre,
fue la observadora y callada Marie quien quiso saber qué era.
-¿Por
qué estás durmiendo en la habitación de Willy (asi de dire ahora), mamá? -preguntó el domingo
por la mañana mientras toda la familia estaba reunida en la cocina,
.desayunando.
La niña lo había descubierto porque aquella mañana Willy
había dormido hasta más tarde de lo acostumbrado, con lo cual, su madre
también se había despertado tarde. Después de pasar varias noches
durmiendo mal el una cama demasiado pequeña y atormentada por sus
pensamientos, estaba exhausta; la noche anterior, para su alivio, había
conciliado el sueño nada más meterse en la cama, y no se había
despertado hasta que Lucas entró en la habitación.
Pero no se sentía
mucho mejor que los días anteriores, Porque, si dormir había servido
para dar descanso a su cuerpo, su mente no había reposado en absoluto.
-sabía qué había soñado, pero, desde luego, sus sueños no habían
aliviado el peso de su corazón, ni su rabia, ni su amargura. Incluso se
aborrecía a sí misma por no hacer nada para remediar la
situación. Daniel le había aconsejado que no tomara ninguna decisión
hasta que no estuviera un poco más tranquila -hasta que dejara de ser la
criatura patética en que se había convertido-, pero aquel consejo sólo
le servía como excusa para no enfrentarse a la realidad.
Liam no tenía
mejor aspecto que ella, su rostro reflejaba la misma tensión. Desde la
noche fatídica de la llamada de Tay, había estado llegando a las seis y
media todos los días.
Miley sospechaba que se debía más a que lo
había criticado como padre que al deseo de demostrarla que su aventura
había terminado.
Llegaba a tiempo de bañar a los niños y meterlos en
la cama mientras ella preparaba la cena. En apariencia, su vida
transcurría normalmente, y los dos hacían un gran esfuerzo por que los
niños no se enteraran de sus problemas.
Cada noche, durante la
cena, Liam hacía algún intento por mantener una conversación,
pero Miley permanecía en silencio, de modo que él desaparecía en su
estudio en cuanto terminaban de cenar. Miley recogía la mesa y subía a
acostarse a la habitación de Willy, sintiéndose cada día un poco más
sola, un poco más deprimida.
Saber que su marido la engañaba había
supuesto para ella un golpe brutal que había conseguido anular su
voluntad, de modo que su vida transcurría en una lenta monotonía y no se
daba cuenta de lo que hacía. Liam la observaba, serio y en silencio,
esperando que Miley saliera de su letargo y estallara.
En aquellos
momentos, la pregunta de su hija la devolvía a su cruda situación. Se
sonrojó ligeramente, y se las ingenió para dar una respuesta coherente.
-A Willy
le están saliendo los dientes otra vez.
Liam arrugó ligeramente el
periódico que estaba leyendo, y Miley se dio cuenta de que estaba
escuchando. Y puede que también la estuviera mirando de reojo. Ella no
lo miró. En realidad, le importaba muy poco lo que pudiera hacer.
Rubia
y con ojos azules, Marie tenía, además, la misma mirada inteligente de
su madre. Asintió, como si comprendiera perfectamente lo que decía Miley. Los dientes de Willy habían sido un tormento para todos en las
noches anteriores. Aunque a Miley no se le había ocurrido irse a
dormir a su habitación. Pero aquello no se le había ocurrido a Marie,
que prestaba atención a su querido padre.
-Seguro que echas de menos no poder
abrazar a mamá, ¿verdad, papá? -dijo bajándose de la silla y acercándose
a Liam-. Si me lo hubieras dicho, habría ido a darte un abrazo -dijo y
fue a sentarse sobre las rodillas de su padre, sabiendo que sería bien
recibida.
La tensión se apoderó de la habitación.
La tensión se apoderó de la habitación.
-Muchas gracias,
mi princesa -dijo Liam, doblando el periódico para prestar atención a su
hija- Pero creo que puedo estar solo unos días más antes de que me
sienta completamente triste.
Si aquel comentario iba dirigido a
ella, Miley lo ignoró, y siguió sentada bebiendo café, sin revelar el
esfuerzo que le costaba.
Observó a Liam, allí sentado, con su albornoz azul, que dejaba al descubierto el pecho. Besó a Marie en la mejilla y esbozó una sonrisa tan encantadora que a Miley se le hizo un nudo en el estómago, como si tuviera celos de su hija.
¿Celos de su propia hija! ¿Cómo era posible tanta amargura?
Observó a Liam, allí sentado, con su albornoz azul, que dejaba al descubierto el pecho. Besó a Marie en la mejilla y esbozó una sonrisa tan encantadora que a Miley se le hizo un nudo en el estómago, como si tuviera celos de su hija.
¿Celos de su propia hija! ¿Cómo era posible tanta amargura?
Miley no
pudo evitar dar un respingo mientras recogía .los platos. Liam la miró y
ella le devolvió la mirada. Liam debió ver algo en sus ojos azules,
porque frunció el ceño. Miley se dio la vuelta de inmediato. Estaba
incómoda y desconsolada.
Pero su marido y sus hijos parecieron
ignorar su reacción. Lucas intervino en la conversación que Liam estaba
teniendo con Marie, e incluso Willy insistió en que le sacaran de su
silla. Liam lo sacó y lo sentó sobre sus rodillas, mientras el niño
alegraba la conversación con sus particulares gorgojeos. Miley no
pudo soportarlo.
Había algo en aquella atmósfera de cariño que le ponía
los nervios de punta. Se sentía incapaz de unirse a ellos, como habría
hecho normalmente. Selena se lo impedía. Su imagen era como un muro
infranqueable que la separaba de su familia, del afecto y el amor de los
suyos.
Dejó de fregar los platos, porque corría el riesgo de romper alguno y salió de la cocina diciendo entre dientes
-Voy a hacer las camas.
Nadie la oyó y se sintió aún peor, más apartada de su familia.
Estaba
en su dormitorio, el dormitorio de Liam y ella, mirando al vacío, cuando
entró ¿Liam. Con un gesto nervioso se dirigió al baño, tratando de
aparentar que eso estaba haciendo cuando Liam abrió la puerta. Cuando
salió, Liam seguía allí, al lado de la ventana y con las manos metidas en
los bolsillos. Era alto y gallardo y, en aquel momento, estaba tan
atractivo que a Miley le daban ganas de tirarle algo, de hacer
cualquier cosa para mitigar su profundo dolor.
Haciendo un esfuerzo
por ignorar su presencia, comenzó a arreglar la habitación. Se acercó a
la cama, que, desde la llamada de Tay, se había convertido en el mueble
más odioso de la casa. Cada día era más difícil estirar las sábanas,
ahuecar las almohadas, cubrirla con la colcha. Olía a Liam, a su olor
limpio y masculino. Despertaba sus sentidos, que creía dormidos. Al
contrario de lo que había esperado, su deseo por Liam no había
disminuido, sino todo lo contrario. La traición de Joe no había
provocado más que la odiosa actitud de estar siempre pendiente de él. El
odio alimentaba el deseo, y el deseo hacía su tormento todavía mayor.
Liam se dio la vuelta lentamente y observó a Miley.
Al cabo de un
rato, cuando el silencio comenzaba a hacerse insoportable, se acercó a
ella y se interpuso en su camino. -Miley... -dijo con suavidad.
Miley permaneció con la cabeza agachada, sin querer mirarlo a los ojos.
-¿Te acuerdas de que tengo que pasar la semana que viene en Birmingham?
No, no se había acordado hasta aquel momento. Sirvió una ira repentina al comprobar que Liam anteponía sus negocios a su vida privada, cuando ésta estaba en crisis
-¿Qué te meto en la maleta?
¿Iba a ir Selena con él? ¿Iban a dormir en la misma habitación? ¿Iban a pasar toda una preciosa semana sin que nadie les interrumpiera?
Le palpitaba el corazón, y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no retroceder para apartarse de él. Retroceder habría sido como otorgarle una especie de victoria, así que se quedó donde estaba, sin mirarlo, con el semblante pálido.
Físicamente, no habían estado más cerca desde la noche en que todo estallara por los aires. Miley sintió escalofríos.
-Cualquier cosa -replicó Joe con impaciencia. Miley solía hacerle la maleta siempre que él se marchaba de viaje. Y le encantaba hacerlo, guardar sus camisas, contar los pares de calcetines, la ropa interior, meter algunos pañuelos, las corbatas y los trajes. Incluso' en aquellos momentos, mientras rogaba que se apartara de su camino para poder alejarse de él y con ganas de decirle que se hiciera él la maleta, no podía evitar hacer, mentalmente, una lista con todo lo que necesitaba.
Liam permaneció inmóvil, y la tensión entre ellos se hizo intolerable. No se atrevía a decir nada por miedo a que Miley lo utilizara en su contra.
-¿Vas a estar bien? --preguntó por fin- Puedo llamar a mi madre para que se quede contigo, si no quieres quedarte sola, si te hace falta compañía, o…
-¿Y por qué me iba a hacer falta compañía? -le espetó Miley, dirigiéndole una mirada penetrante- Nunca me ha hecho falta una niñera cuando te vas de viaje y no me va a hacer falta ahora.
Liam apretó la mandíbula, pero mantuvo la tranquilidad.
-Yo no estaba poniendo en duda tu capacidad --dijo-, pero estás muy cansada y me preguntaba si, con todo lo que está pasando, no te vendría bien alguna ayuda.
«Muy cansada», se repitió Miley, no estaba sólo cansada, estaba agotada.
-¿Tu secretaria va contigo?
Miley se arrepintió de aquella pregunta nada más hacerla.
-Sí, pero, ...
-Entonces no tengo por qué preocuparme por ti,
¿verdad?
-Miley --dijo Liam, dando un suspiro-, Selena no ...
-¡No quiero saberlo! --dijo Miley empujándolo, prefiriendo rozar su cuerpo a permanecer allí quieta por más tiempo soportando aquella conversación.
-Entonces, ¿para qué me lo preguntas? -exclamó Liam en voz alta e, inmediatamente, hizo un gran esfuerzo por controlarse- ¡Miley, tenemos que hablar!
Miley estaba haciendo la cama. Apretaba los dientes y seguía con su trabajo porque era lo único que le quedaba por hacer.
SIIIIISSS MEEEE ENCAANTHO EL CAPII
ResponderEliminarSUPEEER GENEALL AHH ACABOO DE SUBIIR CAPIIII AHORA PREPAROO MAS JEJEJ CUIDATHE CORRAZOON TE QUIEROOOOOOOOO UN MILLON Y MAAAS
Cda vez que leo un capitulo de estos me dan ganas de llorar son muy tristes ¿ Cuando vendrá la parte feliz?
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