martes, 12 de julio de 2011

Divino Placer: One shot parte 2

-          Me da igual la ropa interior, ahora mismo. – Ella lo mira, vuelve a morderse el labio. – bésame.

Él no duda. Se inclina. La devora. Un beso… espectacular. Las lenguas de los dos se encuentran, él succiona su labio inferior, la hace pedir más. 

Miley deja de sobar el pene de Nick, posa sus manos en su pecho, él la abraza, la apreta, se apretan… siente su cuerpo. Él desabrocha su sujetador, lo lanza cerca, en uno de los banquillos del baño. Coge a Miley de los muslos y la levanta.

-          Agárrate a mí, princesa.

Ella tiene un escalofrío al escuchar esa palabra, saliendo de la ruda boca de Nick. Ahora, lo único que los separa son aquellas malditas prendas de Calvin Klein. Él se inclina. Atrapa uno de sus pezones con la boca y lo chupa, fuerte. Ella se arquea, jadeando. Pasa los dedos entre los mechones del pelo de Nick. Su vulva se frota contra el enorme falo de él. Necesita liberar esa tensión.

-          Fóllame. – susurra. – Por favor, necesito que me des…

-          Mmhh… - Nick separa un poco su boca del pecho de Miley. Al estar húmedo, ella siente la respiración de él, el agradable soplido. La piel se le pone de gallina. – Tranquila, tenemos tiempo.

-          Es que no puedo aguantar más.

Él la mira des de su altura. No la intimida su cuerpo, pero si la intimidan sus ojos. Pequeños, Cafes, penetrantes.

-          Deja que te haga sentir bien antes de que te la meta. – una traviesa sonrisa y se dedicó al otro pezón.

Lo pellizcó suavemente con los dientes… Miley sintió como su lengua lo rodeaba. Ella se mordió la parte de la mejilla interna, para no chillar de gusto.

-          Me corro. – jadeó ella.

-          Huum… sería maravilloso si te corrieras tan solo porque te chupe… estos perfectos… - Nick volvió a pasar su lengua por el rojizo pezón.

Nick colocó su mano, rodeando todo el sexo de Miley. La braga estaba empapada. Pero  no estaba para pensar lo que Alan les diría.

-          Me gustaría… - dijo él, levantándose, mientras metía aquella mano, dentro de la braga, y paseaba el dedo índice por toda la raja del co.ño de Miley. – Oh, lo tienes…

-          Rasurado. – terminó Miley, mirándolo con los ojos entrecerrados, llena de lujuria. – Me pones mal, me pones muy mal, Nick. Y si, lo tengo rasurado, completamente. ¿Te gusta?

-          Me encanta… - jadeó él, en una especie de suspiro, mientras atravesaba su hendidura empapada, y, estrecha con un par de dedos. – dios, me encantaría comértelo, todo… pero dentro de quince minutos debemos volver…

-          Para la próxima… - Miley se inclinó hacia adelante, abrazó el cuello de él, rodeándolo con los brazos y lo besó en la boca, esta vez, el beso más suave. Porque lo dominaba ella. Mientras movía las caderas, disfrutando, de cómo Nick la masturbaba. – Ahh… no sabes lo que tenía guardado para ti…

-          Dime… - pidió él, sacando los dedos de allí, mientras que con un brazo la sujetaba, por debajo del culo, se llevó la otra mano, a la boca. Succionó sus propios dedos, cosa que hizo gemir a Miley. – Sabes estupendamente… - dijo, buscando de nuevo su boca. – ahora dime…

-          Lo que una podría hacer con su boca… - susurró- no te lo explicaré, te haré una demostración en directo.

-          Desearía ahora mismo que me dieras eso… - sonrió, y repitió sus propias palabras. – pero para la próxima. Ahora soy yo quien necesita follarte bien duro…

La llevó hasta uno de los bancos y la tumbó. Le quitó las bragas, casi despegandolas de su humedad, y también abajó sus bóxers. Miley suspiró, ante semejante tamaño.

-          ¿Cuánto?

Nick se queda pensativo, mientras acaricia sus piernas.

-          Seguramente me la has puesto a veinticuatro.

-          No creo que me quepan veinticuatro centímetros.

-          Y tanto que te van a caber, reina…

Nick se inclinó, hacia adelante, colocando ambos brazos a los lados de Miley.

-          Dime que tomas la pastilla… no tengo condones. – susurró en su oreja.

-          Si, si la tomo… hazlo ya. – dijo, arqueándose en un envite que enloqueció los sentidos de él.

La cogió de las caderas y empujo. Adentro, adentro, más adentro. Ella jadeó. Estaba tan mojada que sentía como sus propios líquidos se escurrían por las nalgas. Un ronco gemido de Nick. Se quedó quieto, disfrutando del momento, sintiendo como las paredes del co.ño de Miley se contraían, apretándolo.

-          Oh, dios mío, eres realmente apretada.

-          ¿Te duele? – dijo con la respiración acelerada.

-          No, me encanta. ¿Y a ti?

-          Más que eso… muévete… - gimió, al sentir como su miembro se sacudía en su interior. Por la presión, por la excitación por todo. – Nick…

Él pensó que si volvía a gemir su nombre de esa manera, se correría. Se retiró totalmente y la embistió. Fuerte. La sensación los abrumó tanto, que no sació su movimiento. Los espasmos culminaron el cuerpo de ambos. 

  Nick no sació las embestidas. Al contrario, las tornó deliciosamente brutas. Sentía como a cada una, la vagina de Miley le regalaba un apretón. Se inclinó para besarla, pero sin dejar de penetrarla, a movimientos rápidos y constantes, o lentos, profundos. Se lo iba compaginando.

-          Cuando te corras… - susurró él, casi sin poder hablar. – muérdeme, aráñame, pero no grites.

-          Estoy… a punto… - jadeó. – Lo necesito, ¡Nick! – dijo, sin mesurar el tono de voz. – Fóllame, fóllame…

-          Te estoy follando nena… - jadeó él, cogiéndola de las caderas, y profundizando más. – te estoy dando bien duro. Córrete, por favor. – gimoteó, sintiendo como la mano de Miley se colaba en medio de los dos, y ayudaba, tocándose. – no podré aguantar más. – admitió él.
Miley se convulsionó. Nick la besó, para que ni uno ni el otro gritara. Ahogando los chillidos en la boca del otro. 

El clímax de Miley arrastró a Nick al borde del orgasmo.

Ella sintió como él vertía regueros de semen en su interior. Él sintió como ella lo inundaba con sus flujos. 

Se separó de Miley, apoyó su mentón en el hombro de ella, intentando no chafarla, pero descansando un poco el cuerpo. Había sido un polvo culminante, definitivamente, se tenía que repetir. Encontró la fuerza y el valor de que sus piernas no temblaran y salió del cuerpo femenino. 

Ella se quejó un poco. Se levantó y se sentó en el banquillo. Miró a Nick. Luego le dedicó una tierna sonrisa. Él se sentó a su lado.

-          Eres hermosa. – le dijo ahora, apartándole el pelo de la cara. – y exquisitamente salvaje. Juro que me encantaste.

-          Y tú a mí. – ladeó la cabeza, y se decidió, a darle un rápido beso en los labios. Él arqueó la boca.

-          Hazlo bien.

Nick se inclinó y la besó, penetrando su boca con la lengua, caliente, mezclando la saliva, sin roce de dientes, tan experto, tan excitante. Un último sonido, el de sus labios. Se volvió a separar y le dejó un beso en la frente. Ella apoyó su cabeza en su hombro. Pronto se levantó, buscó algo en su cartera. Le lanzó una tarjeta a él.

-          Llámame. – le guiñó un ojo, y se encerró en el lavabo. Nick se levantó, apoyó la cabeza en la puerta del lavabo.

-          Alan se va a cabrear.

-          No tiene por que saber que hemos echado a perder un par de prendas de marca.

-          Ya. – Nick se rió. - ¿tanto quieres que te llame?

-          Claro. Ha sido buenísimo. Debemos repetirlo, tranquilos, en una casa. En una cama.

-          Bueno, hacerlo en un lugar público tampoco está nada mal. – sonrió. – podría ser capaz de cumplir tus fantasías. Todas.

A Miley le dio un escalofrío. Que Nick fuera el hombre de sus fantasías, no lo dudaba. ¿Pero podría concederle aquella oportunidad?

-          Déjame que dude.

-          No dudes, no tienes por qué. Es una promesa.

-          No prometas, es malo.

-          Me puedo permitir el lujo de prometerte. Déjame que lo intente. Un par de veces más, no saciaría a ninguno de los dos.
Miley abrió la puerta, y salió con el siguiente conjunto, de color azul. Sonrió. Volvió a besar la boca de Nick, que sin saber porque, parecía más que un deseo, una necesidad.

-          Estaría loca si no te dejara intentarlo. De esta manera, salimos ganando los dos.
Nick le devolvió la sonrisa.

-          Pareces la mujer de mis fantasías. – admitió, de nuevo, tan directo, tan sincero.
Ella ladeó la cabeza.

-          Mira qué casualidad. – como si se repitiera la misma escena de momentos antes, revirtiendo los papeles. – Porque yo, después de todo esto, no hay duda de que tu eres el hombre que sale en mis fantasías. Así que dios del sexo, ya puedes empezar a cumplirlas. Todas. Lo prometido es deuda, ¿no?

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