sábado, 6 de agosto de 2011

The έναν εξαπατώντας σύζυγο: cap 21

Los días siguientes fueron horribles. Liam se convirtió en un extraño, hosco y poco comunicativo, que durante las noches ni siquiera la tocaba. Los niños estaban cada vez más revoltosos, excitados con las fiestas que se aproximaban y preocupados por la situación. Miley sabía que las dificultades por las que atravesaba su matrimonio les afectaban tanto como a Liam o a ella.
 
El problema era que no sabía qué hacer. Le habría gustado contarle a Liam lo que había ocurrido entre Joshua y ella, y pedirle perdón, pero no podía hacerla. Habría sido la prueba de que le importaba lo que él pudiera pensar o decir, y había decidido no mostrar por él ningún interés.
 
Una mañana cayó enferma y se pasó el día entero dando vueltas por la casa, débil y aburrida. Cuando los mellizos volvieron del colegio se pusieron a jugar, armaron tanto ruido que le dio un terrible dolor de cabeza. Se alegró de ver llegar a Liam, porque así podría dejárselos a él y acostarse.
-¿Por qué no me has llamado? -le reprochó Liam-. Si me hubieras dicho que note encontrabas bien, habría venido enseguida.

Miley le dio una respuesta confusa y subió las escaleras para dirigirse a su dormitorio. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza llamarlo. En realidad, pensaba metiéndose en la cama, nunca lo había llamado al trabajo. Liam llamaba desde el despacho a menudo, pero ella nunca se había molestado en llamarlo. Una vez más, se asombró del muro que se alzaba entre el Liam hombre de negocios y el Liam padre de familia y no pudo recordar que se hubiera atrevido a traspasar ese muro ni una sola vez.
 
El caso era que Liam logró que los niños dejaran de hacer ruido. Al cabo de un rato, se quedó dormida y su sueño no fue interrumpido por ningún ruido.
Se despertó horas después. Había amanecido y Liam estaba inclinado sobre la cama con una taza en las manos.
-Pensé que podría apetecerte esto -dijo dejando la taza humeante en la mesilla- ¿Cómo estás?
-Mejor -dijo, aunque al incorporarse no quiso hacer ningún movimiento brusco con el estómago. Se apartó el pelo de la cara antes de tomar la taza- Gracias -murmuró.
-Puedo tomarme el día libre y quedarme en casa a trabajar, si quieres -dijo Liam, mirándola con detenimiento.

Miley negó con la cabeza.
-No es necesario. Me siento un poco débil, pero puedo arreglármelas.
-Aun así...

Miley tenía la extraña sensación de que Liam se debatía para entre decirle algo o no.
-Creo que será mejor que no vayas a clase esta noche, con el tiempo que hace ...
-Teníamos pensado salir a celebrar la Navidad -dijo soplando el humeante té de la taza- Joshua nos va a llevar a un club. No quiero perdérmelo.
Con el rabillo del ojo, se dio cuenta de que Liam apretaba la mandíbula. Aunque deseaba hacerle sufrir un poco, al ver su reacción, lo pasaba muy mal.
-Ya veremos cómo te encuentras esta tarde -dijo Liam, y se dio la vuelta para marcharse y de repente, Miley sintió la necesidad imperiosa de que se quedara.
-Mis padres, como siempre, vendrán a pasar las Navidades con nosotros -dijo. Liam se detuvo bruscamente en la puerta del baño- Pero este año tenemos un problema ...

Liam no la miraba, tan sólo le daba la espalda esperando a que terminara lo que tenia que decide.
-El año pasado la habitación de William estaba libre.
Ahora, no sé cómo van a poder pasar aquí dos noches. No me imagino a mi padre durmiendo en el sillón de tu estudio ni a mi madre durmiendo en el sofá -dijo esta última frase con la intención de hacer gracia, pero Liam se dio la vuelta sin la menor sombra de una sonrisa en el rostro. Miley sintió un gran vacío en el corazón, aún mayor que el que tenía aquellos días.
-¿Y qué quieres que haga? -dijo Liam-. Ya he perdido la cuenta de las veces que te he dicho que quería mudarme a una casa más grande. Pero no te has molestado ni siquiera en discutido. Pues mira, ahora tienes un problema que vas a tener que solucionar tú sola. Yo no quiero saber nada.

Miley se lo quedó mirando con asombro mientras salía de la habitación dando un portazo.
Aquella noche asistió a su clase de dibujo. No porque se sintiera lo bastante bien para ir, que no era así, no porque tuviera ganas, que no tenía, sino porque estaba tan enfadada con Liam que no quería darle la satisfacción de estar en casa cuando volviera.
Pero no disfrutó de la clase. Tenía la mente ocupada en el millón de cosas que tenía que hacer en casa, y su estómago se negaba a tranquilizarse. Estaba cansada, tensa y pálida. Y además, Joshua pasó la mayor parte de la clase mirándola.

Era la primera vez que lo veía con otra cosa que no fueran unos vaqueros, y tenía que reconocer que estaba muy atractivo con su traje oscuro de seda y una camisa de color crema. Ella llevaba un vestido negro corto que había comprado en su escapada a Londres. Dejaba los hombros y las piernas al descubierto, y despertó la admiración de los hombres de la clase.
 

Pero se sentía muy incómoda ante las miradas de Joshua. Sus ojos no dejaban de decirle que recordaba el beso que se habían dado en su coche, aunque ya habían pasado algunas semanas desde entonces. A Miley no le había resultado difícil olvidarlo, lo que no lograba vencer era un sentimiento de culpa.
Al terminar la clase, se dirigieron a un nightclub que había cerca de allí. Era en realidad un viejo cine remozado. Tenían una mesa reservada en la zona de los antiguos palcos del cine, con vistas al viejo patio de butacas convertido en pista de baile. Había un gran montaje de luces y la música estaba tan alta que era imposible hablar. En cualquier otra ocasión, habría disfrutado del lugar. 

Lo sitios a los que la llevaba Liam eran mucho más refinados. Antes de su crisis matrimonial, había deseado muchas veces soltarse la melena e ir a bailar toda la noche. Aquella era la ocasión.Joshua se había sentado a su lado y quería monopolizar su atención. La música estaba tan alta que se veía obligada a inclinarse hacia él, con lo que no dejaba de rozar su cuerpo.

Joshua empezó a tocarla ligeramente en el brazo, en los hombros, en las mejillas o en el pelo. Miley se sentía incómoda con la situación, pero no sabía qué hacer para librarse de él sin provocar una escena. Se alegró cuando Joshua la invitó a bailar.
 

Al menos bailando no tendría por qué tocarla, no si bailaban del modo en que se bailaba en aquel lugar. Así que dejó que la condujera hasta la pista de baile. Pero una vez allí, la estrechó entre sus brazos.
-No, Joshua -dijo queriendo apartarse de él. 


-No seas estúpida, Miley. Sólo estamos bailando. No estaban sólo bailando y él lo sabía. Después de algunas semanas, Joshua había decidido dar un paso adelante para conquistarla. Si no lo detenía, entonces, sí sería culpable de traicionar a Liam.
-No -repitió Miley con firmeza, se soltó y se alejó de la pista.
 

No debía haber ido. Después de aquel beso, no debía haber ido. Joshua la deseaba, pero ella a él no.
Ella sólo deseaba a Liam. Aquella certeza le dolía tanto que le daban ganas de llorar.



Joshua fue tras ella hasta el vestíbulo principal. Ella se daba cuenta de que la seguía y se metió en una cabina telefónica para llamar a un taxi.
Como era Navidad, no pudo encontrar ningún taxi libre, todos estaban reservados.
Casi con desesperación llamó a su casa. Se le hizo un nudo en el estómago al escuchar la profunda e impaciente voz de Liam.
-Soy yo -dijo Miley con voz grave.
Se hizo una larga pausa. Sólo pudo escuchar la respiración de Liam al otro lado de la línea.
-¿Qué ocurre? -dijo él por fin.
-No puedo volver a casa. Es imposible encontrar
un taxi ... ¿Qué hago?
 

Qué fácil había sido volver a ser la misma Miley de antes. La mujer indefensa que recurría a Liam para resolver cualquier problema. Lo único que tenía que hacer era sentarse y esperar que su marido encontrara una solución.

2 comentarios: