sábado, 13 de agosto de 2011

The έναν εξαπατώντας σύζυγο: cap 22

El silencio continuó. Miley agachó la cabeza; levantaba el auricular con fuerza, como si así estuviera más cerca de Liam.
-¿No te va a traer tu Romeo? -dijo Liam por fin.
-iNo es mi Romeo! ¡Y, además ... !
Repentinamente cambió de opinión. No quería darle a Liam el placer de oír que no quería ver a Joshua Browman ni en pintura.
-No puedo decirle que se vaya en lo mejor de la fiesta sólo porque estoy cansada. ¿No puedes venir tú? -¿Y los niños? No querrás que los deje solos.
-Ah -exclamó, y volvió a sentirse como una estúpida No había pensado en ello. Al verse en problemas, lo único que había pensado era en llamar al hombre que podría solucionarlos.
-Vaya, ahora ella piensa que debería haber seguido mi consejo y contratar a alguien que los cuidara -dijo Liam burlonamente.
-Le diré a Joshua que me lleve -replicó Miley.
La cuestión de contratar una chica para cuidar a sus hijos era un viejo punto de fricción entre ellos. Liam quería una casa más grande, una asistenta que limpiara y una niñera. Lo que a Miley le habría gustado saber era qué le quedaría a ella si Liam buscaba a otras personas para hacerlo todo.
-Llamaré a mi madre, vendrá mientras voy a buscarte -dijo Liam, cambiando repentinamente de opinión  -. Supongo que la despertaré, y no creo que le guste, aunque no la culpo, pero ...
-Oh, no -dijo Miley-. No quiero que te molestes tanto. Joshua me llevará -dijo y colgó sin dar tiempo a que Liam respondiera.
 
-¿No ha habido suerte? -dijo Joshua, que estaba apoyado en la pared. Miley no podía saber si había oído su conversación con Liam, aunque, en realidad, le importaba muy poco.
-No -replicó--. Tendré que esperar a que haya algún taxi libre -dijo y se encogió de hombros para demostrarle a Joshua que estaba dispuesta a esperar el tiempo necesario.
-Yo te llevo -dijo Joshua.


Miley lo miró detenidamente. No se sentía con fuerzas para pasar media hora más a su lado. Pero tampoco quería esperar una hora entera a que llegara un taxi, que era el tiempo mínimo de espera.
Joshua tomó la decisión por ella al agarrarla por la muñeca.
-Vamos -dijo con tranquilidad- Yo te llevo.
La mirada de Joshua no dejaba lugar a dudas, no tomaba en serio la negativa de Miley. Cansada, harta y un poco deprimida por la discusión constante que tenía con cuantos la rodeaban, incluida ella misma, Miley cedió.
 
Fueron juntos al guardarropa para recoger su abrigo, luego salieron al aire helado de diciembre para dirigirse al Porsche rojo de Josh. Al poco rato, estaban en la carretera, cubierta de sal para impedir que se formara hielo. Miley se subió las solapas de su abrigo y observó el camino en silencio.
. -¿Por qué le soportas cuando sólo es un cerdo egoísta? -dijo Josh de repente.
-¿No son así todos los hombres?
-No tanto como Liam. Todavía me cuesta creer que esté casado con alguien como tú -dijo Josh, y miró a Miley-. Le van más las mujeres como Selena Gomez

Fue un comentario tan cruel que Miley sintió una punzada de dolor en el pecho. Lo peor era que no podía contradecirle. Tal vez a Liam le convenía más Selena Gomez que ella, aunque no podía juzgarla porque no la conocía -y no tenía la menor gana de conocerla.

Selena Gomez  era el nombre del fantasma sin cara que la visitaba todas las noches. Con eso tenía bastante. -y Tay Swift -añadió Joshua-. Menuda discusión tuvisteis aquel día en la pista de baile.
-¿Oíste algo? -preguntó Miley, dando un respingo.
-La mitad de la sala lo oyó, querida. Y fue asombroso. Liam Hemsworth, el joven tiburón de las finanzas, tenía mujer y tres hijos y nadie lo sabía. Supongo que esa noticia le dio a Selena donde más duele. Quería casarse con él, ¿sabes? Joe era la elección ideal para una abogada con su futuro.
 
Así pues, Selena era abogada, y no la secretaria de Liam, como ella había creído. La noticia la sobresaltó. «Compite con eso si puedes», se dijo con amargura. Una cosa era luchar por el amor de su marido con una simple secretaria, pero otra muy distinta hacerlo con una mujer que estaba acostumbrada a vivir en el mismo mundo que él.
Como si estuviera pensando algo parecido, Josh dijo: -Si lleváis casados siete años, eso quiere decir que lo atrapaste antes de que iniciara su carrera meteórica. ¿Cómo te sientes? ¿Como un desliz de su juventud?

Miley se dijo que, tal vez, merecía alguno de aquellos insultos. Pero el último comentario era lo que más le había dolido, probablemente, porque ella empezaba a pensar algo parecido.
-Creo que será mejor que te calles y pares el coche antes de que digas algo que me ofenda de verdad -dijo.
Para su consternación, Joshua hizo exactamente lo que le había pedido, deteniéndose bruscamente en el arcén.
-Soy yo quien me siento ofendido por el modo en que has estado jugando conmigo durante todo este tiempo. ¡Dios mío! No has pensado en mí en serio ni por un momento, ¿verdad?
-No -respondió Miley sinceramente.
-Entonces, ¿por qué no me detuviste antes de que llegáramos tan lejos?
-¿Tan lejos? ¿Cómo que tan lejos? -le dijo con una mirada desafiante- ¡Pero si sólo nos hemos dado un beso!
-No se trataba sólo de eso, Miley, y tú lo sabes.
Pero para ti era sólo un juego, ¿verdad? Te diste cuenta de que me gustabas y pensaste que podrías jugar un rato conmigo, ¿no es eso? -le preguntó Joshua amargamente- ¿Qué ocurre? ¿Que tu autoestima estaba en un nivel muy bajo? ¿Tanto te molestaba que prefiriese acostarse con su abogada a acostarse contigo?

Miley le dio una bofetada al tiempo que se ponía roja de vergüenza. Luego agarró la manecilla de la puerta con una mano y se desabrochó el cinturón de seguridad con la otra. Pero Josh la agarró por el brazo.
-Ah no -dijo entre dientes- No pienses que te vas a escapar tan fácilmente.
Tiró de ella y la besó. Fue un beso brusco, desagradable. Cuando la soltó, Miley estaba asqueada del sabor de su boca.
Salió de coche dando un portazo.

Joshua arrancó haciendo chirriar los neumáticos dejándola a merced del viento helado de la noche.
Se llevó una mano a la boca, y vio asqueada que le había hecho sangre en el labio. Le maldijo, deseando estar de vuelta cuanto antes en su mundo de cuento de hadas, donde nada malo podía ocurrirle. Maldijo a Tay por haberla despertado de aquel mundo de ensueño, añadió para sí iniciando el camino de regreso a casa. Y maldijo a Liam por su infidelidad y a Selena por haberlo seducido. Pero, por encima de todos, se maldijo a sí misma.
No tardó mucho en llegar a casa, pero tenía los pies deshechos. Se quitó los zapatos, de tacón alto, nada más entrar.
En el interior de la casa, hacía calor. El reloj del pasillo marcaba la una de la madrugada. Se sentía deprimida y la escena con Josh no dejaba de darle yueltas en la cabeza. No se molestó en ir a ver a Liam. Por ella podía irse al infierno. De todas formas, no estaba de humor para tener otra discusión.
 

Pero se equivocó al pensar que él la ignoraría tan fácilmente. Acababa de ponerse el camisón cuando entró en la habitación con sus zapatos en la mano.
-Te has olvidado de esto -dijo dejándolos detrás de la puerta.
-No me he olvidado, simplemente me los he quitado al entrar -replicó Miley, que estaba sentada al borde de la cama masajeando sus pies doloridos. La melena ocultaba su rostro a ojos de Liam.
-¿Dónde te ha dejado? -dijo Liam con suspicacia. ¿Otra vez espiando tras las cortinas?, se preguntó Miley con amargura.
-No me ha dejado en ninguna parte.
-Si hubieras hecho todo el camino andando, habrías tardado más.
«Bastante he andado de todas formas», pensó Miley acariciándose las plantas de los pies.
-Una pelea entre amantes, ¿no? -añadió Liam con mal gusto.
-Algo así -dijo Miley, encogiéndose de hombros, y salió de la cama para dirigirse al baño. «¡Que piense lo que quiera!», se dijo.Liam la agarró por los brazos y la obligó a mirarlo a la cara. Estaba furioso y tenía una mirada penetrante y amada.
-¿Y por qué os peleasteis? -le preguntó, apretando los dientes- ¿Porque no querías ir a su casa? ¿Por eso? ¿Qué pasaba, que no estabas de humor?


Miley lo miró con ira. Sentía amargura y asco hacia los hombres por lo que la estaban haciendo pasar aquella noche.
-¿Y cómo sabes que no he estado en su casa toda la noche? Podría haberte llamado desde allí. ¿Cómo ibas a saberlo?

Liam se puso pálido y apretó con fuerza los brazos de Miley. La miraba fijamente, como si buscara evidencias de lo que estaba diciendo.
-¡Te ha dado una bofetada y. te ha roto el labio!
-Me estás haciendo daño. ¡Suéltame! -exclamó


Miley tratando de apartarse pero sin conseguirlo. -¿Cómo has podido? -dijo Liam casi gritando- ¿Cómo has podido hacerlo, Miley? ¿Cómo has podido?

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