domingo, 21 de agosto de 2011

The έναν εξαπατώντας σύζυγο: cap 25

Que Liam estaba pensando lo mismo quedó claro cuando dejó a Marie en el suelo y miró a Miley con incertidumbre. Ella sintió una repentina timidez y le ofreció a William, agachando la mirada mientras Liam se tumbaba en el suelo jugando con su hijo pequeño.
 
Precisamente en aquel instante, el árbol de Navidad comenzó a inclinarse. Miley lo atrapó a tiempo, pero se le echó encima. Otra mano, más grande y fuerte que la suya apareció de repente para sostener el árbol, volviendo a ponerlo recto con gran facilidad.
-Te ha arañado en la cara -dijo Liam, tomándola entre sus brazos y besándola en la comisura de los labios y acariciándola con la lengua- Hola -murmuró suavemente.

Miley se sonrojó.
-Hola -respondió con voz grave.

Liam la besó de nuevo, con intensidad, ternura e intimidad. Fue un beso cálido y lleno de vida.Miley cerró los ojos y se abandonó al abrazo de aquel cuerpo que conocía tan bien.
El sonido del timbre de la puerta los separó. Sus hijos se apresuraron a abrir, porque a aquella hora esperaban a Anne.
-Tu madre va a llevarlos a oír villancicos -dijo Miley.
-¿Sí? -replicó Liam distraídamente, sin dejar de mirar a Miley intensamente- Mejor -añadió con un murmullo y la besó de nuevo, suavemente. No se separó de ella ni cuando su madre entró en la habitación.Miley ni siquiera la oyó. El amor que creía perdido para siempre palpitaba en el fondo de su ser, alimentando una deliciosa calidez en cada rincón de su cuerpo. Con un suspiro, que fue como el suave murmullo de una brisa, le acarició los brazos y enterró los dedos en sus cabellos.
 
Estaban sin respiración cuando se separaron. Liam se volvió para saludar a su madre con una sonrisa. Anne sonreía nerviosamente, pero la expresión de esperanza escrita en sus ojos, era inequívoca.
Al poner los anoraks a los niños, mientras Liam estaba fijando la posición del árbol, Miley recordó los cambios que había hecho en el piso de arriba. Se mordió el labio preguntándose cómo se lo diría, y pospuso el momento hasta que no tuviera más remedio.
 
Se despidieron de los niños y de su abuela desde la puerta. Liam la agarraba por la cintura mientras Anne salía por la puerta del jardín empujando el cochecito de William y con los mellizos correteando a su lado y sin parar de hablar.

Liam cerró la puerta. Después del alboroto anterior, el silencio parecía muy extraño.
-Ven conmigo mientras me cambio -dijo Liam, ofreciéndole la mano a Miley.

Miley la agarró dócilmente y se dejó llevar escaleras arriba hasta su dormitorio. Allí, Liam se separó de ella con un suspiro y comenzó a desanudarse la corbata.
Miley lo miraba desde el umbral de la puerta, retorsiéndose las manos nerviosamente. 
-Liam...
Él, que no la oía, se dirigió al baño.
-Pero qué ... -dijo saliendo disparado y mirándola con asombro.
-Tenía que poner a mis padres en alguna parte -dijo Miley, poniéndose a la defensiva-, y ésta era la única solución -dijo señalando la cama.


Había quitado del baño todos sus objetos personales y vaciado uno de los armarios y había puesto su ropa con la de Liam. Casi no había cabido, la había metido con tanta presión que tendría que plancharla otra vez antes de ponérsela, pero ...
-¿Y dónde vamos a dormir tú y yo?
Miley señaló las otras habitaciones con un gesto vago.
-He comprado dos camas. Una la he puesto en la habitación de Marie y otra en la de Lucas. Tu madre puede dormir con Marie.
 
La madre de Liam siempre se quedaba a dormir con ellos la Nochebuena porque le gustaba ver a sus nietos abriendo los regalos el día de Navidad.
-Yo dormiré con William y tú con Lucas. Sólo son dos noches, Liam -dijo apelando a su comprensión cuando lo vio a punto de explotar- Sabes que no podemos poner juntos a los mellizos o no se dormirán nunca. Están muy excitados y ...
-¡Maldita sea! -exclamó Liam-. ¿Qué te ocurre, Miley? ¿Por qué tengo que dejarle mi cama a tus padres? ¿Por qué no pueden dormir en otra cama? ¿O haces esto porque quieres seguir vengándote de mí? Porque, si es eso, te aviso: creo que ya he sufrido bastante.

Miley se indignó ante tal injusticia.
-¿Desde cuándo han sido mis padres un problema para ti? ¡Sólo vienen una vez al año! ¡Ten algo de consideración con ellos, por amor del Cielo! Saldrán para acá en cuanto cierren la tienda y harán el camino de un tirón. Empiezan a ser mayores, y no creo que sea muy cómodo para ellos dormir con los niños.
 
-¡No puedo creer que estés haciendo esto! -exclamó Liam, demasiado enfadado como para atender a razones-. Vuelvo a casa después de una semana entera en Liverpool... ¡En Liverpool, por Dios Santo! -dijo como si se tratara del fin de la Tierra-. Buscando un poco de tranquilidad en mi propia casa. ¡En mi propia casa! Y me encuentro con que me ha echado de mi habitación mi propia mujer, una mujer vengativa que no encuentra bastantes maneras de ... ¡No pasaría nada ... ! -continuó observando a una pálida Dulce-. No pasaría nada si la maldita casa fuera lo bastante grande para perderme en ella si me daba la gana. Pero como tú te negaste a mudamos a una más grande, yo tengo que pagar las consecuencias. ¡Yo! Un maldito millonario viviendo en una casita de juguete con tres mocosos que no paran de hacer ruido y una mujer que ...

Se interrumpió dirigiendo a Miley, que estaba completamente pálida, una mirada furiosa.
-¡Maldita sea! -exclamó-. ¡Maldita sea! ¡Maldita sea!
-¿Por qué no te vas a casa de Selena? -le sugirió Miley con voz temblorosa- ¡Puede que ella te trate mejor!
Giró sobre sus talones y salió del dormitorio antes que Liam pudiera decir algo más. ¿Creía que .era vengativa? ¿Qué vivía en una casa de juguete? ¡Y a los niños! ¡Había llamado mocosos a sus hijos!
Recogió los platos donde habían cenado los niños y se dispuso a lavarlos. Podría haberlos metido en el lavavajillas, pero aquella actividad le daba la oportunidad de descargar su rabia.

Liam apareció a sus espaldas y la apretó contra el fregadero.
-Lo siento -dijo besándola en la nuca- No quería decir eso.
Miley suspiró, restregando un plato de tal modo que el dibujo corría el riesgo de desgastarse.

-Porque ... -dijo Liam, pero se interrumpió para seguir besando a Miley en el cuello.
-¿Porque qué? -insistió Miley.
-Porque estaba decepcionado ----dijo Liam-. Porque he pasado toda la semana sin pensar en otra cosa que en esa maldita cama. Porque me sentía culpable por haber olvidado el problema de tus padres. Porque -dijo y se detuvo para dar un suspiro-, no quiero dormir con Lucas. Quiero dormir contigo. Quiero despertarme la mañana de Navidad y ver tu cara sobre la almohada. Porque ... maldita sea, hay un millón de porqués. Pero todos desembocan en una sola causa. Me he puesto así porque me has quitado el único sitio donde me siento cerca de ti. Necesito esa cama, Miley, la necesito.
 

Con un repentino sollozo, Miley dejó caer el plato que estaba fregando y se dio la vuelta para apoyarse en el pecho de Liam.
-Ah, Liam –susurró-. Estoy tan triste.
-Lo sé -dijo Liam con un suspiro abrazándola y acariciando su espalda. Apoyó su cabeza en la de Miley y, una vez más, su cuerpo se convirtió en su refugio.
 

Finalmente, Miley consiguió calmarse y Liam la agarró por la barbilla para examinar su rostro. Ella le dejó, tan silenciosa y petulante como Marie.
-Mi madre me va a matar si te ve así -dijo Liam sonriendo- una mirada y me acusará sin escucharme.


Miley, a su pesar, le devolvió la sonrisa. Pero Liam tenía razón. Anne siempre se ponía de su lado cuando discutían, tuviera razón o no.
-¿Me perdonas? -le preguntó Liam, apartándole el pelo de la cara- Vamos a firmar un tregua, Miley. Vamos a ser felices estas Navidades. Incluso cederé muestra maldita cama si eso te hace feliz.
-¿Quién ha dicho que me haga feliz? -objetó Miley, metiendo las manos en el pantalón de Joe para buscar un pañuelo. Rozó con los dedos sus genitales y Liam dio un respingo.
 

-No me provoques, pequeña-la acusó Liam asombrado, porque sabía cuál era su intención. Y sonrió al comprobar que allí estaba la vieja Miley, la que pensó que había perdido para siempre- Vamos a firmar una tregua, Miley -le rogó con voz ronca- Por favor
-¡Has llamado mocosos a los niños!
-¿He dicho eso? -dijo Liam, y parecía sinceramente sorprendido. -¡Y mucho más!
-Me pregunto por qué no me has tirado nada -murmuró Liam-. ¿Me perdonas?


Miley consideró la propuesta, complacida por el modo en que Liam le acariciaba el cuello y las mejillas. -¿De verdad eres millonario? -le preguntó.
-¿También he dicho eso? Debo haberme vuelto loco.
-¿Lo eres? -insistió Miley.
-Si te digo que sí, ¿vaya ganar un poco más de respeto en esta casa? -dijo Liam con una sonrisa. -Tal vez. -Entonces, sí. Tienes a un millonario delante de ti.
Tal vez a un multimillonario, añadiré, sólo para conseguir un poco más de respetabilidad, ya sabes -dijo con buen humor.

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