-Mareada -dijo Miley, luego miró a sus hijos mayores-. Lo siento -dijo con un susurro y recibió dos sollozos como respuesta.
Aquel sollozo expresaba su arrepentimiento, sus disculpas, su amor y su miedo al veda desmayarse. Luego, le contaron su aventura atropelladamente: habían llamado a un taxi, reunido sus ahorros para pagado, y habían llegado a la oficina de su padre antes de que él llegara, con la consiguiente preocupación para todos los empleados.
-y metiendo el miedo en el cuerpo a vuestra madre
-dijo Liam, y se quedaron callados.
Dirigió una seria mirada a Miley, que agachó los ojos.
-Lo planearon todo muy concienzudamente -añadió-.Llamaron a la compañía de taxis a la que tú llamas cuando yo estoy de viaje. Dijeron que estabas enferma y que querías que los llevaran a mi oficina. Incluso le entregaron al taxista una de mis tarjetas de visita para que todo fuera más creíble.
-h, Marie -dijo Miley, recordando lo importante que se sentía la niña cuando le encargaba que llamara a un taxi para llevados al colegio cuando Liam no estaba.
La pobre niña agachó la cabeza.
-Yo pensé en usar la tarjeta de papá -intervino Lucas, compartiendo valientemente las culpas con su hermana.
Aunque todos sabían que el cerebro de aquella operación había sido la revoltosa Marie.
-Lo siento -susurró la pequeña, y Miley vio con una punzada en el corazón cómo se limpiaba las lágrimas con su pequeña manita.
El hecho de que no se acercara a su padre para buscar su reconfortante abrazo, le decía a Miley que, antes de su llegada, Liam los había reprendido severamente por su aventura.
Miley observó a Liam. Estaba pálido y tenía los labios fruncidos, signo de una rabia contenida.
Sostenía a William, abrazándolo como si necesitara el calor de su cuerpecito para consolarse de lo que realmente deseaba ... abrazar a los mellizos.
Se dio cuenta de que Miley lo estaba observando y frunció el ceño.
-Mi secretaria está haciendo café -dijo- En cuanto venga, le diré que baje con los niños a la cafetería para que coman algo. Tenemos que hablar.
Aquello sonaba como una amenaza. Miley agachó la vista y se incorporó. En ese momento, llegó una joven de rostro muy agradable con una bandeja llena.
Sin dejar a William, Liam se levantó y se acercó a ella. Mientras dejaba la bandeja en la mesa, le dijo algo en voz baja y llamó a los mellizos. Los niños le obedecieron con tal presteza que se vieron confirmadas las sospechas de Miley de que les había estado regañando.
Un momento después, William reposaba confiadamente en los brazos de la joven, que salió de la habitación dejando paso a los mellizos. Liam sirvió el café.
No dijo nada hasta que le ofreció una taza a Miley, sentándose a su lado para comprobar que la apuraba hasta el último sorbo.
-Bueno, ¿qué ha pasado? -le preguntó entonces. Miley reconoció sus culpas.
-He sido muy impaciente con ellos -admitió-. Más de lo normal. Supongo que se han ofendido, así que se han ido a buscar consuelo a otra parte -dijo y dejó la taza en el suelo. Estaba a punto de llorar otra vez- Pensé que habían ido a casa de tu madre ... los he buscado por todas partes ... Pero no se me ocurrió que fueran a venir aquí.
Está bien -dijo Liam, agarrándole las manos-
No te atormentes más. Están bien, ya lo has visto.
Miley asintió, tratando de tranquilizarse. -Lo siento -dijo al cabo de un rato.
-¿Por qué?
-Por no ser una buena madre para tus hijos -dijo-. Por... venir aquí.
-Algunas veces, Miley -dijo Liam, perdiendo la paciencia-, me pregunto qué pasa por esa cabeza tuya. -¿Les has pegado?
Liam frunció el ceño.
-No, me contuve -dijo secamente- ¡Pero los he regañado muy seriamente! Lo que han hecho ha sido estúpido y peligroso, y además, no había razón para hacerla -dijo sacudiendo la cabeza- Lucas ha encajado bien la bronca, pero Marie estaba consternada. Creo que nunca le había gritado así.
-Te perdonará -le aseguró Miley. Marie adoraba a su padre.
-No, si es como su madre, no lo hará -dijo Liam, y Miley agachó la mirada.
-No se trata de ... perdonar -murmuró- Lo que me pasa es que no puedo olvidar. Has ensombrecido mi mundo, Liam.
-Lo sé -dijo Liam, observando con tristeza sus manos entrelazadas- Y el mío también. No es que importe, pero yo me lo merezco, tú no.
-Entonces, ¿por qué lo hiciste?
Liam suspiró profundamente y soltó la mano de Miley para pasársela por la cabeza.
-Porque ella estaba allí -respondió de manera brutal, y frunció el ceño al ver que Miley se sobresaltaba: -Debes haberla hecho mucho daño.
-¿Sí? -dijo Liam-. No es como tú, Miley. Las mujeres como Selena tienen la piel curtida, no se les hace daño tan fácilmente.
-y con eso te justificas, ¿no?
-No -dijo Liam y se apoyó los codos en las rodillas y se quedó mirando al suelo sobriamente-
Pero no puedo sentirme culpable por sus sentimientos cuando no ha tenido en cuenta los míos.
Miley frunció el ceño, sin entender a qué se refería. Liam la vio y suspiró.
-Si trato de explicártelo todo, ¿me escucharás? -dijo. ¿Lo escucharía? ¿Quería saberlo todo? ¿Podría aceptar la verdad? Apartó los ojos de él. Le temblaban los labios y estaba llena de incertidumbre.
Liam le agarró la mano y la estrechó.
-Por favor -le pidió de nuevo- Eras y sigues siendo la única mujer a la que he amado, Miley. Si no puedes oír nada más, por favor, oye eso, porque es la verdad. -Entonces, ¿por qué te acostaste con Selena?
Liam se irguió y frunció los labios. Retiró la mano y la dejó caer entre sus rodillas.
-Porque, por un corto periodo de tiempo, perdí el control. No sólo con lo que estaba ocurriendo entre tú y yo, sino también aquí, en este despacho. Selena fue una válvula de escape. Así de simple -dijo mirando a Miley con pesadumbre-. Estaba bajo mucha presión y, sinceramente, la utilicé para librarme de alguna de esa presión.
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