Nick trajo los platos con un par de huevos fritos, bacon y jamón.
- Aquí está… un desayuno – comida a las dos del medio día… al total estilo americano.
Miley sonrió y posó su mano en su barriga.
- Tengo hambre.
- Y no me extraña, después de lo salvaje que estabas ahí dentro. – señaló la habitación de invitados.
- ¿Perdona? ¿Quién es el que no oye nada cuando está centrado en lo que hace?
- Claro, no oigo nada y por eso lo hago bien.
- Si, ya claro…
Nick se quedó sorprendido.
- Ahora me dirás que no te gustó, con lo que disfrutas conmigo…
- Serás creído. – dijo Miley tirándole un trozo de bacon.
- No me tires comida, que terminamos mal…
- Y nos acabamos de duchar. – terminó Miley.
-
Eso mismo. – él sonrió, se acercó a ella y la besó. La observó con su
camisa por encima. – Eres preciosa. Sobre todo cuando estas teniendo un
orgasmo…
Miley se escondió en su cuello.
- Deseo ser el único que pueda verte así, en todo tu esplendor.
- Lo serás… ahora mismo solo quiero que tú seas el primero… y el último.
Nick le besó la cabeza, besitos grandes, pequeños, seguidos, sonoros, sin ruido.
- He estado pensando…
- ¿Tu? ¿Pensar? – se burló Miley. Y él pareció molestarse. –
Es broma… ya se que tengo un novio muy listo. – acarició su abdomen, desnudo. - ¿Y… que has estado pensando?
-
Que como llega Navidad… te llevo de vacaciones. - Miley lo miró. –
No es una pregunta. Ya tengo los tickets de vuelo comprados.
- ¿Y dónde me llevas,
mi rey? – dijo ella apoyando su cabeza en el hombro de Nick, mirándolo
casi del revés. Pero él se veía guapo des de cualquier perspectiva.
- A Galesnjak.
- Nick, ¿Estás bien?
- Claro, ¿Por qué?
- Por que pareció que te entraban arcadas. – ella se rió.
- Ese es el nombre de la isla, Galesnjak en Croacia.
- Vaya nombre.
-
Lo sé, pero la isla es muy, muy bonita… y en forma de corazón… - besó
sus labios. – Perfecta para los enamorados… además, ya alquilé una casa
en medio de la pequeña montaña, al centro de la isla.
- ¿Alquilaste una casa?
-
Si, esas de campo… hoguera, con maderita… - dijo con un rintintín que Miley adoró, mientras pasaba la yema de sus dedos por la curva de su
cintura – te va a encantar…
-
Aun que nos fuéramos a la choza más pocilga de este mundo me lo pasaría
estupendamente… y solo porque tú vienes conmigo…
-
Te amo… - susurró Nick. Acarició la mejilla de ella y enroscó uno de
sus dedos en su pelo, mientras la besaba. No podían estar más pegados,
el uno al otro, y se estaba bien… no, se estaba de maravilla, así, junto
a Nick. Él se separó un poco, terminando con un dulce pico – nos vamos
el veintidós, pasaremos las fiestas allí… - Ella asintió.
- Llévame donde tú quieras, cuando tú quieras…
*******
Selena o quizás... Melani, entró agetreadísima al centro de masajes.
Miley en ese preciso momento pasaba, con la bata semidesabrochada con un taco de papeles en mano.
- ¡Miley! A ti quería verte…
Miley se giró. Su cola alta se movió al compás de los movimientos de cabeza.
Una pestaña le entró en el ojo, intentó sacársela sin que se le
corriera el lápiz de ojos.
- Dime, Selena… - murmuró.
Selena… o Melani, se la quedó mirando. Ella vio el error que había cometido. No se avergonzó, se aclaró la garganta.
- Creo que tanto tú como yo debemos aclarar algunas cosas – dijo
Miley.
– dentro de un cuarto de hora tengo libre para ir a desayunar, pero
puedo adelantar un poco… ya sabes que soy mi propia jefa.
Selena asintió.
- Por favor.
Miley fue hacia su despacho y dejó la bata en su butaca. Los papeles quedaron
en el mismo sitio del que los había cogido. Cogió su chaqueta con la
capucha embadurnada de plumas finas y el bolso negro de Gucci que iba a
juego con sus Peep Toes altos y del mismo color.
Melani…
o quizás Selena, la esperaba en la entrada. Iba, como siempre,
provocativa. Con unos Stilettos rojos, unas mallas bien arrapadas a sus
piernas bien encorvadas y delgadas y una chaqueta también negra que se
ajustaba a su cintura con un cinturón, el cual la hebilla era dorada.
Extremada como solo ella sola sabía ser. Una vez más, estaba comprobado
que a Nick le gustaba lo interesante y zorrón… Una vez más, ella misma
pensaba que era poca cosa para él.
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